Laberinto No.917 (09/01/2021)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE

LOS PAISAJES INVISIBLES

FERNANDO ZAMORA

IVÁN RÍOS GASCÓN

Coppola revisita El padrino III

Cinco años sin David Bowie Foto: Paramount Pictures

SÁBADO 9 DE ENERO DE 2021 AÑO 17 - NÚMERO 917

La patria humanista y mestiza de Cortés Guadalupe Alonso Coratella/ Retrato: JOSÉ SALOMÉ PINA, CA. 1879

Foto: AFP


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ANTESALA

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DOBLE FILO

Manzanero quiso ser María Grever FERNANDO FIGUEROA

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n vez del tradicional ping-pong, hoy jugamos tenis con Armando Manzanero, deporte que practicaba. El partido surge de dos charlas que tuve con ese buen pianista, eficaz intérprete, a ratos humorista en el escenario y, sobre todo, genial compositor. ¿Qué se siente que el ex teatro Mérida lleve su nombre? Imagínese: fui a la inauguración en los años cincuenta. Ahí vi muchas películas y a la orquesta de Luis Arcaraz. Los homenajes deben hacerse cuando uno pueda enterarse; después, ¡ya para qué! ¿Qué lo motiva a seguir activo? En la raza maya estamos acostumbrados a trabajar desde que tenemos uso de razón hasta el día que nos vamos de este mundo. ¿No le gustaría descansar? No. Mi abuelo trabajaba hasta los domingos y decía que al morir iba a tener mucho tiempo para descansar. ¿A qué se dedicaba él? Fue un albañil maravilloso que construía una casa de principio a fin, desde la fabricación de los ladrillos. ¿Usted quiso ser piloto aviador? Sí, pero los aviones no venían adaptados para que un chaparro los manejara, así que me rechazaron de la escuela. ¿Ha sentido alguna vez discriminación por su estatura? Más bien he tenido unos privilegios que usted no se imagina. Dos canciones suyas. “Contigo aprendí” porque ya perduró. “Por debajo de la mesa” me gusta como si no fuera mía. Un compositor a quien admire. Hubiera querido ser María Grever. De ese tamaño es mi admiración por esa señora. Una canción de otro autor. “Por volverte a ver” (Girado-Jaén). Un tango. “El día que me quieras” (Gardel-Lepera). Un arreglista. Don Rubén Fuentes, que además es un gran compositor y productor. ¿Conoció a Frank Sinatra? Muy someramente, en el desaparecido Chateau Madrid (en Nueva York). Esa vez le dije: “¡Qué honor conocerlo, señor!”. Él me contestó: “No me diga señor, porque cuando llegue a mi casa si no me tratan así me voy a sentir mal”. ¿Por qué Julio Iglesias fue tan exitoso con poca voz? Todavía me lo pregunto, pero manejó su negocio con una gran mercadotecnia. ¿Se parecen componer y cocinar? Sí, mucho, y en ambos casos más vale hacerlo bien o mejor ni se meta. Usted que sabe tanto de mujeres… Lo peor del caso es que no sé nada. ¿Le hubiera gustado tener solo un buen matrimonio? Me hubiera encantado. Cuando me contratan para celebrar un matrimonio que ha durado 50 años, me dan ganas de no cobrarles.

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El padrino, epílogo: la muerte de Michael Corleone. Dirección: Francis Ford Coppola. Estados Unidos, 2020.

HOMBRE DE CELULOIDE

El hombre que podía comprar su alma FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA PARAMOUNT PICTURES

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De qué trata la serie El padrino? Esta parece haber sido la pregunta que mantuvo a Francis Ford Coppola ocupado durante todo el año 2020. Tanto que decidió regresar al cuarto de edición con el material de la tercera parte de su saga. Con esa misma tercera parte que en su tiempo fue criticada con tanta crueldad. Y aun así, el restreno de El padrino III fue prácticamente ignorado. Como si entre la gente de cine se diera por descontado que “es una mala película”. Pero no. El resultado del nuevo montaje es óptimo. Para comenzar, la película envejeció bien, pero, si insistiéramos en verla de modo independiente, seguiría siendo menor a sus predecesoras. Por eso es necesario verla como parte de un continuo de casi nueve horas que, sí, hay que regalarse a uno mismo en un maratón que, sin duda, vale la pena. Solo así podremos responder a esta pregunta: ¿es El padrino la historia de un hombre que gana el mundo, pero se pierde a sí mismo? Eso pensábamos muchos de los que vimos la tercera parte de la gran obra de Coppola en 1990. Aunque habíamos visto El padrino I y II, habían pasado varios años, no las teníamos suficientemente frescas en la memoria, de modo que nos dejamos

engañar. Tanto como se engaña el propio protagonista con respecto a sí mismo, tanto como estuvo engañado el propio director. Hoy que afortunadamente podemos ver de corrido esta obra que es, sin duda, una de las mejores en la historia del cine, podemos descubrir que no hay que creer mucho de lo que dice Michael Corleone. Porque en El padrino III el capo de la mafia se la vive hablando de que quiere limpiar el negocio de su familia, que quiere dejar atrás el pasado turbio de los Corleone y hacer de ellos una familia “respetable”, una “familia americana”. El problema con creerle a un antihéroe de este tamaño es que, sin exagerar, estamos ante un carácter a la altura de los más complejos personajes de Shakespeare. Creer a Michael es como creerle a Ricardo III cuando elogia al hermano al que pronto va a traicionar. Si uno observa a Michael durante las tres películas y no le cree, entenderá que la saga no

¿Es El padrino la historia de un hombre que gana el mundo, pero se pierde a sí mismo?

va de un hombre que gana el mundo, pero se pierde a sí mismo. Michael siempre estuvo perdido. Y esto es justamente lo que parece haber entendido el director en la nueva edición. Por eso moderó tanto las referencias al asesinato de Fredo, por eso volvió más enigmáticas las dos escenas climáticas (cuando la familia sale del teatro de la ópera y cuando hacia el final vemos a Michael devastado) y por eso se empeña en explicar mejor el complot en el Vaticano. Con esta película, Ford Coppola ha vuelto a demostrar que el arte del cine está en el montaje, que el espíritu de una película nace en el cuarto de edición. Si vemos las tres películas juntas entenderemos que Michael miente, que siempre mintió. Por eso Kay le dice: “ahora que te has vuelto respetable eres más peligroso que nunca”. Por eso ella le recuerda que, a pesar de que dijo que la amaba, él se casó con otra mujer. Michael nunca fue una buena persona. Siempre quiso ser “el don”, siempre odió a su hermano, siempre estuvo perdido para sí mismo. Así que ¿de qué trata la tercera parte de El padrino? De un hombre tan corrompido por su familia que llegó a creer que el dinero lo compra todo. Y trató de comprar, por eso, su alma inmortal.

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ANTESALA

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POESÍA

LOS PAISAJES INVISIBLES

ALDA MERINI

2021: cinco sin David Bowie

Cuando te sueño... Cuando te sueño me pongo pálida como la muerte. ¿Qué prodigio es este de estar tú y yo en otra parte guiados por las manos de Dios? ¿Por qué somos dos manos tan dóciles que cualquier ídolo puede llevarnos tan lejos? ¿Qué éramos antes? ¿Qué seremos después? Cada noche me pongo mi ropa más bella y tú me la quitas, pero nunca lograrás hacer de mí una esclava. También desnuda visto como reina porque tú y yo nunca pecamos, porque tú y yo nunca nos vimos. Sin embargo nos vemos cada día, sin embargo somos tan pobres que ni siquiera tenemos que comprar la muerte porque la vida nos la regala. Poema del libro La carne de los ángeles, incluido en la antología ¡Oh! Dejad que la palabra rompa el vaso y lo divino se convierta en cosa humana (número 150 de la colección de poesía de Vaso Roto, España, 2020).

EX LIBRIS

La culpa es del espejo/ EKO

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IVÁN RÍOS GASCÓN

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@IvanRiosGascon

ste 10 de enero se cumplen cinco años de la partida de David Robert Jones, el David que eligió como apellido artístico la denominación de un tal Jim (creador de los cuchillos Bowie que se usan desde el siglo XVIII), y que tuvo la elegancia de morirse dos días después de su cumpleaños número 69 y de la publicación de Blackstar, su último disco. Cinco años sin un David Bowie que, al parecer, calculó todos los detalles antes de despegar a donde vuela el Mayor Tom. Como decíamos, nació el 8 de enero de 1947 en Brixton, uno de los distritos más importantes de Londres, Inglaterra, y Blackstar fue su álbum de estudio número 25: siete tracks que fueron bien recibidos por la crítica y de los que tres mantienen buen puntaje en descargas digitales (“Blackstar”, “Lazarus”, “I Can’t Give Everything Away”), aunque su herencia trasciende la música, todos lo sabemos, Bowie es un icono de ambos siglos y en todo el planeta. Haré una pausa porque sí, es probable… Ahora que comienza el 2021, recordar que hace un lustro David Bowie levantó el vuelo desde Manhattan, Nueva York, podría ser una efeméride ociosa, superflua, frívola o hasta de mal gusto para algunos lectores según su experiencia personal, todo depende de cómo se hayan sobrellevado los meses negros, y alguien, incluso, podría evocar que por estos mismos días de enero del malhadado año que terminó, comenzó la letalidad que tiene en vilo al mundo y se inauguró oficialmente la era en que todos vivimos en peligro, o que hay otros personajes significativos que también cumplen un aniversario luctuoso en este enero, digamos el basquetbolista estrella Kobe Bryant. No obstante, la música de Bowie permanece. “Ashes to Ashes”, “Space Oddity”, “Ziggy Stardust”, “Young Americans”, “Starman”, “Heroes”. La lista puede seguir. Es un soundtrack a la medida de cualquier tipo de emociones, sean oscuras, esperanzadoras, fatales, luminosas, lúdicas, solemnes, grises, irreverentes. Todo eso cabe en las texturas acústicas de sus canciones, todo eso cupo en la rugosa textura bajo su piel, quizá es por eso que rechazó títulos nobiliarios (Caballero Comendador y Caballero de la Orden del Imperio Británico en 2000 y 2003) o que se lanzó a aventuras delirantes en Berlín consternado por la paradójica obsesión de los nazis por recuperar el Santo Grial (viajó a Alemania para tratar de entender la maldad del Tercer Reich, según le relató al periodista inglés Tony Parsons en una entrevista) o que encarnó a personajes míticos como Thomas J. Newton, el extraterrestre traficante de agua en El hombre que cayó a la tierra (Nicolas Roeg, 1976) o el tipo que inspiró no solo espiritual sino románticamente a Lou Reed. Del 2021 es casi imposible albergar grandes expectativas. Lo más recomendable sería pensar este nuevo ciclo escuchando The Man Who Sold The World (1970), uno de sus discos más poderosos aunque menos populares por sombrío, aunque tal vez cometeríamos un gran error. Es mejor hacerlo con Next Day (2013), su penúltima obra y en la que destaca “Where Are We Know?”, esa extraordinaria rola que nos habla de un hombre rememorando el pasado, en busca del tiempo perdido.

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DE PORTADA

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Con esta entrevista a Christian Duverger iniciamos una serie dedicada a varios momentos clave de la historia mexicana

“Hernán Cortés no quiso la conquista sino el mestizaje”

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GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA ARCHIVO MILENIO

500 años de la Conquista, ¿cómo debemos entender el encuentro entre españoles y aztecas? Christian Duverger, uno de los historiadores más reconocidos en el estudio de este capítulo de la historia, considera que “nos equivocamos, no hemos comprendido lo que ocurrió a partir de 1519”. El autor de Cortés, una biografía exhaustiva del conquistador, explica que el mundo prehispánico, si bien era sedentario, acogía nómadas que llegaban constantemente “Se les conocía como chichimecas. Al llegar, de inmediato recibían una propuesta de instalación y la ofrenda de mujeres. Mesoamérica se constituye a partir de este mestizaje entre sedentarios y nómadas. La llegada de Cortés no es más que la entrada de unos chichimecas barbados, de tez blanca. A Cortés le ofrecen presentes, pero lo más importante, le ofrecen veinte mujeres. Entre estas, la Malinche, Marina, que tuvo un papel muy importante. Se trataba de un ritual prehispánico. La diferencia fue que Cortés entendió el funcionamiento del mundo mesoamericano, conocía el idioma de los nativos y el funcionamiento de Mesoamérica en la parte continental, lo que hoy es México. En este sentido, hay más continuidad con la historia prehispánica que con la historia peninsular”. Desde el punto de vista de Duverger,

Cortés no incursiona con una intención de conquista, no está del lado de la Corona, sino que abriga un deseo de integración al mundo indígena. “De hecho”, destaca el historiador, “fueron pocas las batallas que libró, entre estas la de Centla. Luego, por supuesto, la batalla del 21 de agosto, el final del sitio de Tenochtitlan. Después de esto, decide seguir con su idea del mestizaje y de alguna manera logra su objetivo: instalar una Nueva España mexica”. ¿Cómo debemos entender el mestizaje, cómo asimilarlo? Cortés llega con una idea humanista, la del mestizaje, no con una idea de guerra o superioridad. Para la época, sus ideas son revolucionarias. La noción de mestizaje no viene de la tradición occidental, del Viejo Mundo, viene de Mesoamérica; es una idea prehispánica. En el territorio había varios grupos que hablaban diversos idiomas y convivían. Ese es el modelo que adaptó Cortés luego de quince años de estancia en las islas del Caribe. En México hay una percepción despectiva del mestizaje, un rechazo a todo lo que hizo Cortés; creo que si explicamos mejor todo lo que ocurrió podríamos cambiar esa percepción. Cortés buscaba la integración en un mundo que ya tenía 3 mil años de existencia. Por ejemplo, quería utilizar el náhuatl como idioma vehicular entre indígenas. Hay que recordar que la evangelización se hizo con los idiomas nativos. Otro elemento que nos ayuda a entender lo que pasó en los años de la Conquista, 1519 a 1521, y los años siguientes, es que hubo pocos españoles en México. En 1550, una generación

después de la llegada de Cortés, hay 3 mil españoles en la Nueva España, y al final del siglo, entre 5 y 6 mil en todo el territorio de Mesoamérica. Desde esta perspectiva, Cortés no fue el conquistador brutal, el Cortés de la “leyenda negra”. La violencia existe, no voy a negarla. Existe en el mundo mesoamericano y en el mundo ibérico. Tenemos la Inquisición, las condenas a personas que son quemadas vivas. El occidente es un mundo de violencia, lo mismo el mundo prehispánico. El primer momento se hizo sin batallas, pero el 21 de agosto hay una gran batalla, hay muertos y más muertos. Lo que tenemos que matizar es la baja de población porque la leyenda negra explica que los españoles mataron prácticamente a todos los indios. Eso es falso. Alguna vez hice el cálculo con los textos de Cortés y de López de Gómara de los muertos que acepta Cortés: son 70 mil en las guerras del sitio de Tenochtitlan. En relación con la población, no es tan importante porque si hablamos de 18 millones en el altiplano central, no es tanto. Tenemos muchos datos para saber que la baja de población en la Nueva España empezó en 1567 a raíz de las epidemias. Además fue un hombre, según lo describes, que reivindicó la importancia de la mujer en una sociedad machista, patriarcal.

Ahora bien, como historiador, no sé qué significa pedir perdón después de 500 años

Es mi lectura. Podemos discutir si lo hizo por intuición, por un sentimiento hacia la mujer o por cálculo. Había entendido algo muy importante: en el mundo prehispánico la pareja hombre-mujer era la base del poder. Moctezuma era el tlatoani, y el segundo en el poder era cihuacóatl, la serpiente mujer. A la llegada de Cortés, el cihuacóatl ya es un hombre. Habían expulsado a la mujer del escenario de la política. Cortés tuvo la idea de reivindicar a la pareja fundamental, y entonces se presenta con Malinche como una consorte que tiene la mitad del poder. Con esto, obligó al tlatoani Moctezuma a hablar con una mujer. Por eso Moctezuma llamaba a Cortés malintzine, que significa en náhuatl “dueño de la venerable cautiva”. De hecho, fue una revolución cultural porque en un mundo donde la mujer había perdido su papel social y su autoridad política, fue importante demostrar que este nuevo poder funcionaba en paridad con la mujer. Podemos discutir si Cortés lo hizo por amor. Yo estoy a favor de la historia de amor. Creo que se enamoró realmente de Marina, pero además la presentó como su alter ego y esa fue una señal magnífica para todas las mujeres. Cortés recibió el apoyo delasmujeresmesoamericanas.Esparte del misterio que lo circunda. ¿Qué nos revela la historia de la Malinche más allá del estereotipo de traidora? Contribuyó a la dignidad de muchas mujeres, tuvo un papel que podríamos considerar feminista. El problema con Malinche es que hay pocos datos, no es un tema fácil para el historiador. Lo que tenemos son más bien novelas.


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De cualquier manera, cuando hablo del papel que tuvo Malinche creo que estoy muy cerca de la realidad. Ha dicho que no hay historia sin escritura. Ahí están las crónicas de españoles e indígenas, la visión de conquistadores y vencidos. ¿Cómo debemos leerlas a la luz de estos 500 años? Considero que todo eso es literatura. Por ejemplo, Cortés es un escritor y López de Gómara es un escritor pagado para escribir. Esas fuentes son parte de la literatura, de la épica del momento. No podemos leerlas como fuentes históricas. Esa dimensión literaria nos obliga a reflexionar mucho más, porque si la consideramos una relación épica hay que pensar dónde está la verdad, dónde está la exageración, dónde están los silencios, etcétera. Estamos en eso y es un paso nuevo para entender lo que ocurrió. El tema es interesante porque, por ejemplo, la escritura de Cortés debe mucho a las tradiciones prehispánicas; ya había este tipo de crónica de las conquistas, relatos de los conquistadores. ¿Se podría decir que la historia oficial ha tomado estas historias y las ha manipulado a su conveniencia? La idea de una historia oficial es una historia monolítica. Como historiador, puedo tener otro punto de vista: no hay una sola lectura de la historia de ese momento. Más que una historia oficial hubo una ideología. Lo que hizo la “leyenda negra” fue imponer una lectura ideológica de la Conquista donde las víctimas son los indios, y los verdugos, los españoles. Los vencedores matan a

los indios. Esto no es la realidad; hubo un mestizaje y el descenso de la población fue de otra naturaleza. Estamos en un momento de discusión sobre esas fuentes y confío en que tendremos una lectura más apegada a la realidad, entender mejor las fuentes de la época. En tu libro Cortés escritor, aventuras una hipótesis que ha causado polémica: atribuir la escritura de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España a Cortés y no a Bernal Díaz del Castillo. ¿Cómo llegas a esta conclusión? Había cosas imposibles. ¿Cómo es que Bernal, un autor alejado de Cortés, estaba en situación de conocer tantas cosas íntimas y tantos datos de historiador? Había una contradicción entre el perfil del narrador y el contenido, con mucha información de primera mano. Ese fue el inicio. Luego trabajé sobre la prohibición, que tuvo lugar en 1527, un elemento muy importante. Se oculta el hecho de que Cortés fue un escritor famoso. Escribe la Segunda carta de relación en 1520. En 1522 se publica en Sevilla, en la gran imprenta de Jacobo Cronberger. Fue un éxito. En cinco años tuvo doce ediciones, es decir, más de 8 mil ejemplares. Es mucho para la época porque además el libro es caro, equivale al precio de un caballo. Esto disgustó mucho a Carlos V, le causó tanta envidia que prohibió la impresión. Todos los ejemplares en España fueron recogidos y quemados en plazas públicas. Cortés es un autor famoso en el mundo culto de Europa, no solo por lo que cuenta sino por su manera de narrarlo. Por tanto, hay que considerarlo un escritor. Al final de

su vida, en Valladolid, decide escribir sus memorias que no son otra cosa que la conquista de México y lo hizo —esto fue un elemento clave— a cuatro manos. Escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y pidió a López de Gómara escribir otra versión, que es la Historia de la conquista de México. Hay tantas semejanzas entre las dos obras que resultaba imposible organizar una materia tan densa como la conquista de México, con el mismo ritmo, la misma selección de las escenas. Partí de esa idea y descubrí todo el proceso de escritura de la Historia verdadera. Esta hipótesis ha sido apoyada, no estoy solo en el debate. La Biblioteca Nacional de París decidió eliminar la autoría de Díaz del Castillo. El libro aparece sin autor. Debajo del título se lee una nota que dice: “Hasta 2013 la autoría se atribuyó a Bernal Díaz del Castillo y, a partir de la investigación de Christian Duverger, la obra se atribuye a Hernán Cortés”. Si una gran biblioteca del mundo lo hace a partir de dictámenes, es un cambio que no se puede rechazar y eso es muy favorable para entender el proceso de revisar la literatura alrededor de la conquista de México. ¿Cómo marca la Conquista nuestra identidad, qué es la mexicanidad y en qué momento se funda? La mexicanidad está vinculada al mestizaje. Si no aceptamos el mestizaje, no se acepta la mexicanidad. La mexicanidad cristaliza una forma histórica de mestizaje. En muchos aspectos, la sociedad mexicana de hoy tiene su dimensión indígena. Por ejemplo, la vida política es mucho más indígena, más prehispá-

El autor de Cortés y Crónica de la eternidad.

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nica, que occidental. Los discursos políticos en México no pueden entenderse sin el peso de la tradición de los prehispánicos. Hay que aceptar el mestizaje; no se trata de una categoría inferior a la pureza étnica. La pureza étnica es una invención, se hizo para reafirmar la superioridad de unos sobre otros, de una parte del mundo sobre otras. Creo que podríamos, con gran provecho, salir de esta visión decimonónica que impuso la idea de la confrontación entre grupos dominantes y grupos explotados que no corresponde con la realidad de lo que ocurrió en el siglo XV1. ¿Es pertinente exigir perdón a España por la Conquista? No podemos negar que entre la idea y la realidad hubo una diferencia. Cortés tenía un sueño, el sueño del mestizaje, de la integración de grupos españoles dentro del marco prehispánico mesoamericano, pero la realidad fue diferente. Hubo destrucciones y, al final, la creación de una entidad nueva, equilibrada, y eso es el México de hoy. Ahora bien, yo no tengo ninguna responsabilidad política, así que el perdón no es mi problema. Como historiador, no sé qué significa pedir perdón después de 500 años. Son catorce o quince generaciones y seguramente hubo villanos y personajes excepcionales. No sé si es pertinente trabajar sobre la idea del perdón. Sí puedo decir que no es una idea prehispánica. Si México quiere instalarse en una continuidad indígena hay que utilizar un sustrato conceptual que sea prehispánico. El perdón, más que una idea prehispánica, es una idea religiosa que nos viene del Viejo Mundo.

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ARTES VISUALES

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RESEÑA

Un pirata en el desierto Luis Argudín recrea la zona sagrada de Wirikuta, sus campos de fuerza y sus rayos de luz

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n más de treinta años de conocerlo, no recuerdo haber visto a Luis Argudín cejar en su carrera. Tampoco flaquear, hasta en momentos difíciles como aquel accidente doméstico que lo obligó a atarse un pañuelo de pirata que ocultara su cicatriz en el cráneo. Para completar la valerosa estampa, solo le faltaron el parche en el ojo y el tricornio con pluma de avestruz y gemas cosidas, accesorios que popularizaron los navegantes del siglo XVII y La isla del tesoro de R. L. Stevenson. Las botas rodilleras negras, creo que sí las usaba… Argudín demostró siempre la pertinencia contemporánea de la gran tradición de la naturaleza muerta. Además del métier, le sobra destreza técnica en la “cocina” pictórica que preside al buen cuadro. Hacia los años 1990 se demoró en el género de las Vanitas, canónico desde el Barroco, y del que retomó el “microcosmos lleno de connotaciones simbólicas (a través) del espejo, del cráneo humano, del reloj de arena (y) la advertencia de que las cosas existen solo porque la muerte es verdad universal y absoluta”.1 Aves disecadas, frondosos desnudos femeninos, extremidades desmembradas proyectaban sus sombras en telas rojinegras y cortinajes de fondo que enmarcaban la escena con suma teatralidad. Son consuetudinarios en la producción de Argudín el arsenal de objetos, el énfasis dramático, la preeminencia de la metáfora sobre la anécdota, la luz que producen las regias escalas cromáticas y que “se dispersa con impetuosidad de adentro hacia fuera”,2 la especulación sobre la historia de la pintura y el acto mismo de pintar. Provisto de erudita formación en el Hammersmith College of Art y el Hornsey College of Art de Londres, él mismo docente de Ética y Estética en la UNAM, ha seguido una irreprochable trayectoria. No alardea al asimilar a los maestros italianos del siglo XV, al barroco español, a vanguardistas como Braque, Saura y Tàpies. Ni cede a la propensión postmoderna al pastiche. Bien plantado en su tiempo, persigue con jubiloso rigor un saber vivencial y estético con el fin de “abrir la caja de Pandora del sentido secreto de las cosas”, como dice él, a modo de soltar los destellos subconscientes del proceso de creación. “La función esencial al arte, y también a

SYLVIA NAVARRETE ÓLEO LUIS ARGUDÍN

Wirikuta Luz, de la exposición abierta al público hasta el 24 de enero en el Seminario de Cultura Mexicana.

la filosofía, es una labor de ascesis, de limpieza y de terapia frente al consumismo material y mental del paisaje actual”,3 sostiene Argudín. Expuso recientemente en Xalapa sus nuevas series: Estratos y Topografías. La primera, que mantiene la lógica figurativa, trata de la concatenación entre tierra y cielo. En la cultura prehispánica, la vida cotidiana transcurría bajo la temerosa intuición de un mundo subterráneo, el Mictlán; en la novohispana, en la aspiración a acceder a la dimensión superior que prometía el paraíso. Se imaginaba una eternidad de beatitud, más feliz y compensatoria, por impotencia en concebir la muerte como cesación de la existencia y destrucción general de las cosas —la antítesis del Seol del judaísmo, que es todo tinieblas. Topografías constituye el núcleo de la exposición visitable hasta el 24 de enero de 2021 en el Seminario de Cultura Mexicana (Mazaryk 526, Polanco). Argudín culmina aquí la exploración que sostuvo en ciclos

Las líneas de las Topografías se tornan ahora conexiones entre cielo y tierra

anteriores, pues confiere al marco una calidad protagónica en términos compositivos: por cuenta propia, los pliegues de la tela rayada establecen o grafican espacios (topos); se construye el cuadro como la trama y la urdimbre de los tapices y gobelinos antiguos. En julio de 2019 Argudín viajó al desierto de San Luis Potosí, abajo de Real de Catorce, donde caminó y acampó durante 25 días. A tal grado lo marcó esta experiencia que lo incitó a transformar sus Topografías en el conjunto titulado Wirikuta (el nombre huichol de esa zona sagrada salpicada de peyotes), que lo ocupa hasta el día de hoy. Las líneas de las Topografías se tornan ahora rayos de luz, campos de fuerza, conexiones entre cielo y tierra; de las yucas surgen guardianes que vinieron de esferas desconocidas a poblar el territorio yermo. En el intervalo, invité a Argudín a participar en una exposiciónsubasta sobre las manos como arquetipo universal, herramienta de trabajo tanto utilitario como creativo, y símbolo de unión, en apoyo a la Fundación Vicente Ferrara que crea escuelas de oficios para jóvenes de bajos recursos en

Monterrey y Ciudad de México. ¡Y he allí que empezaron a aparecer las manos en Wirikuta! En el páramo del Norte lo habían intrigado algunas formaciones de rocas, muchas de ellas dispuestas en círculos con fines ceremoniales, y otras de las que sigue sin explicarse la función. Las manos, al igual que esas piedras, cobran en sus pinturas una presencia simpática y a la vez inquietante, fantasmagórica, que trasciende sin contradecirla la mera justificación de orden plástico. Dicho motivo espectral, como casi todos sus pares en la iconografía de Argudín, perpetúa los valores poéticos, pero no por ello menos arbitrarios y enigmáticos, de este gallardo veterano de la pintura.

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1 Teresa del Conde, “Luis Argudín: Vanitas”, La Jornada, México, 6 de abril de 1991. 2 Raquel Tibol, “Ensayos pictóricos de Luis Argudín”, Proceso, México, 26 de agosto de 1991. 3 Luis Argudín, “El arte como profesión”, conferencia, Universidad Pedagógica Nacional, México, 8 de septiembre de 2004 (archivo personal).


EN LIBRERÍAS

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NARRATIVA, ENSAYO Elástico de sombra

Un amor

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A FUEGO LENTO Una clara y gélida mañana...

El libro de Eva México, 2020

Juan Cárdenas Sexto piso México, 2020 112 páginas

Sara Mesa Anagrama España, 2020 185 páginas

Roland Schimmelpfenning Periférica España, 2020 210 páginas

El título de esta novela hace referencia a un legendario arte de combate, de raíces afrocolombianas, que permite luchar en la más completa oscuridad. Ese arte es el ideal que persiguen dos veteranos macheteros, que en su viaje iniciático deberán enfrentar a espantos, brujas y seres horrendos. Lo sobrenatural habita el mundo de la injusticia social y los enconos políticos. Cárdenas rescata los relatos orales de la región del Cauca para dar fe de la resistencia indígena.

La Escapa, donde transcurre esta novela, es más que un pueblo lejos del bullicio y el mar; es una entidad viva, que oprime a sus habitantes y los lleva a expresar lo peor de sí mismos. Ahí se establece la protagonista, una joven traductora, que parece conforme con la medianía de sus vecinos, hasta que salen a flote los prejuicios y los tabús ancestrales, los silencios y los equívocos. Los límites de la moral se estiran de tal manera que terminan por romper la cuerda.

La presencia de un lobo (un hecho insólito después de más de un siglo), que parece venir de las estepas polacas y se dirige a Berlín, es el hilo conductor de esta novela. Su autor, que ha hecho carrera en el teatro, entrevera esta aparición con las vidas de algunos personajes abrumados por los vientos políticos que soplan sobre Alemania. La gentrificación, la marcha salvaje del capitalismo, la incomunicación en tiempos de redes sociales son sus intereses más acentuados.

El mono ansioso

Beethoven y Paganini

El amor (cortés)

Xavier Roca-Ferrer Arpa España, 2020 452 páginas

Adolfo Martínez Palomo El Colegio Nacional México, 2020 100 páginas

André el Capellán Akal España, 2020 216 páginas

Una biografía de la angustia, la melancolía, el hastío y la depresión que arranca en Mesopotamia y llega hasta la segunda década del siglo XXI, cuando se avizora una encrucijada entre un futuro de imbéciles felices o de intelectuales deprimidos. El volumen puede leerse no solo como un avistamiento psicológico sino como una amplia revisión de la cultura, la filosofía, las religiones y las artes. La conclusión es aterradora: la depresión es la enfermedad reinante en la historia.

Cuarto tomo de la serie Músicos y medicina. Historias clínicas de grandes compositores. Como observa Martínez Palomo, estos volúmenes no solo dan cuenta de los malestares físicos de los diferentes genios sino que son al mismo tiempo una historia de la medicina con sus limitaciones impuestas por la época. En el caso de Beethoven, además de su famosa sordera, padeció un malestar intestinal; en el caso de Paganini, una tos inició su deterioro físico.

Aparecido a finales del siglo XII, este libro tiene como modelo El arte de amar y Remedios contra el amor de Ovidio. Codifica los principios de una nueva forma de ver el amor que se impuso en las cortes europeas en la Edad Media; el autor fue un clérigo que formó parte de este ámbito. El estudio introductorio del editor Enrique Montero Cartelle explora los antecedentes, analiza el estilo de Andrés el Capellán y estudia su influencia en la literatura española.

La primera, la última ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

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i los seres que pueblan la Tierra son obra del Creador; ni Eva nació de la costilla de Adán; ni el fuego se debe al ingenio de un patriarca obsesionado con los sacrificios; ni Caín fue la semilla envenenada del género humano, ni Abel un pastor bienaventurado; ni Noé, siempre lascivo por el alcohol, respondió a una voz sobrenatural y construyó un arca para preservar del diluvio a las especies animales y vegetales. Son otros los hechos narrados en El libro de Eva (Alfaguara), una encantadora y revoltosa novela nacida de la alegría de vivir. Son otros los hechos porque, según la trama urdida por Carmen Boullosa, el Génesis recoge las mentiras de un fabulador envidioso —del clítoris, por supuesto— y holgazán, el mismo Adán, quien alguna vez impuso el derecho de propiedad, la existencia de un Todopoderoso y la devaluación física y moral de la mujer. La voz que seguimos proviene entonces de ese otro lado, marginal y subterráneo, donde las palabras no han sido quebrantadas por el silencio. Al reivindicarse como “la primera de los nuestros”, como quien echa por tierra el mito original del barro y el soplo, Eva reivindica a su vez la condición femenina y los dones de la tierra: la agricultura, el canto, la arcilla transformada en utensilios, el pan, los hilados… Su existencia, si hemos de llamarle de alguna manera, pues no fue engendrada ni camina hacia la muerte, es una lucha ejemplar, aunque a final de cuentas infructuosa, contra los privilegios y el orden de los más fuertes. El libro de Eva puede considerarse un elocuente capricho teologal, sobre todo por la presteza con la que contradice ciertos dogmas. Pero ya que aspira a un público que sabe de reivindicaciones y demoliciones de antiguos ídolos, es, sobre todo, y sin perder su voluntad literaria, un rompimiento de lanzas contra el patriarcado. De Adán a los nietos de Noé —el linaje que consigna la novela— no encontramos sino gorjeos dementes, discursos idiotas, actos y leyes concebidos por la lujuria o la sinrazón. Pero no es el pasado al que apunta El libro de Eva. Inquiere al presente, la versión remasterizada del Caos que antecedió a todo. (Por cierto: en un juego cervantino de falsas y verdaderas atribuciones, El libro de Eva se presenta como “un rudo manuscrito proveniente de Toledo”, agriamente prologado por Teresa de Ávila.)

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: SALVADOR VÁZQUEZ

9 DE ENERO 2021

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HUSOS Y COSTUMBRES

Pasos ANA GARCÍA BERGUA

E

esta extraña sinfonía siguiéndonos por toda la casa; quizá habrá quien no la escucha y se lamente del silencio, pero el silencio absoluto sería aterrador. Ya lo es el silencio de los que se fueron sin podernos despedir; ¿cuánto silencio más nos queda? Para muchos aquel encierro no ha existido nunca; aquellos que lo hemos practicado, en la medida de las posibilidades, hemos aguzado los sentidos y el tiempo pasa, quizá, más lento. Las cosas pequeñas se han hecho grandes y vemos la proximidad de aquello que se sentía normal como un cambio de ritmo, los músicos de la orquesta se preparan para sentarse a tocar y que recomience el baile. ¿Se reanudará pronto el baile? Pienso en la proliferación de prosa y poesía sobre la pandemia que surgirá en este año que comienza y en los próximos, mientras leo en Léxico familiar de Natalia Ginzburg, libro extraordinario que una buena amiga

n el confinamiento uno empieza a oír los pasos e identificarlos: el paso que se arrastra de quien ya está cansado, los fuertes saltos de los niños y los jóvenes, el pasito desacompasado del gato viejo. Uno escucha también sus propios pasos y los zapatos que elegimos y cambiamos para salir a la calle tocan ritmos diferentes. A los pasos de casa se añaden, a veces, los pasos de los vecinos —¡aquella vecina que bailaba sobre nuestras cabezas, hace tiempo!— en el techo y por el cubo de las escaleras. Pasos y palabras como quien oye pasos: llevamos ¿casi un año? escuchando pasos. A los pasos se añaden los murmullos, las toses, los timbres y los ecos, el gorgoteo de las tuberías, perros que jadean al regreso del paseo, músicas cercanas o en sordina. De vez en cuando un grito nos asusta, luego se apaga. De vez en cuando grita, allá afuera, una ambulancia, entre los cláxones y los motores de los autos. La soledad es también

me puso ante los ojos, este párrafo situado en la posguerra italiana: “En aquel tiempo había dos formas de escribir. Una de ellas consistía en una simple enumeración de acontecimientos, siguiendo el rastro de una realidad gris, lluviosa, avara, sobre el telón de fondo de un paisaje austero y mortificado. La otra era un entremezclarse en los acontecimientos con violencia y con delirio de lágrimas, de suspiros convulsivos, de sollozos. Ni en un caso ni en el otro se escogían ya las palabras, porque en un caso las palabras se confundían con lo gris y en el otro se perdían entre los gemidos y los sollozos”. Toda proporción guardada, pero ¿seguirán nuestras palabras aquel rastro de una realidad avara o se entremezclarán con violencia y lágrimas? Otros, quizá, seguiremos la huella del antiguo caminar interrumpido, concentrados en escuchar estos otros, obsesivos, pasos.

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CAFÉ MADRID

Viajes profundos

A

yer estuve en Brasil. Es un país muy grande, pero me dio tiempo de recorrer buena parte de su superficie y, sobre todo, de hurgar en su tristeza hasta encontrar su alegría. Conocí a Bolsonaro y sus excentricidades y, ya estando ahí, saludé a Lula (¡así como lo leen!). Luego, en las favelas de Sao Paulo, escuché con atención a las funkeiras, unas mujeres opuestas al estereotipo de belleza blanca y burguesa, es decir, gordas y mulatas, que con sus canciones pretenden “derribar a la sociedad patriarcal”. También visité las entrañas de Rede Globo, la cadena de televisión que con sus noticiarios tendenciosos y sensacionalistas, sus telenovelas llenas de acción y sentimentalismo y sus cardiacos partidos de futbol, domina el imaginario colectivo del país de la samba. No pude dejar de asistir a un culto de la poderosa e influyente Iglesia Universal del Reino de Dios y luego, con la calma instalada en mi ser, dar un paseo por la Amazonia. Pero más tarde mi adrenalina me impulsó a colarme en el torbellino del carnaval carioca. Y, al final, fui testigo de los enfrentamientos por el control del mercado de la droga en este enorme rincón del mundo. Esta mañana llegué a Japón. Y aquí las cosas son de otro color. Entre la melancolía y templanza de los japos, descubrí su verdadera religión: el culto a los antepasados (a los supervivientes del tsunami de 2011, por ejemplo). Me topé con varias ejecutivas que, después de saborear el éxito, el placer de mandar a un puñado de subordinados y el ajetreo desenfrenado tokiota, ansían regresar a “la paz del hogar”. Aproveché para enterarme de las características de la forma de gobierno

VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA VOYAPON

de esta tierra superpoblada y posmoderna (tan monárquico y patriótico, oigan) y de su clase media que, pase lo que pase, siempre se centra en la paz social. Pero también (todo hay que decirlo) supe de sus particulares emociones y depresiones. Incluso asistí a un torneo de sumo y fui a escuchar blues (¡hay que ver lo que le gusta ese ritmo a esta gente!). Y, no me lo van a creer, pero llevo un buen rato tratando de seguir las pautas del

No crean que The Passenger es una simple guía turística o una revista semanal o mensual de viajes

“arte de evaporarse” (desaparecer, crearse una vida en otro lugar, vivir como un fantasma para huir de las deudas... ¡Esas cosas tan japonesas!). No me he fumado nada. Lo que pasa es que llevo un par de días sumergido en las páginas de The Passenger, un maravilloso bookazine (o sea: un libro-revista) que, después de su éxito en Italia, ha comenzado a publicarse en España y que, debido a que la pandemia nos jodió los desplazamientos, se antoja como la mejor y la más completa solución para poder viajar en estos tiempos (en detrimento de la industria turística, eso sí). Cada número de The Passenger es monográfico. Después de los dedicados a Brasil y Japón, vendrán India y Turquía. Se trata de un conjunto de

Una calle tradicional de Tokio.

ensayos, crónicas, reportajes, relatos y capítulos de libros, escritos por autores de renombre en la literatura y el periodismo internacional, que permiten conocer a fondo la cultura e identidad de un país con todos los elementos que han participado en su trasformación contemporánea: sus debates públicos, las sensibilidades de su gente, sus temas candentes y sus heridas abiertas. Pero también cuenta con ensayos fotográficos, infografías e ilustraciones, recomendaciones de libros y de películas, “falsos mitos” y hasta una playlist de Spotify, con los artistas del país en cuestión para acompañar la lectura. Así que no crean que es una simple guía turística o una revista semanal o mensual de viajes con recomendaciones de sitios para hacerse selfies. Aquí no hay estereotipos y nada es superficial. Por eso, también, hay que disponerse a realizar un trayecto profundo y, en consecuencia, dedicarle mucho tiempo de lectura. Admito que estoy encantado con este montón de páginas llenas de periodismo de solidez humanística y que, desde hace mucho, no me zambullía en la deconstrucción de la complejidad de un país como lo he estado haciendo ahora. Sé, desde luego, que tal vez no es más que una forma de evadir la cruda realidad de estos días, pero qué más da. Así que permítanme continuar con la siguiente parada de mi viaje: el antiguo pueblo de los ainus, al norte de Japón, calificado por muchos como “una aberración prehistórica” por resistirse a la asimilación y empeñarse en seguir sus propias tradiciones, mientras escucho Inu to neko, un temazo de Nazuyoshi Nakamura. ¡Sayoonara!

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