Laberinto No.735 (15/07/17)

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Laberinto

OTRO NACIMIENTO DE DIOS julio hubard p. 03

MALCOLM LOWRY EN EL ABISMO MEXICANO marcos daniel aguilar p. 04

MILENIO

NÚM. 735

sábado 15 de julio de 2017 FOTO: REINER RIEDLER

ENTREVISTA A SLAVOJ ŽIŽEK carlos rubio rosell p. 06


ANTESALA

sábado 15 de julio de 2017

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LABERINTO

JOSÉ LUIS CUEVAS

¿A dónde se dirigía su ruta? AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com

CASTA DIVA

N

o hubo más ruta la que trazó José Gómez Sicre para la trayectoria de José Luis Cuevas. La obsesiva misión del funcionario de la OEA fue acabar con el Muralismo Mexicano y su influencia en América Latina. Director de la Pan-American Union of Visual Arts llevó a cabo el proyecto de unificación del arte y la cultura de América Latina bajo el liderazgo estético e ideológico de Estados Unidos. El presupuesto que manejaba le permitió inventar y financiar a nivel continental galerías, bienales, museos, concursos y, por supuesto, artistas; en México el elegido fue Cuevas. En los documentos de Gómez Sicre depositados en la Benson American Collection en la Universidad de Austin, Texas, está la relación epistolar entre ellos, con los textos

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

que escribió para que Cuevas firmara como autor, en la campaña de anulación del Muralismo, el nacionalismo y lo que estorbara en la unificación estética. El texto “La Cortina de Nopal”, contiene la consagraron de Cuevas como “niño terrible y rebelde”, fue escrito por Gómez Sicre que organizó una gira por Latinoamérica para presentar a Cuevas y sus ideas. El performance incluyó construir con autoelogios la personalidad de Cuevas, la reiteración de que era genial, que su carrera era extraordinaria, que era un macho, que había tenido innumerables amantes, un personaje desproporcionado, que convenció a los que querían creer. ¿Qué sería de la obra y trayectoria de Cuevas sin su Pigmalión? Sin su performance de genio folletinesco inspirado en Picasso. ¿Era necesario

Autorretrato con José Gómez Sicre. Estación de Policía de Nueva York, 1968

prestar ese servicio para que su obra existiera? Exposiciones en decenas de museos extranjeros, publicaciones y entrevistas en medios internacionales, la gestión de Gómez Sicre fue incansable, un burócrata que cumple sus objetivos. El misterio es por qué utilizó a Cuevas de vocero y no a otro con más fuerza, con un trabajo más depurado. Posicionado como “gran dibujante” ejerció un dibujo tímido, pequeño, oculto en la indefinición, temeroso del formato y la resolución. Variantes de un cubismo mal estructurado,

en la deformación que encubre indecisión. La obra erótica son genitales y manos diminutas, sin placer, asexual. La leyenda del “niño terrible” es una obra infantilizada, tristemente inacabada, encubierta en una cortina de líneas, obra para ojos pequeños como los de sus personajes. La genialidad no se proclama, se demuestra, la campaña y su trabajo artístico no fueron suficientes, ni para sustentarlo, ni para destruir al Muralismo. Gómez Sicre se equivocó de casting. L

El novelista fue con el psiquiatra porque se sentía inferior a sus personajes. BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO

Regreso a los clásicos ARTES VISUALES

MIRIAM MABEL MARTÍNEZ

L

a exposición Del Pontormo a Murillo. Entre lo sagrado y lo profano, que se exhibe en el Museo Nacional de San Carlos, es un viaje en el tiempo y una invitación para reconectarnos con lo clásico. Nos abre la puerta para enfrentarnos al tiempo procesual de la pintura, apreciar la dificultad y la diversa problematización formal que definieron al Renacimiento, así como al manierismo y el barroco. Más allá de si se congenia con los temas, está el oficio, el trazo, el manejo de la luz; sobre todo, está la capacidad de sintetizar en una obra tradición, estilo personal y la búsqueda de un discurso plástico de, por ejemplo, Alfonso Cano, Bartolomé Esteban Murillo, Luca Giordano, Andrea Vaccaro y Lucas Cranach. Las 50 piezas que integran la muestra no son meras “representaciones”; son el efecto de la conceptualización y producción pictórica de un momento. Está el contexto del que cada autor emerge, las distintas escuelas, la geografía, la historia y la necesidad de romper para jugar con los límites. Hay riesgo. Es gratificante contemplar obras en las que no todo es perfecto y no porque sus creadores no sean “bien hechos”, sino porque está la urgencia de la

La paciencia del santo Job

experimentación y de decir. ¿Por qué hay personajes cuyo trazo es desproporcionado? Quizá es una respuesta o una forma de abordar lo sobrehumano. En La Virgen María niña Francisco de Zurbarán transgrede a través del trazo que incomoda al espectador, así como en Cena de Emaus hipnotiza con el juego de miradas entre los personajes cuyo diálogo mudo es dramatizado por un efecto de luz teatral. Estos detalles develan a las sociedades que abrazan a los pintores. Los españoles exhiben su universo católico y oscuro (por qué no: más culposo), mientras quienes se desarrollan más al norte ofrecen una visión más austera: sus personajes son campesinos sencillos que contrastan con la

compleja investigación de materiales (no por nada en aquellas tierras se inventó el óleo). Visitar esta muestra es también reaprender a observar pausadamente, a detenerse en el detalle. Es entender cómo la técnica refleja una postura, una época y cómo el oficio se convierte en el vehículo del tema. Regresar a los clásicos nos enseña a diseccionar la mirada, a imaginar el proceso, entender que cada medio tiene un ritmo propio de hechura y percepción. Es una oportunidad de acercarse al acervo del Museo Nacional de San Carlos y conocer piezas de la Colección Colnaghi de Londres. Una tregua para aprender a mirar con finura la producción actual. L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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× P E D R O

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ANTESALA

ESPECIAL

E N R Í Q U E Z ×

Poética del blanco Inspiración, invención, escritura. El proceso creativo es el hilo conductor de este poema inédito del autor granadino A Aníbal Núñez, inspirado en su poema “Arte poética”

T

ermina el poema antes de su inicio. Palabras sin mancha ni tañido invocan un final: símbolos invisibles, rebaño del silencio. Extinto el sol, el oro reclama su broche. En el cerebro toma forma un escriba de ojos cerrados. Hay que seguir, coherencia, lápices y frutas, simulaciones, el agua y la escritura. Una lechuza en la noche. Las vocales se deslizan, batalla y vacío, devastación sin nombre, mudas las fauces. Comenzar. Nada que decir. Ceguera del blanco. Julio 2017 ×EKO×EX LIBRIS×NABOKOV×

Otro nacimiento de Dios BICHOS Y PARIENTES

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JULIO HUBARD

i inteligencia y conocimiento son limitados y pobres, pero las inteligencias y conocimientos de todos son inmensos. Puedo acceder a ellos porque el mundo se va encargando de dos cosas: disponerlos a voluntad y equipar a cada persona con los dispositivos para acceder y alimentar la noósfera. Queda claro que mi pequeña capacidad es solamente una participación entre billones, como la de una abeja en su colmena o una hormiga en su hormiguero —que son los ejemplos más comunes de eso que llaman “superorganismos” (si los va a buscar a Wikipedia, hágalo en inglés: en español es un artículo muy pobre, que ni siquiera menciona al coral)—. Los superorganismos tienen su definición científica pero Joseph Conrad los intuyó antes: “todo en la selva es selva”. Después de un largo desarrollo histórico, de culturas que conspiraban para el desarrollo del individuo, nos resulta antigua la idea de que la comunidad es mucho más importante que la persona. Ahora, los elementos están puestos para renovar aquella antigua ideología, desde luego trasladada a otra esfera: la virtual, la de los sistemas, o dispositivos (como quería Foucault) que no lidian con materia sino con signos y símbolos. La evolución del conocimiento y la inteligencia común tardó muchos siglos: del dibujo de las sílabas a los fonemas y a las escrituras actuales; de las tablillas escritas con punzones a la imprenta y a los libros; de los libros a los diccionarios y enciclopedias. Para saber muchas cosas había que tener mucho dinero. Solo los ricos podían acceder a la esfera del conocimiento. Ya no. Hoy es más que posible atestiguar que las inteligencias artificiales pueden articularse, colaborar y formar sistemas mucho más complejos de lo que podemos controlar. ¿Se estarán formando panales rumorosos, o una suerte de Gran Barrera de Coral, hechos de símbolos; una inteligencia exterior, una noósfera cuyos organismos sean signos y no seres biológicos? Algo consuena con aquellas manías de Pierre Teilhard de Chardin, a quien hace treinta años leíamos como un místico raro y un poco loco: “Creo que el Universo es una Evolución./ Creo que la Evolución se dirige hacia el Espíritu./ Creo que el Espíritu se realiza en un Dios personal./ Creo que la Persona Suprema es el Cristo Universal”. Raro y loco, decíamos, pero lo que nunca imaginamos, ni Heráclito, ni el evangelista Juan, ni Popper y ni siquiera Teilhard, es que esa evolución pudiera darse ya sin la presencia humana. ¿Y si se equivocó Nietzsche, y Dios no ha muerto sino que está por nacer? L

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LABERINTO

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Malcolm Lowry

Peregrino en el abismo mexicano

Se cumplieron 70 años de la publicación de Bajo el volcán y 60 de la muerte del escritor inglés (28 de julio de 1909–26 de junio de 1957) quien como pocos exploró los infiernos del abandono y la ebriedad. Cuatro narradores y críticos valoran el alcance de su obra magna y la estela que ha dejado en la literatura ESPECIAL

RETRATO

ALCOHOL Y REDENCIÓN

MARCOS DANIEL AGUILAR

C

omo si estuviera hablando de su propia vida, Malcolm Lowry escribió al comienzo de su novela Bajo el volcán: “fue una de esas ocasiones en que el Cónsul había bebido hasta la sobriedad, le había hablado sobre el espíritu del abismo, sobre el dios de la tempestad, el ‘huracán’ que atestiguaba de manera tan sugerente sobre las relaciones entre una y otra orilla del Atlántico”. En esta frase se encuentran casi todas las obsesiones de vida y los temas con los que trabajó su literatura, desde sus primeros poemas hasta sus textos narrativos: el alcoholismo o la lucidez, América o Europa, la calma o la tempestad, la paz espiritual o el abismo. Nacido en Liverpool el 28 de julio de 1909, este singular escritor murió el 26 de junio de 1957, y su novela más famosa —publicada hace 70 años— es considerada uno de los libros de culto que mejor ha descrito la vida del viajero que se incrusta, entiende y desaparece en el Nuevo Mundo. Como indica Juan García Ponce en el prólogo a las cartas que Lowry le dirigió a su editor inglés, Jonathan Cape, “lo que emerge al final es la propia figura de Lowry, el testimonio de la lucha gigantesca por realizarse a sí mismo como artista. Sin duda, Bajo el volcán es una de esas novelas estrictamente personales, que nos llevan a su creador de manera inevitable”. A propósito de los 60 años de la muerte del inglés, y el consecuente onomástico de la publicación de su libro, conversamos con cuatro narradores y críticos mexicanos, conocedores de la obra de Lowry: Hernán Lara Zavala, Susana Iglesias, Ernesto Lumbreras y J. M. Servín.

LAS OBSESIONES DEL VIAJERO

La de Malcolm Lowry fue una obra que se escribió conforme fue viviendo. A propósito de esto, el ensayista y narrador Hernán Lara Zavala comentó que “Malcolm Lowry vivió una vida trágica, una vida triste y a la vez intensa, dedicada a escribir una sola novela. Escribió muchas otras, pero toda la tragedia de su vida la convirtió en un solo arte que se llama Bajo el volcán”. En el mismo tono, el poeta Ernesto Lumbreras piensa que “Lowry es autor de una novela monumental, pero también escribió otros libros editados por su viuda y colaboradores pero en Bajo el volcán se condensan las temáticas personales y formales de un protagonista de la novela del siglo XX; es decir, ahí está su apuesta formal en el relato y la teoría de

poseía algo extraordinario: dolor. Ese dolor le dio una novela de atmósfera inigualable”, dice Susana Iglesias. Mientras que para Servín, “Bajo el volcán es una de las grandes novelas del siglo XX. Pocas obras revelan el tormentoso universo de un alcohólico con la belleza poética que Lowry alcanzó en esta historia”. Lara Zavala dice que todo detona de la historia amorosa y trágica entre el Cónsul e Yvonne, que es a la vez la del mismo Lowry con su primera esposa, la actriz Jan Gabrial: “Cuando en 1933 va a España, con Conrad Aiken, conoce a Jan Gabrial, quien fue su amor, y con ella viene por primera vez a México. Van a Cuernavaca por una temporada en donde se desarrolla Bajo el volcán. El núcleo es el de un hombre que se siente, como si fuera el Fausto de Marlowe, condenado al infierno; por ello relaciona a México con el infierno y el paraíso. Se enamora de una mujer y después de algunos meses ella finalmente lo abandona. Esa es la historia de Bajo el volcán, ese núcleo es el del hombre que está condenado porque su mujer lo ha abandonado pero después, en la transformación extraordinaria que hacen los artistas, esa mujer regresa, aunque él ya no puede hacer nada porque ya está en el infierno de su alcoholismo”.

Margerie Bonner, segunda esposa de Lowry

las vanguardias; la presencia de Joyce y Proust son legibles en esta novela. Por otra parte, es una biografía de correlato de una obra literaria y un ejemplo portentoso en que supo entramar sus obsesiones literarias”. Susana Iglesias, autora de Señorita Vodka, sostiene que algunos de los temas que se hallan en los libros de Lowry son también las obsesiones de su existencia, como la muerte como “destino único y último. Pues ¿qué es el hombre? Un minúsculo espíritu que mantiene vivo a un cadáver. Ese perro muerto que acompaña el cadáver de un hombre en alguna barranca es una metáfora de la existencia. La destrucción de sí mismo fue otra obsesión. En el remolino de la muerte gira todo: ‘contra la muerte el hombre llora en vano’. Lowry afirma que amar es morir”. Para el narrador y periodista J. M. Servín los temas lowryanos se centran “en la ebriedad, la amistad, el deporte, la relación de pareja, la lucha del hombre contra sus demonios; en este caso, el alcohol”.

EL PREJUICIO DEL ESCRITOR DECADENTE

Hay una idea simplista que observa la obra del también autor de Oscuro como la tumba donde yace mi amigo: la de un escritor decadente, sin rigor literario. Otros opinan lo contrario: “el alcohol es tan solo uno de los múltiples espejos interiores de Lowry. ¿Qué es el arte? ¿Una explosión convulsa o una pared blanca? En algunos casos el uso del alcohol no es afortunado. ¿Cualquier borracho es capaz de escribir algo con el peso de Lowry? No, ahí están los borrachos sin obra o con un libro mediocre. No me extraña que alguien descalifique a un autor por creer que es resultado de la adicción a una sustancia. Lowry

¿Será el misterio del alcohol lo que utilizó el autor inglés para aplacar la culpa por saberse vivo, para templar el fuego interno que lo llevaba a la destrucción? Para Hernán Lara Zavala, el alcohol se convirtió en el motor de lo mejor que otorgó Lowry: “la novela no tiene límites para su alcoholismo, pero a la vez es una novela mística, de una gran profundidad sobre cómo ve el mundo, pues lo juzga como parte de un arcano en el sentido de que todo tiene simbolismo. Él se identifica aquí con Cortés y con la Malinche, con el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, con Maximiliano y Carlota. Va transformando todo para intentar comprender el infierno, que también es el alcohol, donde finalmente sucumbe. Susana Iglesias entiende el alcoholismo de Lowry no solo como una adicción, sino como parte de su proceso creativo, porque “la escritura no es placer, hay que ensuciarse, bajar al fango, pelear, destruirse. No existe mayor belleza que esa ruina llamada fuego interior. A Lowry no le sirvieron de nada los tratamientos con derivados sintéticos de la morfina y suministros de altas dosis de alcohol que le provocaban náuseas. Nada sirvió porque es imposible todo proceso que pretenda curarte de lo que eres”. Sin embargo, Lumbreras afirma que el alcoholismo de Lowry fue una etapa y un tema secundarios en su vida: “La dipsomanía existe, no puede obviarse, pero al lado de otras tentativas la literatura de Lowry alcanza un nivel anecdótico, no lo rebasa. La aventura como novelista convoca a otros dramas. Creo que es más sustantiva la manera en que Lowry hace patente y visible y sufrible el contexto ideológico de su tiempo, esa confusión, ese trauma de finales de la década de 1930, la Guerra Civil española, el ascenso del nazismo, la Segunda Guerra Mundial. Al final, Bajo el volcán es una caja de resonancias donde se siente esa perversión de la historia, esa encrucijada política, y la plasma de manera poderosa, al mismo tiempo que plasma la utopía de la República, la utopía del amor y, por otra parte, la degradación, la traición entre hermanos, la traición del Estado. Eso es el desamparo, la caída final, la barranca como tabla de salvación”.

EN CUERNAVACA

Egresado de la Universidad de Cambridge, Malcolm Lowry emprendió una vida de navegante, viajero y peregrino, como lo definió Juan García Ponce. Llegó a México en 1936 y se instaló en el Casino de La Selva en Cuernavaca, junto con su esposa Jan Gabrial, quien lo abandonó en 1938.


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LITERATURA

ESPECIAL

española y con los sinarquistas mexicanos. El Cónsul muere asesinado por un grupo de fascistas. Estamos hablando de la época de 1939 a 1945. Lo matan porque creen que es un espía. Y la novela termina en que lo lanzan a una barranca como si fuera un perro e Yvonne muere arrollada por un caballo en la tormenta. El aspecto político de la novela es importante porque es liberal y comprometida con la historia de México y del mundo. Es antifascista, antifranquista, antisinarquista”. Ernesto Lumberas cree que Lowry llega a México con ciertas ideas ya establecidas: “Venía con cierta iniciación, había estado en el Nueva York de mediados de los años treinta, una especie de aparador de arte. Los museos, las galerías, exhibían propuestas del arte mexicano, tanto del arte popular como piezas de Rivera, Orozco. Así que llegó empapado, pues conocía también a simpatizantes de la Revolución mexicana, conocía las políticas que Lázaro Cárdenas había puesto en marcha”. J. M. Servín piensa que Malcolm Lowry entendió muy bien el universo lúgubre y cruel de un país de creencias arraigadas en el pensamiento mágico. “La diferencia con el México de hoy es que el Cónsul hubiera sido secuestrado o desaparecido luego de abandonar bien borracho una de las cantinuchas que le gustaba frecuentar o en uno de sus largos paseos”. De la misma forma, Iglesias afirma que “solo él conoció el infierno interior que lo impulsó a escribir. Bajo el volcán nace con la imagen de un hombre muerto al lado de la carretera en uno de sus viajes. Eso lo marcó”.

LOWRYSMO A LA MEXICANA

En Nueva York, 1947

En Los Angeles, en 1939, conoció a su segunda esposa, Margerie Bonner, quien no le pedirá que renuncie al alcohol. Entre versiones hechas cenizas en incendios y pérdidas de originales durante sus extenuantes borracheras, las cuatro versiones de Bajo el volcán fueron rechazadas por editores de América y Europa en más de diez ocasiones, hasta que finalmente fue publicada en Londres y en Nueva York en 1947. ¿Cuál es el legado de esta novela y de su autor para las letras universales? En opinión de J. M. Servín, la gran novela de Lowry “tiene un profundo sentido místico, religioso. El bebedor como un santo, como lo plantea Joseph Roth en La leyenda del santo bebedor. La angustia existencial del Cónsul, su profunda soledad y su búsqueda de dios son los anuncios de la caída de un hombre al infierno. Lowry hizo una demoledora inmersión al abismo de la soledad con un sutil sentido del humor. La imposibilidad de vencer a la vida como infierno, donde el amor no redime, solo hace más grande el vacío del alma”. Para Lara Zavala, Bajo el volcán tiene un principio joyceano. “En Inglaterra la consideraron una novela posmoderna, en el sentido de que iba va más allá de las vanguardias. Es una novela de culto, no una novela popular; la leen los iniciados, y tiene su lugar al lado de William Faulkner. Y todo, a la manera de James Joyce, ocurre en un día, el día en que Yvonne vuelve para reconciliarse con el Cónsul. Hay una escena extraordinaria donde él está en una cantina, totalmente borracho, vestido de esmoquin y sin calcetines, y de pronto ve a Yvonne. Cuando la ve, cree que es parte del delirium tremens”.

Para Iglesias, el legado de esta novela también recae en la figura de Margerie Bonner, tal vez injustamente olvidada: “Debemos en gran medida a Margerie Bonner el legado de Lowry, con todo ese cúmulo de luces y sombras que padecieron. Editora y cómplice, vivieron extremos. La culparon de sus recaídas porque bebía frente a él en uno de los múltiples intentos de Lowry por dejar el alcohol. Nadie protestó cuando corregía y mecanografiaba sus borradores o cuando le amarraba las agujetas. Culpar a otros para limpiar la reputación de un escritor muerto no es algo nuevo. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar la oscuridad del otro? Margerie bebía tanta El aspecto político ginebra como Lowry. Creo de la novela es que ahí está el espejo de importante porque es Lowry, en ella; tal vez por liberal y comprometida eso intentó ahorcarla. con la historia de México Sin Margerie Bonner, no y del mundo existiría Bajo el volcán”.

BIENVENIDO A MÉXICO

En la década de 1940 vuelve a México, pero la policía y las autoridades lo hacen abandonar el país para instalarse, con la fama de su libro publicado, en Inglaterra. ¿Qué fue México para este peregrino que hizo de las barrancas su hogar y su delirio? Hernán Lara Zavala afirma que “Bajo el volcán es la mejor novela mexicana escrita por un no mexicano. Malcolm Lowry se identificó con los problemas de México, porque hay también una especie de subtema político que tiene que ver con la Guerra Civil

Susana Iglesias asegura que la influencia de Lowry en la literatura mexicana no es muy visible, porque “beber mezcal, recorrer Oaxaca o Cuernavaca y pretender que escribes, aun si titularas a tu libro El Parián, no te convierte en escritor ni en Lowry. Ningún escritor mexicano posee una vida similar, ninguno tiene ni tendrá esa atmósfera o el ritmo desquiciado e infernal que pertenece solo a vidas terribles y extremas. Se confunde la influencia con burdas imitaciones. Se acercan por el mito, no estudian sus libros”. Servín piensa también que no hay influjo, puesto que “el arte y las letras mexicanas están llenos de funcionarios a los que solo les importa ganar premios, becas y producir obras anodinas que le llenen el ojo a curadores y agentes literarios”. Pero Lara Zavala intuye una comunicación entre Malcolm y Juan Rulfo: “al igual que Pedro Páramo, en Bajo el volcán hay una rememoración de lo que ocurrió un 2 de noviembre, pues los espíritus regresan. En el caso de Bajo el volcán no son fantasmas sino los personajes que vuelven. Hay un paralelismo que no quiere decir que uno haya influido en el otro. Titulé a mi ensayo “Tierra de fuego” porque Rulfo es la tierra, la piedra fundacional, y Lowry es el fuego, el fuego del alcohol. Además, en Pedro Páramo también hay amor: Pedro Páramo nunca pudo estar con Susana San Juan, así como el Cónsul no puede volver con Yvonne. No hay posibilidad para el amor”. Para Lumbreras, existe una influencia del autor británico en quienes leyeron la primera edición en español, traducida por Raúl Ortiz y Ortiz en 1964: “tardó 17 años en traducirse y cuando se sabe que Ortiz y Ortiz está traduciendo la novela de Lowry tiene primeros lectores como García Ponce y José Emilio Pacheco, que son lowryanos desde el primer día. Otro lector fue Salvador Elizondo, y a partir de ahí se convertirá en la novela sobre México de mayor calado y significación para muchos autores extranjeros, una suerte de guía espiritual para hacer el viaje a nuestro país”. L


LABERINTO

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Slavoj Žižek

“No soy un estúpido optim augura una época de bien El submundo de los videojuegos, las nuevas formas de subjetividad, los avances en el campo de la neurología, la previsible autonomía de las máquinas y, sobre todo, lo qué significa ser humano ahora que el concepto de humanidad cambia vertiginosamente son las preocupaciones que aparecen en esta entrevista exclusiva con el filósofo esloveno, tan provocador como original CARLOS RUBIO ROSELL/ MADRID

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ay una nueva revolución cultural impulsada por la globalización, que ha hecho renacer el arte y la literatura en países donde la hegemonía cultural parecía estar devastándolo todo. Como afirma el filósofo esloveno Slavoj Žižek (1949), “la globalización no quiere decir solamente que todos queremos ser como los estadunidenses, sino que todos podemos tener una oportunidad de desarrollar nuestra propia cultura. El cine en pequeños países como Rumania, o la novela negra en Islandia y las series de televisión en Eslovenia, son ejemplos de este desarrollo. Así que no se trata de condenar de forma tajante la globalización cultural, sino que debemos pensar qué clase de globalización queremos. Incluso en Hollywood, la globalización ha provocado que su industria se mueva del cine a la televisión, porque el cine de arte está casi muerto, y la creatividad ha estallado en las series de televisión. Hoy todo el mundo puede hacer buenas series de televisión, aun en países como China. Es cierto que vivimos un momento triste a nivel social, pero culturalmente estamos viviendo un momento bueno”. En ese sentido, Žižek apunta que la siguiente gran revolución cultural llegará de la mano de los videojuegos. “En el mundo de los videojuegos”, dice el pensador en entrevista con Laberinto, “se están creando historias muy interesantes que muestran una gran diversidad cultural. Hace poco ha aparecido un videojuego sobre Chernobil, hecho por gente ucraniana, que combina maravillosamente la idea de que en el área abandonada de Chernobil aparecen unos monstruos con una naturaleza sorprendente, producto de la radiación; y se trata de un videojuego hecho de forma muy inteligente. Esto me lleva a un sitio clave desde el punto de vista filosófico: ¿somos conscientes de lo importantes que están siendo los videojuegos para la percepción de nuestro más íntimo ser, para la forma en que experimentamos nuestra existencia? Se trata de un cambio de temporalidad, pues en los videojuegos nunca morimos; nos disparan y volvemos a empezar, y así la vida empieza una y otra vez. Se trata de un tiempo circular. Y el origen de ello está en las caricaturas que veíamos de niños, como Tom y Jerry, donde tras una persecución, en la siguiente escena vuelve a empezar otra vez; es un trágico universo inmortal. Nuestra cultura es ahora una nueva cultura de la inmortalidad. Ya no es la inmortalidad de Cristo, sino la obscena inmortalidad de los no muertos, de los zombis o los vampiros. Y ahí justamente se reproduce una división de clases: los zombis representan a la clase trabajadora y los vampiros a la plutocracia. El origen de todo esto es el Marqués de Sade y su narración Juliette o las prosperidades del vicio, en la cual el universo que se narra es el de los no muertos. Juliette es torturada, violada, pero mágicamente vuelve a ser siempre la misma chica. Algo de esto mismo encontramos en el porno, donde tras practicar el acto sexual, ellos eyaculan y vuelven a la acción, y nunca paran. Hay un detalle material en el porno hardcore: vemos el esperma FOTO: ESPECIAL

tras las eyaculaciones pero nunca usan un kleenex para limpiarlo; el esperma desaparece por arte de magia, y ellos vuelven a la carga. Pero también en nuestras relaciones amorosas actuamos como si no existiera la muerte, como si fuéramos inmortales. Uno lo intenta con una chica y si no funciona, tratamos de nuevo con otra, y así reproducimos la misma lógica, que está penetrando nuestra vida real. Así que a mi juicio todo esto muestra que está ocurriendo una cosa muy importante: la emergencia de un nuevo tipo de subjetividad. Por eso la cultura popular me fascina”. Žižek —quien ha visitado la capital española para ofrecer dos conferencias, una titulada “Alegato a favor de un socialismo burocrático”, dictada en el Círculo de Bellas Artes, y la otra, ofrecida en el Museo Reina Sofía, titulada “Lecciones del airepocalipsis”, con motivo de la exposición NSK del Kapital al Capital. Neue Slowenische Kunst: un hito de la década final

de Yugoslavia— advierte que, no obstante su impresionante desarrollo, la tecnología “ha servido para catalogarnos. En muchos países ésta es la función de Google. Cualquier cosa que hacemos a través de nuestras computadoras, ellos las incorporan a su Big Data y nos clasifican. En China, ahora mismo se ha empezado a catalogar a la gente en relación a su nivel de confianza: Cuánto puede confiar la sociedad en ti, lo llaman, pero en otros países funciona de forma que si pedimos un crédito, el banco solicita tu catalogación. Así es como sobrevive Google, vendiendo datos, y así, a pesar de ser multado con millones de dólares, sigue. Porque yo me pregunto de dónde si no saca Google el dinero para pagar esas multas, porque es evidente que no sale de la publicidad. Y es que somos constante y sistemáticamente clasificados. Incluso en Kindle lo estamos siendo (yo no lo uso pero sí lo hace mi esposa). Kindle no solo sabe qué libros lees, sino que registra


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DE PORTADA

REINER RIEDLER

mista que nestar” cuánto tiempo pasas leyendo, qué capítulos has leído, etcétera. Así es que nos estamos aproximando a una sociedad de control. Lo que no quita que las computadoras sean al mismo tiempo objetos muy estúpidos, porque saben todo, y cargan con un exceso de información, pero son incapaces de determinar cuándo y en qué momento actuará un terrorista. La gran sabiduría del ser humano no reside en saberlo todo, sino en saber cómo sintetizar la información. Y en esto las computadoras son idiotas y no pueden hacerlo”. Autor de una extensa bibliografía en la que aborda asuntos filosóficos, psicoanalíticos, sociológicos y culturales, Žižek considera que su trabajo fundamental está en la filosofía. “Creo que la parte esencial del análisis reside en las grandes cuestiones metafísicas. La gente se decanta por distintos compromisos, a veces paradójicos. Mucha gente parece que cree en una cultura de lo superficial, que no lee, etcétera. Pero en realidad creo que ahora hay un boom de libros teóricos, y la gente está leyendo libros de filosofía de más de 600 páginas, como mi obra Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, que ha sido bestseller en países como China. Así que me parece que no es verdad que vivimos en una cultura superficial. Y las preocupaciones filosóficas se están convirtiendo en algo que afecta nuestra vida diaria. Por ejemplo: ¿somos conscientes de lo que está ocurriendo en las ciencias del cerebro y la digitalización? Es algo fascinante. ¿Cómo experimentamos nuestro ser como sujetos? Uno cree que la realidad está fuera, pero esta frontera está desapareciendo, pues se llevan a cabo experimentos en los que se conecta el cerebro a una maquinaria digital, y se pueden hacer cosas, como ocurre en el caso de Stephen Hawking, quien no necesita sus dedos, pues su cerebro está directamente conectado a una computadora y solo tiene que pensar acciones y enseguida se realizan. Se han llevado a cabo experimentos con ratones, a los que se les conectan ciertos campos neuronales para dirigir sus movimientos, y parece ser que esto ya se está experimentando en seres humanos, aunque en secreto. Otro asunto es el educativo: en poco tiempo podremos administrar directamente en el cerebro cantidades ingentes de conocimientos, como la historia de la música. ¿Somos conscientes del cambio absoluto que esto traerá, en cómo afectará nuestras percepciones éticas?” Según Žižek, debemos pensar estas cuestiones desde un punto de vista filosófico. “No es algo que deban hacer los especialistas, porque afectan nuestra vida diaria. Dentro de poco ya ni siquiera vamos a plantearnos obtener un título universitario, porque simplemente vamos a adquirir el conocimiento conectándonos a una máquina. Y aquí entra otro tema inquietante: si creemos tanto en las máquinas, llegará el día en que dejaremos que nos controlen, porque permitiremos que ellas tomen las decisiones por

nosotros, tanto en el terreno económico como en el político y en el de la salud. Por ejemplo: si dejamos que una computadora nos cheque cada mañana la presión, la sangre, entonces podrá darnos un mejor diagnóstico de nuestra salud que cualquier médico. Esto también incluye el ámbito del amor: algunas parejas que quieren casarse, creen que una computadora puede decirles y decidir si deberían casarse o no. En política es lo mismo: si las computadoras siguen tus decisiones diarias, y conocen tus intereses, podrán tomar una decisión por ti sobre a quién votar en unas elecciones. En ese caso, ¿qué hacemos con la democracia? ¡Esto nos plantea grandes cuestiones!”. Sin embargo, es un hecho que las máquinas no pueden entender los contextos, y en ese sentido Žižek matiza que “no debemos creer que las máquinas son perfectas. Las máquinas no son mejores que nosotros. Las máquinas no La idea es usar son neutrales, porque la biogenética para incorporan ciertos controlar los impulsos de estándares y prograla gente, su agresividad mas que vienen de o su pasividad, su actitud fábrica. Y ¿quién las en la sociedad del trabajo programa? Es un hecho que en ese proceso son manipuladas. Así que para mí, la cuestión no es que creamos a las máquinas, sino que este cambio radical que estamos viviendo nos impone una nueva manera de entendernos como seres humanos. Ahora mismo, la CIA no tiene que hacer nada violento para controlarnos; sencillamente pone un dispositivo en nuestro cerebro y sabe con total certeza si mentimos, cuándo estamos ansiosos, y así por el estilo. Por eso digo que están ocurriendo cosas muy serias que exigen que redefinamos qué significa ser humanos. Y hay que confrontarnos con eso abiertamente. No es que sea pesimista, pero tampoco soy un estúpido optimista que piensa que estamos entrando en una nueva era cósmica de bienestar, donde formamos parte de una colectividad singular. No creo en eso, pero sí en que están pasando cosas de un calado tan radical que nos obligan a repensar nuestras vidas cotidianas”.

En el terreno de las ideas, este cambio plantea, indica Žižek, el debate que presentan, por un lado el racionalismo de Jürgen Habermas y por otro el tipo de filosofía que hace gente como Peter Sloterdijk. “Habermas pensaba que la biogenética era peligrosa, y que había que limitarla y casi prohibirla. Pero no podemos. Y por alguna razón esto está llevándonos a situaciones demenciales. Cuando estaba en China, me encontré con un científico que me dio una propaganda que presentaba su trabajo, y la primera frase me dejó en shock. Decía: ‘El objetivo de la biogenética en la República Popular China es regular física y mentalmente el bienestar de los chinos’. ¡Dios mío! ¡Y es algo que ya están haciendo! La idea es usar la biogenética para controlar los impulsos de la gente, su agresividad o su pasividad, su actitud en la sociedad del trabajo... Así que la naturaleza humana está, literalmente, cambiando. Y claro que por un lado tenemos la pobreza y el hambre; pero por otro hay que tener en cuenta el control digital y la manipulación genética. En los suburbios de Shangai hay algunas clínicas a las que va la gente rica de Occidente, puesto que en esos países está prohibido, a manipular genéticamente su descendencia. Ahí les ayudan a producir hijos ideales. Y esto me lleva a afirmar que quizá estemos asistiendo al surgimiento de una nueva clase de división social, mucho más fuerte que las anteriores divisiones de clase, donde unos podrán decidir incluso qué tipo de hijos querrán tener, y otros, esclavos, que serán manipulados. Esto es algo que Stalin pensó antes que nadie, y no es una broma. En 1931, Stalin les creía a unos locos biólogos que afirmaban que podían mezclar seres humanos con simios para obtener la máquina perfecta de trabajo. Entenderían lo elemental del lenguaje, pero no tendrían capacidad de protestar, de comprender. Era algo primitivo y no funcionó. Sin embargo, ahora nos aproximamos a algo parecido. Así que veo en el horizonte un nuevo tipo de división social donde no solo contarán las determinaciones sociales, sino también las biológicas. Y esto podemos verlo en Hollywood, en películas como Elysium y Los juegos del hambre”. L


EN LIBRERÍAS

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LABERINTO

El verdugo de sí mismo RESEÑA JOSÉ ANTONIO LUGO GARCÍA

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ditorial Cantamares acaba de publicar la novela El caballo, de Claude Simon, Premio Nobel de Literatura 1985. La obra narra la lenta muerte de un corcel, a consecuencia del oculto maltrato de su jinete, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Propongo tres lecturas. La primera tiene que ver con lo que llamaré “literatura de guerra”. Con ese fi n, quiero contrastar tres novelas francesas y marcar pequeñas diferencias entre ellas. La primera es la obra El fuego, de Henri Barbusse, quien sitúa a su obra en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Recuerdo una escena. Un soldado le da a otro un huevo envuelto en un pañuelo lleno de lodo. Ese huevo es un tesoro y haberlo mantenido con vida en el fragor de la batalla debe ser toda una hazaña. Con esta escena, Barbusse afirma que, a pesar del horror, está viva la posibilidad de mantener los valores que nos vuelven humanos. En Los bulevares periféricos, de Patrick Modiano, la trama se dirige a averiguar quiénes fueron los culpables

y a castigarlos por ello. El colaboracionista sufrirá, aunque lo haya hecho por alguna causa noble. Reina la sensación de que nadie se salva y de que todos son culpables de esa mierda. La tercera novela que quiero recordar es Nos vemos en el cielo, de Pierre Lemaitre, ubicada en la Primera Guerra Mundial, donde lo que vemos es cómo el joven herido “invade” los espacios y la conciencia burguesa de su familia. Otro enfrentamiento, otra guerra, que tendrá sus propias víctimas. En el caso de El caballo, la muerte del animal es una metáfora de la pérdida. Ya no queda lugar para la esperanza, como en Barbusse, ni para hacerla de verdugos, como en Modiano, ni para hablar del choque entre la realidad de la guerra y la burguesía, como en Lemaitre. La segunda lectura es la del ojo, es decir, la de la mirada. En Opus Nigrum, la novela renacentista de Marguerite Yourcenar, Zenón, el personaje principal, observa de repente una especie de molusco que al parecer lo está viendo. Tarda tiempo en comprender

Policías filósofos RESEÑA ADRIÁN CURIEL RIVERA

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esde sus orígenes, la novela del crimen ha oscilado entre el policía o el detective que resuelve un misterio gracias al poder de sus razonamientos (Wilkie Collins, Arthur Conan Doyle, Agatha Christie) y aquel otro investigador cuyas pesquisas, a pesar de acudir no solo a la tecnología de su lógica sino también a sofi sticadas herramientas de la evidencia científica, parecen diluirse en un oscuro entorno de corrupción, decadencia y conflicto social (Dashiell Hammett, James Ellroy, Henning Mankel). En ese tránsito entre la casa señorial donde, gracias a un interrogatorio a los sospechosos alrededor de la chimenea encendida, se revela que el mayordomo es el asesino, y los bajos fondos de la ciudad irredenta y delincuencial, el comandante Emiliano Conejero, el protagonista de Pinches jipis (Malpaso, España, 2016) de Jordi Soler, se sitúa en las turbiedades de una megalópolis donde campean la impunidad y la más acabada ineptitud policial. La misma contraportada advierte

ya al lector de que el libro que tiene en sus manos constituye un internamiento en la novela negra para parodiar el género y rendirle homenaje. Algo de esto es cierto. Por momentos, la novela emula el tono de farsa y sarcasmo que emplea, por ejemplo, Jorge Ibargüengoitia al describir a sus representantes de la ley. Otras veces se decanta más por la condescendencia cómplice con que Bernardo Fernández Bef sabe caricaturizar a sus buenos y a sus malos. Conejero, no podría ser de otra forma, es un mando medio de la policía, alcohólico, cocainómano por temporadas, divorciado de Zoraida y responsable de maleducar a su hijo Macabeo. Tiene una despampanante amante, si se permite la cacofonía, con quien cena en lujosos establecimientos cuando no está yendo a identificar cadáveres. Usa gabardina y sombrero, y se acomoda el revólver entre el cinturón y el ombligo, aunque sea difícil imaginar a alguien sentado así para tomar los cubiertos en un restaurante. A cada rato saca su “nalguera” (petaca) para echarse al garguero un lingotazo de whisky. Pese a ser en esencia un troglodita, cultiva la superstición musical de llevar casetes (sobre todo de pop y de rock) en la guantera de su

que esa imagen es la de su propio ojo reflejado en un espejo. Zenón se ve viendo. La mirada está puesta sobre sí mismo porque, como afi rma la Oración por la dignidad del hombre de Pico della Mirandola que sirve de epígrafe a la novela, todo está puesto sobre la mesa para que el personaje “encuentre su propia forma”. En cambio, el ojo del caballo es un reproche lastimero. Su mirada, que pierde brillo conforme la vida se le escapa, es la constatación del horror, la evidencia de la destrucción. Pero el caballo no se ve a sí mismo, observa con infi nita tristeza a sus verdugos. La tercera lectura es la mitológica. Recordemos que los centauros son mitad hombre y mitad caballo. En la novela de Claude Simon, el personaje aparece montado en el corcel, es decir, vemos a un centauro, que se parte en dos, y la parte animal, la del caballo, muere. Ahora bien, se supone que el caballo es la parte animal y el arquero es la parte fi losófica, que apunta con su flecha a las estrellas. Pero en la novela de Simon, lo que queda de humanidad parece estar en la mirada triste y sin esperanza del caballo. El hombre ha envenenado su flecha y, al igual que Hércules, termina por herir a quien le sirve, y al hacerlo, se hace a sí mismo un daño permanente. Tres lecturas, tres miradas, que nos permiten celebrar la aparición de esta obra, inédita en español. L

Galaxy, que extrae a ciegas como augurio de la suerte que le deparará ese día. También le gusta llevar gafas oscuras, tan modernas que en ocasiones lo confunden con Lady Gaga, Thalía o Chavela Vargas. En este punto hay que subrayar que Soler se esfuerza por sembrar bombas de comicidad a lo largo del texto, un rasgo apuntalado por la elección de los nombres no solo de su hijo y esposa, sino de sus subalternos: la Vacota, el Tapir, el Escamol, el Jabalí o el Espectro. Conejero está al frente de la Dirección de Investigaciones Especiales, reconstituida luego de ser disuelta a causa de una de sus constantes recaídas etílicas. En determinado pasaje, la novela parece defi nir su propia poética: “imaginar un relato, una estructura narrativa alrededor de un asesinato, que al fi nal terminaba convirtiéndose en línea de investigación”. Para ello será fundamental la intervención del Espectro, quizá el mejor personaje, un estudiante de fi losofía metido a investigador, primero, y empleado después —por su flacura— en un súper como vigilante oculto en una columna de espejos. Conejero, tras un lío de faldas que los distancia, lo recupera para su equipo. Tal vez lo más discutible de Pinches jipis sea, precisamente, lo que Conejero y el Espectro tienen que dilucidar: una serie de crímenes ligados a Tito Britto, un influyente comunicador de la radio, y a su esposa, una piadosa dama de Polanco, vinculada a los Legionarios de Cristo, que acaba descubriendo una infidelidad de Britto y que manda matar a la amante. A Conejero, desde luego, le corre prisa. Siguen apareciendo cuerpos estrangulados con una media azul, los ojos retacados en la boca luego de ser extraídos inverosímilmente con una cucharilla. Entretanto, Britto despotrica contra la negligencia del alcalde (sic) del DF, del secretario de Gobernación y del presidente de la República. No obstante la impresión de gratuidad que transmite buena parte de la trama, Soler consigue dar un giro interesante al desenlace. Pero es como si no jugara una partida de ajedrez en serio, sino que se contentara con desarrollar para el gran público una estrategia diseñada con antelación. Una novela, en suma, que no esconde su abierta intencionalidad comercial, bien redactada, amena y difícilmente perdurable. L


MILENIO

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× A

NÉMESIS JO NESBØ Roja y Negra México, 2017 527 pp.

F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

Esta cuarta aparición del comisario Harry Hole entrega un caso que se entrevera con otras subtramas, una de ellas remanente de Petirrojo, la novela anterior. Hay un asalto bancario con asesinato incluido y hay un suicidio más que sospechoso. Hay también una sombra que vemos dispuesta a malograr la vida de Hole, quien lucha por mantenerse sobrio e imponer un código de conducta que en ocasiones se burla de la ley. Nesbø, no cabe duda, es el jefe del thriller nórdico. UN VAQUERO CRUZA LA FRONTERA EN SILENCIO

EL EMISARIO O LA LECCIÓN DE LOS ANIMALES ALEJANDRO VÁZQUEZ ORTIZ Penguin Random House México, 2017 281 pp. La acción de esta novela no transcurre en estos tiempos de levantones, ajusticiamientos y masacres, tampoco en estos años de fallida lucha contra el narcotráfico sino en otra época, lejana ya, finales de la década de 1980, periodo en que la acción estalla cuando tras una especie de acuerdo entre los cárteles mexicanos y colombianos para el trasiego de enervantes hacia Estados Unidos un infiltrado pone en jaque todo el negocio, y desata un fiero combate al que se suma la fuerza de la naturaleza: el huracán Alex que azota sin piedad la ciudad de Monterrey.

ODA A LA SOLEDAD GISELA LEAL Alfaguara México, 2017 629 pp. “Me pregunto si soy el único que se da cuenta de que nada de esto importa. Que no tiene sentido. Que todo el esfuerzo va dirigido a una infinita espiral que lleva hacia la completa y absoluta nada”. Con estas palabras da inicio la tercera novela de Gisela Leal, que imagina el curso de una familia acaudalada y poderosa manejada por una madre dominante cuyos hijos siguen caminos divergentes: uno hacia la cumbre económica, el otro hacia la destrucción de todos sus privilegios.

EL IMPULSO CREATIVO Y OTROS CUENTOS W. SOMERSET MAUGHAM Atalanta España, 2017 397 pp. Escritor clave de las letras europeas, los doce relatos que conforman este volumen del también autor de la legendaria novela Servidumbre humana son exploraciones de la compleja condición existencial, costumbre narrativa del autor, y miradas crueles a las paradojas del destino. En estos textos vuelven la obsesión enfermiza por no ser lo que uno realmente quiere ser, la ominosa distancia entre la realidad y el sueño o la maléfica tiranía de las apariencias, que esclavizan tanto a los seres más débiles como a los más fuertes, a los más elegantes o exquisitos y a los más abyectos.

EL AZAR DE LAS FRONTERAS JUAN CARLOS VELASCO Fondo de Cultura Económica México, 2016 372 pp. La migración suele verse, y más en estos días, a la par de las invasiones que modificaron el mapa de Europa en la temprana Edad Media. ¿Qué tanto interviene el azar en este fenómeno que agudiza el concepto de frontera y en ocasiones representa la única posibilidad de supervivencia? Velasco parte de esta circunstancia para valorar las dimensiones políticas, jurídicas y morales, y pugnar por una globalización que signifique una ampliación del campo de acción de la vida.

Diego Enrique Osorno Literatura Random House México, 2017

Ni agua ni pescado ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

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o que muchos han dado en llamar Nuevo Periodismo —tan nuevo como las impresiones de Mark Twain sobre el Congo, los registros de Dickens sobre la pobreza en la era victoriana o las crónicas del Giro de Italia de Dino Buzzati— lleva gozando ya más de diez minutos de fama ahora que en México, y en general en América Latina, la ficción imita cada vez más a la realidad o que ha doblado la cabeza ante los hechos duros. Algunas novelas quieren ser veristas y un tipo de periodismo aspira a ser literatura. En ese querer ser se instala Un vaquero cruza la frontera en silencio. Qué es: un libro que no termina por definir su identidad. A ratos presume un aliento narrativo y en otros un aire de denuncia, muy en el tono del activismo social. Diego Enrique Osorno comienza dibujando la biografía de una familia de Nuevo León entre la década de 1950 y 2011. Podría considerarse una familia común, que se gana la vida honestamente, a no ser porque dos de los hijos son sordomudos. Sobre uno de ellos, Gerónimo González Garza, recae precisamente el peso de la historia. Corremos así detrás de su andadura de migrante —y de paria entre quienes tienen oídos y voz— por Texas, California, Nueva York… hasta que obtiene al fin su estancia legal. Mientras tanto, leemos sobre el lenguaje de señas, sobre las primeras escuelas para sordomudos, sobre la exclusión biológica. Y eso es todo. Campea la prisa y el desperdicio. Menciono dos momentos que ilustran cómo se tiran por la borda las buenas oportunidades narrativas. La estancia de Gerónimo en una comuna jipi de sordomudos se despacha ¡en un párrafo! El mismo espacio ocupan sus andanzas en los bares de Ciudad Juárez después de padecer otra deportación. Y es que Osorno tiene poco interés en contar, a pesar de que ha sido nombrado como uno de los máximos representantes del “nuevo periodismo narrativo”. Quiere tan solo denunciar y, de pasadita, exhibir su amistad con John Lee Anderson y Alma Guillermoprieto. De modo que tras despachar a Gerónimo González Garza emprende la tarea de preguntarse por qué el noreste mexicano no ha producido aún a sus cronistas y novelistas, por qué es mudo y sordo ante la violencia, por qué “carece de un lenguaje propio en estos tiempos de guerra”. La respuesta no llega pero hay lugar para la indignación, sin la cual se cierran las puertas de los paraísos mediáticos. Una certeza, no menor, se obtiene de Un vaquero cruza la frontera en silencio: al “periodismo narrativo” no se llega por el camino del periodismo sino por los desfi laderos de la literatura. L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

Everardo González

“Necesitamos bajar el umbral de indignación” El Paso documenta las penurias de dos periodistas que piden asilo político en Estados Unidos HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

ENTREVISTA

R

icardo Chávez Aldana y Alejandro Hernández Pacheco padecieron la persecución del crimen organizado y el poder político, tal como les ha sucedido a decenas de periodistas. Su caso es particular en tanto que ambos solicitaron el exilio político en Estados Unidos. El cineasta Everardo González recupera sus casos y los cuenta en El Paso, filme que muestra la persecución y el desarraigo que sufren los comunicadores en México. ¿Cómo llegó a las historias de Ricardo Chávez Aldana y Alejandro Hernández Pacheco?

Llegué a sus historias mientras hacía la investigación para La libertad del diablo. Hace años colaboré con el periodista Horacio Nájera. Cuando se anunció el operativo Conjunto Chihuahua, se tuvo que ir exiliado a Canadá. Me puse a buscar casos similares y gracias a la asociación Mexicanos en el Exilio contacté a Ricardo y Alejandro. Son miles los mexicanos que piden asilo; sin embargo, se sabe poco de esos casos.

Catorce mil mexicanos han solicitado asilo político. Me quedé con estas historias porque también quería hablar de la persecución a los medios de comunicación. Ricardo trabajaba en una estación de música grupera y se vio cubriendo nota policiaca en un momento muy

complejo para Ciudad de Juárez. Sin saberlo, era una voz escuchada porque se dedicó a denunciar los vínculos entre la delincuencia organizada y las fuerzas del Estado. El caso de Alejandro fue más mediático porque se convirtió en la moneda de cambio de un cartel para presionar a Televisa. Además, ejemplificaba muy bien las puestas en escena de Genaro García Luna y su lucha contra el narcotráfico. La película se comenzó a filmar en 2012 y no ha dejado de tener vigencia.

Es terrible, en 2017 se volvió coyuntural. La situación no ha cambiado, al contrario, el ataque a los comunicadores aumenta.

El documental muestra también el trabajo que cuesta conseguir la condición de exiliado político.

Hay una política de disuasión de Estados Unidos hacia los mexicanos. El uno por ciento de las solicitudes de asilo político obtiene sentencia favorable; el resto sufre deportaciones o detenciones prolongadas. Durante la administración Trump la situación se ha recrudecido. Otro tema paralelo es el desarraigo.

Uno de los dolores más fuertes del exilio es la pérdida de referentes y el encierro. Por eso la película se centra en la cotidianidad de las familias.

HOMBRE DE CELULOIDE

Empieza como una película de migrantes, un poco en lugar común, y termina hablando de la persecución a la libertad de expresión. Necesitamos bajar el umbral de indignación, lo tenemos muy elevado. Necesitamos volvernos a indignar por las cosas cotidianas como las libertades acotadas. ¿El cine mexicano ha caído en el lugar común a la hora de hablar de migración?

Nos falta hablar de las causas de la migración. Pensamos que respondía a causas económicas, pero no es así, ahora vemos que también hay persecución política. No me gusta quedarme con el escenario de la convulsión política, sino encontrar la trama posible y el desarrollo de personajes. Personajes que en ocasiones se sienten utilizados por los propios medios.

Cierto. Me siento muy contento porque la película colaboró para la resolución de exilio de la familia Chávez. Los escritores o documentalistas lucramos o capitalizamos el drama humano. Sé que sus historias me colocan en una posición dentro de la cinematografía de este país y por eso procuro acercarme de la manera más ética posible. Llego hasta donde me permiten sin vulnerar su dignidad, ni poner en juego su vida. L FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora ESPECIAL

Lo que dejó el comunismo

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on autores como Cristi Puiu, Cristian Mungiu y Calin Peter Netzer la crítica internacional habla de un Nuevo Cine Rumano. Dominique Nasta ha escrito incluso que estamos ante un milagro inesperado. ¿Lo es? Solo en la medida en que Rumania sigue las modas que dicta Cannes y compite en el arte dando nuevos sentidos al viejo estilo soviético que tanto ama el crítico de cine francés. Las miradas que antes buscaban dar testimonio de la felicidad de las clases trabajadoras que, gracias al gobierno, podían vivir gozosas en un multifamiliar, hoy se complacen denunciando la pobreza, la violencia y la corrupción que dejó tras de sí la caída del Muro de Berlín. En Graduación, de Cristian Mungiu, Eliza es una rubicunda estudiante de 16 años que se rompe un brazo durante una pelea contra un tipo que ha estado a punto de violarla. El problema no es tanto el susto como la posibilidad de que la chica sea incapaz de concentrarse en sus exámenes finales, con lo que perdería una beca en Inglaterra y estaría condenada al fracaso: quedarse a vivir en su país. Si algo ha conseguido la globalización de Cannes es que el cine rumano, el cine japonés y el cine mexicano se parezcan demasiado. Con

Graduación (Bacalaureat). dirección: Cristian Mungiu. guión: Cristian Mungiu. con Adrian Titieni, Vlad Ivanov, Maria-Victoria Dragus. Rumania, Bélgica, Francia, 2016.

personajes cotidianos, sus creadores cuentan “pequeñas historias” posmodernas sin haberse dado cuenta de que la gente que va al cine nunca dejó de amar las “grandes narrativas”. Este cine de corte soviético recuerda los pasillos pintados de la escuela por la que se mueve el protagonista de Graduación: niños sonrientes, destinados por voluntad del sistema a volverse científicos y artistas. La única diferencia estriba en que, con la misma estética, se ilustra la miseria política, social y aun artística en que el comunismo dejó

a esta sociedad en la que parece que todo puede comprarse, venderse o traficarse. Según los autores del Nuevo Cine Rumano, aquí todo se consigue por compadrazgo: sea atrapar a un criminal, conseguir un trasplante de hígado o pasar un examen final con diez. Ahora bien, esta misma sociedad ha dado lugar a un cine que expresa la falta de expectativas de una generación que, parada en hombros de gigante (el Neorrealismo Italiano), tiene el ojo triste de quien se quedó sin ideología, dios o nación. L


MILENIO

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Del misterio a la sorpresa La obra de Gloria Coates, compositora estadunidense–alemana, es una de las más robustas e interesantes de los últimos 50 años HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com

VIBRACIONES

ESPECIAL

A José Alfredo Páramo y Luis Pérez Santoja

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n la música de Gloria Coates (1938), la sorpresa es una búsqueda constante. Una sorpresa sin abrupción ni estridencia. El tipo de sorpresa que surge sutil, lenta, y de pronto su presencia resulta absoluta y desconcertante. Los procedimientos para causar desconcierto nacen de una necesidad dramática: articular mundos sonoros ajenos —incluso contrarios— en un discurso lo suficientemente complejo y elástico como para que luzcan naturales —o por lo menos interesados en dialogar— unos al lado de los otros. Es música comprometida con la incertidumbre y el misterio. Escuchemos, por ejemplo, su Cuarteto para cuerdas núm. 7 (2000), subtitulado “Angels”, en donde la dotación tradicional del género —dos violines, viola y chelo— entra en sorprendentes relaciones (caso insólito en la historia) con el órgano. Desde un punto de vista cromático, el conflicto parecería trazado: las cuerdas de luces resplandecientes en contra del órgano funesto que Monteverdi, en 1607, escogió para expresar el momento exacto en el que en el alma de Orfeo se ha instalado la

muerte (cuando Silvia le revela que a Eurídice la mordió una serpiente). Sin embargo, en esta partitura —estructurada en movimiento único de 15 minutos—, las cosas no resultan claras: la confusión actúa desde la naturaleza misma de los colores. Al principio, los violines aletean y por un instante su aleteo transmite la idea de ascensión. Resulta una sensación falsa: se trata de un aleteo que proviene de la disonancia y rápidamente las cuerdas graves lo vacían de movimiento. Ahí lo dejan:

DANZA

suspendido, mutilado, sin tiempo ni alas, a merced de la angustia y la premonición de una caída: eso alado que ascendía sin remedio se ha desplomado. Y todas esas cosas —suspensión, angustia y caída— se van acumulando, cada vez más intensas en su desesperanza, a través de un adorno conocido como glissando, que consiste en transitar con escándalo —ya sea rápido o lento, da igual el tiempo— de una nota a otra, de tal manera que todos los sonidos intermedios sean excitados. ARGELIA GUERRERO

ESCENARIOS

Las visitas del órgano a esta densa textura mística resultan sorprendentes: citan, aquí y allá, con frágiles voces de suavidad enrarecida, las dulces melodías de tres viejas canciones navideñas inglesas que hablan candorosamente sobre ángeles, pastores y fe. En la música de Gloria Coates —la sinfonista más prolífica en la historia—, la sorpresa es una búsqueda constante, como también lo son el glissando y el pasado. Pongamos el ejemplo de su Sinfonía 15 (2004), la última que ha escrito, subtitulada “Homage to Mozart”. Escuchemos “Puzzle Canon”, el segundo de sus tres movimientos. Inicio triunfal y romántico: acordes tonales lánguidos, melancólicos, a cargo de los alientos; de pronto, en un lugar distante del mismo paisaje sonoro, las cuerdas ejecutan disonantes glissandos suaves y tormentosos que confunden sus direcciones: ¿van, vienen, avanzan, parten o retroceden? Y estos dos mundos ajenos comienzan a ir juntos, uno encima del otro, hacia un hostil futuro en donde, al poco tiempo, comienzan a atacarse. Conforme la textura tonal de los alientos se aclara y descubre su verdadera alma delicada —una cita casi textual del mozartiano Ave Verum Corpus interpretada al revés—, la acritud disonante de las cuerdas se intensifica hasta devorar cualquier otro acontecimiento sonoro. Y entonces aparece la sutil sorpresa: las cuerdas reviven el espíritu de Mozart que mataron en los alientos y se unen a la torcida melodía del último motete escrito por ese hombre hermoso. Y es un llanto profundamente triste: nadie debería ser enterrado en una fosa común y nadie debería morir tan joven. L makarova81@yahoo.com.mx ESPECIAL

Arte y voluntad

¿

Qué es un artista? ¿Cuáles son su ser y hacer? A través de la historia hemos tenido respuestas siempre en correspondencia al contexto en que realizamos estos cuestionamientos. Durante su visita a México, el pasado 7 de julio la bailarina Elisa Carrillo realizó una serie de comentarios muy desafortunados para “explicar” el Premio Benefactor de las Artes que su fundación entrega este año al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, para reconocer a las personas “que apoyan muchísimo a la Fundación Elisa Carrillo”. Los cuestionamientos hacia la bailarina giraron en torno a la grave situación que atraviesa el estado declarado en alerta por violencia de género y a lo que solo atinó a decir que el país debería enfocarse en el camino “de luz”. ¿Cuáles son el ser y hacer de un artista? La primera condición indiscutible es estar vivos, independien-

temente de la corriente filosófica a la que nos adscribamos, si es que esa disertación nos atraviesa por lo menos una vez en la vida. Definir nuestro ser y quehacer depende de la concepción que se tiene del ser humano y su relación con el mundo. Se puede hacer arte como imitación, como expresión, propaganda, creación–acción, como pedagogía o como entretenimiento; cada una exige una reflexión del entorno y una ubicación concreta desde la que se hace arte. No existen limbos como espacios creativos, ni manos divinas que guían el quehacer de los artistas. Para Nietzsche, el arte es un principio del que surgen los valores. Así, cada sociedad, en relación directa con su contexto, producirá sus valores y afrontará las consecuencias que ellos producen. El arte es un camino a la comprensión de lo real

La bailarina Elisa Carrillo

y a través de ella se filtra lo que el filósofo denominó el ser del mundo. Muchos bailarines en México proyectan este ser del que habla Nietzsche en sus procesos creativos, con distintos estilos y técnicas. No hablo de panfletos, sino de una poética de su quehacer artístico en relación con la realidad que innegablemente les atraviesa.

Obviar la tempestad que sorteamos como país y proponer al arte como camino de evasión y no como una fuerza que deviene voluntad de pensar el mundo que tenemos, así como de accionar por el que queremos, resulta muy desafortunado. El país requiere de artistas comprometidos con su realidad, más allá de visiones altruistas. L


VARIA

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LABERINTO

ESPECIAL

Robar o no robar TOSCANADAS

H

ay un argumento que se conoce como “la apuesta de Pascal”. Dado que no hay modo de demostrar la existencia o inexistencia de Dios, este filósofo francés pasó al lado práctico y planteó la utilidad de creer en Él mediante un análisis de los pros y contras de cuatro posibilidades. Si crees en Dios, y Dios no existe, entonces no hay daño: te mueres y todo se acaba. Si no crees en Dios, y Dios no existe, pasa lo mismo, salvo que en tu vida te diste mejor vida. Si Dios existe y sí crees en Él, entonces tienes un premio eterno. Si Dios existe y no crees en Él, te espera un castigo eterno. Ante esos escenarios había que apostar por la existencia de Dios. Era la opción que exigía poco pago a cambio de un gran premio y, sobre todo, a cambio de evitar un gran castigo. Un apostador profesional sabe que un análisis matemático sobre las probabilidades de la existencia de Dios se vuelve superfluo ante la infinitud del premio o del castigo. La apuesta de Pascal tuvo buena acogida en los púlpitos y

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

en los consejos de las abuelas; sin embargo, es filosofía de tan bajo nivel que ni siquiera es filosofía, y peor aún, ni siquiera llega a ser teología. Algunas personas hacen una apuesta similar con sus vidas terrenas ante la tentación de delinquir. Los cuatro escenarios son: delinques y te atrapan; delinques y no te atrapan; vives honestamente y libre; mas también existe el caso de vivir honestamente y pagar por un crimen ajeno. Las condiciones no son absolutas como en la apuesta de Pascal; aquí hay agravantes y atenuantes. Hay tentaciones mayores, como manejar un presupuesto estatal, y menores, como bicicleta sin candado; hay mayor expectativa de impunidad, si se es parte del crimen organizado o de un partido político, que también es crimen organizado; o menor, cuando se delinque por cuenta propia. En la apuesta hay que considerar el valor subjetivo que le damos a la libertad; y el espanto que nos causa el castigo.

CAFÉ MADRID

Más allá de cierta ética, yo me prometí que no voy a delinquir voluntariamente porque por sobre todas las cosas detesto el hacinamiento. No le tengo miedo al infierno católico, pero sí a compartir una celda con dos docenas de tipos que roncan y ventean por las noches, sin darme la posibilidad de dormir y despertar a la hora que desee y pasarme, si así es mi gusto, las noches de claro en claro leyendo un libro detrás de otro. Puestos a escoger, prefiero estar preso en el Castillo de If que en el Penal del Topo Chico. O, sin duda, elegiría las comodidades de Rudolf Hess en la prisión de Spandau. Pero volviendo a la apuesta de Pascal para criminales, la única situación que garantiza impunidad y goce de un jugoso botín se da VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

en el rol de primera dama. Sea a nivel federal, estatal o municipal, estas distinguidas señoras se han despachado con la cuchara grande sin autoridad que les saque un susto. De modo que el consejo de Pascal, del púlpito y de la abuela es el mismo: aprovecha, mija, roba todo lo que puedas. Y al final, las muy pérfidas se van a vivir sus lujos, mientras dejan al marido a su suerte, hacinado con delincuentes comunes, picado por moscos, obrando en infectos retretes sin papel sanitario, recostado en colchones pulguientos, comiendo lo peor de la culinaria local, bebiendo agua con bichos, y ni siquiera se acuerdan de mandarle una caja de chocolatines por su cumpleaños a ese pobre hombre que se jugó el pellejo para llenarlas de abundancia. L periodismovictor@yahoo.com.mx ESPECIAL

Verano E

l despiadado verano ya está aquí. Pero como uno no se ha ido a la playa, dan ganas de no moverse del sofá mientras el aire acondicionado está a toda potencia. El aire, sin embargo, no ayuda mucho porque el calor de estos días es tan intenso (40º C) que el cansancio y la somnolencia invaden el cuerpo y acaban tumbándonos la cabeza. La tele tampoco nos impulsa a reanimarnos. Todos los canales están llenos de tertulias gritonas sobre política o chismes. Que si la corrupción, que si la independencia de Cataluña, que si Donald, que si Maduro, que si los heridos por los toros en Pamplona, que si los hijos ilegítimos de Salvador Dalí y Julio Iglesias, que si el éxito global de “Despacito”. Así que para no alimentar rencores hacia personajes públicos y privados (y el aluvión de ideas violentas para acabar con ellos), siempre quedan los periódicos y los libros. Uno tiene su nivel, pero una dosis de cultura general nunca está de más. Y si hay que achicharrarse, que sea bien ilustrado. El problema es que en esta estación del año los periódicos pesan menos y suelen ser más superficiales. De todos modos siempre está bien enterarse de cuál es el último bosque incendiado o de cuál es la mansión recién asaltada porque sus habitantes se han ido de vacaciones y no han puesto la alarma. No obstante, el otro día preferí sumergirme en Personajes, de Indro Montanelli, porque, como bien dicen los intelectuales, “en verano hay que aprovechar para releer a los clásicos”. En eso estaba cuando, de pronto, sonó el teléfono. Era mi amiga Paloma. “¿No estarás viendo una de esas pelis del Oeste falso, no?”, dijo en referencia a los largometrajes que se hacían en Almería

Vista de El Escorial

(Andalucía) y que a veces veo para darme un atracón de kitsch. Me invitó a El Escorial (al noroeste de Madrid), donde un escritor famoso clausuraría uno de esos cursillos que abundan esta temporada y, sobre todo, rompería el silencio sobre uno de sus viejos amigos, al que un día le dio un puñetazo y nunca más le habló (¿cuál? Lo siento: esto es una columna cultural, no el ¡Hola!). Quedamos de vernos en Atocha para irnos juntos en tren. Salí de casa y me fui caminando a su encuentro porque para subirse una tarde de calor infernal al metro, donde desprecian el desodorante, hay que tener mucho valor y, últimamente, yo ando escaso. Además, supuse que después de mi encierro estival me sentaría bien respirar una buena dosis de monóxido de carbono, mientras iba por la calle

esquivando enjambres de turistas coloraos. En el auditorio de El Escorial abundaba la muchachada universitaria, esa que anda buscando tema o personaje para su tesis, y también los fotógrafos porque, desde que el afamado escritor se relacionó con la reina de la socialité, una sucesión de clics ameniza su vida. Total: ahí, en medio de una frescura artificial, se habló de literatura y de política, pero nada de lo que todos esperábamos. Por más esfuerzos que hizo su interlocutor, el intelectual que presidía el escenario se atrincheró en su actitud de “mejor no digo na porque luego se sabe to” y se resistió a revelar el meollo de su antológica enemistad o su posible arrepentimiento o sus posibles intentos para arreglarla. A lo mejor la culpa es del verano, que aumenta la temperatura y baja el nivel de las grandes conversaciones. L


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