Laberinto
20 AÑOS SIN ISAIAH BERLIN julio hubard p. 03
KIM DÍAZ: ¿MEXICANA, CHICANA O TEX MEX? fanny del río p. 04
MILENIO
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sábado 9 de septiembre de 2017 LAGO WALDEN, MASSACHUSETTS/ FOTO: SHUTTERSTOCK
DIARIO
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ANTESALA
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LABERINTO
DIEGO RIVERA
Picasso o Rivera AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com
CASTA DIVA
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a anécdota que desata la narración de una novela puede ser mínima, tal vez es solo una sensación, y recobrar ese instante evoca una investigación interna que requiera varios libros. Las exposiciones de arte pueden detonarse con una imagen, que obligue a recuperar obras y plantear narraciones, este no es el caso de la exposición Picasso y Rivera: Conversaciones a través del tiempo, en el Museo del Palacio de Bellas Artes. La historia que supone el motivo para montar esta exposición es injustificable, y las obras de los dos pintores puestas en diálogo o comparación lo evidencian. La posibilidad de que Hombre apoyado sobre una mesa de Picasso “copiara” el follaje del Paisaje zapatista de Diego Rivera, no demuestra nada, ni a nivel artístico ni a nivel anecdótico. En la exposición, y finalmente en los hechos incontrovertibles de la trayectoria de cada artista, es evidente que para Rivera el acercamiento al cubismo fue un ejercicio de estilo, en sus pinturas se aprecia su imposición personal de
ALFILERES ARMANDO ALANÍS @elsaltillero
copiar lo que está de moda o surgiendo como vanguardia para ser de su tiempo. En las obras de Picasso el cubismo, como su lenguaje personal y su único camino, está presente antes de que se llame así “cubismo”, el trazo es geométrico desde sus primeros años, los ángulos de los rostros y la composición determinaron su obra. La posibilidad de seguir con esto la tenía Rivera incluso cuando inició sus obras muralistas en México, y no lo hizo, él nunca fue cubista. El interés de la exposición está en que a pesar de que las obras cubistas de Rivera no son brillantes, y muchas veces están poco logradas, lo que le dejó estudiar a Braque y a Picasso, fue la síntesis en la composición de sus obras, la organización del plano y los elementos narrativos. Picasso hizo de ese orden su obra y su búsqueda, por eso no necesitó de abordar “grandes temas”, la mayoría de sus pinturas son naturalezas muertas, retratos, escenas con personajes. El Guernica son rostros y el toro, la tragedia es un sentimiento de terror que invade la obra, el orden es
Paisaje zapatista, 1915
el prodigio que nos permite verlo. Lo de introducir sus “reinterpretaciones de sus culturas originarias” fue una excusa para incorporar más obras, lo vemos en la Suite Vollard colgada con el Popol Vuh, es una necedad nacionalista, como lo es el resto de la exposición. Los “significados históricos” que le tratan de aportar al arte convirtiéndolo en una nueva demagogia, otra vez el español robándonos, no le aportan ni a la pintura, ni a Rivera. L
El espejo roto del baño refleja su vida hecha pedazos. ESPECIAL
Visualidades habitables ARTES VISUALES
L
a exposición Xul Solar. Panactivista es un destino, una ciudad futura, como las que imaginó este artista argentino, en la que el espectador deambula para perderse en una obra laberíntica que no se contenta con explorar técnicas, sino indaga ideas. Ese futuro que adivinó hoy se exhibe en el Museo de Arte Carrillo Gil. En el trabajo de este vanguardista está el siglo XX sin divisiones geográficas. Óscar Alejandro Schulz Solari (1887-1993) no vaticinó el devenir: marcó patrones de rutas artísticas interconectadas; empezó el trazo de un rizoma sobre el que ha crecido el siglo XXI. Su trabajo es un tallo subterráneo que creció horizontalmente, de sus nudos
MIRIAM MABEL MARTÍNEZ
han surgido raíces de las cuales se ramifica el arte actual. De una manera ágil y lúdica, la curadora Cecilia Rabossi nos guía por seis líneas temáticas que exhiben la mirada de Xul Solar, un pensador de la universalidad, cuya curiosidad lo condujo a recrear la realidad. Le importaba todo, por ello estudiaba lo que podía para plantear originales rutas de evacuación, por las que transitó con otros creadores que, al igual que él, no se limitaban a su presente. Amigo de Jorge Luis Borges, en su obra plástica está implícita su inquietud literaria, y en sus proyectos su necesidad de crear interconexiones no solo entre las artes, los soportes, la fantasía, las estrellas, el azar, lo concreto, sino entre seres humanos. Uno de los ejes
Una de las piezas expuestas en Xul Solar. Panactivista
de su hacer consistía en facilitar el aprendizaje y el conocimiento. En sus dibujos, acuarelas, máscaras, documentos, témperas, objetos y escritos giran sus visiones astrales y fantasmas que trastocan lo terrenal armando “un sistema de reformas universales”, como definiera Borges la mirada de Xul Solar, quien trazó su propio Aleph. En cada uno de los núcleos temáticos el observador se convierte en un paseante de ideas, quien puede seguir las instrucciones de sala que proponen un recorrido en forma de laberinto o deambular sin mapas, solo yendo y viniendo
atraído por cuadros como Paisaje melódico o Contrapunto de puntas (pentagramas visuales para ser tocados), o para hurgar espacios habitables delineados en su enciclopedia de imágenes que serviría de base teórica-visualastral para inventar Vuelvilla, una utopía urbana, o para observar las posibilidades del neocriollismo (lengua continental mezcla de español, portugués e inglés) o de sus grafías plastiútiles en Mwi worke u Hoy for la grã patria… O para simplemente disfrutar de la fuerza de una mirada de vanguardia que esbozó el futuro. L
dirección josé luis martínez s. edición roberto pliego, iván ríos gascón arte y diseño salvador vázquez
MILENIO
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× H U G O
ANTESALA
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ESPECIAL
M UJ I C A ×
Hace apenas días Este poema pertenece a Legado de generaciones. Antología poética (Flor de Caña, Nicaragua, 2017), que reúne 49 voces de 38 países
H
ace apenas días murió mi padre, hace apenas tanto.
Cayó sin peso, como los párpados al llegar la noche o una hoja cuando el viento no arranca, acuna. Hoy no es como otras lluvias hoy llueve por vez primera sobre el mármol de su tumba. Bajo cada lluvia podría ser yo quien yace, ahora lo sé ahora que he muerto en otro.
×EKO×EX LIBRIS×HANS BELLMER Y UNICA ZÜRN×
El autor de Pensadores rusos
20 años sin Isaiah Berlin BICHOS Y PARIENTES
N
JULIO HUBARD
adie que ignore el horror “de la tiranía puede comprender plenamente la Eroica, o Fidelio, la primera gran ópera política”, dijo Isaiah Berlin. Algo se quedaría en el tintero si se deja ahí la cosa, porque la ópera de Beethoven coincide con el juicio común acerca de la tiranía como algo que se ejerce contra la gente: eso que se llama genéricamente “pueblo” en las pancartas, en los partidos, en los discursos. Fidelio es la lucha contra la tiranía, y del amor como fuerza para romper cadenas. Un primer acto de lamentos y calabozos, de opresión y poder, y un segundo acto de banderas coloridas y coros, manos entrelazadas y aclamaciones heroicas (“O Namenlose Freude”). No es la primera ópera política (podemos remontarnos a la Coronación de Poppea, de Monteverdi), pero no importa la corrección de los datos sino recuperar una intuición de Berlin, que vivió casi toda su vida bajo las enormidades históricas: la Revolución rusa, las dos guerras mundiales y la Guerra Fría. Gran geopolítica, Historia con mayúsculas: la supervivencia de la libertad contra tiranías formidables y la libertad como único lugar humano. Supo ver como pocos el horror a que conducen los nacionalismos, la veneración del Estado y la admiración del poder. En su relacion de amor-odio con el romanticismo, vio la insurgencia revolucionaria como oposición al poder y la rebelión, el heroismo, la libertad como valores superiores incluso a la vida. Pero la política que recurre al héroe es una voluntad de poder y no hay mejor fórmula para crear tiranos que la aclamación popular y, aunque nunca lo formuló de modo explícito, hay una sospecha no formulada que alimenta toda su obra: política y poder son recíprocamente excluyentes. Sí, todas la teorías políticas se las tienen que ver con las dos serpientes que intentan devorarse una a otra, y el sujeto, en su sociedad, ha de sobrevivir luchando contra las dos serpientes, sin vencerlas. Berlin apunta al punto ciego, donde el poder significa el borramiento de toda oposición, donde no importa ninguna opinión; al contrario, la política acoge todas las opiniones, aun las detestables. En resumen: el poder anula a la política, pero la política hace imposible el poder. No son ideas complementarias sino contradictorias. A los románticos, a Beethoven, les llega el final de sus grandes obras en el momento más alto. No sabemos qué sería de Florestán y Leonora diez años después de la liberación. Tampoco sabemos, a 20 años de su muerte, si Berlin habría visto nuestros días con miedo o con anuencia. L
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LABERINTO
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¿Cómo es que una filósofa estadunidense decide dedicarse a la filosofía latinoamericana?
Kim Díaz
“Nunca me siento más mexicana que cuando estoy en EU”
Ahora que Donald Trump amenaza el futuro de los llamados dreamers, se vuelve más que pertinente abordar la identidad de los hijos de mexicanos nacidos en Estados Unidos. La filósofa chicana reflexiona sobre esta realidad y desvela un pensamiento que se nutre de muchas tradiciones ENTREVISTA FANNY DEL RÍO
K
im Díaz nació en Estados Unidos pero es hija de padres mexicanos. Estudió en la University of Texas El Paso. Es autora de decenas de artículos publicados en revistas y enciclopedias y ha participado en más de veinte congresos como ponente. Su investigación académica se centra en estudios de Filosofía Política, Filosofía Latinoamericana, Pragmatismo e Indigenismo en Estados Unidos, pero también se inclina por estudios en Filosofía Asiática, Historia de la Filosofía, Ética y Lógica. Algunos de los temas recurrentes de sus ponencias son la inmigración y la identidad, pero también ha trabajado en torno de algunas de las figuras emblemáticas del pensamiento latinoamericano, desde Mariátegui, Freire y los hermanos Flores Magón hasta César Chávez, Luis Villoro y Gloria Andalzúa. Ha recibido reconocimientos como la Beca de la Fundación Ford, del Centro Melbern G. Glasscock y de
Texas A&M. Es miembro del Comité Editorial del Inter-American Journal of Philosophy, miembro de 20th Century Mexican Philosophy, de la American Philosophical Association, la Society for the Advancement of American Philosophy y Radical Philosophy Association. En tiempos recientes ha incursionado en proyectos comunitarios de reinserción para comunidades carcelarias con clases de meditación y fi losofía en el Prison Mindfulness Institute, Path of Freedom Training y Prison Yoga Project. ¿Gringa, mexicana o Tex-Mex?
Mis padres son mexicanos. Mi papá estudió Ingeniería y mi mamá Medicina. Una generación antes, mi abuelo fue bracero en Torreón: iba a la pisca cada temporada por lo que mi abuela se mudó a la frontera. Mis padres se conocieron en las maquiladoras, en Ciudad Juárez, pero cuando yo iba a nacer mi mamá cruzó el río y nací del otro lado, en El Paso. Luego volvimos, pero al nacer mis hermanos, mis padres decidieron irse otra vez para allá, aprovechando la ley de amnistía de Reagan. Dejaron su carrera y empezaron a trabajar en las maquiladoras de El Paso. Estudié en Estados Unidos. Tenía doce años cuando aprendí inglés.
Cuando era niña, mi papá me llevaba a una tienda, que también era librería, donde compraba reglas y papel. Ahí vi un libro que me gustó: el Popol Vuh. Desde niña la fi losofía me llamó la atención. Después, cuando estaba en high school, un maestro me dio un libro de Ayn Rand y me dijo: “Quiero que lo leas y que escribas un ensayo para un concurso”. No escribí el ensayo, pero Rand me hizo conocer a Nietzsche. Tiempo después tomé una clase con Jules Simon en la que leímos El laberinto de la soledad y esto me abrió la mente porque la fi losofía en Estados Unidos se enfoca en la filosofía occidental —los griegos y los europeos— pero al leer a Paz me di cuenta de que mi gente, los mexicanos, también piensa, que tiene su propia historia intelectual. Entonces empecé a leer a José Vasconcelos, a Samuel Ramos. En la Universidad de Texas me dio clases Bob Ferrell. Gracias a él decidí estudiar filosofía. Pero también fueron muy importantes Jules Simon y David Hall, con el que escribí mi tesis de licenciatura. David era pragmatista pero también budista, taoísta; una persona siempre optimista, con una paz tremenda. Yo pensaba: “¿Cómo le hace este hombre para estar siempre tan contento? ¿Qué estudia? ¿Cómo piensa?”, y lo seguí de cerca. Me llamó mucho el pragmatismo, la filosofía asiática y el marxismo. En Nuevo México estudié la maestría con Ted Stern, que dio clases en China y Brasil. Era norteamericano pero le encantaba todo lo que no fuera norteamericano. Me dio la oportunidad de estudiar a John Dewey y a Ramos, de enfocarme en la identidad. Cuando estaba en México no era mexicana porque era pocha de la frontera y en Estados Unidos no era norteamericana porque soy morena y me apellido Díaz. Entonces me preguntaba: “¿Cómo se identifican los mexicanos? ¿Cómo se identifican los americanos? ¿Quién soy?” En la University of Texas A&M me enfoqué en José Carlos Mariátegui, Paolo Freire y Luis Villoro. Fui crítica de Mariátegui porque —aunque con muy buenas intenciones— no deja de ser elitista y de tener un paternalismo occidental. En cambio, Freire respeta, sabe que nadie más que los indígenas o el pueblo conoce sus propios problemas y que la solución tiene que salir de adentro, no de las teorías de Europa. Villoro pensaba del mismo modo. Ese fue el eje del marxismo en Latinoamérica que me atrajo. ¿Ese interés tenía también que ver con la búsqueda de sus raíces?
No voy a ser muy intelectual en mi respuesta. Mi bisabuela me enviaba a la escuela con trenzas entrelazadas con listones de colores, me cantaba, me platicaba de sus tiempos, así que cuando crecí quise estudiar la Revolución. Por su parte, mi abuela era curandera, y creo que fue por eso que me llamó la atención el indigenismo. Mi bisabuelo, que se escapó con mi bisabuela, era un negro de Zacatecas —no sé cómo terminaron en el norte—, por eso mi papá parece dominicano. Además de las tradiciones indígenas, me ha interesado conocer las tradiciones africanas. Me gustan la piel, las manos y la voz de los indígenas. Me recuerdan a mi abuela. Es chocolate, ¿no?, chocolate y barro, y me acerco a ellos por su manera de ser, de pensar. Generalizo, pero su voz está más cerca de la tierra, es más orgánica, y sus tradiciones espirituales me hablan más que la manera de pensar de los occidentales, que tiene una lógica seca, lineal. Nunca me siento más mexicana que cuando estoy en Estados Unidos, ni más gringa que cuando vengo a México. Voy a simplificar las cosas. Hay dos tipos de personas: las que no están conscientes de que son mexicanas y las que sí lo están; a éstas las llamamos chicanas. Ser chicano es estar políti-
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FILOSOFÍA
FOTOS: JESÚS QUINTANAR
de clases, el trato hacia las razas. He hablado de eso a partir de mi propia experiencia, pero igual hay un estado de cosas que también afecta a los hombres. Parte del trabajo que hago con las personas que salen de la cárcel ha sido precisamente sobre lo que significa ser un hombre. No me gustan las feministas que se vuelven masculinas y tratan de derrotar a los otros. Tenemos que trabajar con una energía que no sea la del resentimiento. Debemos ayudarnos, hombres y mujeres. Es lo que dice Freire: si nos vengamos, somos iguales; oprimimos a otras personas. ¿En qué consiste su trabajo en la prisión?
En la frontera nos dicen criminales por ser mexicanos, pero no hay claridad respecto a lo que es un comportamiento criminal. A Thoreau lo metieron a la cárcel porque dejó de pagar impuestos: estaba en contra de un gobierno que se decía líder de la libertad mientras tenía la institución de la esclavitud y había tomado la mitad de México. Estableció la frontera para que los esclavos no huyeran a México, que puso en práctica la abolición de la esclavitud en 1829. Los que quedaron en esa área terminaron siendo ciudadanos de segunda clase y aún nos tratan así. Quienes intentan cruzar están haciendo lo que mi mamá: buscar mejores oportunidades. Eso no me parece criminal. La paz es una libertad espiritual que muchos no tenemos. Trabajo con Juan Ferrete, un español pragmatista que creó el Philosophical Systems Institute y trae la filosofía a la calle, a las escuelas, a los niños, y ahora también al sistema de justicia, donde damos clases de filosofía y meditación, con un elemento estético de expresión. El programa enseña a reflexionar, a meditar para estar centrados y poder expresar mejor lo que sentimos y pensamos. Se nota la transformación de los participantes, personas que han pasado por mucho y les cuesta tenernos confianza. Ese es mi papel: ayudar a la gente. Me gustaría cambiar el sistema, pero hacerlo persona por persona, ofreciéndoles esa paz que tienen dentro. Me encantaría tener un sistema que nos ayude en lugar de un sistema que nos castigue. ¿Sus padres apoyaban sus decisiones?
TRUMP Y UNA HISTORIA DE ABUSOS Quiero escribir algunas pocas palabras respecto a la reciente decisión que Donald Trump tomó en contra del DACA (Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia). También quiero aclarar que yo soy chicana, mexicano-americana, que mi mamá se cruzó la frontera para que yo tuviera oportunidades que ella no tuvo; por lo tanto, soy ciudadana estadunidense y mi experiencia no es la de los jóvenes afectados por la reciente decisión de Trump, que es consistente con la historia de abusos de parte del gobierno estadunidense en contra de la gente que no es de descendencia europea. No es justo ni tampoco correcto, pero sea lo que sea quiero recordar que el hecho de estar legalmente en Estados Unidos, aunque nos quita algunas preocupaciones, no es ninguna garantía de que podamos realizar nuestros sueños. Aun siendo ciudadanos estadunidenses, nuestro apellido, el color de nuestra piel y nuestro acento son factores que determinan nuestras oportunidades. Esta no será la última injusticia, pero tenemos que ser más grandes y fuertes que nuestras heridas. Kim Díaz camente consciente de tu historia. Si no lo estás, entonces todo te lleva a asimilarte a la corriente anglosajona, a que pierdas tu acento, que olvides tu historia. Al aferrarme a mi identidad, me creo dificultades, porque soy diferente. El problema es mezclarme y no saber quién soy, ser una más en el melting pot. Es importante que no se nos olvide quiénes somos, de dónde venimos. ¿Es difícil ser una filósofa latina en Estados Unidos?
Yo les pregunto a mis estudiantes: “Cierren los ojos y descríbanme a un filósofo”. Siempre me dicen: “Tiene barba, usa lentes, es calvo”. Describen a un hombre, siempre es un hombre. Nunca imaginan a una mujer. Sí, ha sido difícil ser mujer, tener acento, ser mexicana, pero también tomo en consideración que mi abuelo era bracero, que mi bisabuela era analfabeta, que mis padres trabajaron en maquiladoras y yo he tenido la oportunidad de terminar un doctorado en Filosofía. Así es que me siento muy agradecida. Tengo problemas, pero no trabajé en el campo como mi abuelo.
¿Qué autores han influido más en usted?
Mis influencias han sido hombres y mujeres de los cuales me he enamorado. Nietzsche fue mi primer amor en la filosofía y siempre lo voy a querer. Dewey tiene similitudes con Nietzsche, pero en vez de llorar se pone a trabajar. Luego está Samuel Ramos, un filósofo muy metido en la identidad. Me enamoré de Marx, pero era muy enojón, siempre tan serio. Así que lo quiero, pero no puedo seguir con él. Me gustaron los estoicos, Marco Aurelio y Epicteto, y los budistas, los filósofos del Oriente: Lao Tse, Zhuangzi, Confucio, el Buda… No es un amor apasionado como el de Marx y el de Nietzsche, pero me ayudan y me dan perspectiva. Y ya mencioné a Luis Villoro, a Mariátegui y a Freire, una gran inspiración porque tiene fe en la gente. ¿Se considera una filósofa del feminismo?
Tal vez sea vanidoso decirlo, pero me gusta cómo hago filosofía. También me enamoré de Simone de Beauvoir pero no se puede reducir todo al feminismo, como no se puede reducir todo al racismo o a la clase. No niego el patriarcado, la diferencia
Mis padres son mexicanos a la antigüita y yo crecí con los valores tradicionales católicos. Quería las libertades que veía en Estados Unidos, los derechos que tienen las mujeres, pero en una familia mexicana, si eres la mayor, eres la responsable; entonces me hice cargo de mis hermanos. En la vida nos va como nos va, pero pasa como en la novela La casa en Mango Street, de Sandra Cisneros: del barrio salí con la ayuda de los libros. Mi hermana se fue de la casa a los trece años, vivió en las calles y fue a la cárcel. Era mi propia carne, mi carnala, y sé por lo que pasó. Las leyes nos protegen pero también nos fichan, buscan lo criminal en la gente morena. Luego ella tuvo un accidente muy serio. Mi hermana es la persona a la que más quiero. Cuando oía que decían “No la va a hacer”, no te imaginas lo que sentía. Luego de una operación de ocho horas pasó la noche, pero cayó en coma por un mes. Me dijeron: “De ésta no va a salir y, si vive, será como un vegetal”. Pero he aprendido esto siendo maestra: aunque los estudiantes no piensen que pueden, si tú crees en ellos, confían y lo logran. Yo no quería ver a mi hermana como una persona en coma: me enfoqué en visualizarla contenta, sana, en la playa. Cada vez que pensaba en ella la visualizaba así. Y volvió como ella, no como un vegetal. Tuvo un niño en diciembre de 2016 y está bien. Es un milagro. Si pudiera empezar de nuevo, ¿qué cambiaría?
No cambiaría nada, porque todo tuvo que pasar exactamente como pasó para ser quien soy y estar aquí hoy. No me arrepiento de nada. Aunque… pensando en una filósofa —aparte de Simone de Beauvoir—, pienso en Gloria Anzaldúa. Pudo trascender el estar enojada con todo. Como chicanos, hay partes de nosotros que odian a otras partes: la parte española rechaza la parte indígena, la indígena a la española, la anglosajona a la africana, pero somos una mezcla y tenemos que tomarlo todo sin pelearnos con nosotros mismos. Quiero escribir más sobre la espiritualidad chicana, indígena, africana y sobre ese tipo de feminismo. También quiero escribir sobre Freire, aunque le estoy copiando la idea a José Orosco, quien publicó un libro sobre las ideas políticas de César Chávez, de quien siempre dicen —tal vez por ser chicano— que no es filósofo, sino activista. Algo similar pasa con Freire: en la pedagogía lo aceptan pero se olvida su filosofía política. Con Luis Villoro quiero hacer explícito el concepto indígena de mandar sirviendo, porque en el sistema capitalista y liberal se entiende el poder como el mando sobre otras personas. En cambio, el sentido de mandar sirviendo es que quien tiene más poder es quien más sirve. L
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Diario
Nacido el 12 de julio de 1817, el poeta y filósofo estadunidense dejó una obra en la que resulta palpable la reconciliación del ser humano y la naturaleza. Walden es quizá su libro más influyente pero su Diario ofrece trazos nítidos de sus intereses y su temperamento. Por cortesía de la editorial Capitán Swing, que acaba de publicar un compendio en dos volúmenes traducido por Ernesto Estrella, ofrecemos una selección que comprende los primeros años de esa aventura interior HENRY DAVID THOREAU
22 de octubre de 1837 “Qué estás haciendo ahora”, pregunto. “¿Llevas un diario?” Así que hoy escribo mi primera entrada.
EL MOHO QUE DEJAN NUESTRAS ACCIONES 24 de octubre de 1837 Todo en la naturaleza nos enseña que la extinción de una vida es lo que abre espacio para la aspiración de otra. El olmo muere en el suelo, y deja en su corteza un rico moho virgen que le dará vigor y vida al bosque que está naciendo. El pino deja un terreno seco y estéril; las maderas más duras, un moho fuerte y provechoso. Así que esta constante erosión y descomposición crea el terreno para mi futuro crecimiento. Del modo en que ahora vivo, eso cosecharé. Si cultivo pinos y abedules, mi moho virgen no podrá sostener el olmo; pero pinos y abedules, o, quizá, zarzas y hierbajos, conformarán mi segundo crecimiento.
RÍOS 5 de septiembre de 1838 Esta tarde, por primera vez me he dado cuenta de la maravilla que es un río. Un inmenso volumen de materia, corriendo incesante a través de los campos y prados de esta tierra, apresurándose desde sus alturas originales, y pasando junto a las moradas estables de los hombres y junto a las pirámides egipcias, hasta llegar a su inquieto embalse. Uno podría pensar que, movidos por un impulso natural, los habitantes de la cabecera del Mississippi y del Amazonas seguirían el rastro de sus aguas para ver el final de esa materia.
EL CIELO EN LA TIERRA 6 de enero de 1838 Igual que un niño espera con anticipación el verano, así podríamos contemplar con alegre calma el ciclo de las estaciones en su infalible eterno retorno. Igual que la primavera volvió durante tantos años de los dioses, podríamos admirar y adornar de nuevo nuestro Edén, sin cansarnos jamás.
EL VALLE DEL SUEÑO 20 de enero de 1839 La perspectiva del valle de nuestro río desde el desfiladero de Tahatawan se me volvió a revelar en sueños. A LA DERIVA Abril de 1839 Navegando a la deriva, durante un día sofocante, en las aguas mansas del estanque casi dejo de vivir y empiezo a ser. Un pescador tumbado en la cubierta de su barca, retozando con el mediodía, podría ser tan buen emblema de la eternidad, para mí, como la serpiente con la cola en su boca. Rara vez tengo esta inclinación a perder mi identidad. Estoy disuelto en la neblina.
LA PÉRDIDA DE UN DIENTE 27 de agosto de 1838 Soy una criatura de las circunstancias, la verdad. Me he tragado un diente indispensable, y ya no soy un hombre completo, sino un trozo lisiado y titubeante de hombría. Soy consciente de que no hay hueco alguno en mi alma, pero parece como si ahora la entrada al oráculo se hubiera hecho más honda, y las respuestas que vienen de él fueran más escasas y banales. Desde que ocurrió este accidente, me he sentido cojo, y apenas me atrevo a alzar la cabeza entre otros hombres. No puedo hacer nada con la misma libertad y tan bien como lo hacía antes; cualquier cosa que emprendo queda entorpecida y obstaculizada por esta circunstancia. La Virtud y la Verdad están indefensas, y se me lanzan a los dientes la Falsedad y la Afectación, aunque estoy sin dientes. Dejemos que el cojo agite su pierna y se alinee con los más veloces de su raza. Que haga lo que pueda. Pero que quien ha perdido un diente no abra tan resueltamente la boca para farfullar, cecear o escupir mientras habla.
25 de julio de 1839 No hay otro remedio para el amor que amar más. El material más sólido obedece la misma ley que el más fluido. Los árboles no son más que ríos de savia y de fibra de madera, que caen de la atmósfera y se vacían en la tierra a través de sus troncos, mientras sus raíces fluyen hacia la superficie. En el cielo, hay ríos de estrellas y de vías lácteas. Hay ríos de roca en la superficie y ríos minerales en las entrañas de la tierra. Y los pensamientos fluyen y circulan, y las estaciones transcurren como afluentes del año. El futuro lector de historia asociará, en sus pensamientos, a esta generación, con el hombre rojo, y por nuestra simpatía hacia esa raza, nos dará algo de crédito. Nuestra historia tendrá al menos tintura de cobre y reflejos, y será leída como a través de una bruma de veranillo de San Martín. Pero no han sido esas nuestras asociaciones. Más allá de algunos poetas perseverantes, el indio ha sido del todo olvidado.
El hombre blanco ha dado inicio a una nueva era. ¿Qué conmemoran nuestros aniversarios sino la explotación de los hombres blancos? Para los acontecimientos indios, debe haber una memoria india; el hombre blanco se acordará solamente de lo suyo. Hemos olvidado su hostilidad, tanto como su amistad. Para el indio, solo hay seguridad en el arado. Si no se deja empujar hacia el Pacífico, debe tomar el arado y abandonar el arco y la flecha, su lanza de pescar y su rifle. Esa es la única Cristiandad que lo va a salvar. Su destino le dice seriamente “Olvídate de la vida de cazador y entra en lo agrícola, segundo estado del hombre. Enraizaos algo más en la tierra, si es que queréis seguir ocupando el país”. Pero confieso que les tengo bastante simpatía al indio y a los cazadores. Me parecen gente distinta y del todo respetable, nacidos para deambular y cazar, no para ser inoculados con el crepúsculo de civilización del hombre blanco.
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FOTOS: ESPECIAL
sábado 9 de septiembre de 2017
DE PORTADA
LOS SECRETOS DE NUESTRO ENTORNO CARLOS RUBIO ROSELL/ MADRID
Interior de la cabaña que Henry David Thoreau habitó en Concord, Massachusetts
El padre Le Jeune, un misionero francés, afi rma que “los indios eran superiores en inteligencia a la gente de campo francesa de ese periodo”, y aconseja que “se debiera mandar trabajadores desde Francia a trabajar para los Indios”. El indio tal vez no se ha decidido por cosas a las que el hombre blanco ya ha consentido. En ningún aspecto se ha rebajado tanto; y así, aunque también ama la comida y la calidez, se echa encima la manta andrajosa y sigue a sus padres, antes de trocar su derecho natural. Muere y, sin duda, su Genio lo juzga adecuadamente. Pero no empeora en la lucha, no muere. Solamente migra más allá del Pacífico hacia tierras de caza más espaciosas y alegres. ESQUILO 5 de noviembre de 1839 Acostumbramos a decir que el sentido común de una época pertenece al profeta de la anterior, como si el tiempo le diera alguna ventaja. Pero no es así: veo que el Genio participa del mismo inicio que el de las generaciones de los hombres, las que, por su parte, están virtualmente paradas a la espera de que éste llegue y las considere. El sentido común no es algo demasiado familiar a la versad, pero el Genio lo representará bajo una luz extraña. Dejemos que el profeta otee con su amplio ojo sobre el hecho más trivial y trasnochado: te hará creer que es un nuevo planeta en el cielo. En lo que se refiere a la crítica, el hombre no debe ser nunca indulgente con el hombre; no hay nada que excusar, nada que deba pesar en la conciencia. El pasado, todo él, está aquí presente para ser juzgado; dejemos que, si puede, se apruebe a sí mismo. 8 de abril de 1840 ¿Cómo ayudarme a mí mismo? Retirándome a la buhardilla, asociándome con las arañas y los ratones, decidido a encontrarme antes o después. Completamente en silencio y atento, permaneceré esta hora, y la siguiente, y siempre. La vida más provechosa de la que historia ha dejado noticia es el constante apartarse de esta vida, sin tener que ver con ella; el lavarse las manos observando cuán cruel es. L
Con apenas 20 años, Henry David Thoreau (1817-1862) comenzó a pulir su talento y su arte como escritor, redactando un diario que lo acompañaría el resto de su existencia y que se convirtió en una investigación de su cotidianidad y una exploración de las estaciones y de la relación que uno mismo tiene con la naturaleza. Aunque Walden, ensayo publicado en 1854, es considerado su obra maestra, y otros escritos suyos han sido tomados como referentes de las luchas sociales, en especial su conferencia La desobediencia civil, y muchos son considerados ejemplo de la literatura de viajes, como The Maine Woods o Cape Cod, los catorce volúmenes que abarcan su Diario, publicado por vez primera en 1906, suponen un registro único de su relación con la naturaleza. Este Diario, como apunta el editor estadunidense Damion Searls, es el descubrimiento de la interacción entre los diferentes sistemas y “cómo las estaciones afectan los niveles de agua, cómo los animales diseminan las semillas, cómo una generación de árboles sigue a la anterior en su crecimiento, cómo el lago afecta a la ribera o el río a los bancos del río, y, de modo central, cómo el estilo de vida que llevaba modeló a Henry David Thoreau y viceversa”. Thoreau nunca se casó ni se le conocieron amantes. Tenía un carácter arisco, defensivo y poco amable, pero su relación con la naturaleza era profunda y apasionada y su comprensión de los otros sorprendente. “Thoreau —dice Searls— escribe sobre otros con empatía y con una sorprendente capacidad perceptiva (con vecinos de pueblo, trabajadores irlandeses, esclavos fugitivos a los que ayudaba a enviar al norte, a Canadá). En un sentido profundo, su escritura le habla al lector con una extraordinaria intimidad, pidiéndonos y recordándonos algo que algunos rechazamos y otros disfrutamos”. En ese sentido, El Diario no es simplemente una obra que reúne detalles y hechos, sino que pretende dar material a su inteligencia vinculadora y analógica para convertirlo en poesía mediante una capacidad de síntesis genial. En sus páginas, como sostiene Searls, logra almacenar “una de las mejores escrituras sobre la naturaleza existentes en lengua inglesa”. El escritor y traductor español Ernesto Estrella considera que El Diario —del cual el sello Capitán Swing publicó recientemente una amplia selección o, mejor dicho, un compendio en dos volúmenes traducidos por él—, más que un libro “es un lugar donde el lector puede entrenar su mirada, su oído, su olfato o su capacidad para conectar mundos distantes”. Su lectura es, al tiempo que una larga caminata con Thoreau, “seminarios al aire libre, siempre cargados de descubrimientos inesperados”. Por otra parte, continúa Estrella, El Diario de Thoreau es “un dispositivo listo para dar mayor intensidad a nuestra sensibilidad, a nuestra percepción”, y un “terreno fresco y
educativo donde se nos sugieren las líneas principales de un método de observación que opera como centro de su idea de conocimiento y de aprendizaje, y que se aplica a todo lo que nos rodea, ya sea un fenómeno natural, una conversación con el vecino o un acontecimiento político”. Es por esa razón que Thoreau es considerado, entre otras cosas, el padre de la conciencia medioambiental. Ahora que acaba de cumplirse el bicentenario de su nacimiento su mirada, como destaca Estrella, “nos educa en la comprensión del environment, que es, literalmente, aquello que nos rodea: nuestro entorno”, físico o social, “donde el yo es solo un punto de apoyo relacional desde el que caminamos, con la mente o los sentidos, hacia todo aquello que no somos nosotros mismos y que puede, como ocurre a menudo en El Diario, transformarnos y enriquecernos”. De esta forma, agrega Estrella, “si Walden propone un sistema ideal de lo que podría ser un modo de vivir sostenible, El Diario nos ofrece la oportunidad de recorrer los entresijos y posibilidades de esa sostenibilidad, en el contexto real de las necesidades y contratiempos del devenir cotidiano” en toda su magnitud, pues a pesar de que la naturaleza tiene un papel importante, es solo una más de las realidades con las que el escritor tropieza, y su atención se fija también en los eventos históricos que convulsionaban a la incipiente sociedad estadunidense de mediados del siglo XIX: las modas, las opiniones generalizadas (incluidas las de su mentor, patrón y amigo Ralph Waldo Emerson), las trifulcas de barrio o los pequeños acontecimientos de su Concord natal. Sus posiciones políticas y sociales, en ocasiones controvertidas, alternan con la riqueza filosófica y poética desde la que construye su pensamiento, con las secas anotaciones y observaciones científicas o con sus invocaciones y citas elocuentes de los clásicos griegos o de los naturalistas e historiadores americanos y europeos que le precedieron. “Sin apenas transición”, indica Estrella, “podemos verlo pasar de esas alturas olímpicas al terreno llano de un refrán, de un chismorreo o de un consejo que Thoreau ha recibido de uno de sus vecinos de Concord. Y la flexibilidad que demuestra en su prosa y en su modo de pensar es, sin duda, una de las características más atractivas de El Diario”. Dice Estrella que si bien esta edición ha aparecido en el año del bicentenario del nacimiento de Thoreau como una más entre la numerosas iniciativas orientadas a traer al autor a nuestro presente, y que tanto en Europa como en América los homenajes, publicaciones y ediciones han ido sucediéndose junto con apuestas más innovadoras como la aparición de un juego interactivo titulado Walden. A Game, lo más importante de rescatar a este grandísimo autor es, quizá, “el descubrimiento de nuestro entorno; y que en el envés del envoltorio de este regalo podremos hallar, además, el esbozo de un mapa emocional para movernos en nuestro presente”. L
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sábado 9 de septiembre de 2017
La rendición de la literatura RESEÑA ADRIÁN CURIEL RIVERA
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o primero que puede decirse acerca de la novela Rendición de Ray Loriga, Premio Alfaguara 2017 —obtenido por mayoría de votos—: es casi tan mala como El Sistema de Ricardo Menéndez Salmón, otra distopía galardonada, ésta con el Premio Biblioteca Breve 2016. Loriga, sin duda, ha escrito cosas importantes como Héroes (1993) o, en los últimos años, Za Za, emperador de Ibiza (2014), pero Rendición, como El Sistema, se afi lia a ese resurgimiento de propuestas distópicas en castellano que en calidad quedan muy lejos de los grandes maestros del siglo XX: Zamiatin, Orwell, Bradbury, Huxley, Dick. Y, desde luego, a kilómetros de textos recientes escritos en inglés (e incluso de otros en español, poco conocidos). Resulta difícil entender por qué el jurado, integrado por autores inscritos en lo que podría denominarse el canon Babelia, apostó por el nombre de un autor y no por una obra literaria. Da la impresión de que lo que se pretende, en términos mercadológicos, es emular propuestas del universo ficcional angloamericano (The Hunger Games de Suzzane Collins, Maze Runner de James Dashner) que no solo han tenido una recepción exitosa sino que han sido adaptadas a la pantalla cinematográfica. Valiéndose, además, de la complicidad de una masa de potenciales compradores, es de suponer que vírgenes de cultura histórica y literaria. En cualquier caso, es un hecho que dos distopías mediocres
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han sido reconocidas en años consecutivos con premios de lo más codiciados dentro de la narrativa en nuestro idioma. Ni siquiera se puede afi rmar que Rendición esté mal escrita. Lo que sorprende es la premisa amnésica de la que parte, su falta de originalidad, como si nunca antes se hubiera planteado algo parecido. Un hombre de origen aldeano, junto con su mujer y un hijo que han adoptado de facto, se ven obligados a incendiar su propia casa y luego a partir a una misteriosa ciudad de cristal donde habrán de establecerse no se sabe si en calidad de refugiados o de prisioneros. Los hijos biológicos de la pareja combaten en esa guerra que, como la de Troya, dura ya diez años. No se tiene noticia de ellos. La familia se limita entonces a obedecer las instrucciones del agente de la zona, representante del misterioso Gran Hermano que ha tomado esa determinación. En el camino, una tierra de nadie donde acecha el peligro, cae una bomba que destruye uno de los tres autobuses en que viajan, aunque este percance no es suficiente para despertar al niño acomodado en el asiento entre sus padres putativos. La verosimilitud de la historia se tambalea en varios momentos. Más adelante el autocar que los traslada se avería y los tres tienen que seguir a pie en compañía de los ricos que controlan el agua en la comarca. Un criado de éstos pisa una mina que lo hace saltar en pedazos, pero al garrafón que contiene el líquido no le pasa nada. Tras una serie de episodios que podrían haber sido extraídos de The Road de Cormac McCarthy, llegan a la
El animal simbólico de Kenia Cano RESEÑA DIEGO JOSÉ
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xiste un manoseado debate que pocos hallazgos ha producido, a pesar de su reiterativa aparición sobre la mesa: se trata de la condición femenina en la poesía. Discusión que propicia malestares y confusiones. Me parece inevitable señalar que la poesía de Kenia Cano, en especial su libro Un animal para los ojos (Ediciones Monte Carmelo/ UAQ) se configura y propone una visión declaradamente femenina del lenguaje y la forma poética. Elizabeth Barret Browning dice en su poema “Aurora Leigh” esta idea: “Las labores de las mujeres son simbólicas”. Existen distintas maneras de comprender esto: la alquimia de su cuerpo, desde la menarquía hasta la posibilidad de transformarse en alimento para otro ser, necesita de un lenguaje distinto para nombrarse porque se reconoce como “un vehículo del fuego”, “una llanura abierta”. Lo simbólico otorga una dimensión distinta al lenguaje. El lenguaje es el ciervo sigiloso que atraviesa los páramos del libro de Kenia Cano.
LABERINTO
Algo sagrado y mítico está presente en las asociaciones y en el lenguaje poético que Kenia Cano elije, como si una energía predeterminada se pusiera en juego para acercarnos a las cosas y a las experiencias de una forma distinta, con un ritmo capaz de aletargar el momento de la revelación. Esta energía es identificable desde Las aves de este día (2009) y alcanza ahora su notoria madurez porque su autora demuestra habilidad para moverse en ese orden distinto: ¿qué dimensión abren los poemas de Emily Dickinson, Enriqueta Ochoa o Pura López Colomé? Se trata de lo simbólico atravesando lo cotidiano. Susan Howe lo justifica diciendo que “Existe una separación mítica entre la visión poética y la vida ordinaria. Las condiciones para la poesía están fuera de cada vida, a un alcance milagroso e indiferente a la cronología mundana”. Y Kenia Cano parece comprenderlo. Me refiero a una concepción del poema desde lo simbólico, no a la composición metafórica de los elementos constitutivos del poema. Dice Yeats: “las metáforas no son
ciudad de cristal, en cuya entrada, mientras les revisan los documentos, encuentran a los ricos del agua, que habían traicionado a la familia abandonándola a su suerte, colgados de cabeza, señal de que en el nuevo hogar más vale seguir las reglas. Los desinfectan, les asignan un departamento y los trabajos que habrán de realizar. En lo sucesivo, todo irá bien. Los tópicos de la distopía se despliegan uno tras otro: la perfecta geometría de la urbe acristalada, los servicios eficientes, no existen la pobreza ni la criminalidad, la enfermedad está controlada. Sin embargo, la isla, la esencia metafórica en que se condensa el espacio de cualquier distopía, esconde una verdad terrible: la felicidad colectiva solo es aparente. La seguridad redunda en un sacrificio del libre albedrío. La súper vigilancia y la delación sustituyen los derechos fundamentales. El narrador, como los Mefi de Zamiatin, se dará previsiblemente cuenta de ello, a un precio muy alto. Como aspectos positivos de una novela que degenera en pastiche cabe señalar que Loriga desarrolla con eficacia el tema de lo que representaría para los humanos, en lo emocional, habitar la ciudad transparente inventada por Zamiatin y explotada por los reality shows. Todos pueden ver al vecino y todos los vecinos pueden observarlo a uno. Y también explora la ambigüedad de los conceptos victoria-derrota, aliado-enemigo. El narrador y su mujer, que acaba engañándolo con otro, nunca saben a ciencia cierta si están del lado de los ganadores o de los perdedores. L
lo suficientemente profundas para ser conmovedoras cuando no son símbolos”. Kenia Cano escribe: “Nadie en mi familia sostuvo la cabeza de Holofernes./ Las mujeres quietas de la casa/ aprendimos a callar mientras Judith oraba”. La referencia ilumina el mito, sin duda, pero su intención es llevarnos a lo simbólico para ver, más allá de los referentes bíblicos, una certeza abrumadora: “Las mujeres de mi casa emprendimos batallas silenciosas./ Un dios misericordioso armonizó nuestros órganos”. ¿Cuántos secretos fantasmales empiezan a levantarse en la morada del poema? Su juez es implacable: “Tal vez por herencia nuestros cuerpos tiendan a la holgura,/ tal vez porque la piel es un cajón opaco”. La voz poética quiere degollar la cabeza de las mentiras, las suposiciones, las complicidades: “Judith me enfada porque no sé quién es el Holofernes que dañó a mi familia,/ porque envidio su seguridad, su forma de engañarlos a todos”. Yeats explica la sensación que esta clase de poesía produce: “Todos los sonidos, todos los colores, todas las formas, ya sea a causa de sus energías predeterminadas o a causa de viejas asociaciones, evocan emociones indefinibles y aun así precisas”. La emoción permite que la experiencia poética se asiente en nuestro interior. Las asociaciones que logra Kenia Cano en su nuevo libro nos regalan una visión acendrada en lo simbólico, cuando reflexiona en su Judith: “Tantas muertes hay en mi país/ que esta circunstancia no importa// Hay que respetar el silencio de la familia” vuelve a cifrar el misterio con una sinceridad firme que nos recuerda los silencios atroces y necesarios, voluntarios e impuestos que han soportado las mujeres a través del tiempo, pero esta vez, recordándonos la desgarradora realidad en que vivimos sin alardes ni lenguajes sensacionalistas sino con la claridad de quien comprende que “Puedes construir una ciudad sobre la duda” o recibir “la iluminación cortando una manzana”. L
MILENIO
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ESCÁNDALO SHUSAKU ENDO Edhasa España, 2017 275 pp. La narrativa de Endo no escapa a su condición de católico en un país mayoritariamente budista. Justamente la fe católica, y las pruebas a que somete a sus fieles, es el eje de esta novela en la cual un afamado escritor pone en peligro su estabilidad emocional y su matrimonio después de conocer a una extraña mujer a la que condena un pasado de tormentas amorosas y sexuales. Escándalo es asimismo una disertación sobre la culpa y el secreto.
LA BANDA DE LOS NIÑOS ROBERTO SAVIANO Anagrama España, 2017 377 pp. Este libro podría pasar por una crónica veraz pero se instala con decisión trágica en la ficción. Y podría ser un testimonio periodístico porque Saviano narra el ascenso de una pandilla formada por menores de edad que quieren una parte del negocio de la droga en Nápoles, una circunstancia que padecen muchas grandes ciudades. Los miembros son violentos, ambiciosos, chovinistas, montados en motocicletas y educados en la escuela de la calle, con sus leyes del más fuerte y su apetito de poder.
LOS JARDINES DE BABILONIA FERNANDO LARRAURI Ajuntament de Valencia España, 2017 333 pp. “Le había puesto por nombre La ninfa del Paraíso, y en aquel cuadro se podía apreciar, hasta el mínimo detalle, la telúrica desnudez de Amelia de Dios, las helénicas proporciones de aquella diosa de tierra cocida”, leemos en una de las páginas iniciales de esta novela que transcurre en la Valencia de la década de 1930, mientras Europa se alista para la guerra y España se enfrasca en una dolorosa guerra civil. El cuadro, como verá el lector, es tan importante para la trama como la inclinación por la aventura.
RAWLS SAMUEL FREEMAN FCE México, 2017 464 pp. El filósofo estadunidense John Rawls es autor de Teoría de la justicia, un clásico moderno de filosofía política. Pertenece a la estirpe de pensadores que incluye a Kant, John Stuart Mill, John Locke y Rousseau, entre otros, como observa Samuel Freeman. El presente volumen es un recorrido por el pensamiento y la vida de Rawls y al mismo tiempo una puerta de entrada a su obra. Como él mismo Rawls cuenta, llegó a la filosofía luego de haber pasado por la química, las matemáticas y la música.
DE PLAYAS Y ESPECTROS ROSA MARÍA RODRÍGUEZ MAGDA Pre-textos España, 2017 220 pp. Cuestionar la realidad y ofrecer respuestas es el papel de la filosofía. Estos rasgos están presentes en este Ensayo sobre pensamiento contemporáneo, como apunta el subtítulo. Los textos de Rodríguez Magda van de la utopía sesentaiochera hasta la existencia de los zombies. En la introducción la autora se pregunta: “¿Hasta qué punto las aportaciones de los pensadores que brillaron en los sesenta del pasado siglo (Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Jean-François Lyotard,) son aplicables hoy día?”
F U EG O
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L E N TO ×
LAS ENEMIGAS
Claudina Domingo Sexto Piso México, 2017
El reino de las sombras ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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a muerte sobrevuela por encima de cada uno de los nueve relatos que componen Las enemigas, el libro con el que Claudina Domingo se desentiende por un momento de la poesía para incursionar en la narrativa. Y la muerte tiene muchas caras, tantas como puede adoptar la Coatlicue que devora toda forma de vida: la del cáncer avanzando a toda prisa, la de la parturienta, la de la madre que tritura a sus hijos, la de la invalidez mortificante, la de la deformidad, la de la indigencia física, la de la venganza… No representa el fi nal de la partida; es una fuerza vigorosa y omnipresente. Qué mundo lastimosamente huérfano se fi ltra a través de la auscultación psicológica. Claudina Domingo se sirve de ese detonador que es la muerte para empujar a sus personajes hacia la hora en que son más vulnerables. En este sentido, “Una casa en el aire” me parece un relato ejemplar. Mientras asiste al funeral de su madre en la casa familiar, Claudio se enfrenta a la inquina de sus hermanos y a una cruda monumental. Nadie quiere su ayuda, nadie lo quiere cerca. Es, por supuesto, una tumba viviente. Solo tiene la simpatía de un antiguo trabajador del barrio quien aminora su pena con palmadas en la espalda y botellas de mezcal. Pero Claudio es irascible y, ya que no sabe dominar su pena, provoca una riña que atrae de nueva cuenta a la muerte, ahora la de ese único hombre solidario con su ceguera y su vértigo. Comprobamos así que el duelo no es una anomalía, un dolor con poco arraigo; es un estado permanente que acompaña a la acción de respirar, comer, soñar. Claudina Domingo demuestra temple y energía al momento de exponer la psicología de los personajes. No tiene miramientos, no le tiembla el pulso cada vez que debe mostrarlos en el apogeo de sus miedos e inseguridades. De este modo, por ejemplo, machaca a una anciana que debe cargar con los rencores de su hermana lisiada (“Hay mucha nieve”), pasa por alto la compasión cuando enfrenta a una madre a la rabia silenciosa de buscar sin encontrar a una hija desaparecida (“Corazón de la montaña”), apalea a una mujer que vive sentimentalmente a la sombra de un padre narcisista (“Las manos invisibles”). Son historias sobre la figura materna y familias rotas, y también sobre el prolongado descenso al reino de las sombras. Como si fueran los bloques de una enorme pirámide, su superficie está llena de arcanos y de símbolos, frutos quizá de una mirada poética. La Rochefoucauld escribió alguna vez que la muerte no puede mirarse con mirada fi rme. Claudina Domingo ha sabido contradecirlo. L
CINE
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LABERINTO
Cédric Klapisch
“Hay que entender que tenemos varias identidades” El viñedo que nos une muestra el peso y la permanencia del pasado familiar HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com
ENTREVISTA
ESPECIAL
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iez años después de su salida de Borgoña, Jean (Pio Marmaï) regresa para despedirse de su padre moribundo. Su vida actual poco tiene que ver con la de su pueblo vinícola y deberá reaprender a llevarse con sus hermanos. Aficionado a hablar de las relaciones familiares, el cineasta francés Cédric Klapisch filmó El viñedo que nos une, que se exhibe en México dentro del Tour de Cine Francés.
En Francia la migración y la identidad son temas centrales.
Se suele pensar que la migración es un problema nuevo. Trump es absurdo porque pretende arreglar un fenómeno milenario. El problema es la facilidad con que la gente cree en este tipo de ideas. Al momento de filmar los procesos de fabricación del vino se nota una clara influencia del cine documental.
Fue algo premeditado. Me gusta ser un cineasta híbrido. Prefiero contar historias desde la ficción, pero también me interesa captar la verdad que aporta el documental.
En El viñedo que nos une regresa a una de sus obsesiones: las relaciones personales y en particular las familiares.
La melancolía es un estado de ánimo que permea su cine.
Todo parte de ahí. Mi madre, así como los padres de mi guionista, son psicoanalistas, de modo que sabemos que arrastramos las historias familiares, que definen nuestra personalidad.
más películas hago, más relación encuentro entre el cine y el vino.
En este caso, usa la fabricación del vino como metáfora de este hecho.
Uno de sus personajes dice: “El amor, como el vino, necesita tiempo”.
El vino me permite hablar del tiempo. Su sabor depende del sol, la lluvia y la tierra; capta los signos del tiempo. Uno necesita esperar y ser paciente para prepararlo y beberlo. Entre
Desde el principio sabíamos que el protagonista se separaría de su familia para viajar alrededor del mundo. La cuestión era cómo hacerlo volver y hablar de sus orígenes. En el mundo moderno nos empeñamos en separar a la gente en francés, alemán o mexicano, cuando la realidad es que se puede ser las tres cosas al mismo tiempo. Hay que empezar a entender que tenemos varias identidades y que la personal es a menudo una mezcla.
A veces tenemos la sensación de que el amor funciona mejor cuando es instantáneo, pero en general creo que es más sólido cuando le damos tiempo. Contiene, además, un lado
HOMBRE DE CELULOIDE
razonable, pero en exceso genera reacciones irracionales. Es paradójico, tal como sucede con el amor. Sus filmes París, El albergue España y ahora El viñedo que nos une plantean también reflexiones sobre la identidad.
El viñedo que nos une estuvo a punto de llamarse El vino y el viento.
Entre más envejezco, descubro más relación con mi familia. Mis padres crecieron durante la Segunda Guerra Mundial y arrastran un dolor enorme. En cambio, yo nací en un periodo de paz y liberación. Soy consciente de que la época en que crecí se opone a la dureza de su niñez; por eso cuando hablo de la felicidad o el placer reparo en que los problemas nunca están lejos. Además, me gusta la melancolía a nivel poético. L
FERNANDO ZAMORA
@fernandovzamora ESPECIAL
La rubia y el McGuffin
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ocas veces un doble (ese acróbata que recibe golpes en lugar de las estrellas) salta del plató hasta la silla del director. Pero así lo ha hecho David Leitch, realizador de Atómica, película mediocre que tiene, sin embargo, un magnífico diseño de producción. La historia es lo de menos: Charlize Theron interpreta a una espía británica que, en vísperas de la caída del Muro de Berlín, tiene que recuperar cierta lista de agentes dobles. He aquí todos los elementos del cine de espionaje: chica guapa, rusos y un McGuffin; saber “algo” que la espía tiene que conseguir en el bando de los malos y que, ya lo decía Hitchcock, no tiene por qué interesarnos. En todo caso lo importante es que, para los personajes, recuperar, conseguir o robar el McGuffin sea asunto de vida o muerte. Y lo es. Por lo que nuestra recontraespía recibe toda clase de golpes y malos tratos. Casi tantos como los de James Bond cuando tuvo que enfrentarse con Mandíbulas en La espía que me amó. Y es que, en efecto, la comparación con Bond es inevitable, no solo porque ambos espías son británicos, también porque el director (quien se ha basado en la novela gráfica The Coldest City) es fanático del personaje que comenzó a escribir Ian Fleming en 1953.
Atómica. dirección: David Leitch. guión: Kurt Johnstad, Antony Johnston, Sam Hart. con Charlize Theron, James McAvoy. Alemania, Suecia, Estados Unidos, 2017.
Pero decía que lo único llamativo en Atómica es la imagen. Tanto que corre el riesgo de pasar de moda con la rapidez con la que caduca cualquier otro producto del cine más comercial. Es cierto: nuestra heroína toma baños de tina en un agua iluminada con azul para resaltar los cubitos de hielo que a ella le gusta disfrutar en lugar de pompas de jabón. Y el director hace su toma desde el interior de la bañera. Entonces irrumpen los malos y ella, casi desnuda, tiene que romper tobillos, torcer cuellos y enterrar
cuchillos antes de saltar desde un sexto piso para escapar de los agentes rusos y alemanes sin que la cosa pase de dos o tres moretones que parecen puestos ahí para quien se excita con ellos. Lo estilizado de la violencia recuerda la imagen sofisticada de Sin City, que dirigió Robert Rodríguez en 2005. Después de todo, ambas películas apuestan por un público adolescente y que fácilmente se complace con un soundtrack pegajoso, una mujer golpeada y una trama que no tiene nada de original. L
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ESCENARIOS
ESPECIAL
Lamento color negro El martes se cumplieron 150 años del nacimiento de Amy Beach, que tras la fama que gozó en vida ha caído en el olvido VIBRACIONES
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my Beach (1867-1944) escoge un violín al inicio del tercer movimiento de su Sinfonía Gaelic para interpretar una melodía lenta y dramática, que avanza inestable, entre un entusiasmo suave, casi alegre, y una desesperanza severa, casi amarga; un segundo violín — lejano, discreto— acentúa la inestabilidad expresiva de un diálogo que por sus contrastes entre la ilusión y el desgarro adquiere el aspecto de un lamento romántico. Este breve pasaje entre los dos violines es el único momento de auténtica sensualidad en una intensa sinfonía plagada de ideas que nacen de la rabia. Dvorák dice —estúpido, limitado, en Boston, a los 51 años, en 1892—: “aquí todas las mujeres parecen saber tocar el piano. Eso está bien: es algo lindo. Pero me temo que las mujeres no pueden ayudarnos mucho: ellas no tienen poder creativo”. Amy Beach —compositora de 25 años, famosa por haber debutado a los 16 como solista, al lado de la Sinfónica de Boston, con el Tercer concierto para piano de Beethoven con una cadenza propia— le responde: “De
HUGO ROCA JOGLAR hrjoglar@gmail.com
1675 a 1885, mujeres han compuesto 153 obras, que incluyen 55 óperas serias, 53 óperas cómicas, cuatro ballets”, pero su respuesta más contundente es escribir una sinfonía de 45 minutos intitulada Gaelic que estrena la Boston Symphony Orchestra el 30 de octubre de 1896. Los hombres que la escuchan reaccionan desde la lógica de Dvorák: si esta sinfonía magnífica la escribió una mujer es porque se trata de una mujer que, en el fondo, piensa como un hombre. Un crítico publica: “no tiene el más ligero eco de femineidad, ¡es en realidad una obra completamente masculina”, y George Whitefield Chadwick le da la bienvenida a Amy Beach como “parte de los muchachos”; es decir, los compositores más famosos de Boston: John Knowles Paine y George Whitefield. El verdadero lugar de Amy Beach es al lado de Cécile Chaminade y Ethel Smyth como una de las compositoras más importantes —por la trascendencia y difusión que tiene su música— de finales del siglo XIX y principios del XX (curiosamente las tres mueren en 1944). Desde ese lugar
impulsa a autoras estadunidenses como Florence Price (1887-1953), Mabel Wheeler Daniels (1877-1971) y Ruth Crawford (1901-1953). Y desde ese lugar busca evitar que en cualquier lugar del mundo otra joven brillante, como Alma Schindler (1879-1964), renuncie a la composición porque su imbécil marido —Gustav Mahler (1860-1911)— se lo prohíbe con argumentos aberrantes (“en esta relación, el único artista soy yo; tú estás para librarme de las preocupaciones mundanas”). Las ideas de Amy Beach para su Sinfonía Gaelic nacen de la rabia contra machos como Dvorák y Mahler, quienes validan una cultura musical en donde hombres dirigen obras escritas por hombres al frente de orquestas financiadas por hombres que comisionan nuevas partituras
DANZA
ARGELIA GUERRERO
a hombres. Sin embargo, no es música rabiosa. Más bien es música nostálgica que nunca descansa. Música apasionada y abstracta. De una abstracción triste: construida en torno a la sombría tonalidad de mi menor, que Amy Beach, al cerrar los ojos, siempre ha visto negra. Desde esa negrura, las ideas cambian lentamente conforme avanzan: de la rabia a la ilusión, de la ilusión a la lucha, de la lucha a la emancipación. Luego, tras el éxtasis libertario, durante ese diálogo inesperado y efímero entre violines sobre un romántico lamento del cuerpo, las ideas desaparecen y al poco tiempo regresan para completar la trágica dinámica de su ciclo eterno: de la emancipación a la igualdad, de la igualdad a la desilusión. Y de la desilusión a la rabia. L makarova81@yahoo.com.mx ESPECIAL
Letras, pasos y cartuchos
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ste 2017 la Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello cumple 85 años; es la primera escuela de danza que existió en México. Actualmente opera desde la que fue la última residencia de la autora de Cartucho y aún conserva la fachada de la casa con sus pisos de madera y las escaleras que rechinan al paso apresurado de sus alumnas. Cruzar sus puertas y pasillos es un viaje en el tiempo que se consuma con el encuentro del retrato de Nellie en el descanso de las escaleras para evocarla y pensarla haciendo danza de masas y escribiendo relatos sobre personajes que la historia oficial rebajó a la categoría de bandidos, para después ser anulada del Index de autores “reconocidos” de la Revolución, colocarse en un polémico foco para el gremio de la danza y desaparecer físicamente en las circunstancias que permanecen dudosas hasta hoy en día. Pensar a Nellie Campobello supone un tránsito por la polémica personalidad de la bailarina y escritora que puede abordarse desde su integralidad en dos ramas del arte:
la danza y la literatura. Conocemos de la bailarina, pocas veces de la literata, y podría ser aún más enriquecedor pensarla como ambas. Fue pionera en pensar la danza desde su naturaleza local, convencida de la importancia de llevarla a espacios poco convencionales y masificar el gusto por este arte. Con ballets como Obertura republicana, Alameda 1900 y el emblemático 30-30 abordó los temas nacionales y “revolucionarios” no de modo gratuito, por ser la tendencia hegemónica de la época, sino por la estrecha relación que tuvo con el proceso revolucionario, particularmente en territorio de Francisco Villa y los Dorados reflejados en su literatura. La reivindicación de los bandidos a través de historias y danzas, y a pesar de todas las incomprensiones, estableció un modo de creación vinculado estrechamente a la realidad que presenció y de la que dejó testimonio. Una postura que tuvo que defender, en más de una ocasión, a punta de pistola. Vincular su literatura con su quehacer dancístico arroja una poética cuya pro-
Nellie Campobello
puesta plantea un arte que refleje nuestro cotidiano: las preocupaciones y realidades que vivimos, aun cuando ese cotidiano sea violento y duro, como entonces, como ahora. Una danza y una literatura vinculadas con los nuestros y con nuestra tierra. L
VARIA
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LABERINTO
ESPECIAL
Nomenclatura TOSCANADAS
DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
T
engo un buen amigo alemán llamado Rudolf von Waldenfels. Siempre da su dirección con una mezcla de orgullo y rubor, pues vive en Von Waldenfels Platz # 3. Para emularlo, podría irme a vivir a la calle Toscana, en el barrio de San Pedro, allá por el cerro del Topo, en Monterrey. Pero no tengo tal intención. A mucha gente le tienta dejar su nombre impreso en una placa o en una piedra que no sea lápida o al menos en un disco espacial o una penca de maguey. Incluso hay escritores que donan una tajada de sus libros para que cierta biblioteca lleve su nombre. Pero sábete, Sancho, que es honor pequeño delante del gran honor de imprimir su nombre en la portada de un libro. Y sin embargo resulta apetecible esa placa conmemorativa de metal bruñido que no se descubre ni destapa sino que siempre se devela. Clap clap, se escucha cuando se corre la cortinilla, y el personaje de ego inflamado prepara un discurso sobre la modestia. A los presidentes también les ganan estas ansias. Por lo pronto creo que ninguna calle se llama Enrique Peña Nieto. Pero buscando en Google, me hallé con la calle más triste y terrosa de México que lleva el nombre de Felipe Calderón, en las afueras de Pachuca. Vicente Fox tiene también algunas calles sin pavimentar. El error es mandarse a hacer estatuas fuera de Los Pinos, en la vía pública, pues éstas existen solo para sufrir abusos y ganarse la deshonra y no la honra que se pretendía. La de Vicente Fox terminó más malparada que la de cualquier villano oriental. Y la egotísima estatua ecuestre de López Portillo existió durante más de una década en Monterrey
Estadio Hugo Sánchez en Cuautitlán Izcalli
para sufrir un agravio detrás de otro, hasta llegar a la afrenta máxima de convertirse en un chatarrón. Y sin embargo, se echa de menos el trasto de metal, no como héroe patrio, sino como bufonada. La cosa es que cada vez miramos con menos respeto a nuestros contemporáneos, y a la vez es posible que algunos de esos contemporáneos sean cada vez menos respetables. ¿Podríamos comparar la respetabilidad de López Mateos con la de Peña Nieto? ¿La de Manuel Tello o José Gorostiza con la de José Antonio Meade o Luis Videgaray? ¿La de Jaime Torres Bodet con la de Aurelio Nuño? Vaya uno a saber, pues en aquel gabinete también hubo apellidos como Salinas Lozano, Del Mazo y Uruchurtu; pero eso no quita que el presente sea pesado. Hoy nos parecería una aberración que el campo de los Pumas pasase a llamarse “Estadio Hugo Sánchez”, y sin embargo
CAFÉ MADRID
tenemos en Veracruz el Luis Fuente o en Zacatepec el Agustín Díaz; dos futbolistas que no le llegan ni a los talones al Pentapichichi, quien ha de conformarse con un estaducho de pasto seco y herboso en Cuautitlán Izcalli. Tal como el campo del Santos, en el que siempre jugó Pelé, se llama Urbano Caldeira; y Pelé hubo de bautizar una ruina de estadio sin futbol que terminó ocupado por posesionarios hasta que acabaron por demolerlo. Desde que nací he vivido en la calle de un general, un río, una flor, un padre de la patria, otro padre de la patria, un compositor, un militar, una reina, un animal, otro compositor y al fin vivo en una casa sin número frente a un camino sin nombre adonde no llega el cartero. Confío en que el progreso no me traiga el pavimento y con él, el nombre de un presidente que pronto esperamos olvidar. L
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME
periodismovictor@yahoo.com.mx
JESÚS UGALDE
Martirio
A
y, por Dio y por tu mare! El alegrón que me da verte, chiquillo. Vente pa’cá que te vi a comer tos los morros. ¿Oye, tú estás comiendo bien, no, cariño? Mira qué mofletes te cargas. ¡Eso, así me gusta: que no le falte de na a ese cuerpo serrano que te cargas! ¿Qué, mucha caló en Madrí? Bue, ya queda poco veranito, tranquilo, corazón. Pero, oye: tú vente pa’cá a viví, mira que te lo tengo disho. ¿Dónde va a esta mejó que en Andalucía? Con tu pescaíto frito, tu cervecita. Que me perdone México lindo y querido, pero como Andalucía, tierra de Dio y María santísima, ¡ningún sitio! Que te lo digo yo, hazme caso. Ecushame: ¿esta noche va ir a verme cantá? ¡Ole tus huevos gordos, mi niño! Lo bien que te lo va a pasá, ya lo verás. Le vi a cantá la Chavela también, ¿eh? Cinco años ya que se nos fue. Ay, vargame el Señó. Unas de José Alfredo, mu bonitas. Mu así, mu desgarrás. Vamos: de esas que te quitan el sentío. Y luego un poco de flamenquito, de rumba, fandangos. Y boleros, claro. Lo
mejó de la música, como siempre. ¿A que sí? Mi hijo me acompaña con la guitarra. ¡Toca que te cagas!, lo va ver tú. A ve: que no es Paco de Lucía, porque Paquito era mucho Paco, pero mi chaval lo hace mu bien. Uy, lo a gusto que vamo a estar tos. En la noche hace fresquito y no hace falta ni abanico ni na, ¿eh? Tranquilo. Y tú te va arreglao pero informal, ¿eh?, que e un sarao mu normalito, de esos de andar por casa. Hombre, tampoco se te ocurra ir en chanclas, porque no. Eso sí: yo, ¡como una reina! Que soy la Martirio. Con mi mantón,
mi peineta, mis gafas. ¡Que me han mandao unas mu chulas, quillo! Ay, Señó, Señó: mucha gracias por to lo que me dices. Si ej que como los mexicanos, ¡ninguno! Tan caballeros que son. ¿Ligarás mucho tú, no? Oy, oy, oy. ¿Lo ves?, otro motivo pa que te vengas a vivir aquí. Que aquí toa la gente e mu maja, mu maja. ¡Has dicho levangelio, cariño! Que sí, que sí. Sin paños calientes: me merezco el Premio Nacional de Músicas Actuales que me han dao el año pasao. ¡Que llevo 40 años en los escenarios, niño!
Ahí me tienes: dale que te pego hermanando la música de aquí y de allá. El son cubano, gracias a Compay Segundo, y las rancheras, gracias a Chavela, claro. Y algún tango que tengo por ahí también. Bueno, y ya ves tú la de sonidos árabes que se me han colao en algunas de mis canciones. Y mi público, ay mi público: bueno, bueno, ¡si es que te lo comes a besos! Es lo más de lo más. En todas partes, ¿eh? Pero es verdad que los latinoamericanos son mu agradecíos. Ay, por Dio y por tu mare: ¡lo bien que me tratan en aquellas tierras! Quita, quita. ¡Tú lo que quiere e que me coma el tigre!, que decía Lola Flores. No, cariño mío: ahora mismo no estoy pa hacer otro dijco. Ma adelante. De momento, sigo cantando el que hice por mis 40 años de artista. Desde que empecé al lao de Kiko Veneno hasta hoy. ¿Lo has escuchao? ¿Te ha gustao? Ah, vale, vale. ¡Eso, disfrútalo! Ya luego haré otro dijco. Con calma. Bien heshecito. Así, como éste. Oye, ¿y el que le hice a Chavela, hace tres o cuatro años, como homenaje a ella, te gustó? Ya, ya, un poco triste sí que es. Mu sentío, no te lo vi a negar. Pero no podía ser de otra forma. Bueno, cariño, pue esta noche más. Vente a verme que lo voy a dar to. L