Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO ENTREVISTA
IN MEMORIAM
JUAN CARLOS VILLANUEVA
ANA CLAVEL, VERÓNICA MAZA
El bajo nómada de Tony Levin
Adioses por Armando Vega-Gil Foto: DGM Live
SÁBADO 6 DE ABRIL DE 2019 AÑO 15 - NÚMERO 825
La doble vida de Leonardo da Vinci Alexander Cammann y Bernd Roeck/ IMAGEN: LEONARDO DA VINCI
Foto: Ariana Pérez
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ANTESALA
6 DE ABRIL 2019
CASTA DIVA
Vicio perpetuo AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com FOTOGRAFÍA PROFUMO-FARMACEUTICA
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l marqués de Sade encarcelado por disfrutar de las flatulencias de las prostitutas. La majestad infecta del cardenal Richelieu adornada por un monaguillo balanceando un incensario. Siente sin tocar, es incontrolable, se arrastra a lo más prohibido de la memoria, el olfato, orificio de entrada al cuerpo para lo nauseabundo y obsceno, exquisito y delicado, sentido adicto, insaciable, come, fornica, persigue, indaga, no desprecia ninguna emanación, se embriaga y se obsesiona. Los olores, inasibles, infusionan con su golpe, espejo invisible de la miseria que producimos, ronquera profunda de la degradación humana, lo que existe hiede. Olfato impúdico, su curiosidad es enfermedad crónica, desde su vigilia, saborea, aprende, entre más acumula, más quiere, si el vicio es olvido, el olfato padece el vicio de la memoria. Sudor, suciedad, edad, enfermedad se perfuman y deforman con una envoltura penetrante, el olfato estalla en éxtasis, aullando su tiranía, exige ese adorno que no pesa, ese vestido que no cobija, esa voz que antecede y ensucia la partida. En Florencia, Italia, se encuentra la perfumería más antigua del mundo, Officina Profumo-Farmaceutica di Santa Maria Novella. Los monjes dominicos iniciaron su labor en 1221, fabricando esencias en su huerto de hierbas. Europa podrida por la “muerte negra”, incineraban los cadáveres en las plazas, los monjes bendecían la fetidez mortal de las humaredas con Acqua di Rose, destilada de miles de pétalos de rosas. La ciencia de la vanidad en manos de monjes austeros y alquimistas, trabajan en elíxires que nos curan de estar vivos. Catalina de Médici, reina de Francia y madre de tres reyes muertos, encargó para su boda el primer perfume con base de alcohol, Eau de la Reine, el aroma de la matanza de San Bartolomé, la sangre de los hugonotes, mezclada con aromas dominicos. El baño es el bautismo del cuerpo, bálsamo que consagra la fiesta del autoerotismo, hasta que el cuerpo obcecado en su proceso de degradación vomita los olores de su incesante muerte. En 1612 abrieron la perfumería vendiendo jabones, esencias, ungüentos en un palacete barroco con pinturas al fresco en los muros, santuario idílico, los vapores flotan en la sala, el olfato confundido se entrega drogado en la densidad ancestral. Los jabones de almendra que Hannibal Lecter compró para Clarice, están ahí en las cajas amarillas, el doctor caníbal, erudito en la reunión de la carne con el dulzor del arsénico. Los Reyes llevaron al Niño del pesebre incienso y mirra. Inhalamos y exhalamos para vivir, en cada instante absorbemos lo que somos, los monjes dominicos sedujeron a la peste, a las reinas, a los cuerpos, y ungieron nuestra intoxicada vanidad.
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Etiqueta para el jabón de almendra.
Todos lo saben. Dirección: Asghar Farhadi. España, 2018.
HOMBRE DE CELULOIDE
Una fábula moral
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA MORENA FILMS
pesar de que tarda en comenzar, la película Todos lo saben es como uno de esos coches antiguos que comienzan a andar y no se detienen. Al principio, el director Asghar Farhadi se da su tiempo para plantear la estructura de una de esas familias españolas grandes, de pueblo y sospechosamente perfectas. Pero la perfección está por estallar. Es necesario sin embargo detenerse en la felicidad de tarjeta postal, en el viñedo que trabaja Paco, interpretado por Javier Bardem. El primer atractivo en esta película es el magnífico reparto. No todos los días se reúnen en una obra de Irán, filmada en España, Bardem, Penélope Cruz, Eduard Fernández y el argentino Ricardo Darín, cuya irrupción en pantalla tiene el encanto de las grandes películas. Todos lo saben es una buena película mestiza: conjuga lo mejor del cine iraní con lo mejor del cine español. Del primero tiene el ritmo lento, la presentación de los personajes, la profundidad en su psicología. Del segundo tiene el brillo de los actores, la fotografía exquisita, la crítica social. Comencemos por la psicología. Todos lo saben es la historia de un secuestro. Y por la forma como se da el plagio, todos parecen sospechosos. De hecho, lo son. En este
sentido recuerda a la serie Twin Peaks de David Lynch. El aspecto apacible del pueblito español termina por esfumarse cuando aparecen los monstruos campiranos: el viejo borracho, la historia de amor prohibido, la familia disfuncional. Conforme la investigación del crimen va teniendo lugar, la psicología de los protagonistas se revela cada vez más compleja. En cada golpe de teatro del director y guionista entendemos por qué sus criaturas se portan como se portan. Finalmente, con la aparición de Darín, Farhadi puede ya construir una fábula de tipo moral. Todos sus personajes están servidos y comienzan a moverse como en una buena partida de ajedrez. Las piezas del drama están ahí para conquistar el interés del público y ofrecerle el comentario social, una paráfrasis a la altura de Chéjov o Dostoievski. Del primero, Farhadi parece haber tomado a la burguesía decadente que mira cómo la crisis económica llega hasta las tierras en que, en lugar de cerezos, crece la vid. Del segundo,
Asghar Farhadi siempre ha sabido construir historias entretenidas y profundas
el iraní ha tomado el odio, la ambición y la religiosidad de Alexis Karamazov. En efecto, Darín resulta ser el equivalente argentino de este Karamazov medio santo y medio bobo. Escandaliza a los personajes banales con su fe, su incapacidad para decir mentiras y su aparente pasividad. Hay también algo de Tarkovski en este filme, de modo que, quien no guste de las escenas lentas y los discursos largos, no debería perder el tiempo tratando de disfrutar Todos lo saben. El guionista Asghar Farhadi siempre ha sabido construir historias entretenidas y profundas. En 2013, dirigió El pasado, la historia de una mujer que llega a París para formalizar un divorcio. Se encuentra ahí con su pasado: cierto amor que quedó levitando en el tiempo. Algo similar sucede con el amor de los personajes que interpretan, en Todos lo saben, Penélope Cruz y Javier Bardem. Es un amor nostálgico, peligroso, de esos que encelan a las parejas y que, sin embargo, no pudo ser. En 2016, Farhadi escribió y dirigió El cliente. En ambas películas hay escenas de gran cine. Aquí también. Como cuando Javier Bardem revela el gran secreto. Lo hace mirándose en un espejo que refleja a otro espejo en clara metáfora de las muchas verdades que juegan en esta exquisita película de España e Irán.
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ANTESALA
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POESÍA
Aforismos MAURICIO CARRERA
Procurar llegar a las alturas, eso a que nos obliga la sociedad veraz y reluciente, con el arraigo de las hormigas a no tener alas. ••• El fantasma que hoy eres se golpea en muros equivocados. Ahí hubo ternura, amada mía, un mes de agosto flexible a las caricias. Tu fantasma es hoy un fastidio de otra guerra que perdí. ••• Odio que no sepamos, amada mía, la idea rara de amar sin que nos duela. Seamos realistas, en el origen de todo está el sonido lingüístico del hielo, el calvario de un idioma sísmico, con ronroneo de dragón, malhumorado. ••• Reacciono contra los días anticipados de la muerte. Quiero escribir con gallardía como se le habla a lo eterno, amar de tal forma lo terreno que el calendario se arrepienta. Del libro Indiferente cosmos (Diablura Ediciones, México, 2019).
EX LIBRIS
Derechos de la mujer/ EKO
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LOS PAISAJES INVISIBLES
Sin final IVÁN RÍOS GASCÓN
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@IvanRiosGascon
esempolvaré una anécdota: en la edad de piedra de los años 1990, tuve una amarga experiencia de los gajes del oficio. Escribía en El Búho, suplemento cultural de Excélsior, y una ocasión reflexioné sobre el programa radiofónico de un psiquiatra que humillaba sistemáticamente al público, pues parte de su éxito se basaba en el estilo virulento con el que diagnosticaba los casos que exponía la audiencia. Mi texto cuestionó los insultos que propinaba a los consultantes (mujeres, la mayoría), y le caló hondo al psiquiatra que, embebido de ego, urdió una campaña contra mí. Durante una semana que me pareció infinita, el psiquiatra azuzó el repudio. El método fue leer mi artículo a retazos y sacar frases de contexto para sostener que en vez de opinar sobre su programa, lo vilipendié, y sobre todo, agravié al fiel y vulnerable radioescucha. A diario mencionaba mi nombre, el teléfono, el fax y el domicilio de la Redacción de El Búho, para que recordaran quién era el enemigo y supieran cómo y dónde expresar sus quejas. Me escupió furiosos dicterios, me “psicoanalizó” con resultados delirantes, especuló sobre mis relaciones afectivas, e incluso, afirmó que mi nacionalidad era española, basándose en mis apellidos. Solo le faltó inventarme algún delito, y tal vez no lo hizo porque en mi siguiente entrega le señalé su alto grado de responsabilidad como comunicador y el abuso que hacía del espacio radioeléctrico para fomentar una vendetta. Mi réplica fue porque su cruzada funcionó: llegó un par de faxes ofensivos, empezó una cadena de raros telefonemas, alguien preguntó por mí en la Recepción del Diario, y sí, lo consiguió: me invadió la paranoia, y no porque entonces yo fuera un joven inexperto sino porque entendí la profunda complejidad receptiva de un público de amplio espectro y sus impredecibles consecuencias. Mis amigos me advirtieron que en esa marea de orejas había de sobra justicieros espontáneos, humillados y ofendidos por hipersusceptibilidad o por manipulación, vengadores por ociosidad, quijotes urgidos de molinos o simples bravucones cansados del solitario boxeo de sombra, así que el asunto no era poca cosa y debía ser precavido. Por suerte, ahí terminó el asunto, repito, una alucinante sucesión de hechos desafortunados. En esa edad de piedra, los celulares y la internet apenas invadían lo cotidiano. El e–mail no era esencial. No había blogs ni chats. Nadie imaginaba, siquiera, que habría redes sociales y sus alcances en las vidas. Aún faltaban unos años para la breve época dorada y la ruina de los punto com. y, reconsiderando, tal vez era un mundo mejor. Y es que esta época convulsa me remite a esos días extraños en los que a pesar de tantas señas que dio de mí el psiquiatra en su programa en vivo, la muchedumbre no conocía mi rostro, tampoco sabía mi edad o algo de mi biografía, su única referencia era mi artículo criminalizado en su programa favorito pero, de todos modos, alguien se atrevió por persuasión o diversión o por contrato, a alterar más de la cuenta mi habitual estrés. En la carta de despedida que posteó Armando Vega–Gil en Twitter, una frase llama la atención: “más vale un final terrible que un terror sin final”. En todo lo que se ha escrito o comentado sobre el suicidio del Cucurrucucú, y al margen de la veracidad o falsedad de la acusación anónima porque el estigma ya era indeleble, nadie ha detectado que quizá su decisión fatal provino de malos augurios porque los efectos perniciosos de las redes se escapan velozmente de la compu o del celular o la tableta y salen a la calle para desatar el indeseable terror sin final.
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MÚSICA
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Dos textos evocan al músico y escritor Armando Vega-Gil, referente de la contracultura mexicana
Tributo al Cucurrucucú FOTOGRAFÍA ARIANA PÉREZ
Nomás se le iba en puro rockanrolear ANA V. CLAVEL
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Para Beatriz Rivas y Adriana Abdó
xtiendo mi baraja de recuerdos. En realidad no sontantos.Loquepasómás bienesquecadaencuentro, cadaviajeconArmandoVega-Gilsiemprefuememorable,interestelar. Todo fluía con una facilidad sorprendente. Como si la amistad fuera una ola inmensa y uno pudiera montarse en ella aunque no supiera surfear. Por supuesto, como la mayoría, lo conocí con la banda Botellita de Jerez en los ochenta. Tarareé y bailé sus canciones. Me encantaban la irreverencia ante todo lo que se moviera y los juegos de palabras llenos de albur y sentido Dadá. También percibir que eran parte delsoundtrackde una juventud que todavía soñaba y resistía. La banda sonora de una generación y de mi propia vida. Luego me lo encontré como autor en las reuniones de amigos escritores. Yo lo miraba y como que no lo creía: ¿era el mismo Cucurrucucú que no más se le iba en puro rockanrolear este hombre sencillo y amable que hablaba de
libros y se emocionaba como un adolescente ante las peripecias de la escritura? Intenso, exaltado como una liebre de marzo pero todo el año… A la vez su trato era tan cálido y tierno que uno podía sentir caricias que se desprendían de su mirada, de su voz, de su vehemencia, como si estuvieran especialmente dirigidas al corazón y la piel de su interlocutor. Uno de los más grandes regalos de la vida fue viajar con él a Nueva York. También iban las escritoras Beatriz Rivas y Adriana Abdó, muy cercanas a su corazón y al mío. De todas las ciudades del orbe, la Gran Manzana es tal vez mi favorita. Pero nunca imaginé que hacerlo en tan dulces compañías tendría un sello fuera de serie. No solo por la expo espectacular de Björk en el MoMA que nos tenía al borde del éxtasis, no solo por el llanto que nos provocó el recuerdo de Lennon en Strawberry Fields de Central Park, no solo por el Balthus en el Met que prometí enseñarles con un secreto particular para observadores avezados y que me hizo quedarles mal pues no estuvo disponible. Armando era músico de hueso colorado y todos los días íbamos a uno, dos y hasta tres conciertos o tocadas de un punto a otro de la ciudad, del blues a la salsa, de Gershwin a James Brown. Un recuerdo maravilloso e indeleble
en el Blue Note: un concierto del gran Maceo Parker y su banda que nos conmovió hasta las lágrimas. Y yo siempre creí que ese ágape de felicidad había sido posible porque Armando estaba presente. Unos días después fuimos a una tocada por los rumbos de Williamsburg: un reverendo que predicaba en ritmos de blues y funky nos tuvo coreando hasta la medianoche. Hambrientos buscamos lo único que había de comer en el lugar. Por increíble que parezca, unos muy buenos tacos al pastor en pleno Brooklyn. De pronto una jovencita se nos acercó. Le dijo a Armando: Yo te conozco. Él abrió los ojos en un gesto histriónico como de susto desmesurado. La chica dijo: Eres el Cucurrucucú de Botellita, ¿verdad? Armando sonrió realmente apenado. La muchacha prosiguió: ¿Sabes que mi mamá me arrullaba con tus canciones? Beatriz, Adriana y yo nos miramos maravilladas: eso sí era fama y no tonteras. Así la baraja de estos recuerdos. Podría seguir pero me sublevo. Seguro que te sentiste muy, muy acorralado, pero en palabras de Botellita: No pinches mames.
No inventes. ¿Cómo que te nos adelantaste? ¿Cómo que soltaste el harpa, el bajo, el ukulele?
¿Cómo que no te íbamos a dar el derecho de réplica a ti, que eras la dulzura y la amabilidad en patas? Hoy, un día después de tu partida, me ha costado mucho levantarme. He llorado, he querido golpearte: una forma de defenderme y de abrazarte. Una mujer sin piedad pone en mi muro de Fb, adonde hablé de tu ternura: “No hay monstruos puros, solo en los malos cuentos”. Conoce de lo que habla. La hidra de la cerrazón y la intolerancia. El ansia caníbal por exterminar al que piensa diferente a nosotros y no se une a la comilona universal de esos monstruos propios que nos devoran por dentro y que quisiéramos poner afuera y solo en los otros. Y me revela que tal vez tenías razón: el daño estaba hecho. Aunque probaras tu inocencia. Una cosa es cierta: la divinidad se mantiene indiferente a nuestras batallas y zozobras. Como dijera Tom Waits en una rola tremenda: “God’s away on business”. O la estupenda versión en español de Hernán del Riego: “Dios se fue a un bisnes”. O como dice la novela de Beatriz Rivas que tú y yo celebramos el día que paseábamos por la Frick Collection, pero que jugamos a no decirle nada para que no se le subiera: Dios se fue de viaje. Y sí… Debe de andar muy lejos y ocupado el muy cabrón —él, ella o ello— para dejarnos solos en medio de tanta confusión y desastre.
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MÚSICA
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ENTREVISTA
Hay verdades que duelen más
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VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE
a madrugada del lunes pasado, Armando Vega-Gil —figura esencial de la contracultura mexicana— tomó la decisión de suicidarse, horas después de haber sido señalado, en la página de Twitter tras el hashtag #MeeTooMúsicosMexicanos, por supuestamente haber acosado a una menor de edad hace catorce años. Cuando se dio a conocer la noticia, las redes sociales ardieron. Se formaron bandos: el de quienes defendían al movimiento feminista en boga, otro en donde se ubicaban los que defendían al bajista de Botellita de Jerez, reprobando la existencia de las denuncias anónimas, y uno más con las personas cercanas a Armando, quienes dudamos hasta de su propia muerte (conociendo su talento en el performance y por negación emocional) pero no demeritamos la necesidad de abrir los ojos frente a la problemática femenina. Por desgracia, no fue una actuación. Hay dolores que duelen más; éste fue uno de ellos, para muchas personas que lo conocieron, lo quisieron y, el día de su funeral, le reclamaron en silencio haber tomado esa decisión. Vega-Gil habló con amigas y amigos las horas previas a su resolución. A todos les dijo más o menos lo mismo: que no era culpable pero sabía que su nombre quedaría manchado para siempre. Su carrera como músico —los últimos años se presentaba con su “ukulele loco” para un público infantil— y como escritor estaba centrada, en buena medida, en los niños. Una acusación como la que le habían hecho le iría quitando contratos, audiencia, salario, y así hasta convertirlo en nada, como quedó registrado en una grabación. Hay quien ve lo acontecido como una forma de escapar de una realidad que no quería afrontar. También hay quienes dicen que las mujeres en general “mataron” al Cucurrucucú. Yo lo veo como una persona inteligente y creativa que fue sintiéndose acorralada por la dinámica de un mundo en donde cada vez es más difícil ser feliz. Creo en él: lo que hizo fue una decisión voluntaria, libre y personal. También sé que no hay una verdad absoluta, sino que cada historia está constituida por una serie de verdades personales. Cada quien asume la suya como cierta. Hay cosas que jamás quedarán claras sobre lo sucedido el domingo 31 de marzo, pero podremos vivir con ello. Con lo que es imposible seguir es con la división cada vez más marcada entre hombres y mujeres, con el odio por género, con el radicalismo, con la violencia. Somos, todos, seres humanos, carajo. Deberíamos tratar de comportarnos a la altura de ello. La mejor manera de honrar la memoria de Armando Vega-Gil será reflexionando sobre las situaciones relacionadas con su muerte para poder llegar a conclusiones que nos alejen del dolor y la rabia que imperan en las redes sociales, nuevo hábitat para la desesperanza. Las campanas que acompañan a los muertos han vuelto a sonar. Y, como hizo el propio Armambo tras la súbita muerte del guitarrista José Luis Domínguez hace unos años, yo coloco una hoja de oro en el pecho de Buda por su memoria. “Y lloro por quien venció a la muerte incluso en la muerte”. Larga vida, Armando. Hasta pronto.
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Tony Levin
“Toco lo que quiero, no lo que me imponen”
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JUAN CARLOS VILLANUEVA FOTOGRAFÍA DGM LIVE
l 22 de enero de 1981, la revista Rolling Stone publicó una fotografía de John Lennon captado por Annie Leibovitz. La fotógrafa se dirigió a la casa de John y Yoko. Aunque los convenció de posar juntos, Yoko se negó a retratarse desnuda; solo John aceptó. La foto registra el más dramático arrumaco de la pareja y es la última imagen de John Lennon con vida. Horas después de esa sesión, Lennon fue asesinado frente a su apartamento. “Fue un momento terrible cuando escuché que lo habían matado”, recuerda Tony Levin, el bajista que grabó para Lennon en Double Fantasy (1980) y el póstumo Milk and Honey (1984). “Me afectó muy fuerte y más porque había trabajado para él poco tiempo antes”. Con múltiples sesiones en su haber, Tony Levin es un referente y testigo obligado de la creación de grandes discos de rock y pop de las últimas cuatro décadas. Desde 1980 es activo militante de las múltiples encarnaciones de King Crimson, uno de los actos de rock progresivo más trascendentes e intransigentes en la historia del género. “King Crimson siempre ha sido un desafío. Estar en esa banda demanda ser creativo todo el tiempo. Incluso, las piezas que no me gustan tanto de King Crimson trato de verlas como un reto y me esmero por tocarlas de mejor forma para que de alguna manera empiece a sentirlas mejor. No pienso
en cuál es mi principal contribución a King Crimson. Me siento feliz de ser parte de la banda. Me enfoco en tocar mis partes de bajo o stick y el resto fluye”. Ha trabajado con Robert Fripp por muchos años. ¿En verdad es alguien complejo? Es complejo, pero creo que todos lo somos. Lo conozco muy bien como amigo y como persona. Sé que es diferente para quien mira desde afuera, pero Robert es muy bueno en muchos aspectos, por supuesto que tocando la guitarra y componiendo, pero también dirigiendo a una banda como King Crimson. No es fácil hacer eso. Cuando estamos de gira y Robert está de buen humor, es muy divertido. No ves eso en el escenario, pero es alguien gracioso. ¿Cómo conoció a Robert Fripp? Fue en julio de 1976, durante las sesiones del primer disco en solitario de Peter Gabriel. Curiosamente, a los dos los conocí el mismo día y sigo trabajando con ambos. Cuando los conocí, no tenía idea de quiénes eran. Recuerdo que en esa época tenía cabello y una gran barba. Había escuchado a King
“King Crimson es un desafío. Estar en esa banda demanda ser creativo todo el tiempo”
Crimson y a Genesis, pero en verdad no estaba familiarizado con ellos. Una de las líneas de bajo más fascinante que ha creado es “Don’t Give Up”, del álbum So de Peter Gabriel con Kate Bush. ¿Cómo crea sus melodías? Cada canción es diferente, depende si es Peter Gabriel o King Crimson o quien sea. Escucho la canción e internamente imagino la línea del bajo y cómo sonaría. Cuando llego al estudio me presento sin la más mínima idea de lo que haré. Para “Don’t Give Up”, Peter llegó con una caja de ritmo con la base de la canción, y lo que hice fue ponerle notas a ese ritmo. Cuando grabamos ese disco en 1985, viajé a Inglaterra con mi hija de dos meses de edad. Así que puse sus pañales en el estuche de mi instrumento y para la segunda parte de “Don’t Give Up” puse un pañal debajo de las cuerdas del bajo para hacer un tapping en el sonido. En Inglaterra le llaman nappies a los pañales, así que Peter Gabriel lo nombró el Super Nappie Bass Sound. Si tuviera la oportunidad, ¿con quién le hubiera gustado o gustaría tocar? Con Miles Davis hubiera sido extraordinario, pero también con Jimi Hendrix. Con Frank Zappa hubiera sido interesante, lo malo es que daba órdenes a los músicos sobre qué tocar, y eso no me entusiasma mucho. Me gusta tocar lo que quiero, no lo que me imponen.
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DE PORTADA
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Una biografía reciente traza los escenarios en los que se movió el pintor italiano, a quien recordamos a 500 años de su muerte (2 de mayo de 1519)
La doble vida de Leonardo da Vinci ALEXANDER CAMMANN Y BERND ROECK IMÁGENES LEONARDO DA VINCI
Autorretrato (1510-1515).
P
intor, arquitecto, investigador, inventor, escritor, estudioso. Nadie encarna el ideal del Renacimiento, del uomo universale, de manera más brillante que Leonardo da Vinci. En su conmovedora biografía, Leonardo. El hombre que quería saberlo todo, que apareció el 14 de febrero, su autor, Bernd Roeck, sigue a Leonardo a través de la Italia del Renacimiento y del cosmos espiritual de aquella época, cuyos límites el artista traspasó repetidamente. Leonardo era un hombre poseído que dejó una riqueza infinita de ideas que alentaron el florecimiento de la imaginación y la proliferación de especulaciones. En su libro, Roeck somete las fuentes a un estricto escrutinio para revelar lo que se sabe sobre el artista, y lo que no se sabe. Nos pone al tanto de las redes que promovieron la carrera siempre en ascenso de Leonardo y la agitación política de su tiempo. Sobre todo, nos hace partícipes de los procesos creativos en los que El Maestro gestó su arte único. ¿Qué es en lo primero que piensa al escuchar la palabra Renacimiento? En imágenes: Florencia, la cúpula de Brunelleschi o el David de Miguel Ángel; en el renacimiento del Renacimiento, que no significaba solo copiar formas antiguas o repetir viejos pensamientos. Significaba crear algo completamente nuevo con el pensamiento en el futuro; un proceso trascendental, único en la historia de la humanidad.
¿Cómo se llegó a eso? ¿Por qué la gente empezó a ver el mundo con otros ojos? Ojalá lo supiéramos con exactitud. Personalmente, iría a la Alta Edad Media, un periodo cálido que favoreció el aumento de la población. Se fundaron miles de asentamientos. Las ciudades crecieron y se desarrollaron en espacios de intercambio cultural y de despertar intelectual. ¿Marcó el cambio climático el comienzo de una era? El comercio internacional se expandió. Nuevas ideas comenzaron a circular a la par del dinero y los bienes. En este tránsito, la herencia india y la árabe fertilizaron el mundo espiritual de Europa. Un gran auge, pero a mediados del siglo XIV aparece la peste. Sí, pero la muerte masiva, por cínica que parezca, no trajo solo consecuencias negativas. Sugería la “preocupación por uno mismo”, ya sea que se pensara en términos de vida eterna, en el más allá, o acordarse de pasar bien nuestro breve tiempo en este mundo. Ambas posturas influyeron las artes: por un lado se ofrecían altares y misas a las almas, por otro se construían palacios, se celebraban fiestas y la gente se rodeaba de cosas hermosas. El dinero necesario estaba disponible porque la epidemia no afectó el capital ni los bienes. La fortuna de los muertos pasaba a manos de los sobrevivientes, como es lógico. ¿A qué se debió el repentino entusiasmo por las reliquias de la Antigüedad? No sucedió tan de repente; más bien observamos un proceso con años de duración. Un ejemplo: usted necesita expertos para negociar contratos, redactar y certificar actas notariales. En ese momento eran los clérigos quienes
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se encargaban de gestionar esas cuestiones. A medida que la población crecía y el número de negocios aumentaba, se hacía necesario recurrir cada vez más a los laicos, que se regían por las reglas del Derecho romano, lo que generó también un renacimiento en el campo jurídico. Muchos de estos abogados empezaron a interesarse por la cultura generada de algo tan maravilloso como el Ius romanum. Por lo tanto, no es casualidad que muchos de los “creadores” del Renacimiento, desde Petrarca hasta Leonardo y Maquiavelo, procedieran de familias de abogados. ¿Y el arte? ¿Por qué se volvió tan importante? La posesión de cosas bellas, junto a la construcción de magníficas villas y la posesión de animales entrenados marcaron las diferencias sociales. El arte, como dijo el sociólogo Pierre Bourdieu, sirvió de distinción. El exceso de pinturas y esculturas era la expresión de competencia política y social. El mecenazgo era una forma de ir pasando las horas muertas en el día a día de las personas ricas. ¿Hubo algún coleccionista que desarrollara una especie de “tierna” relación con el arte? La marquesa Isabel d’Este, la gran mecenas de Mantua, una verdadera amante del arte moderno, una coleccionista entusiasta del arte manierista. Ella quería un “Leonardo” a toda costa, sin importar cuál fuera el tema del cuadro, ni cuánto tiempo le tomara al maestro producirlo ni el costo. A menudo se dice que el individuo moderno nació en el Renacimiento. ¿Es así? Fue el historiador Jacob Burckhardt quien creyó reconocer un “individualismo moderno” en el Renacimiento. Puede ser que la crisis del siglo XIV sugiriera redefinir la relación de la humanidad con Dios y el más allá. Entonces así comenzó la era moderna, en la que hoy vivimos. Que los italianos del Renacimiento fueran los “primogénitos entre los hijos de la Europa moderna” es también una tesis central de Burckhardt. Esa no sería una forma de decirlo hoy, aunque es cierto que las obras modernas fueron construidas en el Renacimiento. Es decir, en el campo técnico, había tomado forma la “era de la mecanización”; una era que, con la máquina de vapor, produjo el motor más importante de la industrialización y, por tanto, la variante occidental de la modernidad. La celebración de la tolerancia, que Erasmo de Rotterdam encuentra en el Renacimiento, se convirtió más tarde en leitmotiv de la Ilustración, así como en un acceso racional al mundo, sobre todo, con un espíritu crítico. Somos los herederos del Renacimiento, para bien o para mal. Florencia se convirtió en cuna del Renacimiento. ¿Por qué no Génova o Venecia? Bajo el patrocinio de los Médici, a través de su banco, Florencia se hizo cada vez más poderosa e internacional, hasta convertirse en una metrópoli de altas finanzas. Por otro lado, había relaciones con Flandes, el otro gran centro de las artes de la época. En el siglo XV, los floren-
La Virgen, el niño Jesús y santa Ana (inicios del siglo XVI).
tinos toman de sus maestros una visión más realista del mundo. El Renacimiento italiano, por lo tanto, tiene su origen en esta combinación de elementos flamencos con formas antiguas. La ubicación geográfica central de Florencia es probable que haya sido también una ventaja sobre otras ciudades italianas. Leonardo se sintió muy cómodo en Florencia durante mucho tiempo, luego fue a la corte de Milán en 1481. ¿Se podía ser más liberal allí? Leonardo siempre estuvo dispuesto a correr riesgos cuando se trataba de clientes potenciales. Por debajo del duque de Milán, el papa, el rey de Francia o el sultán del Imperio Otomano, no ofrecía sus servicios. Florencia todavía estaba llena de clientes importantes en ese momento, pero Milán era mucho más rica y, por ende, más atractiva para él. Sin embargo, Leonardo casi no terminó ningún trabajo. ¿De dónde venían el dinero y estos clientes influyentes? El factor decisivo es que el rango de un ingeniero, un arquitecto o un músico era mucho más alto que el de pintor, por lo que se les pagaba mejor; lo que también se aplicaba a Leonardo. Como
Desde muy joven se concentró en las figuras geométricas y no en los encargos de obra pictórica
arquitecto e ingeniero era mucho más respetado que como pintor. Por las gigantescas celebraciones que organizaba para la nobleza, por la construcción de canales acuíferos, por sus diseños arquitectónicos y por todo lo que producía, debió haber sido bien remunerado. ¿Por qué pintó tan poco? Esa es una de las grandes preguntas. Para el historiador del arte Martin Kemp, es un verdadero milagro que no haya logrado concretar algo; con las innumerables ideas que tenía… De por sí, en vida era demasiado solicitado, vivía agobiado en su función de organizador de celebraciones, una labor descomunal de la que ya casi no queda nada. Señala en Leonardo una fascinación por los acertijos, la dificultad por comprender la mayoría de sus escritos, y atribuye usted la agenda del pintor al programa intelectual de la época. ¿A qué se refiere? Para la gente de esa época nada está ahí simplemente. Todo tiene una causa y todo significa algo. No saber cómo la perla entró en la concha, cómo fue creada, convirtió tal fenómeno no solo en un símbolo de la concepción virginal de María, sino que generó una profunda conexión interior que la gente fue desarrollando hasta convertirla en una fuerte creencia. Los artistas, entre ellos Leonardo, jugaban con esta forma de pensar.
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Los innumerables bocetos, dibujos, notas y planos que conocemos hasta el día de hoy lo descubren como un científico que resultó ser un artista genial. Leonardo anotaba todo. El papel era caro, así que llenaba hasta el último rincón con muchos de sus pensamientos parcialmente abortados. Desde muy joven se concentró en la aritmética y las figuras geométricas, cuando se suponía que debía trabajar en los encargos de obra pictórica. Los historiadores de la ciencia afirman que de haberse conocido sus ideas el mundo habría cambiado. Pero Leonardo no lo supo porque no publicó nada debido al ansia de perfeccionismo. ¿Y qué pensaban sus contemporáneos de las “chifladuras” de Leonardo, como llegó a referirse Giorgio Vasari? Hoy sabemos que Leonardo llevaba una doble vida: en casa se sentaba y jugaba a poner sus pensamientos sobre el papel, y no permitía que nadie viera sus bocetos con los prototipos de máquinas voladoras. Por otro lado, era el elocuente y encantador artista de la corte, el genio osado aferrado a la vida palaciega. Supongo que se dio por entero a sus experimentos, a la cientificidad de su oficio.
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@ Die Zeit, enero de 2019. Traducción del alemán: Andrea Rivera.
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TERTULIA
6 DE ABRIL 2019
PERSONERÍO
ENTREVISTA
Ramón y la greguería
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JOSÉ DE LA COLINA
a greguería... ¿Dijo usted? Dije la greguería. ¿Y qué hace la greguería? Nos hace sonreír. Pero ¿qué cosa es? O una inmensidad en una minucia... o una minucia en una minucia. Ejemplo de lo primero: “En la noche estrellada se ve el esqueleto de la inmortalidad”. Ejemplo de lo segundo: “El jabón es el pez más difícil de pescar en la bañera”. ¿Y la palabra greguería qué significa? Dos cosas muy diferentes. El diccionario académico primero dice “gritería”, pero luego dice algo muy distinto: “agudeza, imagen en prosa que presenta una visión personal, sorprendente y a veces humorística de algún aspecto de la realidad, y que fue lanzada y así denominada por el escritor Ramón Gómez de la Serna”. Pero esta segunda acepción es incompleta, propia de un diccionario cobarde. ¿Cobarde, por qué? Porque cuando, por rara ocasión, ese diccionario ha logrado un hallazgo poético, casi siempre involuntario, se asusta y lo suprime en edición posterior. En la última o penúltima ya había suprimido a un poético animal: no al cisne ni al centauro ni a la sirena, que son de la gastada zoología de los poetas, sino al canute... ¿El canute? Sí, en segunda acepción: “Canute, murcianismo, gusano de seda que enferma después de recordar y muere a los pocos días”. ¿Y por qué es “poético” ese gusano? Porque si efectivamente recuerda antes de morir, le podemos suponer un alma gemela de la de Jorge Manrique: “Recuerde el alma dormida,/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/ tan callando”. Es decir: el infeliz aunque lírico canute morirá después de recordar, como el poeta Jorge Manrique y también como el prosista Marcel Proust. Es manriquiano y proustiano, por eso de la memoria terminal, y en un diccionario ideal, en el que las acepciones fuesen metáforas, se le podría usar para definir la memoria, por ejemplo con esta greguería que intento con permiso de Ramón Gómez de la Serna: “La memoria es un gusano de seda que sueña, despierta y muere”. No es gran cosa. No quiso ser gran cosa, sino un mero ejemplo. Entonces ¿qué hace la greguería? El mismo Ramón intentó definirla en bellos y sucesivos prólogos a sus recolecciones de greguerías: en el prólogo definitivo, el de Total de greguerías, traza la serie de antecedentes del género, desde Luciano, Horacio, Shakespeare, Lope, Quevedo, etcétera, hasta Jules Renard, Saint-Paul Roux, Santayana, etcétera, y se le escapa Malcolm de Chazal con su Sens plastique, quizá porque no sabía de él, e intenta varias definiciones. Entre otras: “La greguería es como esas flores de agua que vienen del Japón y que siendo, como son, unos ardites, echadas en el agua se esponjan, se engrandecen y se convierten en flores”, y “puede tener algo de haikai, pero es haikai en prosa”, y “es el atrevimiento a definir lo que no puede definirse, a capturar lo pasajero, a acertar o no acertar lo que puede no estar en nadie o puede estar en todos”. Y Ramón, como un boticario responsable, hasta da la fórmula: “humorismo + metáfora = greguería”.
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El autor de Brujas (Dark & Glow), que reúne tres relatos de terror.
Roger Vilar
“La Ciudad de México posee tintes fantasmales”
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HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com FOTOGRAFÍA H. G.
oger Vilar (Holguín, Cuba, 1968) llegó a México en 1993. En la Ciudad de México comenzó a trabajar como reportero de nota roja, oficio que lo confrontó con el crimen y los perfiles más oscuros de la condición humana. De sus recorridos nocturnos por el Centro Histórico y de la influencia de la literatura de terror se desprende la esencia de Brujas (Dark & Glow), que reúne tres cuentos a través de los cuales se filtran el pasado y el presente, y donde desfilan mujeres poderosas y capaces de poner a sus víctimas al borde de la locura. En sus cuentos hay un diálogo con el terror y el pasado. ¿Por qué? Todo tiene que ver con que en mi casa siempre hubo libros. Mi padre es un adepto a la literatura de terror, de modo que desde los seis o siete años comencé a leer a Lovecraft y Edgar Allan Poe. Recuerdo que, a pesar de que no les entendía, me sorprendieron. A partir de entonces me interesó el mundo del terror. Podría decirte que algunas obras que parecen infantiles tienen ecos terroríficos. En Alicia en el país de las maravillas aparecen dragones. Por otro lado, mi abuelo materno era una persona de campo y sin ninguna cultura literaria, aunque sí con una fuerte tradición oral. Llegó a Holguín, cerca de Guantánamo, zona con una colonia española importante que tenía la fama de ostentar cierta debilidad por la brujería canaria.
De hecho, en su literatura hay ecos de Lovecraft. Claro, aunque también tengo influencias de Arthur Machen, precursor de Lovecraft, de Algernon Blackwood y los manuales de inquisidores. Para este libro me ayudó mucho la tesis doctoral de la doctora Cecilia López Ridaura, quien investigó el mayor proceso inquisitorial que hubo en México y que tuvo lugar en Monclova. Uno de los relatos, “El oscuro Dios de las ruinas”, tiene por escenario La Merced, barrio donde convive el pasado colonial con el presente. La Merced es un barrio curioso y fascinante. Ahí coinciden diversas tradiciones. Antes de la llegada de los españoles ya tenía por lo menos 300 años. En la calle de los chileros puedes encontrar platillos únicos que datan de entonces. Es curioso que hables de ese relato porque es el más lovecraftiano y terrorífico. Tengo la impresión de que la obra de Lovecraft ha tenido una especie de revaloración. Desde luego, incluso hubo una corriente a partir de su literatura en la que se inscribían amigos suyos como August Derleth. Uno de sus seguidores actuales
“Tengo influencias de Arthur Machen, Lovecraft y los manuales de inquisidores”
es Thomas Ligotti, el mayor de sus herederos. Volviendo a La Merced, me parece que allí Lovecraft se hubiera vuelto loco porque es un escenario que reúne todas las características de su literatura. A pesar de su admiración a Lovecraft, usted pone distancia en relación al género gótico. Lo gótico tiene que ver con la atmósfera y va acompañado de ciertos elementos melancólicos y románticos. La figura del vampiro es gótica porque representa a un pobre ser condenado a una existencia infeliz. Para sobrevivir, el gótico ha tenido que mezclarse con otros elementos. En otro de los cuentos el protagonista es un reportero de nota roja, oficio que usted ejerció. Fui reportero entre 1998 y 2000. Durante la noche, la Ciudad de México cambia y cobra tintes fantasmales. El crimen se incrementa y hay fenómenos extraños. Las calles viejas y sin movimiento pueden resultar aterradoras. En la madrugada, La Merced es desértica y tenebrosa. La visión que tomé de aquella época me marcó, entre otras cosas porque tenía poco de haber llegado de Cuba. ¿Qué nos dice la literatura de terror sobre el presente? Una cosa es el terror en la noticia y otra cosa el terror en la literatura. Hace unos años se impuso la moda entre los narcos de dejar tráileres abandonados con gente descabezada. Eso produce un impacto que no es para nada estético. Para construir una estética de la violencia hace falta alejarse del sensacionalismo.
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EN LIBRERÍAS
6 DE ABRIL 2019
NARRATIVA, ENSAYO La única historia
Camino a una tierra extraña
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A FUEGO LENTO Un lugar en el mundo
El Tonaya no perdona México, 2019
Julian Barnes Anagrama España, 2019 231 páginas
David Park Seix Barral México, 2019 181 páginas
Katherine Marsh Planeta México, 2019 366 páginas
¿Importa más la memoria que tiende al optimismo o la memoria que se inclina por el pesimismo?, se pregunta el protagonista de esta novela mientras evoca su romance con una mujer casi 30 años mayor, el hecho más importante en su vida, se diría el único que vale la pena ser contado. Han pasado 50 años desde entonces y Londres y su fisonomía han cambiado demasiado. Con estos ingredientes, Barnes reflexiona sobre la veracidad del amor y los estragos del tiempo.
“Nuestro hijo Luke está varado en Sunderland, faltan tres días para Navidad y el aeropuerto de Newcastle está cerrado”, dice el narrador de esta novela que tiene la consistencia de un viaje interior. Un viaje interior porque, a pesar de que Tom, el padre, se mueve por carretera hasta la cabaña de descanso donde permanece su hijo, el recuerdo de otro de sus hijos se va imponiendo, de modo tal que esa carretera se vuelve una metáfora de la memoria. Finísima novela.
Con sobrada experiencia en la órbita de los libros dirigidos a un público infantil y juvenil, la autora estadunidense ha concebido una historia que reúne a dos marginados, aunque por circunstancias opuestas: un inmigrante sirio de 14 años que milagrosamente se instala en Bruselas luego de perder a su padre y un joven de Washington que sufre para adaptarse al ritmo de vida europeo. Las diferencias se traducen en una amistad que cobra tintes de coloridas aventuras.
El resplandor
La colina de Watership
La muerte de Hitler
Stephen King Debolsillo México, 2019 656 páginas
Richard Adams Seix Barral México, 2019 456 páginas
Brisard y Parshina Diana México, 2019 328 páginas
King es acaso el autor al que más adaptaciones cinematográficas le han realizado, y lo celebrable es que buena parte son encomiables, como lo prueban Carrie, Cujo, Cuenta conmigo y El resplandor. Filmada por Stanley Kubrick, esta última película con toda seguridad ha sido más vista que el libro. La transformación que Jack Torrance sufre al ir a trabajar a un desolado hotel con su esposa e hijo y las presencias que habitan el lugar no dejan de provocar espanto.
La omnipresente Netflix realizó hace poco una serie de esta novela protagonizada por conejos, pero mucho antes —a finales de los setenta— se hizo una adaptación cinematográfica en dibujos animados. Quinto es un conejo que vive en “una constante tensión nerviosa”, como lo describe Adams; esa hipersensibilidad refleja su capacidad de presentir desastres. Su última visión implica que todos sus congéneres dejen la región que habitan; solo unos cuantos siguen su consejo.
En una pequeña caja resguardada en el Archivo General de la Federación de Rusia reposa el cráneo de Hitler, roto por un agujero de bala. A partir de esta visión, los periodistas Brisard y Parshina emprenden una investigación que los lleva a reproducir los últimos días del führer a partir del estudio de los interrogatorios a oficiales nazis, fotografías y planos, materiales que se califican como secretos de Estado. La pesquisa tiene mucho de thriller histórico y de espionaje.
Despojos de humanidad ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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nas palabras introductorias mueven a sospechar que El Tonaya no perdona (Grijalbo) no pasa de ser una indagación antropológica que por un capricho editorial ha tomado la apariencia de una novela. No tardamos, sin embargo, en abandonar esta sospecha. Es cierto que, durante un año, Edson Lechuga recabó los testimonios y habló con un grupo de indigentes que ocupaban algunas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, pero es cierto también que estos materiales terminaron adquiriendo una coherencia literaria, una forma, derivada de las posibilidades inéditas del lenguaje. En cierto sentido, El Tonaya no perdona es un mecanismo concebido a partir de la reelaboración del habla lumpen. Más que leer las palabras impresas, se diría que somos exclusivamente oyentes: tal es el ritmo y la sonoridad del estilo, una avalancha de improperios, obscenidades, escupitajos contra el destino. Es, de igual modo, una balada de amor-odio hacia la Ciudad de México, imaginada como un vertedero a donde van a parar los despojos de quienes eligieron la bendición del aguardiente y no la maldición de la familia o la oficina: “la calle es aquello que se dobla, carnal. aquello que se va venciendo de a poco. la calle es la soledad y la sonrisa. juntitas, cuatas, mancuernadas como botón y ojal” (en efecto: prescinde de las mayúsculas). Los humores de tal escenario llegan hasta nosotros de la mano de cinco seres en ruinas —pútridos, infectos, delirantes, siempre en camino de una zona inesperada de la realidad—. Vemos cómo se aferran a seguir por la delgada línea que separa la vida de la muerte y en ese acto de malabarismo van ofreciendo una parte de sus recuerdos. En sus intentos por definirse, cuentan su historia a golpes de incertidumbre y rabia. No quieren nuestra simpatía ni aspiran a dejar huella. Solo están ahí, mendigando un cigarro o esperando el momento de hacerse con una botella de 250 mililitros. Celebro que Edson Lechuga mueva al asombro “ante las posibilidades de la vida y ante las posibilidades del lenguaje”, como aconseja Alonso Cueto al referirse a “las únicas condiciones de la vocación de un escritor”. Solo echo en falta que borrara el paisaje de fondo. Si se hubiera dado un poco de tiempo para describir los ambientes donde vegetan sus personajes, El Tonaya no perdona hubiera sido una mejor novela de lo que es.
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CIENCIA
6 DE ABRIL 2019
DESMETÁFORA
¿Hay genialidad en el arte? Las falsas atribuciones no son una excepción en el mundo de la música
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aul Badura Skoda es un pianista prominente, para muchos el más grande de nuestro tiempo. Este gran concertista austriaco es también un académico de la música, conocedor y editor de los grandes compositores y un apasionado de los pianos Bösendorfer, originalmente vieneses, que ahora fabrica Yamaha. En 1993, un supuesto flautista llamado Winfried Michel le hizo llegar la copia única de un manuscrito con la partitura de seis sonatas para piano de Joseph Haydn desconocidas hasta ese momento. El documento provenía de la colección de una anciana enferma que no quería ser molestada. Después de numerosos intentos de Paul Badura Skoda por encontrarse con ella para examinar el material, el musicólogo se dio por vencido. Las repetidas cancelaciones le hicieron ver que el encuentro no se daría nunca. Entonces, en un arranque de emoción por semejante hallazgo, Paul Badura, su esposa Eva —quien también es una reconocida melómana— y el musicólogo norteamericano Robbins Landon, especialista en la vida y obra de Joseph Haydn, decidieron que se trataba de una pieza auténtica e inédita del gran compositor. Landon, como gran conocedor de la música de Haydn, expresó que podría tratarse del más grande descubrimiento musical del siglo. La revista de la BBC publicó una nota sobre la revelación artística en su número de enero de 1994, pero el ejemplar de febrero ya incluía la retractación: “La escritura en la partitura parecía ser del siglo XX; quien la escribió debió haber usado una pluma acanalada de acero que solo comenzó a usarse en el siglo XIX, los pentagramas eran peculiares…”. Winfried Michel, el supuesto flautista, es un compositor alemán que además de las piezas musicales en cuestión ha escrito numerosas obras musicales con el estilo del siglo XVIII bajo el seudónimo de Giovanni Paolo Simonetti. Fue él quien elaboró la estratagema para convencer a los expertos de que las sonatas compuestas por él mismo eran de Joseph Haydn, Con esto generó una controversia sobre el significado mismo del arte: ¿qué es genial y que es común?, ¿cuál es la capacidad real de los conocedores para distinguir lo que es un clásico de lo que es ordinario? y ¿hasta dónde tienen sentido los superlativos que usamos para describir
GERARDO HERRERA CORRAL gherrera@fis.cinvestav.mx FOTOGRAFÍA YOUTUBE
El destacado pianista Paul Badura Skoda.
lo formidable de los grandes clásicos cuando carecemos de lo necesario para definir y apreciar una obra en el mundo subjetivo de lo artístico? Las falsificaciones musicales son más comunes de lo que uno podría pensar. Hace poco, el “Beethoven japonés”, Mamoru Samuragochi, conmocionó al país entero al revelar que no es él quien compone las obras que lo han hecho famoso. La sinfonía número 1, Hiroshima, y otras obras musicales, en realidad son de un profesor de música de medio tiempo llamado Takashi Niigaki, quien ha sido el autor fantasma de Samuragochi durante 18 años. En febrero de 1945, Dresde fue bombardeada por las fuerzas aéreas inglesas y norteamericanas. En solo dos días, cuatro ataques aéreos destruyeron la ciudad por completo. Así moría la “Florencia del Elba”, como se la llamaba para describir el auge cultural de esta ciudad situada a la orilla del segundo río más largo de los que desembocan en el Mar del Norte. Las 4 mil toneladas de bombas y artefactos incendiarios desencadenaron una tormenta de fuego que
¿Cuál es la capacidad de los conocedores para distinguir lo que es un clásico de lo que es ordinario?
consumió por completo el centro histórico, pero el musicólogo italiano Remo Giazotto afirmó toda su vida haber encontrado una pieza de papel en lo que quedó de la biblioteca estatal. El fragmento que nunca fue encontrado mostraba solo el bajo continuo y seis compases de la melodía. Se ha llegado a suponer que se trataba del movimiento lento de una sonata. Al inicio de la guerra los alemanes habían puesto a salvo muchos documentos valiosos trasladándolos a castillos y oficinas alejados de los objetivos militares. Aun así, con la destrucción del edificio se perdieron más de 200 mil volúmenes de manuscritos e impresos. Entre ellos la música inédita del compositor italiano Tomaso Albinoni (1671-1751). Giazotto, siendo biógrafo de Albinoni, consideró que este fragmento correspondía al Adagio en Sol menor y se dedicó al arreglo de la obra. Cuando hubo terminado, la publicó atribuyendo la autoría a Tomaso Albinoni. Según Giazotto, el compositor barroco debió haber escrito esta sonata en 1708. Hoy se la considera una obra enteramente de Giazotto, creada en 1945 y publicada en 1958. El fragmento de papel que contenía los seis compases de la melodía ha sido negado por la Biblioteca de Dresde.
Giazotto murió en agosto de 1998 sin haber recibido el reconocimiento por la composición de la obra. En 1940, tuvo un hijo llamado Adalberto Giazotto que se convertiría en un físico notable y padre fundador de la colaboración Virgo que ahora registra eventos de ondas gravitacionales y que estuvo cerca de ser el primer experimento en hacerlo. Resulta curioso que el hijo de un musicólogo se dedicara por tanto tiempo a construir un instrumento que pretendía escuchar los latidos del universo. El físico Adalberto Giazotto, hijo de Remo Giazotto, autor del famoso Adagio en Sol menor, murió en noviembre de 2017. Estas historias nos plantean dos preguntas fundamentales: ¿en dónde podemos ubicar a la genialidad artística?, ¿cuándo es talento y cuándo es engaño? Quizá la respuesta está en la reflexión de Michael Beckerman, quien en 1994 publicó la vergonzosa historia de las sonatas de Haydn en el New York Times: “La sabiduría convencional dice que si se trata de falsificaciones no son dignas de ser amadas; sin embargo, la sabiduría convencional dice muchas tonterías. Quizá debemos darle más peso al impulso estético y menos a la fetichista autenticación del objeto que genera ese impulso”.
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ESCENARIOS
6 DE ABRIL 2019
DANZA
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DOBLE FILO
Ignacio Ortiz: mezcal y traición FERNANDO FIGUEROA
L Escena de Ítaca, con dirección y coreografía de Cecilia Lugo.
El vislumbre de la felicidad
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ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.m FOTOGRAFÍA INBA
n sábado por la mañana, en una casa bañada por el sol en pleno centro de Coyoacán, pensaba: “qué maravilla que alguien ofrezca este espacio para hacer danza”. Pienso en el tipo de persona que puede pensar en ello dentro de la vorágine de inquietudes que nos abruman. Cecilia Lugo es ese tipo de persona, esa clase de artista. La generosa. Conversamos sobre la pertinencia de abordar algunos temas que se encuentran en discusión y de los que ella tiene mucho que decir. —¿Cómo se hace arte en México? —Se hace con la convicción de lo que representa el arte para cualquier comunidad. El arte da la posibilidad de conocerse. Es una combinación de técnica y poética para estar cerca de uno mismo. El ser humano es un gran deshabitado de sí mismo y poder conocerse ofrece el vislumbre de la felicidad, de la plenitud. Es, por eso, fundamental en el desarrollo de los pueblos y los gobiernos no han valorado la fuerza del arte para la transformación social. La otra convicción para hacer arte es la necesidad de formar artistas. Es necesaria una visión seria de la educación por el arte y la educación para el arte. —Desde el arranque de la nueva administración ha existido una rispidez respecto del trato a la comunidad artística. —El arte tendría que ser una prioridad de Estado y el paso necesario
para lograrlo es la conciencia social. Hay un error respecto de la concepción del rol del artista en una comunidad. El sector está muy pauperizado y esto provoca que nos arrebatemos lo poco que hay. Es urgente pensar en cómo crear redes para que el arte, que es un trabajo, pueda sostenerse. Habría también que pensar en cómo se establecen otros flujos para apoyar la producción artística. “En la política actual hay una dicotomía entre arte tradicional (a quienes lo hacemos se nos etiqueta erróneamente de desconocimiento de la precariedad general desde la que nos desempeñamos) y “arte comunitario”, al que también se le etiqueta en las antípodas del arte “fifí” y no se analiza qué tipo de programas se llevan a las comunidades. No existe un trato respetuoso para quienes llevan su experiencia y trayectoria a esos espacios, considerados de menor relevancia. El artista vale por lo que es y por lo que sabe del campo, por lo que se ha preparado. El proyecto de arte comunitario debería tener una estrategia inteligente, pensada y planeada para que no derive en un esfuerzo estéril. No me gusta la mirada demagógica
“Es necesaria una visión seria de la educación por el arte y la educación para el arte”
de que vamos a cambiar sin invertir, realmente, en programas, proyectos, estrategias, y en buena retribución a la gente que es parte del cambio de esta sociedad”. —Respecto a las becas y programas que existen para la producción y promoción del arte, hay también una acalorada discusión sobre su pertinencia y naturaleza. ¿Consideras que es un mecanismo óptimo para financiar proyectos artísticos o solo genera malestar entre los artistas y el debate se reduce a quién la merece o no, y se pierde todo el panorama integral del que has hablado? —La rispidez que hemos vivido en los últimos tiempos se ha dado por la precariedad en que ha vivido el mundo del arte en México. Si hubiera otros espacios, otras oportunidades de crecimiento, no sería así. Yo veo en el Fonca una gran oportunidad. Por supuesto que es insuficiente y debe transformarse. Debe ser incluyente y diverso. No es una beneficencia de tipo asistencial. Al ser destinado a un tipo específico de proyectos, no todos están ahí, pero eso no quiere decir que no se pueda entrar a otro espacio; es urgente crearlos. Que una iniciativa sea perfectible no significa que deba desaparecer. Los apoyos contribuyen a que los artistas hagan su trabajo. Siempre he considerado que el valor ético es inalienable del valor estético. Ahí radica la credibilidad en el trabajo que reivindico.
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os jueves del recién finalizado marzo, la Cineteca Nacional rindió tributo al director y guionista Ignacio Ortiz. Se proyectaron sus cintas La orilla de la tierra, El mar muerto, Cuento de hadas para dormir cocodrilos y Mezcal, las dos últimas ganadoras del Ariel a la Mejor Película en 2002 y 2006, respectivamente. El mes próximo se estrenará en ese mismo recinto su más reciente trabajo, Traición (2018), con Juan Manuel Bernal en el papel estelar. ¿Cuál comentario de la gente le llamó más la atención en estas sesiones? Alguien dijo: “Sus películas me recuerdan a mi papá”. ¿Se puede decir que este ciclo fue como un reencuentro con cuatro de sus hijos? Sí, y me sirvió para ver que están bien de salud. ¿Para dirigir en México se necesita más pasión o más paciencia? Las dos cosas por igual. ¿Es verdad que el mezcal no da cruda? Totalmente cierto. ¿Cuántas veces ha leído Bajo el volcán? Como diez. ¿Y Pedro Páramo? Como veinte. ¿Cuál es la vacuna contra el folclorismo? La verdad y la emoción. Para alguien que nació en la mixteca oaxaqueña, ¿le parece buena idea que el rey de España pida perdón 500 años después? Todo eso es muy divertido. ¿El mezcal, el cristianismo y la Coca Cola son la santísima trinidad del mestizaje mexicano? Yo agregaría el pan Bimbo. ¿Qué significó la llegada de un aparato de radio a su ranchería? Que te abran el mundo. ¿Y el cine? Un día llegó una compañía itinerante y me fui con ellos. Su escena cinematográfica favorita de todos los tiempos. Cuando Anthony Quinn le da de varazos a Giulietta Masina para que aprenda a tocar la trompeta, en La Strada, de Fellini. Del uno al diez, ¿cuánto le gustó Roma? Cinco. ¿Alguna vez hizo el amor en las butacas de un cine? Por supuesto. ¿Escribir un guion para otro director es como donar esperma? No. Te conviertes en un mirón que solo puede decir: “Ánimo, tú puedes”. ¿Qué tan importante es el guion en una película? Kurosawa decía que es el cincuenta por ciento. ¿Es verdad que Joaquín Cosío causó sensación en Dubái? Sí. Las mujeres se quitaban momentáneamente el velo para tomarse fotos con él. Defina en dos palabras a Ludwig Margules. Sabio, generoso. ¿Habla mixteco? Lo entiendo. ¿Qué le dijo su esposa cuando usted botó la carrera de médico ya terminada? “¿Y ahora?”
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDITOR WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
6 DE ABRIL 2019
http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto
TOSCANADAS
El ego del cocinero DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
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or ocho pesos me hice de un sabroso libro de José Fuentes Mares: Arte del bien comer y del mejor beber. El libro tiene pasajes sabios. Hablando del vino, dice que habría que “fijar en un litro la dosis cotidiana por adulto” o que “el vino es uno de los argumentos más poderosos al alcance del hombre para justificar su presencia en el planeta. Asegura que “los seres realmente humanos se sientan a la mesa a gozar, no a prevenir dolencias ni la posibilidad de caries dentales”. Eso debe ser el desayuno, la comida y la cena: un festejo, un homenaje a la cultura y al ser humano. Aunque yo nunca entraría a un restaurante vegetariano, y mucho menos vegano, he notado que en estos establecimientos los clientes exhiben un aire del mustio cumplimiento del deber, mientras que en los que respetan al ser humano como omnívoro, se escucha un alegre bullicio, un cons-
FILETE AL FOIE GRAS
José Fuentes Mares presumía de prepararlo como si fuera una obra de arte.
tante choque de copas, risas y un ambiente de despreocupación. Con respecto a las “tiendas de comida sana”, dice Fuentes Mares que ahí venden basura, “engañan y pervierten paladares ideados por el Creador para el perfeccionamiento y el placer de seres humanos. Quien adquiere el hábito de comer lo que esos perversos establecimientos expenden no tiene salvación posible, y podrá también meterse en la cama con mujeres hechas de fibra de vidrio sin reparar en la diferencia”. Sobre todo, me llamaron la atención dos comentarios en que el autor se refiere a sí mismo: “El filete al foie gras que yo preparo es tan bueno que según los enterados resiste comparaciones con cualquier obra de arte”. Y páginas más adelante: “El filete alcanza la perfección de sus posibilidades en una salsa de mi invención, en tanto que los camarones se vuelven joyas en otra salsa de mi creación”.
Con frecuencia noto la facilidad con que se despliega el ego de un cocinero. “Les voy a servir la mejor lengua en salsa que han probado en su vida”, o hasta con platos modestos: “Este pollo a la cerveza es el non plus ultra”, acabo de escuchar. Todos hemos experimentado tales cosas, ya sea de boca o de oído. Entonces siento envidia por quienes preparan delicias en la cocina, y me gustaría poder decir: “Escribí una novela que resiste comparaciones con cualquier clásico” o “La prosa alcanza la perfección de sus posibilidades en una narración de mi autoría” o cualquier variación sobre el tema. Pero el ego literario no tiene permiso para expresarse ni aun cuando alguna novela fuese mejor que el filete al foie gras de Fuentes Mares. Y la verdad es que mientras escribo esto, con el estómago vacío, se me antoja más un buen filete que una buena novela.
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CAFÉ MADRID
Todorov póstumo
E
l día que fui a entrevistarlo, Tzvetan Todorov (1939-2017) llegó ocho minutos después de la hora fijada, a paso lento, con las manos atrás y la espalda ligeramente inclinada. Era el otoño de 2013 y el filósofo, lingüista y ensayista había venido a Madrid para recibir el Premio Internacional Eulalio Ferrer que le habían otorgado “por sus aportaciones para comprender al ser humano”. Hacía un par de años que yo había escrito un libro sobre migrantes y refugiados y sin sus reflexiones sobre “el encuentro con los otros” me hubiese sido más difícil comprender ese fenómeno social determinante en nuestra convivencia contemporánea. Así que estaba muy entusiasmado por conocerlo y poder conversar con él. Todorov —el apellido sonoro, las canas esponjadas, la nariz huesuda, las gafas finas, los gestos ligeros, el dolor en el cuerpo, la voz tenue— pidió un café cortado sin azúcar y, entre sorbo y sorbo, me contó que aprendió a caminar apoyándose en estantes repletos de libros, que sus padres fueron una pareja de bibliotecarios en la Bulgaria comunista y que un día de 1963 se subió al Orient Express con el objetivo de irse a estudiar a Francia, donde luego fue discípulo de Roland Barthes. “Quedé deslumbrado”, me dijo, “porque el contraste entre la Europa oriental y la Europa occidental era tremendo. Pero tiempo después, en 1978, viajé a México y me di cuenta de que lo que yo había vivido era algo muy pequeño comparado con el contacto entre los conquistadores españoles y la población indígena. Aquello me pareció una hipérbole
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA YOUTUBE
extraordinaria por la cantidad de muertos y por cantidad de obras de arte que produjo ese choque entre dos culturas”. Después hablamos sobre los “enemigos íntimos de la democracia” (el mesianismo, el uso de la fuerza, el ultra liberalismo de los políticos) y de la Europa en crisis. Fue una charla realmente aleccionadora, una síntesis de su obra intelectual que tanto me ha marcado. Poco después del día en que se
Un día de 1963 se subió al Orient Express con el objetivo de irse a estudiar a Francia
murió, el 7 de febrero de 2017, sus hijos, Léa y Sacha, contaron que durante la hospitalización le propusieron a su padre armar un índice de los últimos ensayos cortos que había escrito para reunirlos en un libro. “Así no se aburriría ni se vería reducido a su enfermedad”, pensó el par de actores. Pero la muerte llegó antes de concluir el trabajo. Pasado el duelo, sin embargo, los dos hermanos revisaron con detenimiento la computadora del autor de Elogio de lo cotidiano y encontraron una carpeta titulada “Libros/ vivir” y dentro de ella estaba la mejor muestra de la erudita obra de Todorov. El libro póstumo (Leer y vivir) fue publicado a finales del año pasado por Galaxia Gutenberg y contiene
Galaxia Gutenberg acaba de publicar Leer y vivir de Tzvetan Todorov.
textos con títulos como “Intelectuales: ¿compromiso o responsabilidad?”, “Mecanismos del genocidio”, “La democracia por las armas”, “La literatura es la ciencia humana más importante” o “Pensamiento y pintura”. Ha sido editado por el filósofo francés André Comte-Sponville, quien en el prólogo afirma que es “imposible que Todorov caiga en la trampa de tantos ensayistas franceses que quieren deslumbrar en lugar de iluminar”. Por eso, agrega, “este libro es especialmente valioso porque muestra tanto la diversidad de intereses de su autor como el carácter unitario de su orientación. La profunda armonía resultante responde sin duda al pensamiento de Todorov, cuya coherencia constatamos, pero también los que para él son sus dos principales adversarios: el maniqueísmo, que quiere creer que todo el bien está en un bando, y todo el mal en el otro, y el nihilismo o ‘relativismo radical’, que pretende que no hay bien ni mal, que todo vale y todo es inútil”. Saltar de un análisis a otro a lo largo de este libro es como escuchar las opiniones sucintas y precisas de Todorov sobre historia, arte y literatura, tal y como ocurrió aquel día de 2013 en que lo conocí. Antes de despedirnos me recomendó que leyera las epístolas de Descartes. Así lo hice y en una de ellas, enviada a la princesa Elizabeth de Bohemia, encontré los cimientos del modelo de vida de Todorov (extensible a quienes, como él, somos inmigrantes): “estando como estoy, con un pie en un país y el otro en otro distinto, encuentro que mi condición es muy feliz en tanto que es libre”.
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