Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO ENSAYO
MEMORIA
STEVEN FILKINS
JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ
Walt Whitman bicentenario
El día en que Eric Clapton se mudó a Cuautla
Foto: Mathew Brady
SÁBADO 25 DE MAYO DE 2019 AÑO 15 - NÚMERO 832
Desatinos de nuestra política ambiental Guadalupe Alonso Coratella entrevista a Julia Carabias/ FOTOGRAFÍA: JAVIER RÍOS
Foto: Wikipedia
-02-
ANTESALA
25 DE MAYO 2019
ARTES VISUALES
Sistemas pictóricos MIRIAM MABEL MARTÍNEZ FOTOGRAFÍA CORTESÍA SCM
A
Cecilia Vázquez (Ciudad de México, 1968) le interesa plantear preguntas pictóricas: ¿hacia dónde va la pintura?, ¿qué es?, ¿cuáles son sus límites? En Reflejos. Resonancias del deseo no solo los cruza, sino que nos invita a perseguir el eco de una búsqueda formal e intelectual que va rebotando por cada una de las 29 piezas que se apropian del Seminario de Cultura Mexicana. Así, el espectador transita la experiencia plástica creada por Vázquez, quien sugiere un viaje que va del dibujo controlado al desenfado del gesto, de la figuración a la huella, de lo bidimensional al volumen, de la sabrosura del color a un silencio monocromático. Juega también con los tamaños y las formas, círculos que generan sombras, sombras que se abultan en esferas, esferas de las que salen flores, flores cuyas curvas resuenan en un juego de espejos. Un elemento rebota en un cuadro y éste se expande en otro, como un guiño de color, técnica o soporte… trazando un sistema pictórico en el que circulan las preocupaciones de la artista, abriéndonos posibilidades de lectura y de vivencia. Nos adentramos en la mente de Vázquez, en la problemática que ha ido construyendo a lo largo de su trayectoria, porque lo que se contempla aquí es la continuación de una mirada, la reflexión pictórica del cómo seguir no solo pintando sino problematizando el hacer. Si bien hay oficio —y mucho— también hay diálogo tanto con la historia del arte —sus referencias y guiños al barroco son sugerentes— como con sus contemporáneos, pero con aquellos inconformes a quienes no les basta la cachondez de la pintura. Ella conversa con los que se atreven a —literal y metafóricamente— salir del cuadro. Sabe que los géneros puros no existen y no le teme a retar la pictoricidad. La pieza principal (de la que se expande un sinuoso dibujo en blanco y negro, y una serigrafía reticulada) resume el planteamiento conceptual. Ahí convergen sus ideas y su hacer. Ahí está aglutinado lo escultórico, la línea, la impronta, lo gráfico, el dibujo, lo matérico. Ahí está el deseo: nos incita a ver desde otro ángulo. Esta obra nuclear explota dejando su rastro: sombras que crean dibujos, siluetas que desprenden color, rosas que se reflejan sobre dorados para hacer ecos del negro. Un rastro que atrae la mirada para seguirlo adentro y afuera de las piezas, adentro y afuera de visualidades, resonando en la creación de una pintura que conversa, que se expande y se extiende en una experiencia plástica que nos conmina a hacer nuestras propias preguntas.
_
Pieza de la exposición de Cecilia Vázquez.
Perseguidos por el destino. Dirección: Michael R. Roskam. Bélgica, México, 2017.
HOMBRE DE CELULOIDE
Cine de todas partes
E
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA SONY PICTURES
l cine belga ha cambiado. Lejos está 1987, año que vio a Dominique Deruddere dirigiendo El amor es un perro infernal, basado en textos de Bukowski. En 1987 Marion Hänsel dirigió Las bodas bárbaras, retrato cruel de la relación madre-hijo. En la década de 1980 Bélgica tenía un cine de emociones inconfesables. En 1990 aparecieron los Dardenne. Se volvieron famosos con Rosetta, historia de una muchachita sin empleo que tenía que mantener a su mamá. Los Dardenne produjeron durante la primera década del siglo XXI dos de las mejores películas del cine mundial: El niño y El hijo. La primera es una historia de perdón con sabor a parábola bíblica. Cuenta el dilema de un joven padre que quiere vender a su niño porque no lo puede mantener. La potencia del cine belga de la década de 1980 se transformó en una suerte de ternura que acusaba con elegancia a la globalización. El ser humano seguía siendo un animal tierno pero incomprensible. Durante treinta años los cineastas belgas ofrecieron al mundo el más variado claroscuro humano. Pero la globalización siguió su curso. Y tanto aquí como allá el público siguió exigiendo a su cine que se volviera “comercial”. Se quería que pudiese competir con la frivolidad
hollywoodense. Los productores y los estímulos, felices. En todas partes prefieren las historias fáciles, como la de Perseguidos por el destino. Él es un ladrón amable y de buen corazón. Ella es rubia y sensual. Corre autos de carreras. Se enamoran durante una fiesta y esa noche hacen el amor. Cámara recorre de arriba a abajo los cuerpos jóvenes que se besan apasionados. En poco tiempo ha quedado claro que el inicio en el que un policía va a detener a un adolescente en su casa de campo ha servido solo para atrapar tramposamente nuestro interés. El niño que escapa lastimándose a través de un alambrado de púas y corre sangrando por la carretera es este ladronzuelo galán del que sabemos pocas cosas: que es “el fiel” del título en francés y que está dispuesto a enamorarse al grado de no mentirle a su amada ni porque en ello le vaya la vida. Repleta de lugares comunes, Perseguidos por el destino responde a la petición del gran público globalizado. Por ello produce escenas que
Durante treinta años los cineastas belgas ofrecieron al mundo el más variado claroscuro humano
hemos visto en cualquier parte: la fiesta en que los amantes se miran, el encuentro incómodo del galán con la familia de la rubia sexi, la escena pretendidamente cómica en que ella demuestra que también tiene lo suyo y maneja un Porsche a 250 kilómetros por hora en carreteras rurales. Y él, claro, está a punto de escupir el corazón. Es por eso que lo dice: “te amo” y “siempre te seré fiel”. Del cine belga no queda ni siquiera la pugna entre las etnias. Aquí están los flamencos y los valones. A ellos se han unido ahora los árabes. Todos ellos forman la banda de este hombre que, más que recordar a los clásicos de Hollywood, trae a la memoria una de las películas más baratas del cine mexicano. Perro callejero II , dirigida en 1981 por Gilberto Gazcón, trata exactamente de lo mismo: de un pobre chico que toda la vida ha sido tratado como un perro (tema recurrente en Perseguidos por el destino) y que de pronto se enamora. A pesar de su carrera criminal él trata, como todos, de ser feliz. No es casual que esta obra belga se parezca tanto a una película mexicana tan miserable. Esto sucede cuando los productores apuestan por un cine de la globalización. Un cine que busca ser de todas partes y termina por no ser de ninguna.
_
ESCOLIOS
POESÍA
(alumbramiento) OLGA GUTIÉRREZ GALINDO
Luminosa: como si de vidrio en cables de alta tensión magnetiza refugio luminosa carga autoría amniótica y ubica colchón aquel domingo vocifera ecuaciones de placenta rota aquel domingo luminoso la garra del anestesiólogo sobre sus pechos gelatina gris cubre el quirófano guarda voz manos y pies en gaveta en poema hojalata extraña protones y digiere nada vale la pena Este poema forma parte del libro Dark Matter (Universidad de Guanajuato).
EX LIBRIS
La lengua de Filomena/ EKO
-03-
ANTESALA
25 DE MAYO 2019
¿Esperanza u optimismo? ARMANDO GONZÁLEZ TORRES
E
@Sobreperdonar
l sentido común tendería a suponer que la esperanza y el optimismo son emociones que están estrechamente emparentadas y se alimentan mutuamente. Sin embargo, en Esperanza sin optimismo (Taurus, 2016), el multifacético crítico inglés Terry Eagleton establece esclarecedoras diferencias entre estas dos actitudes y estudia sus funciones, a menudo contrastantes, en la política y la cultura contemporáneas. Se trata de un libro exigente y complejo, que elucida ambos conceptos, analiza la esperanza desde los más distintos enfoques (teológico, filosófico y psicoanalítico) y adereza su reflexión con numerosas alusiones literarias. Nada más lejano de la esperanza, dice Eagleton, que el optimismo bobo y tozudo, ajeno a los hechos y las evidencias concretas que, fincado en promesas incumplibles, ha servido para entronizar a muchos políticos y figuras intelectuales contemporáneas. La esperanza, sugiere Eagleton, es una expectativa, casi siempre de mejora, que conecta el presente y el futuro y le da una trama y un significado a esa conexión. La orientación al futuro requiere sustento, pues la esperanza es algo que se tiene deseo, pero también probabilidad de conseguir. Por eso, la esperanza exige inteligencia, paciencia, sentido de las proporciones y disciplina para discernir motivos, ponderar estrategias y calcular escenarios. El optimismo, por su parte, es un temperamento, un tanto pueril, que busca una transformación providencial, basada en la simple voluntad del individuo, sin hacer mucho caso de la realidad. El optimista, amén de crédulo, a menudo es intolerante y observa, en las críticas y advertencias más racionales e informadas, una traición o un fin avieso. Todo ello culmina en un determinismo triunfalista, una deformación de la realidad, que puede volverse retrógrada e ineficiente. Las expectativas de los optimistas tienden a llegar al disparate, como cuando Trotski afirmaba que, tras la revolución, el hombre medio alcanzaría la talla de un Aristóteles, un Goethe o un Marx. Para Eagleton, la capacidad de ver las verdades, aunque sean desgarradoras, sirve más que el optimismo infundado y ciego. Por eso, el realismo es, ante todo, una condición moral, que implica el valor para intentar aprehender las cosas tal como son y emprender alguna acción constructiva. A diferencia del optimismo, la esperanza puede surgir de circunstancias dramáticas, de lo que se llama “tocar fondo” y, si bien conlleva fe, también contiene profundidad trágica y lucidez. Por lo demás, la esperanza puede flaquear y estar sujeta a dudas, incertidumbres y contradicciones y refundarse más poderosamente desde la desesperación. Así, mientras el optimismo suele utilizarse como un recurso ideológico orientado a manipular deseos y resentimientos, la esperanza es una compleja construcción intelectual y moral. “Siempre se puede desear, pero no siempre se puede esperar”. De ahí la importancia de las razones y los motivos para la esperanza.
El optimista observa, en las críticas y advertencias, un fin avieso
_
-04-
LITERATURA
25 DE MAYO 2019
El 31 de mayo celebramos 200 años del nacimiento de Walt Whitman, la voz que iluminó la épica estadunidense
Un gran poeta que actúa de Dios
E
STEVEN FILKINS FOTOGRAFÍA WIKIPEDIA
n West Hills, localidad de Huntington, un pueblo situado a unos 70 kilómetros al este de Manhattan, hay una casa que conserva su aspecto decimonónico y está considerada un “sitio histórico del Estado de Nueva York”. Su vestíbulo tiene varias cubetas llenas de agua, por si hay algún incendio, la sala está presidida por una chimenea, la habitación de invitados está bien iluminada gracias a una gran ventana, el ático guarda herramientas de la granja, la cocina no solo cuenta con dos fogones y una mesa, sino también con un espacio para la despensa y otro para lavar la ropa, en el jardín continúa el pozo del que se extraía agua y, en medio de un césped bien cuidado, se yergue una enorme estatua de un hombre de barba larga, sombrero, bastón y una mano alzada con una mariposa posada en ella. En este inmueble, que desde la segunda mitad del siglo XX recibe a cientos de turistas, nació hace 200 años Walt Whitman, “el máximo poeta de la historia de Estados Unidos”. Con su obra, el hombre que también fue enfermero voluntario, tipógrafo, carpintero, periodista y maestro de escuela, intentó concentrar la épica americana. Rompió los cánones de la forma poética tradicional para acercarse a la prosa y abordar temas como la muerte, la sexualidad y los elementos que constituyen una nación. El crítico literario Harold Bloom, autor de El canon occidental, asegura: “si eres estadunidense, entonces Walt Whitman es tu padre y tu madre imaginarios, incluso si, como yo,
nunca compusiste una línea en verso. Se puede nombrar un grupito de obras literarias como candidatos para las ‘Sagradas Escrituras’ de Estados Unidos. Podrían incluir Moby Dick de Herman Melville, Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain y las dos series de ensayos tituladas La conducta de la vida. Ninguno de ellos, ni siquiera los de Emerson, son tan centrales como Hojas de hierba”. Pero la influencia del vanagloriado autor no se ha limitado a los escritores anglosajones. Figuras del mundo hispanohablante como Rubén Darío, León Felipe, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda o Ernesto Cardenal, han reconocido en varias ocasiones que Whitman forma parte de los cimientos sobre los que han conformado su obra poética. Walt Whitman nació el 31 de mayo de 1819. Fue el segundo de nueve hijos y, cuando tenía cuatro años, empezó junto a su familia una serie de mudanzas que marcarían su forma de ver la vida. Durante su infancia padeció las carencias económicas familiares y, poco después de cumplir once años, dejó el colegio para empezar a trabajar. Fue asistente en un despacho de abogados, aprendiz en la imprenta del semanario de Long Island The Patriot y vendedor de libros, una actividad que le despertó inquietudes intelectuales que luego le servirían para dar clases a niños en varias escuelas. Antes de sentarse a escribir poemas hizo pequeñas notas, crónicas, reportajes y editoriales, una labor que, por desgracia, está escasamente recopilada pero que en los últimos años el Whitman Archive, la fundación encargada de velar por su obra, intenta recuperar. En 1850 empezó a escribir los poemas que más tarde integrarían Hojas de hierba, el libro que revisaría y reeditaría
hasta su muerte. Utilizó sus ahorros para financiar los primeros ejemplares y él mismo se los ofreció a algunas librerías. En la solapa del libro se autodescribió: “Walt Whitman, americano, uno de los duros, un cosmos, desordenado, carnal y sensual, no sentimental, no por encima de hombres o mujeres o aparte de ellos, no más modesto que inmodesto”. Un día le regaló uno a su principal mentor, Ralph Waldo Emerson, y éste no dudó en recomendarlo a sus amigos intelectuales, varios de ellos con tribunas en los periódicos. Las críticas que hicieron oscilaban entre alabar la forma innovadora de los poemas y denostar los temas tratados en ellos. Lo calificaron de obsceno, pornográfico y hasta de ofensivo, pues el sexo, el homoerotismo y la prostitución, entre otros asuntos, desfilan sin tapujos por las páginas de Hojas de hierba. La polémica le trajo el éxito y los chismorreos. Los primeros fueron sobre la sexualidad del autor. ¿Era heterosexual, homosexual o bisexual? La lupa se centró en sus amistades: varios chicos que habían sido sus alumnos, algunos hijos de sus caseros y, sobre todo, en uno de sus vecinos, Bill Ducket, y en un chofer de autobús, llamado Peter Doyle, con el que hizo un largo viaje y luego, durante varios años, fue uno de los principales destinatarios de sus cartas. También se comentó mucho la visita que le hizo en 1882 el escritor irlandés Oscar Wilde quien, años después, dijo en una entrevista que todavía guardaba el beso de Walt Whitman sobre sus labios. Pero los chismosos también se ocupaban de la “íntima amistad” que mantenía con la actriz neoyorquina Ellen
En 1850 empezó a escribir los poemas que más tarde integrarían Hojas de hierba
Whitman se describió a sí mismo como “un cosmos, desordenado, carnal y sensual, no sentimental, no por encima de hombres o mujeres o aparte de ellos” .
LITERATURA
25 DE MAYO 2019
Grey. Whitman, por su parte, prefería no hablar en público de su intimidad. Sí lo hacía, en cambio, de otros asuntos que nutrían el sensacionalismo del naciente star system de la literatura estadunidense. Alguna vez se declaró a favor de la prohibición del alcohol, pero luego los tabloides contaban que solía beber vino y champán. Además, siempre quería quedar bien con la gente que se le acercaba y profesaba diferentes religiones. Decía que, simplemente, respetaba todas las creencias. No dudó en sumarse a la opinión de que Shakespeare no era el autor de todas las obras que se le atribuían y también se ganó varios simpatizantes y detractores al estar a favor de la abolición de la esclavitud. Durante la Guerra Civil (1861-1865), Whitman se apuntó como voluntario en un par de hospitales militares y se dio tiempo para fomentar el patriotismo de las masas con su poema “¡Suenen, suenen, tambores!” Más tarde ensalzó la memoria de Abraham Lincoln con “¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!” y ambos poemas consolidaron su cercanía al pueblo, así como la sensación de que con ello alcanzaba su principal objetivo como escritor pues, decía, “la prueba de un poeta es que su país lo absorba sentimentalmente de la misma forma en que él absorbió a su país”. Muchos han sido los biógrafos de este admirado autor pero es ahora, con motivo del bicentenario de su nacimiento, cuando se ha publicado por primera vez una biografía original en español. Se llama El Dios más poderoso. Vida de Walt Whitman (Ariel) y ha sido escrita por el crítico literario Toni Montesinos. En ella se describe a Whitman como un personaje “omnipresente y omnipotente, plural e infinito, un pequeño Dios que actúa de poeta, un gran poeta que actúa de Dios” y se abordan con especial énfasis las distintas facetas de su voz poética. “Muy lejos de situarse como un intelectual engolado, sujeto al elitismo propio de los que podían dedicarse al mundo de las letras, Whitman entiende que el mayor factor que ha de explotar es el otro desde sí mismo, atendiendo a la Nación desde el Individuo, dejando claro que lo mejor de su tierra es ‘el común de las gentes. Sus maneras, lenguaje, indumentaria, amistades; la lozanía y candor de sus rostros; el desparpajo pintoresco de su porte; su devoción imperecedera a la libertad’. El poeta que iba a adoptar una clara querencia por la política y no se cansaría de idolatrar a Abraham Lincoln —hasta mintiendo sobre el hecho de que lo conocía personalmente y que estuvo en el teatro donde lo asesinaron— decía que el genio estadunidense no residía en los miembros de la magistratura, ni en el cuerpo legislativo, ni en las instituciones universitarias y eclesiásticas, ni en los medios de comunicación. Pensaba en sus conciudadanos, a los que vestía de un edulcorado idealismo describiéndolos como seres lejanos a la mezquindad, comprensivos, curiosos, espirituales, tiernos”, explica Montesinos en su libro, donde también destaca que “poetizar al otro constituye uno de los hitos espirituales, morales, poéticos de Whitman, en un tiempo
-05-
que había visto el surgimiento del movimiento trascendentalista, encabezado por Emerson, que defendía el hecho de que cada ser humano escondía dentro una divinidad, que había que mirar de cara, sin jerarquías filtradas por el dogma católico impuesto desde los púlpitos, al mismísimo Jesús”. Los primeros traductores de la obra de Whitman a nuestra lengua fueron latinoamericanos (Jorge Luis Borges quizá sea el más célebre). Pero desde hace un lustro, el poeta, traductor y crítico literario barcelonés Eduardo Moga se ha ocupado de traducir al español peninsular Hojas de hierba, Canto de mí mismo, Yo soy el poema de la Tierra y una selección de prosas del autor estadunidense. Con ello, dice, ha sido testigo de “un crecimiento orgánico, mediante oleadas sucesivas o estratos superpuestos, que era coherente con el crecimiento personal del escritor y con el histórico de la nación, y que coincidía con la naturaleza dispersa, orbicular, del proyecto whitmaniano”. Moga puntualiza que en su labor de traducción se enfrentó a un poeta que creó un nuevo vocabulario, neologismos, ideas filosóficas o religiosas, cuya correspondencia con el español no es demasiado fácil. “Por otra parte”, agrega, “es un poeta oratorio y enumerativo que, a menudo, entra en sucesiones de imágenes que se van engarzando y esas cláusulas, a su vez, se ramifican y se subdividen”. La obra de Whitman se incrementó en febrero de 2017, cuando un estudiante de doctorado de la Universidad de Houston encontró Vida y aventura de Jack Engle, una novela con dosis de amor, crimen y misterio que cuenta la vida de un huérfano que vence una serie de obstáculos y logra prosperar. Zachary Turpin realizaba una investigación sobre el legado del escritor enterrado en Camden (Nueva Jersey) y en las páginas del periódico The Sunday Dispach se topó con esa novela por entregas publicada en 1852. “En esa historia emergen temas e imágenes que luego ocuparán su lugar en Hojas de hierba. Incluso podría decirse que la novela es un laboratorio de la lírica mayor de Whitman. Hasta el protagonista de clase obrera y su voz son un anticipo de la primera persona del poemario”, explicó entonces Turpin, que se graduó con honores después de semejante hallazgo. Walt Whitman murió el 26 de marzo de 1892. Un año antes, quizá presintiendo el fin, mandó a hacer un mausoleo de granito en forma de casa y preparó la edición final de Hojas de hierba. “Al fin completo, luego de 33 años de mutilaciones, en todos los tiempos y humores de mi vida, en clima pobre y completo, en todas partes de la Tierra, en paz y en guerra, joven y anciano”, especificó en el prefacio. Poco antes de cumplir 73 años le llegó el momento en que la complicación de una bronquitis le impidió respirar. A su funeral acudieron cientos de personas cargadas de flores. Lo despidieron con un ambiente festivo que incluyó música en vivo, bebidas y, por supuesto, varios discursos laudatorios que lo consagraron para la posteridad.
Por el bicentenario de su nacimiento, se publicó por primera vez una biografía original en español
_
-06-
DE PORTADA
25 DE MAYO 2019
La crisis climática, el Tren Maya, la sociedad civil, son algunos de los puntos que Julia Carabias toca en esta entrevista
“El desarrollo es ambiental o no lo es”
E
GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA JAVIER RÍOS
l neerlandés Paul Crutzen, Premio Nobel de Química, ha propuesto el término “Antropoceno” como una nueva era geológica dominada por la humanidad de muchas maneras. La influencia del comportamiento humano sobre la Tierra en los últimos cien años es tan significativa que ha alertado a organizaciones y gobiernos para tomar medidas a nivel global. Es el caso de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por la ONU, que incluye 17 objetivos; entre éstos, poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático. Sobre este último, la bióloga por la UNAM y miembro de El Colegio Nacional, Julia Carabias, explica que el problema del cambio climático se ha manejado desde tiempo atrás. “Han surgido advertencias, se fijan plazos, y la gente piensa que será el fin del mundo. Pero al cumplirse el plazo, como el mundo no se acaba, todo vuelve a comenzar”.
¿Estamos ante una situación alarmante? La evidencia científica es clarísima sobre cómo estamos interfiriendo los fenómenos naturales, el funcionamiento del planeta. No solo se trata de los recursos, del modo en que extraemos biodiversidad más allá de lo que se puede renovar, o de cómo utilizamos el agua mas allá de lo que el ciclo hidrológico puede mantenerla, o del aumento en el uso de agroquímicos al agotarse los nutrientes. No es ese impacto, sino la suma de todos ellos. Hay un cambio en la manera en que el planeta se comporta naturalmente, un tema que hace unas décadas no habría podido concebirse. El deterioro ambiental está ocurriendo, empeora, y las tendencias no se revierten. Hay un caso exitoso: el de la capa de ozono. Empezó a abrirse por el tipo de contaminantes que se generaban, los clorofluorocarbonados —aerosoles, aires acondicionados, refrigeradores—, pero gracias a una serie de incentivos económicos y acuerdos internacionales dejaron de producirse y finalmente se detuvo. Cuando hay voluntad política y acuerdos internacionales, acompañados de acciones concretas de la sociedad, del sector privado y del gobierno, las cosas pueden revertirse, pero no es el caso en lo que concierne al incremento de la temperatura de la superficie de la
Tierra, el cambio climático y la pérdida de la diversidad. Las tendencias se agudizan. La situación es grave. ¿Qué acciones se han tomado? Las más importantes resultaron de la llamada Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, en 1992. Ahí surge la convención del cambio climático, la desertificación y lucha contra la desertificación, la biodiversidad, el acuerdo de los bosques, pero existen dinámicas, metas, plazos, y cada país debe implementarlos, convertirlos en políticas nacionales. Todos los países han avanzado, sin duda, pero no a la velocidad que exige el problema. La conservación de recursos naturales es una obligación del Estado. ¿Los gobiernos han cumplido su parte? En México, en la década de 1990, se fortaleció la agenda ambiental dentro del Plan Nacional de Desarrollo. Desde la academia y la sociedad civil, el empuje hacia la construcción de una agenda ambiental fue bárbaro. Se creó la primera institución ambiental, Semarnat, que recogió esa agenda nacional. Eso le dio una enorme riqueza porque se dio en un contexto
“No puede financiarse una política de superación de la pobreza con recursos ambientales”
global apoyado por las voluntades internacionales. Poco a poco, el tema se incrementó en términos de instituciones, recursos económicos, leyes, programas e interacción con la sociedad. En 2015 inició una debacle. Al final de la administración pasada, hubo un recorte de casi el 30% al sector ambiental. En este inicio de administración hubo otro, casi del 30%. Es decir, en cuatro años ha habido una reducción del 60% del presupuesto para atender la problemática ambiental. Esto no permite cumplir los compromisos; por ejemplo, evitar la deforestación. Nuestra meta en México tiene que ser deforestación cero, lograr que esos recursos naturales sirvan para que la gente pueda vivir en mejores condiciones. Cualquier acción implica un conjunto de políticas y de proyectos orientados a que la gente pueda conciliar su desarrollo y su bienestar con la conservación de los recursos naturales, pero los incentivos económicos se dirigen hacia proyectos de recuperación, restauración, y resulta que es el mismo dinero: se deforesta para reforestar, y eso no tiene sentido. ¿Por qué se hace así? Porque el programa apoya la economía de las familias, se enfoca en el combate a la pobreza, lo cual está bien, pero que no se le quiten recursos al medio ambiente. No puede financiarse una política de superación de la pobreza con recursos ambientales.
Hay varios proyectos que generan dudas; el Tren Maya, por ejemplo. Primero, no hay un proyecto. Hay, fundamentalmente, un funcionario público que habla del proyecto, pero no se ha presentado. La sociedad no lo conoce, así que no puede avalarse; por eso lo estamos demandando. Segundo, es distinto pensar en unos tramos de ese proyecto que pueden ser atractivos para el turismo, más eficientes para el traslado de gente, tramos que ya existen, donde están las vías. Lo que me parece inviable desde el punto de vista económico, social y ambiental, es que se pretenda atravesar el sur de nuestro país pasando por los pocos ecosistemas que le quedan en perfecto estado de conservación. Y el problema no es la vía del tren, sino lo que se genera en torno a la vía del tren, las ciudades que se constituirán cerca de Calakmul y Bacalar. Se habla de trasladar a 50 mil personas. ¿Cuál es el sentido? Si se trata de mejorar las condiciones de vida de la población, hay otros proyectos que pueden lograrlo, incluso con la parte turística, pero de bajo impacto: un ecoturismo bien hecho. Sin duda hay que llevar proyectos de desarrollo para la gente que vive en esas regiones, pero sustentables. El trazo y el paso de una línea de tren en esa región no es un proyecto de desarrollo sustentable. Si hablamos de una nueva visión en una nueva época, tenemos
-07-
DE PORTADA
25 DE MAYO 2019
que garantizar que el patrimonio de nuestro país —que no es nada más de esta administración—, lo poco que resta en el sureste, no se destruya. Tenemos ejemplos trazados. Tabasco empezó así, metiendo carreteras, trasladando mucha gente que venía de otros lados. Ahora está destruido, en pobreza extrema, y es uno de los sitios de mayor riesgo de crimen organizado. Lo mismo Veracruz. Está destruido desde el punto de vista ambiental, social y económico, y el crimen organizado opera como en pocos sitios. Por qué queremos densificar, llevar gente que no corresponde a los sitios, que no tiene la tradición, y llenar los estados con actividades productivas que no son para el desarrollo de la región, sino, en todo caso, para generar recursos económicos que le sirvan a las arcas nacionales. Creo que los mensajes se confunden todo el tiempo. Hay un interés en el desarrollo del sur, lo comparto plenamente, hay lugares donde pueden desarrollarse zonas turísticas, por supuesto. Es una zona bellísima, con arqueología, gastronomía y una población maravillosa, pero con esos proyectos intensivos vamos a destruirla, como ya ocurrió en Cancún, en muchas partes de la Riviera Maya, como ya está clarísimo en Playa del Carmen y los estados vecinos. No repitamos las historias que en los años setenta
demostraron estar equivocadas. Hay que optar por un desarrollo diferente. Otro proyecto cuya viabilidad se cuestiona es el de la refinería de Dos Bocas. La refinería pretende producir gasolina paradisminuirlaimportación.Elproblema es que la inversión va otra vez a costa del desarrollo de tecnologías alternativas. La energía eólica, la energía solar, no se pueden frenar; son una alternativa de energía limpia muy importante. Hay que priorizar lo que implica la visión de sustentabilidad de largo plazo, y la sustentabilidadesambiental,socialyeconómicao no lo es. Me parece que el rumbo que está llevando hacia alejarse de la sustentabilidad ambiental en el marco del desarrollo nos está regresando a épocas del pasado. Una de las grandes problemáticas globales es el efecto invernadero y entre sus principales causas están la agricultura y quema de combustible fósil. ¿Los incendios recientes en Chiapas son resultado de la falta de previsión de las autoridades? No podemos achacarle todos los problemas a un gobierno. Ha sido un año muy seco, con temperaturas muy altas. Cada vez hay más presión en la Tierra, la precipitación está retrasada. Además, no hubo lluvia invernal: la vegetación está en situación de sequía. La gente sigue ha-
La bióloga y catedrática de la UNAM, autora, entre otros estudios, de Cambio climático. Causas, efectos y soluciones.
ciendo cambios al subsuelo y utilizando elfuegoensus actividadesderoza,tumba y quema, es decir, quemar para preparar los cultivos. En esas condiciones, las labores agropecuarias se salen fácilmente de control. No se debe permitir el uso del fuego en la agricultura. Ha costado decenas de años tratar de incorporar esa política en la planeación. Ahí es donde hay que insistir, porque en una combinación climática como la que estamos viviendo, que se agudizará por el cambio climático, resulta incompatible. “La política ambiental en México es muy joven, tan joven como la democracia, y hay que reconocer que, sin democracia, no se hubiera podido consolidar la política ambiental”. Así lo planteaste en una conferencia. ¿Qué hace falta para que la ciudadanía y el gobierno integren un frente común por el medio ambiente? La política ambiental costó décadas. No ha sido un asunto solo de gobierno, sino un asunto que la sociedad demandó, por el que luchó y participó, que conquistó y defendió, la herencia de una construcción colectiva. Es necesaria la corresponsabilidad entre gobierno y ciudadanía, una sociedad organizada que refleje el pluralismo; incluyente, no redentora. Superar la pobreza, lograr la equidad, la justicia, el bienestar social, no son posibles si no revertimos el deterioro del medio ambiente; no son posibles si seguimos posponiendo las grandes decisiones en materia de desarrollo sustentable, y esto requiere la consolidación de las estructuras democráticas que tanto trabajo nos ha costado construir. ¿Hay conciencia ambiental en la sociedad y una política democrática en este rubro? Me preocupa que no se reconozca que los temas ambientales han podido avanzar en México y el mundo gracias a un movimiento activo de la sociedad en torno y en pro del medio ambiente. El gobierno no lo habría podido hacer solo: la sociedad ha sido las piernas y los brazos y los ojos de los funcionarios en el terreno. Ese espacio no lo ocupan las instituciones, lo ocupamos las organizaciones no gubernamentales y los académicos que generamos la ciencia necesaria para promover alternativas. Las ONG están aplicando esas alternativas, y los recursos económicos vienen del gobierno, del sector privado, de las fundaciones. Ahora todo está paralizado, se está perdiendo esa fuerza de colaboración porque hay un cuestionamiento. Está paralizado el financiamiento, están paralizadas las organizaciones de la sociedad. Me preocupa también que todo se nos vaya en esos temas, como si los problemas ambientales fueran el Tren Maya, la refinería, el aeropuerto. El tema ambiental está ahí donde vive la gente. Espero que haya una línea clara, un interés por seguir colaborando entre quienes llevan a cabo las acciones alineadas a las políticas que se han construido por décadas desde un colectivo nacional. No es la política de alguien, es de un colectivo nacional que ha empujado las rutas. Hay consejos consultivos, organizaciones transparentes, y hay muchas que han hecho mal manejo de los recursos. A esas hay que auditarlas, tomar medidas legales, pero no se debe paralizar ese motor que en México está moviendo al desarrollo con una sustentabilidad ambiental.
_
-08-
TERTULIA
25 DE MAYO 2019
PERSONERÍO
ENTREVISTA
Desarrollos
E
JOSÉ DE LA COLINA
xposición: Llamo desarrollo a la operación de ampliar textos cualesquiera (aunque en este caso son ilustres) mediante la sustitución de sus palabras por definiciones de diccionario, oelaboradasporunomismocomoimágenesoideas equivalentes. Así, por ejemplo, La Mancha, territorio de España, se convierte en “borrón de tinta”, y nubes en “masas de vapor acuoso”, etcétera. El desarrollo puede ejercerse sobre una sola frase o un solo párrafo y puede unirse a otro desarrollo, de modo de formar un conjunto que solo nuestra propensión a la jactancia se atrevería a llamar poema. (Están ustedes avisados.) Modo de lectura: Léase primero este “poema” en prosa (quizá un tanto “maldororiana”) sin hacer caso de las notas de llamada al pie de página. Luego léase el texto atendiendo a las notas para saber (si no se ha adivinado ya) de dónde vienen los elementos desarrollados. (Los “rellenos” son porciones sintácticas introducidas por el redactor para dar coherencia al ensamble.) En algún espacio del inmenso borrón de tinta al que no podría, aunque quisiera, situar en mi memoria1 y que se limita al inmenso océano de la noche, he aquí que2 con su gran aptitud o potencia física de copiar la apariencia de cosas o seres reales o irreales, las masas de vapor acuoso suspendidas en la envoltura gaseosa que rodea al globo terráqueo toman semejanza de animalesverdaderamenteexistentes,comolosreptiles de orden crocodriloideo, especialmente del orden Crocodilus, que existen en los ríos de las selvas tropicales,olosanimalesimaginarios,comolasserpientes corpulentas con pies y alas, y de extraña fiereza y voracidad, solo existentes en la imaginación humana3 cuando la mente es conquistada por el de lirio o la extravagancia.4 He puesto una gran distancia entre mí y la masa de agua salada que cubre la mayor parte de la Tierra, entre mí y muchas zonas del enorme cuerpo sólido y celeste que gira alrededor del Sol y en el cual los seres vivos habitamos.5 Y podrán las últimas tinieblas, como un lacre negro, sellar para siempre mi mirada, quitarme el esplendor diurno en el que convergen todos los colores,6 pero tú, quienquiera que seas,7 acércate a este metal pulido que te presento, y contempla ahí tu rostro, para luego volver los ojos hacia estas otras imágenes, estos otros rostros tuyos de tiempos anteriores que se habían evaporado de tu memoria. ¿Qué son sino caídas piezas de corola de luz, perfección y promesas de felicidad que tuviste en días que han quedado muy atrás?8 Pero yo sé que el pálido satélite de nuestro planeta, de nuestra casa, pues, no será más que la lápida sin inscripción que se alzará, coloreada de sangre, sobre la cabecera de tu sepulcro.9
_
En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. Cervantes. 2 Relleno. 3 Las nubes, en su gran fantasía,/ imitan al dragón y al cocodrilo. Efraín Huerta. 4 Relleno. 5 La mar en medio y tierras he dejado. Garcilaso. 6 Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra que me llevare el blanco día. Quevedo. 7 Relleno. 8 Mírate en un espejo y luego mira/ estos retratos tuyos olvidados./ Pétalos son de tu belleza antigua. Manuel Altolaguirre. 9 Y su epitafio la sangrienta Luna. Quevedo. 1
El autor de la crónica familiar Oriundos, publicado por Cataria.
Fernando Fernández
“Mis personajes encarnan la idea de antigüedad”
E
SILVIA HERRERA FOTOGRAFÍA ARACELI LÓPEZ
n sus últimos libros, Fernando Fernández (Ciudad de México, 1964) se ha acercado más a la prosa. Oriundos (Cataria, 2019), el más reciente, parece en principio una búsqueda de sus raíces españolas porque buena parte de los personajes que aparecen son sus familiares. El tema, sin embargo, se amplía y lo que hace es dibujar el final de una época. Sobre las motivaciones para escribirlo y algunos detalles de índole literario que lo enriquecen, trata la siguiente conversación. En tu libro de poesía Ora la pluma recuerdo un poema largo sobre la familia. ¿Hay alguna relación con Oriundos? Con respecto al personaje principal de Oriundos, mi abuelo paterno Santos Fernández Bueno, hay un poema donde cuento el inicio de su decadencia. Él, que había sido un ser sobrio, independiente y autónomo, un día sintió la necesidad de no levantarse de la cama y, en cierto modo, esa fue una señal que marcó el remoto inicio de su declive. Parecería que el tema familiar ya estaba en aquel viejo libro de poemas. ¿Oriundos nació de, por decirlo así, una imperiosa necesidad interna? La verdad no. El libro me lo tropecé en el camino. Tomé la decisión de regalarme un año sabático después de más de diez años de trabajo continuo en las revistas Milenio y Viceversa, y decidí irme a España. Estando en Madrid, un
día recibí la invitación para ir al homenaje de un viejo maestro rural —mi bisabuelo—, en un pueblo perdido de las montañas de Asturias, de Cabrales, de donde había venido mi familia paterna, y, estando en ese homenaje entre octogenarios que habían sido sus alumnos en los años veinte y treinta, decidí que mi lugar estaba en Asturias, que no tenía nada qué hacer en Madrid. Me di cuenta que ahí había una historia interesante que valía la pena contar. Es la tragedia de un mundo que está por desaparecer; la pérdida de una manera de entender el mundo. En México nos hemos quedado, en lo que es el siglo XX, con la imagen de los exiliados, pero tu libro cuenta otra historia: la de los españoles que por voluntad propia establecieron una relación con nuestro país. Es una historia que no se ha contado. Según entiendo, hubo una prohibición en España para emigrar a las antiguas colonias. A mediados del siglo XIX, cuando esa prohibición se levantó, de manera masiva comenzaron a emigrar los españoles buscando mejores condiciones de vida. Una de las principales puertas, además de Cuba y Argentina, fue México. Un bisabuelo mío, herma-
“El libro trata de una generación de ancianos oriundos de un mundo desaparecido”
no del maestro rural, viajó a México en la década de 1880. Fue el primero que vino a América. El salto de la poesía a la prosa narrativa, ¿te costó realizarlo? Alguien catalogó tu libro sobre López Velarde como narración. Para mí los dos libros son ensayos, aunque el de López Velarde más especializado. Oriundos no es una novela. Se trata de una crónica familiar en la que estuve trabajando muchísimos años. Otra cosa que hay en el libro, que tiene que ver con la literatura, es el modo de hablar de los personajes. Y está también el título; ¿por qué elegiste la palabra “oriundos”? Desde muy pronto, el título se me apareció, pero al principio era “oriundo”. Era una palabra muy extraña que leía en el pasaporte de mi abuelo. En lugar de “nacido en”, decía “oriundo de”. Pensaba titularlo “oriundo” porque creía que era un trabajo sobre mí mismo. Alguna vez, uno de los personajes del libro, mi tío Pepe Luis, que vive en Australia, me escribió y me preguntó cómo iba “oriundos”, erróneamente. Y me di cuenta que él tenía la mejor visión sobre el título, porque en realidad el libro no era sobre mí sino sobre esta generación de ancianos oriundos de un mundo desaparecido a los que llevaba seis, siete años estudiando. Tuve algunas dudas porque me parecía una palabra compleja, pero al final fue la que mejor daba la idea de antigüedad y origen que encarnan mis personajes.
_
EN LIBRERÍAS
25 DE MAYO 2019
NARRATIVA, ENSAYO La caja negra
El sol verde
-09-
POESÍA EN SEGUNDOS La venganza del perdón
Arreola: el poeta fracasado VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx
E Amoz Oz Siruela España, 2019 283 páginas
Kent Anderson Alianza de Novelas México, 2019 404 páginas
Éric-Emmanuel Schmitt Alianza de Novelas México, 2019 267 páginas
Estamos ante la que es quizá la novela más deslumbrante, y compleja, del escritor israelí. Publicada originalmente en 1987, confronta a tres personajes (un historiador, su ex esposa y un fanático religioso) a través de un intercambio epistolar de hondas implicaciones políticas, sociales y sentimentales. Se diría que su atención está puesta en las muchas caras que adoptan el odio y la intolerancia en el ámbito de las relaciones familiares. No hay compasión para los prisioneros.
Avalado por colegas como James Ellroy y Michael Connelly —y con estas referencias, ya se intuye su zona literaria—, Kent Anderson presenta su tercera novela, también protagonizada por el agente Hanson. El personaje tiene varios puntos de contacto con Anderson: haber participado en la guerra de Vietnam y luego haber estudiado literatura y dedicarse a dar clases. Lleno de fantasmas, Hanson trabaja en las inseguras calles de Oakland de principios de los años ochenta.
El perdón, sugieren las cuatro historias que hilvana este libro, no es incondicional; se otorga no sin antes exigir algo a cambio. El destino de dos hermanas gemelas tocadas por la admiración y el desconcierto, el de un hombre prominente que descubre la existencia de un hijo bastardo, la de una madre que visita en la cárcel al asesino de su hija, y la de un padre severo que se entretiene con El principito, sirven para mostrar los caminos torcidos que suele tomar la libertad.
Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío
México bizarro 2
Revista de la Universidad de México
Herta Müller Siruela España, 2019 233 páginas
Julio Patán y Alejandro Rosas Planeta México, 2019 288 páginas
UNAM Número 289 México, 2019 156 páginas
Un rosario de recuerdos, expuestos con una justeza estilística que mucho tiene de elegancia, conforma este libro en la cual la experiencia personal sale de su ámbito para transformarse en literatura. Müller evoca su infancia, juventud y temprana edad adulta para ofrecer un mosaico político y social de la Rumania bajo el dominio de la dictadura comunista. Sus lectores incondicionales reconocerán muchos de los motivos que alimentan sus relatos y novelas.
Si, como anotan los autores, “lo bizarro es lo más democrático que tiene México hoy”, se puede seguir al infinito con los volúmenes. Y sí, lo bizarro no respeta tendencias ideológicas. En su momento, bien se puede hacer un corte para evaluar bajo qué gobierno se dieron más casos raros. Los diversos textos que conforman el libro caen en cuatro categorías: Política, Entretenimiento, Leyendas Urbanas y Santoral Bizarro. Algunos bien pueden ser incluidos en más de una.
En su más reciente entrega, la revista dirigida por Guadalupe Nettel se ocupa del ritmo y su impronta en la creación artística y en los mecanismos que rigen al Universo. Los invitados son David Beytelmann (con un ensayo sobre los tambores batá), Yolaine Escande (que explora los trazos de la pintura china) y Julieta Fierro (con un texto sobre la armonía estelar), entre otros. Completa el número un portafolio fotográfico de las máquinas parlantes de Tania Candiani.
n una entrevista con estudiantes de la Universidad de Virginia, William Faulkner dijo: “Soy un poeta fracasado”, y agregó que todos los escritores empiezan creando poesía, y que, cuando comprenden que han fallado, escriben novela corta, “la forma más exigente después de la poesía”. Y concluía: “Solo cuando fracasan también en esto, es cuando se lanzan a escribir novelas”. Aunque no lo puedo probar, casi estoy seguro de que estas palabras de Faulkner podrían haber sido asumidas de manera absoluta por el gran escritor que fue Juan José Arreola y que, si él las hubiera comentado, habría agregado, en su modo elocuente e intenso, que en la cadena de la inspiración, cuando falla el poema, la posibilidad inmediata de realización no es la estructura contenida de la novela corta sino la forma más sintética y precisa del cuento. Adivino que Arreola coincidiría con Faulkner en el hecho fundamental de verse a sí mismo como poeta y de hallar la fuente de su creación en la poesía. También diría, como Faulkner dijo, que él era un poeta fallido y afirmaría —lo puedo vislumbrar— que el contacto con las ecuaciones y los números propios de la fuerza lírica era imprescindible para concebir una verdadera acción dramática donde el lenguaje produce, en el crecimiento ralentizado de la prosa, una metáfora súbita y orgánica, y no noticias sensibleras, coyunturales y “escandalosas”. En el contexto de esta charla imaginaria sobre las relaciones entre poesía y prosa, la recuperación de la memoria poética, en verso, del autor de Confabulario tiene un gran valor. ¿Qué nos muestra Perdido voy en busca de mí mismo (FCE, 2018) de Arreola? Tres cosas: una conciencia profunda de las implicaciones del uso del verso, un dominio del soneto y la décima, y un gran conocimiento de la poesía universal y mexicana. Todo esto no sería relevante o lo sería de otro modo si estuviéramos hablando solo de un poeta, pero todo ello, cuando corresponde a un gran narrador, adquiere un significado especial y nos habla de una manera de escribir ya desaparecida. Si muchos poetas hoy no saben bien a bien qué es el verso, la inmensa mayoría de los narradores lo ignoran casi por completo. Es algo en lo que ni siquiera piensan —la excepción, Daniel Sada—. Pero para Arreola —y creo también para Rulfo, Del Paso y Elizondo— la comprensión del verso y su interrelación con la prosa jugaba un papel esencial en la creación de cuentos y novelas. La poesía —y el verso es una puerta secreta de entrada a ella— aseguraba no solo su oído sino la creación de hondas imágenes cifradas en las Correspondencias. Es posible hacer una lectura ingenua de Perdido voy en busca de mí mismo y pensar que es un libro curioso; pero cuando lo leemos con cuidado emerge un poder de convocatoria espiritual rigurosa y abierta que nos permite explicarnos no solo por qué son tan originales los poemas-cuentos de Arreola incluidos en Poesía en movimiento sino por qué surgieron Farabeuf, Terra Nostra y Noticias del Imperio.
_
-10-
MÚSICA
25 DE MAYO 2019
MEMORIA
Dios es mi vecino Una corriente de recuerdos inspira un sueño protagonizado por Eric Clapton JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ FOTOGRAFÍA ROYAL ALBERT HALL
M
i padre solía decirme que Eric Clapton era Dios. Tú sabes, el gran guitarrista, primero de la Crema, luego de Blind Faith, después de Derek & the Dominoes y finalmente un asombroso solista, la Lira más veloz y precisa en la historia del rock and roll. Quizá solo detrás (o rivalizando) con Jimi Hendrix, ese otro dios negro, de la eterna Fender Stratocaster blanca. Mi Páter aún repite eso de vez en vez, cuando escuchamos al Eric Claxon felizmente en esta su Casa que Canta, y yo recuerdo que desde entonces aquella declaración, en tono bromista, solía contrariarme, pues me costaba trabajo imaginar a Dios como un cabrón rocanrolebrio inhalando sendas rayas de coca, bebiendo whisky sin parar, tragando ácidos y fumando mota, para finalmente caer en la adicción al arpón, los deliciosos elíxires del opio intravenoso. Pero supongo que se refería a los buenos tiempos, cuando este músico súper dotado aún embrujaba a las masas roqueras con sus acordes —solos y efectos especiales— increíbles para su época, pues en aquel entonces ningún músico le había logrado sacar tanto jugo a las guitarras eléctricas, como lo hicieron Hendrix y Clapton. Pero esto de “Clapton es Dios” no era una invención de mí papá o algún disparate metafísico personal, sino una auténtica cita callejera de la contracultura, en la década de 1960, cuando según él (como me lo contaba siendo yo un niño) los jipis y rebeldes de Inglaterra solían escribir esa pinta con aerosol en las calles de Londres, o con lo que sea que pintaran sus consignas en esa era tan remota del rucanrol, cercana al Jurásico. Así crecí, entre mi madre que nos acercaba, a mis hermanos y a mí, al catecismo, y mi Gran Jefe que nos inculcaba una historia pagana de heráldica rocanrolera, donde un tal “EriClapton” era más dios que el papa, y así lo demostraban las notas casi celestiales que emergían de su portentosa guitarra mágica, bendecido a todas luces, poseedor de un arpegio tan virtuoso como inspirado, alcanzando altitudes difíciles de superar por sus colegas guitarristas. Hasta que llegó Hendrix, claro. Pero si hablamos de una carrera de resistencia y la cantidad de trabajo, Clapton gana limpiamente. A favor de su alma tan brillante, otrora comparada con el Gran Espíritu, Clapton tuvo varios accesos de iluminación, y no podemos dejar de mencionar su asombrosa rehabilitación, cuando dejó la cocaína, la heroína, el alcohol y demás drogas, para
El guitarrista británico durante un concierto en Hyde Park.
dedicarse exclusivamente a su verdadero llamado: la música. Incluso abrió varios centros de rehabilitación para adictos en distintas partes del mundo. Así de comprometido se sintió a hacer el bien, para resarcir un poco sus travesuras, y así desarrolló una de las carreras más fértiles de la historia del Rucanrol, como solista, roquero y guitarrista virtuoso. Recientemente, al igual que lamento el silencio escritural de mi padre, en 2017 suspiré al escuchar que Clapton anunció su retiro oficial de los grandes escenarios, debido a problemas de salud, por una neuropatía periférica, que le causa constantes dolores musculares en brazos y manos, además de inoportunas biodescargas eléctricas. Por esas fechas, tuve un sueño en donde Eric Clapton era nuestro vecino de enfrente, acá en la casa de mis padres, en Cuautla, Morelos. Esto ya en la era en que mi jefe convalece casi recluido, combatiendo la hidrocefalia y la amnesia reciente, tras su fatídico accidente en Puebla, en 2009. Pues sí, el Eric era nuestro vecino y al salir yo, en la mañana, para abrir nuestro portón negro, me encontraba con que él, que también salía a la calle, abría de
Esto de “Clapton es Dios” no era una invención de mí papá o algún disparate metafísico
par en par sus puertas, en la casa de enfrente (que realmente existe, pero desde luego no la habita ninguna celebriedad), y con una gran sonrisa me saludaba amablemente, muy natural y con cierta cordialidad amistosa, como quien se topa a diario con su vecino. Debo anotar que, la noche anterior, al parecer había caído una buena tormenta en este mundo de mis sueños, pues toda la calle estaba húmeda, llena de hojarasca, y olía como a tierra mojada. Devolví el saludo a Eric con extrema felicidad, un tanto confundido por lo que la realidad del sueño me programaba para aceptar: que Clapton era mi vecino de muchos años, pues mi admiración real por él intentaba recordarme que eso era imposible. Mi conciencia trataba de abrirse paso en aquella realidad alterna, poblada por esta estrella fugaz que había aterrizado frente a las puertas de la casa; al parecer allí vivía desde siempre y no iría a ninguna parte. De pronto, noté que traía una guitarra eléctrica entre manos, al parecer inalámbrica, una Fender roja, Stratocaster. La sacaba de detrás de su espalda sorpresivamente, como un mago que la materializara desde una ilusión óptica, y comenzó a tocar su música celeste, pero apuntando la guitarra hacia las hojas muertas que se apilaban en las entradas de nuestros hogares. Y entonces noté que la fuerza de su música
se convertía en una corriente de aire a presión, que brotaba del brazo de la Ferder roja, como una sopladora de hojas eléctrica, pero con la potencia de un pequeño tornado personal. Y cantando entre el ruido de esa música estridente, el rugido del viento y la escarcha de las hojas secas levantándose en el aire, Eric Clapton limpió ambas aceras de toda suciedad, todo residuo de la tormenta, toda el agua de la lluvia, todo el lodo, y todas esas muddy waters se fueron volando con un vendaval perfectamente controlado, directo al heaven. Mientras tanto, Eric tocaba su lira con gran naturalidad y cantaba sencillamente, como un obrero que murmura una melodía, sin importarle quién alcanza a escucharlo o no, dirigiendo su guitarra hechizada, que tenía el poder de convocar y conducir a los vientos huracanados del cielo azul, como una orquesta, una danza y una fiesta de hojas secas y flores muertas. Ante todo esto, al terminar su pequeña hazaña, yo aplaudí a rabiar, con fuerza, como queriendo ser un público más grande, y el maestro me correspondió con una sonrisa y una reverencia de juglar, y luego dio la vuelta, y con paso cansado, como el fantasma de un gigante que se desvanece entre las Brisas, volvió tranquilamente a su casa, detrás de una puerta enrejada, y desapareció entre los árboles y el pasto de un jardín soleado.
_
-11-
ESCENARIOS
25 DE MAYO 2019
PERIPECIA
DOBLE FILO
Alan Pingarrón y el bel canto FERNANDO FIGUEROA
E Pequeña voz se presenta viernes, sábado y domingo en el Teatro Milán, Lucerna 64.
La liberación a través del canto
L
ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com FOTOGRAFÍA ALEJANDRA VIDAL
a posibilidad de escuchar las melodías cantadas por Édith Piaf, Ella Fitzgerald, Judy Garland, Billie Holiday o Marilyn Monroe; la actuación de Karina Gidi, así como el texto de Jim Cartwrihgt, forman parte del atractivo que contiene a simple vista la obra Pequeña voz, con la expectativa de algunas sorpresas. La obra del autor británico nacido en 1958 llega al Teatro Milán —donde en un inicio fue anunciada bajo la dirección de Carlos Corona—, con Diego Íñiguez como director de un montaje que da la impresión de haber sido un proyecto ajeno, que fue llevado a término con dignidad, por encima de los obstáculos. Íñiguez, quien hiciera una arriesgada y buena propuesta como director de Tréplev, en torno a La gaviota de Chéjov, se encuentra esta vez con un elenco conformado previamente, cuyo desempeño profesional no está en cuestión, pero en el que se percibe una pugna entre intérprete y personaje, así como una falta de cohesión entre éstos. Karina Gidi, actriz que bajo la dirección de Hugo Arrevillaga creara a un personaje de inmensas dimensiones en Incendios de Wajdi Mouawad, y a una inolvidable Josie Hogan en Una luna para los malnacidos, de O’Neill, que bajo la dirección de Mario Espinosa fuera un prodigio, en Pequeña voz interpreta a Maru Hoff, una mujer frívola y quejumbrosa que busca un hombre y su bienestar propio. Como si la actriz padeciera una tensa lucha dentro de sí, su personaje
busca a ratos ser precisamente quien no es, una heroína universal como las que Gidi ha edificado. Y aunque sí llega a delinearse ese personaje de pocas luces, amargado e instalado en la ansiedad del goce y el autoengaño, perfilado por el autor, se perciben también cuarteaduras en esa mujer a quien nada le importa fuera del espacio que ocupa en el mundo. El juicio que contra su voluntad pareciera hacer la actriz a su personaje genera interferencias en esta obra que evidencia el egoísmo, la mediocridad y la ambición en los adultos que intentan aprovecharse del don de la hija joven, a cargo de María Penella, cuya voz evoca con potencia y brillo la de aquellas exponentes del canto que crearon toda una época entre los años cincuenta y sesenta. En esta obra, una ansiosa madre, un derrotado cazador de talentos, una vecina solidaria y anodina, el ambicioso dueño de un bar, una joven instalada en el amor a su padre por vía de la música que él amaba, y un sensible joven técnico de teléfonos, se incomunican en una casa de dos pisos con muros abiertos. El diseño escenográfico de Jesús Hernández —que plasma una cigüeña en el lateral de la fachada, mientras
Karina Gidi interpreta a Maru Hoff, una mujer frívola y quejumbrosa
sala, habitación de la joven, escaleras y ventana del cuarto materno dejan ver o intuir lo que sucede en su interior— ubica al espectador frente al entramado que invita a observar el proceso mediante el que la voz le otorga identidad, valor y fuerza a la joven arrinconada. Odiseo Bichir en el papel del desvergonzado cazatalentos, Amanda Farah en el rol de la devaluada vecina, Alejandro Morales como el codicioso Sr. Boo, Sebastián Lavaniegos como el joven dulce, Analí Sánchez Neri al piano, y Karina Gidi, integran el reparto de esta puesta en escena que expone el retorcimiento de la mediocridad humana, al tiempo en que subraya la posibilidad de abrirle paso a la propia luz. La interpretación que hace en vivo María Penella —de las piezas musicales que evocan a la ingenua Dorothy del Mago de Oz, o el agudo y seductor tono de la Monroe durante su interpretación del “Feliz cumpleaños”, y el estremecimiento intrínseco del “Non, Rien de Rien” de Édith Piaf—, acompañada nítidamente al piano por Sánchez Neri, genera la necesidad de escuchar más a la actriz cantante, cuyo personaje es liberado gracias al canto. Mientras el resultado del todo escénico dosifica los momentos brillantes de cada actor y la contundente proyección de su personaje, la posibilidad de atisbar el movimiento al interior de la casa, donde la intimidad queda al descubierto, fortalece la impresión de asomarnos a un microuniverso en el que se agiganta la pequeñez humana, salvada por la potencia de una voz nutrida por la nostalgia.
_
l tenor mexicano Alan Pingarrón estudió Canto en la Escuela Nacional de Música de la UNAM (actualmente Facultad) y recibió la medalla Gabino Barreda que otorga la máxima casa de estudios. En 2010 obtuvo el segundo lugar en el concurso Ópera prima, las voces del bicentenario, organizado por la SEP, Conaculta y Canal 22. Pingarrón ha alternado con grandes orquestas como la Sinfónica de Minería, Filarmónica de la UNAM, Sinfónica de Xalapa, Filarmónica de Orlando, entre otras. Cuando eras chavo y cantabas las de José José, ¿lo hacías con estilo propio o lo imitabas? De las dos maneras. ¿Y chupabas igual que él? Sí, pero pura agüita de limón. ¿Te gustaba Anel? Me gustaba Anel, una amiga mía que así se llamaba. Tu canción favorita de José José. “La nave del olvido”. ¿Ópera prima fue como el Festival OTI de los cultos? Más o menos, y curiosamente yo participé en Ópera prima a la misma edad que José José debutó en el Festival OTI (22 años). ¿Qué fue lo más importante que aprendiste en ese concurso? La humildad. ¿Cuál fue la peor experiencia ahí? Cuando me enfermé de la garganta en una de las galas. ¿Qué le responderías a quien dice que la ópera es aburrida? Que no la conoce. Tres óperas favoritas. La bohème y Tosca, de Puccini; y Otelo, de Verdi. Luciano Pavarotti o Plácido Domingo. Giuseppe Giacomini. ¿Cómo te imaginas a Elīna Garanča? Guapísima. ¿Eres fan de María Callas? No tanto. ¿En qué escenario has sentido más emoción? En la Konzerthaus de Berlín. ¿Es verdad que te gustan los coches baratos? Sí, baratísimos: BMW, Audi, Mercedes… ¿De niño te hacían más bullying por tu ceguera o por apellidarte Pingarrón? Por la ceguera. ¿Cuál es la discapacidad más frecuente en las personas dizque normales? La discapacidad mental. Cuando haces óperas completas, ¿te desplazas solo o con ayuda? De las dos formas. Javier Camarena en dos palabras. Tenor extraordinario. ¿Réquiem de Verdi o de Mozart? De Verdi. ¿Freddie Mercury o Andrea Bocelli? Freddie Mercury. Del uno al 10, ¿qué tan buen pianista eres? Siete. ¿Y cantante? Pues que sea 10, ¿no? (ríe con carcajadas diáfanas, como en muchas de sus respuestas).
_
LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ
25 DE MAYO 2019
http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto
R
TOSCANADAS
ecién estuve en un festival de artes en Lille, dedicado este año a México. Mucha nostalgia sentí cuando bajé del tren y vi la céntrica rue Faidherbe engalanada con una serie de alebrijes gigantes. Delante de uno llamado Mixtli, en el que predominaban las formas de reptil, comenté a un francés que era mucho más bonito que el perro inflable de Jeff Koons. “Oui, bien sûr”, me respondió él, “pero mucho menos caro”. Ya en octubre pasado había presenciado un desfile de alebrijes en el DF, que, sin perdón, así se sigue llamando, y en ellos hallé mucho de festivo y artístico, cosa que nunca me ha ocurrido con un Koons. En un alebrije descubro la alegría e imaginación de un pueblo; en Koons detecto la decadencia de una civilización. Ahora leía una revista sobre arte contemporáneo. Los expertos usan un lenguaje que nada habla de estética y mucho de negocios, con términos
Arte costoso o arte valioso DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com
ARTE POPULAR
Desfile de alebrijes en la Ciudad de México.
como: revalorización, posicionamiento, cotización, máximo histórico, aceleración de las adquisiciones, tendencias fundamentales, oportunidad de compra, precios volátiles. Así hablan de una artista: “Una estrella en alza como la joven Tauba Auerbach no ha sido noticia este año. Su rendimiento ya no es el que era, y sus ingresos por ventas cayeron un 96% entre 2015 y 2018”. Y no falta el vaticinio económico: “África es la China del mañana en el mercado del arte”. Con su pan se lo coman. Entretanto, yo salí ganando. Hace unos días di en Google con un antiguo cuadro muy bello cuya composición me interesó. Una escena de la decimotercera estación del viacrucis. A falta de espacio en el lienzo, los rostros de las tres Marías se hacinan en torno al Cristo muerto con aspecto dolorido. Los cuerpos de ellas se sugieren pegados al desnudo de él y no se sabe quién es la madre y quién, Magdalena. Me llamaron la
atención las expresiones entre angustiadas y temerosas de las mujeres, y su vestimenta y catadura tan pobres, muy lejos del glamur que suelen darles los pintores religiosos. Quise saber algo más, así es que abrí la página. Entonces me enteré, oh casualidad, que era parte de una subasta que se realizaba a tres kilómetros de casa y que quedaría finiquitada esa misma tarde. No tenía en mi haber sino el siguiente mes de renta. Y con él me lancé a una aventura que creí imposible. Pero me sobró la mitad, pues los coleccionistas nada sabían de belleza. No se interesaron en una obra sin firma, sin fama, sin valor de reventa. Ahora la tengo colgada de mi pared. No es un adorno, no es una inversión. Es arte. Y quienquiera que lo haya pintado, así como original, así como copia, fue un artista. Un artista hoy devaluado en moneda, pero encarecido en alma por aquellos pocos que aún la tenemos.
_
BICHOS Y PARIENTES
Lawrence como utopista
I
maginamos mundos mejores porque el que tenemos está echado a perder. Como ninguna sociedad ha estado bien por mucho tiempo, es necesario elucubrar formas, modos, tiempos deseables. Pero la imaginación del bien no es cosa sencilla. De hecho, es una de las tareas que se han probado más arduas y elusivas. La utopía es “pensamiento terrenable”, como dijo Eugenio Ímaz en su prólogo a las Utopías del Renacimiento, de Moro, Bacon y Campanella (FCE). Terrenable: susceptible de llevarse a la práctica, al mismo tiempo que la ilusión imaginaria nos permite escapar del mal. Pero en la sombra del utopista acecha la tentación del tirano: Platón, Moro, Campanella, sin ser culpables, también son los choznos de Stalin, Hitler, Pol Pot. Durante siglos, los utopistas supieron que, las suyas, eran referencias imaginarias: reclamos por una dignidad humana, pero no manuales ni instrucciones para construir una historia distinta. Los primeros utopistas habitaban el subjuntivo: ofrecían alegorías, no planos. Con la modernidad y las tecnologías, el ser humano adquirió el hábito de dominar y transformar el mundo según su imaginación. O lo que creyeron imaginación porque, con frecuencia, no se trataba sino de un modo de poner calles y plazas bajo el yugo de unas iras morales. Desde el siglo XVII, las utopías podían llevarse a cabo. Muchas se llamaron revolución. Pero hay un despropósito en meter en un mismo costal a Tomás Moro y a Karl Marx: la alegoría y la arenga funcionan de distinto modo. El utopista moderno exige la práctica. Como sabe que es posible, la cree obligatoria;
JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA ANÓNIMO
como quiere el bien y la justicia, del ensueño pasa a la imposición. Ya no habita el subjuntivo sino que pasa al condicional y termina en imperativo. Al final, “quizá la revolución pura es el puro horror” (Michel Foucault). Con la utopía, la voluntad de gobernar desemboca en el infierno, pero también está visto que sirve para no dejarse gobernar: hay pequeñas utopías, de comunidades restringidas, elegidas y diseñadas para unos pocos
Odiaba el modo en que las máquinas de guerra convertían a los hombres en recursos
y en espacio reducido, que no han derivado en sucursales infernales. No es poca cosa: parece que ciertas formas de la autarquía pueden funcionar. Ese fue el punto de quiebre de D. H. Lawrence. Dispersa entre sus cartas, papeles, manuscritos, dejó “Rananim”, la pequeña utopía que construyó desde 1915, para refugiar su lote de dignidad humana ante el fracaso del mundo moderno. Odiaba el modo en que las máquinas de guerra convertían a los hombres en recursos, medios cuyo fin era la destrucción. En una carta a E. M. Forster, explica: “quiero que las personas vengan a mi isla sin dinero ni clases, sin sacrificar nada, y que cada uno traiga sus deseos, a sabiendas de que sería una pequeña parte de un todo: de que realizaría su vida en relación a
El escritor inglés D. H. Lawrence, autor de La serpiente emplumada.
ese todo. Quiero una comunidad real, no construida desde la abstinencia o la igualdad, sino de muchas individualidades cabales en busca de su realización. Pero no hallo a nadie”. Intentó convencer al acaudalado Gordon Campbell y su esposa, condes de Glenavy, de que financiaran un lugar en el Pacífico, donde uno pudiera vivir con otras personas “que se hallen también en paz y con alegría, y que fueran comprensivas y libres”. “Escribió —cuenta Lady Glenavy— un largo borrador de la constitución de la isla y se lo dio a Gordon, con la esperanza de convencerlo”. Campbell puso los papeles quién sabe dónde. Ya muerto Lawrence, Campbell le contó la historia a Aldous Huxley, quien, desde luego, supo que aquel legajo era importantísimo. “Cuando Gordon regresó a casa, buscamos por todos lados... Casi la desbaratamos en cachitos tratando de hallar los documentos”. Y nada: la utopía de D. H. Lawrence quedó perdida. Importa un cacahuate la famosa isla. Pero no sé reponerme del extravío de aquel “pensamiento terrenable” salido del autor que mejor supo observar e intuir la caldera de los deseos que gobiernan a hombres y mujeres. Lo que puede Lawrence con sus personajes no se parece a casi nada: ni él mismo, como autor, se supone capaz de dar razón de los motivos y los actos de sus personajes. Solo podemos conjeturar: el desengaño del mundo y de su propia utopía lo oscureció y trocó la necesidad del bien y la justicia en aquel temible culto oscuro de La serpiente emplumada: algo fascistoide, de sumisión femenina, había transformado la esperanza en miedo puro. Puede ser gran narrativa, pero deja un mundo irrespirable.
_