Laberinto
SOBRE GABRIELA COUTURIER
vianey fernández, juan manuel gómez p. 04
SOBRE IVÁN RÍOS GASCÓN
erick baena, adrián curiel p. 05
GOMBROWICZ héctor orestes aguilar p. 08
MILENIO
NÚM. 672
sábado 30 de abril de 2016 FOTO: MARIONA CABASSA
COSAS DE NIÑOS héctor gonzález, laura emilia pacheco p. 06 y 07
ANTESALA
p. 02
sábado 30 de abril de 2016
LABERINTO
ESPECIAL
El poder de la inocencia ESCOLIOS
ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar
M
illares de niños se encaminan hacia los puertos más importantes de Europa en pos de una misión divina: recuperar el santo sepulcro para la cristiandad, con las únicas armas de sus símbolos sagrados, su inocencia y sus cantos. La anécdota histórica, aunque plagada de conjeturas, contradicciones e imaginería, es muy conocida: poco después de la cuarta y última cruzada, en 1212, se presentan súbitos accesos de devoción que hacen que, guiadas por algunos iluminados, turbas de niños quieran finalizar la empresa que no acabaron sus mayores. En Francia, el adolescente Esteban pretende mostrar al rey una carta, que le fue entregada por el mismo Jesucristo, en la que exhorta a los cristianos a una nueva cruzada. Al no ser tomado en serio, el muchacho comienza a predicar que el Salvador le ha ordenado encabezar ahora una cruzada de niños. Una explosión similar de fe ocurre en Alemania, suscitada por un muchacho llamado Nicolás. Los inflamados infantes abandonan a sus familias, desobedecen las prevenciones de la Iglesia y se disponen a emprender el viaje. En el trayecto, muchos muerden el polvo en suelo europeo, víctimas del hambre y las enfermedades; la masa disminuida que alcanza a llegar a Marsella o Génova espera que las aguas del mar se abran a su paso. El milagro es denegado; sin embargo, algunos mercaderes ofrecen transportarlos. Varias embarcaciones naufragan y los sobrevivientes que alcanzan las tierras de Oriente son vendidos como esclavos en Argel y Alejandría por sus falsos benefactores.
ALFILERES ARMANDO ALANÍS alaniscanales@gmail.com
En La cruzada de los niños, Marcel Schwob recupera este legendario motivo histórico y restituye la carga mística de la insólita peregrinación: el episodio es evocado por varias voces: el goliardo que, borracho y escéptico, presiente que el ejército pueril no llegará a Jerusalén; el leproso, que quiere chupar la sangre de un infante para curarse, pero perdona al niño que atrapa, pues éste no le teme y confunde su enferma blancura con la de su dios; el viejo Papa Inocencio III que no sabe si ver en el enjambre de impúberes frenéticos una posesión de Satán o un indescifrable milagro; los propios niños, infatuados por esa súbita gula de eternidad, que describen las voces que los animan al viaje y les abren el camino
No tenían alas. Además, cobraban. Pero él vivía cada noche como un cuento de hadas.
En tiempos de las #Ladies y los #Lores LOS PAISAJES INVISIBLES
E
al prodigio; el Kalandar, ese limosnero piadoso de Oriente que, al ver a los niños prisioneros de los moros, alaba la justicia de su dios que supone los convertirá, en dulce cautiverio, a la verdadera fe, o el Papa Gregorio IX que reclama al Mediterráneo que haya engullido sus ovejas. Schwob brinda homenaje a esta muchedumbre infantil llena de vulnerabilidad, pero ávida de infinitud, y hace un trágico elogio a la fuerza de la inocencia. Su bella noveleta no solo es un prodigio de estilo, sino que cobra estremecedora actualidad con las nuevas cruzadas emprendidas por multitudes de pequeños migrantes que, por rutas llenas de acechanzas y obstáculos, buscan ya no tanto el paraíso, sino un poco de pan y de paz. L
l mundo ya es impensable sin la combinación de Smartphones y redes sociales, no importa a qué generación se pertenezca. Un cuantioso porcentaje de los Baby Boomers (y uno mucho menor pero no tan insignificante de aquellos que nacieron en el periodo previo, a fines de la década de 1930) tiene el mismo comportamiento adictivo, porfiado y activo que el de cualquier Millennial co dependiente de su celular y su cuenta de Twitter, Instagram o Facebook, esos mismos Baby Boomers también merodean en los callejones del Tinder en busca de un alma gemela o si tienen más suerte, un ligue expedito, como lo hacen los de la Generación X y, otra vez, un chingo de Millenials. La mezcla Smartphones–redes sociales es la ventana de este siglo ya que además de la conexión virtual, la herramienta complementaria es la cámara de foto y video de los gadgets, quizá el único
IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGascon
gran avance tecnológico que ha impactado en la vida cotidiana. Pero las redes sociales no son sociales en toda la extensión de la palabra, porque ahí no hay una comunicación genuina ni una conversación ni mucho menos un debate, no hay genuinos vínculos fraternos, la información que corre es una argamasa de noticias, novedades, rumores, revelaciones, pesquisas, avisos o datos chatarra, así que es necesario hacer una purga de lo que fluye y fluye en un coctel que en altas dosis puede obstruir los canales perceptivos. Las redes sociales y los Smartphones son un enlace básico en este siglo, y también un balcón desguarnecido de distancias y fronteras. La moda de las #Ladies, inaugurada oficialmente por la Lady Profeco (aquella que por andar clausurando un restaurante de la colonia Roma en Ciudad de México, puso broche de oro a su fama
warholiana con la expulsión de su padre, Humberto Benítez Treviño, de las bondadosas alcobas del erario), pasó de ser un recurso para exponer la majadera prepotencia de los juniors y su no menos grosera parentela, para volverse un palenque de exhibicionismos involuntarios, digamos el escarnio global de los borrachos y sus insensateces aunque, qué beodo es sensato, que alce la mano el que alcoholizado nunca ha perdido la elegancia, los modales, la elocuencia, la compostura y la paciencia pero, en fin, decíamos que esta moda ya no es propia de las divas, porque también hay Lores que han pasado una temporada en el infierno de la inmensurable burla pública, ese averno que nadie está dispuesto a visitar con sentido del humor, bueno, sí, ahí está la llamada #Ladycienpesos, que para afrontar las escenas de una curda olímpica en la que intenta sobornar con un arrugado billete rojo, ya se organizó una fiesta para celebrar su fama pasajera e, inclusive, una firma de autógrafos. Si en otros tiempos la combinación Smartphones–redes sociales hubiera campeado en la vida cotidiana, qué habría pasado, por ejemplo, con un Porfirio Barba Jacob captado en el instante en que muerde con lascivia el brazo de un cantinero en Cuba, acompañado de García Lorca y Cardoza y Aragón, o con un Scott Fitzgerald orinándose en los portales parisinos o un Capote balbuceando asperezas en la universidad de Maryland (imagínense cuántos videos se habrían viralizado con tantos estudiantes oyendo al bacante gnomo) o con un Bukowski y sus crisis recurrentes, porque las merluzas del mítico loser no eran tan románticas ni creativas como las pintó en sus cuentos y novelas, o con un John Cheever tambaleante desde las nueve de la mañana o con un Carver almorzándose un whisky doble entre neurosis y delirios o, en fin, la lista es inagotable. Estos tiempos de las #Ladies y los #Lores solo nos recuerdan que el mundo real es cerril, es tabernario. L
dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez
MILENIO
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sábado 30 de abril de 2016
ANTESALA
ANGÉLICA KAUFFMAN
× LU I S
V I C E N T E
D E
AG U I N AG A ×
De reojo Este poema es uno de los cincuenta que recoge el volumen Orden aleatorio, recientemente publicado por la Coordinación de Difusión Cultural y la Dirección de Literatura de la UNAM Autorretrato
A
lguien, alguna vez, te ha visto de reojo.
Alguien, hace un minuto, ahora mismo, te olió, te oyó acercarte,
Los grabados de la reina Victoria
advirtió en tu silueta que una promesa se cumplía, dio nombre con tu cuerpo a otro cuerpo que solo imaginaba y renunció a mirarte por más tiempo: renunció a ti, se abandonó a sí mismo, miró sencillamente hacia otra parte. Alguien, sin que lo hayas notado. Alguien, un solo par de ojos, en un solo momento de su vida y la tuya, de la tuya y la mía. Dedos que no van a rozarte. Labios que no dirán tu nombre.
×EKO×EX LIBRIS×CARL JUNG×
GUÍA VISUAL
MAGALI TERCERO @magalitercero
R
ara vez puede disfrutarse la obra personal de mujeres grabadoras nacidas entre los siglos XVI y XIX pues el grabado era exclusivamente masculino. Algunas se desarrollaron como técnicas y dedicaron su vida a apuntalar los talleres familiares de reproducciones de pinturas históricas, religiosas y mitológicas, muy solicitadas en aquellos tiempos. Esta cronista se ha emocionado al conocer la colección que Henrietta Louise Koenen (1830-1881), esposa de un director de la sala de grabado del Rijks Museum en Amsterdam. Koenen adquirió, entre 1848 y 1861, una formidable colección de hojas de grabado, e incluyó obras originales de la reina Victoria (1819-1901), quien figura con una moderna, muy delicada, litografía de Alfred, su hijo, firmada “Victoria Regina 1846”, cuando tenía 27 años. Su tema era su entorno. Estuvo casada con el príncipe Alberto, uno de los primeros hombres que no reprimió a su mujer artista, quien la introdujo al grabado. Cuatro años le bastaron a Victoria para realizar 60 obras propias. “Sus encantadoras visiones ofrecen una mirada íntima sobre la vida doméstica de la pareja”, menciona Madeleine Viljoen, comisaria actual de la muestra. La reina Victoria tuvo suerte. Otras mujeres tuvieron que dejar su arte al casarse, lo cual podía suceder dos o tres veces en una vida porque muchas quedaban viudas en edades jóvenes. Pero Victoria, más sensible y talentosa que muchas artistas reconocidas en épocas más alentadoras, hacía grabados para sus seres queridos. En uno de ellos aparece la joven princesa ataviada con el traje de 1778 usado por su tía abuela Charlotte cuando posó para Benjamin West, célebre pintor de la corte. La colección de Koenen data de mucho tiempo antes que los escritos revisionistas sobre el tema. La mayoría de las ejecutoras aprendía el oficio de sus padres y hermanos grabadores. Expertas y amateurs están reunidas hasta mayo en esta muestra de la National Library (Biblioteca Nacional) de la ciudad de Nueva York. Desde 1901 se han expuesto aquí periódicamente obras que escaparon a la rígida vigilancia sobre las mujeres grabadoras “demasiado creativas”. Angélica Kauffman y Maria Cosway eran muy reconocidas, así como Charlotte Bonaparte, más conocida como madame Pompadour, y la propia Victoria. Todos los materiales de esta colección, que llegó como un regalo en 1900, pertenecerían a la División de Arte, Grabado y Fotografías, de acuerdo con Madeleine Viljoen. La suiza Angélica Kauffman está representada con uno de sus autorretratos en aguafuerte (1770). Kauffman usaba el grabado para promoverse. En él está sorprendentemente relajada, con su suelto tocado, en comparación con pinturas donde aparece impecable. Aquí desarrolla sus ideas sobre la fuente del intelecto. Para finalizar, comentemos que el artista y biógrafo Giorgio Vasari incluye solo unas cuantas mujeres en su Vida de los artistas (1558), donde retrató a los más destacados. Otra excepción fue Sofonisba Anguissola, del siglo XVI, cuya fama en vida condujo a la reproducción y circulación de al menos una de sus composiciones como grabado. L
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LITERATURA
sábado 30 de abril de 2016
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LABERINTO
OMAR MENESES
La crisis final RESEÑA JUAN MANUEL GÓMEZ
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Gabriela Couturier
“Tuve que reinventar ese otro que soy” ENTREVISTA VIANEY FERNÁNDEZ
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n el límite, todo es una trampa”, asegura. “Pero solo nos sentimos atrapados cuando estamos contra la esquina equivocada: cuando no tenemos lo que queremos o cuando se nos niega lo que estamos buscando”. Es la voz de Renata hablando desde la imposibilidad de la maternidad. Con su historia, la de una mujer de 40 años que, tras postergar la decisión de ser madre y con el límite de tiempo encima, cuestiona la maternidad desde la infertilidad. A decir de la propia autora, en Esa otra orfandad (que se presentará este martes en El Péndulo de Polanco), la imposibilidad de tener hijos es la trampa perfecta para acelerar un boomerang de interrogantes de quien ha llegado a la mitad de su vida y se da cuenta de que nada es como se había imaginado que sería. Al igual que el personaje de tu novela, luchaste por tener un hijo aun contra tu propio cuerpo.
Hice varios intentos aquí y en el extranjero, varios in vitro. Me embaracé un par de veces y lo perdí. La infertilidad es algo más común de lo que creemos, pero nadie te dice lo duro que es. Puede corroerte la vida, de pareja y profesional, y nunca vi o leí algo que lo reflejara, nunca conocí un personaje en la literatura que hubiera pasado por eso. Me sentí poco acompañada en ese aspecto. Pareciera no ser materia prima para la literatura.
Porque la infertilidad sigue siendo un estigma. Y no solo se estigmatiza la imposibilidad, también la elección de no tener hijos. A las mujeres que escogen no ser madres se les cuestiona: “¿y por qué no?”. Esa es otra de las preguntas que se hace el personaje principal: ¿tenemos que querer ser madres por el hecho de ser mujeres? ¿Por qué decidiste escribir una novela en vez de un testimonio o una crónica?
Porque no quería un libro autobiográfico. Renata nació, así, como personaje, con su propia historia y sus complejidades: la novela me “llegó”, una tarde de otoño del 2002, tal cual: principio, medio y final. Por supuesto, cambió mucho conforme la fui escribiendo; pero siempre respeté la idea original. Desde luego, uso algunas experiencias propias, entre ellas la de la infertilidad, pero en general los personajes son eso, personajes inventados, al igual que las situaciones.
Paradójicamente, te cuestionas la maternidad desde la infertilidad.
Soy de una generación que aprendió a seguir sus metas, a buscar el éxito profesional y postergar la maternidad. El problema viene cuando se te niega lo que ahora quieres y antes no querías; sin embargo, lo que te da la infertilidad es el tiempo. La batalla entre tu cuerpo y la inseminación artificial y el in vitro es tan ardua que te da tiempo de cuestionarte si realmente es lo que quieres. ¿Por qué la otra orfandad?
No perdiste a tus papás, pero pierdes algo que a los demás les fue dado; es la orfandad hacia abajo, la de los hijos. Si lo piensas, ni siquiera hay un nombre para eso. No existe un término para nombrar a alguien que pierde un hijo. Para mí, el proceso en sí mismo significó una orfandad hacia abajo. ¿Cómo defines a Renata, tu personaje, que a veces exaspera y parece excesivamente caprichosa?
Nunca quise construir una heroína. Quise, al contrario, hacer un personaje muy humano, imperfecta, confundida. Alguien que no siempre está seguro de qué camino debe tomar, porque los que ha tomado, aunque la han llevado al éxito profesional, la han dejado sintiendo que le falta algo; que debe haber algo más. Ella misma no ha logrado descubrir, o decidir, hacia dónde quiere dirigirse. Siempre me guio esa frase de Octavio Paz que dice que “ser uno mismo es, siempre, llegar a ser ese otro […] que llevamos escondido en nuestro interior […] como promesa o posibilidad de ser”. Es ese otro al que Renata trata de encontrar, o de reconocer. ¿No habría sido mejor dejar el final abierto?
A lo largo de la novela Renata busca dos cosas. Llega un momento en que entiende que no puede tenerlas ambas, y escoge una de las alternativas. Pero la vida es, en muchos sentidos, el resultado de la lucha entre lo que queremos y lo que se puede, o lo que sucede. Quise que Renata tomara una decisión, la decisión que podía acercarla a lo que había estado buscando, a ese ser interior que siente que la define. Pero, a punto de lograrlo, la vida vuelve a ponerlo fuera de su alcance. ¿Y Gabriela cómo logró darle vuelta a la página?
Después de varios intentos, del calvario de los in vitro, un día paré. Vino el duelo, porque después de todo lo invasivo que puede ser el tratamiento te toca enfrentar un duelo. Y luego plantarle cara al cómo te redefines. Si tienes 50 años más de vida, hazte a la idea de que serán en pareja o en soledad. Tuve que reinventar ese otro que soy. L
o que tensa la trama de Esa otra orfandad, la primera novela de Gabriela Couturier, es la inconformidad. La protagonista cuenta con una vida profesional ascendente (a la cual ha sido guiada por un padre preocupado por el futuro), tiene un marido amoroso con quien comparte aficiones como los viajes, la buena mesa y el buceo; está llena de energía y de anhelos. A ese planeta perfecto, para tomar prestada una de las analogías que usa la narradora, le empieza a crecer un árbol de raíces enormes y destructivas, como los baobabs que el Principito tiene que arrancar para que no logren crecer y hagan estallar desde dentro el pequeño asteroide B–612. El árbol que comienza a crecer en Esa otra orfandad es tan simple y tan humano como la constatación de que el mundo no está al servicio de nuestro capricho y que el tiempo sigue su marcha implacable sin detenerse. La protagonista no está conforme con habitar ese planeta perfecto, quiere más, quiere ser ella y, para comenzar, saber quién es ella. Tal vez, siempre lo ha pensado, tiene talento como fotógrafa, y esa vida se le antoja más rica que la que lleva en la oficina de un banco. Se había resistido a concebir, pero ahora que se acerca el deadline biológico de la maternidad resulta imperativo en su vida, en su estabilidad, en su felicidad, tener un hijo aun en contra de la naturaleza, que se lo niega. Dónde está su lugar: ¿en México, en Boston, en África? ¿En serio quiere traicionar a su solidario y entrañable marido con la ilusión de un affaire con un compañero de trabajo que ni siquiera la voltea a ver o está en un bache emocional y se sujeta a cualquier hilacho para salir de él? Las raíces destructivas del árbol de la inconformidad parecen alimentarse con el combustible del inclemente paso del tiempo sobre su piel. “No sabemos envejecer —solía decir su abuela— porque, cuando empezamos, la juventud es lo único que hemos conocido”. Y ella, la pobre, acercándose a la frontera de los 40 es apenas una incomprendida “mariposa de brillantes colores y singularidad desaprovechada”. Esa otra orfandad es una catarsis, que enlista los elementos de lo que en Estados Unidos meterían en un cajón con la etiqueta mid-life crisis (los miedos, las frustraciones, los anhelos), pero es desarrollada por una escritora que, además, ambiciona ser una buena escritora. Con analogías y metáforas, la narradora no pretende adornar un discurso fatuo, de inconformidad a secas, sino dar forma coherente a un personaje sumido en un caos emocional, profesional y vital, que se desplaza en una trama inteligentemente construida y desarrollada de manera impecable: con transiciones claras, reiteraciones efectivas, buen (y amargo) humor, tensión, ritmo y un cauce imparable. La crónica en primera persona del largo via crusis de la lucha contra la infertilidad es desgarradora, desde el momento de asumirse yerma, el tratamiento desquiciante de hormonas y la fertilización in-vitro, hasta llegar al punto culminante del shock de hipotermia en la sala del quirófano (uno de los momentos narrativamente mejor logrados de la novela). A punto de la crisis final, el personaje rompe en llanto cuando una amiga le explica que su perra tiene embarazos fantasma y se roba las toallas para construir una madriguera bajo el lavabo. “Supongo que está muy triste porque no llegó ningún cachorrito al nido que preparó”, le dice, y ella y sus hormonas enloquecidas no pueden contenerse, estallan, como un planeta invadido por las raíces horribles de la realidad. Es cierto que la protagonista llega a ser antipática en su afán de perfeccionar al mundo y de codiciar lo que no tiene, de una manera obsesiva, caprichosa y envidiosa, por el simple hecho de que no lo tiene. Pero ¿no se trata de eso la vida? De ser movidos por el deseo con tenacidad feroz para traspasar nuestros límites y lograr los objetivos más absurdos o insignificantes o loables, y llegar por nuestro propio camino a la constatación de que “el cuerpo posee una sabiduría que no alcanzamos a aprehender, aunque comprendamos sus mecanismos”. L
MILENIO
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sábado 30 de abril de 2016
LITERATURA
CORTESÍA ALMA PAZ
Iván Ríos Gascón
“Todos tenemos un soundtrack” ENTREVISTA ERICK BAENA CRESPO
L
a frase es de una canción de The Smiths: “To die by your side is such a heavenly way to die”. Ese fue el germen de la novela Luz estéril (Ediciones B, México, 2016), de Iván Ríos Gascón. La historia de Alejandra y Gabriel, dos hermanos, “dos jóvenes que viven, se desean y sueñan en una urbe enmarcada por la moda, los yupis, la Generación X: la Ciudad de México de los años noventa”, como escriben los editores. Pero también una reflexión sobre la soledad, la decadencia y el vacío de una generación marcada por el zapatismo, MTV y los restaurantes de comida rápida. Una historia repleta de referencias literarias y musicales. Háblanos de la génesis de la novela.
La novela surgió de la canción de The Smiths, “There Is a Light that Never Goes Out”. Ese es el precursor, ese estribillo que dice: “and if a double–decker bus/ crashes into us/ to die by your side is such a heavenly way to die”. Esa descripción de una muerte compartida, esa conjunción de almas. Pero, a la par, venía de muchas lecturas. Leí el relato “Fabricación casera”, del primer volumen de cuentos de Ian McEwan, en donde explora el tema del incesto, pero también el cuento “Tajimara” de García Ponce y “Un alma pura” de Carlos Fuentes. De pronto, todo confluyó en un punto.
Como Bret Easton Ellis y su retrato de los yupis en American Psycho, pintas a un grupo de jóvenes juniors representantes de la Generación X. ¿Qué tenía de atractivo ese universo?
Era el modelo aspiracional básico de los años noventa. Estábamos viviendo un tsunami mediático que venía del exterior. Era la época de MTV. Escuchábamos a Bauhaus, a Joy Division, a The Cure. Era un México efervescente. Se apostaba más por lo que venía de fuera y no por lo local. No solo los juniors están retratados, sino también la clase media sin aspiraciones, varada, aburrida, hastiada. La intención era plasmar a una generación entrampada en sí. No es una novela coral, pero sí se desdobla en varias voces.
Fue un ensayo de polifonía narrativa, esa polifonía que tanto exalta Kundera y que no es del todo fácil: personajes relacionados unos con otros, distantes al principio, y que terminan coincidiendo en la misma zona. Son testigos y, en su papel de satélites, también tienen algo que contar. En todos mis libros, me he propuesto entrar en la piel de los personajes: conocer sus debilidades, tentaciones y excesos. Eso es lo que sostiene el arte de la novela.
Si bien no es el tema central de tu libro, ¿por qué el incesto?
El incesto es el punto dramático de la historia, pero nunca me lo planteé como centro de gravedad. Es el accidente que une a todos los personajes y provoca un cataclismo. No hay un juicio moral ni ético ni mucho menos religioso.
Pasiones fratricidas RESEÑA ADRIÁN CURIEL RIVERA
D
entro del panorama de la narrativa mexicana contemporánea, hay que saludar la reciente reedición de Luz estéril de Iván Ríos Gascón como una alentadora evidencia de que sigue existiendo literatura que es, no que simula ser. Para nadie es un secreto: la mercadotecnia prima sobre los contenidos; las peculiares condiciones del campo literario nacional, tan dependiente de las modas de la globalización, privilegian lo solemne y aburrido, una casta de escritores que son más publicadores que escritores, obsesionados por que su foto pueda borrarse de un día para otro en el caprichoso contexto del star-system. Pues bien, Luz estéril reivindica aquella otra literatura: la que se entiende como vida, como apuesta y sentido estéticos; la que implica un esfuerzo genuino por dar voz a una visión personal del mundo. ¿Qué mundo? El de la megalópolis del primer Hoy No Circula y su juventud clasemediera, ese Defe de los años noventa al que a nadie se le hubiera ocurrido amputarle el nombre, recorrido por sus tribus urbanas en la búsqueda frenética del grial del éxtasis y la felicidad. Ríos Gascón consigue el encantamiento de reconstruir toda una época y un ideal de vida, la promesa del viaje hedonista sin fi n que abrazó la Generación X, con sus escalas de alucine en antros legendarios donde los acólitos de la religión del
El tema central de la novela es el amor. Toda historia de amor es desventurada. Desde el extrañamiento, desde la ausencia del otro, hasta la obsesión y el caos. Pensemos en cualquier otro problema, sean la soledad, el desempleo o la pobreza, para todo hay paliativos. El amor no los tiene. Luz estéril tiene, a lapsos, un tono ensayístico. ¿La novela fue un campo de exploración estilística?
La literatura se sostiene en el lenguaje. No importa qué cuentes, sino cómo lo cuentes. Siempre me han importado la forma y el fondo. Los personajes sostienen tu relato. Son criaturas que reaccionan, hablan y sienten como los demás. Las tramas son los esqueletos. Historias hay muchas, en andanadas. Ese mar nunca dejará de fluir. Siempre habrá dilemas ontológicos y dilemas morales. Si los conjugas tendrás un universo inabarcable. La música está presente en la novela, tanto diegéticamente (hay una especie de soundtrack), como en el estilo, en el ritmo, en la prosa misma.
placer se postraban ante el altar de la música pop y electrónica de infinidad de bandas, algunas excelentes y otras cuyas baterías hoy siguen rebotando en alguna emisora radiofónica retro como una bola de ping-pong dentro de una lata. Todo ello contra el telón de fondo del subcomandante Marcos, el narcoEstado y la corrupción. De un país, entonces como ahora, “de euforias sin sentido. Un muladar tradicionalista, mojigato y subdesarrollado”. Y en el corazón de esa atmósfera de la que es imposible sustraerse, la historia mayor que va entretejiendo las otras historias y subtramas: el incesto entre Gabriel y Alejandra, la progresiva desnaturalización de dos hermanos que ven la Otredad en su contraparte, que se entregan sin remedio a la pasión improductiva —el calor, la luz estéril— de un tabú biológico y social. En este punto, hay que subrayar que el planteamiento argumental de Ríos Gascón supera un doble examen. Por una parte, la parranda química y musical como medio de sublimar el hastío rutinario, el tópico del paraíso artificial que provee la alteración de los sentidos, cuenta con numerosos y cercanos antecedentes: José Agustín, Irvine Welsh, Xavier Velasco, Nick Hornby, por citar unos ejemplos. Por otro lado, en la propia novela de Ríos se alude a diversos referentes literarios o culturales que tratan sobre la carnalidad gemelar: Quetzalcóatl y Quetzaltépatl, poemas de Baudelaire y Shelley, un epitalamio de Richard Wagner. No se puede sostener, por tanto, que los temas centrales de Luz estéril sean novedosos. Sin embargo, aquí cobra vigencia la
Todos tenemos un soundtrack en la película de nuestras vidas. Alguna circunstancia que vivimos, buena o mala, divertida o aburrida, estará acompañada de una canción. La música es fundamental. Amplía tu vida. Depeche Mode tiene una canción que se llama “The World in My Eyes”, y yo buscaba que los personajes vieran el mundo a través de lo que escuchaban. Me interesaba que lo sintieran, lo imaginaran y lo reinventaran a partir del estado de ánimo que les provocaban sus rolas favoritas. La novela está salpicada de escenas de sexo. ¿Tuviste la tentación de explorar más el erotismo?
El cineasta Robert Bresson cuestionaba lo siguiente: si hacemos que el espectador acompañe a los personajes en los momentos cruciales de su vida, entonces por qué le cerramos la puerta cuando llegan a la alcoba. Ese aspecto lo tenía muy claro. Me dije: “Yo no voy a cerrar la puerta de la alcoba”. Quiero que el lector siga a los personajes en todo momento. L
máxima literaria según la cual lo que importa no son los temas, que son los mismos de siempre, sino su tratamiento. Y el texto de Ríos no solo se edifica a partir de un diseño arquitectónico eficiente, sino que está escrito con una honestidad y naturalidad contagiosas. Está escrito con literatura. Hay, entre otros, dos aciertos dignos de ser resaltados. Lo que podría despertar la suspicacia del lector quisquilloso al preguntarse: “Pero bueno, dónde diablos están los papás de Alejandra y Gabriel” mientras cogen culposa y apasionadamente en la casa familiar o en el depto de la Del Valle cuando él consigue independizarse, se transforma en una situación que enfatiza la soledad compartida que acabará marcando la tragedia de los hermanos. La ausencia casi omnipresente de los padres acaba por doler, el inverosímil probable triunfa sobre el verosímil improbable. El otro gran hallazgo de Ríos es la caracterización de los personajes femeninos, no solo de Alejandra: Mayela/ Mallory Knox de los crueles Knox de una película de Oliver Stone, Penélope, Katya Robbins Molina. Sensibles vampiras de la mota, la coca, el sexo y el alcohol, almas extraviadas en sus empeños por definirse como seres metafísicos o hipervacuos. Tratado de mitología generacional, videoclip, radiografía y obituario, Luz estéril atestigua la extinción de un tiempo en el que MTV suplantaba a los antiguos penates, donde al anhelo de una conquista fácil sucedía el terror al sida. El paso irrecuperable del scrash de los acetatos al mundo digital y del narcisismo de las redes sociales. L
LABERINTO
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Cosas de niños
Más de una tercera parte de la población mexicana es menor de edad e impacta con creces en la industria cultural. El siguiente reportaje aborda la variada oferta de contenidos que compiten con la televisión y el Internet. Lo acompañamos con una reflexión sobre lo que significa escribir para niños
Si de algo sirven los números es para obtener un panorama sobre el acceso de los niños a los contenidos culturales. Una vez establecida la dimensión del nicho o mercado que representan, conviene cuestionarse: ¿qué tipo de contenidos consumen?, ¿cómo trabajan los artistas mexicanos dedicados a generar contenidos para este sector de la población?
HÉCTOR GONZÁLEZ
E
n México hay aproximadamente 40 millones 200 mil niños. Los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística precisan que 19.7 millones son niñas y 20.5 millones niños. Es decir, más de una tercera parte de los mexicanos son menores de edad. Su impacto en términos de consumo cultural es considerable. De acuerdo con datos de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, los libros infantiles, juveniles y didácticos representan el 13.4% de la producción editorial, solo detrás de los libros de educación básica y de texto para secundaria. En cuestión de ventas genera poco más de 780 millones de pesos, lo que implica el 7.3% de la facturación total. La Asociación Mexicana de Internet (AMPICI) expone que el 92% de los menores considera que Internet es un medio de comunicación necesario. La cifra se ampara en que dedican tres horas diarias a navegar en la red desde cualquier tipo de dispositivo. Los números se justifican en zonas urbanas donde la penetración de la computadora es del 70 por ciento. No menos relevante es lo que sucede con el cine. Dentro del listado de los filmes más taquilleros en México durante 2015, elaborado por la Cámara Nacional de la Industria de Cinematográfica y del Video, ocho son cintas destinadas a menores de 18 años: Avengers: Era de Ultrón, 784.01 millones de pesos, 15.7 millones de asistentes; Minions, 724.79 millones, 16.1 millones de asistentes; Mundo Jurásico, 685.84 millones,13.8 millones de asistentes; Intensamente, 485.87 millones, 10.8 millones de asistentes; Hotel Transylvania 2, 400.10 millones, 9.8 millones de asistentes; Los juegos del hambre: Sinsajo. El final, 249.19 millones, 5.1 millones de asistentes; Ant-Man: El hombre hormiga, 244.21 millones, 5.2 millones de asistentes; Bob Esponja: Un héroe fuera del agua, 242.59 millones, 5.5 millones de asistentes. En lo que toca al Top Ten nacional, cuatro producciones tuvieron por destinatario al público infantil: El gran pequeño obtuvo 148 millones 320 mil pesos, 3 millones 342 mil 259 espectadores; Don Gato: El inicio de la pandilla, 54 millones, 1 millón 469 mil 428 espectadores; Guardianes de Oz, 21 millones 820 mil, 542 mil 615 espectadores; Por mis bigotes, 16 millones 710 mil, 433 mil 540 espectadores.
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NUEVAS REGLAS, NUEVOS TIEMPOS Liset Cotera es testigo activo de la generación de públicos infantiles para contenidos audiovisuales. Fundadora y directora de La Matatena A. C., desde hace más de dos décadas organiza el Festival Internacional de Cine para Niños (y no tan niños), que se desarrolla durante el verano en la Ciudad de México y próximamente en Tijuana y Michoacán. Además, la asociación imparte talleres de video para menores de edad. “En los años del festival nos ha tocado ver cómo se ha multiplicado la oferta. En el primer encuentro exhibimos tres largometrajes y en la última edición tuvimos 70 materiales de 35 países”, detalla. Con la vocación de generar una oferta cinematográfica distinta a la predominante en las carteleras comerciales, maneja una audiencia que oscila entre 10 mil y 13 mil espectadores en la Ciudad de México. Pese a la permanencia del proyecto, admite que le gustaría llegar a más foros a nivel nacional. “Hay naciones que promueven prioritariamente el cine infantil como género. En Francia y Alemania existe una política pública muy clara en este sentido, por no mencionar el ejemplo de Dinamarca, donde el 25% del dinero destinado al cine debe dedicarse a producciones infantiles que se exhiben en festivales, salas comerciales y escuelas”. Director del filme La revolución de Juan Escopeta, escritor del guión de Por mis bigotes y realizador de programas infantiles para Canal 11, Jorge Estrada advierte un cambio en las audiencias y en los contenidos. “La oferta ha crecido exponencialmente. Los pequeños tienen una cantidad de información gigantesca. En su momento hablábamos de cine y televisión pero ahora hay más elementos a considerar: Internet, los videojuegos. Quienes hacemos este tipo de contenidos nos tenemos que asomar a todo ello”.
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sábado 30 de abril de 2016
DE PORTADA
GABRIEL PACHECO
Sin engaños LAURA EMILIA PACHECO La única forma de escribir para niños es la misma que para todo texto literario: sin engaños. Eso de “tomarle el pelo al joven lector” llenando las páginas con una sobrepoblación de diminutivos, exceso de signos tipográficos, desbordantes adjetivos y otras estrategias elementales no puede traer nada bueno. Eso no es escribir ni para niños ni para adultos. No es escribir, punto. Me llama la atención que con frecuencia encuentro un notable descuido literario, estilístico, en los libros para jóvenes y niños, como si la historia en sí no necesitara de las palabas para ser contada o las ilustraciones fueran sustituto del texto. A mí lo que me llena de entusiasmo es la posibilidad de que tal vez como escritores podemos abrirle al lector una o muchas puertas por vez primera, como es probable que nos haya ocurrido en nuestra juventud con algún libro que nos acercó para siempre a la lectura. Esa curiosidad inexplorada, ese asombro inicial, muchas veces define el rumbo de una vida. Al contar una historia es emocionante tratar de que aquello que parece lejano no lo sea; hacer del personaje alguien que, como ocurre en la vida cotidiana, tiene preocupaciones, ideales, enemistades, logros. Esa lucha entre lo interior y el exterior me parece llena de ánimo. Los héroes son personas como nosotros que por algún motivo —tal vez tan sencillo como solo levantarse de la cama— un día deciden transformar su vida y la de los demás. La fantasía es, desde luego, un recurso maravilloso, pero si se abusa de ella la gravedad del fracaso la derriba. Hace poco envié a una editorial un libro sobre animales en acrósticos rimados que describían alguna característica, a veces más humana que animal. Con tacto y amabilidad la editorial me escribió para comentarme el dictamen: la lectura resultaba cansada y al no tener el libro un hilo conductor el texto se sentía forzado. Siempre agradezco la crítica constructiva y me di cuenta de que, por más que a mí me gustaran mis rimas, quizá no eran sino un divertimento. A veces se gana pero también hay que saber perder, retirarse a tiempo, por el bien de todos y para no engañar a nadie. L Autora de los libros infantiles José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar y José María Morelos: El rayo de los libres, publicados por Ediciones SM.
Las reglas de formatos y los códigos de comunicación están cambiando. Estrada asegura que la televisión está en franca revolución. “Cuando éramos niños veíamos los programas a determinada hora y con una duración de treinta minutos o una hora. Ahora los chicos eligen el momento en que ven los contenidos. Tienen la capacidad de hacer varias cosas a la vez. Pueden estar en YouTube y chatear mientras ven una serie de Netflix, todo al mismo tiempo. Esto ha propiciado que los contenidos sean más breves. Ahora las cápsulas audiovisuales son de cinco minutos. Son los nuevos tiempos y los dictan las generaciones más jóvenes”. A nivel nacional el reto es construir una audiencia que permita consumir contenidos hechos en casa. Las grandes cadenas televisivas prefieren ir sobre seguro antes que arriesgarse y producir algo local. “Somos muchos quienes estamos intentando cosas, pero para los canales masivos les resulta más fácil y barato apostar por materiales ya hechos y de éxito probado. La consecuencia de ello es el rezago”.
PROMOVER LA INTERACCIÓN
Los códigos de las artes escénicas son distintos: promueven la interacción inmediata y presencial. Frida Fernández, al frente de la Compañía NOC MX, se dedica a divulgar la música de concierto en festivales, plazas públicas, entre audiencias de todas las edades. Con los menores desarrolla actividades que los ponen en contacto con los instrumentos. “A los niños hay que llegarles por la vía del juego, es su principal placer y quehacer. Así les llegan las buenas y malas influencias. He participado en varios programas de la SEP y recuerdo uno en especial, ‘Música en tu escuela’, que consistía en llevar agrupaciones a distintos planteles. En general, les gusta la música, solo hay que saber diferenciar el método conforme a la edad”. La apuesta de Fernández es despojar a la música clásica del prejuicio que la considera aburrida. “La mejor manera de romper el estigma es el respeto. Si un joven no ha tenido acceso a cierta formación no hay que tratarlo con arrogancia. A mí me funciona contar la vida de los compositores como si fueran cuentos. Las biografías de Bach o Beethoven son apasionantes y los enganchan de inmediato”. El desarrollo de la sensibilidad, el trabajo en equipo, el respeto y la espiritualidad, son algunas de las virtudes que promueve este arte. “La música despierta muchas cosas porque implica vibraciones que resuenan en el organismo. Me ha tocado ver a pequeños que se emocionan al punto del llanto cuando los dejo dirigir nuestro ensamble”.
Especialista en los públicos infantiles y juveniles, la Compañía Teatral 20 segundos concentra sus baterías en motivar la participación de su audiencia en los montajes. Su titular, Regina Arias, señala que la propuesta del conjunto conformado por egresados de la UNAM consiste en explotar la imaginación. “Todo nos lo dan ya digerido. Los niños están sometidos a un bombardeo de imágenes y crecen en un entorno donde el teléfono celular se ha vuelto una extensión del ser humano, sobre todo en los circuitos urbanos. Nosotros preferimos ir a contracorriente y promover la lectura como divertimento”.
CUESTIÓN DE FONDO
Las múltiples vías de información han motivado una apertura temática para los menores. Los tópicos tabú son los menos pues los niños son capaces de acercarse a contenidos relacionados con la violencia, la discriminación, el terror o la violencia. Muestra de ello es la colección A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica. En 2016, la serie celebra 25 años de vida. El saldo de su primer cuarto de siglo es la publicación de 225 títulos. Socorro Venegas, coordinadora general de Obras para Niños del sello, plantea que el buen rumbo de la serie obedece al interés por publicar obras que no sean condescendientes con los lectores. “Buscamos historias que presenten un punto de vista original. Nos interesa acompañar a los niños en un mundo al que no podemos ver de manera idílica. Existen los divorcios, las familias con dos papás o dos mamás, la anorexia. Los menores saben las realidades que viven y no podemos temer hablarles sobre los temas que les rodean. La literatura está ahí como un reflejo del mundo en que viven”. Para Nuria Santiago, ganadora del Premio Barco de Vapor de Literatura Infantil 2015 con el libro Olivia, el bosque y las estrellas, los pequeños están expuestos a información sobre bullying, acoso sexual o violencia. “Necesitamos poner más atención a lo que sucede en las escuelas porque son un espectro de la sociedad. No basta con abordar la problemática y decirles que existe el bullying, es necesario explicarles que es un reflejo del ambiente social en que viven”.
En el mismo sentido, Liset Cotera ubica un mosaico de tópicos amplio que va desde la discriminación hasta la guerra o la discapacidad. “El cine es un medio que ayuda a construir identidad y una ciudadanía distinta. En el contexto actual es preciso trabajar con los niños, motivarlos a exponer y dar sus puntos de vista. En el festival observamos que la temática es muy variada pero donde sí vemos una tendencia a la alza es en los filmes protagonizados por niños”. Desde la Compañía Teatral 20 segundos, Regina Arias añade que los tópicos de sus puestas en escena se enfocan en las relaciones interpersonales. “Nos gusta hablarles del bullying pero también de la incomunicación y la forma en que impacta en la intolerancia o la inseguridad; motivarlos a que no se queden callados. La violencia infantil se ha disparado y es importante que aprendan a alzar la voz cuando ven algo extraño”. Al margen de su carrera como realizador de cine y televisión, Jorge Estrada ha publicado relatos y novelas infantiles. La más reciente es Los cuentos negros de Ofelia, “una historia de terror que les encanta porque les contagia incertidumbre pero sin riesgo real”. Asegura que una de las ventajas de la literatura es que cultiva la imaginación. “Es una especie de músculo que se ejercita cuando estás solo y concentrado. A los niños hay que hablarles de forma clara y honesta, sin maquillarles las cosas. Hay que hablar de lo que ven porque es su realidad. Lo peor que podemos hacer es procurar que vivan en el reino de la fantasía”. Finalmente, Socorro Venegas es crítica con los medios de comunicación tradicionales y cuestiona su poca atención a los contenidos infantiles. “Los niños quieren que los sorprendan y los desafíen. Ante la oferta tecnológica, incluyendo los videojuegos, los editores debemos estar atentos y mirar a fenómenos como los booktubers. Su éxito se debe al poco espacio que los medios dedican a este tipo de literatura. A través de ellos encontraron un medio para comentar y dialogar sobre los contenidos que les interesan. Las nuevas audiencias dejaron de ser pasivas”. L
LITERATURA
sábado 30 de abril de 2016
p. 08
LABERINTO
Nuestro viejo conocido ESPECIAL
La Universidad Veracruzana acaba de lanzar Crimen premeditado y otros cuentos, de Witold Gombrowicz, quien transformó la vida literaria en Buenos Aires. La traducción de Sergio Pitol lo vuelve doblemente heterodoxo ENSAYO HÉCTOR ORESTES AGUILAR @HectorOAguilar
C
rimen premeditado y otros cuentos, nuevo título de la colección Sergio Pitol traductor, incluye cinco relatos de Witold Gombrowicz extraídos de Bakakaj, colección publicada por primera vez en Varsovia en 1957, donde se reunieron los primeros escritos del polaco (las Memorias del tiempo de la inmadurez, aparecidas en el lejano 1933) al que se añadieron unas piezas más hasta completar una decena. Para la barcelonesa editorial Tusquets, Pitol tradujo en 1970 tres de estas narraciones: “Crimen premeditado”, “El festín de la condesa Kotlubaj” y “La virginidad”, la cual dio nombre a todo el volumen. Cuatro años más tarde, rotulados ya como Bakakaï, Barral, otro sello catalán, reunió los diez cuentos del polaco y los llevó a la imprenta, siempre en traducción de nuestro escritor veracruzano. Hace 30 años Tusquets los reeditó en su colección Marginales, y apenas en 2015 la editorial argentina Cuenco de Plata puso a circular de nuevo el libro, con el título atinadamente escrito en español, Bacacay, calle bonaerense del barrio de Flores, de donde sacó Gombrowicz la idea para nombrar su obra. Estamos, por tanto, ante un nuevo capítulo de los ires y venires de los primeros relatos de Gombrowicz en nuestra lengua y en las soberbias traducciones de Sergio Pitol. Para los lectores asiduos de uno y otro, autor y traductor, es todo un acontecimiento. En principio, porque permitirá a muchos refrescar la lectura de Gombrowicz, extraordinario heterodoxo. En otro plano, el más importante a mi parecer, nos permitirá apreciar de una forma muy nítida la manera en cómo la obra del autor eslavo influyó a Pitol y se filtró en su escritura. Además, para quienes desconozcan la obra del creador de Ferdydurke, las poco más de 100 páginas de esta nueva compilación resultarán la mejor manera de entrar a su mundo, su estilo y sus innovaciones, ajenas por completo a las tendencias narrativas al uso en nuestros días. La primera constatación al cursar estas páginas será, sin duda, la de ingresar a un ámbito delirante, en cierta medida desquiciado, por completo imprevisible. Respiramos de inmediato aire enrarecido, quedamos rodeados por atmósferas donde los temperamentos se exaltan y comienzan a surgir elementos grotescos, absurdos e incluso repugnantes. Es incuestionable el tono paródico subyacente a muchas situaciones y personajes, pero de a poco aceptamos nuestro ingreso a una “verosimilitud” distinta, donde lo insólito es la norma y lo ordinario queda mitigado ante una brutal descarga de irrealidad. Página a página, la literatura de Gombrowicz nos demanda dar crédito a un estado de cosas a partir del cual vamos desprendiéndonos de los criterios tradicionales para admitir la veracidad de los acontecimientos o su falsía, su mera simulación. Comenzamos a percibir, con algún sobresalto, cuán limitada es nuestra capacidad de aprehensión de lo cotidiano. En una famosa conversación con Dominique de Roux, Gombrowicz relató las pulsiones que lo llevaron a escribir los textos ahora integrados en Crimen premeditado y otros cuentos: No me encontraba con medios de hacer otra cosa que parodia. La parodia de la realidad y del arte, […] desde mi infancia el artificio de mi vida burguesa, fácil, era para mí una pesadilla. La sensación de irrealidad no me abandonaba. Y no mentiría si dijera que era ella, la realidad, lo que yo buscaba en la sencillez y en la salud bruta de las más bajas capas sociales, en el curso de […] expediciones por los barrios obreros de Varsovia, y buscaba también esa realidad en mis propias zonas, en esas tierras interiores sin laborar ni edificar, desiertas, periféricas, inhumanas, en las que hacían estragos las anomalías y, quizá, lo Informe y la Enfermedad, lo Abyecto. Porque se puede encontrar la realidad en lo más ordinario, lo más primitivo y lo más sano, pero también en lo más torcido y lo más demencial.
La primera narración de la serie que nos presenta la Universidad Veracruzana podría catalogarse de “cuento diplomático”. No obstante, “En la escalera de servicio” va más allá de este género tan peculiar —en el cual por regla general aparece un personaje o una serie de personajes expatriados viviendo en el contexto de la enredada vida diplomática— para presentarnos a un personaje que ha decidido renunciar a una adscripción nada despreciable, la plaza de segundo secretario en la embajada de Polonia en París, y retorna a su país con el fin de satisfacer una adicción fuera de lo común: la seducción de mucamas obesas de los barrios bajos, pues las sirvientas parisinas le resultan demasiado refinadas. Este antihéroe, quien terminará formando un matrimonio sólido y sedante en su propio país logrando formar parte del grupo de funcionarios más distinguidos de su Ministerio de Relaciones Exteriores, es mucho más que un pícaro. En manos de un escritor satírico no habría pasado de ser un incontrolable fauno o un rabo verde decrépito, pero en virtud del genio de Gombrowicz cobra una consistencia inusual, adquiere una sustancia a un tiempo simbólica y… común. Lo delirante se torna ordinario y en vez de resultarnos excéntrico o patético atisbamos los pliegues de una humanidad entera, acaso contrahecha pero muy veraz. (Me veo obligado a hacer un paréntesis, pues nada más llegar a mitad del relato tuve que recordar a Julio Torri, quien por cierto fuera profesor de Sergio Pitol, refinado cuentista, muy conocido por su enorme erudición, sus clases amodorradas, su afición a recorrer en bicicleta la Ciudad de México y su no menos conocida proclividad a perseguir asistentas domésticas de la colonia Cuauhtémoc del otrora DF montado en su velocípedo.) Las cuatro piezas restantes de este volumen exploran muchos registros más del conjunto de exaltaciones y alucines que constituyen buena parte de la materia literaria de Gombrowicz. Resulta fascinante constatar la naturalidad con que cursamos narraciones escritas originalmente en una lengua tan lejana a la nuestra, como el polaco, gracias al virtuosismo traductológico de Pitol. Encontrar el equivalente en español de ciertos giros de un autor con el oído de Gombrowicz (muy dado a dar cabida al coloquialismo y la oralidad) es un reto mayúsculo, afrontado por Pitol no solo con
enorme solvencia sino, además, con el despliegue de recursos de un narrador magistral. Por otro lado, es asombroso rendirse a la evidencia de la forma en cómo Sergio Pitol filtró en su propia escritura algunos aspectos de los relatos de Gombrowicz por él traducidos. Pasajes del ya mencionado “En la escalera de servicio” o de “El festín de la condesa Kotlubaj” hacen resonar en la memoria los ademanes, desplantes y manías de una Marietta Karapetiz o del licenciado Dante de la Estrella, protagonistas de Domar a la divina garza, la para mi gusto más regocijante, deleitable y perfecta de las obras maduras de Pitol. Con muy poco esfuerzo, el lector puede contrapuntear, mentalmente, el texto del aria que canta ante un grupo de aristócratas polacos el barón de Apfelbaum en el libro de Gombrowicz… Este fulano nada ha comprendido. ¡Arrojémoslo a un hondo precipicio! O tal vez deberíamos explicarnos mejor: Belleza no es lo bello, belleza es el sabor, el sabor, el sabor, el gustoso sabor. ¡Tal es de la belleza el esencial factor!
…con la letanía del Santo Niño del Agro, memorable plegaria recitada por una multitud de dolientes dispuestos a participar de un rito colectivo para aliviar el bajo vientre: ¡Sal mojón del oscuro rincón! ¡Hazme el milagro, Santo Niño del Agro! ¡Cáguelo yo duro o lo haga blandito, a la luz o en lo oscuro sé mi dulce Santito! ¡Ampara a tu gente Santo Niño Incontinente! Mucho hay que agradecer a la Universidad Veracruzana por recuperar para los lectores del siglo XXI mexicano esta quinteta de relatos de Gombrowicz-Pitol. Como en muy pocos casos ante una obra traducida, estamos frente a una interpretación literaria integral, que nos hace escuchar y percibir la composición original como si se tratara de una creación propia, una creación más, feliz y deslumbrante, del Mago de Xalapa. L
MILENIO
p. 09
sábado 30 de abril de 2016
EN LIBRERÍAS
LÍMITES Y RENOVACIONES RUDYARD KIPLING Cátedra España, 2015 397 pp. Publicado en 1932, este fue el último libro del escritor que conoció el mundo entero menos Inglaterra, a quien tanto le debía. Reúne catorce relatos y diecinueve poemas que se alternan con endiablada simetría. Si un propósito alienta a cada uno de ellos es el de probar que el cuerpo y el alma pueden vencer el dolor y el sufrimiento, a pesar de las amenazas que la civilización dispone a su paso. Como en cascada, es posible mirar la Gran Guerra, las desconcertantes supersticiones de Bombay, los misterios de la francmasonería e incluso a un san Pablo enfrentado a Pedro.
AQUÍ VIVEN LEONES FERNANDO SAVATER Y SARA TORRES Debate México, 2016 251 pp. Viajes a las guaridas de los grandes escritores es el subtítulo de este volumen que rinde tributo al vagabundeo como requisito del ensayo literario. Convoca a Shakespeare, Valle-Inclán, Poe, Leopardi, Agatha Christie, Alfonso Reyes, Flaubert y Stefan Zweig y, sobre todo, a los lugares donde concibieron sus obras o que les sirvieron de escenario. Pensado como punto de partida de una serie de televisión, viene profusamente ilustrado con fotografías, dibujos y hasta tiras cómicas. Lo personal va de la mano de la evocación, y la reflexión del mero paseo.
POESÍA + NOVELA = POESÍA FLORENCE OLIVIER Universidad Veracruzana México, 2015 222 pp. Tomando como punto de partida La literatura nazi en América, la autora explica por qué, a sus ojos, la narrativa del chileno Roberto Bolaño no sería la que conocemos sin la vena poética, virtud que la singulariza de otros autores hispanoamericanos. Estrella distante, Llamadas telefónicas, Nocturno de Chile, Amuleto, Los detectives salvajes, El gaucho insufrible y, obvio, 2666, son otras obras con las que Olivier sustenta la tesis de que, únicamente a través de la poesía, la novela puede mantener en vilo al horror o al misterio. Al fin y al cabo, Bolaño formó parte de los infrarrealistas.
EL SACRIFICIO HUMANO ENTRE LOS AZTECAS MICHEL GRAULICH Fondo de Cultura Económica México, 2016 477 pp. Hasta donde sabemos, la mayoría de las civilizaciones mesoamericanas no practicaron el sacrificio humano y el canibalismo a gran escala como los aztecas. Hay pruebas de que en cuatro días sacrificaron a poco más de 80 mil guerreros durante las fiestas de inauguración del gran templo de Tenochtitlan. Pero cómo pensaban y vivían esta práctica. Mucho se ha escrito al respecto. Graulich arroja nueva luz al adoptar un enfoque multidisciplinario y, sobre todo, tomar el ejemplo de otros pueblos. Tiene mirada de antropólogo y de historiador de las mentalidades.
LAS CANCIONES DE THE BEATLES STEVE TURNER Grijalbo México, 2015 352 pp. Explica el autor que este libro apareció originalmente con el título de A Hard Day’s Write en 1994. Para esta edición, que parece definitiva, se ha inclinado por The Complete Beatles Songs “pues por primera vez todas las historias detrás de las canciones de The Beatles están disponibles con todas las letras” (aunque siempre habrá misterios alrededor de las canciones del cuarteto de Liverpool, como el mismo Turner reconoce). La recopilación no ha sido fácil, ya que quien las transcribió en su momento ponía lo que creía escuchar o por los cambios que los mismos compositores hacían al momento de grabar.
OBRA POÉTICA, VERSO Y PROSA
Alfonso García Morales UNAM México, 2016
Rebeldía pura POESÍA EN SEGUNDOS
E
VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx
ste año, centenario de La sangre devota, acaba de aparecer otro libro importante sobre Ramón López Velarde: Obra poética, verso y prosa (UNAM, 2016), del estudioso español Alfonso García Morales. El volumen es la reunión de cuatro libros del poeta jerezano y un recorrido por su vida; también es un examen cuidadoso de su evolución literaria y un acercamiento a la originalidad de El minutero. García Morales toma en cuenta la enorme bibliografía existente y se apoya en los estudios más importantes para desplegar su acercamiento. En el texto destacan las valoraciones de Xavier Villaurrutia, Octavio Paz, José Luis Martínez, Allen W. Phillips, Gabriel Zaid, Guillermo Sheridan y Marco Antonio Campos. Entre las caracterizaciones fundamentales del libro sobresalen cinco: 1) las “Primeras poesías” no son relevantes en términos de originalidad estética; 2) La sangre devota contiene un grupo de poemas menores y un núcleo defi nitivamente singular y novedoso; 3) Zozobra y El son del corazón son los libros de poesía esenciales; 4) el pronunciamiento del estilo difícil de López Velarde desató una polémica que planteó diferencias con Alfonso Reyes y, sobre todo, con González Martínez; y 5) al menos los ensayos y reflexiones de El minutero, el primer libro póstumo, son o pueden ser considerados poemas en prosa en el esquema de los de Baudelaire. Estas observaciones permiten considerar de manera más honda dos hechos fundamentales: por un lado, la discusión sobre cuáles son las composiciones más significativas y, por el otro, el desconcierto que provocó la “inesperada” estética del poeta “aldeano”. Ambas cuestiones nos dejan entender cómo había sido caracterizada la poesía mexicana y cómo la obra del autor de “El minuto cobarde” no entraba en esa caracterización. Pedro Henríquez Ureña había dicho, desde una perspectiva conservadora y sin duda discutible, que la poesía mexicana estaba dominada desde principios del siglo XVII por “el sentimiento discreto, el tono velado, el matiz crepuscular”. En esa definición excesiva, González Martínez destacaba de manera notable y López Velarde no. La discusión señalada y la crítica al estilo oscuro, extravagante y difícil nos permiten volver a la poesía de esos años y también nos dejan pensar en la poesía que vino después. Si en la época de López Velarde, los poetas más importantes de México criticaban la escritura “complicada”, los poetas posteriores criticarán exactamente lo contrario: la poesía de comunicación y fácil. Al jalar el hilo de esta discusión podemos desentrañar en qué radica la vigencia y perfección de López Velarde. La dificultad de su escritura está en el hecho de que sus agudas percepciones y su extravagancia, presentes en algunos de sus primeros poemas, son intelectuales, equiláteras —como dijo su amigo Enrique Fernández Ledesma—, y nos revelan el carácter poliédrico del yo —como señaló Villaurrutia—. Su dificultad, que utiliza —en palabras de Díez Canedo— “apretados versos de curvatura gongorina”, no es retórica. Tiene drama e ideas. No es un falso barroco como el de hoy. El muy buen libro de García Morales no justiprecia poemas notables en las “Primeras poesías”, llenos también de fetichismo y panteísmo, y no vislumbra, aunque toca el fondo del asunto, que la polémica de López Velarde no era con cierto grupo sino que entrañaba una discusión con todos los escritores que le interesaban, incluso con Tablada. No era, entonces, una polémica; planteaba un sistema crítico, rebeldía pura. L
CINE
sábado 30 de abril de 2016
p. 10
LABERINTO
ESPECIAL
Santiago Mohar
“Hay un estigma justificado hacia las clases altas” Con Los muertos, el realizador mexicano construye una imagen de la apatía ante el caos circundante ENTREVISTA
HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com
U
n accidente cambia el sentido de una noche de juerga. Inmersos en un escenario de violencia y pasividad, los personajes de Los muertos deberán de replantear su sentido de la vida. Bajo la influencia de Roberto Rossellini, el realizador Santiago Mohar estrena su segundo trabajo, un filme que se erige como una metáfora sobre la apatía y el caos social. ¿Por qué hacer de la muerte el tema de la película?
Escribí el guión hace más de tres años. Surgió de las ganas de reunir en una misma película una serie de sucesos que me ocurrieron a mí y a otras personas cercanas para después contrastarlos con mi percepción de México. Quería hacer referencia a dos muertes, una literal y otra alegórica, sobre quienes son insensibles a lo que pasa a su alrededor. Cuando habla de sucesos personales, ¿a qué se refiere?
A la muerte de familiares por situaciones vinculadas con la delincuencia, de amigos por situaciones accidentales que se retratan en la película.
hacia las clases altas y sus formas de vida, dadas las condiciones de desigualdad en México. Pero al menos en mi cine éste es el hábitat natural, no lo hago como una forma de crítica. ¿Qué dificultades le supuso hacer una película coral?
Me permitió dibujar mejor el entorno y remarcar los contrastes sociales y de punto de vista. Además, me gustó la idea de contar una historia que paulatinamente va eliminando a los personajes hasta llegar a uno solo que es quien lleva la carga ética del filme.
La carga ética a la que se refiere es muy subjetiva.
La noche aporta oscuridad y misterio. Quería transmitir la sensación constante de que algo está por ocurrir.
Cierto. La abstracción del plano final tiene diferentes interpretaciones. El protagonista se mete a la alberca y no sale. Mi idea era construir una metáfora acerca de un hombre que renuncia a todo lo visto anteriormente.
Nunca pensé en hacer una denuncia deliberada, no era una de mis preocupaciones. Creo que si se lee de esa manera es por la forma que tenemos de relacionarnos con estos temas y la polarización que vive el país. Hay un estigma justificado
Sí, pero tampoco es algo que me importara demasiado. Quería abandonar a los personajes y no cerrar todas las tramas. Creo que así despiertas la imaginación y permites que el espectador desarrolle su intuición.
¿Por eso es que la cinta ocurre de noche?
En paralelo, otra lectura del filme se relaciona con una crítica a los juniors.
El riesgo de esta estructura coral es dejar cabos sueltos.
HOMBRE DE CELULOIDE
Hay también un notable apoyo en elementos de luz y música como generadores de atmósferas.
Apenas terminé de escribir el guión trabajé la banda sonora con el músico. Las composiciones fueron muy estudiadas; mi propósito era usarlas como contrapunto, generar una antisonancia o una extrañeza tonal que permitiera ser más distante y analítico respecto a la imagen.
Hay una clara intención por hacer de la calle un personaje, incluso algunas tomas me hicieron recordar Los caifanes.
Vi Los caifanes por recomendación de un colaborador. Quería pensar en la ciudad de una forma distópica, como lo hace Rossellini en Alemania, año cero, donde por momentos la cámara se independiza de lo que es narrado para construir nuevas metáforas y darle un sentido colectivo a la tragedia individual.
Tanto su película como Güeros son piezas que apelan a una nueva forma de contar la Ciudad de México. ¿Hace falta una nueva narrativa de la metrópoli desde el cine?
Hace falta impulso para incluir a la Ciudad de México y al país como personajes. Me gusta el cine que acerca a las personas con el lugar donde viven. L FERNANDO ZAMORA
Una niña doblemente explotada ESPECIAL
L
as elegidas, de David Pablos, es una mala película porque está mal escrita, mal actuada y mal dirigida. La fotografía es buena, pero no basta. Alguien tiene que decirles a estos directores oportunistas que hacer cine inspirados en realidades importantes no hace de sus películas algo importante. Que la violencia de género merezca nuestra atención no vuelve buena a una película mala. Al contrario, la vuelve oportunista. Los autores no tuvieron el cuidado de pensar lo que sucede. Usaron el hecho no para llamar la atención sobre las niñas, sino sobre ellos mismos. Esto es oportunismo. Actuar a una niña secuestrada y al tipo que la seduce implica un trabajo muy serio. En Las elegidas, Pablos se limita a hacer que sus actores repitan diálogos banales. Cree que los silencios entre pregunta y respuesta ofrecen solemnidad, pero lo único que hacen es alargar una anécdota para tener la duración que pide el Festival de Cannes. El otro sueño americano, por ejemplo, es un corto de Enrique Arroyo igualmente malo, oportunista y frívolo con el mismo
Las elegidas. dirección: David Pablos. Guión: David Pablos. Fotografía: Carolina Costa. Con Nancy Talamantes, Óscar Torres y Leidi Gutiérrez. México, Francia, 2015.
tema, pero dura diez minutos. Al menos Arroyo se dio cuenta de que no es lo mismo una anécdota que una historia. En efecto, Las elegidas consiguió la selección en Un Certain Regard. Suficiente para poner en el póster la palabra mágica: “Cannes”. En la Riviera francesa, los autores habrán brindado con champagne pensando que concientizan
a México y Francia. Lo que hacen es insertar la historia de estas niñas en un círculo colonial. El morbo amarillista se vende bien en Cannes. Los oportunistas vendían antes calcas del indio Tizoc. Hoy venden niñas violadas que permiten a los organizadores del festival sentirse civilizados y no ver que sus sociedades son todavía más decadentes. Pero veamos
@fernandovzamora
la más superflua de las moralinas. Una chica entrega trémula su cuerpo virgen al chacal de mala entraña. Corte: “vendo placer”. Sin un porqué narrativamente sustentado (que el actor diga con tonito sonso “los policías están con nosotros” no justifica nada), la chica ya se ha vuelto prostituta. Los malos pueden corretear a una chamaquita, meterla a golpes en el coche y volverla prostituta porque se acostó con un morenazo. ¿Por qué no lo hacen con cualquier otra niña? Lo único que diferencia el secuestro de “las elegidas” es que han cometido “el pecado” de amar a un gañán. La cosa es clara, en la moral de David Pablos tener relaciones sexuales antes de la edad reglamentaria te convierte en prostituta. Más adelante se confirma la intuición: otra niña angelical está a punto de salvarse porque tiene la virtud de no dar al gandul su número de teléfono. Uno, ya metido en la moral de Pablos, piensa: “se salvará”, pero no. La chica casquivana vuelve y ofrece al muchacho el número de la desgracia. El resultado es como una suma: has dado el teléfono a un galán: te acostarás con él, te enamorará, te secuestrará y te volverá una prostituta. No es necesario ser un genio para darse cuenta de que la realidad es más compleja y medrar con los dolores de las niñas secuestradas no es arte, no es denuncia, es eso: medrar. L
MILENIO
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sábado 30 de abril de 2016
TEATRO
SALVADOR PERCHES
Los muchos Antonio Zúñiga MERDE!
BRAULIO PERALTA juanamoza@gmail.com
U La obra dirigida por Damián Cervantes se presenta viernes, sábados y domingos en el Teatro El Milagro, Milán 28
A qué sabe estar vivo Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido combina los sabores de la cocina mexicana y española con la familiaridad de los recuerdos TEATRO
E
l tiempo de elaboración de cinco platillos distintos coincide con el de la representación. Aroma y recuerdos se cocinan al calor de cuatro hornillas eléctricas y un asador sobre una alargada mesa llena de especias y verduras, custodiadas por una breve imagen en pasta de la Virgen de Guadalupe, una calavera de dulce, retratos de seres queridos y vasijas de barro y peltre, incluidos un molcajete y una bacinica donde en algún momento se batirán huevos. Cuatro actrices, dos actores y un guitarrista cantaor dan la bienvenida. La experiencia se anuncia festiva y abierta al iniciar el montaje con cante y baile. Cada uno habla de su pueblo, de la infancia, de las reuniones familiares en torno a un guiso cuyo sabor inunda el recuerdo. Antes dejaron espacio en la mesa para acostarse unos encima de otros y dar rienda suelta a una nutrida serie de sonoras ventosidades y parlamentos relativos al excremento y sus variantes, incluidas distintas maneras de limpiarse que algunos espectadores celebran con risa explosiva. La escena remite a una parte de lo que significa estar vivo para después ubicarse ante la muerte desde distintos frentes. María Carmen Ruiz, Rafael Flores, Luis Alberti, Maité Urrutia, Irene Caja y el músico Alejandro González rompen con la solemnidad común del público que de inmediato reacciona positivamente a la dosis de energía y jolgorio con que se encuentra cuando aún no ha llegado a su butaca. El montaje se titula Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido (gastronomía escénica). Se trata de una coproducción entre México y España, creación colectiva que dirige Damián Cervantes, quien pertenece al grupo Vaca 35 y ha dirigido antes Lo único que necesita una gran actriz es un gran texto y las ganas de triunfar. Los personajes abren las capas de su historia, de su país, del recóndito pueblo del que proceden, ya sea en México o España, y enteran al espectador de que ese platillo que
ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com
cocinan sobre el escenario en tiempo real es parte fundamental de su historia de vida, generalmente ligada a la reunión familiar, a las personas queridas que ya no están vivas. Gracias a esa textura y sabor, a la emoción que cada cucharada les regala cuando prueban ese manjar, existe una parte de sus seres amados ahí, presente. El montaje aborda las dos formas distintas en que mexicanos y españoles conciben la muerte. Hace alusión a la Guerra civil a partir de algunos diálogos y de trabajo corporal y verbal que semeja una eclosión, un choque violento de cuerpos. Vuelan los jitomates y uno que otro proyectil, entre bravatas y enfrentamientos sobre el machismo, la identidad y el añejo reclamo entre conquistados y conquistadores. Hombres y mujeres, siempre descalzos, entre las notas de flamenco y los lamentos o la algarabía, continúan con su propia memoria, a la que integran nombres, fechas de personas muertas en la Guerra civil y en la del narcotráfico. Ausentes que son mencionados junto a hechos de crueldad inmensa. El olor a chorizo con alubias, a papas, a chile relleno, a huauzontle, a porrusalda —sopa del País Vasco— se incrementa mientras las mujeres han dejado de enfrentarse hasta apaciguar la lucha en unos pasos de baile flamenco que se cierran en un abrazo múltiple, en un núcleo de diez piernas que avanza sin separarse. Las mesas que ocuparon el proscenio de extremo a extremo han dejado espacio a una gran ofrenda, entre platones de loza y de barro, flores de cempasúchil, retratos, utensilios y veladoras. Los personajes hablan de sí al tiempo en que remueven la historia de quien los mira. La experiencia se asemeja a la de presenciar un ritual donde el espectador es un invitado nuevo a una reunión de viejos amigos que se abren generosamente a desconocidos, personas que se dejarán invadir por sus propios recuerdos unidos al sabor de un platillo fuertemente unido a su existencia. L
no tendría que agradecer que exista gente terca como Antonio Zúñiga. Sin empecinamientos nadie hace nada. Menos en el teatro independiente. Él, que llegó de Chihuahua con su grupo teatral, decidió apostar por el todo: la dramaturgia, la actuación y la dirección, básicamente. Y funciona en los tres renglones como maestro de primera fila. Pero no solo eso: es además un digno luchador por los espacios propios para que el teatro llegue a las comunidades más apartadas del escenario. Desde 2012 tiene su sede en la colonia Obrera de la Ciudad de México y ha llegado a tal el éxito que la gente de la populosa colonia acude a las representaciones en la calle Luis Lucas de Lassaga 122, sede del Centro Cultural Carretera 45. No es lo mismo recién inaugurado que casi cuatro años después. Hemos visto ahí montajes entrañables por su renovación teatral, por su sentido colectivo, por el carácter de asociación no lucrativa, por el teatrero que atiende el changarro como si fuera la escena misma. Barrer, vender palomitas, atender al público, cuidar el oficio desde abajo es la enseñanza de los grandes grupos independientes que luchan por el espacio propio como una casa, la casa de su teatro. México no puede tener ni a Broadway ni al Off Broadway porque no es Estados Unidos. Cada lustro o década es diferente en la renovación de una ciudad que inventa sus espacios para hacer su teatro. Tampoco es Buenos Aires con su calle Corrientes donde fluye el mundo de los actores. La dispersión teatral de la Ciudad de México la hace única. Teatro al sur, norte, este y oeste nos pierde a todos menos a los que acudimos a ver un montaje que despierta conciencias. Antonio Zúñiga apostó por el barrio bravo para educar la violencia y mostrar cómo el teatro, en su catarsis, atempera las angustias colectivas. Espacio único. No va solo. David Olguín y Laura Almela, Marcos Vieyra y Richard Viqueira, José Alberto Gallardo y Margarita Lozano, Rodolfo Guerrero y Abraham Jurado, Yolanda Abbud y Christian Cortés, Norma Angélica y Jaume Pérez… Un elenco creativo que cree en el teatro como una pira ardiente, donde las pesadillas son sueños para despertar dormido. El golpe creativo no es un accidente, es resultado de un trabajo comprometido que en más de quince años de terquedad de Antonio Zúñiga ha logrado que las autoridades volteen a ver una propuesta diferente donde las compañías no se hacen, se levantan como pirámides al sol. De repente leo a Antonio Zúñiga en las redes sociales peleando con el mundo, con él, conmigo. La terquedad de ser para hacer los caprichos del arte. Imposible no comprometerse con su trabajo a pesar de la disparidad de los montajes, del acierto actoral, de la intención política con mensajes del lado de la izquierda. Imposible no hacerlo personaje de la vida teatral de México. Imposible no reconocerle los logros en todos estos años de terca memoria. Gracias a Antonio Zúñiga y a su Carretera 45. L ESPECIAL
VARIA
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LABERINTO
TIZIANO
Somos perdidos DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
TOSCANADAS
N
unca me gustó el chocolate Carlos V. Lo vendían en la tienda de la escuela, a veces refrigerado, y me causaba harto desagrado que los compañeros lo chuparan en vez de morderlo. Comer una barra de chocolate en los calores regiomontanos era un acto de embarramiento. Entonces lo producía La Azteca; ahora pasó a manos de Nestlé, con lo que sin duda la fórmula perdió en cacao y ganó en azúcar y otros químicos. Pero no quiero ocuparme de fórmulas sino de iconografías. Carlos fue quinto como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y primero como rey de España. Fue contemporáneo de Tiziano, quien le hizo al menos un par de retratos. En uno de ellos, Carlos aparece sentado, vestido de negro, con poco oropel, una boina en la cabeza y mucha dignidad. Este retrato fue la base para la etiqueta de la golosina que yo conocí. Pero hace poco vi uno de los chocolates de marras y noté que ahora muestra a un reyezuelo cara de imbécil que parece malparido por Walt Disney. Esto me dejó pensando en lo mucho que se ha infantilizado el mundo desde mi infancia. ¿Pero qué se puede hacer cuando ya mi propia generación se dijo “traumada” por burradas como Bambi? Palabra favorita para los adultos que no gustan de leer: “La maestra de literatura me traumó”, dicen, como si no estuvieran grandecitos para tomar las riendas de su propia vida.
Me basta escuchar “trauma” para saber que estoy delante de un zoquete inmaduro. Uno de esos adultos que ahora tienen permiso para culpar a otros de su estulticia, de admirar a los superhéroes que durante mi infancia divulgaba la Editorial Novaro y de coleccionar figuritas–casi-Barbies de La guerra de las galaxias y películas afines. San Pablo dijo: “Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño”. Ahora es difícil distinguir entre las cosas de niño y las del adulto. La propia religión se infantilizó. La teología católica se redujo a “Pórtate bien para ir al cielo”. Todas las parábolas significan que hay que ser bueno. El estruendo de un órgano medieval se convirtió en un teclado Yamaha. El Mesías de Händel se rebajó a “Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre”. Y en consecuencia la fe se limitó a los sacramentos. Muchos artistas contemporáneos hallaron terreno fértil en esta puerilización. Ahora el más cotizado manda hacer los mismos juguetes inflables que se venden en la Alameda. El cómic alcanzó estatus de gran arte. Las ilustraciones para libros de cuentos clásicos como “Caperucita roja” o “Pulgarcito” son para matar el intelecto y nada tienen que ver con las que hizo Gustave Doré u otros ilustradores del pasado. Los filósofos se convirtieron en personajes para profesores universitarios, y ahora se consideran sabios los patanes de la televisión
LO QUE CONTEMPLAS
Retrato de Carlos V
que publican libros sin siquiera saber que no saben nada; y quienes los leen se creen iluminados. Una noche de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo dijo: “Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines”. El exceso de infantilización, superficialidad y banalización también nos está perdiendo. Ahora que un dibujo chambón resulta más atractivo que un Tiziano, debemos decir: “Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que volver a los clásicos”. L ADRIANA DÍAZ ENCISO
adrianadiazenciso@gmail.com ESPECIAL
Un arco P
arece intimidado, el arco: portal de parque de atracciones, acorralado entre la columna de Nelson y la National Gallery. Es un modelo a escala, finalmente. Turistas, turistas. Dentro de la valla solo se admite a un par de grúas. Un chico desafinado canta covers de Blur. Fotos, selfies, tedio. El original de Palmira, una ciudad de cuyos habitantes de entonces poco sabemos (sus sueños, sus afanes, sus significados) fue destruido por el IS en 2015 en un acto escalofriante de nihilismo. Cerca ejecutaron a cientos de personas. Con las mejores intenciones, el Instituto de Arqueología Digital hizo uso de fotografías en tercera dimensión (hay benignos zopilotes que toman estas fotos por todos los sitios del mundo considerados en peligro) y en un parpadeo el arco fue reconstruido por canteros–robots. Indistinguible, dicen, del original. Boris Johnson, alcalde de Londres y entusiasta defensor de las edificaciones faraónicas ya mencionadas en este espacio que están destruyendo nuestra ciudad, da la bienvenida a la reconstrucción artificial en sus plazas de ruinas ajenas y devela el arco postizo en Trafalgar Square, con su legendaria pobreza de léxico y vulgaridad: un “arco de tecnología y determinación”, “desafío a los bárbaros”, coronado por un saludo obsceno a IS. El arco duró tres días en Londres. De aquí va a Nueva York, Dubái y luego a Siria, cerca del sitio del original. Hoy el espectáculo son los obreros y sus grúas, desmontándolo con facilidad, no piedra por piedra sino bloque por bloque de piedras pegadas quién sabe cómo, como un Lego. Como desafío no parece muy imponente, este espécimen de nuestra cultura infantilizada. Los técnicos tras el proyecto hablan con orgullo de “obras de arqueología recreada” sin dejo alguno de incomodidad o ironía. “Copiar obras de arte”, dicen,
“nunca ha sido más fácil, con imágenes 3D. No necesitas más que un teléfono inteligente y el software adecuado”. Se aclama su ingenio como símbolo de resistencia; demuestra a los bárbaros que no pueden destruir nada, porque nosotros podemos reconstruirlo de inmediato, “exactamente como era antes, una y otra vez”. La historia de Palmira, como la del mundo, ha visto mucha destrucción: guerras, terremotos, tiempo. Montar en Londres la réplica de un original de 2 mil años se llevó cinco horas; crearla, unos cuantos meses. La destrucción horroriza. La pueril
reconstrucción deprime y, guardadas las proporciones, tiene su propia dosis de horror. El arco fue destruido; es una pérdida enorme. Es un hecho. Lo que era: historia, significado, no se puede reproducir, ni puede obviarse la brutalidad de la destrucción. No es verdad que lo perdido es reemplazable, ni que la tecnología nos vuelve invulnerables. No es verdad que las ruinas del hombre vienen con repuesto porque, en un acto de “amor”, podemos reproducirlas con tronar los dedos, iguales o hasta mejor. No es verdad. Es la aceptación de su fragilidad lo que nos enseña a honrar realmente lo perdido. L