Laberinto No.609 (14/02/15)

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Laberinto

Clarisse Nikoïdski Poesía página 3 Álvaro Uribe El sentido página 3 Santiago Gamboa Pasiones de la vida página 9 Magali Tercero Píntalo con tu propia sangre página 12

N.o 609

sábado 14 de febrero de 2014

Suicidio a cuentagotas

Víctor Núñez Jaime Página 8 GEORGETTE BERGER Y RENÉ MAGRITTE/ RUE DES ARCHIVES/ PVDE

Amores para toda ocasión Valentina Ortiz Pablo Raphael David Miklos José Ramón Ruisánchez Susana Iglesias Páginas 4 a 8

MILENIO


02 b sábado 14 de febrero de 2015

MILENIO

antesala DE CULTO

Realidad y ficción

ESPECIAL

Lafcadio Hearn

Un occidental japonés

TOSCANADAS ESPECIAL

David Toscana dtoscana@gmail.com

A

hora que aparecieron los cadáveres en el crematorio que no cremaba, volví a escuchar aquella frase de que la realidad supera la ficción. Y lo cierto es que se dice y se escucha con mucha frecuencia, pues cada semana amanecemos con alguna nueva noticia sobre otra maquinación original o perversa o sorprendente o las tres cosas de esa gente que se mueve más allá de la ley. Entre las más memorables está aquella del fiscal Pablo Chapa Bezanilla en la que mandó enterrar unos restos mortales en la finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari, para endilgarle el crimen del diputado Manuel Muñoz Rocha. Entonces la vidente Francisca Zetina, alias “La Paca”, señaló con el dedo el lugar justo en que los huesos estaban enterrados. Perfecto. Caso resuelto. Solo por un momento. Cuando el asesinato de Colosio, hubo suficientes pruebas para demostrar una acción concertada, y a la vuelta de unas semanas hubo también suficientes pruebas para demostrar que todo había sido planeado y ejecutado por cabeza y cuerpo de un asesino solitario. Desde entonces y dendenantes estamos más que acostumbrados a esas realidades que superan la ficción o ficciones que se nos presentan como realidades. Entre muchos otros están los casos del cardenal Posadas Ocampo, el de la niña perdida que luego apareció muerta entre las sábanas, el famoso embrollo de la francesa Cassez, el pozolero y, por supuesto, el de los normalistas de Guerrero.

Ernesto Herrera b ernieherrerag@yahoo.com.mx

También hay hechos extraordinarios que luego se vuelven lugar común, como la aparición de ahorcados en puentes. ¿Por qué estos eventos parecen superar a los escritores de novelas? Muy sencillo: para empezar, por razones de volumen. En México habrá dos o tres centenares de escritores, pero tenemos millones de personas que están tramando cómo delinquir. Además, es cuestión de alicientes. El escritor aspira a una edición de tres mil ejemplares, el malhechor suele perseguir varios millones de pesos o de dólares. También resulta que al escritor se le considera una conciencia de sus días, de modo que se ve impelido a defender ciertas causas nobles. Por eso el gremio condena al ostracismo al escritor que plagia o al que se acerca más de la cuenta al poder o al que se calla cuando hace falta denunciar. Y siempre habrá desconfianza delante de los escritores funcionarios, pues no todos han salido de esa prueba con las manos limpias. Pero hay otro impedimento aún más importante por el que el escritor se ve superado por la realidad. Un alto funcionario dice que él no tiene cuentas en Suiza. Un líder sindical dice que él no se beneficia de la ordeña de petróleo. Una primera dama dice que compra mansiones con el fruto de su trabajo. Un gobernador dice que no tiene propiedades ni en Texas ni en California ni en Florida. Como se ve, en el mundo real no importa la flagrante mentira. En cambio a una novela se le exige verosimilitud. L

C

uando se sigue el “extravagante itinerario vital”, según la expresión de Santiago Gerchunoff Silberberg, que llevó a Lafcadio Hearn a descubrir en Japón su verdadera patria, es inevitable pensar en la idea budista de la reencarnación y también a confirmar el aserto de que todo destino debe cumplirse como ha sido escrito. Claro que el azar puede invocarse pero, en contra de lo que pudiera parecer, nada hubo de azaroso en su vida. Patrick Lafcadio Hearn (Santa Maura, isla de Leucada, Grecia, 27 de junio de 1850–Tokio, 26 de septiembre de 1904) fue hijo de Rosa Antonia Kassimati, una campesina analfabeta de la región, y de Charles Hearn, un cirujano irlandés miembro de la armada inglesa que ocupaba la zona, pero el matrimonio no duró mucho. Cuando tenía dos años, él y su madre se trasladaron a Dublín. A partir de los seis, vivió prácticamente como un huérfano. Una fervorosa tía, que se hizo cargo de él, lo envió a una escuela católica y todo parecía indicar que terminaría como sacerdote. Su triste y solitaria niñez se vio agravada por la pérdida de un ojo y una severa miopía en el otro. A pesar de estas limitaciones, adquirió una sólida educación pues también estudió en Francia. A los 19 años, tuvo la oportunidad de irse a Estados Unidos donde viviría casi veinte. Trabajó como periodista siendo Nueva Orleáns, por su mezcla de razas, el sitio más afín a su temperamento. Ahí comenzó a asumirse como escritor, realizando traducciones y recreando historias. Roger Pulvers, uno de sus más agudos estudiosos, observa que la etapa de Nueva Orleáns es su momento más importante, creativamente hablando, antes de su descubrimiento de Japón. Aún sin arribar en 1890 a la que consideró su verdadera patria, Hearn pasó unos años en las Antillas Francesas. En 1891 se casó con Setsu Koizumi, proveniente de una familia de samuráis, con quien tuvo cuatro hijos. Se nacionalizó japonés cuatro años después para poder heredar a su familia, recibiendo el nombre de Yakumo Koizumi. En su encuentro con Japón no hubo un déjà vu; simplemente, como explica, Pulvers, en este país encontró “lo que había estado buscando en todas partes: un santuario para su imaginación”.

EX LIBRIS

Para Paul Elmer More, uno de sus primeros críticos, la obra de Hearn es la síntesis de tres tradiciones: la hindú, la japonesa y la occidental. El libro póstumo, El romance de la Vía Láctea (1905), en el que afloran sus dotes como ensayista e investigador, sería una prueba de ello. Encontramos, por ejemplo, un texto dedicado a Herbert Spencer, a quien consideraba “el más grande pensador del mundo”, titulado “Las dudas finales”, algo farragoso y cuyas ideas ya están rebasadas. Mientras que el que da título al libro presenta las diferentes versiones poéticas, principalmente escritas en forma de tanka, de una antigua historia. De todos sus libros, Kwaidan (1904) es donde su “japonismo” queda mejor plasmada. La palabra se traduce literalmente como “cuentos de fantasmas”, pero igualmente se ha traducido como “cuentos fantásticos” (weird tales es la expresión que usa Hearn en el texto introductorio). El volumen se caracteriza por un pulcro estilo, que no pocos lectores en nuestros días considerarían “ingenuo”. Se trata indiscutiblemente de una obra maestra. Destaquemos dos cuentos: “Yuki–Onna” (“La mujer de nieve”) y “El sueño de Akinosuké”. Masaki Kobayashi realizó una película en 1964 con el mismo título. Adaptó dos cuentos del libro y otro par de otras obras de Hearn. Borges, quien se enamoró de su literatura en sus días ginebrinos, declaró cuando arribó a Japón por vez primera décadas después: “Desde muy chico sentí una gran admiración por el Oriente y mi sentimiento volaba hacia el Japón a través de Lafcadio Hearn”. L Max Klinger bEKO

MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Coedición: Roberto Pliego, Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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LABERINTO

antesala

Las manos

(fragmento)

El sentido

No, no solo son extremidades. Son metáforas de otras criaturas, de emociones, palabras y expresiones, no son extremidades: son, somos nosotros mismos POESÍA

CARACTERES DIANE DIEDERICH

Clarisse Nicoïdski

A

brió la puerta con sus manos encendió un fuego de espanto tomó el pan con sus manos comió una comida de espanto tomó el agua en sus manos bebió un agua de espanto y cuando abrió las manos leyó en ellas una mancha de espanto

Álvaro Uribe

sin prevenirte. Y como no sabes que te está probando, repruebas. Y al reprobar le confirmas que l epíteto definitorio de este era justo sospechar y desconfiar personaje ha de escribirse de ti. con letras cursivas porque, Nadie se salva de sus si se escribiera con las habituales acusaciones. Pulido el sentido, redondas, el lector podría uno de tus amigos más rancios, pensar que se trata de alguien te sorprende un día con la no con propósitos bien orientados, solicitada confesión de que sensato y racional. Pero ocurre lleva años, décadas, toda una precisamente lo contrario. El vida padeciendo tus bromas, sentido es un ejemplo notable tus injurias, tu desprecio. de irracionalidad, insensatez y Cuando le aclaras que él desorientación. tampoco es perfecto y tú sin Aunque para nada sea ajeno embargo lo aceptas como es, al resentimiento, no hay que Pulido estalla en una cólera confundirlo con el vulgar justiciera. Está harto de ti, de tus resentido. A éste, empirista muchos defectos, incluso de las involuntario, lo mueven causas cualidades que poco antes decía comprobables en la experiencia: admirar. Y tú, agraviado, pierdes el fracaso reiterado, el numeroso la paciencia. Y, por supuesto, te desamor del prójimo, la buena sientes con él. suerte inmerecida de la gente No se piense que ésta es una inferior a él. En cambio, el sentido oportuna invención literaria. es un puro idealista, un fervoroso Al leer lo que publican en creyente en el dogma de que Internet unos poetas de otros, al si la realidad no coincide con escuchar lo que dicen en privado tus sentimientos, peor para la unos narradores de otros, un realidad. anónimo ingenioso te dijo No es que mienta o se engañe tiempo atrás que la república de deliberadamente. Obsesivo las letras es en verdad el imperio hasta la paranoia, nada escapa de los sentidos. Reíste, desde a su atención y suele ser capaz luego. Pero también objetaste de reconstruir cualquier que los sentimientos torvos circunstancia, escenario o imperan en todas las profesiones diálogo con minuciosidad y en todas partes. implacable. Pero ya dijo Borges Es posible que en esto último que la memoria es inventiva, y el te equivocaras. Es posible que sentido es un memorioso parcial. el verdadero sentido o, mejor, el Una persona que recuerda con sentido primigenio del sentido exactitud fabuladora lo que tú se encuentre en un genoma le hiciste o le dijiste, pero no netamente mexicano. Lo recuerda ni una ínfima porción cierto es que en ninguna otra de lo que ella te dijo o te hizo a ti. parte proliferan como aquí los Igual a casi todo lo que une vástagos de esa subespecie de y desune a los seres humanos, homo sapiens, y que en este país el sentimiento depende de la no hace falta ir muy lejos para interpretación que se le dé. El toparse con una pobre víctima sentido es un exégeta inexorable. de su propia sentimentalidad. A Desconfiado y suspicaz como un veces, demasiadas veces, basta fiscal, pone a prueba tu amistad con mirar de frente al espejo. L alvuribe@yahoo.com.mx

mis manos dos pájaros asesinados esperan caer cerca del árbol y no saben por qué viene y se va la sangre que les da vida en la muerte se abren las manos como un libro donde está escrito mi destino se abren las manos como la puerta donde se guarda la ley se abren para no poder detener la luz el agua la palabra como la boca se abren Traducción de Ernesto Kavi

ESPECIAL

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larisse Nicoïdski (Lyon 1938–París 1996) fue considerada la poeta más importante de lengua sefardí del siglo XX. Su obra influyó enormemente a escritores hispanoamericanos como el argentino Juan Gelman y el español José Ángel Valente. Además de poesía, Nicoïdski escribió novela. Su primer libro de este género, Le désespoir tout blanc, fue galardonada con el Premio de la Academia Francesa en 1968, mientras que su obra autobiográfica Couvre–feux recibió el Premio de las Lectoras de la revista Elle. La casi totalidad de su bibliografía fue traducida al español, al inglés y al alemán. El fragmento que aquí presentamos forma parte de El color del tiempo. Poemas completos, publicado el año anterior por Sexto piso.

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de portada

Él es artista, ella RUE DES ARCHIVES/ RDA

A partir de la lectura de Les couples mythiques de l’art (Las parejas míticas del arte, Beaux Arts éditions, 2011), la autora de estas páginas recorre la galería en donde amar significa también compartir una vocación. Completamos el cuadro con cuatro relatos hilvanados por la desdicha y con la reseña del diario de Margarita Gil Roësset, la joven escultora que se enamoró en secreto del poeta Juan Ramón Jiménez. Amores, pues, para toda ocasión Valentina Ortiz

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l amor romántico es como la paleta del pintor con la que crea la transparencia inasible de la luz a través de la ilusión del color. Una relación entre dos seres humanos es como admirar un cuadro, es un momento irrepetible y siempre en movimiento, que varía según la hora del día, según la posición de la mirada, según mi disposición anímica del instante en el que observo. En el libro Parejas míticas del arte (véase arte visual), publicado por Editions Beaux Arts en 2011, el autor francés Alain Vircondelet reseña 32 relaciones de pareja que involucran a uno o dos artistas plásticos del mundo occidental, del siglo XV al siglo XX. Vircondelet nos lleva desde el amor tormentoso de Edvard Munch, quien fantasea que el cabello de su pareja sentimental lo estrangula, o desde el “Adieu Lucy” escrito en sangre por el pintor Jules Pascin antes de su suicidio, hasta la plenitud incuestionable del maestro Rubens con la bella Hélène Fourment, la mujer que lo reconcilió con los placeres de la vida: la paz familiar, la cotidianidad, el erotismo. Vircondelet presenta a los artistas cuya misión fue “mostrar el lado luminoso de la vida”, como Claude Monet o Augusto Renoir, e insinúa que lograron su cometido gracias a la estabilidad y entrega de sus parejas amorosas. “Aline fue indispensable en (el) camino artístico (del tenebroso Renoir)”; asume Vircondelet que ella guio al artista para que puediera “tener como única ambición abarcar la luminosidad”. El libro presta especial atención a las parejas en las que ambos fueron creadores. “La pareja intercambia sus influencias”, escribe Vircondelet cuando se refiere a la infeliz unión de los escultores Camille Claudel y Auguste Rodin. Todos artistas del siglo XX, Vircondelet expone a Jean Tinguely y Niki de St. Phalle, a Diego Rivera y Frida Khalo, a Max Ernst y Dorothea Tanning, entre otros, parejas que se influyeron artísticamente, respetando siempre la mutua autenticidad. El matrimonio Lalanne decía: “compartimos alcoba pero cada quien tiene su estudio”. Están registradas parejas singulares en que los involucrados se vuelven una sola entidad. Así descubrimos que el land–art que movió el mundo del arte contemporáneo del siglo XX, firmado por Christo, es en realidad el trabajo de dos personas: Christo Vladimiroff y Jean–Claude Denat de Guillebon. De igual modo, el trabajo gráfico de los años setenta firmado como Pierre Gilles es la creación de un dúo de hombres que desde la plenitud de su unión sentimental lograron levantar un mundo onírico, “kitsch en su máxima expresión”, que refleja la fuerza del amor pleno y a la vez la profunda soledad del ser humano.

Salvador Dalí y Gala

ROMANCES MEXICANOS AL ROMANTICISMO DEBEMOS la idea primordial de que el artista crea en solitario: se basta a sí mismo para concebir y moldear su obra. La historia, sin embargo, desdice a esta irreflexiva presunción. El Otro —musa, demiurgo, ángel guardián, doble, madre protectora, espejo, demonio interior— no solo acompaña sino se presenta como razón de ser de la obra artística. El acto de la creación se vuelve así un acto de reconocimiento. Yendo aún más lejos, el siglo XX ofrece un amplio catálogo de parejas unidas por la pasión amorosa y la vocación artística. En México se conservan las huellas de los fotógrafos Edward Weston y Tina Modotti, imprescindibles para asomarse al ambiente cultural de la década de 1920; los infortunios de Abraham Ángel y Manuel Rodríguez Lozano; los encuentros y desencuentros volcánicos de Diego Rivera y Frida Kahlo; la memoriosa complicidad de Olga Costa y José Chávez Morado —68 años de matrimonio—; los andares ciclónicos de Lola y Germán Cueto; la perdurabilidad de Rina Lazo y

Arturo García Bustos; las lecciones libertarias de Alice Rahon y Wolfgang Paalen; los fuegos pirotécnicos de Nahui Olin y el Dr. Atl; la desolada comunión de Isabel Villaseñor y Gabriel Fernández Ledezma; los andares dinámicos de Kati y José Horna; las turbulencias de María Izquierdo y Rufino Tamayo. Fueron parejas que lo mismo conocieron el monzón que la sequía, que se quisieron como aliados y también como rivales. En todo caso, la presencia misma del Otro fue uno de los impulsos más nobles de su andadura profesional . Mientras se entregaban a los juegos del amor, la realidad del arte iba cobrando vida. Lola y Manuel Álvarez Bravo son quizás una de las parejas emblemáticas de la cultura mexicana. Pese a que su matrimonio duró tan solo diez años, establecieron influencias mutuas tan profundas que incluso un ojo experto duda al intentar nombrar los trabajos de una y otro. En Lola está Manuel y en Manuel toda Lola. —R.P.


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de portada

también

MUSÉE RODIN

JOHN KANETSIS

Camille Claudel y Auguste Rodin GALERIE JÉRÔME DE NOIRMONT

Mus ad quam doloren dipsandanis mo ipsam es que quia

Max Ernst y Dorothea Tanning

No falta el amor–obsesión, aquello “tan poderoso que inmoviliza las fuerzas físicas”, dice Vircondelet. El gran pintor romántico del siglo XIX Dante Rossetti sacó a su amada Lizzie de la tumba y perdió la razón al descubrirla momificada, envuelta en una enorme cabellera que aún resplandecía. El atormentado artista noruego Edvard Munch confesó: “nunca amé… solo conocí la pasión que mueve montañas y transforma al individuo […], que arranca el corazón”. En 1907 pintó el famoso cuadro La muerte de Marat en el cual el propio Munch aparece muerto, víctima de la hermosa mujer erguida junto a él, su pareja Tulla Larsen. En 1908, se internó de manera voluntaria en el manicomio de Copenhaguen, para huir de su mujer de manera definitiva. Jeanne Hébuterne, esposa de Amedeo Modigliani, se arrojó del balcón de la casa paterna a los 25 años, con ocho meses de embarazo, al no resistir el dolor de la muerte de su amado. Después de la ruptura con Alma Mahler, el pintor Oskar Kokoshka mandó fabricar una gran muñeca de tela con la forma de su amante, su “musa perdida”. La paseó por las

Pierre y Gilles

calles de Munich, bebió con ella y sus amigos en las cervecerías locales hasta que un día se liberó decapitándola públicamente. En el libro la reseña de estas parejas “míticas” del arte plástico fluye acompañada de la reproducción impecable de las obras de los artistas incluidos. Vircondelet elige y presenta con gran conocimiento de causa los cuadros relacionados con los momentos clave de las parejas. La presencia de estos oleos, obras gráficas o fotografías permite navegar a nuestro antojo por el amor, la relación de pareja y el proceso creativo del artista. Más que preocuparme por los planteamientos del autor, en los que impone opiniones propias sobre las parejas, yo escojo los sueños, los miedos, la luz que aparece en cada obra que se reproduce. Me quedo con la imagen de Man Ray, surrealista de principios de siglo XX, fabricando un metrónomo con la fotografía del ojo de la amante fugada, Lee Miller, para medir el tiempo mientras recuerda al ser amado. Me apropio de la afirmación que esta misma mujer expresa cuando se marcha para cumplir con su encomienda

de reportera de guerra: dice a Man Ray que prefiere tomar la fotografía que ser la modelo. En la introducción, Vircondelet plantea que la pareja es un terreno fértil en el que se cimienta el acto creativo y artístico, y afirma que “el arte solo puede vivir del Otro, del Amor”. Expresa que este amor tiene muchas formas, “combate o fusión, rivalidad o armonía, fuerza vital o mórbida, aguijón o freno” pero que sin duda es la fuente de donde nace la obra. Esta aseveración rechaza la concepción bastante difundida que sugiere que el artista es un creador solitario por excelencia; al contrario, ubica al artista como un ser plenamente social. Es un planteamiento contundente y controversial que abre la puerta a una enorme reflexión. Propongo extender el tema al caso de nosotros y nosotras enunciando esta pregunta: ¿podemos crear (nuestra vida) sin tener la motivación fundamental del Otro, del Amor? Quizás el giro a la interrogante sea simple: consiste en ampliar el concepto Amor, sacándolo del binomio pareja amorosa y ampliándolo a la magnitud que uno desee, desde el amigo hasta el universo. L


LABERINTO

Nada más que des

EL PRESENTE ES UNA PIEDRA

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Pablo Raphael

stán abrazados. Ella aprieta un pergamino con el puño izquierdo. Él tiene las manos crispadas y su boca lleva veinte siglos abierta. El aliento se le escapó por esa noche interminable que es el pozo de su boca. Ella parece dormida, casi sonríe y mientras guarda la calma el otro mira al cielo: su grito silencioso se ha convertido en un mito cuya verdad apenas fue revelada ayer. Ella cae sobre su cuerpo, como un manto. Entre las personas que, tras la erupción del Vesubio, fueron convertidas en piedra, la llamada Pareja del pergamino ha sido la que más especulaciones, libros y notas de prensa ha producido. Es conocida la historia de un arqueólogo suicida que, en la nota de despedida, la acusó de su melancolía. La televisión brasileña registró las declaraciones de un guía espiritual formado bajo la sombra de Paulo Coelho que al mirar la pieza aseguró que el hombre había “chamaneado” a la mujer con el discurso de sofista del aquí y el ahora. Por su belleza, cabe destacar el libro de fotografías editadas por Turner que retratan los nombres, dibujos y fechas que los turistas enamorados han escrito a los pies de los amantes. A finales del siglo XVIII, empezaron los primeros trabajos para desenterrar la biblioteca de Herculano. A dieciséis kilómetros de Pompeya, la erupción cubrió esa villa con más de veinte metros de ceniza y la verdad es que el descubrimiento de Karl Jacob Weber vino a cambiar la historia de la civilización: esta es la única biblioteca de la antigüedad que conserva sus libros. La fabulosa maquinaria de palancas, poleas y engranes inventada por Piaggio para desenrollar los pergaminos petrificados y, con ello, poder leer sus textos, resulta igual de fascinante que mirar los cientos de anaqueles en los que se da cuenta de la contabilidad, la cocina, el comercio, la ciencia y la filosofía con que los habitantes de Herculano organizaban, consumían y guardaban su memoria. Desde entonces, poco a poco, “lamiendo la piedra hemos podido arrebatarle sus secretos”, dice el arqueólogo Ezio Mura, descubridor de la copia del pergamino que ella aprieta con el puño. “Hemos avanzado mucho desde que iniciaron los rescates en Pompeya y también aquí en Herculano, pero lo cierto es que los primeros arqueólogos que descubrieron a la Pareja

del pergamino hicieron bien en no amputar la mano izquierda que lo sostiene”. En entrevista para este diario, el arqueólogo explica que se hubiera ganado el contenido del documento pero se hubieran perdido esos dedos que sirvieron de modelo a toda la escuela florentina y al neobarroco. “También es probable que, de haber mutilado la pieza, los amantes de piedra no hubieran despertado el interés de los enamorados, tanto como el de la ciencia”. No se habría escrito lo que se ha escrito y, mucho menos, se hubieran reunido los recursos financieros para horadar la piedra y rescatar todo lo que le hemos arrancado a este monumental reloj de arena. “Ningún patrocinador se enamora de una mujer manca”, dice Mura. En Herculano la ley y el sentido de la memoria obligaban a los amanuenses a dejar siempre una copia de lo que se escribía en la biblioteca. Se sabe que el pergamino que ella sostiene con el puño tiene su origen en Herculano por los acabados del palo de madera que sale de los extremos, idénticos a los cientos que se han rescatado y los muchos más que esperan ser desenterrados. “En el caso de nuestro pergamino solo sobrevive la extremidad inferior, ya que quedó más cerca de los cuerpos. El otro extremo del palo se pulverizó con el calor”. “Siento ser el que vaya a desengañar a la humanidad —dice Mura— pero hoy, tras cinco años cotejando información y utilizando los sistemas de tomografía aplicada hemos podido comprobar que una de las frases que se alcanzan a leer en el pergamino que ella sujeta con su puño es idéntica a otra más que nuestros paleógrafos han descifrado en uno de los pergaminos hallados en la biblioteca, muy cerca del llamado salón del encargado. “No sabemos el nombre del autor, pero el documento está firmado con la letra Kappa y es precisamente ese autor quien da cuenta de otra historia muy distinta a la que llevamos imaginando todos estos siglos”. K o Kappa escribe que Plinio el Joven educó a Yorgos el mago, que Yorgos el mago abandonó la filosofía y el ejercicio de la poesía, seducido por la brujería y las artes del engaño. El mago descubrió que las palabras simples y las obviedades podían transformar el corazón de una mujer herida, robarle literalmente el aliento, contaminarlo con su boca y ofrecerle la paz.

En otra línea Kappa da cuenta de su propia vida y del amor que lo motivó a regalar la estrella que todos los enamorados se regalan: “Cuando quieras ver esa estrella, cierra los ojos”. Todo por ella. Implorando a cada uno de los dioses que tienen que ver con el amor, Kappa escribe que se pone de rodillas y jura vivir por L o Lambda. Esa muchacha de “ojos de piedra en agua” se desposa con Kappa, ambos se aman en la playa, compran una casa frente al mar. Nada los va a separar. Nada hasta que Yorgos decide quedarse con ella. El pergamino encontrado explica que Yorgos fue nombrado encargado de la biblioteca de Herculano, que aprovechando el bastón de mando hizo encerrar a Kappa en uno de los sótanos. Luego mintió: se hizo amigo de la mujer, explicó a Lambda que su amado había preferido la guerra, que se había embarcado y que le había pedido cuidase de su dolor. Yorgos tiene mal aliento y ella se resiste, pero la suerte está echada. El corazón es una bomba. Para Kappa el corazón es una piedra. La frase exacta que aparece en los dos pergaminos y que ayudó a descifrar el enigma, en realidad pertenece a los Upanishads y, en griego, dice: “Esto también pasará”. Yorgos habla con Lambda del presente y de la verdad. Le miente como hicieron los envidiosos de Odiseo que deseaban a Penélope hasta que casi logran convertir la mentira en verdad. A diferencia del cuento griego, Yorgos lo logró: creyendo que Kappa prefería la guerra al amor, que la había abandonado sin decir una palabra, ella acepta vivir con el mago en Pompeya. En la línea final del pergamino donde Kappa cuenta la verdad, él le habla de esa estrella: “Cierro los ojos y miro que me miras, hazlo también”. La ceniza forma una nube que ciega al cielo. El mundo está por terminarse y Pompeya por convertirse en lo que es hoy. Ella termina de leer el pergamino que le han enviado y, entonces, Yorgos entra en el salón. La lluvia de polvo cae hirviendo. Ella quiere destruirlo a él en vez del mundo. Yorgos grita y la abraza. Lambda cierra los ojos. Faltan segundos para que la nada y la noche sucedan. En Herculano, a unos metros de donde encontraron la copia del pergamino, los arqueólogos descubrirán una mano que intenta tocar algo. Solo resta lamer la piedra, aún sin abrir los ojos. L

Pablo Raphael (México, 1970), su más reciente novela es Clipperton.


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sdicha

FRAGMENTOS DE UN DESASTRE AMOROSO José Ramón Ruisánchez ...quiere decirme algo que se me olvida —Juan José Tablada (with a little help from a friend)

EL YERRO Y EL HOMBRE David Miklos

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iento en su mirada, en su sonrisa, en su descaro que me reconoce, no que me conoce y recuerda, o que me conoce y me recuerda pero no de esta vida; no tiene nombre, tiene trenzas, tiene pecas, rima perfectamente con mis dos amigas que son sus amigas, la primera vez que nos vemos me reconoce y la segunda vez que nos vemos me reconoce y la tercera vez que nos vemos me saluda y yo la saludo pero es hasta la quinta o séptima que no está con mis amigas y que me fija y que todo empieza pero siguiendo porque ya no es la primera vez que nos vemos y para ella nunca es la primera vez que nos vemos y ya siempre es la noche inolvidable en que no se quita las botas para que se la mame, que es la noche inenarrable en que mientras se la mamo se nos llena el cuarto de mosquitos y en algún momento sé que es la noche irremediable en que nos estamos despidiendo, cuando me dice ¿Y tú qué? y yo muerdo el anzuelo y digo Soy novelista como podría decir nada porque ya están formándose una tras otras nuestras canciones de amor; Looks Like I’m Up Shit Creek Again es una de nuestras canciones de amor, las canciones que su ex, el DJ tocó, con las que la tocó, son nuestras canciones de amor, creo que nunca oímos juntos nuestras canciones de amor, pero esa vez, la primera vez que nos vemos, en una escalera estrecha, ya es el día perfecto de los días perfectos de lluvia incesante, con un largo suéter mío a rayas rojas y blancas, sentados en un balcón me dice Soy feliz y yo me equivoco pensando que siempre seremos felices pensando que es la primera vez que nos vemos, que es la primera vez que todos mis pasados convergen en un sentido luminoso y me equivoco porque su felicidad me llena tan por completo, incluso hoy, décadas después, cuando es la primera vez que la veo y veo que no vi su enorme tristeza que me estaba diciendo Estoy siendo feliz ahora ahora ahora y después ya siempre fue la noche en que después de tantas noches le quité el vestido blanco y le di de nalgadas Más fuerte me dijo en inglés He sido mala me dijo en inglés porque hablaba en inglés su verdad y en español la mía y muy pronto llegaba al final de todas las lenguas y llegaba al silencio y al lugar de donde salía lo que bailaba, Más fuerte y le pegué más fuerte mientras me la cogía muy despacito y me dejaba coger muy despacito porque era la primera vez que cogíamos porque era la madrugada en que yo tenía que salir corriendo a cuidar a mi sobrino enfermo porque es la noche en que nos estamos despidiendo porque ella se va a vivir con alguien más porque ella se va a la India a Nueva York porque yo he hablado cuando tenía que callarme porque yo he callado mal porque nuestra historia está escrita, distinta a como la escribo yo, siempre, cada vez, mil veces, desde la primera vez y antes de la primera vez que me llama porque se cortó con un cuchillo grande y está desconsolada y le ayuda mucho que vaya y la abrace y me masturbe para ella en el sillón gris mientras le digo Tócate tú también y se toca ella también en una de las noches que no estoy con ella sino oyendo una de nuestras canciones de amor y pensando en ella y escribiendo siempre la tarde cuando la vi por primera vez leyendo y esperándome después de siglos como una gata egipcia, como un ánfora de vino, como el mar. L

David Miklos (San Antonio, Texas, 1970), su más reciente novela es Dorada.

José Ramón Ruisánchez (México, 1971), su más reciente novela es Nada cruel.

l 6 de octubre de 1981 asesinaron a Anwar el–Sadat. Yo escuchaba a Van Halen, “Women and Children First”. Acababa de cambiarme de escuela. Tenía 11 años y cursaba el último año de la primaria. Fue entonces que me enamoré de Andrea, después de una clase de historia de México, en la que entendí lo sanguinaria que era la búsqueda del poder. Pensaba, aún lo recuerdo, en el asesinato de Madero y, sobre todo, en la participación de los hermanos Flores Magón en los albores de la reyerta. Hombres buenos, a mi juicio. Eso pensaba, digo, cuando Andrea se manifestó frente a mí y me sacó de mis cavilaciones sobre el yerro y el hombre. Aún puedo verla, su imagen fresca en mi memoria, su cara llena de cachetes, la sonrisa de conejo, el pelo lacio y castaño y corto, el flequillo sobre su frente, la camisa tinta del uniforme de la escuela, las líneas azul marino y blanco en el cuello, cerrado por tres botones, la escasez de pechos en su seno, unos pantalones Sergio Valente de mezclilla ajustados a sus nacientes caderas. El corazón me dio un vuelco. Ignoro lo que me dijo, solo recuerdo que sonrió y nos despedimos y nació en mí la promesa de verla el lunes siguiente, era viernes, me esperaba un largo fin de semana con Van Halen y los relatos de Los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft. Salí de la escuela empujado por el impulso de la emoción pretérita, caminé un par de cuadras, llegué a la calle en la que solía esperarme mi vecina, una universitaria de veintipocos años, para llevarme a la casa, a cinco minutos cuesta arriba en coche. Apenas me vio, se bajó los lentes de sol y me dijo Tú estás enamorado. Y tú estás celosa, le respondí. Me subí al asiento trasero del auto y dejé que me trasladara, silenciosa, a la calle en la que ambos vivíamos, una cerrada. Me bajé del coche sin despedirme y alcancé a ver cómo ella alzaba la mano y la agitaba frente al espejo retrovisor mientras el auto y su motor rugiente avanzaban hacia el fondo de la cerrada, yo vivía en el 20, ella en el 8. Con la sonrisa y el resto del rostro de Andrea tatuada en la memoria inmediata, entré a la casa, subí a mi cuarto y me encerré a leer en lo que me llamaban a comer. No recuerdo más de ese fin de semana, salvo lo que ya he referido en otras narraciones: durante las noches, dormía abrazado a los libros de Lovecraft para que sus dioses originarios y tentaculares no abandonaran las páginas y acabaran con mi paso por este tiempo. El lunes llegó y, como era mi hábito en esa época, me fingí enfermo y no fui a la escuela, aun cuando la idea de Andrea me invitaba a hacer lo contrario. El martes, por fin, me desperté, me puse la camisa tinta, los pantalones de mezclilla Yale y me dejé llevar por mi madre a la escuela. Reconocí a Andrea de espaldas entre un corro de niñas. Me acerqué a ella. A punto estaba de tocarle el hombro cuando sonó la chicharra y las niñas corrieron en desbandada hacia sus respectivos salones. No volví a ver a Andrea durante el resto de la jornada escolar. Cuando salí a la calle, mi vecina no estaba allí. Caminé cuesta arriba los 20 minutos que me tomaba llegar a casa. Subí a mi cuarto y me encerré a leer a Lovecraft y sus seguidores. La sonrisa de Andrea comenzó a desvanecerse en mi memoria, lo mismo que su cara llena de cachetes y su sonrisa de conejo, el pelo castaño y corto, el flequillo sobre su frente, sus escasos pechos y sus caderas nacientes. Pasaron 34 años. Y todavía sigo escribiendo estas líneas. L


08 b sábado 14 de febrero de 2015

MILENIO

en librerías LA NOCHE SEÑALADA

C

Susana Iglesias

uando encuentre todas las razones para estar solo no necesitaré del amor. Los asesinos a sueldo no tenemos otro motivo que el dinero. El asesino a sueldo pregunta ¿cuándo?, ¿a qué hora?, ¿a quién? La pregunta ¿por qué? no va incluida en la tarifa, no se puede preguntar por qué, es como cuando tomas una puta en la esquina, pendejo se vería uno explicándole por qué. ¿A quién le incumben los motivos? Al que paga. El que paga es el macizo, a los macizos nunca se les debe preguntar gran cosa (a ver, se graba bien la cara, estos son sus horarios, se presenta, dispara, después me llama, cobra, se me larga lejos, a la chingada). No quiero irme, tengo que hacerlo. El tambor estaba bien cuidado, ¿de quién es el fierro? Pocas veces usé algo tan bien cuidado, esa pasión de mantener brillando algo turbio, la soledad de una bala estaba girando cuando me lo entregaron, puse las otras, lo cerré. Cuando estás frente a un cadáver te sientes mal, cuando barajas el dinero no. Me detuve. Apuntar, jalarle. La sangre se deslizaba rápidamente, me alejé, carajo, no comprobé si había muerto. Aquí estoy tres horas más tarde (le dieron bala, le dieron bala, un tipo en bicicleta, nadie quiere decir nada, como siempre: nadie pudo verlo). Lo he pensado, si me agarran: me disparo. Si me agarran me refunden, si canto jamás me soltarían, si los patrones me sacan sería peor. ¿Para qué querrían a un muerto de hambre que después pueda andar diciendo mierda? Pa’nada, barrerían conmigo, un disparo en medio de los ojos. —¿Hasta cuándo vas a seguir así? —Déjame dormir —¿Dónde estuviste? Rincones de odio en sus palabras. Las mujeres nunca se dejan engañar, saben en dónde, con quién, por qué. Todas esas veces no había estado con nadie, ¿qué le puedo decir? Ella imagina cosas, le miento. Las mentiras no puedes detenerlas una vez dichas. Vicios repulsivos. Las muertes ajenas no me entristecen, tampoco las cercanas, he aprendido que nada se apaga, deja incendios, todo se incendia tras la muerte, la locura de una esposa sola, los hijos huérfanos, los rencores, el recuerdo, la sombra, el miedo. Tranquiliza sentirse víctima, no es sencillo disculparse; cuando nos quedamos solos no podemos disculparnos de los errores. Tú no me quieres, así que tengo justificación de todos mis actos. No tengo ilusiones, ni de niño las tuve, no las tendré de viejo. El desamor acaba con todo, lo arrastra hasta dejar un pedazo de carne podrida, irreconocible… en donde alguna vez existió un hombre. En ningún sitio te enseñan a arrepentirte, ni en la iglesia, ahí te perdonan todo. Pederastas, asesinos, malparidos, todos se hincan con fe y con lágrimas falsas. La piedad es para los hombres blandos. —Dame un beso, acuéstate —¿Dónde estuviste? —Caminando, anduve en Garibaldi echando caguama —Mentiroso, ¡lárgate, no quiero que regreses! ¿De quién es el fierro?, tan bien cuidado, desearía tener así la cabeza, sentirme amado. Estoy enfermo de vivir. Me sueño golpeando caballos muertos e imaginarios. Salgo de la cama, me pongo los zapatos. Un arañazo en la cara, quiere sacarme los ojos, sus manos golpeando mi cara. Pequeña perra, ella es peor que el suicidio. Mientras más me rechaza, más duele. La aparto, huyo. En cinco horas voy a cobrar, regresaré con varios pares de zapatos nuevos, su perfume, algunos billetes de mil pesos, curará las heridas de mi cara, se enroscará en mi cuerpo, podré oler su pelo. Antes me pasaré por la iglesia, dejaré un billete en el último nicho de la iglesia, bajo la figura del ángel domando al diablo. L Susana Iglesias (México, 1978), su más reciente libro es el poemario Un hombre no patea perros heridos.

Suicidio a cuentagotas La artista plástica Margarita Gil Roësset estuvo locamente enamorada del escritor Juan Ramón Jiménez. Ahora se publica el diario que consigna su pasión secreta RESEÑA ESPECIAL

Víctor Núñez Jaime

A

quella noche de principios de 1932, al salir de un recital de ópera, Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí se encontraron con su amiga Olga Bauer–Pilecka, una austriaca afincada en Madrid, quien iba acompañada por una joven de ojos tristes, cejas pobladas y labios finos. “Ella es Marga y es escultora”, dijo la mujer en forma escueta al presentársela a la pareja. Margarita Gil Roësset también dibujaba. Desde que tenía ocho años ilustraba con pericia los cuentos que escribía su hermana Consuelo. Aunque pudo hacerlo (era hija de una familia rica con contactos regados por Europa), Marga nunca fue alumna de alguna escuela de Bellas Artes. Se inscribió a un par de talleres pero no tardó en desistir. Con su formación autodidacta, sin embargo, fue capaz de realizar obras que llegaron a exponerse en España y Francia. La veinteañera artista era una ferviente admiradora del autor de Platero y yo. “Sus poemas son deslumbrantes, don Juan Ramón”, le dijo esa noche en la puerta del teatro. El escritor agradeció el piropo y le expresó su deseo de ver “algo” de su trabajo. “¿Y si hago un busto de su encantadora esposa?”, soltó la escultora. El matrimonio que abandonaría España en 1936, por el inicio de la Guerra Civil, se sorprendió con la propuesta pero aceptó de inmediato. Así que Marga Gil preparó el material y los utensilios que necesitaba y a los pocos días comenzó a ir una y otra vez al número 38 de la calle Padilla, donde vivía el hombre que obtendría el Premio Nobel de Literatura en 1956. Pero su entusiasmo no residía en hacer la figura de la señora Zenobia. Margarita Gil Roësset estaba enamorada de Juan Ramón Jiménez. Se trataba, no obstante, de una pasión secreta. Porque él era casado. Porque ella era muy religiosa y jamás intentaría separar a una pareja. Porque ella tenía 24 años y él 51. Imposible escandalizar con todo esto a los altos círculos sociales donde ambos se desenvolvían. Por eso se conformaba con ver de cerca al amor de su vida. Todos los días, al llegar a casa, agarraba un lápiz para desahogarse y escribía en su diario: “Y es que…/ Ya no puedo vivir sin ti/…no… ya no puedo vivir sin ti…/ …tú, como sí puedes vivir sin mí/ …debes vivir sin mí”. Apuntaba con desesperación y con letra angulosa: “Y no me ves… ni sabes que voy yo… pero yo voy… mi mano… en mi otra mano… y tan contenta…/ …porque voy a tu lado”. Exclamaba de forma compulsiva: “Mi amor es infinito... La muerte es... infinita... el mar es infinito... la soledad infinita”. Para el verano de 1932, Marga Gil había garabateado unas 70 páginas pensando en su amor imposible. La noche del miércoles 27 de julio, escribió: “Noche última... querría estar tanto a tu lado... y estoy sola... no... ¡estoy contigo sola! Yo así en la vida... estoy..., tan inmensamente lejos de ti... ¡ay! aunque esté cerca... Pero en la muerte, ya nada me/ separa de ti... solo la muerte... solo la muerte, sola... y, es ya... vida ¡tanto más cerca así...! ¡muerte... cómo te quiero!”. A primera hora del día siguiente, jueves 28 de julio, llegó a casa del poeta con la excusa de recoger las herramientas que había utilizado en la elaboración del busto de Zenobia Camprubí. Enseguida entró al despacho de Juan Ramón Jiménez, quien ya se encontraba trabajando ante su escritorio, y le dio una carpeta amarilla que contenía su diario, dibujos, fotos y un relicario. “No la leas ahora”, le dijo. El escritor le hizo caso y continuó con lo que estaba haciendo. Marga se fue al Parque del Retiro y luego se subió a un taxi. Llegó a su taller y con furia destruyó varios de sus dibujos y esculturas. Corrió hacia la casa de uno de sus tíos, buscó la pistola de su abuelo y, a media tarde, se disparó en la sien. Casi 83 años después de aquel suicidio por amor, la Fundación José Manuel Lara ha publicado Marga (Edición de Juan Ramón Jiménez), el diario que el escritor leyó al enterarse del

trágico suceso y guardó con la esperanza de publicarlo. Se le atravesó el exilio y tres tipos que, haciéndose pasar por miembros del Servicio de Propaganda y Publicaciones del régimen franquista, entraron un día a su casa y se llevaron todo lo que quisieron. La carpeta amarilla de Marga, por ejemplo. Años después, uno de ellos se lo entregó a Juan Guerrero Ruiz, uno de los mejores amigos del Nobel fallecido en Puerto Rico en 1958, y éste se lo dio a los familiares del autor de Animal de fondo, quienes han decidido hacerlo público ahora. Entre esas páginas atiborradas de puntos suspensivos y frases incompletas, Marga Gil dejó también una nota para Zenobia Camprubí: “Zenobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! Y aunque querer… y enamorarse es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú la culpa… a mí al menos, pues así me ha pasado… lo he sentido cuando ya era… natural… que si te dedicaras a ir únicamente con personas que no te atraen… quitarías todo peligro… pero eso es estúpido”. Cuando Juan Ramón Jiménez preparó la edición del diario, escribió un recado para su esposa: “Zenobia, este manuscrito me lo trajo la pobre Marga la mañana del día en que se mató […]. No te lo he dado porque creo que es mejor no dártelo. Tampoco puedo romperlo; sentiría como si rompiera a Marga muerta. Puedes leerlo. Pero no varíes de sentimiento por Marga, ni pienses mal de ella”. En Españoles de tres mundos, el autor recuerda con cariño a Marga Gil: “Si pensaste al morir que ibas a ser bien recordada, no te equivocaste, Marga. Acaso te recordaremos pocos, pero nuestro recuerdo te será fiel y firme. No te olvidaremos, no te olvidaré nunca. Que hayas encontrado bajo la tierra el descanso y el sueño, el gusto que no encontraste sobre la tierra. Descansa en paz, en la paz que no supimos darte, Marga bien querida”. El poeta tuvo siempre en su escritorio una foto enmarcada de la joven artista, la misma que aparece ahora en la portada de la edición de su diario. El busto de Zenobia hecho por la escultora puede verlo cualquiera en la casa–museo del escritor español en Moguer (Huelva, Andalucía). Está sobre un aparador de roble que él mismo mandó hacer. L


sábado 14 de febrero de 2015 b09

LABERINTO

en librerías El impostor

Clipperton

Javier Cercas Penguin Random House México, 2014 425 pp.

A

caballo entre la biografía, la historia documental y el reportaje, esta novela sin ficción intenta asir la vida escurridiza de Enric Marco, un mentiroso consumado que hizo creer al mundo que era un sobreviviente de los campos nazis de exterminio. ¿Cómo contar esa historia sin convertirse a la vez en un mentiroso?, pregunta el narrador, el mismo Javier Cercas que tan acostumbrados nos tiene a intervenir en sus libros. La duda misma es el resorte que impulsa la acción, que se mueve por España durante un largo periodo de tiempo, casi 80 años de impostura política y de corromper el pasado.

El discurso nocturno

Pablo Raphael Penguin Random House México, 2014 459 pp.

M

ás que un atolón abandonado a su suerte en un punto sin interés del Océano Pacífico, y más que el escenario de la ruina humana que ya narraron tantos escritores mexicanos, este Clipperton es una sucursal del infierno. Tiene la consistencia de la historia (no en vano despertó el interés de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra...) pero sobre todo la de una pesadilla que asalta a los hombres una y otra vez. Si algo ha conseguido Pablo Raphael es convertirlo en una realidad anfibia en la que no es posible discernir la verdad de las crónicas de las mentiras de la fabulación.

l trabajo literario de Luisa Josefina Hernández abarca el teatro, la novela, el ensayo y la traducción. Sobre todo ha sido reconocida como dramaturga, pero como Emilio Carballido, con quien tiene varios puntos en común, sus novelas no son desdeñables. El discurso nocturno está ambientada en un pueblo de la costa en los años cincuenta. Cuenta la historia de una familia tradicional cuyo orden se ve roto por Ernestina, una joven pariente que vive en la Ciudad de México que regresó al pueblo para enterrar a su padre. Su liberalidad es el elemento disruptor.

Contra el arte contemporáneo

ejos del discurso sublime y pontificador, Javier Toscano pone al llamado arte contemporáneo en su justo lugar; es decir, no como una expresión del alma universal o de la belleza eterna, sino como una actividad coludida con el culto al dinero y sus símbolos más prestigiosos. Le interesa el contexto cultural y económico, las razones por las cuales el arte contemporáneo sigue sumando adeptos a pesar de su pobreza ética, y la conformación de nuevas identidades creadoras que responden a los apetitos del mercado. Marcel Duchamp, Andy Warhol, los galeristas, no salen indemnes.

Casa del tiempo

C

on irresponsabilidad, y éste es un eufemismo, algunos escritores twitteros han señalado que Cioran y otros cultivadores del aforismo como Karl Krauss participarían de esta red social. Solo digamos que eso simplemente significa no conocer realmente la obra de estos pensadores. La reedición de este volumen, el primero escrito por Cioran en francés, confirma que el pensamiento de un verdadero filósofo nunca pierde actualidad, como se nota en la siguiente cita que parece anticipar recientes hechos lamentables: “No se mata más que en nombre de un dios o de sus sucedáneos”.

La novela múltiple Adam Thirlwell Anagrama España, 2014 466 pp.

C

on la certeza de que la novela puede trasladarse a cualquier idioma —ojo: el término es trasladar, no traducir—, Adam Thirlwell recurre a las tesis de Roland Barthes y a las obras de Sterne, Flaubert, Kafka, Joyce, Queneau, Gombrowicz, Monterroso, Hrabal, Nabokov y Borges, entre otros, para diseccionar al género como una extensa composición estética y sus transformaciones sucesivas, digamos, la traducción. Sin embargo, a lo largo de sus páginas esta investigación repercute en un acucioso análisis sobre el germen creador y el arte de la novela.

Revista de la Universidad de México

Año XXXIV, vol. I, época VI México Febrero 2015 72 pp.

D

os personalidades despuntan en esta entrega: Dolores Castro y Carlos Montemayor. A la poeta, Teodoro Villegas, Mariana Bernárdez, José Francisco Conde Ortega y Brenda Ríos dedican cuatro ensayos que exploran su faceta académica y creadora. Sobre el novelista y traductor escriben Sandro Cohen, Antonio Bravo, Bernardo Ruiz y Héctor Antonio Sánchez. Al margen de las celebraciones, Miguel Ángel Muñoz hace un retrato del pintor inglés Richard Hamilton y Moisés Elías Fuentes analiza el desafío vital de la poesía de Ernesto Cardenal.

ESPECIAL

E. M. Cioran Taurus México, 2014 256 pp.

Javier Toscano Tumbona Ediciones México, 2014 93 pp.

L

AMBOS MUNDOS

Breviario de podredumbre

Luisa Josefina Hernández UNAM México, 2014 380 pp.

E

Pasiones de la vida

Núm. 132 México Febrero 2015 111 pp.

L

a biografía de Octavio Paz por Christopher Domínguez es el tema de la presente entrega, con textos de Elena Poniatowska, Fabienne Bradu y Juan Villoro, tres miradas sobre la mirada bien documentada pero con ciertas carencias del crítico literario que gozó de la cercanía del Nobel mexicano. Sobre ciencia y literatura escribe Jorge Volpi, y Beatriz Espejo aborda a Diego Rivera. El dossier poético corre a cargo de María Baranda, Ethel Krauze y Jorge Ruiz Dueñas, en tanto que el pictórico presenta la obra de Michael Landy.

Santiago Gamboa Facebook: Santiago Gamboa–círculo de lectores

H

ace unos días, en el Hay Festival de Cartagena, fui invitado por la organización a grabar un video en el que se me pedía hablar durante tres minutos de una gran pasión. La cosa era para el día siguiente y por eso tuve el tiempo necesario para darle muchas vueltas: ¿qué me apasionaba realmente? Pensé en la literatura en general, claro, al fin y al cabo soy escritor y estaba en un festival literario, pero entre más lo pensaba más ridículo me parecía intentar explicarlo, pues equivalía a decir que mi propia vida me apasiona, ya que al fin y al cabo la literatura y mi vida son para mí la misma cosa. Sentí que no era una buena idea e incluso llegué a sospechar que, en el fondo, mi vida nunca me apasionó. Decepcionado, en medio de la noche, volví a la casilla inicial para preguntarme, encendiendo la lámpara en un rapto de lucidez: ¿y qué cosas son susceptibles de apasionar a alguien? Actividades banales como ir a comprar un martillo, oír radio o lavarse los dientes quedaron de inmediato descartadas. Pensé que tener eso claro ya era un buen punto de partida, pero debía precisar, estrechar el cerco. Entonces me dije: ¿qué puede apasionar a un varón latinoamericano de clase media próximo a la cincuentena, autor de varios libros, que vivió 30 años fuera de su país, con tendencia a la gordura, heterosexual, viajero y deportista frustrado? Al enunciar así el asunto se me ocurrieron decenas de cosas: me apasionan los viajes,

los libros de viajes de Paul Theroux, la comida china, el vino tinto de Valpolicella, el blanco de Falanghina, sobre todo con un buen plato de espaguetis alle vongole en cualquier restaurante de playa italiano. Me apasiona el futbol y la seducción y por supuesto el erotismo y siento un vértigo de felicidad cuando inicio un viaje, cuando el avión acelera en la pista y uno se hunde en el sillón y sabe que ya no bajará a tierra hasta estar muy lejos, en Beirut o Gotenburgo. Al amanecer me di cuenta de que sería difícil responder con sinceridad al video, pues tenía demasiadas cosas que me apasionaban y cada vez era más difícil concentrarme en una sola. Hice esfuerzos por dormir, pero la cabeza siguió su curso: los nems vietnamitas, el jugo de lulo, la música de Rubén Blades, el mezcal de Oaxaca, los baños turcos de Estambul y los saunas de Estocolmo. No sé cómo logré conciliar el sueño por unas horas, y al despertarme debí correr para llegar a tiempo a la grabación. Tenía la mente en blanco, ocupada en mirar el reloj y no llegar tarde. Cuando me cablearon e hicieron prueba de voz me quedé mirando los tatuajes de una camarógrafa y casi olvidé el tema del que debía hablar. De repente el cámara apuntó hacia mí, hizo una señal con los dedos y oí “grabando”. Alguien dijo: “Santiago, ¿qué te apasiona verdaderamente?”. Mi mente parecía un terreno baldío, un solitario bar en la mañana, una piscina sin agua, llena de neumáticos y polvo. Sin saber ni lo que pensaba me escuché decir: “El dry martini…”. L


10 b sábado 14 de febrero de 2015

MILENIO

cine ESPECIAL

Sin embargo, la película alcanza a desprender el carácter sociológico o antropológico del personaje y su entorno. Mi interés va por lo humano. El dolor me atrae porque la vida me ha dolido mucho. Tiendo a investigar desde la experiencia y las emociones. La sociología tiene una visión más científica, sin duda válida pero alejada del matiz que me interesa rescatar. ¿Cómo hacer del dolor una constante y no repetirse en la forma de abordarlo? El dolor condiciona la búsqueda de historias y personajes. Chano me llevó a conocer el Campamento 2 de octubre, un barrio que desconocía, lleno de violencia. Si la historia me toca, merece ser contada. Por otro lado, no me interesa enfatizar el dolor ni sobredramatizarlo; al contrario, busco entenderlo de manera compasiva. A través de la película muestra el campamento con sus vicios y claroscuros. ¿Cómo convenció a sus habitantes para participar? Chano me presentó con alguien importante, quien me dio el visto bueno, siempre que fuera en buena onda. Una vez conseguida su autorización, la gente se involucró con la película y contribuyó para que todo se diera de manera espontánea. Cuando me acerco a gente real para que participe en una película, parto del principio ético de no lastimar a nadie. ¿A qué se refiere exactamente? Si alguien no tiene una preparación actoral y lo hago pasar por algo que normalmente no haría, puedo generarle un sentimiento de culpa. Siempre hay una manera de darles voz sin transgredirlos. Fue muy interesante descubrir la coincidencia entre su voz y la mía.

Chano, protagonista del filme

Hari Sama

“El dolor me atrae porque la vida me ha dolido mucho” Despertar el polvo es un viaje a un rincón marginal en el que la violencia es parte de la cosmogonía de la Ciudad de México ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com

E

l reencuentro con su pasado lleva a Chano, un indigente, al Campamento 2 de octubre de Iztapalapa. Ahí se confrontará con la violencia urbana, con una realidad hostil que lo pondrá contra las cuerdas. Con ánimo de reflexionar sobre el dolor desde la miseria, Hari Sama filmó Despertar el polvo, que nos sumerge en la cotidianidad de uno de los barrios más violentos de la Ciudad de México.

¿Qué vio en un indigente igual que Chano como para hacer una película sobre aquellos que renuncian a la vida en sociedad? La primera percepción que me transmitió fue la de una persona alegre y dispuesta. Más adelante descubrí a un tipo descarnado, con mucho dolor y las emociones a flor de piel. Creo que es un actor nato. Entre otras cosas me contó que había vivido en la calle y en lo general los renunciantes voluntarios me interesan, quizá porque soy exactamente lo contrario.

¿Cómo respetar esta frontera desde el punto de vista estético? Sin exhibir la miseria de una manera esperpéntica, por ejemplo. Durante el rodaje apenas tuve los recursos necesarios. Las carencias potencian la imaginación y gracias a esto pude construir una situación verídica. Llegó un punto en que gracias a mis limitaciones pude sentirme como alguien del barrio. Hay muchas películas sobre la pobreza urbana y los bajos fondos. ¿Qué sentía que no estaba dicho al respecto? No quería hacer algo “miserabilista” ni poner el dedo en la llaga. No quería hacer del dolor humano una cuestión estética o adjetivada. No quería hacer una caricatura del barrio, por eso traté de estar en plena comunicación con ellos. Creo que esta es la manera más compasiva y profunda de acercarse a una realidad que no es la tuya. Nunca me creí con el derecho de reinterpretar su realidad. ¿Qué posibilidades narrativas le brindó hacer una película que mezcla ficción y documental? Era la única manera de no reinterpretar el barrio. Los tránsitos de la cámara y los planos secuencia fueron guiados por las calles. Mi única petición era que la gente no mirara a la cámara. No hay nada mío puesto ahí y eso me encanta porque aún hoy la película me sorprende. L

HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL

El cadáver sobre la playa Fernando Zamora @fernandovzamora

L

a polisemia del nombre Leviatán ofrece un interés que crece conforme el espectador comprueba que no son gratuitos ni el nombre de la película ni la fama que entre críticos se ha ganado. No es gratuita tampoco la referencia a Hobbes. Leviatán goza de dos herencias que el director sabe tejer. Del teatro de Chéjov, el director retoma la idiosincrasia eslava: las emociones desenfrenadas, el alcoholismo y el amor en sus vertientes más carnales; pero del cine soviético, Zviáguintsev retoma el gusto por el realismo, por los planos largos y los diálogos que parecen desvariar. No lo hacen: en realidad ilustran. Pero no como ilustran los diálogos en una mala serie televisiva, al contrario. Gracias a una serie de charlas aparentemente sin importancia, el guión dibuja formas de entender el mundo: los miedos y los deseos de los protagonistas emergen como el mítico monstruo del mar. Hay un solo momento en que el director se permite “algo”: una toma que no adolece de realismo. Roma, un muchachito deprimido, camina por la playa. Nos encontramos con él a un gigantesco esqueleto. Arrojado sobre la arena están los despojos de una vida sin sentido. El esqueleto parece confirmar el

estado de ánimo de un niño que está por crecer para reproducir las injusticias que retrató Chéjov, esas que el socialismo negó y que hoy Zviáguintsev ha vuelto a denunciar. Hobbes en esta historia tiene razón: el ser humano es hijo del mal. La narrativa tiene ecos del teatro ruso. La hermosa propiedad del protagonista está a punto de ser incautada por un alcalde sin escrúpulos. Nuestro héroe tiene, sin embargo, a un amigo con el que, años antes, peleó en Afganistán. El amigo es abogado y, por si fuera poco, galán. Sin duda el abogado desea hacer justicia y evitar que a su compañero le incauten la propiedad, pero se encuentra con el alcalde y, peor, con sus propios instintos malignos. Este hombre que pudiese haber salido de una película hollywoodense comienza a dar señales de que Leviatán, sinónimo de Satán, monstruo que inspiró Moby Dick, vive también en él: en el justo abogado soñador. La conclusión salta a la vista y rompe con cualquier posible lectura convencional. El hombre que quiere justicia, la mujer impetuosa y el hijo que sabe amar, todos ellos están contaminados por el mal. Como en un poema de Baudelaire. Leviatán ofrece, como sucede cada determinado tiempo en el cine ruso, un comentario agudo contra el estado de las cosas en el país más extenso del mundo. Como resultado, uno se entera que

Leviatán (Leviathan) Dirección: Andréi Zviáguintsev. Guión: Oleg Negin y Andréi Zviáguintsev. Fotografía: Mikhail Krichman. Música: Philip Glass. Con Elena Lyadova, Aleksey Serebryakov, Vladimir Vdovichenkov y Roman Madyanov. Rusia, 2014. las cosas no cambian demasiado. Ni el comunismo ni la caída del comunismo han evitado la corrupción porque (lo sabía el Hobbes que escribió su Leviatán) no hay sistema político sin fallas. Tal vez la única salvación esté apuntada en el inquietante retrato de un Putin que mira al abogado y al político corrupto cuando se enfrascan en alguna discusión: la tiranía es el único sistema de gobierno justo porque solo un tirano es capaz de aplastar al Leviatán que vive en el corazón de sus criaturas despreciables. L


sábado 14 de febrero de 2015 b 11

LABERINTO

escenarios ESPECIAL

Óscar Liera y el país del Siquitibum MERDE! ESPECIAL

Braulio Peralta juanamoza@gmail.com

D La pieza de Brian Friel se presenta de jueves a domingo en el Teatro El Granero

Galanteos otoñales El juego de Yalta reelabora ese clásico del cuento chejoviano que es “La dama del perrito” TEATRO Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com

E

l juego de Yalta, de Brian Friel, traslada al lenguaje teatral uno de los cuentos que Chéjov escribiera cerca del final de su vida, “La dama del perrito”, en el que un hombre y una mujer con su soledad a cuestas se conocen en la ciudad turística de Crimea, donde ocurre un encuentro romántico al margen de su respectivo matrimonio. Traductor y director de escena, Ignacio Escárcega elige esta obra del dramaturgo irlandés para cerrar su ciclo de montajes sobre textos de Chéjov presidido por Afterplay y El oso, con lo que hace patente su gusto y conocimiento del lenguaje sutil y la melancolía que domina a los personajes del también autor de Las tres hermanas. En el cuento de Chéjov, el perrito es un Lulú de Pomerania, raza apreciada por compacta y elegante. En la obra de Friel, se trata de una hembra, como en el montaje, pero sobre el escenario, tanto actores como espectadores deben imaginar al can de esponjado y lacio pelaje. Para el dramaturgo nacido en Tangarov, el perro es el vehículo mediante el cual el hombre, acostumbrado a entablar relaciones amorosas breves con las mujeres que llegan a Yalta, consigue acercarse a su nuevo prospecto de conquista al llamar la atención del animal para hacerlo rabiar enseguida, de modo que la dama se disculpe y dé lugar a la conversación. En la puesta en escena, el Don Juan otoñal se acerca a la dama y llama su atención sobre la gente de alrededor y lo que presupone su vida privada, con lo que se ahorran personajes casuales sobre el escenario, al tiempo en que se comparte el entorno en el que se desarrolla la comunicación de los personajes principales. En el cuento, la anécdota pasa a un segundo término. Chéjov plantea que el esplendor de la naturaleza y el paisaje son parte de una bella realidad, rasgada por lo que el ser humano piensa y hace en el olvido constante de “los supremos propósitos de la existencia y de nuestra dignidad humana”.

El dramaturgo Brian Friel, en cambio, pone el énfasis en el discernimiento de lo que es real o irreal, en la posibilidad de diferenciar y confundir lo que se siente con lo que se desea, y retoma a Chéjov en el tránsito hacia la transformación de unos personajes que no esperaban albergar la emoción que los revela distintos a lo que habían asumido sobre sí mismos. Parte de la dificultad del montaje reside sobre todo en la diversidad de los planos de realidad que debe dominar el elenco al establecer comunicación con el espectador rompiendo la cuarta pared, así como con el personaje en escena y con su propio personaje. Sobre un suelo negro que reproduce viejas postales en letra manuscrita y bajo un atado gigante de estas tarjetas, dos mesas de un café esperan la llegada de clientes que dejarán su abrigo en un perchero al centro del escenario, donde una esquina está ocupada por una violinista con atril a la mesa y la otra por un joven sentado frente a una mesita de servicio con tres tazas. El espacio escenográfico de Anabel Altamirano, con su iluminación, evoca ese destino de viaje en que las experiencias merecen plasmarse por escrito. Escárcega decide de nueva cuenta, como en Afterplay, que la violinista Martha Moreyra esté en escena y que, además de tocar su instrumento, participe de lo que ahí sucede, a veces con miradas de interés, a ratos de dulzura o complicidad y por momentos de indiferencia, fuera de cuando debe leer su partitura. Asimismo, al personaje cuyo crédito en el programa de mano es asistente escénico, realizado por Isael Almanza, lleva el café a los comensales, les da su abrigo, toca la campana cuando es necesario y cumple con las tareas asignadas, pero, al igual que el personaje femenino no involucrado en la acción, se encuentra demasiado a la espera en escena, lo que abre espacios que la ficción no requiere. Yael Albores construye a una Ana joven que requiere transitar hacia una mayor hondura en el veloz desarrollo de su personaje, mientras que Rodolfo Arias, como Gurov, sostiene al galán maduro que desprecia féminas hasta que le toca un cambio de suerte, pero algo se echa de menos en un lugar en el que se anuncia una pasión desconocida en una situación cada vez más cotidiana. L

esde su estreno teatral en Jalapa el 11 de diciembre de 1980, la obra de Óscar Liera, Cúcara y Mácara —dirigida por Enrique Pineda con integrantes de la Universidad Veracruzana—, nació bajo amenaza de la jerarquía católica. El arzobispo Obeso Rivera solicitó a los feligreses que no fueran al Teatro del Estado a ver semejante blasfemia. Un grupo de religiosos no hizo caso y, al final de la representación, de pie, cantaron el himno guadalupano: “Y en la lucha saldréis victoriosos/ defendiendo a la patria y a Dios”. Fue el preámbulo de lo que vendría después en la Ciudad de México. El estreno de Cúcara y Mácara pudo pasar desapercibido en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM, de no haber sido porque aquella noche del 28 de junio de 1981, 60 jóvenes —armados con chacos y varillas mojadas con ácido—, instalados en las primeras dos filas del proscenio, se levantaron y subieron al escenario a golpear a los actores de la compañía veracruzana, ante el susto y desconcierto del público. Nadie pudo escapar, salvo los agresores. Los presentes calificaron el asalto de dantesco. Silvia Tomasa Rivera escribió en la revista Nexos que fue un hecho “más cerca del Diablo que de Dios”. Es el más siniestro suceso contra el teatro cometido en la historia de la cultura de México. Días antes, el prelado de la Basílica de Guadalupe, Manuel Ponce, fue el primero en pedir “levantar una campaña” contra la obra: “Un atentado contra la verdad, la religión católica y la Virgen de Guadalupe”. Eso, cuando la obra no dice nada contra Dios. Es una dura crítica a quienes desde el púlpito ejercen el poder con permiso de gobiernos conservadores. ¿Los atacantes fueron integrantes del MURO a la sombra eclesial? ¿Fueron los porros o simples fanáticos? La ley laica nunca se enteró. Fascismo con permiso: jamás se castigó a nadie por la agresión contra los artistas del teatro. Ojalá que la Universidad Veracruzana y la Universidad Nacional Autónoma de México, al cumplir Óscar

Liera 25 años de muerto (24 de diciembre de 1946–5 de enero de 1990), reestrenara esta obra para romper el hechizo de aquella tragedia. Para saber si seguimos con los prelados de ayer o éstos avanzaron un poco —junto a sus feligreses—, o aun estamos en “El país de Siquitibum”, como llama Liera a México en la obra mencionada. Veamos si la civilidad ya llegó al sitio en que la crítica tendría que ser un ejercicio democrático. O que la Universidad Autónoma Metropolitana —fueron los productores— reestrenara la obra de Óscar Liera que dirigió Julio Castillo: Dulces compañías, donde Delia Casanova interpretaba a una mujer cuarentona y, al mismo tiempo, a un homosexual, víctimas de prejuicios sexuales. En los dos casos, Eduardo Palomo interpreta al asesino. Actriz y actor, magistrales. Fue el último montaje de Julio Castillo, al morir el 19 de septiembre de 1988, en plena temporada escénica. Dos obras para recordar a un autor de 36 piezas que se caracterizan por su despiadada crítica al Estado y a la Iglesia, así como a la imaginería de los pueblos del norte del país, con estructuras dramáticas novedosas. Geney Beltrán Félix consideró en Letras Libres a El camino rojo a Sabaiba como “una obra maestra del teatro hispanoamericano”. No es gratuito que se sigan representando sus obras en México y en el extranjero. Su obra completa puede conseguirse en el Fondo de Cultura Económica. Montar este año varias de sus piezas honraría la memoria de Óscar Liera. L


12 b sábado 14 de febrero de 2015

MILENIO

varia HERMANN NITSCH

ESPECIAL

El libro usado y el nuevo capital

Píntalo con tu propia sangre

ARCHIVO HACHE

GUÍA VISUAL

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

E

l libro digital ya casi es el libro estándar. Hablo del libro electrónico en general, legible en pantalla, escaneado o e–book. Pero hay frentes de resistencia del libro de papel: el libro de artista y artesanal, el libro de edición indie (o que finge serlo) y el libro usado (el libro tradicional que viene de otra época, revaluado). Su valor procede de ser escaso, ser libro raro (de encontrar). Este libro de anticuario alcanza su mayor precio si es una fuente histórica o de un autor con estatus canónico o de culto. Si tiene autógrafo y dedicatoria significativa: ¡bibliomanía pura! Hace poco cruzaba los pasillos de la feria del libro de anticuario de California, en Oakland. Como es habitual en estas ferias, los pasillos estaban repletos de coleccionistas, desde amateurs hasta expertos. Todos buscábamos una oportunidad, un lujo, un tesoro, un hallazgo, una inversión, una bibliomanía variable y, en el fondo, injustificable. A estas ferias asiste un público distinto al de las ferias del libro comunes o temáticas. Sociológicamente, llama la atención la presencia de personas mayores y la elegancia de otro sector. Antigüedad y presunción del libro y sus pretendientes. El libro usado coleccionable está asociado al gabinete de maravillas, al exotismo y la distinción. Sueños coloniales flotan sobre el libro raro. Obviamente, también tiene gran valor (simbólico y monetario) al contrastar con el libro común (desechable por

serial y contenido mediocre) y por conceder la sensación de que la crisis actual del libro puede ser atravesada volteando al pasado. Como diciendo que la tecnología digital puede arrasarlo todo, menos la alcurnia de ciertos libros del pasado. Hoy se habla mucho de la materialidad del libro. Hay algo de verdad en ello. Pero lo que realmente se despliega ahora es una diversidad de estrategias de sobrevivencia. Cada estrategia anima un tipo de libro; ya sea el libro antiguo, el libro experimental, el libro indie, el libro de artista o artesanal. No son, primordialmente, distintos libros. Son distintas estrategias. Distintos sujetos modernos buscando sobrevivir mediante ese tipo de libro. El libro usado raro es un alegato de que el libro de papel podría llegar a su fin pero ciertos libros del pasado seguirán siendo comercializados como ejemplares raros de una especie ya casi extinta. Anunciando, además, que la literatura está a punto de convertirse en una lengua muerta o, mejor dicho, una escritura muerta. Hemos llegado al momento en que cada tipo de libro que existe es un tipo de estrategia de sobrevivencia de una comunidad. Cada tipo de libro es un arca de Noé y una reanimación, menos del libro que de una forma de ser humano. Dime qué libro defiendes o coleccionas y te diré qué tipo de comunidad peligra y estás a punto de abandonar… a la fuerza… del nuevo capital. L

Magali Tercero @magalitercero

C

uando vi el hashtag #PintaConTuPropiaSangre me quedé de una pieza. Unas cinco mil personas habían firmado una carta dirigida a la Fundación Jumex en Change.org. Eran, en su mayoría, ofendidos defensores de los animales deseosos de cancelar la exhibición del accionista austriaco Hermann Nitsch (1938), anunciada para el 27 de febrero por el Museo Jumex. Desde su desconocimiento, los firmantes creían que el artista iba a sacrificar animales en vivo. Desde su casi fanatismo culpaban a Nitsch de sacrificar especímenes en nombre del arte. Y ciertamente el artista sacrificó a un animal en 1988, pero bajo la supervisión de un carnicero y un veterinario calificados, y con la autorización del gobierno de su país. Menos sabían que Nitsch es, además de gran artista, uno de los grandes defensores de los animales, que su búsqueda siempre consistió en buscar el sentido de lo sagrado en la naturaleza, realizar rituales con sangre y vísceras y, de alguna manera, retornar al espectador a un estado espiritual intensamente pagano. De hecho, Nitsch se considera un protector de los animales, como dijo a Artnet News hace unos días.

CUADROS PARA UNA NO EXPOSICIÓN Patrick Charpenel, director del Museo Jumex, dijo a un diario nacional que la sociedad mexicana está muy sensible ante la violencia. Pero circula el rumor, y como tal se consigna, de que hay conflicto entre Eugenio López, el coleccionista fundador del museo, y sus padres. Suena lógico pues Jumex no solo es un museo de arte contemporáneo sino una empresa de jugos. ¿El Consejo prefirió recular ante los cinco mil posibles clientes? Es muy probable, las fechas coinciden, pero no está confirmado. Incluso la embajada de Austria emitió un comunicado especial en apoyo a Nitsch (aunque en 1998 los austriacos confinaron al ámbito privado un happening del artista). Charpenel dijo a la prensa que la obra está a la disposición (cuarenta piezas al parecer). Esta cronista apuesta doble contra sencillo a que nadie va a hacer la exposición, pese a tantos lamentos y “ayes” electrónicos. Y no solo por razones económicas o de calendario, sino por la misma causa que Jumex: el temor a la ciega turba defensora de los animales. Ya Briggite Bardot llamó Calígula a Nitsch, pero él fue una influencia no solo

para el chileno Alejandro Jodorowski en su película Santa Sangre (1989), sino para la extraordinaria cubana Ana Mendieta, por mencionar precursores del uso de la sangre en el performance latinoamericano. Afortunadamente, Ex Teresa no canceló el concierto de Nitsch, quien también es un músico respetado, este 27 de febrero: http://musicaenmexico.com.mx/cartelera/ concierto-de-hermann-nitsch-austria/

“YO MUESTRO LA VIDA ENTERA” ¿No es preocupante lo fácil que es en esta Babel de la súper información deshacernos de artistas valiosos con firmas de montones de juanitos? ¿Estamos ante un nuevo fascismo de las masas? Cuando pasan cosas así, recuerdo siempre una de mis primeras lecturas, un librito de título intrigante, El hombre mediocre, de José Ingenieros, publicado hace 101 años, donde el autor advierte que “el hombre mediocre solo tiene rutinas en el cerebro y prejuicios en el corazón”. En la XI Bienal de La Habana, realizada en 2012, Nitsch no solo recibió el título de Doctor Honoris Causa en Arte de Cuba, en el Museo Nacional de Bellas Artes, sino que presentó un performance donde, entre otras acciones, una mujer lavó los pies de varios jóvenes ensangrentados. En esa ocasión el polémico artista hizo una especie de statement: “Yo muestro intensidad. Yo muestro la vida entera. Yo muestro muerte y resurrección. Dolor y pena. Todo es importante para mí. Lo que yo estoy haciendo es como un retrato del mundo acerca del ser, acerca del cosmos”. DEL RASTRO AL MUSEO Tomo del blog Cassetteart la siguiente información proporcionada por Michel Blancsubé, el curador del Museo Jumex que dedicó dos años a Nitsch: tras la cancelación, Blancsubé informó que no iba a haber ningún animal vivo o muerto en la exposición, ni tortura, ni descuartizamiento. Lo que sí estaba considerado era exhibir imágenes y videos de las acciones realizadas en la XI Bienal de La Habana, en donde Nitsch utilizó animales muertos comprados en rastros. Por último, dejo más información sobre el creador del Teatro de Orgías y Misterios. Fue publicada en El País en 1976: http://elpais.com/diario/1976/12/30/ cultura/220748401_850215.html L


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