Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO REPORTAJE
ENTREVISTA
JOSÉ GONZÁLEZ MÉNDEZ
SILVIA HERRERA
Los libros que aún no se escriben
Fernando Fagnani y la historia de Edhasa Argentina
Foto: Shutterstock
SÁBADO 4 DE MAYO DE 2019 AÑO 15 - NÚMERO 829
Jorge Herralde: editor iconoclasta Carlos Rubio Rosell/ Madrid FOTOGRAFÍA (JORGE HERRALDE, SERGIO PITOL, LALI GUBERN): CORTESÍA EDITORIAL ANAGRAMA
Foto: Word Press
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ANTESALA
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CASTA DIVA
Preguntar AVELINA LÉSPER www.avelinalesper.com IMAGEN FELIX NUSSBAUM
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ondenado a muerte por dudar, por cuestionar para llegar a la sabiduría, para recorrer el camino de la existencia con la guía de las ideas, eso pervertía a los jóvenes, Sócrates bebió la cicuta y en cada sorbo su filosofía se volvía eterna. Las preguntas que evadimos acorralan nuestro ser, son las que no escuchamos, saberlas nos obligaría a actuar, y en eso está el inicio de las renuncias postergadas. Crear un autorretrato, pictórico o literario, es el enfrentamiento con esas preguntas, con la incógnita expuesta. En la Neue Galerie de Nueva York, muestran The Self-Portrait from Egon Schiele to Beckmann. Retratarse es condenarse, decirle al mundo cómo nos vemos, lo que de nosotros mismos negamos o conservamos, decir “soy la obra que rivaliza con este ser”, lejos de la certeza, el rostro muestra las dudas que lo hacen inexacto, representado, inventado. Lo más inaccesible es el rostro con el que pasamos por estos días, y el rostro que dejaremos al irnos con la evolución que inició con la amorfa hinchazón de la infancia hasta el bagazo que la vida arroja. Felix Nussbaum pinta las pesadillas de su pasado, recupera al hombre que las vivió, y los rasgos de la tortura en el campo de concentración del genocidio en la Segunda Guerra Mundial. El pequeño formato, el detalle del estilo renacentista, indaga por qué sobrevivió después de la muerte de su familia y sus amigos, y así continuar sin paz, sin consuelo. El traje, el muro y la torre de vigilancia, en la ropa la estrella bordada de la condena, en la mano su identificación, en la mirada el miedo. Oskar Kokoschka se señala, su mano en el pecho responde “yo soy esta mano”, la herramienta del artista, esa mano educada que obedece a la mente, se mira y nos mira, el interrogatorio está en el espejo y termina en el espectador. El espejo es el escenario de todas las existencias, ventana infinita que nos retiene. Nuestro rostro es el primer extraño al que nos enfrentamos, el artista que se autorretrata analiza y juzga, es trágico no saber cómo nos ven los demás, desde el desprecio o la idealización, la idea del yo es distinta a la que nuestros testigos albergan. Max Beckmann entre geometrías, las rayas de su bata, las líneas de la ventana y la puerta, las curvas de la trompeta, su pincelada enérgica y la sombra del rostro, oculto, la mirada de reojo, desde su exilio escucha el escándalo de la tragedia. Testimonios de la evanescencia, perduran, terminados no necesitan al modelo, ni al artista, dejan de ser personales, ahora son ficciones, versiones y variaciones, la realidad rivaliza con la memoria, y pierde, desperdiciamos la vida, y nuestros recuerdos naufragan en respuestas inútiles y vanas.
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Autorretrato.
Un caballero y su revólver. Dirección: David Lowery. Estados Unidos, 2018.
HOMBRE DE CELULOIDE
El auténtico héroe americano
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA ENDGAME ENTERTAINMENT
omo escrita para Robert Redford, la película Un caballero y su revólver cuenta la historia de cierta “amenaza elegante”. Sí, como Fantomas, el original (no la historieta mexicana), que escribieron y publicaron en 1911 Pierre Souvestre y Marcel Alain. La comparación no es gratuita: la novedad de Fantomas estriba en la creación de lo que entonces se llamaba antihéroe. Y a principios del siglo pasado esto era novedad. Que el malo fuese escrito para que el gran público se identificase con él no había estado nunca de moda. Pero vino el cine estadunidense y se apoderó de esta novedad. Desde El pequeño César de 1931 hasta la serie Breaking Bad de 2013, el arte visual de Estados Unidos lleva en sus genes a estos mafiosos que el público quiere ver triunfar. Y esto es justamente lo que sucede con el personaje de Forrest Tucker interpretado por Robert Redford quien, un poco como Forrest Gump, compendia toda la historia estadunidense: la criminal, en este caso, porque nuestro antihéroe se gana la vida robando, pero lo hace con el aire que toda su vida explotó Redford parpadeando con sus ojillos azules. Un caballero y su revólver aspira a mucho. Y algo logra pero en general la película se arrastra. El director y guionista David Lowery, quien saltó
a la fama en el circuito del cine de arte por Ghost Story, no ha conseguido superar el artículo para el The New Yorker en el que se basa esta película. Como que la historia le quedó grande o la trama pequeña, porque a pesar de que dura solo los 90 minutos estrictamente necesarios para que una película sea comercial, la historia se vuelve tercamente repetitiva. Una y otra vez asistimos al asalto del hombre feliz, del ladrón bueno que no tiene que hacer otra cosa que mostrar su revólver para que gerentes y cajeros le llenen de dólares un maletín. Un desperdicio porque la vida de Tucker es digna del cine americano. Estamos hablando de un hombre que escapó de prisión 18 veces, aunque otras doce, según él mismo dice, no llegó muy lejos. Ahora, aunque el guion resulta lento y repetitivo, las actuaciones son fantásticas. Y no hay película bien actuada que sea realmente mala. Redford, lleno de arrugas, coquetea con Spacek, famosa
Aunque el guion resulta lento y repetitivo, las actuaciones son fantásticas
por haber sido Carrie en 1976. Y es inevitable pero el encuentro de estos dos actores tan talentosos llena la pantalla con una suerte de ternura rancia. Basta ver las fotos del verdadero Tucker para darse cuenta del favor que le hace Redford a un criminal que será elegante y lo que se quiera, pero es eso, un ladrón. En cuanto a Spacek, la verdad no ha envejecido tanto pero también se le ve mermada por la vida y los excesos de la farándula. Aun así, a pesar de lucir un rostro tan fallidamente operado como el de Redford, está tan entera como él, sueño del mafioso viejo que encuentra por fin a su cowgirl. Una mujer que se resiste a dejar de vivir. Pero hay otro problema en el guion: lo que hubiese podido ser una hermosa historia de amor se pierde en lugares comunes: el juego entre el criminal y el detective, por ejemplo. Como sea, Robert Redford sigue siendo capaz de cautivar al público enfundado en este héroe gringo que se llena de dólares sin trabajar. Un caballero y su revólver es una comedia discreta, de esas que caen bien cuando la cartelera solo promociona películas de súper héroes. Y es que cómodamente sentado en el cine uno se olvida de lo repetitivo del guion y se deja seducir por este antihéroe otoñal.
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POESÍA
La noche se enreda...
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LOS PAISAJES INVISIBLES
El preceptor IVÁN RÍOS GASCÓN
ARTURO ORTEGA
La noche se enreda en la penumbra más clara. Avanza furtiva la ciudad. Una paloma se instala en el horizonte y el frágil aleteo de un mar en calma se encalla en mis ojos. La sangre me sabe a sangre y tú renaces entre los huesos. He aquí el cadáver, el animal que me corroe en sueños. Los amantes se piensan en las aguas de lo humano. Escombros, oquedad del alba. Oruga del amor, la madrugada se devora a sí misma. Este poema forma parte del libro Cicatriz que reclamo y otros poemas marginales, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León.
EX LIBRIS
Tradición oral/ EKO
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@IvanRiosGascon
n 2016, la ultra independiente editorial mexicana Pitzilein Books publicó Esto no es agua, de David Foster Wallace, el discurso de graduación que pronunció en la Universidad de Kenyon, y por cierto, el único discurso de ese tipo que dio en su vida. La breve alocución muestra el notable y riguroso magisterio que D. F. W. ejerció en la Universidad de Arizona, en Emerson, en Pomona, un método pedagógico que exigía al alumno algo más que leer y escribir muy bien: pensar con claridad, con astucia y madurez (impartía clases en la carrera de Escritura creativa), pues no le interesaba formar redactores de historias ni quería ser entrenador de escribidores sino algo así como un preceptor de artistas contemplativos. Siguiendo con la tradición de comenzar los discursos con relatos didácticos, Esto no es agua abre con una fábula: “Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor les saludó con la cabeza y les dijo: ‘Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?’ Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho, por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: ‘¿Qué demonios es el agua?’ ” Tras esta breve anécdota, el orador deshilvanó una brillante perorata sobre el significado de ser adulto en un mundo que desecha el pensamiento, que ha deformado el sentido ontológico de la experiencia y sembrado una configuración mental y espiritual improductiva, para concluir con una hipótesis sobre el sentido y los alcances de la educación en el campo de Humanidades, tan entrampado entre dos modelos: proveer conocimiento y enseñar a pensar. Ser alumno de David Foster Wallace ya era un paradigma de distinción intelectual. En “Materiales lectivos”, el único capítulo valioso de David Foster Wallace. Portátil (lo demás es una simple antología de textos de seis de sus libros), podemos apreciar su proyecto didáctico, un plan que desde el proceso de selección de los aspirantes esbozaba un desafío: la carta de motivos debía ser precisa, coherente con los propósitos vocacionales y académicos. D. F. W. examinaba dicha carta con el máximo rigor. Quienes fueran aceptados en su clase se comprometían a cubrir a cabalidad con la asistencia, las lecturas, los ejercicios, la participación (aspecto obligatorio para todo el alumnado). D. F. W. aplicaba exámenes sorpresa. La nota final se obtenía a través de estos porcentajes: asistencia y participación, 15%; ejercicios, 15%; liderato en discusiones, 10%; trabajo a la mitad del curso, 20%; trabajo final, 40%. Entre los autores que abordaba estaban Lydia Davis, Saunders, Tom Paine, Renata Adler, James Baldwin, Joan Didion, Doris Lessing, Walker Percy y Djuna Barnes (nunca incurrió en la desfachatez de trabajar con sus propias obras), y las escalas numéricas de calificación eran meticulosas en extremo (de A+ de excelencia al opuesto F del asno sin remedio). D. F. W. impartió ficción y no ficción. Cada alumno entregaba copia de sus textos a todo el grupo; cada uno devolvía el borrador anotado e incluía una carta en la que detallaba sus críticas e impresiones pero no evaluaba las “virtudes” de la escritura (D. F. W. se ocupaba de corregir los defectos y las confusiones sintácticas como inflexible directriz de los trabajos) sino la capacidad para exponer ideas y reflexiones porque pensar bien era lo que le importaba a Foster Wallace y no las inútiles configuraciones de un mundo maltrecho e irritante, tan insulso y vacuo que, como dijo en Kenyon, te confronta con la vida de tal manera que se vuelve difícil llegar a los 30 o a los 50 sin querer pegarte un tiro en la cabeza. Él, por ejemplo, solo aguantó hasta los 46. Acabó con todo el 12 de septiembre de 2008 pero eligió el ahorcamiento y no el disparo.
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LITERATURA
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Diecinueve escritores fantasean acerca de historias perdidas, envueltas en la leyenda o que desearían ver por fin escritas
Libros imaginados
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JOSÉ GONZÁLEZ MÉNDEZ FOTOGRAFÍA SHUTTERSTOCK
adie mejor que Borges para soñar la Biblioteca de Babel; nadie mejor que él para dictar su rigurosa arquitectura —galerías hexagonales que suben o bajan hasta el infinito—; nadie más autorizado para imaginar los libros que pueblan sus anaqueles. En algún lugar de ese edificio descansa un tomo con la historia minuciosa del porvenir, el relato verídico de nuestra muerte, los folios que demuestran la inocencia de Judas, la autobiografía de Dios que coincide letra por letra con el Quijote. Todo lo que es posible expresar en todos los idiomas está ahí y ningún libro se repite, según la ley fundamental que rige el proyecto borgesiano. Para celebrar el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, celebrado el pasado 23 de abril, Laberinto convocó a 19 escritores para que dieran noticia de sus libros imaginados. Algunos plantean extensiones a los clásicos; otros añoran textos destruidos; unos más lamentan que la muerte o la fatalidad hayan evitado la conclusión de un proyecto. Todos festejan la existencia del libro como repositorio de la memoria. Aquí sus contribuciones.
Wenceslao Bruciaga
Autor de Bareback Juke-Box.
Biografía de Bryan Ferry. Tras la muerte de David Bowie, todos se volcaron a revisitar el trabajo de El Camaleón, pero la otra cara del acetato del glam-rock es precisamente Roxy Music. Me intriga saber qué pasó por su cabeza para dar el salto de las lentejuelas a la sobriedad de los trajes y la moda atemporal. Urge también la biografía de Roxy Music.
Bibiana Camacho Autora de Lobo.
El segundo sexo (actualización). Análisis comparativo de la época en que Simone de Beauvoir escribió el libro y el periodo actual. La conclusión es que ha cambiado muy poco en favor de las mujeres. Libro con aportaciones de Camille Paglia, Virginie Despentes, Margaret Atwood, Mónica Nepote, Gloria Steinem y Joyce Carol Oates, entre otras. La extinción de las especies. Tratado detallado geográfica y biológicamente en el que se evidencie la crueldad e indiferencia del ser humano ante la vida en el planeta y se ponga nuestra efímera existencia en su justa dimensión: somos huéspedes condenados a la extinción por egoístas e imbéciles. Libro triste y devastador, pero indispensable.
Alberto Chimal
Autor de Manos de lumbre.
Literatura indígena. ¿Qué pasaría si la gran novela sobre la actualidad mexicana de cierto periodo resultara ser
escrita en tzotzil, maya o mixe? Hacen falta libros que se planteen el “ser” o el “sentido”, no solo del país, sino de todas sus naciones originarias, pues por mucho tiempo la “literatura indígena” ha sido relegada a una especie de gueto.
Jorge F. Hernández
Director del Instituto de México en Madrid.
El Quijote, parte III. Alonso Quijano recupera su locura y viaja a la Nueva España en busca de Sancho, quien cruzó el mar creyendo que el Caballero de la Triste Figura moriría cuerdo. La historia ocurre en un sueño brevísimo, el último, antes de expirar. Gabo: crónica de mi muerte. El Premio Nobel narra su propio entierro como una juerga inolvidable aderezada de ballenatos. Al final descubre que ya no pertenece a este mundo y lamenta que morir sea quedar para siempre lejos de los amigos. Poeta en Veracruz. Federico García Lorca llega al puerto mexicano, donde escribe un poemario con este título, en homenaje al Exilio de 1939. Este viaje le salva la vida.
“¿Cómo funcionaría la novela de Elena Garro Los recuerdos del porvenir si es llevada a Ayotzinapa?”
Julio Hubard
Autor de También soy escritura, Octavio Paz cuenta de sí.
Poética (segunda parte). Como se sabe, no es un libro ficticio. La primera parte
de esa obra de Aristóteles, la que conocemos, aborda la tragedia y la epopeya; la segunda, que se perdió, trata sobre la comedia y la poesía yámbica. Nuevo tratado. Crítica de Diderot al público culto parisino. Inventor de la crítica del autor al público antes y mucho mejor que Bertolt Brecht, quien describió el orden burgués de su tiempo como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos. Pierre Clastres hoy. Ensayo del antropólogo francés en el que supera su ensueño rousseauniano del “buen salvaje” y analiza “violencia, sociedad y Estado” en el mundo actual.
Ethel Krauze
Autora de La otra Ilíada.
Doña Quijota. El personaje creado por Miguel de Cervantes, ahora en versión femenina, emprende la misma aventura de desfacer entuertos, pero no en territorio de La Mancha, sino en América. Carta a la madre. Confesiones de Kafka a Julie Kafková, que arroja luz sobre la compleja relación del autor de La metamorfosis con sus padres; la historia con su madre es opuesta al trato abusivo, tiránico y autoritario al que lo sometió Hermann, su padre. El diario. Ana Frank escapa del cerco nazi en Ámsterdam, sobrevive al Holocausto y llega a los 90 años. En 2020 se da a conocer su diario, en el que muestra decepción ante la marcha de la humanidad, que sigue sin garantizar respeto a mujeres y minorías raciales.
LITERATURA
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en que Lord Byron quería largarse de ahí. No se sabe si alguna vez coincidieron. De ser así, ¿es posible imaginar que Byron rechazara el cónclave con los Shelley y Polidori frente al lago Leman para venir a la Nueva España?
Julia Santibáñez
Autora de Eros una vez.
Lolita (secuela). Vladimir Nabokov escribe la continuación de su obra cumbre. Sería interesante ver a la ex nínfula como mamá de una ninfeta (uso el término solo para incordiar) topándose con Humbert Humbert en el parque. Habría basurita ahí. El arco y la lira (actualización). El título de Octavio Paz requiere una continuación que incluya la poesía producida para las plataformas digitales con todo lo que implica de reformulación del soporte textual.
Fernando Solana Olivares Autor de Viernes.
Las actas de la hoguera primordial. Es el libro donde se consignó el lenguaje por primera vez. Fue escrito en una piel apergaminada y con tinta de ceniza. Cuenta la noche cuando apareció la frase compuesta. Su palabra inicial es femenina. El Génesis sin error epistemológico. Texto anterior al libro bíblico patriarcal que narra el comienzo dado al cosmos por un dios/ diosa, un principio dual y no una reducción masculina. Ahí está el horizonte de otro origen, otro pensar. Mirando el abismo. Variantes que van desde el chamán Empédocles hasta el día precisamente de mañana, pues con los breves y homéricos fragmentos de este libro se consigue la anticipación. La leyenda dice que muy pocos toleran penetrar en sus páginas.
Martín Solares
Cristina Liceaga
Autora de Punto de quiebre.
Vuelta a Los recuerdos del porvenir. ¿Cómo funcionaría la novela de Elena Garro, cuyo narrador es el pueblo de Ixtepec, si es llevada a Ayotzinapa, en el contexto de la desaparición de los 43 normalistas? Sería útil esa crítica social a la lucha contra el narcotráfico y la violencia ocasionada por ésta.
Edna Lieberman Autora de Sucedió.
El nombre de la rosa hoy. En las abadías de la Edad Media el conocimiento estaba reservado a los “sabios”; hoy tenemos a la mano una gran cantidad de información, pero eso no parece ayudar a la sociedad. Reescribir la novela de Eco puede reorientarnos: el conocimiento beneficia a la humanidad; la desinformación mata individuos e ideales.
Claudia Marcucetti Pascoli Autora de Donde termina el mar.
Conjura contra la historia. Inspirada en La conjura contra América, de Philip Roth. Los mexicas conquistan España; Porfirio Díaz entrega el poder al final de su primer mandato; Madero descubre la traición de Huerta y lo ejecuta; triunfa la revolución del EZLN. ¿Alterar la historia nos haría un país mejor? Elijo a Enrique Serna para narrar esta historia.
Pablo Maurette
Impulsor en Twitter de las lecturas #Dante, #Cervantes y #Boccaccio.
Último viaje de Ulises. Tercer poema homérico centrado en la vejez del personaje de la Odisea; es su última salida de Ítaca para reencontrarse con quienes quedan vivos de la guerra de Troya y prepararse para morir. Cristo adolescente. Evangelio centrado en esa etapa de Jesús: la relación con José, sus viajes a Jerusalén, su contacto con las doncellas israelitas, las tentaciones del noviazgo, del sexo y del matrimonio. Algo más allá del evangelio de Lucas. Comala. Esta precuela de Pedro Páramo transcurre en el pueblo creado por Juan Rulfo cuando todos están vivos. Los hijos del cacique —todos de madre distinta— urden el asesinato del padre y repudian la sangre que llevan en las venas.
José Ovejero
Premio Alfaguara de Ensayo 2012 y de Novela 2013.
La odisea de Penélope. La mujer de Ulises cumplió su deber de esperarlo 20 años, pero es incapaz de querer al desconocido en el que se ha convertido. Ella se aburre con ese hombre que solo habla de sus compañeros y sus batallas. Ulises, en realidad, no ha vuelto y no lo hará nunca. Una noche ella abandona en secreto el palacio y comienza su propia odisea.
Pedro Ángel Palou
Autor de Todos los miedos.
El mexicano y sus especies. En México hace falta pensarnos sin la idea de que hay una unidad nacional: destacar esos muchos Méxicos que somos, sin jerarquías ni explicación totalizadora o psicológica. Una especie de etnografía de los mexicanos a la luz del tercer milenio. Es colosal imaginarlo, pero nos ayudaría a leernos de verdad.
Jesús Ramírez-Bermúdez
Autor de Un diccionario sin palabras.
Las noches bizantinas. Libro mencionado por Richard Francis Burton en alguna carta que envió a su mujer mientras traducía al inglés el Kama Sutra y Las mil y una noches. Era una obra anónima que recogía cientos de relatos; algunos eran versiones cristianas de los cuentos de Sherezada. Tenía un fuerte tono erótico.
Daniel Salinas Basave
Autor de Días de whisky malo.
El Quijote criollo. Dos veces la Corona española negó permiso a Miguel de Cervantes para venir a América. ¿El motivo? Sus deudas. Si la respuesta hubiera sido positiva, ¿sería posible imaginar un Quijote novohispano? Alonso Quijano cabalgaría al pie de los volcanes y se indignaría ante las injusticias virreinales. Byron, insurgente en México. Fray Servando Teresa de Mier y Xavier Mina vivieron en Londres en la época
Autor de Catorce colmillos.
Memorias. Sería estupendo que Herman Melville hubiera contado el proceso de escritura de Moby Dick; Joyce sobre Ulises, y Patricia Highsmith sobre El talento de Mr. Ripley. Cada vez que un gran narrador comparte su laboratorio, los secretos de su estilo se revelan. Claus y Lucas. Cuarto volumen de la historia de Agota Kristof sobre los gemelos. De la misma autora me hubiera gustado una narración donde el límite entre realidad y ficción se difumina, en la que nos invite a preguntarnos cuál de todos sus personajes posee la verdad.
David Toscana
Premio Xavier Villaurrutia 2017.
El Mesías. Siento rabia o al menos desamparo por saber que se perdió para siempre esta novela del polaco Bruno Schulz [cuya obra se emparenta con la de Kafka. La novela estaba escrita en 1942, cuando un agente de la Gestapo asesinó al autor de un tiro en la nuca]. Almas muertas. Lo mismo me ocurre con la segunda parte de Almas muertas, de Nikolái Gógol, quien quemó el volumen, azuzado por un fanático religioso.
Carlos Velázquez
Autor de Aprende a amar el plástico.
La locura de Dios. Lamento que José Agustín no haya terminado esta novela, que estaba escribiendo al momento de su accidente [en 2009 cayó en un foso de orquesta en un teatro de Puebla y tuvo daños neuronales]. Esperaba La locura de Dios con gran curiosidad.
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DE PORTADA
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El fundador y animador de Anagrama cons en esta entrevista sus filiaciones y las claves d oficio en deuda con el rigor y la curiosidad
Jorge Herralde: editor icono
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CARLOS RUBIO ROSELL/ MADRID FOTOGRAFÍA CORTESÍA EDITORIAL ANAGRAMA
on 84 años de edad y 50 al frente de Anagrama, Jorge Herralde ha acompañado su labor de editor con una placentera vida bohemia, gracias a la cual ha generado complicidades y vivido aventuras con algunas de las personalidades más destacadas del mundo literario a partir de una ética y una estética vitales que lo han convertido en un referente del mundo de la edición y la cultura. Como él mismo, hay un aspecto bohemio en su trabajo, y también alcohol “en cantidades bastante elevadas durante décadas”, aunque ahora, para su desdicha, la frecuentación es menor. Pero sobre todo, señala en entrevista, “hay un espíritu iconoclasta, buscando nuevas voces insolentes en contra de lo que antes se llamaba el orden establecido y la moral burguesa”. Todo eso se refleja claramente en el catálogo que Anagrama ha construido a lo largo de medio siglo, desde los primeros títulos, de corte político y ensayístico, hasta los últimos, donde conviven la narrativa, el ensayo, las memorias y la gran crónica periodística. En todo caso, como dice Herralde, esta tendencia tan arraigada en él coincide con lo que más le apasiona en la vida: la edición, un trabajo que ha desarrollado en todos sus ámbitos, porque durante muchos años ha sido una especie de one man show, tocando todas las teclas de este oficio. “Yo me hice editor, en primer lugar, porque me gustaba la lectura, me gustaban determinados tipos de libros y compartir mis entusiasmos con los libros que publicaba. También me gusta mucho el aspecto artesanal de la edición. Por ejemplo, he participado y participo en el diseño de colecciones, en la selección de portadas, en la redacción de contratapas, de las que he hecho centenares, todo lo que los franceses llaman los paratextos. Esto me gusta mucho, y también la promoción, pues de todos los libros
hacemos —de forma programática— ruedas de prensa, presentaciones y viajes”, dice Herralde, quien acaba de publicar un libro de memorias titulado Un día en la vida de un editor (y otras informaciones fundamentales), en el que hace un repaso de su labor al frente de Anagrama. En ese periodo, recuerda, hay algunos momentos que considera decisivos. “En España, uno fundamental fue la muerte de Francisco Franco y la desaparición de la censura en los años setenta. Después, en los ochenta y noventa, el apogeo universal de la buena literatura, época en que floreció Anagrama y otras editoriales del mismo estilo en todo el mundo. Recuerdo que éramos un grupo en la Feria del Libro de Frankfurt, una especie de club de cómplices a favor de la buena literatura —en el que figuraban editores como Roberto Calasso, Michael Krüger, Christopher MacLehose, Claude Cherki— que nos intercambiábamos confidencias y nos sugeríamos libros. “A principios del año 2000 apareció la falsa alarma del libro electrónico, y digo falsa porque, como se sabe, se vendió como que acababa con el libro en papel, y al cabo de 20 años, en la Europa continental, está apenas en un cuatro por ciento, lo que es miseria comparativamente al cien por cien previsto, y aunque en Estados Unidos e Inglaterra está en 25 por ciento más o menos, eso es gracias al precio libre de los libros y a la competencia bestial que existe, pues hay descuentos que de paso han ido arruinando a las librerías. Así que ese ha sido un falso cambio pronosticado y no realizado. “En los últimos tiempos, hemos asistido a las concentraciones de grandes grupos, algo que empieza en los años ochenta en todo el mundo con el aterrizaje de Random en el Reino Unido, lo que provocó que muchas editoriales independientes, varias de ellas fundadas por judíos, fueran absorbidas o desapareciendo. En España, este proceso ha llegado hasta nuestros días, con lo que llamo el duopolio de Planeta y Penguin Random House, dos grupos enormemente potentes, que además de las editoriales de todo tipo y de todos los sellos que han comprado, pueden tener periódicos, cadenas de televisión,
etcétera. O sea que para una editorial independiente, como Anagrama, donde apenas tenemos veinte empleados en plantilla y casi no tenemos ninguna conexión con los media, la inferioridad de condiciones es muy fuerte con respecto a anticipos que se pueden pagar, incursiones corsarias para quedarse con autores pagando sumas que no tienen nada qué ver con las ventas posibles, pues suponen una pérdida importante para la empresa, pero que para ellos es un ligero arañazo en la cuenta de resultados para ponerse blasones creados por otros. “Y hay un último factor importante: la crisis de 2008, que fue drástica a nivel global, y que en España supuso un bajón de ventas general, como de un 40 por ciento, el cual persiste, lo que arroja un cúmulo de dificultades que hacen parecer que todo conspira contra la lectura, porque ahora hay además la cuestión de que, si antes muchos jóvenes a los 18 años empezaban a leer y compraban libros de bolsillo a precios muy baratos, hoy se pasan el día con los videojuegos y similares, en vez de leer, y muchos ya ni ingresan a la lectura de libros y forman parte de lo que yo llamo la otra generación perdida, algo francamente preocupante a lo que se une finalmente el fenómeno de las series de televisión, que hace que mucha gente, incluso escritores, se pasen todo el fin de semana viendo una serie hasta que se acaba. Y todo ello forma parte de una involuntaria conspiración desde diversos ámbitos que perjudica la lectura de libros”. Le digo que también es posible hablar de un fenómeno que se ha dado en los últimos años con el surgimiento de muchas editoriales independientes, del que de alguna forma Herralde es gurú. “Me parece algo absolutamente normal que ocurra, y muy sano para la cultura. Por su propia fisonomía, los grandes grupos están atentos solo a lo que se vende. Entonces quedan huecos para las pequeñas editoriales que, sobre todo en España, son un fenómeno muy extendido. Son sellos que en su mayoría se
Los grandes grupos están atentos a lo que se vende, y dejan huecos para las pequeñas editoriales
ocupan poco de la literatura española, porque los primeros libros de autores desconocidos en una pequeña editorial en general no son rentables, y los más o menos consagrados ya están en las editoriales independientes consolidadas como Anagrama o en las editoriales literarias que han comprado los grandes grupos, y se dedican más bien a lo que se dedicó Anagrama cuando iniciamos la colección Panorama de Narrativas en 1981: ver tesoros ocultos, clásicos negligidos, traducciones. Y luego está el hecho de que en el inmenso stock de la buena literatura mundial hay autores no traducidos y, sobre todo, autores de obra muy extensa no íntegramente traducidos. También hay autores de los cuales no se pueden tener en catálogo todos sus textos, porque son muy prolíficos, y entonces hay editores avispados que detectan estas posibilidades y los publican a menudo con éxito. Y existe otro elemento en este punto: la red de complicidades generacionales que se teje con críticos y nuevos libreros. Con todo esto, se ha logrado un grupo considerable de editores que continúan desde hace diez o quince años, lo que representa un cambio con respecto al año 2000, algo que también es posible gracias a las nuevas tecnologías, ya que ahora es mucho más barato editar que en 1970 o en el año 2000, y este es un elemento clave. En definitiva, mi hipótesis es que los editores literarios, que no bajan el listón de la calidad, y, como escribió Pierre Bourdieu, están obligados a la excelencia, están funcionando, al menos para subsistir con cierta holgura”.
El descubrimiento de América
Jorge Herralde recuerda que su primer viaje a América Latina fue en 1973, y desdeentonceshaestadoentodalaregióninfinidad de veces. “En ese primer viaje, que fue a México, conocí a Neus Espresate, a Tito Monterroso, a Carlos Monsiváis, todos ellos amigos de mi íntimo amigo que era Sergio Pitol, quien estuvo danzando 30 años por Europa”. Al hablar de Pitol (1933-2018), dice que es el autor con el que más ha conectado a nivel personal. Lo conoció en Barcelona, en 1970. “Desde el principio, nos hicimos amiguísimos y en Anagrama
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DE PORTADA
signa de un
oclasta hemos publicado toda su obra. Hemos hecho durante años de agente suyo y hemos conseguido contratos en Italia, Francia y muchos países, y he tenido la satisfacción, que me ha pasado con algunos autores, de ver cómo de ser un escritor minoritario, incluso en México, durante décadas, también por el handicap de vivir en Europa (como dicen, la distancia es el olvido), ha ido in crescendo hasta su consagración con El desfile del amor, que ganó el Premio Herralde en 1984, y luego siguió creciendo, y con la Trilogía de la memoria se convirtió en un autor que ganó los dos premios más importantes de la literatura en español: el entonces llamado Juan Rulfo y el Premio Cervantes. Pitol ha sido uno de los pocos grandes escritores que de forma natural se volvió mentor de jóvenes escritores, un caso significativo y que indica la excelencia de su talante humano”. Recuerda también su amistad con autores de otras lenguas: “A muchos ingleses de lo que yo llamo el British Dream Team —Martin Amis, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, Ian McEwan y Hanif Kureishi—, pero también autores franceses como Patrick Modiano, Michel Houellebecq, Emmanuel Carrère, Jean Echenoz, Amélie Nothomb, Jazmina Reza. Son autores que tienen escasos equivalentes en la literatura italiana, alemana, sueca o noruega, y a quienes aprecio mucho y con los que guardo muchas complicidades. Recuerdo unas borracheras tremendas con Echenoz”. Hace dos años, Herralde cedió la dirección editorial de Anagrama a Silvia Sesé, con quien tiene una gran complicidad. Parece ser su despedida, pero todos saben, sobre todo él, que solo lo parece, porque siempre ha sido un hombre diseñado para editar. ¿Qué vio en Silvia Sesé para cederle su lugar? “Varias cosas. En primer lugar, su capacidad de empatía con la gente. Todos los autores, agentes y editores tienen una excelente opinión de ella, sin fallar ni uno, cosa nada fácil. Otra cosa que destacaría es su pluscuamperfecta relación conmigo. Finalmente, que ella tiene el ADN Anagrama, que es, entre otras cosas, tener buen ojo editorial y descubrir nuevos autores. Así que Anagrama tiene asegurado un buen futuro con ella”.
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El autor de Un día en la vida de un editor (y otras informaciones fundamentales), memorias de 50 años al frente de Anagrama.
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TERTULIA
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PERSONERÍO
ENTREVISTA
Evocación de la CHELA
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JOSÉ DE LA COLINA
aulina Lavista, maga de la luz, me ensombreció el día con tres palabras: “¡Muerta la CHELA!” La noticia me entristeció como si acabaran de morir mi niñez y adolescencia. Herido de nostalgia, recuerdo cómo a mediados de la década de 1940, tal vez en días en que aún crepitaba terminalmente la Segunda Guerra Mundial, yo, a los diez u once años de edad, me levantaba por la noche de la cama y sigilosamente, para no despertar a mis padres, iba al comedor y prendía la radio (una de aquellas de madera, de bulbos, de cuadrante iluminado como una ventanita de luz amarilla) y, sintonizándola en bajo volumen, pegaba a ella el oído y la escuchaba por más de una hora pasando con el girar del dial de una estación en otra. Y así, una noche, por azar, oí a un locutor anunciar el Concierto Varsovia con voz elegante y algo pomposa (que en la XELA sería la misma durante muchos años y que la reconocería inmediatamente si la oyese hoy). Y gracias a la XELA, y desde el seudorrachmaninoviano Concierto Varsovia de Addinsell y otros fáciles asuntos musicales (¡ah, aquella Suite del Gran Cañón de Grofé, con su hollywoodense tormenta y con la ridícula imitación del paso de una mula!; ¡ah, aquellos tan melodiosos como folclóricamente empalagosos Esbozos caucasianos de Ivanov!), trasbordé, en la escala de los gustos, a Tchaikovski, Saint-Säens, Dvořák, Rimski-Korsakoff, Rachmaninov, y desde éstos, y para siempre, a Mozart, Beethoven, Schubert, Chopin, Brahms, Debussy, Ravel, Stravinsky, Bartók, etcétera, y gocé de la gran música pianística española: Albéniz, Granados y Falla (solo les faltó, creo, radiar frecuentemente al maravilloso Mompou), y además gusté de obras de los que considero, valga el oxímoron, como “pequeños grandes”: Chausson, Delius, Elgar, Gershwin, Revueltas, Villa-Lobos, Schönberg, Satie, etcétera. No olvido algunas delicias suspiradas: el Soupir de Liszt precisamente, The Lark Ascending de Vaughan Williams, el Adagio de Barber, y los sombríos valses mexicanos, para mí entre los más bellos del género... etcétera, etcétera. Tampoco puedo dejar de evocar la emoción, equiparable a la de mi descubrimiento paralelo de la XELA y la música, con que oí el Poème de Chausson, interpretado al violín como nadie volverá a hacerlo por Fritz Kreisler en un concierto recorded live from a bbc broadcast on 19/1/1948, versión que, quizá por el crispado “ambiente de época”, primeros años de la posguerra, prefiero sobre otras técnicamente mucho mejor grabadas. Es decir que la XELA, con su cotidiano “Concierto de las Tres de la Tarde”, con su “Hora Sinfónica de la Medianoche”, cuyos patrocinadores eran respectivamente una cerveza y un ron, fue mi iniciadora en el amor al “arte al que aspiran todas las artes” en tiempos en que yo carecía de recursos para adquirir tocadiscos y discoteca y para asistir a los conciertos, aunque alguna vez lograba, con mucha peripecia, colarme a los del Palacio de Bellas Artes. A la XELA, bendita sea, ¡y que vuelva!, le debí además el comienzo digamos literario de mi pequeña (aunque tal vez bastante presentable) cultura musical, pues regalaba a sus fieles oyentes el libro Invitación a la música. Aún tengo ese manualito redactado entre Noel Lindsay y Salvador Novo, editado por Bacardí y Cía. e ilustrado con viñetas en las cuales los retratos de compositores alternan con dibujos de instrumentos musicales y botellas de ron de la marca famosa.
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El autor de Sensé, novela publicada por Alfaguara.
Federico Reyes Heroles
“Debemos aprender a convivir con la belleza”
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HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjordan@gmail.com FOTOGRAFÍA H. G.
ensé es en sí misma la sensualidad. Cambia todo el tiempo y lo hace en función del hombre que pretende cortejarla. A partir de indagar en las raíces del erotismo, Federico Reyes Heroles (Ciudad de México, 1955) construye un personaje femenino que sabe ejercer su capacidad para seducir y descolocar al varón en turno. Escrita con sutileza, Sensé (Alfaguara) es una novela donde los valores y prejuicios salen de su órbita. En entrevista, el escritor sostiene que no reconocer la belleza del cuerpo “es negar la historia de Occidente y de Oriente”. Llama la atención la elegancia con que escribió Sensé. El tono se asemeja al de mi primera novela, Ante los ojos de Desirée. Al afrontar una novela, antes que cualquier otra cosa defino el tono. La génesis de Sensé está en una Semana Santa que pasé con mi esposa hace dos años en Taxco. Cuando vi los actos de autoflagelación me cuestioné sobre la forma en que hemos perdido la cultura del erotismo. El tema en sí mismo me obligaba a ser muy cuidadoso del lenguaje. ¿Cómo es que una novela sobre erotismo surge de algo tan opuesto como una procesión? Es curioso. El erotismo es una de las aportaciones más importantes de la cultura occidental. Es difícil imaginar nuestra vida actual sin este tipo de manifestaciones. Sin embargo, siento que se ha ido perdiendo y es entendi-
ble por el debate a favor de los derechos de la mujer. Tengo esposa y soy padre de dos hijas, así que no podía estar más a favor. El problema es que, en esa tensión, el péndulo se fue hacia el otro extremo. Ya no podemos decirle a una mujer “Qué guapa vienes” porque puede tomarse como ofensa. Me gustó la reacción ante el movimiento MeToo de francesas como Catherine Deneuve. Cuestionaron: “¿cómo quieren que se establezca un primer contacto entre un varón y una mujer si se niega cualquier posibilidad de flirteo?” Sensé, por tanto, no podía ser el prototipo de una mujer. No es rubia, alta, baja o morena. Es una actitud ante la vida. Es un personaje empoderado por medio del erotismo. ¿Por qué no usar algo que es suyo? Uno no puede circular por la vida, decía Rius, como si la belleza no existiera. No tiene nada de malo decir “qué hermosos ojos tienes” o que un varón registre el esfuerzo de las mujeres por verse bien. En un mundo de libertades me parecía interesante poner este tema sobre la mesa. Pero, a la vez, Sensé disfruta ser seducida. ¿Cómo manejarlo des-
“El erotismo es una de las aportaciones más importantes de la cultura occidental”
de una perspectiva de empoderamiento para no generar el efecto contrario en el lector? Ella seduce intencionalmente a fin de provocar cierta condición en la víctima que le inyecta vitalidad. Como es inasible, no podemos suponer que el final será llegar a la cama. Algo similar a lo que plantea Kierkegaard en el Diario de un seductor. El objetivo es la seducción y no llegar a la cama. No recordaba ese texto, pero tiene razón. De hecho, tanto el fotógrafo como el pintor desvarían y no pueden entender el gozo y la despedida de Sensé. Por eso ella les reclama su necesidad de posesión. Quería cuestionar a los varones y esas ideas de “tiene que ser mía”, “la quiero como mi musa para siempre”. Los hombres debemos aprender a convivir con la belleza si no queremos cancelarla de nuestra vida cotidiana. ¿Qué tipo de relación estableció usted con los personajes para plantear los conflictos de género? Nunca tengo una estructura preconcebida de los personajes. Solo me dicen qué tan poderosos o débiles son. Me ha ocurrido que pienso que un personaje será muy poderoso y resulta que no, o viceversa. Respeto sus impulsos y Sensé resultó seductora todo el tiempo. Quería que su nombre representara la “s” de sensualidad, pero también el misterio que envuelve a la mujer.
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NARRATIVA, ENSAYO Mañana tendremos otros nombres
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EN LIBRERÍAS
4 DE MAYO 2019
Rosario Tijeras
A FUEGO LENTO La mágica vida y obra de Remedios Varo
La noche sin nombre México, 2018
Patricio Pron Alfaguara México, 2019 280 páginas
Jorge Franco Alfaguara México, 2019 152 páginas
Silvana Ávila Lumen México, 2019 176 páginas
Esta obra del escritor argentino obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2019. Para el jurado encabezado por Juan José Millás, se trata de “Un texto sutil y sabio, de gran calado psicológico, que refleja la época contemporánea de manera excepcional y toma el pulso a las nuevas formas de entender los afectos”. Todo esto a partir de la ruptura de una pareja —denominados simplemente como Ella y Él—. Ella es la que decide la separación, aunque las razones no resultan claras.
Rosario, dice el narrador de esta novela que ya llegó a las pantallas de la televisión, “es de esas mujeres que son veneno y antídoto a la vez”. Rosario Tijeras es también una asesina a sueldo que no cesa de agarrarse a golpes con la vida, una sobreviviente en un medio (Colombia, la década de 1980) trastocado por el narcotráfico, el abuso sexual y la violencia institucionalizada. Franco da vida a un personaje insumiso que no baja la guardia a pesar de que solo conoce la derrota.
Biografía ilustrada de una de las pintoras más fascinantes del siglo XX, que tiene en Leonora Carrington a su alma gemela. Silvana Ávila ha optado por contarla en primera persona. Como señaló el escritor y cineasta Jomí García Ascot en el corto que filmó sobre ella, no realizó solo una obra pictórica sino que creó “un mundo: un mundo total, un mundo coherente, un mundo secreto”. Ella aspiraba a reflejar la realidad, pero, aclaran estas páginas, “la espiritual, la intangible”.
Barcelona. Libro de los pasajes
La experiencia del arte
Invndación Castálida
Jorge Carrión Galaxia Gutenberg España, 2019 340 páginas
Rafael Canogar Dextra España, 2019 144 páginas
Núm. 9 México, febrero de 2019 154 páginas
Casi 400 pasajes, esos “corredores que no tienen ningún lado exterior”, como los definió Walter Benjamin, encontramos en la ciudad de Barcelona. El ensayista ha capturado la historia de cada uno de ellos, sirviéndose de la pasión del caminante y la del lector, para entregar al final una cartografía en la que están presentes la arquitectura, la música, los cambios sociales, la comida, la cultura. Si no es la ciudad ideal, Barcelona sí es una inevitable tentación.
Nacido en Toledo, en 1935, Rafael Canogar es una de las figuras más luminosas del arte español. Ha seguido los principios del informalismo, la figuración y la abstracción, y la reinvención es quizá su propuesta mayor. Este volumen recoge ensayos y notas publicados entre 1973 y 2018 e iluminan su quehacer artístico y el de muchos pintores de su generación. La selección y la introducción corren a cargo de Miguel Ángel Muñoz.
El domingo 24 de febrero de 1669 Juana Ramírez de Asuaje protestó como monja jerónima. A la celebración de los 350 años de este hecho dedica su reciente edición la revista de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Sara Poot Herrera se encarga de recordar este día. Margaret Atwood, David Huerta, Carmen López-Portillo Romano, Ramón Xirau, Elías Trabulse, Michael K. Schuessler, Antonio Cortijo Ocaña y Guillermo Schmidhuber de la Mora también participan.
Vidas de marioneta ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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ntre la promesa de la muerte y el tedio pueblerino, entre los dictados de la familia y la rebelión o el exilio auto impuesto, en La noche sin nombre (Fondo Editorial Tierra Adentro) se abren puertas por donde ingresa el azar en su apariencia más ominosa. De pronto, una pareja de adúlteros atropella a un niño en mitad de una brecha desolada, un rottweiler llega a casa para vomitar una mano infantil o una llamada telefónica irrumpe en la velada solitaria de un hombre para doblegar su tranquilidad duramente adquirida. Así, soltando a la bestia inconsecuente del azar y creando atmósferas psicológicas en donde gobiernan la opresión y la amenaza, Hiram Ruvalcaba da forma a nueve relatos de magnífica hechura. Ajenos al ruido que sale de los reportes militares y policiacos, y aún más a la tentación de usurpar las tareas de los tribunales de justicia, los cuentos de La noche sin nombre extienden los límites convencionales del realismo. Un ejemplo, coloreado con pigmentos macabros: “Blanca como porcelana”. El argumento despliega el sufrimiento de un padre que intenta recuperar el esqueleto de su hija —acribillada y lanzada a la cuneta de una carretera— cuyas partes sirven ahora para instruir a los estudiantes de la Escuela de Medicina. Ni el crimen ni la pesquisa llenan la atención del narrador. La acción se concentra en la mochila donde el padre guarda los huesos que ha recuperado después de sortear los obstáculos burocráticos: en sus silencios reconocemos a un personaje único, vivo en la tierra de la imaginación literaria. Los cuentos tienen al Jalisco menos urbano como escenario y transcurren en los ámbitos cerrados de la culpa, los celos, la venganza, el delirio de persecución, la soledad, el miedo. Son capaces —una característica nada superflua— de convocar a personajes de los que nunca habíamos tenido noticia pero reconocibles en cuanto a su dolorosa humanidad. Son conducidos, además, con un estilo en cuya aparente sencillez reconocemos un trabajo de compresión y depuración del lenguaje. Ruvalcaba, no hay duda, es un paseante insomne por aquellas situaciones en las cuales la vida abandona su rutina y se tuerce para enfilarse a un despeñadero. Se siente tan cercano a sus creaturas que no vacila, por paradójico que resulte, en tratarlas como a marionetas. La noche sin nombre obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2018.
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LITERATURA
4 DE MAYO 2019
ENTREVISTA
“El libro no está acosado” Fernando Fagnani, editor de Edhasa Argentina, habla de la historia de esta casa y del negocio del libro SILVIA HERRERA FOTOGRAFÍA WORD PRESS
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undada en diciembre de 1946 en Argentina por Antonio López Llausás, Editora y Distribuidora Hispanoamericana S. A. (Edhasa) es un sello que desde su nacimiento apostó por la buena literatura. Podría considerarse que su fama no esté al nivel de otras editoriales, pero no lo necesita. Discreta y elegante, el poseedor de algunos de sus libros sabe que pertenece a un selecto grupo. Fernando Fagnani, editor de Edhasa Argentina, estuvo en México y en plática para Laberinto habló de la historia de la editorial y de problemas ligados al negocio del libro, entre otros temas. Edhasa nace como un sello del exilio español. Nace en 1946 porque el editor de Sudamericana, Antonio López Llausás, había salido de España por el franquismo. Se fue a Buenos Aires en 1940. Se puso a dirigir Sudamericana, que iba muy bien, pero llegó Perón. Se asustó porque creyó que Perón era como Franco y supuso que tenía que volver a irse. Entonces funda Edhasa en España y Hermes en México, que era más una oficina de distribución. Durante el franquismo, fue muy poco lo que pudo publicar por la censura, pero conforme el franquismo iba terminando, comenzó a exportar autores —Cortázar, García Márquez— y libros que el franquismo había prohibido. Cuando el franquismo cae, Edhasa se convierte en una editorial. Al principio publicó mucho del fondo de Sudamericana y después encontró un perfil propio, más adecuado para los lectores españoles y muy fuerte en lo que es la novela histórica en tapa dura. En 2003 se crea Edhasa Argentina. Al principio, hicimos lo mismo que ellos: publicamos los mejores libros del fondo de España, sobre todo novela histórica, que era lo que más había, y clásicos modernos como Thomas Mann y Henry Miller, que tienen lectores en todos lados. En 2008 la editorial ya caminaba sola. En cuanto a los “clásicos modernos”, que también van a definir a la editorial, la aceptación que tuvieron en Argentina ¿se debe a que el lector era intelectualmente más exigente que, digamos, el mexicano? Ese es un prejuicio. No creo que Argentina haya tenido en ningún momento de su historia más intelectua-
Premio al Editor del Año de la Fundación El Libro en 2013.
les que México. Borges y el grupo que lo rodeaba eran un faro, una cosa muy impactante. Pero si vos mirás que en el mismo momento en que Borges está vivo, en México están Alfonso Reyes y Octavio Paz; no resulta poco. Argentina tenía a Borges y el grupo alrededor de Sur; a diferencia de los mexicanos, era un grupo muy anglófono. Su trabajo repercutió en toda América Latina. Tradujeron e introdujeron a un montón de autores ingleses y alemanes, porque en sus filas había algunos germanófilos. No fueron superiores a los mexicanos, pero sí aportaron algo que a lo mejor no estaba en la cultura de América Latina. Recuerdo un número monográfico de Sur dedicado a la literatura japonesa; eso nadie lo hacía. Los intereses hacia cierta literatura europea y hacia Oriente fueron distintivos. Pero si vos mirás la productividad de los escritores mexicanos de la misma época, verás que estaba al mismo nivel pero con otros intereses.
“Al principio, publicamos los libros del fondo de España, sobre todo novela histórica”
¿Cómo maneja la convivencia del libro impreso con el libro electrónico? Eso no me preocupa. Pero sí editan libros electrónicos. Hacemos algunos. A ver: en Argentina y América Latina el libro electrónico tiene una penetración muy baja. En realidad, ahí está la tecnología que desde hace quince años viene vaticinando la muerte del libro impreso. Pero cuando te fijás bien, notás que el libro electrónico tuvo uncrecimientodesmesuradoenEstados Unidos y en Inglaterra, creo que en 2015 o 2016, y alcanzó una cuota en el mercado del 45 por ciento. Todo mundo pensó, como pasa siempre en este negocio, que en tres años la cuota iba a ser del 90 por ciento, y lo cierto fue que la cuota fue del 25 por ciento. O sea, subió y bajó. Ahora bien, es probable que dentro de algún tiempo el libro electrónico pueda desplazar al libro impreso. Creo que en América Latina eso puede llevar más tiempo: dos, tres o cinco décadas. La discusión sobre el soporte es una discusión reaccionaria. Lo importante es el contenido: lo que la gente lee, no dónde lo lee. Lo mismo te puedo decir del libro de bolsillo o de tapa dura, dos universos distintos. Si vas a leer La montaña mágica, de Thomas Mann, a quién le importa dónde lo leas.
¿Hay crisis en la industria del libro? No. Yo creo que hay crisis en lugares puntuales. En Argentina hay crisis en el mercado del libro, pero no hay una crisis del mercado del libro. Hay una crisis económica que afecta el mercado del libro. Cuando en un país se atraviesa una crisis como la que atraviesa Argentina desde hace varios años, se venden menos libros, como se ven menos películas, como se reducen los gastos relacionados con la cultura y el entretenimiento. La gente restringe sus gastos porque no hay más remedio. La gente se protege. A España le pasó lo mismo. Pasada la crisis, España tiene años en los que sube la venta de libros y años en los que baja. Si sube y baja, no hay crisis. Hay crisis si baja todos los años. Creo que hay también un cambio de hábitos. Hay ciertas cosas que pueden afectar el hábito de la lectura, como Netflix, porque lo que se ofrece ahí tiene calidad y por lo tanto te saca horas. A mí me saca horas, porque lo que ves ahí tiene un nivel literario. Apareció la radio, apareció el cine, apareció la televisión y el libro sobrevivió. No, el libro no está acosado.
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ESCENARIOS
4 DE MAYO 2019
DANZA
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RESEÑA
Muhamed Ali: el más grande ANDREA SERDIO
M Integrantes del Taller Coreográfico de la UNAM.
Hacia el núcleo y el corazón
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ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA TCUNAM
l 29 de abril se conmemora el Día Internacional de la Danza. La fecha se ha convertido en una oportunidad para hacer y pensar la danza en el mundo. El mensaje de este año estuvo a cargo de la bailarina y coreógrafa egipcia Karima Mansour quien expresó: “En esta época en la que la conexión y la conectividad han adquirido nuevos significados y estamos en el punto más bajo de nuestra capacidad de conexión, la danza sigue siendo el acto al que más recurrimos para ayudarnos a restablecer esa conexión perdida. La danza nos devuelve a nuestras raíces, tanto en un sentido cultural como en el sentido sensorial, personal e individual más inmediato, hasta alcanzar el núcleo y el corazón, al tiempo que nos capacita como animales sociales”. En México, la danza tiene múltiples expresiones y se manifiesta en distintas geografías con un empeño potente por existir y resistir. Recientemente tuve el privilegio de asistir al II Festival Internacional de Danza Veinte Once en Tijuana, Baja California, organizado por el Conservatorio de Danza México bajo la dirección de Mariana y Dulce Escobedo. El festival es un esfuerzo admirable pues cuenta con una orientación artística definida y clara, cuya idea sobre la creación y difusión de la danza emana de un proyecto perfectamente diseñado y pensado, sin espacio para
la improvisación. Subyace en sus organizadoras una perspectiva profunda y multidimensional de la danza: la técnica, los estilos, el periodismo cultural, el cine, la reflexión filosófica y la literatura, así como la resonancia en distintos espacios abiertos y cerrados para la creación escénica. Un empeño más por reivindicar el poderoso papel de la danza en la construcción de comunidad y tejido social. Fue maravilloso encontrarse con las miradas de bailarines muy jóvenes interesados en todas las perspectivas de hacer y vivir la danza. Por otro lado, miro con gran preocupación la grave situación que viven los bailarines de la Compañía de Danza del Estado de México, quienes han denunciado una serie de abusos y malos manejos en la compañía, pero lejos de observar un interés por escuchar las inquietudes y corregir las malas condiciones denunciadas, las autoridades han emprendido una serie de represalias contra el elenco; la más grave: separarlos de sus puestos y presentar a otro elenco en la conmemoración del día de la danza. Estos acontecimientos también han desencadenado una serie de manifestaciones de apoyo a los
Es estimulante encontrar a una comunidad que reivindica la danza como forma de vida
bailarines con las consignas “Trato Digno” y “Bailarines Unidos” desde los salones de clase y ensayos de distintas compañías y estudios de danza en México. Merecen condiciones dignas y resulta contradictorio “festejar” el día de la danza mientras existen oídos sordos para las denuncias de quienes ponen sus cuerpos para hacerla posible. Finalmente, la UNAM organizó un festejo grande y plural, con danza en todos los espacios posibles del Centro Cultural Universitario. Siempre es estimulante mirar y encontrar a una enorme comunidad que reivindica la danza como forma de vida. Con especial agrado viví la función del Taller Coreográfico cuyo programa Renovación incluyó tres obras de estreno que dan cuenta de la nueva etapa que vive la compañía; el resultado refleja a una agrupación dinámica que lo mismo ejecutó la pieza de Yazmín Barragán La migración de l´amour con una técnica clásica sólida y depurada en cada uno de los bailarines, que 11 seen, obra de Sarah MartyGuerre cuyo lenguaje exige de los ejecutantes un estilo contemporáneo que indaga en las posibilidades de los cuerpos en coordinación con elementos multimedia que han refrescado la naturaleza de la compañía universitaria. Esta renovación integrada al innegable legado de Gloria Contreras ha vuelto a colocar al Tcunam como un referente obligado de la danza mexicana.
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ohamed Ali , publicado por Tikal Ediciones, es un libro de Peter Mag que promete y cumple un viaje extraordinario para los fanáticos de un hombre que fue revolucionario dentro y fuera del ring. Cassius Marcellus Clay nació el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky. A los 12 años comenzó a practicar el boxeo para defenderse de los pandilleros de su barrio y a los 18 ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960. Ese fue el principio de una carrera deslumbrante. Clay supo desde el comienzo llamar la atención. Con su boxeo fuera de toda ortodoxia y los ataques verbales a sus oponentes se volvió la figura controversial que el 25 de febrero de 1964 derrotó por nocaut técnico a Sonny Liston para ganar el campeonato mundial de los pesos completos. Al siguiente día de su pelea contra Liston anunció su conversión al Islam y poco después renunció al nombre que le habían dado sus padres para volverse Mohamed (Muhammad) Ali, símbolo de una época de cambios y protestas contra la guerra, la injusticia y el racismo. Ali volvió a ganarle a Liston en la revancha. Después se impuso a peleadores como Floyd Patterson, Ernie Terrel y Zora Folley, antes de ser despojado, en abril de 1967, de su derecho a boxear profesionalmente por negarse a combatir en Vietnam. Tenía un récord perfecto de 29 victorias, 22 de ellas por nocaut, pero el sistema le cortó las alas. Ali regresó al boxeo en 1970 y en 1971 protagonizó la “Pelea del Siglo” contra Joe Frazier, quien le quitó lo invicto. En el libro de Peter Mag están los pormenores y el programa de esa batalla memorable que tendría otras dos versiones, una en 1974 y otra en 1975, en las que Mohamed salió vencedor. Ali se coronó campeón mundial por segunda vez en una pelea legendaria contra George Foreman. Se llevó a cabo el 30 de octubre de 1974 en Kinsasha, la capital de Zaire. Noqueó a Foreman en el octavo asalto para erigirse nuevamente el boxeador más grande del mundo. Perdió el título contra Leon Spinks en febrero de 1978. Lo recuperó contra el mismo boxeador unos meses más tarde para ser el primero en conquistar tres veces un campeonato mundial. Pero los años comenzaban a pesarle y en diciembre de 1981 sucumbió frente al joven Trevor Berbick. Fue su última pelea sobre el ring, porque siguió combatiendo contra el Parkinson hasta el 3 de junio de 2014 en que murió. De su leyenda quedan libros y, por supuesto, películas, entre ellas los documentales: Ali The Fighter (1971), sobre su primera pelea con Joe Frazier; El más grande, en el que Ali narra su historia desde su pelea con Sonny Liston hasta su encuentro con George Foreman, y el extraordinario I Am Ali, en el que participan varios boxeadores legendarios. En la ficción, sin duda la mejor película es Ali, protagonizada por Will Smith y dirigida por Michael Man.
Ali se coronó campeón mundial por segunda vez en una pelea legendaria contra Foreman
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
4 DE MAYO 2019
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TOSCANADAS
Citas citables DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
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abiduría,humor,información, sorpresa, belleza, admiración, rechazo,novedad…algodeeso encuentro en algunas frases de algunas novelas que me llaman a subrayarlas. Tengo aquí mi bella edición de Aguilar de las Obras Escogidas de Turgueniev. Releo Padres e hijos, y veo que subrayé: “La muerte es una broma vieja que para todos resulta nueva”. De seguroresaltélafraseparacitarlaenalgún velorio. “Como dice Turgueniev…”. Pues en este caso más vale citar al autor que al personaje: “Como dice Yevguenii Vasilievich Basarov…”. Cuando el personaje alcanza la fama suficiente, sí se le puede citar. De tal suerte, es preferible adjudicar la frase“Nomeinclinoanteti,sinoantetodo el dolor de la humanidad” a Raskólnikov que a Dostoievski; y así ocurre en el cuento “Una naturaleza enigmática” de Chéjov, cuando el galán dice a la chica: “No es a usted a quien beso, sino a todo el sufrimiento humano”, y remata: “¿Se acuerda usted de Raskólnikov?”.
IVÁN TURGUENIEV
El autor de la novela Padres e hijos.
Más difícil es citar un subrayado en Los hermanos Karamazov: “Si no hay inmortalidad del alma, no hay virtud, lo que quiere decir que todo está permitido”, pues es Dostoievski escribiendo que Rakitin cita a Iván Karamazov, y así, será mejor citar directamente a Iván, con un subrayado del capítulo anterior: “No hay virtud si no hay inmortalidad”. De estas y otras citas, se suele asegurar que Dostoievski dijo: “Si Dios no existe, todo está permitido”, mas hay que tener cuidado con ese tipo de aseveraciones, pues no es lo mismo autor que personaje. En Almas muertas, Gógol escribe: “Hay que azotar al mujik cuando se relaja, hay que observar el orden. Cuando es por algo, ¿por qué no darle una paliza?” Mas sería absurdo adjudicarle la frase a Gogol y no al personaje que la pronuncia. Y volviendo a mis subrayados de Turgueniev, en Rudin se habla de un
barón de inteligencia y cierta cultura, que “no pasará de ser toda su vida un hombre semiculto, semimundano, es decir, un diletante, o sea, hablando sin rodeos, nada”. Aquí no comento, pero habrá que tomar nota. Cuando Turgueniev pone a hablar a sus personajes misóginos, también hay que diferenciarlos del autor. Uno de ellos pregunta sobre la diferencia entre los errores de los hombres y de las mujeres: “El hombre puede decir, por ejemplo, que dos por dos no son cuatro, sino cinco, o tres y medio; pero la mujer dirá que dos por dos son una vela de estearina”. Además, tomemos en cuenta que entre las mujeres más sensibles y cultas de la literatura están las de Turgueniev. Subrayo cuando una de ellas dice: “A mí no me gusta Heine ni cuando ríe ni cuando llora; me gusta cuando se pone pensativo y triste”. Y aunque mis subrayados son muchos más, aquí debo cortar el texto.
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CAFÉ MADRID
La biblioteca pública
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l otro día caí en la cuenta de que el sitio donde paso más tiempo es la biblioteca pública de mi barrio. Voy casi a diario a consultar libros, a navegar en internet, a leer periódicos y revistas, a sacar o devolver textos y películas, a una conferencia o a la presentación de alguna novedad literaria. Es que, en realidad, no se trata de un simple almacén de libros sino de un centro comunitario que dinamiza la vida vecinal y, sobre todo, integra a los que “el sistema” pretende echar. Cada que voy, y ya digo que voy mucho, me encuentro a un buen número de desempleados, jubilados, estudiantes, inmigrantes y hasta indigentes que, al igual que yo, aprovechan todos los servicios (gratuitos) que ofrece este edificio aparentemente anodino pero muy valioso y eficiente. Por eso estoy casi seguro de que la red de bibliotecas públicas que posee la ciudad es el servicio gubernamental que más beneficia y más agradecemos la mayoría de los habitantes de Madrid. He pensado en todo esto mientras leía La biblioteca en llamas (Temas de Hoy), el más reciente libro de mi admirada Susan Orlean, una de las escritoras del staff de la revista The New Yorker, y autora de obras como El ladrón de orquídeas, cuya adaptación cinematográfica obtuvo un Oscar. Cuando Susan se trasladó a vivir a Los Ángeles comenzó a estresarse con la abundancia de atascos vehiculares y a buscar la manera de resignarse a que, tal vez, ya solo escribiría sobre celebridades o, con suerte, acerca de los migrantes que han realizado su “sueño americano” en California. Un día, a su hijo pequeño le dejaron de tarea
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA MADRID EN FOTO
que entrevistara a un personaje de los servicios urbanos. El niño pensó, claro, en un bombero, en un policía o en un barrendero. Susan le recomendó a alguien más “original”: un bibliotecario. Y lo llevó a la Biblioteca Central para llevar a cabo su misión escolar. A media charla, el bibliotecario que los atendió mencionó que el espacio del acervo fue construido “después del incendio” y, a partir de ese momento, la periodista desplazó a
Si pudiera, me instalaría en la biblioteca pública de mi barrio, donde soy muy feliz
su hijo en la formulación de las preguntas. Resulta que ahí, el 29 de abril de 1986, las llamas convirtieron 400 mil libros en cenizas y otros 700 mil quedaron muy dañados por el agua utilizada para apagar el fuego intencionado que duró siete horas. La noticia estuvo presente en la prensa local, pero fue desplazada a nivel nacional e internacional por el accidente nuclear de Chernóbil. “¿Quién querría quemar una biblioteca? ¿Por qué?”, se dijo a sí misma la mujer que había cambiado su apacible casa de Nueva York por una ciudad vertebrada por un sinfín de avenidas y abarrotada por millones de inmigrantes mexicanos y centroamericanos. Ahí había una historia que contar. Entusiasmada, Susan Orlean se
Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías, en Madrid.
dedicó a observar detenidamente cada área del edificio y probar su funcionalidad arquitectónica, a convivir con los trabajadores y los usuarios, a adentrarse en las colecciones de libros y documentos, a investigar sus orígenes, utilidad y trascendencia en la interacción de la vida citadina, a delinear su evolución a través de las acciones de sus distintos directores y, desde luego, a recrear el suceso que estuvo a punto de destruirla y a saber quién, cómo y por qué decidió hacerlo. La biblioteca en llamas es una investigación y narración magistral que homenajea a la biblioteca de Los Ángeles y, por extensión, a todos los demás centros que ofrecen el conocimiento a cualquier persona. “En la biblioteca, el tiempo queda contenido por un dique, no para detenerlo, sino para protegerlo”, dice entre otras cosas la autora. “La biblioteca es una reserva de narraciones y también una reserva para toda la gente que viene aquí a buscarlas. Es donde podemos entrever la inmortalidad. En la biblioteca podemos vivir para siempre”. Sé que no puedo hacerlo pero, si pudiera, me instalaría en la biblioteca pública de mi barrio, donde soy muy feliz. Ante la imposibilidad de materializar mi sueño ingenuo, acudo a ella casi a diario, de entrada por salida, para sacarle provecho y comprobar, como bien dice Susan Orlean, que “nuestras mentes y nuestras almas contienen volúmenes en los que han quedado inscritas nuestras experiencias y emociones, pues la conciencia de cada individuo es un recuento de recuerdos que hemos catalogado y almacenado en nuestro interior, la biblioteca privada de la vida que hemos vivido”.
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