Laberinto
EL COLUMNISTA รกlvaro uribe p. 03
EL PRIMER PLAGIO DE LA HISTORIA
gerardo herrera corral p. 08
ENTREVISTA CON ROB RIEMEN
adriana malvido p. 04 y 05
MILENIO
Nร M. 699
sรกbado 5 de noviembre de 2016 FOTO: PASCUAL BORZELLI IGLESIAS
JORGE ALBERTO MANRIQUE
sylvia navarrete p. 06 y 07
ANTESALA
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LABERINTO
CARAVAGGIO
Beyond Caravaggio AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com
CASTA DIVA
S
e puede copiar la forma pero no se puede mentir con el contenido. Las características estéticas de una obra están sostenidas en su contenido intelectual, esencial, el cómo hacer está supeditado al qué decir, la exposición Beyond Caravaggio de la National Gallery en Londres investiga en los artistas influidos por la pintura de Caravaggio. El fenómeno de esa influencia va más allá de su tiempo, y es más profunda que una aportación estética. La exposición aborda únicamente a los artistas de la época, pero la trascendencia de Caravaggio está en que trajo la realidad al lienzo, la implicó como un principio y la definió como belleza. La santidad se volvió humana, sucia, maloliente, la sangre tenía que fluir, el drama explotar, las emociones del espectador estaban en la dramaturgia de la composición: sentir, vivir y morir. Humanizar
ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero
el arte transformó su concepción, después de Caravaggio volver a idealizar o fingir es una renuncia, el neoclasicismo fue un retroceso filosófico y estético que desnaturalizó a la belleza. El realismo contemporáneo no existiría sin la sísmica revolución de Caravaggio, el hiperrealismo fotográfico que se limita a la imitación del ángulo digital y a la frialdad de la pirotecnia son evasiones de la profundidad, se quedan en la superficialidad de la forma. Las obras de José de Rivera deliberadamente comparten la violencia visual del tenebrismo con un cuerpo existencial, con fluidos, enfermedades. En la composición de Caravaggio desaparecen los reinos celestiales, la historia nace de la tierra, inicia en la parte inferior de sus cuadros, la luz nos lleva la mirada para encontrarnos con nuestra propia conciencia, con la inocultable miseria de la mortalidad. La cuidadosa
La aprehensión de Cristo (fragmento)
puesta en escena es un artificio que sostiene la recreación de la realidad, la luz es la revelación, nos dice esto existe, así somos, la fe se sostiene en lo invisible porque lo visible es terrible. La realidad trae a sus parias y sus mezquindades, ladrones, asesinos, traidores, víctimas, conviven con la piedad y la compasión, la pintura es capaz de contener a la naturaleza humana, describirla, y hacerlo
con la belleza del claroscuro, imponiendo la iluminación como una guía filosófica. La poesía de la verdad, la responsabilidad del artista como testigo y denunciante, en la pintura La aprehensión de Cristo, el hombre que sostiene la lámpara que revela la traición es Caravaggio, es un autorretrato que otorga al arte la capacidad de gritar, exhibir, consagrar. L
La araña de las redes sociales devora muchas moscas. ESPECIAL
Sobre diarios y escritos íntimos AMBOS MUNDOS
H
e tenido la suerte de pasar gran parte de este mes hablando sobre los diarios personales de algunos escritores y, en general, sobre la escritura. Indagando los orígenes fui a dar a Heródoto y sus Nueve libros de la historia, que es un Yo enfrentado al mundo, seleccionando el material que lo apasiona, observando y opinando hasta hacer un retrato no solo de su época sino de sí mismo. Luego, en el 397 d. C., San Agustín y sus memorias, bajo el título genérico de Confesiones, en donde la narración de sí mismo está al servicio del proselitismo religioso y la conversión, pues en esos lejanos años el Yo aún no tenía valor por sí solo: debía estar referido a algo grande para expresarse. El camino hacia la literatura intimista nos permite trazar la historia del Yo y su lento reforzamiento, pues no olvidemos que aún en el siglo XVII Pascal afirmaba que “el Yo es patético”, y por lo tanto solo
SANTIAGO GAMBOA Facebook: Santiago Gamboa–círculo de lectores
se lo invocaba como espacio sobre el cual proyectar ideas o presunciones sobre la condición humana general. Fue el caso de Rousseau, un siglo después, quien escribió también unas Confesiones que, incluso si pueden considerarse como el canto inaugural y de independencia del Yo, aún están fuertemente marcadas por el deseo de influir en los cambios sociales, exponer una nueva moral opuesta a la Ilustración y pregonar un regreso a la naturaleza. Por eso este libro fue precursor de dos cosas: la Revolución francesa y la llegada del romanticismo, en donde vemos una verdadera explosión liberadora del Yo que permitirá, a partir de ahí, dar rienda suelta al diarismo y a las miles de manifestaciones de lo íntimo, tanto en la literatura como en la filosofía. Los franceses del siglo XIX escribieron diarios y memorias de viaje, caso de Flaubert, Amiel y Léauteaud narrando los hechos
John Cheever
de la vida social, siendo la voz de una racionalidad fragmentada. Luego vino Tolstoi con sus diarios obsesivos, divididos en tres cuadernos. O Kafka y sus diarios que eran sobre todo un taller literario para sí mismo. Y Thomas Mann, con páginas banales pero llenas de misterio sobre su sexualidad. Luego Jünger y la lejana mirada de un aristócrata sobre la guerra, o la obsesión de Gombrowicz por elucidar su lugar en la literatura polaca, o la tremenda lucha contra el alcohol en el desdichado John Cheever. Y tal vez los más memorables de la lengua española: los de Julio Ramón Ribeyro, con ese bello título de La tentación del fracaso. L
dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez
MILENIO
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× M A LVA
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ANTESALA
ESPECIAL
F LO R E S ×
A qué vienes… Este poema, rigurosamente inédito, forma parte de un libro en preparación
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qué vienes aquí tirando línea para decir que el mundo es una mierda que sufres tanto que sufres mucho que no miras la puerta ni la aldaba. Que has tirado la llave para ya no salir para que no se pierda el eslabón. A qué vienes aquí qué patetismo como si el poema fuera un vertedero de lágrimas.
× E KO × E X L I B R I S × L A D I O S A F EYJA ×
El columnista CARACTERES
ÁLVARO URIBE alvuribe@yahoo.com.mx
A
unque no lo parezca, o en ciertos casos lo parezca demasiado, escribir una columna en cualquier publicación periódica es un oficio serio. Puede ser asimismo un privilegio, según el escritor de que se trate. Y resulta sin duda, para alguien tan dubitativo y propenso a la desidia como Miguel Solista, una tortura recurrente. Ya sea mensual o quincenal o semanal, y ni se diga si es diaria, una columna tiende a convertirse en ocupación de tiempo completo. Apenas terminada la última entrega, el columnista empieza a pensar de qué escribirá en la siguiente. Y si lo mueve una mínima ambición literaria pensará también, o sobre todo, en la forma (que incluye, pero no se reduce, a la prosa). Para acometer los retos del tema o del estilo, muchos columnistas ensimismados optan por hablar sin pudor de sus propias personas. De sus éxitos (reales o imaginarios). De sus gustos (más o menos caprichosos y determinados por la amistad o por la conveniencia). De sus fobias (igualmente antojadizas y originadas en la enemistad o en la envidia). Otros (que a veces son los mismos) se aventuran a comentar las noticias. El último Premio Nobel o el último muro que se alza contra los migrantes en Europa y en Estados Unidos o el último acto de violencia de las autoridades mexicanas contra los opositores (pero rara vez el último acto de violencia de los opositores contra los demás ciudadanos) les sirven de pretexto a estos columnistas sagaces para externar sus opiniones más o menos informadas y, de paso, establecer en qué lado se ubican de la frontera siempre cambiante de la corrección política. Miguel Solista no está exento de la vanidad de quienes hablan (bien) de sí mismos, ni de la fatuidad de quienes opinan (correctamente) de todos los asuntos del mundo. Pero en vez (o además) de ejercer estos defectos en su columna, él la utiliza para denunciar y escarnecer los defectos del prójimo. Solista se sabe fraudulento. Falible. Frágil. Casi nunca mejor y muchas veces peor que los otros. No se pretende moralista, aunque a menudo lo es. Menos aún quisiera ser moralino, pero no siempre consigue evitar la falsa rectitud. Y cuando se erige en humorista para burlarse de la solemnidad del prójimo no hace con frecuencia sino exhibir su propio mal humor. Luego está el problema de los caracteres. Los implacables tres mil caracteres, que te limitan pero también te educan. Te enseñan a eliminar sin contemplaciones adjetivos o frases completas. Te obligan a decir un poco más. Te imponen el deber de respetar no tanto el contenido de tu pensamiento como el estrecho continente donde se moldea en signos. Y, sin embargo, en tal espacio de medidas inviolables puede surgir una suerte de improvisación. Una melodía verbal que se compone al tiempo que se ejecuta, a la manera del jazz. Un texto no prescrito y a la vez necesario. Un mensaje efímero con urgencia de durabilidad. Un episodio fugaz y terminante como éste, en que Solista el columnista se fusiona con las palabras que lo llevan a su fin. L
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LABERINTO
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Rob Riemen
“Reemplazamos el amor a la sabiduría por la ciencia”
El pensador holandés, quien preside el Instituto Nexus, estuvo de visita en México. En estas páginas, sintetiza su pensamiento, que vindica a la democracia como creadora de hombres libres y a las bellas artes como respuesta a los golpes de la historia, y se revuelve contra la estupidez encarnada en los Putin y los Trump ENTREVISTA ADRIANA MALVIDO
C
uando vino a México el año pasado, el filósofo Rob Riemen, autor de Nobleza de espíritu, una idea olvidada, dijo en entrevista al despedirse: “Con su riqueza, México debería estar en la cima, necesita una revolución”. Y regresó a Holanda donde preside el Instituto Nexus, para organizar la Conferencia Internacional “Esperando a los bárbaros” que abrió Amos Oz justo un día después del ataque terrorista en París que enlutó al mundo. Por eso, en su visita reciente, le pedí iniciar la conversación a partir de esa idea. Y Riemen, que salía de la Universidad Anáhuac donde dio su conferencia “¿Qué salvará al mundo?”, una pregunta perenne, accedió. “La revolución que necesitamos, no solo México sino el mundo occidental, consiste en un cambio de mentalidad. Necesitamos pensar de manera totalmente diferente. Porque los paradigmas dominantes de nuestras sociedades, que son el mercado, el crecimiento económico y el dinero, ya no se sostienen, están en un callejón sin salida. Por razones ecológicas, sociales y políticas, ya no podemos continuar bajo un sistema que se basa en la desigualdad bajo el dominio de los valores de las finanzas y de la ideología del mercado”. Dijo en su conferencia: “Debajo de la superficie de las noticias cotidianas, igual que en los terremotos, se está generando una colisión, una explosión social entre dos fuerzas: por un lado, aquella con una visión del mundo dominada por la ciencia, la tecnología y el capitalismo pero desprovista de valores morales y espirituales, y, por el otro, una visión del mundo llena de valores morales y espirituales pero dominados por la irracionalidad, el tribalismo, el fundamentalismo o el fascismo. El primero es un mundo de ‘ganadores’, ricos, tecnológicos y exitosos. El segundo es un mundo de ‘perdedores’, víctimas de la inequidad económica, la inseguridad global y la amenaza que sienten hacia su identidad”. Riemen aclara que no tiene nada contra la ciencia, que es necesaria y ha hecho enormes aportaciones para entender a la naturaleza, “pero nada tiene que decir acerca de la naturaleza humana, acerca del bien y el mal o de la dignidad, la justicia, la belleza, los valores universales, ni podrá responder nunca las dos preguntas fundamentales
de Sócrates: ¿cuál es la forma correcta de vivir?, ¿qué es una buena sociedad? No bastan las neurociencias para explicar la dimensión humana, la que tiene que ver con el alma. Para eso necesitamos la poesía, la historia, la literatura, la fi losofía y las artes, pero hemos renunciado a ellas”. Atrapada en el paradigma científico, la educación se concentra en teorías, defi niciones, hechos, habilidades, pero no en preguntas fi losóficas “y por eso tenemos la peor pobreza que es la del espíritu. Hay un vacío espiritual, un hueco emocional, una estética sin sentido, y como no lo reconocemos, abandonamos la cultura y la lectura de libros, que son caminos en busca de significados”. Dice Riemen que estuvo recientemente en Nueva York y le tocó la presentación en la ONU de una App para niños, desarrollada con la idea de que entiendan la vida de los otros y la diversidad cultural. “Y dije: nuestra condición humana no permite respuestas confeccionadas a la medida en las cuestiones más importantes de la vida. No puedes entender una sociedad, ni formarte como un ser humano completo, sin imaginación. La imaginación es esencial para mínimamente entender al prójimo que te rodea. Sin ella estamos perdidos. ¿Cómo se alimenta? Con literatura, con libros, con preguntas, ¡no con una aplicación!” Ese, agrega, es un pequeño ejemplo de la mentalidad dominante que cultivan las élites en el poder. —Hay un debilitamiento de las viejas y grandes estructuras como los partidos políticos, las instituciones educativas, las religiones… —Lo más importante es que han perdido autoridad. Menciona un político o un partido que inspire confianza; creo que el último fue Nelson Mandela. En el Vaticano hay un Papa que hace lo posible pero tiene que pelear con fuerzas extremadamente conservadoras que solo se interesan por el poder. Vivimos una era postcristiana. Las instituciones religiosas han perdido credibilidad y la triste verdad es que su intolerancia, sus abusos, sus hipocresías morales, su rigidez, han contribuido a fomentar su propia irrelevancia. Si las instituciones religiosas no son más un lugar para la esperanza, el consuelo y la visión de futuro, ¿lo son el mundo de la política, las finanzas y los medios? Por desgracia se manejan para responder a sus propios intereses y, salvo pocas excepciones, les importan más sus ingresos que cambiar al mundo. Esperamos algo nuevo, pero lo nuevo no lo será tanto si es que hablamos de un renacimiento que consiste en redescubrir los valores fundamentales, la verdadera educación centrada en el desarrollo intelectual, el conocimiento y la riqueza del arte y el mundo de las ideas. Riemen urge al mundo de los ricos a redescubrir el sentido de la responsabilidad cívica. Y, sobre todo, al redescubrimiento del verdadero significado de la democracia. Todos, dice, deberíamos leer o releer The Democratic Vistas (Perspectivas democráOMAR MENESES
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FILOSOFÍA
SHUTTERSTOCK
ticas) de Walt Whitman. La democracia como un proyecto de amor y comunión universal que va mucho más allá de las urnas electorales. “Lo que hemos hecho con la democracia es una gran broma, no es democracia, se está convirtiendo en fascismo por todos lados”. El filósofo se pregunta: “¿qué clase de mundo queremos? ¿Uno en donde los ricos vivan protegidos con enormes muros y en donde los diferentes no son bienvenidos? Eso tampoco es sustentable y lo vemos con más de un millón de refugiados. El mundo es global, ya no podemos regresar a las sociedades tribales; por eso me preocupa la vuelta al nacionalismo que se expande por Europa y que podría significar el fin de la Unión Europea. El reduccionismo es una de las más grandes amenazas para una sociedad civilizada. La idea de que la identidad se limita a tu ADN, a tu sangre, va en contra de la grandeza filosófica que cultivaron los judíos, cristianos, budistas, musulmanes: el sentido del universalismo. Reconocer que todos somos parte de la humanidad es el mayor logro de la civilización, como diría Thomas Mann”. Por eso lamenta las nuevas formas de tribalismo que se expresan, por ejemplo, en Hungría, donde la sociedad votó “no” en un referéndum para decidir si aceptaba o no a 1300 refugiados; en el Brexit y, desde luego, en la popularidad de “un fascista como Donald Trump”. Vivimos un mundo globalizado, dice, “pero hemos perdido dos cosas: el idealismo y la solidaridad”. Otra forma de fascismo “insana y preocupante es la política de identidades que se está expandiendo por Estados Unidos. Vas a la biblioteca de la mejor universidad, tomas un libro y te advertirán que puede tener una micro agresión. Es decir, que leerlo puede confrontarte con observaciones que pueden resultar ofensivas; por ejemplo, si eres homosexual, o un migrante o… Se trata de un fenómeno totalitario ¡y viene de la izquierda!” A falta de valores universales, se ha creado lo que Riemen llama una “sociedad niño” en la cual el ego es la medida de todo y la fuente de cualquier forma de identidad, donde la crítica parecerá un insulto, y no existe la autocrítica. “Trump y sus clones en otras partes del mundo están ahí porque no vivimos en democracia. A las élites en el poder no les interesa el bienestar de la gente sino el de ellos mismos y su partido. La verdadera democracia es la que garantiza a todos la posibilidad de convertirse en seres humanos en su mejor versión a través de la libertad. Es
un proceso que permite el crecimiento de un individuo hacia una personalidad. Vivimos en un mundo con muchos individuos, pero todos iguales, de la misma manera en que hay muchos políticos pero no estadistas. “La democracia está para garantizar la prevalencia de los valores humanos y para proteger aquello que es vulnerable. Esa es la medida de una sociedad democrática. ¿Y qué es vulnerable? La gente mayor, la gente enferma, los desempleados, los niños, el medio ambiente, los animales… La cultura es vulnerable. Eso es lo que hay que proteger; de ahí la validez de una democracia social que se hace cargo de esas cuestiones. Cuando todo aquello deja de protegerse, se generan la codicia y el miedo. Entonces hay una democracia perdida y aparecen los Trump, los Putin, los Le Pen… La democracia se basa en la idea de elevar a la gente a un mejor nivel, no apelando a sus instintos más primarios como hace el fascista, sino a su dignidad. El autor de El eterno retorno del fascismo dice que tardó años y Quítale la historia la lectura de muchas de quiénes somos a la obras para entender por comunidad humana y lo qué tantos millones de que queda son individuos personas sucumbieron viviendo un periodo ante Mussolini y Hitler a limitado de vida quienes suele estudiarse desde el ángulo del holocausto y los genocidios. Pero apareció Trump “y pude entender mejor qué es lo que sucede. Es el carisma, pero también la narrativa, aunque la suya sea una mentira. La gente tiene necesidad de creer y el fascismo es una especie de religión”. En su más reciente libro, El regreso de Europa, sus lágrimas, obras y sueños, el filósofo va en busca de la princesa Europa, la fundadora de la civilización occidental, que vuelve después de siglos en cautiverio, secuestrada por el poder. Lo que descubre es que “la nostalgia no sirve, el conservadurismo tampoco, son solo trucos para proteger a la gente que vive bien. Lo único a nuestro alcance es el redescubrimiento de los valores fundamentales de la cultura”. Y para Riemen el valor fundamental es la traducción que hizo Cicerón de la idea de Sócrates sobre la educación: el cultivo del alma que es la filosofía. En esa noción, dice, está la esencia de la civilización. Y el cultivo del alma se da a través del amor a la sabiduría. Sin embargo, aclara, ya no tenemos amor a la sabiduría, lo reemplazamos por la ciencia
y la tecnología como nuevas religiones. En el lugar de la cultura pusimos el entretenimiento y la urgencia de sensaciones tomó el lugar de los verdaderos sentimientos. Es, define, “una sociedad en decadencia extrema”. Para Riemen, una de las características más dramáticas de la sociedad contemporánea es “la pérdida de grandes narrativas”. Advierte que con ellas “también perdimos el compás moral que ni la ciencia ni la tecnología podrán devolvernos”. —¿Cuál es la importancia de las narrativas? —En la antigüedad romana, en la griega, en tiempos bíblicos, la gente vivía en su narrativa, en la historia: de dónde venían, hacia dónde iban y qué había en el camino. Todas las culturas apelaban a estas narrativas para darle significado a sus vidas. Quítale la historia de quiénes somos y hacia dónde vamos a la comunidad humana y lo único que queda son individuos viviendo un periodo limitado de vida, lidiando con sus problemas —levantarse, ir a la escuela, la tarea, luego el trabajo, las relaciones, los hijos— y, al final, ¿para qué todo esto? Somos seres que no podemos vivir sin la noción de que nuestra vida ha de ser significativa. La vida es un fenómeno complicado y puedes tratar de evadir la pregunta acerca del sentido, pero entonces emprendes un gran escape que resulta un trabajo de tiempo completo, porque todo el tiempo quieres inventar algo nuevo que te distraiga, juegas y te aburres, ves un show y te aburres… Todo resulta aburrido. Las grandes narrativas religiosas fueron reemplazadas por ideologías políticas. Marx es una gran narrativa, pero resultó una falsa narrativa en la realidad, como todas las ideologías. Somos una sociedad fragmentada, en donde cada quien hace lo suyo, sin conexiones. La gran narrativa de hoy es que somos puras neuronas, puro ADN. Es una narrativa tecnológico-científica según la cual la ciencia resolverá todo y la neurociencia lo explicará, pero es una falsa narrativa”. El autor de La universidad de la vida insiste: “No podemos vivir sin historias, las necesitamos para entender la vida. La gran narrativa está ahí, pero nos faltan traductores. Tenemos autores de plegarias y de eslóganes, pero no grandes traductores como lo fueron Hipatia y San Agustín en el siglo V; Petrarca en el XII; Erasmo en el XVI; Goethe, Kierkegaard, Tolstoi y Dostoievski en el XIX; Mann, Pasternak, Tarkovski en el XX. ¿Qué tienen en común? Que dieron una respuesta moral, intelectual, a su tiempo, repensaron las preguntas fundamentales y a través de su traducción nos invitaron a encontrar el significado de la vida”. —¿Y eso es responsabilidad de los artistas? —Siempre ha sido así. Los artistas son los traductores de las mitologías fundamentales y de las grandes narrativas de la humanidad. Por eso nos reencontramos de diversas formas con el mito de Fausto, Parsifal, Antígona… en busca del conocimiento, del Santo Grial. La vida es un viaje y todos vamos camino a Ítaca. Cuando los nazis asumieron el poder con su narrativa, Thomas Mann escribió la narrativa alterna para recordarnos lo que significa existir como ser humano. Estamos esperando al nuevo Kafka, al nuevo Pessoa, al nuevo Joyce y al nuevo Proust, que deben estar por ahí pero quizá los editores actuales, obsesionados con ventas masivas, no los publican. —¿Y los intelectuales? —Hay que aceptar que no tenemos la verdad pero cuando encontramos una verdad hay que comunicarla en un lenguaje de nuestro tiempo. Necesitamos ayuda de las musas y sus artes. Rob Riemen se despide con una sorpresa: el prestigioso Instituto Nexus que preside en Tilburg, Holanda, desde hace 25 años, se convertirá en academia y abrirá sus actividades en diferentes regiones del mundo. Una de ellas es México. L
LABERINTO
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Jorge Alberto Manrique
“El crítico es la no La muerte del SYLVIA NAVARRETE observador e historiador A Mónica Mansour y Gloria Hernández del arte mexicano el n días pasados, la UNAM y el INBA celebraron con un coloquio y dos expasado miércoles 2 posiciones documentales los 80 años de de noviembre deja Jorge Alberto Manrique (Azcapotzalco, 1936), decano de la crítica y la historia más que una ausencia: del arte, quien cultivó una misma pasión por las deja el silencio, tan augustas piedras de los conventos y por la plástica vanguardia. Desde que en 1959 inútil en nuestros días. de recibió el Premio Paul Westheim a Este retrato captura la crítica novel, empezó a publicar en diarios nacionales su vocación rebelde, regularmente y se impuso como una pluma de más allá de las aulas y su paso accidentado excepción, las palmas académicas —y vaya por las instituciones y que las tuvo—. Además, en las tres que dirigió, dejó una sus afinidades con las instituciones huella progresista, si no polémica: el expresiones plásticas de Instituto de Investigaciones Estéticas el Museo Nacional de temple alternativo (1974–1980), Arte (1982–1983) y el Museo de Arte
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Moderno (1987–1988), lo que bastó para calificarlo de “hombre de museos”. Ahora bien, si sumamos los periodos en que estuvo al frente del MUNAL (más cuatro meses de preparativos titánicos para fundarlo) y del MAM, se totalizan apenas dos o tres años en funciones, truncados por salidas estrepitosas: del primero, porque se opuso a entregar sin mayor trámite normativo a Presidencia cuadros de José María Velasco pertenecientes a la colección permanente; del segundo, a consecuencia del allanamiento de Pro–Vida (“Anti–condón” lo llamó él) y grupos sinarquistas a sus salas un domingo, en protesta por la efigie de la Virgen de Guadalupe con rostro de Marilyn Monroe que expuso Rolando de la Rosa en el Salón Nacional de Artes Plásticas/ Sección Espacios Alternativos. Recordemos que corría el sexenio de Miguel de la Madrid, simpatizante del Opus Dei. En sus Cartas absurdas. Correspondencia entre Teresa del Conde y Jorge Alberto Manrique (Azabache, México, 1993), el primer tema que tocan ambos autores es, precisamente, la vacante que dejó Manrique en el MAM. Estamos en enero de 1989. Han pasado varios meses desde el escándalo, la renuncia forzada, las declaraciones a la prensa, entre otros a Proceso: “No se trata de defender al pintor ni al jurado. Se trata de que el pintor, supuestamente declarado enemigo personal de la Iglesia, digámoslo así, tiene el amparo de nuestras leyes, puesto que estamos en un Estado laico. […] El Estado ni está cumpliendo su deber, cede a las presiones del grupo mencionado y permite que se ataque una instancia pública”.
Hay cierto desencanto en el tono de estas primeras cartas de Manrique a Teresa del Conde, pero también una amarga lucidez al describir las entretelas del nuevo nombramiento, que por cierto tarda en efectuarse. Manrique esboza un perfil del candidato, que ha de proceder “de tres fondos de recursos humanos: 1) la academia; 2) los artistas; y 3) los burócratas”. Acto seguido, enlista las objeciones. 1) La academia sale mal parada, “porque por una parte producimos pocos críticos e historiadores de arte en las universidades, y los pocos que producimos los desaprovechamos”. A su vez, el gobierno profesa “una instintiva desconfianza hacia la libertad de pensamiento que suele propiciar el mundo académico”. 2) Los artistas eventuales no abundan, tendrían que descuidar su carrera (el ejemplo más destacado de artista metido a hombre de museos es Fernando Gamboa), de hecho, el INBA propuso el puesto a Manuel Felguérez y a Fernando González Gortázar, quienes declinaron. 3) “Salvo excepciones, los burócratas no tienen preparación especializada, se han formado en la brega diaria y a golpe de ascensos que premian su docilidad”. Con comprensible pesimismo, Manrique elabora un diagnóstico adverso de la situación que habrá de enfrentar el nuevo titular, quien, contra todo pronóstico y haciendo oídos sordos a su dictamen lamentable, acaba siendo la amiga cercana e interlocutora predilecta: Teresa del Conde, que permanece al timón del recinto diez años completos, y a la que Manrique llama cariñosamente “domadora de tantas fieras en el MAM”. La decisión de la colega corta de tajo el rencor del agraviado. Surgen otros muchos temas de discusión. Lástima que entre éstos no quepan testimonios sobre la experiencia íntima de ambos autores en el estudio cotidiano del acervo del MAM y en el ejercicio actualizado de la curaduría. Desde luego, en un año a Manrique no le dio tiempo de armar en el MAM una programación que reflejara su personalidad tan garbosa, en la que campean inteligencia en alerta, erudición, descaro, capacidad analítica, propensión al sarcasmo y una gran libertad de criterio. Sin contar que probablemente tuvo que ceder a compromisos políticos (la exposición de Víctor Flores Olea) y heredar algún proyecto de su antecesor Óscar Urrutia. Destaca en el ciclo de Manrique la promoción de la escultura en cerámica (un encuentro latinoamericano en el que participan Francisco Toledo, Gustavo Pérez, Hugo Velázquez, Adolfo Riestra, Gerda Gruber, Rosario Guillermo: de modo que Manrique contribuye al gran repunte de la disciplina en los años ochenta y noventa). Por otra parte, el MAM apoya la fotografía: monta una exposición de Manuel Álvarez Bravo (quien vendió al MAM en 1973 unas 400 obras suyas, y en señal de agradecimiento donó otras tantas de fotógrafos que coleccionó). Pero la moción más significativa, a mi modo de ver, es la difusión de lo que llamába-
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DE PORTADA
FOTOS: UNAM
oche” mos entonces el arte joven, en particular las tendencias neofigurativas: pionera resulta la colectiva Para tanto oropel… tiene espinas el nopal, que compendia “lo mexicano de lo mexicano” a través de las obras de Germán Venegas, Eloy Tarcisio, Ricardo Anguía... Otros compañeros de esa generación de neomexicanistas tienen cabida en el MAM bajo la administración de Manrique, como Adolfo Patiño, Nahúm Zenil, Phillip Bragar; pero también su contraparte, es decir la pintura más volcada a la glosa de la historia de la pintura, como la de Gustavo Aceves, Luis Argudín, Manuela Generali, Roberto Parodi. Un espectro amplio, en suma, de los veinte y treintañeros del momento, promisorios o con una “consistencia discernible”, sobre los cuales Manrique fue el primer académico en voltear la mirada. “En caliente”, con sentido de la pertinencia histórica y de la provocación, es a esta misma generación que Manrique rinde tributo en su discurso de ingreso a la Academia de Artes, en 1996, al que titula “Arte en tránsito. México 1980–1995”. Experto en arte colonial, campeón del manierismo, defensor del patrimonio monumental, Manrique escogió disertar sobre el periodo más reciente, al que siguió con “la excitación de un espectador frente a la andanada de nuevos y tan diversos artistas que de pronto han brotado en México” y que reseñó con fervor en sus columnas semanales de unomásuno y La Jornada. “Confieso que a mí me atrae personalmente el sentido del riesgo. […] Tengo bastante independencia para moverme como me parezca. […] Un historiador del arte lo es en un sentido amplio: debe interesarse en todo y saber de todo. No concibo a alguien que se interese solo por el pasado o el presente”. Manrique conoce la retórica de todas las épocas. Es el más apto para impartir durante décadas el seminario “Reforma y Contrarreforma” al que asiste toda la Facultad de Filosofía y Letras. Los de la Ruptura lo escogieron para teorizar sobre el “geometrismo mexicano” y abanderarlos. Y ahora resulta ser el indicado para analizar lo que él llama “la vuelta a la confianza herida” que, tras el desprecio al arte como objeto por parte de los grupos politizados en los años setenta, es aquel regreso de los años ochenta al individualismo, a la pintura, a la escultura, y a la recuperación accidentada del objeto artístico, en medio de la especulación, los espejismos del TLC y la tiranía del mercado. En suma, Manrique “hombre de museos” desde luego que sí lo fue. Pero sobre todo ensayista brillante y oportuno. Él mismo afirmó que “se cuenta entre quienes cabalgan entre historia y crítica: ese es mi defecto, esa es mi cualidad”. En sus monografías, antologías y artículos, tejía redes de afi nidades entre conceptos y prácticas, ponía en perspectiva histórica y cultural, establecía analogías insólitas y sabrosas. No le temía a su imaginación aventurera, quizá porque, como apunta Alberto Dallal, “su alma es la
de un artista. Esta cualidad lo ha conducido siempre a una audaz irreverencia”. El mérito de Manrique es dominar sin derrapar los traslapes intrépidos, la exposición sistemática de ideas y los comentarios agresivos, el rigor de la investigación de archivo y de campo, la soltura y el buen verbo literarios: un estilo que marida la elegancia un poco decadente del dandi y el anticonformismo del hippie. Por mi parte, las Experto en arte colonial, mayores bellezas campeón del manierismo, de Jorge Alberto defensor del patrimonio Manrique las he monumental, Manrique buscado tanto en escogió disertar sobre los disparos de su el periodo más reciente obra (escrita y promocional) como en su propia actitud frente a su trabajo. En retrospectiva, Manrique marcó una línea tanto en los museos como en la crítica del arte contemporáneo, al elaborar una visión de conjunto sobre la plástica alternativa fi nisecular, “ese modo nuevo de comportarse en el arte: desprejuiciado, joven, irreverente, que busca espacios no sacralizados ni oficiales, que arriesga a las propuestas más estrambóticas, carac-
terísticas de los últimos años en México”. Por último, Manrique sentó un precedente en la reacción a los atropellos a la libertad de expresión; a costa suya, y con su ejemplo de tolerancia, rectitud y dignidad, dimos un paso adelante en la defensa de ese derecho básico que, como él lo repitió en varias ocasiones, “es un imperativo moral de solidaridad humana”. En 1990, a los 53 años, una de sus “cartas absurdas” a Teresa del Conde deslizaba un recuento de su vida: “Hace tiempo que me empecé a dar cuenta que nadie me ha encargado ser responsable ni de la Universidad ni de la Patria, que ni una ni otra descansan sobre mis hombros, y que, quizá dando traspiés, pero sobreviven sin mi intervención directa. […] Soy lo que ya soy, no espero ni aspiro a ser más de lo que he podido ser. Ya no pienso como a los 22 o a los 27 años. Si aspiración tengo, ésta es solo mantener la imagen moral e intelectual que me he hecho de mí mismo con no poco esfuerzo. No más. Si lo consiguiera y yo —como puta arrepentida— pidiera confesión in articulo mortis, me daría por satisfecho. Si no, puede que también. Se hace lo que se puede”. Y lo hizo con más luz propia y gallardía que cualquier otro. L
CIENCIA
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LABERINTO
El primer plagio en la historia de la humanidad ESPECIAL
Fue Hiparco, y no Claudio Tolomeo, quien concibió la idea de que la Tierra ocupaba el centro del Universo DESMETÁFORA
GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx
Esta es la historia de un crimen científico… Me refiero a un crimen cometido por un científico contra sus colegas científicos y académico. R. R.Newton en El crimen de Claudio Tolomeo
U
n sueño premonitorio le dijo el lugar exacto donde establecer la ciudad: al norte de Egipto, justo frente a la isla del Faro. Alejandro Magno se dio cuenta que no tenía yeso para señalar el enclave, entonces hizo que le trajeran harina para marcar el círculo fundacional. Aún no terminaba de trazarlo cuando comenzaron a llegar las aves de todas partes a comer la harina esparcida. Al ver lo que ocurría, Alejandro entristeció pensando que se trataba de un mal augurio pero su vidente Aristandro supo interpretar el acontecimiento y pronosticó una ciudad tan rica y próspera que nutriría a todos los hombres de todas las razas y de todas las partes del mundo. Este es el origen de Alejandría. Alejandría llegó a ser el centro cultural más importante del mundo. Se construyó en ella una biblioteca monumental por la que habría de ser recordada por siempre y para siempre. La legendaria recopilación de documentos vive en la imaginación del mundo civilizado como representación admirable de conocimiento y sabiduría. En Alejandría residían por igual judíos, cristianos y musulmanes. La mayoría de sus habitantes eran bilingües. Unos hablaban de filosofía o astronomía, otros comerciaban, concertaban o discrepaban, y éstos o aquéllos lo hacían en griego o en egipcio por igual. Muchos eruditos encontraron en la ciudad neoplatónica un ambiente propicio para desarrollar sus ideas. Por ahí pasó Arquímedes, uno de los más notables científicos y matemáticos de la Antigüedad; Euclides, que desarrolló la geometría; Hiparco, que planteó con sus observaciones la idea geocéntrica del Universo; Aristarco quien, por el contrario, defendió el heliocentrismo; Eratóstenes, que cultivó la geografía y construyó mapas exactos del mundo conocido; Herófilo, quien llegó a concluir que la inteligencia no surgía del corazón sino del cerebro; Galeno, quien escribió tratados de anatomía y del tratamiento de las enfermedades, entre otros muchos. Una de las más grandes figuras de la biblioteca es sin duda Claudio Tolomeo, el más grande astrónomo en los comienzos de la era común, quien desarrolló el modelo geocéntrico del Universo que sería aceptado como válido por 1400 años. Según esto, el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giran alrededor de la Tierra. Tolomeo propuso que las estrellas estaban adheridas a una esfera a la que denominó primum mobile. Luego estaban los planetas y otros astros que eran arrastrados por círculos deferentes con centros desplazados para explicar su caprichoso andar. Tolomeo es el autor del Almagesto, una recopilación grandiosa en 13 tomos donde se describe y se revisa lo hasta entonces conocido del movimiento de los cuerpos en el firmamento. Esta obra es considerada, junto con Los elementos de Euclides, como la de mayor impacto de todos los tiempos. Fue Tycho Brahe, gran astrónomo renacentista, quien descubrió en el Almagesto un error sistemático en los datos usados por Tolomeo. Las estrellas fijas en la esfera celeste estaban posicionadas con un grado de error en la longitud. Esto revelaba que los datos fueron tomados de los catálogos
Sistema geocéntrico de Tolomeo
de Hiparco aun cuando Tolomeo afirmaba que eran el resultado de sus observaciones. De esta manera el resurgimiento del espíritu humano a través del arte y de la ciencia en el siglo XV no solo cuestionó las ideas imperantes, también puso en duda la honestidad de los que habían detentado la verdad por siglos. Después llegarían otros a revisar el trabajo de Tolomeo. El mismo Pierre Simon Laplace comentaría sobre las irregularidades en el Almagesto. Jean Baptiste Chevalier Delambre lo acusaría una vez más y los defensores de la tradición lucharían una y otra vez por recuperar el prestigio de Claudio Tolomeo. En fechas más recientes (1977), el historiador norteamericano de la ciencia Robert Russell Newton revisó con detalle el Almagesto para concluir que “Tolomeo ha sido el más exitoso de los fraudes en la historia de la ciencia”. Con su trabajo de historiador no solo mostró que Tolomeo había plagiado los datos de las tablas de Hiparco diciendo que él había obtenido esos resultados, encontró también datos inventados o modificados para hacerlos coincidir con lo que su modelo favorito decía. Colocar a nuestro planeta en el centro del Universo no fue quizá una medición sino solo una invención. Este debe ser el primer plagio registrado en la historia y a éste lo acompañan, aparentemente, la manipulación y la fabricación de datos con la pretensión de ser medidos por el mismo Tolomeo. En la historia de los plagios existen otros que reclaman ser los primeros. El poeta Marcial, que vivió entre el 40 y el 102 de nuestra era, parece haber notado que sus poemas eran copiados y recitados por terceros haciéndolos pasar por propios. Se dice que llegó a quejarse por escrito denunciando al ladrón pero no se conoce al plagiario ni sabemos más del caso. El Almagesto, en cambio, fue escrito en el siglo II, probablemente por la misma época, y de su carácter plagiario
tenemos mejor evidencia además de toda una historia de consecuencias. Es justo, pues, reclamar para la Ciencia el primer caso de plagio documentado en la historia de la humanidad. El plagio en otras actividades como el arte es difícil de enmarcar. Ahí la inspiración juega un papel importante y la similitud del resultado puede ser su evocación. Paul Gauguin decía: “El arte es plagio o es revolución”. En las ciencias experimentales, sin embargo, es muy difícil que una medición con diferentes instrumentos y técnicas distintas arroje el mismo número y el mismo error. Mucho antes de Tolomeo y aun de Hiparco, Esopo escribía fabulas. Una de ellas se refería al mundo de las aves y contaba que cuando Zeus se dispuso a nombrar un rey entre los pájaros los hizo acudir para admirar sus plumajes. La corneja, dándose cuenta de su magra vestimenta, recogió plumas que los otros dejaban caer con displicencia. Con éstas se cubrió el cuerpo para dar una apariencia majestuosa. Cuando Zeus estaba por elegir a la corneja como la más bella entre las aves, las otras, enfurecidas, le arrebataron las plumas que les pertenecían. Entonces la corneja se quedó tal y como la naturaleza la había creado. El plagio es pereza y pretensión pero quizá antes de eso es admiración. Esto es por lo menos una manera de ver lo que resulta a todas luces reprobable. “El plagio es una forma de halago”, decía el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, que debió pagar más de 50 mil dólares por la publicación, en periódicos españoles, de varios artículos con texto ajeno y firmados por él. A Facundo Cabral le gustaba decir: “Soy repetidor de Whitman, a quien amé hasta el plagio”. En todo caso y como alguien dijo que decía Leonardo Da Vinci: “Lo que mueve al mundo no son las máquinas sino las ideas, y defenderlas frente al plagio es una batalla necesaria para la sociedad”. L
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HABÍA MUCHA NEBLINA O HUMO O NO SÉ QUÉ CRISTINA RIVERA GARZA Literatura Random House México, 2016 243 pp. ¿Una biografía de Juan Rulfo? ¿Una versión libre del Juan Rulfo que recorrió todo México antes de escribir su obra? ¿Una cartografía de las muchas Luvinas que pueblan el mapa? ¿Una parodia de Pedro Páramo? ¿Una mirada al fotógrafo que captó “la miseria proverbial de las comunidades indígenas en las sierras y en los valles de Oaxaca”? Todo eso, y más, es este libro inclasificable que se lee como una novela nacida de la admiración o como un relato confesional que a ratos se inclina por la prosa poética.
EL SALVAJE GUILLERMO ARRIAGA Alfaguara México, 2016 690 pp. El joven que ha vivido entre dos mundos, el del barrio y la escuela privada, se embarca en una empresa de la que no saldrá indemne: vengar la muerte de su hermano mayor, metido a traficante, a manos de fanáticos religiosos protegidos por gente poderosa y entrenados para el combate. Al mismo tiempo, presenciamos la vida de un lobo al que otras bestias guardan sumisión. Uno y otro, animal y hombre, terminarán fundiéndose como en el tiempo en que las palabras eran mágicas, guardianas de los mitos.
EL CLUB DE LA PELEA 2 CHUCK PALAHNIUK Y CAMERON STEWART Reservoir Books México, 2016 278 pp. Tal parece que Palahniuk no pudo resistir la tentación de escribir una secuela de la historia de ese club de hombres peleoneros que se volvió novela de culto tras la película dirigida por David Fincher, pero ahora a través del género que mejor le queda a esa historia violenta e irónica: la novela gráfica. Para los fans, adelantaremos que el narrador ahora se llama Sebastian, que Tyler Durden está amarrado con medicamentos y que Marla es la esposa de Sebastian.
LUGARES OSCUROS GILLIAN FLYNN Roja y Negra México, 2016 403 pp. De la autora de Perdida llega la historia de Libby Day, una chica que cuando tenía siete años fue la única sobreviviente de lo que los medios llamaron “la masacre de la granja de Kinnakee, Kansas,” y que 25 años después es localizada por el Kill Club (una sociedad secreta obsesionada con los crímenes famosos) por el puro afán de atar los cabos sueltos pues están convencidos de que el autor de la matanza no fue Ben, el hermano de Libby, y quien ella señaló como el culpable.
ARMAS, GÉRMENES Y ACERO JARED DIAMOND Debolsillo México, 2016 592 pp. En esta “breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años”, el autor se propone reescribir esos tiempos alejándose de estereotipos. La investigación surge a partir de la pregunta de un nativo de Nueva Guinea: por qué los blancos desarrollaron más su tecnología que ellos. Al explicar las desigualdades, hay que evitar, advierte el historiador, tres cosas: justificar el dominio de un hombre sobre otro, glorificar lo occidental, y dar preeminencia a la civilización sobre los cazadores-recolectores.
F U EG O
EN LIBRERÍAS
L E N TO ×
MAMÁ DUERME SOLA ESTA NOCHE
Agustín Monsreal Jus México, 2016
El lenguaje va de fiesta ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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abemos hasta el cansancio que el argumento es un ingrediente marginal de la novela. Puede incluso limitarse a unas cuantas anécdotas o simplemente hacerse a un lado. Quien aún tenga dudas sobre ello puede visitar Mamá duerme sola esta noche (insólitamente precedida por un relato muy-muy corto: “¡Carajo, otra vez perro!”) con la que Agustín Monsreal vuelve con brillo a las andadas. Su argumento es en verdad insustancial: cuatro amigos demasiado pobretones como para permitirse un mínimo exceso deciden llevarle serenata a sus cabecitas blancas en la víspera del 10 de mayo. De camino a Garibaldi, anclan en uno de esos tugurios donde los tragos pueden costar la vida y donde los cuerpos femeninos son sinónimo de la descomposición. A duras penas contratan un trío y ebrios de alcohol y sentimentalismo emprenden la ronda. Eso es todo. Un lector acostumbrado a la única realidad de los hechos no debería siquiera asomarse a Mamá duerme sola esta noche. Sería víctima de una ingrata sensación de vacío. Y es que Agustín Monsreal consigue representar la indómita naturaleza del lenguaje, su sangre levantisca, las mil y un posibilidades de nombrar las cosas sin convertirlas en piedra. Leamos, por ejemplo, esta descripción: “extraviadotes de tiempo que enfuman cigarro enamoriscado mientras aparecen en la esquina y entran en el escenario de su corazón, suavecitamente contoneantes y sonrisueñas, las noviecitas santitas, puras y transparentes como algodones de azúcar refi nada que, a Dios gracias, aún lo endichan a uno en parques y ferias proletarias y con las cuales habrán de procrear, cópula mediante, esos muchos granitos de arena que servirán para el engrandecimiento de la patria”. O esta otra: “como acariciando el semblante afi liado a las penurias perpetuas de la viejecita corazón de pollo y alma de trapiche”. Monsreal no quiere la pirotecnia verbal; quiere crear una suave amalgama de expresiones populares y chispazos doctos, de monólogo interior y diálogo teatral, de dialecto alburero y citas poéticas. La composición narrativa transforma así los pequeños detalles en el centro de nuestra atención y termina por reducir el propósito de los cuatro noctámbulos a casi nada. Nos desentendemos de la anécdota porque el lenguaje ocupa todo el cuadro. La fiesta que arma Monsreal no carece sin embargo de fibra ética. Entre juegos de palabras y acrobacias mentales, adivinamos la materia infame de la que están hechos los habitantes de la Ciudad de México: solo la esposa, la novia, la hermana, la hija y la santa madrecita se defi nen como espíritu. Las demás son carne deseante o ultrajada. L
CINE
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LABERINTO
ESPECIAL
que cambiar esto. En ese marco encuentro en Roberto Durán a un héroe de carne y hueso. ¿Por qué si en su película hay una aproximación al momento político de Panamá, no aborda el periodo en el que Durán es candidato a la presidencia?
Lo que mencionas ocurre una década y media después de que termina la película. Durán da para diez filmes diferentes. Decidí enfocarme en su periodo más puro como héroe porque nos permitía construir una estructura de auge, caída y redención. Durán termina teniendo cierta influencia política.
Jonathan Jakubowicz
“El deporte representa la dignidad de los pueblos” Manos de piedra evoca el arduo ascenso a la fama y la riqueza del pugilista panameño Roberto Durán HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com
ENTREVISTA
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Roberto Manos de piedra Durán la gloria le llegó de golpe. Se convirtió en campeón de peso welter y con ello en motivo de orgullo en Panamá, tras vencer a Ray Sugar Leonard. Subido en el pedestal de la fama, como muchos otros pugilistas, se enfrascó en los excesos y la fiesta. En medio de la celebración fue obligado a darle la revancha al estadunidense; previsiblemente, perdió. Con el propósito de contar aquel episodio, el cineasta panameño Jonathan Jakubowicz filmó Manos de piedra, que incluye las actuaciones de Robert De Niro, Eric Ramírez, Rubén Blades y Ellen Barkin.
Es curioso que un personaje tan importante como Roberto Durán tenga pocas revisiones desde el cine. Acaso recuerdo el documental Los puños de una nación, de Pituka Ortega.
El documental de Pituka es bellísimo pero no ha tenido la circulación que merece por una cuestión de derechos. La verdadera pregunta es: ¿por qué apenas se le dedica una ficción? En Latinoamérica no estamos acostumbrados a celebrar a nuestros héroes. Tendemos a hacer películas o series de televisión sobre nuestros criminales. Hay
HOMBRE DE CELULOIDE
Los boxeadores se identifican con el pueblo llano, por eso los políticos encuentran en ellos una herramienta para acercarse a las clases bajas. Manos de piedra me contó que durante una visita a La Habana, Fidel Castro quería reunirse con él para preguntarle si Stevenson le podría ganar a Muhammad Ali. La respuesta de Durán fue que Ali podía matar a Stevenson, y que mejor se olvidara de eso. Imagínate, si el cubano le hubiera ganado al estadunidense habría sido la cumbre propagandística de Castro. El deporte representa la identidad y la dignidad de los pueblos. ¿Por qué el boxeo se presta para los relatos épicos?
El boxeo es un deporte que nace de la pobreza, un deporte relacionado con el hambre y la necesidad de reconocimiento. Cuando el éxito llega, lo hace de repente y enloquece a cualquiera. Imagínate pasar de no tener un dólar a ganar un millón. Los boxeadores olvidan que alcanzaron la cúspide porque se centraron en la meta con disciplina. Lo peor que le puede pasar a un boxeador es perder la rabia. Usted plantea a un Durán que pierde con Leonard porque es víctima de la mafia del boxeo.
A Durán le toca la época del inicio del deporte como espectáculo. Sugar Ray Leonard llegó a ser el hombre más famoso de Estados Unidos y esto generó vínculos con mafias e intereses oscuros. Por la misma naturaleza del origen de los boxeadores, muchas veces firman acuerdos desventajosos. Durán fue víctima de ello. Soltó una revancha con Leonard en seis meses, algo absurdo, incluso ahora. ¿Durán le puso alguna limitante en la historia?
Nunca ha pretendido ser un santo. Solo me pidió que no hubiera drogas; asegura que nunca las consumió. Su hijo fue parte del proceso y Manos de piedra conoció el guión pero no impuso nada. L FERNANDO ZAMORA
@fernandovzamora ESPECIAL
Los niños también quieren ser dios
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a verdad es que Doctor Strange no se toma demasiado en serio. El director incluso se cura en salud y hace decir a su héroe: “¡Por favor! No me vengas con ‘filosofía’ New Age”. La verdad es que todo en esta película resuma New Age. Como se sabe, el filme está basado en un cómic que desarrollaron Stan Lee y Steve Ditko, creadores de Spider Man. La gracia de la versión 2016 estriba en que el director revive el espíritu de aquellos años sin que esto se traduzca en la inocencia medio boba de un mundo que Internet ha dejado muy atrás. Los millennials disfrutarán la película justamente por eso. Sus papás y sus abuelos tal vez solo por la nostalgia. Y es que la historia original apareció en 1963; ha sido llevada al cine en 1978 y no hace mucho, en 2007, en
una animación bastante efectiva. Justo por lo trabajado del tema, si tenemos la impresión de que ya vimos esta o aquella escena, quizá sea cierto. El cómic, a pesar de estar más o menos olvidado, influyó a una generación de cineastas. Aquí encontramos, por fin, el origen de La Fuerza de George Lucas, muchos de los chistes de Karate Kid y todo aquello con lo que se ríen los guionistas de Kung–Fu Panda. El director y la producción han sabido darle a Doctor Strange una imagen propia del siglo XXI, a pesar de que la trama es tan clásica que resulta avejentada: luego de un aparatoso accidente, un exitoso cirujano pierde la destreza manual. Para remediar el trauma se va a Nepal donde encuentra una gurú que le enseña sánscrito en
Doctor Strange: hechicero supremo (Doctor Strange). dirección: Scott Derrickson. con Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Michael Stuhlbarg. Estados Unidos, 2016.
un santiamén. En el tiempo en que Luke Skywalker apenas está saludando al viejo Yoda, nuestro doctor ya está abriendo portales entre Katmandú y la cima del Éverest. Salpicado con todos los clichés imaginables, Doctor Strange es cine para niños que tiene dos o tres cosas interesantes para el adulto. No solo la lucha entre el bien y el mal, algo que subyace en todo drama hollywoodense, sino en la creación de un universo tan
puritano que hay diablo pero no Dios. Este es el mundo New Age de Doctor Strange, uno en el que la voluntad todo lo puede, uno que favorece la competencia intelectual, el individualismo y aquello que en los años sesenta era parte de la cultura obrera de Estados Unidos. Como habría dicho Malraux en La condición humana: todos los hombres, aun los niños que leyeron este cómic, aun los niños que ven este cine, todos aspiran a ser dios. L
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ESCENARIOS
ESPECIAL
Sobre un fantasma Este mínimo retrato de Pierre Schaeffer moldea los primeros pasos de la electroacústica y una personalidad siempre elusiva VIBRACIONES
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i siquiera en la definición hay consenso. ¿Pierre Schaeffer fue compositor, teórico musical, escritor u hombre de radio? Estamos ante un tipo evasivo y extraño que exploró los bordes, que existió en las fronteras. Mucho tuvo de fantasma. Se le intentó ignorar pero inquietaba su presencia, siempre ilegible, siempre —aún sin quererlo— polémica. Fue un niño que creció envuelto por sonidos tradicionales. Su padre tocaba el violín y su madre era maestra de canto. Y él, adolescente, quiso algo intermedio: ni tan agudo ni tan humano; escogió el violonchelo, que estudió en el Conservatorio de Nancy, pero la música que le enseñaban —arias de óperas sueltas, sinfonías románticas— lo aburría al grado del tedio. Su verdadera fascinación era el sonido. Escucharlo, desmenuzarlo, comprenderlo y transmitirlo. Se graduó como ingeniero (1934) y durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como lugarteniente de transmisiones en el este de Francia; se ocupaba, en gran medida, de asuntos clandestinos. Por ejemplo, difundir el llamado a la liberación de París (1944). Desde su laboratorio del Club d’Essai —estudio radial que fundó en 1942 con
HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com
el objeto de formar técnicos y producir programas— utilizó, por primera vez en la historia, la tecnología —la posibilidad de grabar sonidos— con fines musicales. Sus investigaciones revolucionaron la relación entre el sonido musical y la composición e hicieron posible el surgimiento de la electroacústica, en donde —a través de la manipulación tecnológica— el compositor convierte el sonido en materia (al transformar sus parámetros) y lo moldea a su antojo, en tiempo real, en relación directa con lo que escucha, como si esculpiera. Y, sin embargo, Pierre Schaeffer solo grabó locomotoras y torniquetes; nunca quiso ir más lejos. Se asustó de la puerta que había abierto. Compuso muy poco (Variaciones sobre una flauta mexicana y Suite para 14 instrumentos son tal vez sus obras más importantes) y en sus composiciones —de una sobriedad tan radical que a veces suenan inconclusas— quiso mantener el control sobre sus procesos y objetos sonoros. Sintió la necesidad de crear un procedimiento sistematizado que rigiera metodológicamente la manera en que los compositores utilizaban la tecnología y trataban los soni-
El creador de Variaciones sobre una flauta mexicana
dos pero era demasiado tarde: sin quererlo, se había convertido en el padre musical de la indeterminación y el azar. Pierre Schaeffer dejó de componer hacia 1967, a los 57 años, y dedicó el resto de su vida a escribir al lado de Jacqueline, su segunda esposa (Elisabeth, la primera, murió durante la guerra). De su obra literaria destacan las novelas Prélude, choral et fugue (1983) y Le gardieu de volcán (1969), sobre un joven francés, Simón Vanderer, que es enviado a México para ofrecer una conferencia sobre vulcanología en Uruapan. En uno de los pasajes sobre el primer acercamiento de Simón con el Paricutín, se lee: “lo mira, lo interroga, lo escucha; mi humo no le interese a usted, es
DANZA
ARGELIA GUERRERO
un volcán activo pero moderado; funciona sin perjudicar a nadie y a satisfacción de la clientela; respira, respire, […] no es contagioso mientras no se acerque demasiado”. Pierre Schaeffer murió a los 85 años (1995) en Aix, muy cerca de París. Jacqueline lo recordó como“un ser por descubrir constantemente, en movimiento perpetuo. […] ¡Dijo haberse enamorado de mis rodillas! […] Su exigencia interior lo torturaba. […] Se despidió un día soleado de verano, regresando a visitar los árboles que había plantado, diciéndonos adiós sin que nosotros lo supiéramos, con toda elegancia: disculpe usted, muero. La escritura era su oxígeno, su ejercicio cotidiano, su fuente de energía, […] decía: nunca me niego a una experiencia de comunicación”. L makarova81@yahoo.com.mx ESPECIAL
El devenir de nuestros pasos
H
ace poco me preguntaban sobre la dureza que existe detrás del ballet. Mucha gente con la misma inquietud suele referirse a las anécdotas que cita la película El cisne negro. Ahí se plantea una certera perspectiva de la psique de una bailarina. Sin embargo, cuando me preguntan, prefiero referirme al personaje de Vera en la novela La consagración de la primavera de Alejo Carpentier, cuyos matices son mayores y de una profundidad reflexiva también muy superior, puesto que mantiene como leit motiv las preocupaciones que aquejan a la protagonista, una bailarina rusa de ballet que transpola su universo del arte al de su momento histórico, y que también problematiza su devenir social: la ubica en diferentes contextos y baña su ser y su arte de la naturaleza de cada geografía por la que debe transitar. Vera es una bailarina que limita inicialmente sus preocupaciones a las ejecuciones pulcras del ballet, así como a la dinámica aspiracional que supone el desempeño en una compañía
tradicional. Lidia con sus deseos de ser una bailarina destacada y se confronta con sus múltiples limitaciones. Así, Carpentier ilustra lo que ocupa a una persona dedicada de lleno a la actividad dancística. Por ello sugiero a quienes se sienten intrigados por ese universo acercarse al personaje: “Hasta ahora solo he vivido a ras del suelo, mirando al suelo, atenta al suelo que va de mi impulso, de la volición de mi ser, de la rotación, del girar sobre mí misma hacia la luz aquella, cabo de candilejas —faro y meta—”, dice Vera al iniciar su danza escénica, que es un baile a través de la historia social. La novela de Carpentier usa el lenguaje de la danza para construir una serie de metáforas históricas y sociales, y elige a una bailarina rusa para transitar no solo en el tiempo y en la historia de la sociedad, sino para viajar desde el arte eurocéntrico hasta la América que reconfigura su historia y su arte. La bailarina creada decide afrontar la historia y la danza desde el autoconocimiento estético para convertirse en agente de su historia y
Alejo Carpentier
de su arte de modo dialéctico y en evolución. Carpentier concluye la novela abriendo una última metáfora. Cita a Noverre y reta a los tiempos venideros del arte: “Los ballets no pasaron, hasta ahora, de ser tímidos bocetos de lo que llegarán a ser algún día”. L
VARIA
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LABERINTO
ESPECIAL
Elitista TOSCANADAS
DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
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uelvo al tema del Nobel de Bob Dylan, pero no para hablar sobre él, sino sobre el modo en que reaccionó mucha gente. Me topé con una buena cantidad de artículos y comentarios que celebraban casi a modo de revancha que la gran literatura no fuese algo elitista y de paso arremetían contra aquellos lectores, críticos, intelectuales o escritores de gustos más “exquisitos”, esos que pontifican “desde sus torres de marfil”. A esta alegría se sumaron, por supuesto, quienes ni siquiera leen, pues ahora la gran literatura se transmite en cualquier estación de radio, y los ignaros que de Sor Juana apenas se saben el “hombres necios que acusáis”, ahora pueden decir que conocen de memoria muchos versos de poetas enguitarrados. Este esfuerzo por tachar la buena literatura de esnobista y hacer pasar la mala literatura por buena, ataca por varios flancos. Y, sobre todo, ataca desde dentro. Los emporios editoriales ponen toda la carne al asador para promover basura y cuasi basura; y van ahogando poco a poco cada vez más a la mejor literatura. En las escuelas se prefirió adoptar la idea de que los niños son imbéciles, que su cabecita puede reventar si se les educa más de la cuenta, y les ofrecen un mundo de letras que apenas supera las canciones de cuna. La propia Academia Española deja escapar la idea de que el Quijote está lleno de paja y encomienda a Pérez– Reverte su adaptación para sublectores. Otro célebre quijotista dice que la lengua de Cervantes es una lengua
Adam Zagajewski
muerta y presenta un Quijote estupidizado y mal prosado, y el mismo Vargas Llosa se prestó a prologarlo. Adam Zagajewski, un poeta de verdad, escribió: “La democracia no nos salvará de la vulgaridad”. Y es que el espíritu democrático nos volvió tibios en todo cuanto se refiere a las artes. Ya casi nadie se atreve a diferenciar entre la buena o mala literatura. Las estadísticas de las instituciones culturales hablan de libros leídos por año, y se dice que lo importante es leer, sin importar qué. ¡Bravo!, dicen las grandes editoriales, y echan a andar las prensas con más inmundicia; luego compran pequeñas editoriales literarias, no para publicar literatura, sino para sacarlas del mercado.
CAFÉ MADRID
Pues no: las bellas artes han de ser la cumbre del espíritu humano, necesariamente tienen que estar en lo más alto, y sin embargo al alcance de todo aquel con sensibilidad, inteligencia, voluntad y, por supuesto, educación. Me da mucha pena que las escuelas fabriquen tanto mentecato, me da mucha pena que el autodidactismo sea tan infrecuente, me da mucha pena que la masa prefiera los estribillos que la poesía, que los cerdos prefieran el forraje que las perlas, pero por mucho que lo intenten, no convertirán la palabra “elitista” en un insulto. Los escritores de élite necesitan lectores de élite, y los libros de élite no son para cualquier paladar. Me da mucha pena, pero no lo son. L
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME
periodismovictor@yahoo.com.mx ESPECIAL
El baúl de Darío E
l enorme y pesado baúl es, cómo no, de color azul. Llegó a la Universidad Complutense de Madrid en 1956, donado por una señora de nombre Francisca Sánchez, lleno de notas de compra de bebidas alcohólicas, hojas con poemas a medio terminar, tickets de carrozas, sombreros y restaurantes, dibujos infantiles, análisis médicos, postales, telegramas y cartas firmadas, entre otros, por un tal Juan Ramón Jiménez. Son más de 5 mil papeles que revelan buena parte del mundo cotidiano e íntimo del poeta, periodista y diplomático nicaragüense Rubén Darío, de quien el pasado febrero se cumplió el centenario de su muerte. Darío había llegado a España cuando el siglo XIX estaba punto de expirar. Tenía la misión, encomendada por el diario argentino La Nación, de dar cuenta del ambiente que se vivía en este país después de la pérdida de la última de sus colonias americanas (Cuba). En eso estaba cuando un día que caminaba por la Casa de Campo de Madrid,
acompañado por Ramón del Valle–Inclán, se topó con una muchacha de 24 años. El autor de Prosas profanas era entonces un señor casado y ella una señorita soltera y sin compromiso, hija del jardinero del Rey Alfonso XIII y, como si se hubieran propuesto cumplir el típico argumento de las novelas de la época, a pesar del estado civil y la edad de él, el amor a primera vista surgió entre ellos. El escritor intentó una y otra vez divorciarse de su esposa, no lo logró pero eso no impidió que ambos mantuvieran una relación que duró casi dos décadas. Francisca velaba las jornadas de escritura de su gran amor, es decir, vigilaba que en la mano derecha de él estuviera casi siempre una pluma y no tanto la botella de whisky (una de sus principales aficiones). Esperaba con paciencia y rezos a que su amado volviera de sus múltiples y largos viajes diplomáticos o periodísticos, periplos atenuados por cartas de amor o de señalados esfuerzos ante las penurias económicas: “Querida coneja”,
Inventario de muebles entregados en la casa de Rubén Darío
le dice Darío en una misiva desde París, “haciendo un gran sacrificio, te mando cien francos. Te quiere, tu conejo”. Francisca, decíamos, guardaba —protegía— en un enorme baúl azul todo lo que tenía que ver con Rubén. Ese legado está expuesto ahora en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, no en la Ciudad Universitaria sino en pleno centro de la capital española, en perfecto estado y bien catalogado. Quizá viendo las precauciones que tomaba su querida “coneja”, Rubén Darío estipuló en su testamento: “A Francisca Sánchez dejo todo lo que tengo, rentas o bienes. Ella ha sido mi compañera”.
Lo que más tenía el poeta eran palabras derramadas en cuartillas amarillentas. Además de los manuscritos de sus libros ya conocidos y varias cartas, dentro de ese baúl estaba su famoso cuaderno de hule. Tiene 59 páginas y es importante porque revela su “taller de escritura”. Ahí están escritos —con pluma o con lápiz— versos sueltos, poemas casi acabados y el comienzo de su única novela: La isla de oro. Al cuaderno le faltan cuatro hojas. No se sabe con certeza si fue el propio Darío quien las arrancó pero, lo que es casi seguro, es que en ellas estaban los primeros versos de su Poema del otoño. L