Laberinto No.725 (06/05/17)

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Laberinto

EL DIAMANTE BARRAGÁN

ENCRUCIJADA FRANCESA

avelina lésper, miriam mabel martínez, gerardo herrera corral p. 02 y 08

josé abdón flores, melina balcázar moreno p. 04

MILENIO

NÚM. 725

sábado 6 de mayo de 2017 ARCHIVO JORGE LÓPEZ PÁEZ (CA. 1955)

JORGE LÓPEZ PÁEZ ernesto herrera p. 06


ANTESALA

sábado 6 de mayo de 2017

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LABERINTO

JILL MAGID

La baratija AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com

CASTA DIVA

U

ltrajaron su memoria, convirtieron sus restos en una baratija, y agravando el insulto, pretendieron usar esa baratija para canjear sus archivos, que contienen el testimonio de su vida creadora. Esta profanación ubica al arquitecto Luis Barragán en el plano internacional como comparsa obligado de una “obra de arte hecha con restos humanos”, ha dejado de ser un artista, lo redujeron a un despojo que se manipula como basura. La aportación de Barragán a la arquitectura mundial y a la identidad mexicana está rebajada en souvenir funerario, depredada entre la telenovela de una familia y los balbuceos incoherentes de una pseudo artista. La impunidad con la que atenta esta patología social llamada “arte contemporáneo” ha oscurecido la obra del artista y sus problemas más

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

serios: el descuido total de sus obras arquitectónicas y el desprecio que las instituciones gubernamentales y culturales tienen hacia los artistas y su acervo. El esfuerzo que hacen para destruir al arte real, desde el aparato académico, los museos, las instituciones, los teóricos y curadores del arte contemporáneo VIP es evidente en esta obra, centrando la atención en un anillo que simboliza el exterminio del concepto de autor, y de la obra de Barragán en particular. El extremo del cinismo está en el objeto mismo, la supuesta artista tramitó en Suiza un proceso que desde el año 2005 hace la misma empresa Algordanza con las funerarias J. García López y que despacha en su sucursal de Guadalajara. Las instituciones gubernamentales y los familiares, reencarnados en los personajes cómplices y cobardes

Milagro de la familia, 2016

de los Caprichos de Goya, le patrocinaron el engaño y la mandaron a pasear a Europa. Es tal la liberalidad de la legislación de las cenizas en Suiza que se pueden hacer diamantes “simbólicos” con cenizas de árboles, y ya que la pseudo artista mintió, vale la pena preguntarse de qué está hecho eso que veneran con fetichismo imbécil en las salas del MUAC, velado por Medina, sepulturero–curador en jefe. Espero que con esto la venta de los servicios funerarios

de J. García López crezca y que la UNAM y el gobierno adquieran los servicios para inmortalizar en diamantes a los involucrados que autorizaron y apoyaron este esperpento, los claven en una calavera como la de Hirst y les den una sala permanente en el MUAC, resignificados en obras de arte VIP post mortem. La cédula la escribirá el sepulturero–curador Medina, y debe iniciar citando el slogan de De Beers, “el insulto es para siempre”. L

Narciso fue infiel a sí mismo: se enamoró de la mujer del cántaro. ESPECIAL

De mala calidad ARTES VISUALES

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a controversia y el chisme (ese que abordara conceptualmente Ulises Carrión) son el eje de la exposición de Jill Magid, cuya obra pasa a segundo plano para desgracia (o fortuna) de la artista estadunidense. La atracción de la muestra Una carta siempre llega a su destino. Los archivos Barragán, que se exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), es el morbo, tal como las cabezas de los periódicos sensacionalistas tan hojeados por la sociedad contemporánea. Nos gusta el entretenimiento. Resulta decepcionante que las piezas exhibidas no sorprendan, que la propuesta no encienda la curiosidad, que no dispare el cuestionamiento. Demasiada expectativa y diatriba que borra lo que debería ser la protagonista: la obra. Quizá la exposición quiere contar una historia o el viaje de esa carta que no siempre llega a su destino. Un relato que de estar bien

MIRIAM MABEL MARTÍNEZ

narrado podría ser entretenido. No se trata del “personaje”, que en esta telenovela del arte contemporáneo podría ser ficticio, estrategia utilizada por muchos artistas, por cierto, sino del trabajo en sí. Al recorrer la muestra, resalta lo prístino de la disposición de piezas. Me sorprende la reiteración tanto como la asepsia. ¿Sería así si se tratara del finlandés Alvar Aalto? Leo la correspondencia en papel y tablets, muchos formatos, muchos documentos que se quedan en el limbo. Si bien las ideas pueden conmovernos y los conceptos pueden adquirir volúmenes exquisitos y reveladores, en esta propuesta extraño ese instante revelador en el que la mirada embona en la obra, cuando uno se siente tocado, con o sin explicación, o cuando se intuye que hay algo más por develar. Si el escándalo es la fuerza de la pieza, el performance extendido de Magid funciona. Si su objetivo es cuestionar al sistema capitalista, resulta pretenciosa y

La artista conceptual Jill Magid

autocomplaciente: ¿dónde está la crítica? Demasiado marketing que distrae. Barragán no es el centro de la pieza, es el pretexto; sin embargo, las estrategias para dar forma al contenido no se integran con esa argucia como lo vimos con Kapoor o como se ve en la expo de al lado de George Schneider. No es fácil contar historias, tampoco no contarlas. Veo el anillo con el diamante producido con las cenizas de Barragán, imagino qué gran obra maestra hubiera sido si el fiancé millonario hubiera optado por comprar las cenizas del arquitecto mexicano para hacer un anillo de compromiso único para Federica, su prometida. Quizá lo pensó, pero sabía que aún si hubiera utilizado todas las cenizas —y no solo poco más de 500 gramos—, como lo hace Magid, la calidad de la joya hubiera sido mala, como hoy lo vemos. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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× L ASS E

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JOHANN HEINRICH WILHELM TISCHBEIN

SÖ D E R B E R G ×

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ANTESALA

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Este poema pertenece a El libro de Arturo Cova, de próxima aparición en Ediciones El Tucán de Virginia ¡Qué doble dulzura la de tus muslos abiertos! Portón de seda abriendo paso en hora señalada, pilares indicando camino al más oloroso secreto. ¡Tus muslos! Prometen victoria final formando para el guerrero la decimoséptima letra del alfabeto.

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¿Quién era Arturo Cova? Lo ignoro, pese a que tengo entre mis pertenencias y desde hace ya muchos años, un legajo de poemas escritos a máquina de cinta negra gastada y en cuartillas tamaño americano, manchadas de humedad y alguna que otra corrección a lápiz, en una carpeta también manchada y con la siguiente etiqueta: Arturo Cova. El libro de los adulterios El manuscrito llegó a mis manos casualmente, por intermedio del propietario de una papelería en un pueblo de la isla de Mallorca, donde pasé varias temporadas a finales de los años cincuenta y a principios de los sesenta.

×EKO×EX LIBRIS×TURANDOT×

Retrato de Goethe

El hueso de Goethe BICHOS Y PARIENTES

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JULIO HUBARD

n sus Particularidades autobiográficas (1820) cuenta Goethe que “andaba afanosamente a la busca de un tipo general de huesos, y a ese efecto tenía que suponer que todas las partes del ser humano, tanto en el pormenor como en el conjunto, debían encontrarse también en todos los animales, tanto más cuanto que precisamente en tal hipótesis basábase la anatomía comparada”. Se las arregla para ir contando las búsquedas de otros científicos y dar cuenta de cómo un articulito suyo fue cosechando elogios desde 1785. Es notable, para nosotros, que lo leemos 200 años después, cómo los científicos del pasado trabajaban con unos pocos huesos y, sobre todo, con dos recursos que fueron indispensables: dibujos precisos y descripciones increíblemente nítidas y claras. Era común, pero a nosotros nos deslumbra la capacidad descriptiva, la estupenda prosa, no solo de Goethe, por supuesto, sino de cualquiera de los que va citando. Unos niegan la existencia del hueso intermaxilar en los humanos; otros, sin haberlo hallado, insisten en que tiene que existir. Describir un objeto es dificilísimo —y mucho más para nuestra época: hallamos cualquier imagen con un par de clics—. (De paso, me pregunto si este desuso nuestro de la descripción no yace en el origen de las actitudes de posverdad.) Aquel famoso hueso intermaxilar estaba descrito en la anatomía de los elefantes, vacas, babirusas, leones y monos. Quienes negaban la existencia del os intermaxillare humano (y aducían la ausencia como indicio teológico) repetían las fórmulas del famoso anatomista Camper: ahí reside la diferencia original entre monos y hombres. Goethe los critica: “la experiencia me ha enseñado que de tanto repetir las mismas frases, acaban éstas por osificarse en convicción y embotar completamente los órganos intuitivos”. Goethe halló su hueso, merced a una forma de la intuición que lo acompaña, dice, siempre: el principio de la polaridad (la materia, en tanto tal, se atrae y se repele continuamente) y la voluntad natural (la materia considerada espiritualmente) de crecimiento. Por eso se le considera evolucionista avant la lettre. Los científicos estaban ya obligados a ofrecer descripciones legibles. Goethe aporta (y no es el único) una gran capacidad narrativa. Si sumamos la descripción precisa con la buena prosa y, encima, la calidad narrativa, la intuición de forma y materia queda preñada por el tiempo. La teoría de la evolución no solamente fue el triunfo de la ciencia: también fue el triunfo de la narrativa. L

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SHUTTERSTOCK

Encrucijada francesa Este domingo 7 de mayo se celebra la segunda vuelta de la elección presidencial entre Emmanuel Macron, de centro, y Marine Le Pen, de extrema derecha. En el ambiente enrarecido de la opinión pública y la ambigua participación ciudadana, destacan las voces de los artistas y los intelectuales

ABSTENCIONISTAS Y VIGILANTES José Abdón Flores/ París

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uando se trata de elecciones, Francia es uno de los países más comprometidos al respecto: casi un 80% de su electorado acude a las urnas a votar, sobre todo si en juego está el puesto presidencial y más aún si la extrema derecha tiene una oportunidad real de victoria. El 7 de mayo es el día E, una cita histórica en la que el pueblo francés decidirá una elección cuyo resultado concierne no solo al país sino que, debido al entorno económico–político actual, tiene alcances de connotación internacional.

UNA ELECCIÓN INÉDITA

En los casi 60 años de existencia de la Quinta República, nunca se había tenido una elección como ésta. El desgaste de la clase política es sin duda el factor principal para que por vez primera los partidos tradicionales (la derecha y la izquierda) hayan sido eliminados en la primera vuelta de la contienda electoral. Once candidatos parecerían demasiados para elegir de entre ellos a un presidente y sin embargo son fiel reflejo de la pluralidad política que prevalece en Francia. Ecologistas, comunistas, centristas, anarquistas, cuasi fascistas, socialistas, soberanistas, liberales, todos tuvieron uso de la palabra en televisión nacional abierta para presentar sus programas; todos hicieron campaña cubriendo el hexágono francés; todos fueron ovacionados, insultados, ridiculizados o agredidos, y al final el tamiz democrático decidió que el duelo por la presidencia sea entre Marine Le Pen (Frente Nacional, extrema derecha) y Emmanuel Macron (En Marche!, centro independiente). Este escenario está lejos de ser el anhelado por escritores, artistas e intelectuales. El hecho de tener que votar por un joven ex banquero con poca expe-

riencia política o por la líder de uno de los partidos de extrema derecha más arraigados en Europa, no parece entusiasmar a nadie. El polémico escritor Michel Houellebecq, quien a finales de 2016 conminó veladamente a votar por Marine Le Pen, habla claro al respecto: “Por principio, yo prefiero la democracia directa, es decir, soy abstencionista. Por ende, me interesa poco la elección”. El autor de Sumisión, novela en la que anticipa la islamización de Francia, refiere sobre el candidato de En Marche! que “Es alguien extraño, no se sabe bien de dónde viene, es como un mutante, pero es innegable que ejerce cierta fascinación. He hablado con él pero no lo he entrevistado; se expresa bien aunque es imposible lograr que diga una verdad”. Por su parte, el Premio Nobel de Literatura Jean–Marie Le–Clézio es tajante en cuanto al resultado del 7 de mayo: “Si Marine Le Pen gana, revoco mi pasaporte francés”. Además opina sobre el proyecto europeo que “las restricciones del Espacio Schengen son una vergüenza. Con ello cerramos Europa a África, al Oriente, a América Latina y nos encerramos en nosotros mismos. Deberíamos eliminar las fronteras para permitir que la gente circule”. Debido al perfil de ambos candidatos, el abstencionismo puede tener un papel decisivo el domingo 7 de mayo. Ganador del Goncourt de Primera Novela y del Renaudot con su obra Naissance, Yann Moix lo explica en estos términos: “Yo no voto. Desde 1988 no lo hago. Considero que la democracia no es solo echar una boleta a una urna, es algo más. Es escribir artículos, hacer discursos, preparar coloquios, participar en reuniones… Nunca me ha bastado con emitir el voto. A veces olvidamos que la democracia no es un ejercicio estrictamente electoral; podemos

hacer otras cosas, y es lo que hago durante el año. Para mí, ésa es una manera de votar”. Sin embargo, también está la otra cara de la moneda, la de la total implicación, caso del escritor de origen marroquí Tahar Ben Jelloun, quien advierte un claro peligro con la llegada de la extrema derecha al poder. Ben Jelloun apunta que “La democracia es así. A veces engendra aberraciones. Hemos olvidado definir y enseñar los valores de la democracia, recordar que no es un simple asunto de cifras. El gesto de votar es solo una parte del acto democrático; hay que votar por los valores que engendran progreso, humanismo, solidaridad, fraternidad”. Su interés es tal que, de hecho, se ha permitido aconsejar al candidato de En Marche! para que no haya sorpresas el día de la elección. Esta incertidumbre latente es factor común en el medio literario, un punto álgido que puede resumirse mediante la pregunta que la escritora Marie Darrieussecq se hace desencantadamente: “¿Si Marine Le Pen gana, habrá elecciones en 2022?”.

LA IZQUIERDA LIBERAL

El mundo del cine en Francia tiene fama de ser de izquierda, tradición que se remonta a la época de Jean Renoir y Marcel Carné pasando por Goddard, Resnais, Varda, Costa–Gavras y hasta nuestros días, en los que actrices como Juliette Binoche o la productora Michelle Costa–Gavras lo reivindican e incluso contribuyen financieramente a las campañas. A menudo se suele aludir a esta izquierda moderada como la gauche caviar, ese mundillo intelectual de Saint–Germain que vota por tradición y que en esta primera vuelta vio al candidato de la izquierda desaparecer con un mínimo histórico de votos. Ahora bien, el cine en Francia tiene un peso específico muy alto en el sector cultura. El hecho de que se apreste a dar su apoyo a un liberal acostumbrado a manejar grandes presupuestos no es coincidencia.


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ACTUALIDAD

LA DERROTA DE LA CULTURA Melina Balcázar Moreno/ París

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Alguien muy involucrado en este proceso electoral es el cineasta Luc Besson, quien de hecho ha firmado un texto en el que califica al Frente Nacional de “bonita PyME que agrupa a la elite del fascismo a la francesa”. En su escrito titulado “La gran ilusión”, como la película de Jean Renoir, invita a los electores a impedir que Marine Le Pen llegue al poder. El director de Nikita consigna haber leído los 144 puntos del programa lepenista y refiere que “tres o cuatro son interesantes, cincuenta inaplicables, y el resto publicidad electoral. Lo que la gente quiere escuchar para entregar su voto”. En su texto, publicado también en inglés, Besson apela a la memoria y se pregunta “¿En qué periodo de la historia y en qué país replegarse en sí mismo ha funcionado? En ninguno. El encierro implica aislamiento. El aislamiento conduce al totalitarismo. El totalitarismo lleva al fascismo. Y el fascismo a la guerra. […] Estamos abatidos por los tres millones de desempleados y nueve millones de pobres que viven en Francia. […] Marine Le Pen no los salvará, al contrario, su programa no hará más que aumentar esas cifras y nuestra angustia”. El filósofo Michel Onfray es crítico de la izquierda liberal reivindicada por el Séptimo Arte. En su prefacio a la obra sobre el abstencionismo No vote, de Antoine Bueno, señala que “¡Pase lo que pase la política no cambiará! Cambiaremos al líder del proyecto, pero no al proyecto en sí que perdura desde 1983, fecha en la que los socialistas dejaron de ser de izquierda y se convirtieron al liberalismo, una política que nos tiene hoy contra la pared. La prueba: en 1981 el Frente Nacional tenía menos del 1% de votos. Hoy nos encontramos con una intención de voto del 25% [en la primera vuelta]”. En el mismo sentido, el sociólogo Edgar Morin comenta al respecto que “Macron y Le Pen tienen en común antes que nada el hecho de haber roto la hegemonía de los dos partidos tradicionales en Francia. Su ascensión oculta la división izquierda– derecha, que se ha vuelto invisible en economía y en política exterior”. El padre del pensamiento complejo sostiene con escepticismo que “[esta elección] es una aventura, un salto al vacío. Por un lado, lo ya conocido, por el otro, lo incierto. Hay que saber que todo voto será una apuesta riesgosa. Incluso la abstención conlleva un riesgo. Esta manera de pensar nos mantendrá vigilantes y evitará ilusiones y decepciones”. Con programas diametralmente opuestos casi punto por punto, ambos contendientes han tenido dos semanas para convencer a los votantes de otros partidos. Sin embargo, el lema “Ni Marine, ni Macron” es la voz que más se escucha en vísperas del día E. L

a presencia de Marine Le Pen en la segunda vuelta de la elección francesa no ha suscitado la ola de indignación ni la movilización masiva que podrían esperarse ante la amenaza de que un partido de extrema derecha acceda al poder. Podría pensarse que, desde 2011, al tomar la dirección del Frente Nacional, los esfuerzos de la candidata por ocultar las ideas racistas, antisemitas, xenófobas y nacionalistas (la llamada “desdiabolización”) de su partido han sido fructíferos, en particular entre los jóvenes y la clase obrera. Marine Le Pen se nos ha presentado así como una candidata más, dejando atrás la historia de la extrema derecha francesa a la que pertenece y que va desde el negacionismo hasta la complicidad en la tortura durante la guerra de Argelia. La preferencia nacional que busca instaurar, así como la salida de la Unión Europea y el restablecimiento de las fronteras, cobran toda su significación si se recuerda lo que se encuentra detrás de la idea de una Francia fuerte y orgullosa, que no se arrepiente de su pasado colaboracionista ni colonial. Ante la perspectiva de la llegada al poder del Frente Nacional, las reacciones del mundo de la cultura han sido en su mayoría tardías e insuficientes. Los medios de comunicación —en particular las cadenas de información continua— les han otorgado poca atención. Como si el lenguaje de odio y desprecio que caracteriza a su partido no afectara ya a nadie, como si la divisa de la República —Libertad, Igualdad, Fraternidad— simplemente hubiera pasado de moda, como si la lengua misma hubiera perdido su sentido, reducida al insulto y la invectiva. Así, por ejemplo, la reacción del Premio Nobel de Literatura Jean-Marie Le Clézio, “Si gana Marine Le Pen, devolveré mi pasaporte francés”, apareció únicamente en la revista argentina Ñ y tuvo una débil resonancia en Francia. De igual forma, la tribuna publicada a principios de abril en el diario Libération por una centena de artistas e intelectuales pasó casi desapercibida, a pesar de su pertinencia o, tal vez, precisamente a causa de ella: “En su último discurso sobre la cultura, Marine Le Pen desea de todo corazón una Francia que recobre su grandeza. Pero no se hace arte para servir a la grandeza de Francia y de hecho es así como se la sirve mejor. […] La

libertad de pensar y crear, la libertad de inventar y afirmar, la libertad de interpretar y criticar lo que va bien en el mundo o lo que no, es algo en verdad preciado. […] Si Marine Le Pen es presidenta sin duda pondrá término a todo esto”. En efecto, el programa de Marine Le Pen en torno a la cultura se concentra en la defensa de la lengua francesa y del patrimonio histórico y cultural. Propone dar voz al “pueblo” mediante el desarrollo de un mecenazgo popular o bien al permitirle participar en el control de los medios del servicio público. La hostilidad de la candidata hacia los periodistas ha llegado a tal punto que ha pensado en crear una instancia de control que pueda sancionarlos cuando, según ella, no respeten la deontología periodística. Otro rostro de Francia es el que muestra el candidato Emmanuel Macron que creó su movimiento político En Marche! apenas en abril del año pasado, tras su renuncia al Ministerio de Economía. Se le conoce principalmente por su carrera como alto funcionario del Estado y por su trabajo con la Banca Rothschild. Sin embargo, como él mismo lo destacó en uno de sus últimos mítines, la filosofía ha influido en su concepción de la política, especialmente el pensamiento de Paul Ricoeur, a quien conoció durante sus estudios de filosofía (de hecho, fue su asistente editorial para la redacción de La memoria, la historia y el olvido, publicado en 2000). No obstante, la campaña de Emmanuel Macron, al igual que su programa, no otorgan mayor importancia a la cultura. Fuera de su voluntad por “hacer del acceso a la cultura un tema prioritario”, sus propuestas son puntuales y pragmáticas. Por ejemplo, propone que al cumplir 18 años, los jóvenes reciban la suma de 500 euros para acceder a actividades culturales o que se financien proyectos que permitan que todos los niños reciban una educación artística. Su apego a la idea de una Unión Europea es lo que caracteriza su propuesta para el país y lo diferencia de Marine Le Pen. En sus discursos, trata de hacer resurgir, casi de proteger, la imagen de una Francia que no cierra sus fronteras, que acoge a los inmigrantes y que acepta la diversidad de la cultura en el país —la cual no se reduce, como lo afirma la candidata de extrema derecha, a la de los franceses de arraigo. L G. VAN DER HASSELT/ AFP


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Jorge López Páez

El último palaciego

Integrante de la Generación de Medio Siglo, el escritor (Huatusco, Veracruz, 22 de noviembre de 1922–Ciudad de México, 28 de abril de 2017) cimentó su trayectoria literaria a través del cuento y la novela. Célebre por la adaptación que Jaime Humberto Hermosillo hizo de su relato “Doña Herlinda y su hijo” en 1985, recibió, entre otros galardones, el Premio Xavier Villaurrutia (1993) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura (2008). La siguiente es una crónica de su faceta más entrañable, la del asistente siempre puntual de los mentideros culturales

ERNESTO HERRERA

F

ormar parte de una tertulia o mentidero es una especie de rito de iniciación. Un ejemplo lo ofrece Octavio Paz en su libro sobre Xavier Villaurrutia, donde cuenta cómo Jorge Cuesta lo llevó a una reunión de Contemporáneos y fue sometido a un implacable interrogatorio para ser aceptado. Este rigor se fue perdiendo con el tiempo, si bien se daba por sentado que quien llegaba a un círculo poseía los méritos para formar parte de él (no faltaban sin embargo las decepciones). La primera tertulia a la que asistí (en el segundo lustro de la década de 1990) era la que se efectuaba en la Redacción de El Semanario Cultural de Novedades los lunes a mediodía cuando llevaba mi colaboración. Encabezada por José de la Colina —el director— y Juan José Reyes, Noé Cárdenas y Moramay Herrera Kuri —miembros de la Redacción—, más los que nos apersonábamos como Javier García–Galiano, Jaime Ramírez Garrido o Alberto Arriaga. Así fue mi vida alrededor de un año, hasta que cierto día Juan José Reyes me invitó a asistir a la reunión en el Salón Palacio después de la junta de la Redacción, la cual, como no tardé en percatarme, era la verdadera tertulia. Quien ocupaba el lugar de honor, así lo imponía la edad, era el escritor veracruzano Jorge López Páez, y entre otros habituales se contaban Dionicio Morales, Gerardo de la Torre, Ignacio Trejo Fuentes y Salvador Camelo. Cosas del destino: a quien le tocó darme la bienvenida fue a López Páez. Fiel a su carácter juguetón, me recibió haciéndome una broma: con Noé Cárdenas estábamos comentando un poema de Gerardo Deniz, que terminaba aludiendo al doctor Marañón, para quien el hombre que trae sus zapatos bien boleados “coje (sic) mucho”. El autor de El solitario Atlántico, al escuchar esto me dijo: “A ver, enséñeme los suyos”. Al verlos hizo la señal con la mano de “más o menos”. Noé Cárdenas me dijo después que eso significaba que ya era parte del grupo. Con una formación básicamente libresca, en la tertulia palaciega mis horizontes se ampliaron pues, además de los libros, descubrí el proceso de edición de una publicación. Las reuniones fueron ricas en conversaciones y alcohol. Pero como es de rigor, tras el esplendor viene la caída. Poco a poco algunos contertulios se fueron alejando, pero el golpe más duro fue cuando Juan José Reyes dejó de asistir por enfermedad y las reuniones que ocurrían entre semana dejaron de tener la habitual convocatoria. Si los más jóvenes comenzaron a dejar de ir, quien disciplinadamente no dejó de hacerlo para tomar su copa antes de comer en su casa fue López Páez. Yo había pasado de colaborador a miembro de la Redacción de El Semanario, y como sabía que él seguía asistiendo al Palace, como familiarmente terminamos diciéndole a la cantina, traté de acompañarlo al menos una vez al mes (en ocasiones podía ser cada dos semanas). Solo estando en ese tête à tête comencé a descubrir otras facetas de su personalidad. En principio, si él llegaba más temprano mientras esperaba a alguien, o si no llegaba nadie, leía en edición bilingüe inglés–griego o francés–griego a clásicos como Homero —la Ilíada— o Plutarco —Vidas paralelas—. Esta erudición era un contrapunto al prejuicio, que paulatinamente ha ido quedando atrás, que lo descalificaba por ser un autor con una escritura “descuidada”. Sobre su gusto por Plutarco, algo de su afición podemos encontrarla en el joven protagonista de ¡A huevo, Kuala Lumpur!, su último libro publicado. A pesar de su conocimiento del francés, su formación era fundamentalmente inglesa. Y ese hecho se notaba no nada más en su educación literaria, también en su manera de vestir.


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DE PORTADA

ARCHIVO JORGE LÓPEZ PÁEZ/ REPRODUCCIONES: HÉCTOR TÉLLEZ

En su departamento de la colonia Juárez

En la década de 1950

Dos del casi centenar de cartas que le escribió Juan Soriano

En las reuniones multitudinarias, el azar disponía si te tocaba ser su compañero de plática. Yo, más que una anécdota completa, lo que recuerdo son frases cortas llenas de ingenio. Una, que

me tocó escuchársela a él, y que ha sido citada por gente de otros círculos, bien podría ser el título de una sección de crítica. Si un libro no le interesaba, López Páez despachaba el asunto

diciendo: “No lo leí, y no me gustó”. Con todo y la cercanía que tuve con él, mantuvo siempre su privacidad resguardada y yo educadamente tampoco preguntaba cosas que no me incumbían. Eso sí, siempre a la caza de alguna anécdota que pudiera servirle para hacer un cuento o una novela, me pedía detalles de algún chisme relacionado con nuestros amigos o algún asunto ligado a la vidita literaria. Sí me comentó cosas del medio que le tocó vivir, como la ojeriza que le tenía un poeta impulsor de revistas o el grosero trato que un joven miembro del círculo de Octavio Paz le dio, pero si bien esto le provocaba enojo, tampoco era cosa que lo obsesionara. Varias ocasiones le pregunté por qué no escribía sus memorias, pero nada más se reía cuando le hacía el comentario. Con todo y su parquedad, algo se sabe de su biografía: fue un colaborador cercano del fi lósofo Leopoldo Zea, en un sentido protector del grupo Hiperión, quien un día le encomendó pasear al historiador inglés Arnold J. Toynbee, algo que le enorgullecía. Lector habitual de The New Yorker, otro de sus triunfos, por decirlo así, fue haberles dado a conocer a sus compañeros de la UNAM, entre los que se contaba Alejandro Rossi, con quien nunca perdió la amistad, el número con el que Truman Capote comenzó a dar a conocer A sangre fría. Siempre me preguntaba qué estaba leyendo y no faltaban autores que le emocionaban como W. Somerset Maugham, del cual una editorial de reciente fundación había publicado un par de volúmenes de cuentos. En ocasiones, encarrerados con la plática, me hacía sugerencias como leer a Aldous Huxley, pero como ensayista. Su afición por la historia no se ceñía a sus admirados ingleses y llegó a mencionar al francés Fernand Braudel y su monumental El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. De lo que yo escribía, lo hacía partícipe y no puedo sino sentirme satisfecho de que aprobara los proyectos de lecturas y textos que le compartía. Cuando le comenté que iba a escribir sobre el escritor peruano José Durand, autor de Ocaso de sirenas, esplendor de manatíes, quien vino a nuestro país a estudiar en el Colegio de México, me dijo que lo había conocido. Me contó una anécdota que le gustaba mucho. Durand invitaba a gente a cenar. Al llegar el momento de la sobremesa, con la gente teniendo su bebida favorita en la mano, les pedía pasar a una de las recámaras del departamento que estaba preparada para un espectáculo voyeurista. Las luces estaban apagadas y Durand abría la cortina de la ventana lo suficiente para ver el departamento de enfrente, en el que entonces aparecía una pareja que hacía el amor. El anfitrión les decía que eso sucedía siempre a la misma hora. Eso bien le podría haber servido a López Páez para alguno de sus cuentos. Luego de que acabó la época de El Semanario Cultural de Novedades, las circunstancias hicieron que me distanciara de él. En esos días, López Páez sufrió un derrame cerebral que le afectó las piernas. En contra de lo que pudiera pensarse, tras un tiempo de convalecencia continuó yendo al Salón Palacio, ahora solo un día a la semana, porque era un modo de sentirse vivo. Igualmente en ese tiempo, comenzó a morir gente de mi generación y algunos escritores emblemáticos. Trabajando ya en Milenio, a mí me tocaba ir los viernes, el día de tomar su copa, por mi hijo que entró a la secundaria. Haciendo enojar a mi esposa, le dije que nuestro mostro ese día se iba a regresar solo (“que aprenda a vivir”) porque yo iba a estar yendo con López Páez, que estaba a fi nales de sus ochenta, y quería gozarlo. Pasaron siete años y las desapariciones de gente del medio se sucedieron, pero él seguía firme. Sobreponiéndose a sus males y a la fatiga, continuaba haciendo el esfuerzo por vernos, pero el viernes 26 de abril llegó a su límite. Aunque estuve preparándome para su partida, la muerte siempre nos toma por sorpresa. Adiós, Jorge, y no olvido que me dejaste una tarea. L


CIENCIA

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LABERINTO

JILL MAGID

La pieza que se exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo

Luis Barragán en estado metaestable Convertir unas cenizas en diamante es reconstrucción atómica y es también arquitectura DESMETÁFORA

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na mañana de septiembre Magid llegó al cementerio de Guadalajara acompañada de notarios, burócratas y excavadores de tumbas. Ese día la rotonda que hace distinción a los hijos ilustres de Jalisco, a un costado de la catedral, fue profanada por una obsesión artística. El propósito de la visita concluyó cuando los peones, después de romper concreto y desempolvar el nicho, llegaron hasta la urna funeraria que guardaba las cenizas del arquitecto mexicano Luis Barragán. Con el cuidado pertinente se la entregaron a la controvertida artista, quien se encargó de extraer medio kilo de reliquia en polvo para colocarla en una bolsa de plástico. Al día siguiente, Jill Magid volaba a Nueva York llevando las pavesas en su equipaje de mano. Poco tiempo después los vestigios funerarios regresaron de Suiza convertidos en diamante. Las manos de la artista profanadora de tumbas temblaron de emoción al recibir el paquete que contenía la metamorfosis mineral. Dicen que las jacarandas estaban en flor cuando la norteamericana regresó a Guadalajara. En esa época la ciudad tiene luz violeta y el aire de lilas se confunde con una alfombra del color de las malvas. Magid vino de nuevo, en esta ocasión para mostrar la piedra cristalizada a los familiares de Luis Barragán. Entonces la joya brilló en la mesa que se había preparado en el jardín. Los rayos de sol que Barragán supo administrar en la construcción de esa casa se reflejaban ahora en los planos que se forman cuando los átomos de carbono están dispuestos en una red cristalina. Otra manera de dispersar la misma luz.

GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx

Hay dos tipos de diamantes: los naturales, que se han formado en procesos geológicos a lo largo de miles de millones de años en las entrañas de la Tierra, y los sintéticos, que en los medios académicos conocemos como diamantes CVD —de las siglas en inglés Deposición de Vapor Químico (Chemical Vapor Deposition)— o bien HPHT —de las siglas en inglés para Altas Presiones Altas Temperaturas (High Presssure High Temperature)—. Estas son las dos técnicas más comunes para la producción de diamantes en laboratorio. La formación de diamante por deposición química es más usada para la fabricación de películas mientras que la aplicación de altas presiones y temperaturas no solo genera diamantes con volumen, es también usada para depurar los diamantes naturales. Estos son más blancos cuando han pasado por el proceso que los libera de impurezas. Los diamantes naturales llegan a ser lo que son cuando las condiciones de presión y temperatura son las adecuadas en un medio con abundancia de carbono a miles de metros por debajo del nivel del suelo. Más aún: es necesaria la cooperación del tiempo. Sin su participación, el crecimiento pausado del cristal no sería posible. Los diamantes son un arreglo geométrico peculiar en que los átomos de carbono se acomodan formando lo que, para los cristalógrafos, es una variante del arreglo cúbico centrado en las caras. En los diamantes cada átomo de carbono ocupa el centro de un tetraedro. Para la formación de los diamantes naturales lo más importante es que el tiempo se prodigue sin reservas; así la naturaleza llega a

producir la estructura con la más alta dureza de todos los materiales que conocemos. Para que las profundidades de la Tierra construyan un diamante es necesario contar con por lo menos mil millones de años. En cambio, los diamantes artificiales prescinden de esta larga espera. Se los forma en el laboratorio en el curso de pocos meses y con procedimientos que permiten incluso darles la coloración deseada. Los diamantes sintéticos están hechos del mismo material que los diamantes naturales, es decir, son también carbono puro cristalizado de la misma manera. Una vez crecidos se los puede cortar en gemas para empotrar en una sortija como se hace con las joyas naturales extraídas de las minas. Para distinguir diamantes naturales de artificiales se requiere el uso de técnicas especiales y dispositivos de espectroscopía avanzada. Los diamantes artificiales pueden ser tanto o más duros como de mayor pureza química que los naturales. De hecho, son más usados en aplicaciones tecnológicas. A los diamantes sintéticos no les falta nada, aunque carecen del romanticismo que viene con el trabajo geológico paciente. A pesar de que ambas versiones de la joya más famosa son indistinguibles para el hombre de la calle, un experto advierte la diferencia. Los errores que comete la naturaleza al fabricar diamantes no son los mismos que comete el fabricante. Los conocedores distinguen a unos de otros por las fallas en el proceso de elaboración. Es curioso que el valor que un diamante adquiere tenga que ver con las equivocaciones de la naturaleza y no con el grado de perfección de un proceder sosegado en la morosidad de los milenios. Estos desaciertos son mejor cotizados que los entuertos cometidos por el productor de diamantes. Las imperfecciones pueden reducirse mucho y un diamante natural puede acabar con más defectos en cantidad pero es la historia geológica la que acabará convenciendo al comprador. En el ámbito del mercado de joyas es la historia la que confiere valor. ¿Quizá de la misma forma, el diamante que se construye con las cenizas de un hombre adquiere su biografía y esa sutil peripecia le acabará dando un valor inusitado? Con temperaturas de miles de grados y presiones del orden de las 60 mil atmósferas, el grafito se convierte en diamante. Para los físicos el diamante es un arreglo metaestable de átomos. Esto significa que la geometría alcanzada no es la que minimiza la energía del sistema. La forma estable del diamante es el grafito pero la transición de diamante a grafito es extremadamente lenta. Si aumentamos la temperatura, la velocidad de la transformación se incrementa. Eventualmente, el diamante regresará a su estado estable y acabará como el carbono de los lapiceros. Con todo y todo, un diamante es ahora la concreción del agua y la luz con que se pensó siempre a la arquitectura de Luis Barragán. Convertir unas cenizas en diamante es reconstrucción atómica y es también arquitectura. La reconstrucción del carbono como la de un edificio es, además, colaborar con el tiempo, es la prolongación de plazos, la extensión de una vigencia y la búsqueda de la perpetuidad. En esta maniobra deliberada de la asociación intencional entre el artífice y la materia hay más que la profanación de una tumba. Entre estos, el objetivo común es el de llegar más lejos, alcanzar un futuro más distante. Y si los cristales son bellos, nada mejor que un diamante para prolongar el tiempo. Barragán le diseñó un estudio de cine al conocido director Francis Ford Coppola. El estudio nunca fue construido y luego la relación contractual cobró grandes proporciones cuando el heredero del arquitecto demandó a Coppola por el retraso en los pagos del trabajo. Poco se ha dicho de la relación que el popular director de cine tuvo con Luis Barragán pero Coppola también vivió obsesionado con el espacio y la luz. Por razón de su oficio, se interesó en el transcurso de los acontecimientos. Miró con singular detalle el tránsito de las imágenes y supo administrar el tiempo en sus obras fílmicas. Sin embargo, seguramente no pensaba en el poeta del espacio cuando dijo lo que ahora es más atinado que nunca para el mejor de nuestros arquitectos: “el tiempo es el cristal a través del cual se capturan los sueños”. L


MILENIO

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× A

CASQUILLOS NEGROS DIEGO PETERSEN FARAH Tusquets México, 2017 241 pp. Adalberto Zaragoza está habituado a los crímenes sangrientos y a la bajeza humana pero desconoce cómo funciona la política. Por eso recurre a un viejo amigo, ex policía de alguna oficina de seguridad interior, una vez que se embarca en la suicida misión de esclarecer el asesinato del cardenal Posadas. El lector no debe esperar la fría verdad de la historia sino la ambigua verdad de la novela, es decir, leer Casquillos negros como lo que es: un mecanismo preciso de ficción.

CAMILLE PIERRE LEMAITRE Alfaguara México, 2017 313 pp. Anne Forestier está en el lugar equivocado a la hora equivocada: una joyería en Campos Elíseos en el momento de un atraco. Recibe tres disparos que la dejan moribunda pero sobrevive. La desgracia radica en que pudo ver el rostro del asaltante. Entonces, ¿quién protegerá a la señorita Forestier? Camille Verhoeven, ni más ni menos, el rudo comandante de la policía francesa, y el hombre que ama Anne. Con esta entrega, Lemaitre cierra la tetralogía de las andanzas bélicas, oscuras y delincuenciales del astuto policía que pone a temblar al hampa parisina.

MEMORIAS I, II JAIME TORRES BODET Fondo de Cultura Económica México, 2017 661 y 675 pp. Sesentaidós años de vida quedan consignados en estos dos volúmenes y otros tantos de la historia de México desde los años inmediatamente anteriores al inicio de la Revolución hasta el ascenso a la presidencia de Díaz Ordaz. La evocación recrea los inicios en las letras, el paso como secretario de Educación Pública y más tarde como director de la UNESCO. La literatura y la soledad que exige, la diplomacia, el magisterio, Cárdenas, el petróleo y la Segunda Guerra Mundial conviven con la materia prima de la alta política.

EL PRÓXIMO PASO. LA VIDA EXPONENCIAL VARIOS AUTORES BBVA España, 2016 408 pp. Como la vida, el conocimiento que puede adquirir el ser humano tiene sus límites. Pero, en tanto que dichos límites son imprecisos, el hombre siempre está dando “el próximo paso”, como dice el título del volumen que se comenta. Se supondría que la muerte impone un freno a los deseos del hombre de ir más allá, pero la relación que se tiene con ella es más una lucha por erradicarla. Además de la medicina, la robótica, la genética y el arte se hallan presentes en textos que invitan a reflexionar.

CULTURA DE PAZ, PALABRA Y MEMORIA VARIOS AUTORES Fondo de Cultura Económica México, 2016 167 pp. El origen de este libro se remonta a 2013 cuando el Fondo de Cultura Económica se avocó a desarrollar un centro cultural en Apatzingán de la Constitución, en Tierra Caliente michoacana. Los ejes que surgieron de esa experiencia son: una colaboración estrecha con los tres órdenes de gobierno; la intensa participación de la comunidad y el desarrollo de una cultura de paz donde se observan cabalmente los derechos humanos. Escriben, entre otros, Antonio Ramos Revillas, Julián Herbert, Eduardo Antonio Parra y Luz María Chapela.

F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

LOBO

Bibiana Camacho Almadía México, 2017

Próxima estación: el espanto ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

H

ay novelas volcadas hacia la experimentación formal, novelas de personaje, novelas ancladas en un argumento de sobra efectista, novelas exploradoras de mundos interiores… y hay novelas, digamos, de atmósfera: son capaces de proyectar un lugar como suma y arquetipo de muchos otros. Lobo pertenece a esta categoría arquitectónica, tanto como El desierto de los tártaros de Dino Buzzati o Rascacielos de J. G. Ballard. El Lobo es un pueblo fantasma apenas habitado, sin cura ni policías ni regidor, cercano a una hacienda en ruinas adonde va a dar la protagonista —Berenice—, una mujer que ha roto sus vínculos con la Ciudad de México y aspira a obtener una plaza en un inefable centro de investigación. La hacienda es una extensión de El Lobo: una presencia en desahucio por cuyos corredores vaga una académica que arrastra el descrédito luego de un largo historial de lances maniacos y depresivos. Anuncia, por si fuera poco, el destino de un país entero. Mientras los pocos habitantes que pueblan sus alrededores llevan consigo el estigma de alguna tara mental, del mutismo o la resignación, en su interior reina la monotonía. Discípula y académica juegan a conducir un proyecto interesado en erigir un sistema capaz de interpretar signos de toda especie que ni siquiera atinan a nombrar. Así, entre figuras espectrales o sonámbulas y un paisaje hostil, Bibiana Camacho va imponiendo una atmósfera cargada de amenazas nunca nombradas, mucho menos vistas pero ominosamente presentidas. Hay algo en un cercano más allá, no tardamos en saber, que utiliza el sigilo para cazar a sus presas mientras duermen bajo el techo protector de sus casas, cruzan una vereda o extravían el camino. Si por momentos se inclina hacia el terror es porque el realismo con el que describe la vida intrascendente de los personajes se antoja el tono más justo para transformar los espantos cotidianos en magma literario. Muchos de esos espantos cotidianos suelen materializarse en la desaparición de personas con la indiferencia de autoridades políticas y judiciales. Lobo no huye de tal espanto: se lanza tras él mediante una estrategia de sugerencias, de descripciones de los ambientes físicos donde interviene a sus anchas. En ese sentido, se desmarca con soltura de esas novelas —ya tan comunes— que se entregan cándidamente a la denuncia o a la simplificación sociológica. Bibiana Camacho ha sabido expresar la vulnerabilidad psicológica de los individuos a través de las vibraciones casi imperceptibles que emite su mundo exterior —el nuestro, el que se hace llamar mexicano—, a un tris de convertirse en el solar de caza de los infames y los depredadores. L


CINE

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LABERINTO

Antonio Chavarrías

“Mercader no llegó a México para matar a León Trotsky” El elegido indaga en la personalidad del asesino de quien fue enemigo político de Stalin y amante de Frida Kahlo HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

ENTREVISTA

ESPECIAL

E

l 21 de agosto de 1940, Ramón Mercader asesinó al revolucionario León Trotsky. Se sabe que el crimen fue por orden del servicio secreto soviético, pero poco se conoce de la personalidad del asesino. Motivado por la curiosidad, el cineasta español Antonio Chavarrías filmó El elegido, cinta de corte histórico donde exhibe la personalidad de un hombre a quien la orden de matar a uno de los revolucionarios más influyentes del siglo XX le cayó casi de rebote.

El asesinato de Trotsky ha sido poco trabajado por el cine.

Creo que solo hay dos películas que lo tocan. La noticia fue portada en los principales diarios del mundo, al mismo nivel del inicio de la Segunda

En la película muestra a la madre de Mercader como alguien fundamental para perpetrar el crimen.

Jugó un papel clave porque además de ser un miembro destacado de la policía secreta soviética tenía una enorme autoridad moral. Seguramente habrían matado a Trotsky sin su intervención, pero tuvo un papel clave en los hechos. Aquella era una época de ebullición política y cultural en México.

Fue una época clave a nivel mundial y en particular de México. Cárdenas plantó cara a Estados Unidos y a los latifundistas. Acogió a grandes republicanos españoles que huían del franquismo. Era también un periodo floreciente del país porque había artistas muy importantes. ¿Qué tipo de licencias se tomó para el filme?

¿Por qué regresar a la historia del asesinato de Trotsky?

Durante una conversación informal con Mónica Lozano surgió la idea de filmar una película que involucrara a México y Barcelona. Recordé a Ramón Mercader y comencé a documentarme. Descubrí la importancia de su madre, de Sylvia (su pareja), y del coronel Salazar. Es una historia con mucha vida y poco explotada.

el crimen, pero Mercader se encontró en la tesitura de mentir y matar a alguien que le dio su confianza.

Guerra Mundial. Luego quedó eclipsada por la propia guerra. Además, Ramón Mercader era un personaje desconocido. ¿Qué tipo de investigación hizo para conocer la personalidad de Mercader?

Intenté leer todo lo que se sabía de él. En la Lagunilla encontré una copia de todo el proceso. Después intenté meterme en su cabeza y en el contexto de la época. Investigué sobre la Unión Soviética y sobre el momento histórico de México.

HOMBRE DE CELULOIDE

Aunque más que ser un filme histórico, es un filme de personaje; tal vez por eso la relación con la madre es tan importante.

Tienes razón. Es una película de personaje, esa fue mi intención desde el principio. Sin duda fue un comunista, idealista y entregado, pero enfrentó un proceso complicado a nivel personal. Estoy convencido de que Mercader no llegó a México para matar a Trotsky, solo quería participar en el complot. A Siqueiros y su grupo les correspondía

En cuanto a los hechos históricos demostrados, muy pocas, porque eran tan fuertes que no había necesidad de cambiar nada. Me tomé licencias para las relaciones personales. Sabemos que conoció a Sylvia en París, pero nadie nos dice de qué hablaban; sucede lo mismo con la madre. Ahí entró la ficción. En un biopic como este, ¿dónde tiene cabida el punto de vista del director?

Intenté explicar los hechos sin juzgar a nadie. Dejo que el público saque sus conclusiones. A todos los trato por igual. ¿Qué tan atractivo es el tema en España?

Es un tema desconocido, pero a raíz de la película ha despertado curiosidad. L

FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora ESPECIAL

Ucronía de Abril

E

l cine de animación se presta para las ucronías, ejercicios narrativos que consisten en la creación de historias alternativas que suceden a partir del cambio en un punto cardinal de la historia humana. Al hecho que cambia lo llaman los críticos literarios “Punto Jonbar” (la muerte de Hitler, por ejemplo, en el caso de Inglorious Bastards). En Abril y el mundo extraordinario hay una joven científica que habita un universo en el que, por razones distintas a la creación del mundo paralelo, nuestro planeta se ha quedado sin científicos, de modo que los humanos no hemos podido ir más allá de la tecnología del carbón y el gas. Influida tanto por el manga japonés como por la gran tradición del cómic francés, Abril y el mundo extraordinario está basada en la novela gráfica del artista Jacques Tardi quien

se ha especializado en historias en torno a la Primera Guerra Mundial. La más llamativa de las líneas narrativas consiste en la búsqueda del elíxir de la inmortalidad, lo cual deviene en la aparición del amor romántico. Justamente por esta línea creo que Abril y el mundo extraordinario puede resultar muy atractiva no tanto para los adultos o los niños sino para quienes se encuentran a la mitad entre uno y otro estado, los adolescentes que llegados a la pubertad se enfrentan a Eros y Tánatos. Como Abril, quien tiene que hacer frente a la pérdida de una mascota y enamorarse de un hombre en un París que tiene no una sino dos torres Eiffel. Aunque Abril y el mundo extraordinario es interesante, no tiene el nivel de las grandes obras de este tipo de cine. Películas como Anomalisa o

Abril y el mundo extraordinario (Avril et le monde truqué). dirección: Christian Desmares, Franck Ekinci. guión: Franck Ekinci y Benjamin Legrand basados en la novela gráfica de Jacques Tardi. con las voces en francés de Marion Cotillard, Philippe Katerine, Jean Rochefort, Olivier Gourmet. Francia, Bélgica, Canadá, 2017.

Vals con Bashir han conseguido que forma y fondo se vuelvan un todo que ha confirmado que la animación es gran cine. Abril… es algo más que un ejercicio de estilo, pero está tan llena de peripecias que a veces resulta difícil de asimilar. Por otro lado, la película

tampoco es lo que uno esperaría del cine familiar de Disney o Pixar; es la invención de un mundo de ucronías con las que el cine francófono busca competir con Estados Unidos y Japón, las grandes potencias en el cine de animación. L


MILENIO

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ESCENARIOS

ALEX LAKE

Una ópera folk El 7 de mayo de 2012, Damon Albarn publicó Dr. Dee, una ópera inglesa, el proyecto más ambicioso de su carrera polimorfa VIBRACIONES

HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com

E

ntre el caricaturesco rap sucio de Plastic Beach (2010) —tercer álbum de Gorillaz, su banda de hip hop virtual— y el suave pop roquero sobre alienación de Magic Whip (2015) —que significó el regreso de Blur tras doce años de silencio—, Damon Albarn (1968) publicó —en colaboración con el director de escena Rufus Norris—Dr. Dee (2012), ópera en 18 cuadros. Por ópera, aquí, hay que entender canciones folclóricas, madrigales, interludios y momentos de experimentación sonora con representación escénica en torno a la vida de John Dee, astrónomo ocultista inglés del siglo XVI. Y ahí —en la exploración íntima de un personaje tan raro— esta música fragmentada —sin diálogos, sin coros y sin acción dramática— resulta fascinante. Dee le leyó a la reina Elizabeth I su fortuna a través de cartas adornadas con figuritas de manzanas. Le dijo: “Saturno te protege, eres indestructible; tu destino es construir un imperio: ¡la guerra es necesaria!” Dee era un hombre controlado por los veleidosos humores de la magia (a veces siniestra y a veces sabia). En la música de Albarn, esas partes de su alma —ambición y violencia, superstición y fe— las representa un órgano cuyo sonido —durante el primer cuadro: “The Golden Dawn”, especie de obertura— ensombrece la alegre polifonía de los pájaros matinales y siembra dudas bajo la tierra de un nuevo amanecer. Los lúgubres colores del órgano, las terribles vibraciones de su pedal vacío, parecen invadirlo todo en Inglaterra: árboles, ideas, romances, cosechas, bailes y oraciones. Todo excepto la luna. Una luna exaltada a la que un joven Dee enamorado le canta (cuarto cuadro: “The Moon Exalted”): “la luna brillaba más alta que el sol cuando me dejaste, […] lágrimas iluminan la historia verdadera de mi tristeza;

te convoco, mujer de canela: acuéstate a mi lado hasta que las primeras luces aparezcan”. La mujer de canela (soprano: Anna Davis), dentro de la ópera, es una presencia abstracta (abstracción del amor) cuyas líneas vocales tienden hacia barrocas acrobacias. El otro personaje, en cambio, es concreto: Edward Kelly (contratenor: Christopher Robson): un sombrío aliado de Dee en su desquiciado plan de controlar las almas y someter a los ángeles a través de la magia (magia a la que solo ellos, por intervención divina, tienen acceso). El oscurantismo, como época histórica, aparece aquí y allá, entre los cuadros, a través de ambiguas construcciones polifónicas (que por momentos cumplen con la estructura del madrigal renacentista) y una pequeña orquesta de alientos de aires medievales enriquecida con los místicos colores —verdes encendidos y ocres— de un instrumento africano, mezcla de arpa y laúd barroco de 21 cuerdas de nombre kora. El momento musical más sorprendente (cuadro 14) comienza con el contratenor repitiendo

DANZA

una y otra vez la frase “Watching the Fire that Waltzed Away”, y su delirio, cada vez más inteligible —entre angustiante y orgásmico—, poco a poco se confunde en una textura mecánica en donde células melódicas presentadas por el sintetizador se repiten obsesivamente, a la manera minimalista, con imperceptibles variaciones. Pero Dee existe en los sonidos de Albarn, y eso —que exprese sus sentimientos a través de un canto pop entre voces operísticas— lo vuelve humano y vulnerable. A la manera del aria tradicional —espacio para la introspección—, revela los secretos de su corazón por medio de canciones folclóricas. Y su corazón es atormentado y nostálgico, lleno de sombríos sueños maravillosos. Dee termina sus días entre fantasmas. Camina por la campiña inglesa —viejo, delirante— y convoca a los caminantes: “nos hemos desencajado del tiempo, ¡canten!”. Y muere llorando (“The Dancing King”, último cuadro) al descubrir la caída de la luna y que el reinado del sol ha comenzado. L

ARGELIA GUERRERO

makarova81@yahoo.com.mx

ESPECIAL

Un reto

E

l pasado 28 de abril se realizó en el Centro Cultural del Bosque el Segundo Coloquio de Danza, Infancia y Juventud, previo al festejo del Día Internacional de la Danza, la fiesta en la que el mundo reconoce el instinto primario de usar el cuerpo como herramienta de comunicación para transmitir emociones, pensamientos e ideas. Para el día de la danza los bailarines, como pocas veces sucede, salen a los espacios públicos para apropiarse no solo de sus propios discursos corporales, sino también de los espacios que convencionalmente no suelen ser los que habitan o desde los que arrojan sus manifiestos danzados. En este contexto, la danza sale y comunica, los bailarines rompen las convenciones y los espacios escénicos reciben la visita de públicos poco habituados a reconocerse a través

del lenguaje corporal que ofrece la comunicación danzada. Es relevante poner en el centro de la reflexión a la infancia y a la juventud pues, como he sostenido en entregas anteriores, es fundamental pensar en políticas educativas y de discusión que contemplen a uno de

los públicos menos valorados, pero en cuya existencia deberíamos enfocar la mirada, tanto como públicos potenciales como en la posibilidad de convertirse en profesionales del arte que den continuidad a una tradición de creadores y ejecutantes de danza con perfiles que posibiliten

al país definirse y crecer respecto a la formación de bailarines y bailarinas profesionales que engrosen las filas de las compañías nacionales e internacionales, e incluso funden proyectos que puedan romper la centralización que vicia las iniciativas artísticas y limita en más de un aspecto la discusión y la creación de la danza en el país. El coloquio abordó temas relevantes que deben continuar pensándose para incidir en políticas culturales y educativas: buscar la participación de niños y jóvenes no solo como público, sino como intérpretes, y pensar la danza como una herramienta de aprendizaje e interpretación desde la que se puede conocer y comunicar. Vaya pues el mensaje a educadores, intérpretes y creadores para valorar a la infancia y la juventud en su justa potencialidad epistemológica y estética, no como meros pretextos que justifiquen temas bobos y obras vacías. La danza para niños representa un profundo y serio reto creativo. L


VARIA

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LABERINTO

ESPECIAL

Polética TOSCANADAS

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

S

egún Sócrates, la gente se inclina a comportarse éticamente; cuando hace lo contrario se debe a mera ignorancia. Una vida examinada en la que nos hagamos las preguntas pertinentes y hallemos las respuestas consecuentes nos llevará de manera natural a hacer lo correcto. Jesús, en cambio, pensaba lo contrario. Que si éramos simplones como niños, tenderíamos a ser más buenos. Kant nos pide una reflexión más profunda para distinguir entre el bien y el mal. Al resultado le llamó el imperativo categórico, o sea, actuar de acuerdo con una máxima que desearíamos que se convirtiese en ley universal. Para decidir si un acto es bueno o malo, hay que pensar qué ocurriría si todo el mundo lo hiciera. Así, la moral no tiene que ver con las consecuencias, sino con el sentido propio del deber. Si yo le doy mi paraguas a una señora durante un aguacero, el acto solo es moral si lo hice porque lo consideraba mi obligación, y no porque quisiera impresionar a nadie con mi caballerosidad. Para los utilitaristas, la moral se basa en lo que dé más beneficio a más gente. Según ellos, sería indiferente ceder el paraguas a la señora, pues da lo mismo quien se moje. Y creo que sus ideas pueden justificar a los Robin Hoods. Pero en muchos casos parece un buen curso de acción. Construir setecientas casas para trabajadores sin duda es un acto moralmente superior que construir una casa blanca para una dama. Estos son apenas cuatro puntos de vista sobre filosofía moral. Pero la filosofía no debe ser un tema que se estudia

en ciertos libros de texto, sino algo que habría de acompañarnos en buena parte de la vida. Muchas acciones aparentemente personales tienen consecuencias éticas o morales que deberíamos tomar en cuenta. Entre ellas está la de participar en una elección y preguntarse si votar por uno u otro candidato es intrínsecamente bueno o malo. Pensemos en las elecciones del Estado de México. ¿Votar por Del Mazo es un acto de mera conveniencia, simpatía u opinión, o tiene implicaciones morales? Según Sócrates, votar por el PRI es un acto inmoral que solo puede deberse a la ignorancia. Cosa curiosa, pues todo habitante del Edomex sabe que el partido en el poder es omnicorrupto, que su estado es el más inseguro del país, que las promesas del candidato son embustes, y sin embargo muchos votarán por él. Para Kant, también resulta inmoral votar por el PRI, pues convertir tal acto en un deber no haría sino perpetuar una

CAFÉ MADRID

dictadura podrida, y nadie con espíritu democrático pensará que la unidad en torno a un partido deba ser ley. Los utilitaristas saben que apenas una minoría se ha beneficiado con los gobiernos priistas, y para la mayoría queda la pobreza y la inseguridad. Ellos también consideran inmoral votar por el PRI. Podemos revisar la historia de la filosofía y desde cualquier corriente y argumento se llegará a la misma conclusión: votar por el PRI es un desacato ético. Excepto, claro está, desde el punto de vista cristiano. Jesús enaltece la ignorancia, poner la otra mejilla para que el Estado corrupto continúe con su vapuleo. Mira con buenos ojos que el pueblo se acerque a la mesa de los políticos y coma como perro las migajas que caen al suelo. Jesús pide darle al César lo suyo. Dice que al que más tiene más se le dará. Y al que no tiene aun eso poco se le quitará. Jesús dice “Voten por el PRI”, porque la pendejez no es pecado y hasta le parece virtud. L

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

ESPECIAL

La generosidad del maestro

L

a generosidad es una de las principales características de los sabios. Enseñan al que no sabe y guían al despistado con amabilidad, astucia y, de manera inevitable, con algún jalón de orejas. Comparten con pasión las experiencias y el conocimiento acumulados, sin pretender que sus discípulos avancen enfundados en un corset, sino dotados de un puñado de elementos que les permitan actuar con mayor seguridad y sensatez en el desempeño de su profesión y en la vida misma. Uno de esos sabios era mi maestro Miguel Ángel Bastenier. Tenía cara de mala uva, unas canas rebeldes, unas gafas empañadas, una memoria prodigiosa, una ironía apabullante, una ternura camuflada, una identidad latina bien acendrada, una serie de obsesiones (el buen uso del español, la historia, las relaciones internacionales, el periodismo) y algunos vicios (los cigarrillos, el café, el twitter), un potente ego remachado a su cuerpo serrano, una legión de seguidores y unas

entrañas llenas de sentencias que no dudaba en pronunciar con su voz oronda. Fue el hijo de un ingeniero belga y de una lectora voraz de novelas francesas. Fue el niño que creció entre libros y tertulias sobre las acciones de Charles De Gaulle. Fue el joven periodista que, ante el control franquista de la información nacional, se refugió en el acontecer internacional y lo dominó como pocos. Fue el autor de dos libros imprescindibles en las escuelas de periodismo (El blanco móvil y Cómo se escribe un periódico) y de tres más sobre el conflicto árabe–israelí. Fue el profesor directo de unos 2 mil alumnos y el profe indirecto de miles más, entre los que suscitaba admiración y animadversión. Para charlar y comer con él había que tener tiempo, paciencia e, incluso, una libreta para tomar apuntes. Hablaba de todo con autoridad pero, con frecuencia, evadía los asuntos personales, como su estado de salud. “Todo bien, he ido al médico y, ya sabes, es un coñazo, pero aquí sigo”, zanjaba. Solía ir con

periodismovictor@yahoo.com.mx

Miguel Ángel Bastenier

él al Delito’s, un restaurante situado a unos pasos de la Redacción de El País, donde siempre le tenían una mesa reservada (en la terraza, claro, para que pudiera fumar). Al terminar el menú del día, me decía con cierta solemnidad: “bueno, hijo mío, ya que estamos aquí, habrá que pedirnos unos licores”. Entonces un mesero tunecino (con quien Bastenier a veces debatía sobre política árabe) nos traía unas botellas de colores y unos vasos diminutos. Un trago, otro más y la sobremesa se alargaba con sus comentarios eruditos, hasta que mirábamos el reloj y volvíamos a la Redacción (yo un poco mareado y él dispuesto a pasarse el resto de la tarde tuiteando con el entusiasmo de un muchachillo). “¿Qué estás

escribiendo?”, se interesaba mientras subíamos en el elevador. “Bueno, no olvides que tu historia debe tener las tres Des: drama, dinero y diversión”, remataba. La mañana del viernes 28 de abril mi maestro se murió. Como dicen sus admirados franceses: c’est la vie. Le agradezco, entre otras cosas, su compañía y atenciones en mi país de acogida, un montón de lecciones (en el aula y fuera de ella), el descubrimiento de lecturas tan básicas como extraordinarias, el prólogo a uno de mis libros. Hace poco alguien le preguntó qué le había dado él al periodismo. “Lo que tenía más a mano: toda una vida”, respondió. Así de grande era su generosidad. L


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