Laberinto No.736 (22/07/17)

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Laberinto

CANÍBALES Y CONTEMPORÁNEOS julio hubard p. 03

SOBRE MARGARITA MICHELENA perla schwartz p. 08

ENTREVISTA A ROB RIEMEN

pablo boullosa p. 04

MILENIO

NÚM. 736

sábado 22 de julio de 2017 FOTO: DAVID MAUGENDRE

CONVERSACIÓN CON BERNARD NOËL

melina balcázar moreno p. 06


ANTESALA

sábado 22 de julio de 2017

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LABERINTO

ESPECIAL

Agonías gemelas ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar

ESCOLIOS

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s un relato de guerra, pero no está destinado para los fanáticos de la acción o el heroísmo: todo lo que ocurre es que un caballo, y una civilización, se mueren. Claude Simon (1913-2005), el metódico orfebre de la narrativa francesa, creó una obra tan exigente como estimulante, marcada por la sombra de las guerras mundiales (su padre murió en la primera y él combatió en la segunda), el pesimismo antropológico y la noción de crisis del significado. Ciertamente, después del horror y el absurdo de la destrucción de un continente, resultaba difícil conformarse con el carácter recreativo de la literatura más convencional y, para muchos, era necesario hurgar en el instrumento mismo del lenguaje. No es extraño que el nombre de Claude Simon se asocie a la llamada Nouveau Roman, una corriente de afinidades narrativas, que pretende limitar la importancia de la anécdota y centrarse en el trabajo y la reflexión textual. En busca de escapar a los lugares comunes y al efectismo de la narrativa comercial, la escritura de la Nouveau

ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero

Roman se centra en el hecho concreto, en la descripción y en una búsqueda casi maniaca de precisión. No se trata de contar por contar sino de demostrar, en el curso del propio acto narrativo, la dificultad de contar y de significar. En el caso de Simon, en sus mejores momentos, su rigurosidad, su formalismo y minucia descriptiva potencian el dramatismo y tensión de sus tramas minimalistas. El caballo (Cantamares, 2017, traducción de Melina Balcázar y Pedro Hugo Alejándrez) es un ejemplo de estas virtudes. Situado en el escenario de la Segunda Guerra Mundial, el relato describe el tránsito de un grupo de soldados franceses por la campiña y su arribo a un miserable villorrio donde un caballo perteneciente al regimiento enferma. Va a ser la agonía del animal, descrita con atroz detalle, la que aglutine los pequeños hechos (la aparición de una mujer deseable, las disputas entre los pueblerinos, las pesadas puyas entre los soldados) que recoge el relato. Todos, por lo demás, saben el origen del malestar del caballo, los golpes que le propinaba su

Claude Simon

jinete, molesto con su forma de trotar y, sobre todo, con la guerra y consigo mismo. El caballo es una logradísima estampa de la tristeza y desesperanza de las generaciones que padecieron la devastación y una crítica a la lógica del belicismo, pero es también una desgarradora evocación de la mortalidad de los seres vivos y de los trances gemelos de la enfermedad y la agonía. L

El horizonte es el lugar impreciso donde las aves nadan y los peces vuelan.

El ser según Jim Jarmusch LOS PAISAJES INVISIBLES

A

propósito de su inmensa elegía urbana, William Carlos Williams escribió: “Paterson es un largo poema de cuatro partes en el que un hombre es en sí mismo una ciudad, que comienza, busca, realiza y concluye su vida de maneras que pueden ser encarnadas por los múltiples aspectos de una ciudad —si se la concibe con imaginación—, cualquier ciudad, cuya totalidad de detalles puede dar voz a sus más íntimas convicciones. La primera parte presenta el carácter fundamental del lugar. La segunda parte comprende las réplicas modernas. La tercera busca un lenguaje para articularlas y la cuarta, el río bajo las cataratas hará recordar sucesos —todo lo que un hombre puede realizar a lo largo de su vida”. Jim Jarmusch concluye su película Paterson, con Paterson (el poeta y chofer de autobús de ese distrito de New Jersey en el que vivió y sobre el que escribió William Carlos Williams) contemplando las cataratas de Passaic. Paterson mira las aguas con hálito de duelo y no es para menos. La noche anterior, Marvin, su simpático bulldog inglés, trituró a dentelladas el cuaderno

IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGascon

donde el aparente hombre ordinario anotaba sus versos sobre, sí, curiosamente, lo ordinario. Pero Jarmusch no cierra el telón de su película de forma deliberada, porque William Carlos Williams también dijo de su enorme poema lo siguiente: “la ciudad que quería como mi objeto tenía que ser una que conociera hasta en sus más íntimos detalles. Nueva York era demasiado grande, un hacinamiento excesivo de las facetas del mundo entero. Quería algo más cercano a casa, algo comprensible. De forma deliberada elegí a Paterson como mi realidad. Mi propio suburbio no era lo bastante distintivo ni variado para mi propósito. Existían otras posibilidades, pero Paterson las aventajaba. […] Paterson tiene una evidente historia asociada con los orígenes de los Estados Unidos. Además de lo anterior, posee una característica principal: las Cataratas de Passaic, que cuando comencé a pensar en ellas, se convirtieron más y más en la carga afortunada de aquello que quería decir”. Un hombre es en sí mismo una ciudad. ¿Hay algo más íntima y existencialmente urbano que un autobús y su ruta de servicio? El Paterson de

Paterson me recuerda a dos viejos personajes de Jim Jarmusch que, si se suman, dan la esencia exacta de su temperamento: Ghost Dog, el asesino que recorre una metrópoli de Jersey hundido en sus reflexiones de Hagakure: el camino del samurai, de Yamamoto Tsunetomo. Ghost Dog cría palomas mensajeras. La única compañía en su existencia solitaria es Raymond, el heladero haitiano que solo habla francés. Sin embargo, el idioma no impide que florezca la amistad, babélica pero fraternidad al fin, y, para muestra, recordemos la risa compartida de Ghost Dog y Raymond al mirar la afanosa (y estúpida) labor de un latino que construye un barco en la azotea de un bloque de apartamentos. Ghost Dog, en su lento caminar, es una suburbio interior, es la ciudad. El otro personaje es William Blake, no el poeta inglés pero sí un poeta, a su manera, de Hombre muerto. Después de asesinar a un hombre, el vaquero William Blake encuentra a un apache llamado Nadie, quien lo prepara para el último viaje espiritual. Blake no sabe que agoniza, que tal vez ya ha muerto, pero recostado en la canoa mira cómo el mundo se desplaza, se queda atrás. William Blake es liquidez interna, es un río como el que corre bajo la cascada de Passaic: “El descenso/ hecho de desesperanzas/ y sin culminación/ concibe un nuevo despertar:/ el reverso/ de la desesperanza.// Por aquello que no podemos culminar, lo/ negado al amor,/ lo que en la anticipación hemos perdido—/ un descenso sigue/ eterno e indestructible”. (Paterson, Libro Dos, Parte III, William Carlos Williams.) L

dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez


MILENIO

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× G E RA R D O

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sábado 22 de julio de 2017

ANTESALA

ESPECIAL

CO N C H A ×

Mi madre habla con ángeles Estos versos pertenecen a Lápidas del tiempo (Libros Magenta, México, 2017), que reúne la poesía del autor escrita entre 1973 y 2013

U

nos ángeles hablan con mi madre, No sé la forma, un canto cerebral Es quizá lo que escucha mi madre Y ella dice, pon atención, la muerte Es un sueño en la oscuridad o en la luz; Solo eso, un sueño eterno del alma O un fiero juicio antes del retorno Para encontrar el destino preparado En la memoria precisa de los ángeles, Fácil es el amor de mi madre vieja, Difícil es todo lo que ella sabe, Cántico en la mente y en el corazón, Ángeles que razonan bellamente Con ella, mi madre ignorante y sabia.

×EKO×EX LIBRIS×MICHEL DE MONTAIGNE×

Caníbales y contemporáneos BICHOS Y PARIENTES

S

JULIO HUBARD

e supone que Montaigne es nuestro contemporáneo porque con él inicia esa cosa llamada “relativismo cultural” —palabras horrendas que suponen distancias insalvables: que una persona solo es capaz de comprender su propia cultura, y a medias; que las diferencias históricas, lingüísticas, espirituales y materiales son tantas, y tan profundas, que comprender a los otros resulta imposible—. Pero no. Montaigne no es nuestro contemporáneo porque le resulten insondables los otros y sus culturas sino porque se halla a sí mismo como un otro: una interrogación y no un saber. Descubre sus propias limitaciones intelectuales en cada ensayo porque la conciencia le aparece como dictada por otras voces, que entran o salen del concurso del pensamiento. La suya y las otras mentes le resultan tan misteriosas como ridículas. Y ese escepticismo es lo que muchos confunden con relativismo. El caso más notable de perplejidad cultural le vino al topar con tres indios tupinambá, sus famosos caníbales, que conoció en la corte de Ruán, en 1562, “ignorantes de lo que costará algún día a su tranquilidad y ventura el conocer las corrupciones de acá... míseros por haberse dejado engañar por el deseo de novedad”. Todos los lectores y tratadistas de Montaigne han dado interpretaciones y descubierto pistas del ensayo “Sobre los caníbales”: de ahí surge el Calibán de Shakespeare, la antropología moderna, la crítica y autocrítica de las costumbres como disciplina moral e intelectual y, en fin, este escepticismo de sí, que es el origen no solo de la inteligencia sino también de la honestidad intelectual. Eso y más. Pero me sorprende que casi nadie haya reparado en un asunto enojoso. Mientras los caníbales estuvieron en la corte, el rey Carlos IX “hablóles largo tiempo” y les explicó cosas, pero no les preguntó nada. En cambio, Montaigne supuso que los indios podrían revelarle verdades nuevas. Les preguntó qué les había parecido lo que veían. Y ellos dijeron tres cosas. Una, que hallaban “muy extraño que tantos hombres grandes y fuertes, barbados y armados”, se sometieran y obedecieran a un niño (el rey tenía 12 años). La segunda cosa que los perplejó fue que unas personas tuvieran tanto lujo, mientras otros, sus “mitades”, fueran tan miserables. Ellos dijeron tres cosas, pero Montaigne olvidó la tercera. Ya sé que el ensayo sobre los caníbales es piedra de toque y papel tornasol para juicios y críticas de la cultura. Pero no le sé perdonar el descuido de haber olvidado un tercio entero de la confrontación caníbal. L

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LABERINTO

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Rob Riemen

“La política debe ir de la mano de la cultura”

El director del Instituto Nexus con sede en Holanda y uno de los pensadores más destacados en la actualidad ha publicado Para combatir esta era, una mirada aguda sobre el retorno del fascismo en los regímenes supuestamente democráticos. En estas páginas reflexiona sobre el legado filosófico de los autores clásicos, la importancia del lenguaje como proyecto político y el nihilismo contemporáneo ENTREVISTA PABLO BOULLOSA Déjame empezar con algo que ha estado en mi mente estos días, un poco a partir de la lectura de tu libro, y otro poco por una sentencia formulada por Epicuro, en sus Sentencias vaticanas: “La ingratitud del alma hace a las criaturas ávidas de variaciones sin fin en su manera de vivir”. En la edad de oro de la dispersión, ¿estamos enfermos de ingratitud? Ingratitud hacia nuestro legado espiritual, hacia lo mejor de nuestro pasado.

La respuesta sucinta es sí. La respuesta larga es que vivimos en una sociedad con amnesia autoinfligida. Hay tantas cosas importantes que han sido absolutamente olvidadas. Lo cual debiera ser una de las razones por las que, al menos una vez cada fin de semana, cada quien debiera pasar medio día en una librería, junto a los clásicos; empezar a leerlos y sorprenderse por el hecho de que ya Platón había dicho que las personas vivimos en una cueva: creemos que nuestro entorno es la realidad, pero hay algo más allá de eso. Puede leerse también en las obras de Platón que, para Sócrates, lo que define al ser humano es el alma y que lo principal de lo que dispone para lograr que su vida sea significativa, que no esté vacía, es cuidar su alma. Lo dice hacia el final de su Apología. Esos viejos griegos tenían una mayor comprensión del sentido de la vida y del ser humano que nosotros, con nuestra neurociencia, la tecnología y la ciencia en general. Es un hecho imperioso, si se le piensa bien. Y si se le sigue considerando, uno empieza a darse cuenta de lo que se ha perdido debido a nuestra inclinación general por el materialismo. Lo digo como un rasgo objetivo, no en el sentido simplista de quien desea tener mucho dinero o algún objeto accesorio, sino por el hecho de que solo tenemos ojos para el mundo material. Perdimos la capacidad, incluso el lenguaje, para pensar en términos como el alma, el espíritu y hasta la vida mental. Un problema semejante lo encontramos al hablar de los grandes valores, tal como los enunciaba Platón: verdad, belleza, bondad y justicia. Están interrelacionados, se necesitan entre sí. En cierta forma y en ciertos casos, cada uno puede ser los otros. Pero es muy difícil hablar de estos valores hoy, porque es más fácil nombrarlos que vivirlos o experimentarlos.

La razón por la que escribí Para combatir esta era, por la que articulé una reflexión sobre el retorno del fascismo y escribí esa historia que es una metáfora acerca de la indagación de los valores, es que hay una conexión. La conexión

es que si miramos el mundo actual veremos un regreso del fascismo como una enfermedad inherente a una forma de política en la democracia de masas. El que hayamos empezado a vivir en una democracia de masas está relacionado con el hecho de que hemos olvidado esos valores espirituales. Entonces, las preguntas son: ¿cómo fue?, ¿qué sucedió?, ¿por qué esta amnesia?, ¿por qué dejamos de estar conscientes de esto? Es una historia larga, no la abordaré con demasiados detalles, pero hay unas cuantas cosas que, me parece, es importante tener en cuenta. En primer lugar, el descubrimiento de Nietzsche. Él ató cabos y dijo: “Dios ha muerto”. Lo que quiso decir es que esos valores espirituales de la bondad, la verdad y la belleza, han dejado de existir. Porque él había comenzado a darse cuenta de que, con el desarrollo de la ciencia y el mundo volviéndose más y más material, dejó de haber sitio para esos valores trascendentales. Y comprendió las consecuencias: supo que, sin esos valores, al fi nal del día quedamos en un mundo de nihilismo. Y un mundo así siempre acaba envuelto en guerra y violencia. Otro pensador que aparece en mi libro Nobleza de espíritu es Albert Camus, quien partió de las ideas de Nietzsche, y también llegó a la conclusión de que habíamos renunciado a nuestros valores morales. De nuevo, esto está relacionado con la politización de la vida intelectual. Yo mismo provengo de una familia católica, pero socialdemócrata. Me asumo como parte del mundo de los liberales y de la izquierda. Pero al provenir de ese mundo, he llegado a la conclusión de que la izquierda, los liberales, han sido muy estúpidos al haber renunciado a esos valores espirituales y creer que las únicas cosas que importan en la vida real son los valores políticos. De lo que no me había dado cuenta, y es algo que había comprendido otro escritor que aparece de manera central en mis libros, Thomas Mann, es que la esencia de la vida jamás puede ser aprehendida por la sola política, que la política debe ir siempre de la mano de la cultura. Wittgenstein diría: “la estética y la ética son una sola”. Por favor, no las escindan, porque al momento de hacerlo, si la izquierda separa el arte de la política, terminamos careciendo del sentido de bondad, de belleza, dejamos de ser capaces de creer en los valores espirituales. Del otro lado, con esta misma escisión, tenemos a los conservadores, quienes quieren ignorar los valores políticos y son felices con su fantasía de que nada ha sucedido desde el siglo XIX; están empeñados en mantener una cultura falsa, burguesa, en la que ya no hay lugar para la justicia.

Citas a Thomas Mann, quien afirmó que cuando el fascismo llegue a Estados Unidos lo hará en nombre de la libertad. ¿Por qué las palabras son tan importantes? ¿Cuál es la importancia de que las palabras conserven su autenticidad, su valor real?

Esa es la pregunta con mayúscula. Y de nuevo, Nietzsche fue profético, de una manera terrorífica. Dijo que las palabras perderían su valor. Imaginemos una sociedad en la que las palabras hayan perdido su significado. Es de lo que se trataría una civilización nihilista, en la que todo puede significar cualquier cosa, y en la que todos dirán: “es tu interpretación o tu significado, pero pienso diferente”. El nihilismo y los relativismos son prácticamente lo mismo, ¿no?

Algunos quieren hacer una distinción, pero son básicamente lo mismo. De hecho, en el entorno de la filosofía, el posmodernismo era la aceptación intelectual de algo completamente nihilista. ¿Por qué es que no debemos alterar el significado de las palabras? Porque las palabras son nuestros jueces, son el espejo crítico al que debemos asomarnos. El ejemplo más simple es que si le dices a alguien “te amo”, la palabra “amo” juzgará si estás diciendo una verdad o si eres un mentiroso. Si dices “esto es absolutamente importante”, la palabra “importante” juzgará si comprendes qué es importante o no. Lo mismo va para la justicia y así sucesivamente. Para ponerlo de una manera más simple: si no tienes la menor idea acerca del significado de las palabras, estás perdido. Completamente perdido. No sabes, literalmente, lo que estás diciendo ni lo que estás haciendo, porque no entiendes el significado de las palabras. Karl Krauss culpó en gran medida a los medios de comunicación y a la cultura comercial, porque en el mundo de los medios todo es datos, datos, datos, y las palabras han perdido su significado. Ésta fue la primera advertencia de lo que pasa cuando una sociedad abierta es invadida por la propaganda. Y ésta es una herramienta clave para el mundo del fascismo. Mira al canal Fox, en Estados Unidos. Mira a Breitbart News, el instrumento de Steve Bannon. De seguro existen ejemplos similares en México. Entonces, ¿qué es la propaganda? ¿Qué fue la invasión de Goebbels, Hitler y Mussolini y toda esa gente? “Podemos lavar el cerebro de la gente”. Propaganda es el mal uso de las palabras. Sabemos lo que estaba escrito en la entrada de Auschwitz: Arbeit macht frei [“El trabajo os hará libres”]. Completa mentira.


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sábado 22 de julio de 2017

PENSAMIENTO

JOYCE VAN BELKOM

asombrosos, cierta gente es muy rica y puede hacer un montón de cosas, pero con la pobreza espiritual vienen muchos problemas sociales, y tras ellos llega la violencia. Hace un rato cité a Epicuro. Él, los epicureístas y los estoicos, fueron filósofos que, básicamente, se olvidaron de la dimensión política del ser humano o de los asuntos sociales. Ellos decían “sálvate, no te preocupes de nada más”. Demasiados intelectuales en la actualidad están diciéndonos lo mismo: “no te ocupes del resto del mundo, solo lee mi libro y olvídate de lo demás”. Y tú estás haciendo un llamado constante a la acción. Está ahí, en el título de tu libro, Para combatir esta era: la necesidad de pelear, de actuar. Es un aspecto que no le importa a la mayoría de los intelectuales.

Cuando las palabras pierden su significado, la consecuencia es que vivimos en un mundo de mentiras. Y la gente vive su propia vida como una mentira, es solo una mentira, y tiene que inventar todo. Entonces, ¿cuál es el papel de los poetas y los intelectuales? Nuestro deber moral es decir “este es el significado de tal y tal palabra. Puedes decir lo que quieras, ocupar un lugar prominente y creer que eres lo mejor, pero en lo fundamental, eres un mentiroso”. Déjame preguntarte algo que no está en tu libro, pero me resulta interesante y tal vez también para ti. Cuando Hannah Arendt asistió al juicio de Eichmann en Jerusalén, estaba asombrada al comprobar que él no era un hombre enteramente malvado, sino que era un burócrata sin imaginación. Me pregunto si hay algo que puedas decirnos sobre esta falta de imaginación, tan predominante entre los políticos.

Sí, aunque sería injusto singularizar a los políticos. Se trata de un fenómeno muy extendido en todo el mundo. Y para ser honesto, si consideramos la educación que han recibido nuestros políticos y empresarios, no debería extrañarnos. No están entrenados para conocer a las musas. ¿Por qué habrían de estarlo? Hoy se trata de tener otras habilidades. Pensemos en Marcel Proust. En En busca del tiempo perdido, se pregunta por qué importa la literatura y dice que es porque en ella uno descubre algo de sí mismo. Cuando uno lee Ana Karenina, Madame Bovary o La montaña mágica, empezará a decir “esto soy yo”. Esta es la diferencia entre las musas y la diversión. La diversión es una forma de escapismo, en el que no se quiere descubrir nada acerca de uno mismo, sino alejarse lo más posible.

Sí, es una caverna.

Es la caverna. ¿Por qué el mundo de la poesía, el de la belleza o el de la música, importa? Porque nos da una perspectiva de un mundo distinto, es el instrumento esencial para darnos esperanza. Hay algo más allá del “como es”. Hay ahora una discusión en Estados Unidos que es deprimente presenciar: el seguro médico. Sigue habiendo millones y millones de personas en ese país sin acceso a servicios médicos. No puedo juzgar cómo sucede esto en tu país, pero déjame decirlo así: puedes deshacerte de una parte de la excesivamente costosa sicoterapia, o lo que sea, si se invierte un poco de dinero en el mundo de la cultura. Porque cuando se toman las artes, la Ser valiente no es ser literatura, la música un macho o un héroe, y la poesía, junto con sino tener el coraje de las personas que aún actuar de acuerdo con las cosas que sabes y las pueden enseñarlas y se les aprovecha, eso cosas que deberías saber le da a la gente una noción de libertad, una comprensión mucho mejor, y se posibilita una mejor conversación con los otros. Puede ser una conversación oral, en la que se diga “escucha esta pieza”, o “lee este libro”, o lo que sea. La pobreza espiritual de nuestro tiempo, junto a la inaceptable pobreza económica, que es inaceptable porque hay tanto dinero en el mundo, se basa en la creencia de que ya no necesitamos los valores, porque todo se trata del crecimiento económico, de ciencia y tecnología. Y ahora estamos atrapados en una situación en la que, por un lado, lo tenemos todo; los desarrollos en la ciencia y la tecnología son

Mi querido amigo Sócrates ya había explicado cuál es el significado de la sabiduría: no se trata de saber un montón de cosas, de leer y leer. Se trata de la capacidad de saber y de actuar. Ser valiente no es ser un macho o un héroe, sino tener el coraje de actuar de acuerdo con las cosas que sabes y las cosas que deberías saber. Porque se requiere de cierto valor para salir ahí afuera, para no conformarse y decirse: “Esto es en lo que creo, lo que me parece importante, así que debo comportarme de acuerdo a eso”. Es algo que también se refiere al arte de escribir. Me encanta criticar el mundo de los académicos, porque no están actuando. No hacen lo que deberían y tienen una vida demasiado privilegiada. Y no es algo nuevo: si se lee a Nietzsche o a Schopenhauer, ya les sucedía lo mismo. Por eso estos dos filósofos escriben así, puedes leerlos y cada palabra está perfectamente clara, porque partían de que si se quiere explicar algo hay que asegurarse de que cualquiera pueda leerlo, incluyendo a su querida madre. Entonces, es un llamado a la acción, porque al fi nal del día es lo único que cuenta: qué tipo de vida vives y cuál es tu contribución a la sociedad. Ahora, puedes actuar de formas diferentes y una de las más bellas acciones que conozco es escribir un libro. Es la decisión que tomó Thomas Mann, cuando vio que los nazis estaban creciendo en Alemania, con su ideología de los nuevos dioses, el mundo mitológico del señor Wagner y etcétera, una mitología que fue acogida por Hitler y sus amigos. Mann decidió escribir el libro, en cuatro volúmenes, José y sus hermanos. Tomar dos páginas del Génesis para hablar al mundo acerca de otra religión, con un dios distinto del que adoraba el señor Hitler, y el significado que ella tenía para la humanidad. Por esto es que me parece inaceptable que en el entorno académico haya demasiados libros destinados solo a complacer a cien colegas alrededor del mundo: “yo te cito, tú me citas”. Por otra parte, este no es un llamado a politizar, no es una consigna para colocarse a la izquierda o la derecha. No es un llamado ideológico. Es un llamado a que, si tienes ciertos dones intelectuales, si has tenido la fortuna de pasar tu vida entre libros, tienes la obligación de asegurarte de que la sociedad pueda beneficiarse de ello. Es la antigua tradición de los escribas en la cultura hebrea. Los escribas, los fi lósofos de la Ilustración, vivían en un mundo en el que solía haber intelectuales públicos. Tomando en cuenta los fenómenos que mencionas, ya no quedan muchos intelectuales públicos. ¿Dónde están ahora los intelectuales con la visión y el coraje para proveer de ideas a la sociedad, aquellos con la lucidez suficiente para decir: “muy bien, los políticos están demasiado ocupados, no son siquiera la gente más lista que hay, así que debemos ayudarlos”? L Traducción de Atahualpa Espinosa.


LABERINTO

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Bernard Noël

“Escribir es ser ofensiv

Proscrito en Francia durante un tiempo por su libro El castillo de Cena, defensor de la lengua y crítico de la escena mediática, el amigo de Philippe Sollers, Jacques Derrida y Claude Gallimard conversa sobre tópicos que van de la creación literaria a la conceptualización verbal, del dominio de la escritura al espíritu rebelde del artista y de la política de Macron al vacío del arte oficial MELINA BALCÁZAR MORENO/ PARÍS

B

ernard Noël (Francia, 1930) es considerado uno de los escritores más importantes de su generación. Su vasta obra —que desde sus inicios fue aclamada por Aragon y Blanchot— se caracteriza por su compromiso y exigencia sin fallas. Accedió a la notoriedad con la publicación de El castillo de Cena (1969), una novela erótica de una violencia inaudita, publicada recientemente en español en una excelente traducción. Han sido traducidos igualmente varios de sus libros de poesía (entre ellos Extractos del cuerpo, El resto del viaje, Diario de la mirada), su ensayo La castración mental, y la novela El síndrome de Gramsci. Entre los numerosos premios que han reconocido la importancia de su obra se encuentran el Premio Antonin Artaud (1967), el Gran Premio Nacional de Poesía (1992) y el Premio Internacional de Poesía Gabriele D’Annunzio (2011). Bernard Noël salió de su reserva habitual y respondió a nuestras preguntas. En su momento, la publicación de El castillo de Cena provocó un escándalo que dio lugar a un proceso. De hecho, usted fue uno de los últimos escritores franceses en ser juzgado por atentado a las buenas costumbres. Aun hoy, la publicación de un libro así resultaría problemática, si no es que imposible. ¿Podría hablarnos acerca de esta novela?

El castillo de Cena fue mi primer libro, me permitió liberarme y empezar a escribir. Lo terminé muy rápidamente, como en una especie de explosión liberadora. En ese sentido, es menos un libro erótico que un libro emancipador. Se trataba de un libro de sabotaje de la lengua francesa, de su belleza. Mi referencia era entonces Nerval, la nitidez de su lengua. Traté de ser tan nítido como él, pero diciendo cosas que eran impertinentes. El libro apareció primero bajo el pseudónimo de Urbain d’Orlhac y lo publiqué de nuevo con mi nombre en 1973, en las ediciones de Jean–Jacques Pauvert [quien publicó por primera vez las obras completas de Sade]. Fue como si me denunciara y me convocaron en la prefectura de policía. Se abrió un proceso en contra mía por haber atentado contra “las buenas costumbres”, lo que era muy raro. En general, la sanción se limitaba en esos casos a la prohibición de anunciarse, que de cierta manera acababa con el libro que, sin publicidad, no lograba venderse. Era una manera de desalentar a los editores a publicar ese tipo de escritos. ¿Cómo se desarrolló el juicio?

Me defendió Robert Badinter, que se volvió célebre y que incluso llegó a ser ministro de Justicia, y a quien debemos la abolición de la pena de muerte en

Francia. En un principio, yo no quería defenderme pero algunos amigos tomaron mis asuntos en sus manos y encontraron a Badinter para que se ocupara de mi caso. Cuando fui a verlo, era simplemente para decirle que no podía pagarle, y me dijo que no le importaba, pues para él lo fundamental era defender los principios. Me intrigó mucho eso de “los principios”. Debo decir que mi juicio resultó muy cómico por la manera en que el tribunal trataba a mis testigos. Philippe Sollers vino y cuando comenzaron a hacerle preguntas hizo un gesto de que no le importaba un carajo lo que le preguntaban y lo echaron fuera. Cuando llegó el turno de Jacques Derrida y le preguntaron su profesión, dijo que era profesor de Filosofía en la Escuela Normal Superior. El juez quedó muy impresionado, sin saber cómo continuar interrogándolo. El colmo fue cuando se presentó a declarar el editor Claude Gallimard, que figuraba entre mis defensores. ¡El juez se disculpó con él por tener que pedirle que dijera su identidad! La defensa de mi abogado —que consistía en afirmar que yo era un muy buen escritor como para ser realmente culpable de ultraje— me indignó bastante. Concluí que un buen escritor es alguien inofensivo, así que toda mi vida he intentado ser alguien ofensivo. Creo que escribir es eso: ser ofensivo contra todo y contra todos. ¿Escribió esta novela como una respuesta a las atrocidades cometidas por las autoridades francesas en Argelia?

Muchas cosas me perturbaban en la violencia de la guerra en Argelia pero lo que más me afectó fue la idea de que se torturaba a los argelinos en mi lengua. Que la lengua francesa haya servido para ello me resultaba insoportable. Se produjo una condensación al escribir la novela, que es a la vez anticolonialista —el final, por ejemplo—, aunque no tenía en mente un mensaje preciso, de no ser el sabotaje de la lengua, el deseo de romperla al escribir algo tan indecente como se le consideró en aquel momento. Con la invención del concepto de sensura nos ha dado un arma para resistir y continuar siendo ofensivos. ¿Cómo llegó esta palabra a su escritura?

Surgió más tarde, después de la publicación de El castillo... La fabriqué para designar la privación del sentido que me parecía caracteriza la nueva forma de dominación sin coerción y sin violencia del llamado “mundo libre”. Por eso lleva una “s”, para hacer sensible esta manera de vaciarlo todo de su sentido. Contrariamente a la censura del Este —estábamos en 1975—, la sensura del mundo libre occidental era imperceptible: crea un vacío mental mediante la abundancia de información y de espectáculo. La sensura en la que hoy vivimos es mucho más sutil y pesa además sobre nuestra

vida cotidiana, sin que nos percatemos de ella, en particular a través de los medios de comunicación. Creo que esta palabra es lo más importante de mi texto El ultraje a las palabras, que escribí después de mi juicio. Se trata de mi respuesta al ultraje a las buenas costumbres del que se me acusaba. Ahí hablo de cuando estuve en prisión por mi apoyo a los argelinos, al FLN, si bien tuve la suerte de ser detenido al final y no estuve encarcelado durante mucho tiempo. Lo que era terrible es que en las celdas que rodeaban la mía encerraban a los argelinos que volvían de la tortura. No podíamos establecer ninguna comunicación pero escuché cosas terribles sobre lo que habían sufrido. Su manera de oponerse a la dominación de la escritura ha consistido, me parece, en una búsqueda estética constante pero también en su exigencia de retirarse del mundo. Desde mediados de los años setenta, renunció a su labor editorial para dedicarse únicamente a escribir. ¿Es también esta una manera de ser ofensivo?

Desde hace al menos 30 años vivo alejado del mundo, pero eso no implica que deje de interesarme por lo que ocurre en él. En vista de lo que este nuevo gobierno se propone reformar, y que más que transformar a la sociedad va a


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sábado 22 de julio de 2017

vo contra todo” OLIVIER ROLLER

DE PORTADA

apoderarse, a la fuerza, de la Asamblea Nacional, y que la policía logró detener. En esta gran manifestación del 12 de febrero, la izquierda se unió por primera vez: socialistas y comunistas desfilaron juntos. En un texto, Georges Bataille cuenta cómo vio la manifestación bajar por las calles de París y el impacto que produjo en él la solidaridad de la gente, que se tomaba por los hombros, que desfilaba cuerpo contra cuerpo. A mi parecer, el nosotros representa esta solidaridad. Intenté escribirla en el monólogo pero no funcionaba, y de pronto surgió esta historia de terrorismo que marca la entrada de la violencia. En Francia, la violencia es latente porque no es posible que nos hayan traicionado tanto. François Hollande traicionó todo y, a pesar suyo, aseguró el éxito de Emmanuel Macron, que seguramente es de una inteligencia muy superior a la de él, pero que va a destruirlo todo. Quienes votaron por él serán sus primeras víctimas. A menos de que haya algo más… El sistema que se instaura va a empobrecer a la clase media en beneficio de los grandes capitales. Si el plan de Macron tiene éxito será la clase media la que pagará, pues la alta finanza no paga. Y me pregunto si no es eso lo que se encuentra detrás: destruir la cultura mediante la eliminación de la clase media que es la que la produce y se interesa en ella. La cultura es, a pesar de todo, una forma de anticonsumismo. Desde sus inicios, su escritura ha establecido una relación estrecha con el arte. Ha señalado la falta de exigencia estética del arte actual, subvencionado por el Estado. Ha identificado el origen de este nuevo “arte oficial” en la labor del antiguo ministro de Cultura de François Mitterrand, Jack Lang. ¿Continuaría haciendo hoy la misma constatación?

destruirla, habrá una movilización para defender el código del trabajo que se ha construido a lo largo de cien años y la seguridad social que fue un gran logro de la posguerra, de la Resistencia. No sé lo que ocurrirá pero sí podemos esperar que sea algo violento, porque cuando se tiene la mayoría en la Asamblea, el gobierno puede pensar que el país está con él, pero no es así en vista de la elevada abstención. Me pregunto si lo que no funciona en la democracia —aunque reconozco que es el menos malo de los sistemas políticos hasta ahora— es que reposa en la delegación del poder. Ahora bien, la delegación del poder aleja siempre al poder mismo de los ciudadanos y lo vuelve de cierta manera intocable. Hay que reconocer que el poder se mantiene en extremo alejado de los electores. Todo se ha complicado aún más desde que las elecciones reposan mucho más en los medios de comunicación que en los programas políticos. Hoy la democracia no es en el fondo más que una forma de índice de audiencia, que me parece está completamente manipulado. Entre su obra figura un Diccionario de la Comuna que continúa siendo una referencia. ¿Qué relación existe entre su escritura y la historia?

Lo escribí después de El castillo de Cena; de cierta

manera van juntos. Creo que podría defender la forma del diccionario como instrumento ideal para escribir la historia ya que gracias a ella el lector puede volverse su artífice, podrá reconstituirla. Quizá el diccionario es la única manera objetiva de escribir la historia, porque el orden arbitrario, como lo es el alfabético, permite disponer todos los hechos históricos que, contrariamente a la historia, sí existen. La historia es la lectura que el presente hace del pasado y por lo mismo es una Si el plan lectura cambiante, no de Emmanuel Macron así los hechos.

tiene éxito será la clase media la que pagará, pues la alta finanza no paga

En su último libro de la serie de monólogos que ha escrito en los últimos años, se concentra en el pronombre “nosotros”, en su significación. ¿Cree que aún es posible seguir utilizándolo en la actualidad?

Escribí El monólogo del nosotros durante varios años, no conseguía escribir ese “nosotros”. Ciertamente, no es práctico comenzar cada frase utilizando este pronombre. Cuando comencé a trabajar en él tenía en mente las grandes manifestaciones de la izquierda en febrero de 1934, que siguieron al intento fallido de la derecha por

En Francia, ese arte oficial nunca ha sido peor que ahora. Lo que es extraño con la acción de Jack Lang es que en un principio fue benéfica, porque pudimos ver arte por todas partes del país, algo que no había ocurrido antes. No obstante, la consecuencia de esta promoción del arte ha sido una institucionalización que lo corrompe, al poner la cultura al servicio del comercio. Este arte oficial domina cada vez más el país, tal vez porque les acomoda a los funcionarios de la cultura, quienes son responsables de esta moda de la cual Daniel Buren es el modelo. No hay nada que retener de su trabajo, es vacío, meramente decorativo. No es más que un arte oficial aún más decorativo que el del siglo XIX, que no le molesta a nadie, que no produce ningún efecto. En una carta a su amigo el escritor Georges Perros, habla del lenguaje como pensamiento: “Quería pensar con mi cuerpo. Lo intentaba desde Artaud, desde Lawrence, lejanos ya para mí. Quería alcanzar mi México interior: la tierra devastada de mi ser, y mar original también”. ¿Qué relación encuentra entre cuerpo y escritura?

Para decirlo de manera más simple: el cuerpo habla y también piensa. Durante siglos se ignoró el cuerpo, como si la palabra proviniera de arriba. Pienso que la palabra nos viene de abajo, del fondo del cuerpo. El cuerpo contribuye a la articulación de lo que decimos, y es también el depósito de la memoria. Sin embargo, lo que me obsesiona no es tanto la memoria como el olvido. Me parece que escribir a partir de la memoria propia no presenta ningún interés, no nos enseña nada. Toda la masa corporal está hecha de olvido, y es a través de ella que el olvido florece de cuando en cuando. Para mí, escribir es liberar la lengua para que cese de decir lo que yo intento hacerle decir y comience a hablar por sí misma. Lo que me interesa no es el Yo —lo odio, de hecho— sino la lengua misma. Pero hoy día, la lengua está en peligro. Y el empobrecimiento de la lengua conlleva forzosamente el de la relación con los otros. L


LITERATURA

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Margarita Michelena Conmemoramos 100 años del nacimiento de la escritora hidalguense (21 de julio de 1917-27 de marzo de 1998), cuya obra poética se mueve entre la desolación y el amor que se evapora MEMORIA PERLA SCHWARTZ

U

n tono intimista, confesional, muy cercano al de los poemas de Sylvia Plath o Anne Sexton es el que preside a la poesía de Margarita Michelena (1917–1998), escritora y periodista hidalguense a la que es necesario leer y revalorar por su lirismo intenso y la autenticidad que permea la alquimia de su lenguaje. Poeta expresiva y sumamente emotiva, que supo soslayar la cursilería debido a que en su escritura hay un equilibrio entre sus sentimientos y pensamientos, da cuenta del amor, el desamor, el vacío del ser, el tedio existencial y en momentos se interna en el ámbito religioso. En la mayoría de sus poemas —que no todos— hay un dejo de nostalgia por aquello que alguna vez se vivió y que ha dejado de ser, por todo aquello que se pierde en el mar de un tiempo inconmensurable, y que la memoria no es capaz de resguardar. Sin duda, para Margarita Michelena la poesía fue un acto de redención, un continuo ajuste de cuentas con su existencia terrestre. El 21 de julio de 1996, en un homenaje que se realizó en el Palacio de Bellas Artes, Octavio Paz expresó: “sus poemas son cristalizaciones transparentes. Desde su primer libro me impresionaron, por igual, la maestría de la hechura, la profundidad del concepto y la autenticidad de las emociones. […] Sus poemas brotan del suelo del lenguaje como chopos, pinos o álamos, también como torres de reflejos y esbeltos obeliscos de claridades”. Margarita Michelena nació el 21 de julio de 1917 en Pachuca, y falleció en la Ciudad de México el 27 de marzo de 1998. Muy joven se trasladó a la capital para estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Se dio a conocer como poeta en 1943 en la revista Tira de colores. Dos años más tarde publica su primer libro de poemas, Paraíso y nostalgia (1945), donde uno de sus poemas centrales es “Atmósfera sin tiempo”, de corte filosófico y dedicado al amante ausente, a quien se lleva en el corazón y a quien se añora de sobremanera: “Estoy contigo, para siempre/ en medio de una celeste soledad/ y el selvático río de mi sangre/ se vuelve un combate y mansa devoción/ y un rítmico homenaje”. Pese a su soledad cósmica, el recuerdo del Bien Amado se perpetúa, voz que encanta a la palabra. En 1948 aparece Laurel de ángel, su segundo libro, que ESPECIAL

LABERINTO

posee una voz más madura, permeada por sus lecturas de poesía francesa, sobre todo el Baudelaire “del spleen de París” y el inquisitivo Mallarmé. El lenguaje es asumido como un medio para una catarsis continua. La naturaleza es una presencia pura; el laurel, el rosal, el sol, las estrellas, y los pájaros pueblan su corpus poético. La escritora canta con un marcado dejo de melancolía y de soledad soledosa. Su escritura está inmersa en una suave saudade que mece a su alma: “Mátame de belleza, ya alcanzado/ el gran callar hacia donde navega/ la nave de nostalgia que es mi canto./ Deja que en este punto mi ceniza/ se caiga donde mí, que me desnude,/ y me deje a tu orilla consumada” (fragmento de “A las puertas de Sión”). Contemporánea de Emma Godoy, Griselda Álvarez y Guadalupe Amor —de ésta última prologó su poesía completa—, Michelena ejerció una intensa labor periodística, paralela a su quehacer literario. Muy joven se inició como guionista de radio y fue directora del suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! También hay que destacar su labor como crítica literaria, donde fue aguda en sus observaciones de las obras de autores nacionales y del extranjero. Tuvo especial interés en difundir la obra de los escritores españoles exiliados en México. Siempre destacó por la claridad de sus conceptos, así como por la objetividad en sus juicios. Pero la mayor trascendencia de Margarita Michelena es su poesía. Otros de sus libros destacados son Tristeza terrestre (1954) y Reunión de imágenes (1969), este último publicado por el Fondo de Cultura Económica. Entre sus páginas nos encontramos con el poema “Monólogo del despierto”, que exalta el lado oscuro de la vida y cuando los días carecen de sentido, cuando tan solo se puede hallar una vía de redención a través de la materia incandescente del lenguaje: “Estamos ya arrasados, detenidos,/ fuera de nosotros, sin ribera ni centro,/ sin nombre ni memoria,/ perdida ya la clave del límite, la cifra/ de nuestra propia imagen y del espejo./ Todo aquí es más allá/ se ha trascendido el círculo/ se ha derogado el tú./ Ni distancia. Ni música. Ni latido. Ni órbita,/ la dulzura terrible sin fondo de la nada”. La poesía de Michelena fue bien recibida por la crítica de su época, aunque en la actualidad es una poeta un tanto olvidada, si comparamos, por ejemplo, la difusión que tiene la poesía de Rosario Castellanos. En este, el centenario de su nacimiento, se hace la invitación para leerla o releerla. Poemas suyos se encuentran en diversas antologías como 50 poetas contemporáneos de Antonio Castro Leal, La poesía mexicana de Max Aub, y Poesía en movimiento, cuya selección corrió a cargo de Octavio Paz, Alí Chumacero, Homero Aridjis y José Emilio Pacheco. Tristeza y desolación son sentimientos que habitan algunos de sus poemas, como sucede con “Como a un muerto de sed”: “Cuando me inclino a recoger mi nombre/ nombre de soledad, cetro sombrío/ y célibe corona,/ sé que arrebató su laurel a un muerto/ y me ciño la flor que no se mira,/ más que a otra le estoy hablando con estas voces”. Eros y Tanatos son dos presencias constantes en su obra poética. Sobre todo en los textos de Tristeza terrestre, un libro desolado donde se cuestiona por qué el ser humano nace, si la muerte lo apuñala a cada momento y el devenir es un sueño difuso. Otro de sus temas es la otredad, ese estar escindido de quienes nos rodean. Ella maneja como única alternativa el resguardo en el ser primigenio, ese que no está contaminado de excesiva tristeza, ese que se sobrevive estoico día con día. Otra de las vetas a destacar de la poesía de Michelena son los poemas dedicados a sus amigos, como el in memoriam a Efrén Hernández, quien fuera el editor de sus cuentos en la revista América. Un poema que lleva el sugerente título de “Sueño y rescate” rebosa ternura, y despide al amigo querido y al escritor que admira: “Ahora él ha vuelto a su heredad, al sitio,/ en donde fue nombrado con un nombre de música/ antes del cuerpo frágil y de la voz dolida”. Sin embargo, el poema dedicado a Eunice Odio se impone por ser desgarrador, de una mujer hipersensible que no halló su lugar de acomodo en el mundo que la rodeaba, de una mujer que se fue dejando morir lentamente. “Palabras del poeta a la criatura humana” es musical al tiempo que elegiaco: “Todo lo sé de ti, pues vengo de la música/ de su cuerpo sin término, infalible. […]/ Y te doy el vestido delirante del fuego/ para que al consumirte seas reconocida”. L


MILENIO

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× A

ESCRITO EN EL CUERPO JEANETTE WINTERSON Lumen México, 2017 217 pp. Van estas líneas como carta de presentación de la novela emblemática de Winterson, una historia de adulterio y turbulentas pasiones femeninas: “Al día siguiente pedaleé hasta la biblioteca, pero en lugar de ir a la sección de Rusia, como era mi intención, me dirigí hacia los libros de medicina. Me obsesioné con la anatomía. Si no podía quitarme a Louise de la cabeza, me ahogaría en ella. Entre el lenguaje clínico, a través de la desapasionada visión del yo que chupa, suda, se atiborra y defeca, encontré un poema de amor para Louise”.

EL BILLAR DE LOS SUIZOS GUILLERMO FADANELLI Cal y arena México, 2017 132 pp. Alemania, Turquía, Cuba, Uruguay, España… pero también los libros son los sitios que dominan estas crónicas que contienen 25 años de trajín sin más rumbo que el que dicta la curiosidad. A final de cuentas, terminan perfilando una suerte de memorias en las que concurren seres de toda calaña, siempre atractivos y nunca aburridos. Además del retrato personal, Fadanelli se ocupa de muchos de los viajeros inconformes con la habitación de su propia casa, cazadores de ciudades que se vuelven misteriosas cuando se desnudan.

AGUAFUERTES PORTEÑAS ROBERTO ARLT Ediciones B México, 2017 279 pp. Prodigios de la nota breve, estas estupendas crónicas del también autor de El juguete rabioso y Los siete locos fueron publicadas entre 1928 y 1933 en las páginas del diario El Mundo. Breves, desternillantes y entretenidas, sus temas son diversos: postales de la vida cotidiana, descripciones de descripciones, manuales de supervivencia, consejos prácticos para cruzar la calle o recorrer una avenida, viñetas de la flora y fauna bonaerense o diálogos oídos (y recreados) al vuelo. En suma, estos aguafuertes también funcionan como lecciones rápidas y breves del más jocoso columnismo.

ANIMALES FANTÁSTICOS Y DÓNDE ENCONTRARLOS J. K. ROWLING Océano México, 2017 82 pp. A la manera de los bestiarios medievales, a los que Borges rindió homenaje, Rowling le presta voz a Newton Artemis Fido Scamander, un prodigioso conocedor de las bestias mágicas, en especial de los dragones. Este muestrario da cuenta así de las propiedades y los lugares donde se encuentran a sus anchas, tanto como de sus usos para las artes negras y blancas. Pie Grande es uno de ellos, al igual que los jobberknoll, los jarvey, los dugbog, los murtlap, cuyas protuberancias funcionan contra el mal de ojo.

MADRES ARREPENTIDAS ORNA DONATH Reservoir Books México, 2017 272 pp. Que una mujer se arrepienta de ser madre, como apunta la socióloga Orna Donath, aun ahora, la hace ver como un monstruo porque rompe con la imagen que establece que su destino es la maternidad. Si bien la investigación que efectuó está limitada a Israel, sus resultados pueden extenderse a otros países. Los resultados que brinda sorprenderán porque incluso las mujeres que voluntariamente optaron por la maternidad pueden llegar a arrepentirse.

F U EG O

EN LIBRERÍAS

L E N TO ×

LA FIESTA DE LOS NIÑOS DESNUDOS

Imanol Caneyada Tusquets México, 2017

Con ustedes, el miserabilismo ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

H

ace años que el miserabilismo ha alcanzado su punto culminante en la narrativa mexicana. Con el aura de los parias que la desigualdad social y la rapiña económica escupen a su paso, una corte de teporochos, damnificados del cristal, putillas infectas, pistoleros caídos en desgracia, niños expulsados de su hogar, migrantes a salto de liebre, asientan su campamento en las páginas del cuento y la novela. Parece que la pura invención está dejando de ser atractiva frente a la popularidad que tiene la degradación física y moral que ofrece nuestra realidad. Para no desentonar con el rumor de estos tiempos, Imanol Caneyada se ha sumado también a la tendencia del miserabilismo, una consecuencia de la militancia sociológica y el virus de la denuncia que padecen sus anteriores novelas. La fiesta de los niños desnudos alienta la especie de que México es un cuerpo llagado por orines y mierda no solo porque convoca a un grupo de mendigos a las órdenes de un profeta milenarista sino porque se complace en anunciar la ruindad de las clases medias, “su irremediable vocación de plaga”, su espíritu “de supermercado”. Al arrojar al protagonista y narrador en brazos de aquel remedo de Mefistófeles que le concede la muerte del padre odiado a cambio de unirse a las huestes que se malganan la vida como limpiaparabrisas, rateros y tragafuegos —en un lugar impreciso de la cartografía mexicana: San Jacinto Río Muerto—, La fiesta de los niños desnudos parece simpatizar con la idea de una sociedad en la que el interés colectivo se impone al egoísmo, es decir, a la libertad individual. De este modo, entre fetideces y vómitos por cualquier motivo, Gregorio Cárdenas se va desprendiendo de su piel y sus apetitos “burgueses” hasta dar con su auténtica vocación: la del verdugo que ajusta cuentas con quienes representan al orden que maldijo. Este hombre nuevo, tan al margen de las convenciones como para enamorarse incluso de una harapienta corruptora, está lejos sin embargo de la incertidumbre nihilista de Raskólnikov o de la arrogancia intelectual del Adrian Leverkühn del Fausto de Thomas Mann. Carece de altura literaria porque su pensamiento se reduce a maldecir al “hedonismo mezquino y esclavizante” que embrutece a la humanidad y, sobre todo, porque ese pensamiento se expresa con los pobres rudimentos de un taller de “escritura creativa”. La gemebunda exposición de crímenes e inmundicias corporales a la manera de La fiesta de los niños desnudos imita el registro de esos sermones dominicales que se pronuncian con una espada flamígera en la mano. ¿En verdad tiene algo que decirnos a nosotros? L


CINE

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LABERINTO

ESPECIAL

impacto en la bahía. En Zihuatanejo existe una estructura muy famosa, El Partenón, que construyó Arturo Durazo, y lleva treinta años en ruinas. El sistema político no está en ruinas pero esa estructura es un monumento a la corrupción. ¿A qué conclusiones llega después de Allá en la Costa Grande?

Hay responsabilidades compartidas. No queríamos únicamente culpar al gobierno y denunciar que ahí se quedan con el dinero en lugar de darle mantenimiento a la planta de tratamiento o restaurar la bahía. Por la geografía de Zihuatanejo, los entrevistados coinciden en que todos debemos tomar conciencia de que si seguimos tirando basura, los asentamientos provocarán, en época de lluvias, que los desperdicios caigan a la bahía. Volvemos, una vez más, a la metáfora del país, y la responsabilidad es de todos.

Erick Rams

“En Guerrero convive la belleza con un pasado bronco”

La película se ocupa también de las culturas originarias de la región. En otro plano de lectura encontramos una reflexión acerca del costo del progreso.

No quise hacer un documental exclusivamente sobre el presente. Nos interesaba cuestionar cómo un lugar paradisiaco se convierte en un lugar contaminado y violento. Al indagar al respecto me encontré con gente que me explicó que así es la historia de Guerrero, un sitio donde convive la belleza con un pasado bronco. Y en ese sentido, la película me abrió una ventana para conocer el palacio milenario de la Costa Grande.

Allá en la Costa Grande documenta la historia étnica, política y ecológica de Zihuatanejo como metáfora del México actual HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com

ENTREVISTA

E

l progreso, cuando no se planea bien, tiene costos y en ocasiones altos. Así lo demuestra el documental Allá en la Costa Grande, de Erick Rams. El cineasta toma a Zihuatanejo como objeto de estudio y lo analiza desde la perspectiva histórica, étnica, política y ecológica. Convencido de que el puerto guerrerense puede ser visto como una metáfora del país entero, profundiza en problemas que nos atañen a todos. Allá en la Costa Grande es un documental que aborda diversas líneas en torno a Zihuatanejo. ¿No le preocupó que su película se dispersara entre tanta información?

Estamos acostumbrados a ver a Zihuatanejo como un

lugar turístico, lo cual me parece bien, pero yo quería hablar del lugar en perspectiva. No podemos negar la contaminación de la bahía o el crimen organizado. Se piensa que entre más difusión le demos a estas cuestiones irá menos gente. Yo creo que las cosas tarde o temprano salen, y que una muestra de madurez es hablar de lo bueno y de lo malo. En este sentido, Zihuatanejo se convierte en una suerte de metáfora nacional. La contaminación, el crimen, son cosas cotidianas y sobre las que algunos debaten si se debe o no informar con tanto detalle, en aras de no dañar la imagen del país.

Qué bueno que lo mencionas. Queríamos hablar del sistema político mexicano para valorar su

HOMBRE DE CELULOIDE

El auge de Zihuatanejo se remonta a la década de 1980. Al igual que Acapulco, está envuelto en la nostalgia de tiempos mejores.

En ese sentido es muy ilustrativo el testimonio del escritor local Silvestre Pacheco. Dice que en los años ochenta hubo un boom, porque Ixtapa y Zihuatanejo eran todo un complejo. El problema fue que faltó planeación y ver hacia adelante. Es muy fácil hacer del factor económico el único elemento de desarrollo sin considerar elementos como la ecología. Nos falta, y vuelvo a la dimensión nacional, aprender a ponernos de acuerdo y ver a largo plazo para remontar una situación adversa. L

FERNANDO ZAMORA

@fernandovzamora

ESPECIAL

Gemelas

S

oñé que teníamos gemelos, dice ella cuando él despierta. Es la primera secuencia de Paterson de Jim Jarmusch. Con estas líneas el director sugiere sutilmente que su película tiene una gemela: Solo los amantes sobreviven de 2013. No son únicamente los temas de las dos: una guitarra que sirve como regalo de amor, el ensimismamiento de él, la ternura de ella, la pared tapizada con retratos de poetas que sirven para hablar de música y beisbol; son las concordancias que vibran cuando ponemos una película frente a la otra, como la poesía semítica que en los Salmos, por ejemplo, produce rimas que van de la sonoridad a la imagen: si Solo los amantes sobreviven sucede de noche, Paterson sucede de día; si los amantes de la primera son vampiros,

Paterson. dirección: Jim Jarmusch. guión: Jim Jarmusch. fotografía: Frederick Elmes. con Adam Driver, Golshifteh Farahani, Rizwan Manji. Estados Unidos, Francia, Alemania, 2016.

los de la segunda son seres angélicos; si los primeros encarnan la muerte de Detroit, los segundos encarnan la vida en Paterson, ciudad donde William Carlos Williams escribió un libro de poemas. Tanto en Solo los amantes sobreviven como en Paterson se elogia la poética, pero además ambas películas

son poemas cuyos versos se encuentran comparando una obra con la otra. En la comparación encontramos que el cine de Jarmusch trasciende el dato erudito, la cita de Petrarca y Dante, la irrupción del haikú durante el clímax (cuando Paterson piensa que solo es chofer de un autobús).

En estas películas gemelas culmina una de las búsquedas más prolíficas del cine del siglo XX, la del cine–poesía. Jarmusch parece haberse dado cuenta de que el poema fílmico está más allá del lirismo de la imagen y el montaje; está en el contraste de los conceptos. Porque el poeta va buscando concordancias, como este chofer tan bien actuado por Adam Driver que nos hace creer que sabemos lo que siente cuando la mira despertar, lo que siente ella cuando él le habla de la poesía de otra mujer. En estas películas gemelas culmina una búsqueda estética porque Jarmusch, además, trasciende la historia mínima del posmodernismo y encuentra el cosmos dentro de los protagonistas, una travesía tan inmensa que se parece a la de Whitman cuando cruzaba en el ferry de Brooklyn y meditaba también, mirando a las multitudes. Así este chofer medita y a veces se embelesa escuchando los poemas que compone una niña de cabellos largos sentada sobre un basurero. L


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ESCENARIOS

DAVID FLORES RUBIO

La libertad de la locura MERDE!

BRAULIO PERALTA juanamoza@gmail.com

J La obra dirigida por Luis Eduardo Alcocer Guerrero se presenta los sábados de julio a las 19:00 horas en el Foro La Nabe, Vértiz 86

De una a otra realidad Teatro de momias es un montaje imaginativo que transita de la farsa a la pesadilla y la caricatura TEATRO

A

unos pasos del vestíbulo, un escenario negro y alargado recibe al Teatro de momias, que inicia como un homenaje póstumo a su autor y director, en el que conviven actores con títeres blancos de vara, bustos de yeso, algún maniquí, máscaras y bailarines, en un montaje que va de lo pedestre cotidiano a la farsa, de la pesadilla al sueño, a la caricatura, y de ahí a la poesía. Se trata de un teatro complejo y de contrastes, a los que el espectador podrá elegir darse o no la oportunidad de abrirse. Entre edificios, comercios y vecindades, a una calle del altar a la Santa Muerte, sobre avenida Vértiz, barrio donde difícilmente se podría sospechar que hay un teatro, se llega a un tercer piso mediante ascensor industrial de fierro que sube hasta un acogedor espacio de madera y metal, bajo el cielo citadino, donde las plantas se asoman desde cubetas plateadas. Teatro de momias huye de lo que podría complacer a un espectador convencional y hace, en cambio, una invitación a quienes se dispongan a conectarse interna y externamente con las imágenes, los sonidos, las palabras, el texto y lo que les pueda transferir cada elemento por separado y en su conjunto, en un diálogo interdisciplinario, a partir del planteamiento que sentencia que “En un futuro post–humano, las momias desentrañarán los misterios del antiguo y perdido mundo de los vivos”. Luis Eduardo Alcocer Guerrero, autor del Proyecto Gran Guiñol Psicotrónico, es director y actor de Teatro de momias, que forma parte de Dramaturgias Ambulantes, ciclo en el que participan seis autores, directores y actores de sus propios montajes y se presentan en el Foro La Nabe, durante algunos meses.

ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com

Como si la vocación de esta obra fuera la de abrir vías, el escenario se alarga hacia los laterales. El proscenio, a ras de piso y ante unas gradas, ostenta al centro un proyector de cuerpos opacos. El área está sembrada de objetos, incluida una camilla que pareciera provenir de un viejo hospital abandonado. Teatro de momias tiene un sustento humano, filosófico y polémico sobre el tránsito del ser humano en el tiempo, en este caso a partir de la certeza de personajes ancestrales sobre la gran zozobra, a la que se alude desde distintas posturas, incluida la de un humor que va de la crítica a la necesidad de cuartear actitudes establecidas y estados de ánimo. Voces grabadas de criaturas que no se han ido al más allá, secuencias veloces o milimétricamente lentas, actores que miran a su público, hablan, atraen o repelen. Estética contemporánea de pintura en proyección que avanza o retrocede, escultura ríspida, música que acaricia o genera escalofrío, actuación que recorre géneros como quien avanza hacia el fondo y cruza puertas en perspectiva, danza que sujeta la emoción sin soltarla, desde la mirada hacia dos cuerpos opuestos que gravitan, momias de inmensos ojos que danzan o increpan, la escena está puesta. Respira. Alcocer Guerrero y su equipo artístico proponen pistas de aterrizaje luminosas y oscuras, acciones múltiples, incesantes, producen impactos con distinta carga que nos remiten a una realidad conocida y enseguida a otra que hemos ignorado, cada quien la propia. L

osé Alberto Gallardo remonta el mito de Clitemnestra para expresar la libertad en tiempos de la democracia. Libertad: difícil palabra. Sería imposible hablar de esa palabra sin recordar historias míticas de la creación de las sociedades donde el patriarcado era el poder absoluto. Siglos de silencio para las mujeres que pretenden recuperar su voz, la que nadie quiere escuchar, salvo en el hogar —ahora un poco en el ámbito laboral y poco menos en la política—. Pero hete aquí que aparece en la Ilíada de Homero la leyenda de Clitemnestra, que retoman dramatúrgicamente Esquilo, Eurípides y Sófocles. La perversión y el mal con rostro de mujer. Marguerite Yourcenar viene a la causa de las mujeres al escribir su maravillosa versión de Clitemnestra o el crimen. José Alberto Gallardo abona a esa causa el concepto de democracia en los tiempos actuales y escribe una adaptación muy original donde importa más el devenir humano de las sociedades divididas en hombres y mujeres, con sus causas y efectos, frente a los resultados. Una obra de plenitud literaria en el proyecto teatral de un director con ya larga trayectoria en el quehacer escénico. No sé qué pensarán las feministas radicales sobre el montaje Clitemnestra. Parte II: el mito de la democracia. Pero si el teatro no se discute, una puesta escénica no tiene la menor importancia. Hoy, la divinidad de aquellos dioses ya no existe, pero Clitemnestra sigue siendo juzgada por la humanidad por sus crímenes cometidos: contra su esposo Agamenón; contra su hija, Ifigenia; por su adulterio y por su ambición de poder. Dicen que ella es la principal responsable de la misoginia en las sociedades actuales. ¿Será? Veo la obra más como una narrativa de la revelación sobre los mitos griegos y contemporáneos que como una obra en la que Clitemnestra encarne la maldad femenina. Y la certeza de que tenía que matar para sobrevivir. Si Helena fue la primera mujer infiel desde los tiempos troyanos, Clitemnestra la supera convertida en amante, reina y asesina. Igual que cualquier hombre de su época. La masculinización de una hembra, dicen. No: una mujer violentada que aspira a vivir en la tempestad de sociedades primitivas dispares. Si ayer la juzgaron las leyes de los dioses, hoy la democracia le concede el raciocinio como comprensión de sus actos. ¿Voluntad divina o perversión humana? El lector, el espectador, será el juez en la propuesta de José Alberto Gallardo. Se escenifica hasta el 30 de julio en Carretera 45 (Juan Lucas de Lassaga 122, metro San Antonio Abad). Merece digna atención este montaje con sangre, espíritu, alma y razón para pensar y crecer. Absténganse los que aún creen en dioses o feministas radicales sin criterio abierto. L ESPECIAL

Un momento de Clitemnestra. Parte II: el mito de la democracia


VARIA

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LABERINTO

OMAR FRANCO

El filósofo y el secretario TOSCANADAS

DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

E

s difícil leer a buena parte de los filósofos, en especial a alemanes como Kant, Fichte, Hegel o Heidegger, y entonces hay que admirar el esfuerzo desgalimatizador de muchos estudiosos y traductores que intentan descifrar lo que estos personajes quisieron decir. En una antología de frases intrincadas de Hegel, podemos hallar joyas como ésta: “Considerar lo fenoménico manifestarse en el tiempo y el desenvolvimiento de las determinaciones jurídicas, esfuerzo puramente histórico, así como el conocimiento de sus consecuencias naturales que se originan de la comparación de las mismas con las relaciones jurídicas preexistentes, tiene en su propia esfera su mérito y su dignidad, y no guarda relación con la consideración filosófica, esto es, en cuanto el desarrollo sobre bases históricas, no se confunde enteramente con el desenvolvimiento del concepto, y el esclarecimiento y la justificación históricos no se amplían hasta la significación de una justificación eficaz en sí y por sí”. A Hegel se le llamó el peor prosista de la lengua alemana, lo cual quizá lo acredite como el peor prosista de la historia. A pesar de eso, por tratarse de un hombre de ideas y contenido, muchos hombres se han desvelado por entender sus palabras y desentrañarles el sentido, que también se lo sacara el mismo Aristóteles si resucitara para solo ello. Hay, en cambio, galimatías sin contenido. Por estas fechas estuvo muy ocupado en esto nuestro secretario de Comunicaciones y Transportes. He aquí algunas de sus coplas:

El socavón del Paso Express en Cuernavaca

“Se está atendiendo el tema y está integrándose el grupo de peritos y espero que se pueda hacer que entre el domingo y martes podríamos tener al menos un primer diagnóstico, ya con qué fue lo qué pasó”. “Yo no quiero emitir opinión, porque no se trata de defender a nadie y se hará la evaluación correspondiente y eso se tardó el delegado en informar a la empresa y la empresa fue y comenzó a inyectar concreto hidráulico”. “No es eludir mi responsabilidad porque sigo siendo responsable. No es que yo diga que no soy responsable porque no conocía, pero no conocíamos nada”. A diferencia de Hegel, que quería decir algo, pero tenía dificultades para expresarlo, aquí estamos ante quien no quiere decir nada, pero debe hacer declaraciones. El secretario se muestra conocedor de Wittgenstein, quien dijo en su Tractatus lógico–philosophicus: “De lo que no se puede hablar, mejor es callar”.

LA GUARIDA DEL VIENTO

Y sabemos que eso de lo que no se puede hablar es la criminal mezcla de corrupción e incompetencia. Pero si Hegel, buscador de la verdad, hubiese sido nuestro jefe de la SCT, habría dicho: “Considerar lo socavónico manifestarse en apenas tres meses y el deslindamiento de las responsabilidades jurídicas, esfuerzo puramente político, así como el conocimiento de sus orígenes corruptos que se originan de la ambición y las relaciones con constructoras igualmente putrefactas, tiene en su propia esfera su delito y su indignidad, y no guarda relación con el bien público, esto es, con el desarrollo sobre bases democráticas, ni se confunde enteramente con el desenvolvimiento del partido, y el esclarecimiento y la justificación sexenales no se amplían hasta la significación de una justificación de lo que ocurra en el 2018”. Y en estas palabras, aunque incomprensibles, la verdad se asomaría. L ALONSO CUETO TALLIN ARTS

El tesoro del enigma

E

n unas declaraciones recientes (en la cadena de Louisiana Channel), el escritor irlandés Colm Toibin contaba las razones que lo atrajeron a la figura de Henry James, como personaje literario. Según Toibin, James era un cúmulo de paradojas: un norteamericano que buscaba ser un británico, un aficionado a la compañía de mujeres que era probablemente homosexual, un tímido que frecuentaba la vida social. La identidad de otros escritores como Joyce es demasiado evidente, agregaba Toibin. En cambio, James es un enigma. Con él sí podía trabajar como personaje. El resultado fue, como se sabe, su gran novela, The Master (2004). Toibin sabe que lo que busca un escritor no es una identidad definida en sus personajes sino aquello que está en sus entresijos y contrastes. Como nos ocurre con las personas de la vida real, no nos interesan los personajes definidos sino aquellos que precisamente no pueden ser encasillados. Los personajes que adoramos son los que se contradicen, se niegan, se rehacen, se reconstruyen. El Quijote está loco pero en el capítulo

XXXVIII de la Primera Parte pronuncia el sabio y brillante Discurso de las Armas y las Letras. El capitán Ahab se lanza a una aventura desquiciada pero poco antes de enfrentarse a la ballena blanca se pregunta por qué está cometiendo tal locura, en la que ha abandonado a su familia y ha arrastrado a otros con él. Borges ama a Beatriz Viterbo (“Beatriz querida y perdida para siempre”, dice frente a su retrato) pero se siente horrorizado al descubrir las cartas “obscenas, increíbles, precisas” que intercambió con Carlos Argentino Daneri. ¿Es Hamlet un vengador justiciero o un egoísta que condena a la delicada Ofelia y destruye el reino? El enigma es un tesoro narrativo, lo que no es fácil de lograr en la era tecnológica de las definiciones. El mecanismo del amor funciona de un modo parecido al de la ficción. Nos atraen para la amistad y el amor las personas llenas de contradicciones, no las que pueden ser definidas. Cada vez que logramos entender a alguien dejamos de amarlo, tanto en las novelas como en la vida. Es por eso que en las historias más populares de todos los tiempos, en Adán y Eva o en

Colm Toibin

“La Cenicienta”, las situaciones pueden pasar del paraíso al infierno en poco tiempo. La Cenicienta pasa de limpiar pisos a ocupar un palacio y Adán y Eva descienden del paraíso a la tierra. Eso no significa que hayan cambiado. Han vivido en lugares opuestos. Se siguen contando sus historias. L


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