Suplemento cultural de MILENIO LABERINTO CHAUNACDEALEXISPINTURA: SÁBADO 13 DE AGOSTO DE 2022 - AÑO 19 - NÚMERO 1000 Tedi López Mills • Francisco D. González • Fernando Zamora • José Luis Martínez S.• EKO • Armando González Torres • Alejandro Arras • Alexis de Chaunac • Andrea Chapela • Guillermo Santos • Luis Antonio Rojas • Clyo Mendoza • Michel Nieva • Carlos Manuel Álvarez • Orlando Mondragón • Astrid López Méndez • Laura Sofía Rivero • David Noria • Roberto Pliego • David Toscana • Julio Hubard elImaginarfuturo
FRANCISCO D. GONZÁLEZ Sextina A lcanzo a ver la sombra de tus lentes junto al marco de la foto, a un lado de la base que sostiene al reloj y recuerdo la caricatura del pájaro con tres alas y pico chueco volando en el círculo de aire que dibujaste con tu pluma negra en mi cuaderno después de revisar de nuevo el fajo de papeles. Era lunes, cerca del mediodía. Sonó el timbre y guardaste con rapidez los papeles en la caja que colocamos en el piso y, al pararte, se cayeron los lentes, tras ellos también el cuaderno, y te dije que tuvieras cuidado con la foto. Abrí la ventana para que entrara en el cuarto un poco de aire, vi la hora inexacta en mi reloj, la comparé con la tuya, que siempre me lleva la delantera en tu reloj, y me propuse poner en orden los papeles. Una brusca corriente de aire alzó la cortina, rozó la superficie de la mesita de noche, movió de lugar tus lentes, ladeó la foto donde te inclinas sobre un cuaderno y escribes en la página a rayas, en la esquina superior izquierda del cuaderno, la fecha —o eso imagino— y luego quizás una frase acerca de cómo ya no percibes la menor relación entre el tiempo de tu cabeza y el tiempo del reloj, y en el trasfondo de la foto se ven tres árboles sin hojas y, en un primer plano, el escritorio viejo de la señora de la casa, una pila de papeles y tres pares de lentes. Pienso en la imagen caduca del aire que se cuela como una mala costumbre en los espacios de las palabras que me gustaría usar para describir con ejemplos la distancia entre el aire de afuera y el de adentro, que no se asemeja para nada al camino que fuiste trazando con puntos en tu cuaderno antes de meterlo en un cajón, quitarte los lentes y alejar el reloj de los papeles que acabé desperdigando para volver a acomodarlos en un archivero donde encontré una foto antigua, en blanco y negro, con manchas color sepia. Estás de perfil en la foto, el pelo largo, las cejas bien delineadas en el cuadro gris del aire que te contiene como si te hubiera inventado y no fueras tú, sino un sucedáneo de ese paisaje que no reconozco y me perturba mientras voy numerando con lápiz los papeles que recibí en una enorme carpeta la semana pasada, cuando por fin pude desatorar la puerta en el Canto XV de mi Comediaapócrifa, y un joven me pidió mi firma en un documento de su cuaderno y aclaró que a los cinco meses se pierden los privilegios del cuerpo presente, y me dirigí hacia tu estudio, le añadí diez minutos a mi reloj, despedacé con las manos mis lentes y me senté en tu silla. Revisé con la lupa de tu repisa las iniciales diminutas que anotaste en otro cuaderno ese miércoles en que la velocidad del aire que recorría los tubos fue descendiendo segundo tras segundo y apareció en la habitación una mujer demasiado amable y me dijo “venga conmigo, por aquí…”. Sería una mala broma que el futuro comenzara en una sala de espera. Pero así está ocurriendo: voces tenues, música ambiental, “el ruido afelpado del silencio” y alguna luz que se apagará por simple reflejo en tus lentes. _ EN EL BANQUILLO TEDI LÓPEZ MILLS
-02- 13 DE AGOSTO 2022 C on Kandinski creo que para entender el futuro debemos pensar Lo espiritualenelarte. Toda obra es hija de su tiempo, lo cual implica que revivir principios pasados resulta en obras que son como niños muertos. El cine del futuro no imita pues solo puede imitarse lo material. Y ahí no está la semilla del porvenir. En lo espiritual, en cambio, está lo verdadero como la entendía Heidegger. Arte es ir al futuro y volver como Hölderlin. Es ser un vidente como Rimbaud. La francesa Céline Sciamma ha viajado al futuro y ha inaugurado una nueva forma de mirar el amor. En Retratodeuna mujerenllamas pone en escena la verdad de dos mujeres que se aman eróticamente. En Petite Maman (con una bajísima producción) inaugura el universo de una pequeña que, para entender a su madre, recorre en un bosque el sendero hacia atrás. Hasta que se encuentra con ella cuando tiene también cinco años. Sciamma ha dirigido dos películas en que retoma asuntos que atormentan a la humanidad desde que nació, pero revela en ellas una verdad: el futuro. Este mismo espíritu de Sciamma, el de desocultar la verdad inaugurando el futuro, está en Sean Baker cuando dirige un largometraje usando solo un celular. Pero ojo, la simplificación de las cámaras ha complicado el elemento sonoro. Por eso en el futuro el cine irá lustrando cada vez más lo sonoro.
HOMBRE DE CELULOIDE
Sería una mala broma que el futuro comenzara en una sala de espera
Los videntes
La cultura MILENIOen
En Memoria, Apichatpong Weerasethakul hace poesía no porque versifique sino porque inaugura un lenguaje que es, a su vez, un sonido, una voz que no padece de nacionalidad. Memoria ha sido dirigida por un tailandés, producida por un mexicano y con una protagonista escocesa. Ha sido filmada en Colombia y el trabajo artesanal del diseño sonoro ha estado a cargo de un mexicano. Hölderlin y Rimbaud fueron videntes.Desde el futuro siguen revelando que lo espiritual es lo que permanece más allá de lo material. El cine de todos estos artistas lleva al futuro el germen de este tiempo lleno de una inquietud a la que llaman Memoria. _
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora C elebramos el número 1000 de Laberinto, el suplemento cultural de MILENIO que dirige José Luis Martínez S. Es un logro de todos quienes lo hacen posible, mujeres y hombres que contribuyen con su talento a la escritura, la edición, el diseño, la ilustración o la fotografía de este espacio que convoca a creadores y lectores de diversas generaciones. Es también ejemplo de la continuidad y fortaleza de un grupo periodístico que tiene en su ADN el impulso a la cultura como eje diferenciador. “En cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda; solo se gana lo que se da”, decía Antonio Machado, por eso en MILENIO hemos procurado dar siempre a nuestros lectores la mejor oferta en la materia. Desde el principio contamos con una sólida sección cultural, y con el paso de los años hemos puesto en marcha otros proyectos que ensanchan el compromiso con el mundo de los libros y el arte en general, entre estos proyectos se cuentan, además de Laberinto, la Colección Milenio Arte, Madre Editorial y los programas de Milenio TV dedicados a la lectura: En 15, Capítulo Cero y Latintaylaimagen. A todo esto, recientemente se ha agregado Librotea, plataforma de recomendación de libros que representa un esfuerzo editorial digital sin precedentes. En MILENIO, es conveniente subrayarlo, desde hace varios años instauramos en todos nuestros medios la campaña permanente “Leer es para todos”, porque estamos convencidos del poder de la palabra escrita, de la que Laberinto es el buque insignia. Felicidades por estos 1000 números y por todos los que nos depara el futuro. _
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. La captura del mañana E l ser humano es un animal que piensa a futuro, lo que muestra su capacidad para despegarse del eterno presente, condicionado biológicamente, y para oponerse a la inercia de las circunstancias. Esta orientación a futuro se ha acentuado en la modernidad, pues se supone que los avances de la ciencia, la mayor esperanza de vida y la extensión de las libertades permiten que la mayoría de las personas puedan albergar un proyecto de vida propio que se oriente al porvenir. Sin embargo, sobre esta aptitud humana para habitar en el mañana se ciernen un par de amenazas: por un lado, la exageración, o idolatría, de las posibilidades de evolución que depara el futuro; por el otro, la captura de la noción de futuro por parte de las ideologías. Por un lado, es muy común que la visión del futuro, en lugar de basarse en prospectivas y planes realistas, adquiera una tonalidad fantasiosa, voluntarista y ajena a los límites. Por otro lado, a menudo la idea de futuro tiende a ser capturada y usufructuada por las ideologías políticas y, con ello, manipulada y coaccionada. Ambos fenómenos tuvieron su auge en la primera mitad del siglo pasado. En efecto, durante las primeras décadas del siglo pasado, se creyó que era posible moldear y modelar el futuro, no solo de los individuos, sino del conjunto de la especie y superar todos los límites de lo humano, incluyendo la mortalidad. Estas ilusiones de perfectibilidad y cambio integral podían alcanzarse mediante instrumentos que iban desde los avances tecnológicos y las teorías eugenésicas hasta las revoluciones y los grandes proyectos de ingeniería social. Paralelamente, y en parte por esta ansia de consumir ilusiones y absolutos, la idea del futuro fue copada por las ideologías, en especial por los totalitarismos, cuyo carisma se fincaba en el augurio de un estado de bienestar y dicha infinita para el individuo. Para alcanzar este estado de gracia en la tierra, el individuo simplemente debía delegar la hechura del porvenir a una minoría profética, renunciar a sus propios deseos y proyectos fundiéndolos en los de un difuso colectivo y diferir las recompensas por la oferta de gratificación venidera. El fanatismo político y científico se mezclaban y, por ejemplo, mientras Hitler pensaba mejorar la humanidad mediante el genocidio y la eugenesia, en la URSS se preservaba el cadáver de Lenin hasta que la ciencia hiciera posible resucitarlo. Este futurismo autoritario y delirante, que en retrospectiva parece extraído de una farsa, ejerció, sin embargo, un atractivo irresistible para muchas voluntades. Aun hoy, y pese a las traumáticas experiencias de la historia, la idolatría del futuro (con su subestimación del azar, la vulnerabilidad y la finitud humana) y su captura ideológica (con la administración y explotación de las expectativas, miedos y resentimientos sociales por parte de los populismos de nuevo cuño) siguen siendo fenómenos que ensombrecen nuestra capacidad de ver hacia delante _ ESCOLIOS ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar El carisma de las ideologías se ncaba en el augurio de un estado de dicha Laberinto, resulta frenética. ¿Qué vendrá después? De eso se trata este número, de imaginar el porvenir. Lo hacen nuestros colaboradores habituales y un grupo de jóvenes autores con una trayectoria y una obra reconocida tanto en la escritura como en la pintura y la fotografía. Llegamos a mil números, lo que no sería posible sin el respaldo de Don Francisco A. González y del ingeniero Francisco D. González. Aun en las situaciones más complicadas, han decidido mantener abierto este espacio, tanto en su edición impresa como digital. Su conocimiento y apoyo a la cultura abarca otras áreas y otras iniciativas; son respetuosos de nuestros contenidos y en todos estos años solo me han sugerido una colaboradora. Lo hizo Don Francisco, quien una tarde me llamó para preguntarme si ya había leído Elinfinitoenun juncoy al día siguiente para decirme si no sería buena idea contratar, paLaberinto y la sección cultural de Milenio, a Irene Vallejo, quien tiene un libro cuyo título he tomado para estos apuntes: El futuro recordado Gracias a ellos, a Ángel Cong y Óscar Cedillo, respectivamente director general y director editorial de MILENIO, gracias a nuestros lectores y a todos aquellos que participan en este ejercicio de imaginación y libertad alcanzamos esta cifra: mil números. Un motivo, sin duda, de orgullo y celebración. _ ra
-03-13 DE AGOSTO 2022 EX LIBRIS El futuro será depresivo/ EKO E n la portada de Milenio Diario del domingo 22 de junio de 2003, a mitad de página, aparece la noticia: “Hoy Laberinto, nuevo suplemento cultural”. Era el año 4 y el número 1269 del periódico dirigido entonces por Carlos Marín. El tema principal del suplemento recordaba el centenario de un profeta: George Orwell, con textos de Hernán Lara Zavala y José de la Colina (1934-2019), uno de nuestros más cercanos colaboradores, un amigo y un maestro. En su ensayo, titulado “El pesimismo de un visionario”, Lara Zavala escribió que en la obra de Orwell “encontramos un constante recordatorio de los excesos en los que puede caer el ser humano”. De ahí su irremediable vigencia, advertía por su parte De la Colina, dirigiendo sus dardos contra “las almas puras” de los trasnochados extremistas de izquierda y derecha. Mil semanas después, volvemos al principio, a la reflexión sobre el futuro. ¿Cómo lo imaginamos? Al comenzar esta experiencia, ni en los momentos más oscuros pensé en la posibilidad de una pandemia ni en el prolongado encierro a que nos obligaría el miedo al contagio. Vivimos en un mundo extraño. Entre tantas otras cosas, son cada vez más frecuentes las relaciones virtuales y la actividad en las redes sociales, casi inexistentes cuando apareció
El recordadofuturo
ALEJANDRO ARRAS GRABADO ALEXIS DE CHAUNAC ENSAYO
Apuntes porvenirpensarparaeldelosvideojuegos
Achmouneyn (2020).
Las herramientas que otrascambiaronentretenimientoeranhaciautilidades ciudad. A veces hasta la página 83 se da uno cuenta que el personaje que pensó de cierto modo es en realidad chaparro y de ojos grandes. En el cine uno se deja llevar por la corriente de escenas. Si te duermes frente a la película, esta continúa sola. Ahora, los videojuegos tienen una cualidad que no tienen ni el cine, ni la literatura: la libertad de movimiento del protagonista, el control. Puede uno moverse hacia adelante o hacia atrás, derecha o izquierda, girar la cámara o dejar de moverse, y esto es mina de muchas curiosas posibilidades. Los mejores ejemplos están en los videojuegos de mapa abierto como RedDeadRedemption2, Death Strandingo GrandTheftAutoV. Uno puede adentrarse a esos espacios solo para vivir sensaciones, experiencias. Hugo Hiriart escribió que las experiencias que hemos vivido construyen las posibilidades de lo que podemos sentir cuando soñamos. ¿Qué pasará entonces cuando juguemos tal calidad de complejidades con lentes, audífonos y controles en las manos? ¿Serán “cine” o “videojuego”, palabras que suenen diferente a los oídos según el tiempo? Vuelvo a la idea de Harold Bloom: nunca podré montar un caballo en el desierto de Arizona en tiempos de Porfirio Díaz, jamás tendré en las piernas un aparato que me ayude a correr a grandes velocidades, mucho menos volar una avioneta por los cielos de Los Ángeles para luego aventarme con paracaídas, pero los videojuegos seguirán buscando aproximarse a aquello, eso sí, en calidad siempre de espectadores. Apagas la pantalla, cierras la página y los días continúan, pasan los años... El cine, la literatura y los videojuegos son formas de otredad, por lo que me quedo pensando: ¿el problema de la realidad virtual en exceso no es parecido a lo que le sucede al lector encerrado en su torre con libros, encorvado, hecho bola, y que al salir a la calle parece un náufrago del mundo real? _ Alejandro Arras (1992). Politólogo, escritor y director editorial de Ediciones Moledro. Perfil del viento (2022) es su primer libro.
Alexis de Chaunac (1991). Su obra se ha expuesto en galerías y museos como Sargent’s Daughters en Nueva Yory, el Carrillo Gil en Ciudad de México y Von Morisse Galery en Brooklyn.
-04- 13 DE AGOSTO 2022
La realidad virtual tiene una cualidad ajena al cine y a la literatura: la libertad de movimientos A l comienzo de ¿Cómo leeryporqué?, Harold Bloom dice a sus lectores: “Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad […]. Lo devuelve a uno a la otredad […]. Leemos no solo porque nos es imposible conocer bastante gente, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la comprensión imperfecta y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional”. ¿Acaso estas líneas podrían aplicarse también a la experiencia de jugar un videojuego? Solía decirse, en las últimas décadas del siglo pasado, que los videojuegos eran cosas para niños. Algunos adultos veían en el aparatito conectado a la televisión una especie de juguete de mesa, de tiro de dardos electrónico. Lo decían con cierta razón porque miraban, de paso, juegos como SuperMarioBros que consisten en saltar plataformas e ir subiendo de nivel de dificultad. Era menos sabido que ya existían juegos complejos, con otras tentativas, merecedores del calificativo de obras de arte y que recuerdo les llamábamos entonces —unos con tedio, otros con veneración— “juegos de leer”. Por mencionar tres de esa época: ChronoTrigger (1995), de Akira Toriyama y Yuji Horii, unánimemente considerado como uno de los mejores RPGs, por su trama, música, mecanismo y personajes; Metal Gear Solid (1998), de Hideo Kojima, pionero en introducir escenas cinematográficas al género; TheLegend of Zelda: Ocarina of Time (1998), de Shigeru Miyamoto, inmejorable historia de dimensión literaria. Desde entonces ha habido buenos y malos juegos. Los que quedan para siempre en la memoria y los que olvidamos a los pocos días. Tal como en literatura hay romance novels de sospechosas autorías y sacudidas en páginas escritas por O’Connor. En cine, películas palomeras de TheAvengers y las que dirigió Tarkovski. Así sucede en el mundo de los videojuegos: pocos buenos y muchos malos. Hoy los niños gamers de los ochentas y noventas son adultos. La industria evoluciona a su lado. El nivel de realismo gráfico es mayor. Los viejitos del presente declaran que “¡hasta parecen películas!”. Las herramientas tecnológicas que comenzaron siendo entretenimiento han cambiado hacia otras utilidades: se usan juegos de batallas de guerra como métodos terapéuticos en veteranos con traumas psicológicos, los analistas deportivos explican jugadas con un PS5, los simuladores de manejo sirven de examen en aerolíneas y empresas automotrices. Pero lo que más sobresalta es la influencia que está teniendo en medios cinematográficos, en comerciales, en el arte del cine, particularmente la realidad virtual ¿Cómo se desarrollará y será en el futuro? ¿Habrá un nuevo género? ¿Un hibrido entre el videojuego y el cine? El cine carece de la sugestión imaginativa de los libros. En las películas los personajes y lugares se presentan en concreto. En los cuentos o en las novelas el lector tiene que inventárselos, crearlos conforme a la narración: es alto, chaparro, güero, moreno, vive en la esquina de tal calle, en tal
La copia de un ser humano se proyecta en tres dimensiones como si fuera real
alguienembarazadaestabaysoloqueríahablarconqueledieraesperanza la espalda. Tenía el cabello negro, ondulado y largo, y traía puesta una sudadera de un rojo tan brillante, que Tere no pudo despegar su mirada de Sabíaella.que no entraría a la otra sala. Durante la última semana había pensado mil veces en esa conversación, siempre con el mismo resultado. La chica en el otro cuarto sabía que era una copia, que su nieta vendría a verla, pero cómo podía Tere explicarle lo demás, todo lo que unos años después su verdadera abuela vivió, cuando el mundo seguro de su adolescencia se terminó. Cómo iba a contarle que pasó el resto de su vida huyendo, cruzando el país a pie en busca de un lugar seguro, que apenas sobrevivió su embarazo y que esa niña siguió sus pasos por un mundo donde el aire, el agua, la tierra, todo lo que la rodeaba, estaba tratando de matarla. Que ahora su nieta estaba embarazada y lo único que quería era hablar con alguien que le diera esperanza. Por un momento había pensado que su abuela, aunque fuera una mera copia adolescente, podría ser esa persona porque tenían el mismo nombre, los mismos ojos, el mismo cabello indomable. Pero ¿qué podía saber esa niña a la que le gustaban las ballenas y el pop coreano del miedo a traer un bebé a este mundo en recuperación, que en cualquier momento podía volver a hundirse? Tere exhaló y apoyó su mano en el estómago abultado esperando sentir los movimientos que apenas unos días antes la habían sorprendido, pero el bebé en su interior se mantuvo quieto, dormido. Pensó que un día, dentro de algunos años, cuando el bebé ya hubiera crecido, regresaría. Entonces podría mirar a su abuela a la cara y decirle sin dudar que todo lo que habría de vivir las conduciría hasta ese momento. Tere ya no tendría miedo y podría escuchar a su abuela contarle sobre ese mundo perdido de elefantes, ballenas y viajes a la playa. _
-05-13 DE AGOSTO 2022 Víctima de Medusa (2018). Óleo sobre papel. La doctora Sánchez le clavó una mirada por encima del marco de sus anteojos.—No.Por ley se necesita la firma de un familiar para usar las entrevistas en nuestra investigación. Cuando acabe, le puedo ayudar con la documentación.Ladoctorasedio media vuelta. Tere la vio alejarse y cuando estuvo segura de que estaba lejos abrió la puerta. Se encontró en una antesala. Un ventanal la separaba de la habitación contigua, en donde la figura tridimensional y ligeramente transparente de su abuela a los dieciséis años estaba sentada dándole
L a tipografía roja sobre la puerta de madera cambiaba el nombre del museo al año de su apertura cada tres minutos. Tere Li ya había visto el ciclo al menos tres veces y, aunque llevaba más de diez minutos de retraso, no se atrevía a entrar. El edificio parecía viejo, aunque en realidad no podía serlo. El proyecto del museo tenía más de cien años y el archivo se había mudado muchas veces durante los distintos momentos de crisis climática. Sin embargo, este nuevo edificio había abierto sus puertas apenas dos años antes. —¿Señorita Li? —preguntó una mujer al abrir la puerta. Tere dio un pequeño salto y casi perdió el equilibrio, aún no se acostumbraba al peso del segundo trimestre de embarazo—. Soy la doctora Sánchez, la encargada de la cápsula de su abuela. La estaba esperando dentro. Si quiere pasar… Tere la siguió por el recibidor hasta un cuarto alargado, que parecía más un pasillo con anaqueles atestados de objetos variopintos, desde pelotas de hule hasta cajas de zapatos; estaban etiquetados con un pequeño cartel blanco y acomodados en un orden imposible de entender a simple vista. Mientras avanzaban, la doctora le explicó que, durante un periodo muy breve, la posibilidad de guardar una copia entera de una persona mediante esos objetos se había puesto de moda y gracias a ellos podían aprender mucho sobre los años anteriores a la primera crisis. —¿Qué edad tiene mi abuela en la cápsula?Alcanzaron el final del pasillo y la doctora Sánchez abrió otra puerta para pasar a un espacio de cubículos y —Creooficinas.que alrededor de dieciséis años. Por aquí. Le contó que a la copia de su abuela le gustaban el pop coreano (pero no le explicó qué significaba eso) y los animales, incluso tenía el recuerdo de haber visto un elefante. Su comida preferida eran los churros con chocolate y tenía planes de ir a la playa unas semanas con su familia. A Tere, todas sus preocupaciones y gustos le sonaban ajenas; su propia experiencia escolar se había limitado a las clases que tomaba en un sótano con otros diez niños. Se detuvieron frente a una oficina, El museo de la memoria Abierto desde 2030 la doctora metió una larga contraseña en la pantalla junto al picaporte y se encendieron las luces en el interior. —El programa es automático. Solo tiene que entrar por la puerta del fondo. En cuanto termine, puede venir a antesbuscarme.Tereasintió,perosedetuvodeabrirlapuerta.—¿Tengoquepreguntarle algo en especial? ¿No es por eso por lo que me invitaron?
ANDREA CHAPELA PINTURA ALEXIS DE CHAUNAC RELATO Su nieta
Andrea Chapela (1990). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2018 de cuento y el Premio Nacional Juan José Arreola 2019. Autora de Un año de servicio a la habitación, entre otros libros.
L a pregunta acerca del futuro, abordada por la literatura y el arte, se vuelve estimulante desde muchos puntos de vista. Pero muy pocas obras, aunque verosímiles, han atinado a empalmar sus ideas con los acontecimientos. En este sentido, las ucronías me han parecido más acertadas que las distopías y, obviamente, que las utopías posibles. Watchmende Alan Moore y El cuentodelacriadade Margaret Atwood, ficciones que ofrecen mundos paralelos al nuestro, guardan una mayor cercanía con nuestro futuro, me imagino, que otras obras plenamente futuristas. Sospecho que el drama humano es siempre lo que va primero, y las ideas sobre tecnología, evidentemente relevantes, van en segundo plano. Ahora que escribo estas líneas, cierta frase de Karl Popper vuelve a mi cabeza: “Querer hacer a todos los hombres y mujeres perfectos y felices es quizá la más peligrosa de las ideas políticas”. Las pocas nociones que poseo acerca del futuro
Viviremos una serie de energíasdelclimáticascatástrofesderivadasusoexcesivodefósiles Luis Antonio Rojas (Aguascalientes, 1993) es un fotógrafo documental egresado del Internacional de la Fotografía en Nueva York. Divide su trabajo entre reportajes para medios internacionales y proyectos personales a largo plazo. El año pasado recibió una mención honorífica en la XIX Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen.
ENSAYO
¿Llegará el día en que utilicemos la tecnología de manera inteligente?
La realidad y las visiones futuristas
El arquitecto y escritor mexicano José
GUILLERMO SANTOS FOTOGRAFÍA LUIS ANTONIO ROJAS
tienen algo que ver con esta oración. Las luchas que la humanidad libre, serán, como siempre, por la emancipación, la búsqueda de los derechos civiles, la defensa de los individuos frente a las instituciones, etcétera. Y solo después las consideraciones tecnológicas tendrán lugar. Peter Sloterdijk escribió alguna vez que todo instrumento es neutro, y que es nuestra relación con él lo que transformará, para bien o para mal, nuestro horizonte. Es en nuestro interior donde se operarán los grandes cambios. Creo que sería muy simplista sospechar que el futuro estará dictado por la tecnología. Es cierto que nuestro mundo ha cambiado gracias a todos los aparatos y sistemas que hace veinte o treinta años eran impensables. En el futuro próximo serán más irrelevantes nuestras decisiones y nuestras determinaciones sociales, políticas y éticas que nuestra relación con la tecnología. Al fin, la evolución tecnológica no corre paralela a la evolución humana y aunque es muy probable que todos esos artilugios sí moldeen nuestras perspectivas de la realidad, no serán otra cosa que artefactos de dominación ideológica. La gran mayoría usamos el internet para comunicarnos, con fines lúdicos y de entretenimiento, pero no como la herramienta de emancipación que es. Si quieres saber cómo funciona una bomba atómica, cómo aprender a hacer zapatos o cultivar ciertas hortalizas, basta con buscar en el lugar adecuado. Dentro de todo esto, falta el punto de vista crítico. ¿En el futuro, la falta de crítica se acentuará? ¿O nos volveremos más inteligentes y empáticos? Estas son algunas consideraciones muy someras sobre lo que creo que puede ocurrir: en el futuro inmediato las grandes ciudades cambiarán su infraestructura para captar el agua de la lluvia de modo masivo: las construcciones públicas serán las primeras en adaptar sus techos y sus sistemas para llevar y preservar el agua para todo el año. La lluvia que cae cada año se mezcla con los desechos humanos, contaminando grandes cantidades de agua que se vierten en ríos, pozos, lagos, etcétera, sin que nos importe mucho. Por más simple que esto parezca, por más soso, implica un cambio radical en nuestra mentalidad. Los intestinos de las ciudades mexicanas están podridos y el agua infectada. Muchas poblaciones se inundan cada año, pero carecen de suficiente agua potable para sus necesidades. Este es uno de los primeros puntos a tratar: el del uso consciente del agua. Pero quizá, antes de lograr este cometido, y debido a la radiación solar, es muy probable que muchas ciudades vayan a mudarse al subsuelo. Habrá una combinatoria de circunstancias hasta alcanzar la estabilidad en cualquier ámbito.
-06- 13 DE AGOSTO 2022
Enviar regalos no es un acto tan inocente como parece RELATO S u nombre es Tadeo y solía mandarse regalos a sí mismo. Se mandaba regalos envueltos en papel dorado y, ante el asombro de todos sus vecinos que no se explicaban cómo, él recibía en la puerta de su modesto domicilio, cada semana, un montón de cajas de regalo que les quedaban excesivamente grandes a las cosas que llevaban dentro. Una mañana decidió superarse a sí mismo y enviarse algo vivo. El ser vivo llegó muerto o murió en la espera. Y es que Tadeo trabajaba la mayor parte del día, pero a veces sus jefes, hombres de pestañas blancas, le pedían ser para el trabajo, lo que significaba trabajar horas extras sin salario. Para eso se le había entrenado con dinámicos videos y audios sobre EL DEBER Y EL SERVICIO. Para eso se le insistía en lo amable y generosa que había sido la empresa en contratar a alguien como él, de ese color, de esa estatura, con esas tristes características. Tadeo encontró a su ser vivo ya agonizante y ni con toda el agua tibia de la bañera logró salvarlo de esa terrible hipotermia. Hay que decirlo: Tadeo vivía en un país gélido a pocos metros sobre el nivel del mar, lo que quiere decir que el agua salada que lograba evaporarse se congelaba en el aire, abatiendo a todos con un viento helado. La gente no podía mirarse a los ojos, porque el frío hacía salir las lágrimas y las lágrimas congeladas empañaban todo lo que veían. Tadeo no estaba satisfecho. Tadeo decidió enviarse a sí mismo por correo para superarse. Había leído, o alguien le había contado, la vieja y maravillosa historia de una mujer cubana que intentando salir de su país se lanzó por mensajería, reducida por las paredes de una caja, en posición de defecar y silenciosa para no ser descubierta. La mujer llegó a otro país, casi sana y casi salva, aunque víctima de terribles calambres. Tadeo se imaginó que esa caja debía oler a mierda, a orines, pensó en la dificultad de mantener durante horas la misma postura, pero igual llevó a cabo su plan y eligiendo un contenedor lo más cómodo posible, se metió dentro. Había contratado a un hombre para que lo forrara de papel dorado. Lo descubrió en el baño de una biblioteca mientras trataba, inútilmente,
Iztapalapa, Ciudad de México, 2020. De la serie Murales en Iztapalapa. Antonio Aldrete-Haas lleva años creando una propuesta para re-naturalizar las ciudades contemporáneas. Su visión integradora (arte, naturaleza y técnica en una relación simbiótica) conlleva una propuesta ética y estética. Cambiar nuestro entorno para transformarnos nosotros y viceversa. Consciente de que hay cosas que no podemos cambiar, y de que sería absurdo un regreso al estado de naturaleza, el arquitecto propone, en una serie de ensayos publicados en años recientes, que necesitamos replantear el modo de relacionarnos con nuestro entorno. No se trata solo de sembrar más plantas, sino de buscar un proyecto integral en el que utilicemos la tecnología de modo inteligente, y que pensemos que cada paisaje tiene que involucrar soluciones posibles para los problemas que nos aquejan. Es necesario sugerir que las ciudades, en los próximos cien años, transformarán por completo su fisonomía: producirán la energía que necesitan. Imitando a las plantas, se alimentarán de los desechos y no, como ocurre, éstos servirán para contaminar el paisaje. Habrá una mayor necesidad de autocultivo y una mayor conciencia ecológica. Sin embargo, es probable que una enorme cantidad de especies de animales y plantes se acabe, sin que seamos capaces de hacer nada para cambiarlo, lo que traerá un desequilibrio biológico que no podremos enfrentar fácilmente. Las energías renovables se irán combinando con los combustibles fósiles. Y lo más probable es que utilizaremos el petróleo hasta que se termine. En próximas décadas, viviremos una serie de catástrofes climáticas derivadas del uso excesivo de energías fósiles, aunque también ocurrirán catástrofes políticas e insurrecciones civiles debido a ello. Es evidente que las soluciones existen ya, pero no hay un programa global que ayude a paliar los efectos. Los beneficios serán para unos cuantos, hasta que se emitan políticas públicas que pongan restricciones al enriquecimiento desmedido. Mientras tanto, las grandes corporaciones seguirán diciéndonos que son los ciudadanos los que debemos cambiar nuestra forma de actuar. Antes de que sea posible controlar y encauzar la energía que puede liberar un átomo, seguiremos viviendo muchos altibajos. Pero a partir de esto, es obvio, nos enfrentaremos a nuevas problemáticas. Es estimulante pensar qué hará la humanidad con una fuente de poder tan grande. Ernst Jünger lo dijo de modo muy certero: “El ser humano tiene la posibilidad de no volver a trabajar, y en vez de esto piensa en cómo crear armas que destruyan el planeta”. Como siempre, el matiz crítico irá sobre nuestro nivel de conciencia. Si existe algo que crea lo suficientemente descabellado para consignar aquí es que en una de estas crisis globales que hemos propiciado, habitantes de otros planetas intervendrán ante una extinción inminente. A partir de esto comenzaremos a tener comercio e intercambio de información y habrá un quebrantamiento de muchos paradigmas. Si esto no ocurre de golpe, se irán revelando datos que confirmen que cohabitamos con energías, entidades o seres que, hasta este momento, teníamos como la elaborada ficción de una mente fantasiosa. Quizá solo así comprenderemos muchas piezas de un enorme rompecabezas. Y entonces, ahora sí, las ficciones futuristas se empalmarán con la realidad. _ Guillermo Santos (1989). Ensayista y crítico de arte. Autor de El siglo solitario, un paseo por la vida y la obra de cinco escritores europeos del siglo XX. de encontrarse las venas bajo la luz azul. Esa luz se había implementado en todas las bibliotecas del país y era la manera más discreta para echar a los cada vez más numerosos adictos que entraban ahí para inyectarse un líquido oscuro que les hacía descansar de su miseria.
También les habían puesto buzones en los parques dónde depositar las jeringas usadas para que los niños no jugaran con ellas. El hombre le pidió una moneda a cambio, Tadeo le ofreció un empleo. Cosas así pasan pocas veces en la vida de un yonki.
El hombre que fue contratado para forrar la caja no se explicó nunca ese extraño trabajo, agradeció el pago y no hizo preguntas. No pudo evitar inventarse historias en su cabeza, pero quedó preso de una obligada discreción porque, contra las expectativas, ese extraño trabajo ni siquiera tuvo la calidad para una anécdota. Tadeo fue enviado por correo. Un carro de recolección pasó por la caja y hacia la tarde, Tadeo llegaba a su propia casa. Fue la caja envuelta de dorado más grande nunca antes vista por los vecinos, que se morían de envidia. Algunos se quedaron expectantes, con el pretexto del paseo de los perros dejaban su vista puesta en la puerta de Tadeo, pero les daba frío o se avergonzaban de sí mismos y terminaban por entrar, buscando algún lugar no empañado en la ventana para mirar de lejos. ¿Quién le hace esos exóticos envíos a este idiota?, se preguntaban. Tadeo no salió a recibir la caja. La nieve volvió a llenar los huecos desde donde miraban los curiosos. Se aburrieron, se metieron a dormir, fueron a ocupar sus puestos como vigilantes nocturnos a otro lado. Y entonces qué pasó. Nada. No pasó Muertonada. de sed y de frío, Tadeo rompió su propia caja. Por suerte no había nadie mirando. Entró en la casa. Se sentó, tomó aire. Estaba por romper a llorar cuando escuchó ruidos en la cocina y, de pronto, salió Tadeo con dos copas servidas diciendo: bienvenido, te estaba esperando _ Clyo Mendoza (1993). Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz por su poemario Silencio en 2018. Furia (2021) es su primera novela.
CLYO MENDOZA
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La nieve volvió a llenar los huecos desde losmirabandondecuriosos
MICHEL NIEVA PINTURA ALEXIS DE CHAUNAC Mark Zuckerberg, tras rebautizar su emporio tecnológico bajo el nombre Meta Platforms, manifestó su deseo de convertir en un futuro cercano a Facebook, Instagram y WhatsApp en una plataforma de realidad virtual a la que llamó “metaverso”. La noticia resonó fuertemente en la opinión pública por varios motivos, y quizá uno de los menos comentados fue que Zuckerberg y su equipo habían robado el concepto de SnowCrash, una novela de ciencia ficción de Neal Stephenson, en la que también se inspiró la plataforma SecondLife, y que popularizó el término de origen sánscrito “avatar”. Otro ejemplo resonante es SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk. En mayo de 2020, se convirtió en la primera organización privada en enviar un vuelo tripulado al espacio, la misión Crew Dragon Demo-2. Quien haya visto las fotos de los dos astronautas comandando los controles de la aeronave habrá notado la inmaculada estética de sus trajes y del interior del vehículo, que evocaban más el lenguaje visual de 2001:Odiseadel espacio, Interstellaro Armaggedonque de los funcionales trajes abombados de pasadas misiones de la NASA. En efecto, un vestuarista de Hollywood, José Fernández, quien confecciona los cascos de Daft Punk, el vestuario de Elplanetadelossimios y las películas de Marvel, fue el encargado de diseñar la estética de la misión y de todos los productos de SpaceX. No es casual esta cuidada estetización hiperfetichizada y cinematográfica de la marca, si tenemos en cuenta que uno de los máximos objetivos a corto plazo de SpaceX es volver asequible ENSAYO Loscapacessonmultimillonarioslosúnicosdeimaginarunhermosofuturointerplanetario
Pareciera que el planeta asiste a una era en la que, más que nunca, el futuro se ha vuelto un asunto de extrema urgencia política. En 2009, el teórico británico Mark Fisher diagnosticó que vivimos una época de “realismo capitalista”, esto es, la nihilista sensación hegemónica de que el capitalismo es el único sistema político y económico viable, porque no se puede imaginar nada mejor ni nada peor.1 Un presente perpetuo de neoliberalismo, endeudamiento y precarización laboral en el que, como vaticinaban los Sex Pistols, no hay futuro. Sin embargo, en los últimos años, la grave crisis socioambiental en curso que pone en potencial riesgo la habitabilidad total o parcial de la Tierra, suscitada tanto por el calentamiento climático como por las pandemias zoonóticas, ha renovado los discursos de CEOs y multinacionales en una nueva narrativa que aspira a imaginar un hermoso futuro que sostenga el statusquovigente y que, contra todas las previsiones, no sea apocalíptico. A este futuro yo lo llamo (en un libro que estoy escribiendo) “ciencia ficción capitalista”. Es decir, la apropiación por parte del capitalismo tecnológico de conceptos y estéticas de ciencia ficción. Porque si alguna vez se dijo que era más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, las corporaciones ya desarrollaron ese capitalismo que sobrevivirá al fin. Y sus multimillonarios CEOs nos hacen creer que, si también queremos sobrevivir, debemos adquirir estos productos, porque solo ellos nos salvarán (o al menos a quien cuente con suficiente dinero pueda comprarlos). Esta “ciencia ficción capitalista” se aprecia en un rápido repaso por las recientes tendencias de los gurúes de Silicon Valley. En octubre de 2021,
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y redituable la industria del turismo espacial, que claramente se hace más atractiva para el cliente con una sugerente estética hollywoodense de ciencia ficción. La misión a largo plazo de SpaceX, declara la página web de la empresa, es “hacer de la humanidad una especie interplanetaria”, con el fin de salvarla de la potencial inhabitabilidad de la Tierra, y cuyo primer paso es colonizar y terraformar Marte. Musk afirmó que su compañía “lograría enviar el primer humano a Marte para 2029” con la esperanza de “construir mil naves interplanetarias en los próximos diez años” y así conquistar el primer paso de una civilización interplanetaria. Dice Elon Musk en una famosa frase inspiracional citada en los textos institucionales de SpaceX: “Cualquiera quiere despertarse por la mañana y pensar que el futuro será grandioso: y eso es de lo que se trata ser una civilización que viaja por el espacio. Es creer en el futuro y es pensar que el futuro será mejor que el pasado. Y no puedo imaginar nada más excitante que salir allá afuera y estar entre las estrellas”. Es decir que, mientras el capital condena a lxs trabajadorxs del mundo a un presente perpetuo de inestabilidad, incertidumbre y endeudamiento, son los multimillonarios los únicos capaces de imaginar un hermoso futuro interplanetario. Porque serán los únicos capaces de disfrutarlo, ya que un pasaje al espacio cuesta, actualmente, nada más y nada menos que 450 mil dólares. Y lo curioso de este futuro hipertecnológico es que no busca solucionar las graves crisis de nuestro planeta, sino que aspira a terminar de destruir este para que los multimillonarios se transformen en ciudadanos de Marte, y se saquen selfies en la gentrificada superficie marciana mientras la Tierra se prende fuego. Porque este futuro capitalista se edifica sobre una irresoluble aporía: que el mismo capitalismo puede solucionar con más capitalismo las mismas crisis que el propio sistema provocó, y puede colonizar otros planetas con las mismas tecnologías que destruyeron a este. En una alocución reciente, el antropólogo brasilero Viveiros de Castro sentenció que las comunidades indígenas ya habían vivido el fin del mundo, porque la Conquista de América, tanto por el exterminio y saqueo sistemático como por la introducción de enfermedades desconocidas en el continente, había terminado para siempre con formas de vida propias de las culturas amerindias. cuando la pandemia de covid-19 menzó, y al mismo tiempo dios devastaban de manera sible el Amazonas y otros del planeta, este antropólogo que el único archivo para un mundo que sentíamos perecer era el de dichas comunidades. Quizá, entonces, un futuro te al que imaginan los gurúes con Valley y que incluya rías sea aprendiendo de las destructivas ni extractivas
Lo curioso de las utopías tecnológicas es que no buscan solucionar las crisis de nuestro planeta sino acabar de destruirlo Cienciacapitalistacción
Desenterrar el pasado
Cráneo en arrozEncáustica.(2020).
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capitalesestabilidadataca tambiénneoliberalismodelladesussagradas amerindias. Por extractivassentíamosantropólogotiempocovid-19eso,co-losincen-manerairrever-otrosbosquesafirmóparaentenderapuntodecomunidades.futurodivergen-gurúesdeSili-alasmayo-lasformasnodehabitar que caracterizaron desde tiempos inmemoriales a las comunidades amerindias, y que definen y valoran a los cuerpos por pertenecer a la Tierra en lugar de ser propietarios de esta. _ Michel Nieva (1988). Premio O. Henry de Ficción Corta 2022. Profesor en la Universidad de Nueva York. Autor de ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, entre otros libros.
Hoy ya nada conserva su signi cado original U na noche de febrero de 2021, en un taxi en el alto Manhattan, tuve una suave epifanía. Tanto yo como el chofer usábamos mascarilla, una lámina transparente separaba nuestros asientos y un extractor de aire o algo por el estilo emitía un ruido molesto y purificaba el ambiente. Había un virus en el aire y cientos de miles de cuerpos liquidados. Aun así, es difícil darnos cuenta del momento en que pasamos de cuidar nuestra salud a ensayar una serie de gestos preventivos gratuitos que solo alteran el nervio hipocondriaco y la sensación de autocuidado, pero no eliminan la posibilidad de contagio ni los efectos de la enfermedad. Bajo el pretexto del encierro, mucha gente eligió a quién ver, quién sí cumplía con las medidas sanitarias pertinentes. En realidad, este sesgo, más que cualquier otro criterio, aplicaba simplemente un filtro de clase. Creo que la gente rica es la más histérica, la que más enfáticamente finge preservar su vida. El conjunto de aquella escena cotidiana, incluida, desde luego, su demoledora carga política, me llevó a percatarme del tono costumbrista que adquiría el futuro cuando lo pensábamos como distopía, desconociendo que el carácter distópico no es más que la expresión manierista de algún atavismo, el maquillaje técnico, actualizado, de un rostro que ya los muertos padecieron. Maurizio Lazzarato señala, no sin ironía, la trampa del progreso: “Silicon Valley, con todo su futurismo, se rindió ante la emergencia de ‘nuevos arcaísmos’ ”. Lo dice, desde luego, por la fragilidad política de las grandes empresas llecíanMicrosoft—Amazon,estadunidensestecnológicas—Google,Facebook,Apple,queseenorgu-deproducir,clasificar, predecir e inventar la subjetividad contemporánea, incluso de diluir o despersonalizar el conflicto ideológico, hasta que el hartazgo del principal sujeto neoliberal, el ciudadano endeudado, encontró su líder beligerante en la figura de Donald Trump. Estos monopolios de la información no solo no pudieron frenar, en el nuevo escenario líquido global, el auge de los viejos fascismos, el rebrote del racismo como elemento constitutivo de la nación americana, sino que se convirtieron además en su plataforma principal, llevando finalmente a Twitter a censurar o bloquear la cuenta activa de Trump, una decisión que el gobierno de la democracia liberal siempre quiere evitar, al menos de manera pública. Desde Mark Fisher hasta Bifo Berardi, los intelectuales del capitalismo tardío han comentado cómo el lenguaje publicitario rompió cualquier posible ancla del signo, permitiendo que una cosa pueda significar su opuesto, y ni siquiera eso, sino lo que sea. En el norte posfordista, el significante navega en un mar ideológico de referencias desconectadas. Trump ha sido, justamente, el significante más potente de la última época, el triunfo del eslogan rebelado, el mundo comandado por una publicidad arrogante y carismática. Ese comercial vivo, que vino directamente de la cultura del entretenimiento, saltó al vacío y convirtió la política entera en televisión. La violencia fundadora del neoliberalismo, un experimento puesto en escena primero en países subalternos, atacaba también la estabilidad de sus capitales sagradas. Un ejemplo inmejorable de lo que quiero decir, el zeitgeistde la estética corporativa, lo entrega el artista cubano Wilfredo Prieto, cuyo éxito en el mercado internacional va de la mano con su carácter reaccionario y contemporáneo, si es que ambos términos no remiten al mismo lugar. “No me gusta casi nada la pintura. Mirándola desde la contemporaneidad, es como competir en una locomotora de vapor teniendo aviones solares”, dice. Esa peligrosa banalidad, que yo he podido encontrar incluso en un escenario aparentemente atrasado en la historia como Cuba, políticamente muerto, parque temático del ya extinto socialismo real, me obliga a poner en solfa la categoría de “lo actual”. Las costumbres fijas del capital son una misma golosina envuelta en los papeles cambiantes de la novedad. Hace muy poco, en el Lower East Side, un amigo me preguntó si quería una pizza cubana de New Jersey. Se trataba de un contrasentido. La pizza cubana no existe, pero, justo ahí, el abanico de posibilidades se ampliaba. El significante posmoderno es eso: un término contingente, una expresión nostálgica incapaz de comprometerse con un objeto específico que limite su alcance como mercancía, una ficción exótica, una segmentación esquizo que solo conduce a una generalidad uniforme. Le dije al amigo que me trajera una de jamón, cerrando el círculo. ¿Tú conoces las pizzas cubanas de verdad?, dijo. Seguramente no. Casi todo lo que uno comía en Cuba era mentira, un sucedáneo de algo, aunque esa mentira, al convertirse en el primer contacto posible, se volvía ya una verdad. Cuando mi amigo decía una pizza cubana, había que ver a cuál de las pizzas de mentira se refería. Tuve de algún modo que sujetar aquello. ¿Como las del Cine Citá?, pregunté, refiriéndome a una pizzería famosa del Vedado habanero. Sí, como esas, dijo. Ahí accedíamos al último nivel. Este amigo había emigrado a comienzos de los años noventa, el Cine Citá suyo no era el mío. El exilio, pensé entonces, parecía un almacén de tiempos históricos y ritos sociales, tradiciones que esperaban el momento de restituirse en su paisaje deseado, aunque ese paisaje deseado fuera ya un territorio concreto en el que cabía un número acotado o finito de experiencias y lenguajes. La cultura se desbordaba en el tiempo pero no en la geografía. Los otros éxodos son inevitables, supuse, pero solo de ese exilio del presente estaba hecho el futuro. _ Carlos Manuel Álvarez (1989). En 2016 fundó la revista cubana independiente El Estornudo. En 2017 publicó su primera colección de crónicas periodísticas: La tribu. Retratos de Cuba.
1Mark Fisher: Capitalist Realism: Is There No Alternative?, Zero Books.
CARLOS MANUEL ÁLVAREZ ENSAYO La violencia
-10- 13 DE AGOSTO 2022
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motor de vapor, durante los ochenta se predijeron naves intergalácticas y androides movidos por combustible fósil y electricidad. Es difícil imaginar el futuro cuando los augurios tecnológicos se realizan en todas direcciones y de manera desproporcionada a nuestra capacidad inventiva. La poesía no quedó indiferente ante los avances de la ciencia. En 1956, Harry Martison escribió Aniara, una epopeya cósmica donde cuenta la historia de los últimos sobrevivientes de la Tierra a bordo de una nave espacial de lujo. En un poema de 1961, Jorge Teillier aseguraba que cuando todos se fueran a otros planetas, él se encerraría a escuchar discos viejos, sin cuidarse de mirar “los caminos infinitos/ trazados por los cohetes en el espacio”. De cualquier manera, mi papá nunca se imaginó que aquellos pensamientos que lanzaba desde la radio a la deriva hoy bien podrían pasar por un tuit. Él pensaba, me confiesa, que nunca llegaría a experimentar una videollamada. Ahora, con la acelerada digitalización del mundo a causa de la pandemia, él mismo da clases a kilómetros de distancia de sus estudiantes por medio de una pantalla. Piénsalo, me dice, en el futuro desaparecerán las escuelas, es más barato tener un profesor detrás de una pantalla para cien alumnos que uno solo para treinta, en un único salón de clases. Quizá tenga razón. En mi casa del futuro no habrá androides, pero sí un suelo con calefacción para pisar descalzo. Un sistema operativo ubicuo que controle las persianas, la cafetera, el refrigerador, una pantalla ultradelgada que sepa cambiar de canal cuando aparezcan las noticias del próximo millonario entusiasta de las estrellas. Siri será un mejor conversador que ahora. Sabrá reconocer de manera más detallada las inflexiones de mi voz, el enojo, la alegría, la tristeza, pero todavía le costará trabajo distinguir el humor y la ternura. Porque, por más que la tecnología avance, hay cosas que nunca cambian. Sirva de ejemplo la cuchara, que ha sido cuchara desde la primera esculpida en madera. A pesar de que haya cambiado de materiales, todavía conserva la forma del cuenco de las manos del primer hombre que prefirió beber del río con la cabeza erguida. Seguiremos desmembrando medusas, planarias y tardígrados en busca de la inmortalidad. Nos debatiremos sobre quiénes son mejores, más fuertes, más humanos, si nosotros o ellos, los modificados por el sistema CRISPR-Cas9. Continuaremos perfeccionando los algoritmos de voz con tal de darles una más cálida, más amable, una inteligencia con más filo; una autoconciencia. Los haremos mejores interlocutores con tal de ya no estar dando gritos a la nada y de sentirnos acompañados en el camino. En palabras de Teillier, “para ocultar quizá lo único verdadero: que respiramos y dejamos de respirar”. _ Orlando Mondragón (1993). Ganador del IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura por Epicedio al padre Este año fue galardonado con el Premio Loewe por Cuadernos de patología humana.
A pesar de las maravillas tecnológicas que traerá el mañana, habrá cosas que nunca cambiarán Muñeco celoso era el alias de mi padre. Tenía una Cheyene azul y lo último en tecnología para su auto: un radio con amplificador que lograba alcanzar bandas de frecuencia internacionales. “Aquí muñeco celoso, agarrando la ruta de vuelta a casa, ¿alguien me escucha?”, solía lanzar al vacío, mientras manejaba en medio de una carretera desolada, esperando que alguien tomara el hilo de la conversación. Si tenía suerte, podía conocer a un ElApasionado, un Águila deplatao hasta un Tormentatropical con quien hacer más ligero el camino. A veces, la voz quedaba suspendida en el espectro electromagnético. El problema del futuro es que, como los hijos, nunca crece en la dirección que queremos. Ya desde los sesenta Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke habían profetizado que a inicios del nuevo siglo (en 2001) habría viajes espaciales. Tenemos, en cambio, un modesto avance hacia la adopción de los coches híbridos. Casi con la misma ingenuidad que durante la época victoriana se dibujaron máquinas voladoras propulsadas por un
Voz y algoritmo
ORLANDO MONDRAGÓN FOTOGRAFÍA LUIS ANTONIO ROJAS ENSAYO
Santa Fe, Ciudad de México, 2017. De la serie Los últimos campesinos. En mi casa del futuro no habrá androides, pero sí un suelo con calefacción para pisar descalzo
¿Es posible escribir contra el curso de la historia e imaginar lo impredecible?
-12- 13 DE AGOSTO 2022
D esde hace un año solo pienso en las clases de español. Mis estudiantes se encuentran en el nivel básico. Las primeras sesiones, cuando están recordando lo que habían aprendido en la preparatoria, o si están adquiriendo un conjunto de palabras por primera vez, el español es irrelevante. En sus interacciones prevalece la necesidad de encontrar un gesto en común, así que comienzan con un saludo. Al iniciar un ejercicio, cuando cambian de compañero o al reencontrarse en la siguiente ronda, es posible identificar el sonido de un ¡Hola! Luego las voces son indistinguibles por una lengua que solo aparece entre susurros. El “¡Hola!” que se repite tantas veces no se desgasta porque funciona como advertencia: no queda claro qué vendrá después, ni tú ni yo lo sabemos, pero no hay, en mis palabras, un ápice de malaConformeonda. las clases avanzan, el plano de los gestos se va modificando. Hay un tránsito de lo común a lo individual, y el español mantiene una relevancia discreta, es prácticamente un pretexto. Hay una persona que no es del todo extraña. No es la coincidencia que existe al responder una pregunta específica o los detalles que se comparten, sino la posibilidad de confirmarse a sí mismos, a pesar de la extrañeza que suele provocar cada ejercicio o cualquier persona que está a su alrededor. Hay en la clase uno o dos alumnos a quienes no les gusta el café. No me gusta, profesora. Y se desata en el salón una ola de sorpresa. Quienes habían bostezado por el desvelo o por el ejercicio de pronto se interesan en lo que está pasando. Todavía no tienen las palabras para preguntar, ¿cómo le haces para mantenerte despierto sin cafeína?, pero cuestionan, ¿y el té negro? ¿A qué hora te levantas? ¿A qué hora vas a dormir? Hasta que, después de unos minutos, alguien por fin dice: Yo entiendo. Cada clase es un nuevo encuentro con lo que no conocen: ni las palabras ni sus compañeros ni lo que vendrá. Cada clase los lleva a un lugar que requiere un acto de entendimiento, la mayoría de las veces involuntario. El coordinador de todos los grupos sugirió que incluyéramos un video Clases de español de la parodia de una telenovela. La escena utiliza algunos de los elementos de esta forma del melodrama: una mujer hermosa y tres hombres que pelean por su amor. La mujer no sabe a quién escoger. Cada hombre despliega sus encantos para que ella lo elija, pero no se decide. Los alumnos comprenden lo que está pasando por lo que ven, pero lo que escuchan no se le corresponde. Los diálogos contienen las palabras que han aprendido en sus primeras clases: ¿dónde está la biblioteca? Yo no sé. Lunes. Martes. Feliz Navidad. ¿Qué hora es? Existe tal distancia entre lo que ven y lo que escuchan, que las risas de toda la clase son incontrolables. El error no solo está permitido, sino que se lleva a las últimas consecuencias.Enlostextos sobre la enseñanza de una lengua se aclara que el método de aprendizaje en las aulas es reciente y de uso poco extendido. La forma usual es a base de prueba y error, cuando la necesidad requiere que esa distancia entre lo que se dice y lo que se quiere decir sea portantetiónñolQuizásmínima.elespa-sealacues-menosim-enlas clases de español. Cada alumno va a su ritmo y sus avances dependen de múltiples factores, pero el lugar del miedo es fundamental. Algunos lo acomodan de inmediato, como si supieran la importancia que conlleva equivocarse. Otros lo miran con reservas, por todas esas horas que han dedicado a perfeccionar cada una de sus actividades, por cada vez que les han premiado su dedicación. Por último, para quienes no cuestionan su temor, ningún ejercicio basta, ninguna distancia es lo suficientemente amplia, y nadie, solo esa persona, sabrá en qué momento rectificar. Mi actual máquina de gestos favorita es Tik tok. Había escuchado de su sofisticado algoritmo, así como los constantes abucheos que, como a cada red social, le corresponden. Que si es el colmo de la inmediatez, que si estas generaciones ya no saben qué inventar, que si el mundo cada ASTRID LÓPEZ MÉNDEZ FOTOGRAFÍA LUIS ANTONIO ROJAS RELATO
Santa Fe, Ciudad de México, 2018. De la serie Los últimos campesinos. Un grupo de cientí cos mantiene, desde 1945, la cuenta delregresivandel mundo Una tarde tuve que repetir un video porque creí haber escuchado esa palabra, pero la abogada hablaba de un proceso Mientras“subjetivo”.leíaEncasa de los sueños, de Carmen María Machado, di con una definición del subjuntivo que resultó más sencilla que la del libro de español: modo gramatical que expresa dudas, deseos y posibilidades. Pero no solo eso, su uso se sugiere como parte de una exploración más amplia, como posible herramienta para contar una historia imposible. Según lo que Machado encontró, la historiadora Saidiya Hartman sugiere, además de explotar las capacidades de este modo gramatical, avanzar una serie de argumentos especulativos, escribir historia “con y contra el archivo” e imaginar lo que no puede ser verificado. Todo se trata, tal vez, de que vayamos a Tik tok, o a la escuela; de que recuperemos el sentido del humor o, supongo, que imaginemos qué hacemos con el miedo, pero todavía nos faltan muchas clases. _ Astrid López Méndez (1988). Escritora y una de las fundadoras de Ediciones Antílope. Gracias a la beca Jumex para estudios en el extranjero y al Graduate School of Arts and Science Award de la Universidad de Nueva York, cursa el programa de maestría en Escritura Creativa en Español. vez está peor. Desde cierta perspectiva, no es posible negar ninguna de estas cuestiones, pero no hace falta. Es verdad, cada tendencia es viral y al mismo tiempo efímera, se modifica en cuestión de días o incluso de horas. Luego, claro, es inevitable ese afán de ser diferente de lo que nos precedió, aun si es muy complicado hacerlo, aun si es a costa de quienes piensan que no debería modificarse nada, aun si todos hemos querido inventar algo o dejar todo como está. Por último, sí, un grupo de científicos mantiene, desde 1945, la cuenta regresiva del fin del mundo, y a principios de 2022 declaró que el año anterior terminó a cien segundos del final de finales. Entonces, después de estas cuestiones, vas a Tik tok. No se trata de un tema en particular o de quien comparte su video, sino del juego de las distancias. Primero parece que nada tiene sentido, pero si le das unos minutos, comienza a suceder. Aparecen los ¿Qué hora es?, los Yo entiendo o los simples y continuos Holas. La superficie se rompe y de lo cotidiano emerge algo que no esperas. Otra vez el extrañamiento entre lo que imaginabas y lo que en realidad fue. Las clases en las que se ve el futuro carecen de todo entusiasmo. Sin embargo, seguimos dando vueltas al subjuntivo.
LAURA SOFÍA RIVERO FOTOGRAFÍA LUIS ANTONIO ROJAS
El pasado nos atormenta porque es de nitivo: saluda con la mueca de un animal disecado Nuestras acciones más mínimas se sienten inscritas en una piedra pesada que habrá de ser dictaminada por ese futuro con rostro de padre regañón que gusta de reprochar y emitir su sentencia sobre lo acontecido. Hoy en día lidiamos con dos grandes imaginarios: ese revisionismo histórico y un mañana poco alentador. Una serie de calamidades ecológicas, sanitarias y sociales nos dan motivos suficientes para ser pesimistas y creer que un futuro, bordado en milenios extensísimos, no existe. Como no creemos durar mucho más aquí, parecería que lo que más nos importa es al menos no ser vistos con desdén por ese último eslabón de quienes nos sucedan. Acaso los valores más codiciados de nuestra época —el prestigio, la fama, el culto a la personalidad— tiñen también nuestra relación con el porvenir. Por eso, vale la pena preguntarnos por qué nos preocupa estar parados en el bando incorrecto de la historia: ¿es el compromiso con un ideal lo que nos mueve o, simplemente, el miedo al ridículo? Sospecho que hay una línea sutil entre la justa empresa por no querer repetir los errores del pasado y la obcecación por estar en lo correcto. No nos gusta ser rechazados del convite histórico como quien no es invitado a una fiesta. Basta con recordar los últimos acontecimientos mundiales para constatar lo mucho que nos importa tener la razón, saberlo todo y pontificar desde nuestro púlpito. Conflictos políticos, medidas de seguridad sanitaria…, hablamos de cualquier tópico con sapiencia e ilustración voluptuosas, pero el azar hace que nuestras verdades se diluyan tan pronto han salido de nuestros labios. El exceso de información, en lugar de sembrar más nuestra capacidad de dudar, se ha convertido en un arma disparadora de profecías. Si las videntes y los augures han fascinado a tantas culturas tan distintas quizá sea porque subliman nuestro terror a la incertidumbre. Nos reconfortan al anular aquellos puntos ciegos de la trama que nos producen zozobra. Pero ¿no será que perdemos muchas oportunidades para imaginar el futuro libremente por la terquedad de predecirlo y no fallar? La especulación atrevida puede ser un antídoto para el exceso de soberbia. ¿Qué tanto cambiarían nuestras interacciones cotidianas si nos dejáramos acoger por nuestra propia ingenuidad? El desafío es doble: habría que dejar la palabrería de lado para convertir nuestros anhelos en acciones concretas, pero, sobre todo, aceptar el misterio de lo que viene, la fatalidad de que no siempre será tan sencillo saber qué es lo correcto. _ Laura Sofía Rivero (1993). Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez 2020 por Dios tiene tripas. Meditaciones sobre nuestros desechos. ENSAYO
El misterio de lo que viene
-13-13 DE AGOSTO 2022
El prestigio de los agoreros se nca en nuestro miedo a la incertidumbre C uando volteamos a ver el pasado, muchas veces nos produce un rotundo aborrecimiento si no es que, en el mejor de los casos, condescendencia o lástima. ¿No es extraño advertir que hubo una época en la que se creía que las piedras podían ser hembras o machos? ¿O que, ante la peste negra, las heridas eran limpiadas con excrementos u orines para evitar que la enfermedad se propagara? Epitafios antiguos que son más afectuosos con los caballos que con las mujeres, la Inquisición y sus hogueras, seres humanos exhibidos en zoológicos: ejemplos de este calibre nos confrontan con nuestro asombro y Todosrepulsión.quisiéramos regresar sobre nuestros pasos. A la distancia es difícil comprender otras formas de pensar y actuar porque tenemos una imagen mucho más amplia de sus consecuencias, matices y catástrofes. Esto hace que el paso del tiempo se nos figure como un cúmulo de aciertos o errores encadenados. Sentimos vergüenza al voltear atrás y no poder cambiar lo que ya fue; ya sea al examinar el devenir de la historia o, incluso, al contemplar nuestra corta existencia: en fotografías que nos hacen lucir peinados extravagantes o cuando una red social nos recuerda aquello que escribimos hace algunos años. El pasado nos atormenta porque es definitivo: saluda con la mueca inamovible de un animal disecado. Si el ayer nos parece grotesco es porque permanece rígido aunque ya no nos reconozcamos en él. El conocimiento de la historia nos llena de cautela: nos hace pensar qué tan cerca estamos de todo eso que hoy nos resulta un disparate o fallo. Exhibe nuestro miedo a equivocarnos. No queremos ser evaluados como nosotros juzgamos a nuestros antecesores: no deseamos ser vistos como los ingenuos, los malvados o los ignorantes. Es una suerte de pudor histórico, un temor a quedar mal.
—Bueno, podríamos en efecto valernos de los medios audiovisuales más modernos para este nuestro apostolado laico, pero francamente soy de la idea de que la letra con sangre entra… Después de poco menos de media hora de reunión oficial con quien tomó por autoridad educativa de la nación, Pedro Marcelo regresó al taxi. —¿Cómo le fue, licenciado? —He quedado un poco confundido, Pancho. La secretaria me ha ofrecido todas las facilidades tecnológicas para la campaña, pero me hizo pagar ochocientos pesos al mes. Yo pensaba que me pagarían a mí, por aquello de que el que trabaja, cobra. —Aquí para trabajar hay que pagar, licenciado. Vea nomás cuánto le invierto al día a mi Tsuru en gasolina. Apenas y me sale para mí. —Siendo el único país que sigue usando gasolina, me resulta raro que sea tan cara como insinúas. Pero piensa, Pancho amigo, por otra parte, que jamás será suficiente lo que tributes a Pemex a cambio de gozar de ese don del cielo que es la soberanía, y que no tiene precio. No olvides, además, que siempre es mejor dar que recibir. En Atenas, Solón y Clístenes instauraron, de su bolsa, el jornal pagado para los campesinos
becado o de cómo el licenciado Pedro Marcelo hizo a Pancho su chofer
que se allegaran a la ciudad a cumplir con los deberes cívicos. Y, ¿no eran justamente los notables los que ofrecían al pueblo las grandes fiestas panatenáicas donde, entre vino y comida, se representaban a todo lujo las farsas y tragedias de Ésquilo y —HablandoEurípides?de trásquilos y léperos, licenciado, este sábado en mi pueblo vamos a hacer una barbacoa por la fiesta de San Lorenzo. El jaripeo se pone bueno, ya ve cómo se arreglan las muchachas, y hasta puede uno sacarse una lanita apostando con los toros. Para qué le voy a negar que es mi vicio. Yo voy por “Tesorito de San Juan”, que viene del rancho El Tasajo. Ahí mismo decidió Pedro Marcelo en mala hora aprovechar la invitación de Pancho a su pueblo para poner en práctica, en un medio pequeño, rural y controlado, su apostolado laico, como él llamaba a sus sandeces, que todas serán puntualmente referidas en una próxima entrega. _ David Noria (1993). Poeta y traductor. Autor de Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español. Profesor en la Facultad de Letras de la Universidad de Aix-Marsella, Francia.
DAVID NORIA FOTOGRAFÍA LUIS ANTONIO ROJAS RELATO
A Eduardo Salazar Méndez, mayoral de la colonia Moderna A cabados sus estudios en Europa, Pedro Marcelo regresaba finalmente a la patria. Pensó que sería muy útil, ya que no tenía carro, llamar a su vecino Francisco, el del taxi, para que lo llevara y trajera en las muchas diligencias que lo esperaban, al menos mientras volvía a aclimatarse a la ciudad después de tantos años. —Pancho, la primera encomienda que tengo es implementar una nueva campaña de alfabetización. ¡Derechito a la SEP! —¡Sepa dónde está eso, licenciado! Usted me va indicando. Llegando al Centro buscaron la calle República de Brasil, y si no dieron con ella fue porque, para ponerse al día, se le había cambiado el nombre a Monarquía.—Eslodemenos, Pancho, que ya Aristóteles dice que toda forma de gobierno puede ser buena, con tal de que no se agudicen sus vicios; y no en balde Brasil ha sido en otro tiempo la sede áulica del trono de mi tocayo, don Pedro I. Me esperas aquí. No solo el nombre de la calle encontró trastocado y puesto al día el licenciado Pedro, sino aun las siglas y la fachada del edificio. En vez de tezontle había vidrios oscuros y viguetas de metal prefabricado; en vez de SEP, una sucursal para contratar televisión e internet. —Vengo a ver a la secretaria De la Colina y Frondoso. El asunto es la campaña de alfabetización —dijo Pedro Marcelo a la máquina que ofrecía turnos. Cuando al fin vino uno de los empleados, éste creyó que se trataba de otro galán de la secretaria del gerente, que ellos por truhanes apodaban la Frondosa y que, para más señas, vivía en el Cerro de la Estrella. Una vez que lo hicieron pasar a un cuartito mal iluminado, Pedro Marcelo se encontró con una empleada que comía una torta detrás de una mesa minúscula, repleta de carpetas y folders, todo saturado por perfume barato pero —Secretaria,abundante.buenos días. Es un gusto conocerla. Vengo de parte del embajador Ramírez, que me pide transmitirle sus saludos. Verá, vengo de terminar mis estudios en Europa y quisiera presentarle el programa que me había comprometido a realizar, en carta solemne, con el Conacyt. Es un plan maestro para alfabetizar en los arcanos de la métrica castellana a nuestro pueblo, empezando la campaña naturalmente por las capitales económicas, de donde habrá de derramarse como por efecto de gravedad el ancho caudal o, por mejor decir, el transparente riachuelo de los versos más delicados de nuestros poetas. Y, si me permite un punto de orgullo, esta empresa, a diferencia de la de Vasconcelos, no puede fallar, pues no fatigaremos con inútiles lecturas a nuestros educandos. Nada de Plotinos ni Dantes. Todas las proyecciones sociológicas que llevé a cabo indican que el Polifemode Góngora será la llave, o el picaporte, que abra finalmente la puerta de la sensibilidad nacional a las grandes obras de su tradición. Por cierto que, hablando de Vasconcelos, pensé que la encontraría a usted, apreciada secretaria, en el famoso y legendario escritorio del autor del Ulises criollo y no en esta desvencijada, sucia de salsa roja y mal balanceada tabla de IKEA. —Señor, ¿entiendo que quiere en su paquete History y Discovery Channel? —respondió la Frondosa.
Avenirochocientosperofacilidades,mehizopagaralmesdelfantasioso
Santa Fe, Ciudad de México, 2018. De la serie Los últimos campesinos.
La secretaria me ha ofrecido todas las
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La física del futuro El físico japonés proyecta el destino de la humanidad en los próximos cien años. Los pronósticos contemplan los avances de la tecnología. ¿Qué nos espera?: computadoras activadas desde nuestro cerebro, órganos creados por la medicina molecular, nanopartículas que patrullarán nuestras células para prevenir enfermedades.... Michio Kaku 528MéxicoDebatepáginas
Tiempo de Marte En un tiempo en el que los viajes interplanetarios son habituales, el agua se vuelve un producto más preciado que los bienes materiales. Siguiendo tal premisa, esta novela plantea un escenario más que verosímil: Marte ha sido colonizado pues la Tierra se precipita hacia su final. La trama oscila de la distopía política al thrillerpoliciaco. Philip K. Dick 320MéxicoMinotauropáginas Homo Deus Un futuro no tan lejano es el escenario que traza el historiador israelí. El resultado es desolador: millones de desempleados por el advenimiento de la inteligencia artificial, una libertad limitada por los algoritmos dictados desde el teléfono celular, cuerpos y cerebros diseñados en laboratorios… Una galería de retos y pesadillas.. Yuval Noah Harari 496MéxicoDebatepáginas
A FUEGO LENTONARRATIVA, ENSAYO
Maddaddam Con esta novela, Margaret Atwood reafirma muchos de los valores en los que cree: la solidaridad, la amistad, la ironía. Después de una catástrofe natural, los seres humanos se ven condenados a enfrentar a bestias genéticamente modificadas y un entorno hostil que solo trae desesperanza. No todo, sin embargo, está perdido. Margaret Atwood 524EspañaSalamandrapáginas Matriarcadia La activista estadunidense concibe una utopía poblada solo por mujeres que han construido una sociedad armónica, ordenada y pacífica, en contraste con el mundo de hoy. Desde hace dos mil años, el respeto a la vida guía todos los ámbitos de la educación y la vida cotidiana, que de pronto se ve alterada por la aparición de tres hombres. Charlotte Perkins Gilman 224EspañaAkalpáginas www.librotea.com El placer de leer
El relato La heroína de esta novela habita en la capital del planeta Aka, gobernado por una corporación para la cual los ciudadanos no pasan de ser productores y pasivos consumidores. Las tradiciones han sido borradas de un plumazo. Aunque prevista en un futuro lejano, la realidad imaginada tiene muchas características de nuestro presente. Ursula K. Le Guin 240MéxicoMinotauropáginas
Lo que será ya está aquí N o concibo el futuro de otra manera que como un presente exacerbado. Lo que será ya está ocurriendo en este momento. Así que muy lejos de mi interés se encuentran los augurios políticos y las predicciones tecnológicas. Me tiene sin cuidado que la FIFA pueda proyectar la intervención de dos árbitros en la cancha o que en pocos años desaparezca el papel moneda. Por otro lado, la posibilidad de que la buena literatura termine arrinconada en el sótano oscuro de las bibliotecas universitarias no alienta mis temores porque eso es justamente lo que observamos ahora La lectura del futuro me parece un asunto baladí, de apostadores o corredores de bolsa. La flecha del tiempo da muy pocas veces en el blanco. Ya olvidé, por traer a cuento dos ejemplos flagrantes, la hora de la historia reciente en que fue vaticinada la muerte de la novela o la del teatro cuando el Bicho trastocó nuestra existencia. Como constata el presente, los oráculos erraron el tiro: la novela experimenta una escandalosa y arbitraria prosperidad; el teatro, aunque maltrecho, sobrevive en los pequeños foros a golpes de arrojo y pasión. Es cierto: desde Cyrano de Bergerac hasta Margaret Atwood, pasando por Julio Verne, H. G. Welles y un próspero etcétera, la literatura ha caído en la tentación de imaginar o lamentar un futuro posible. Pero a estas alturas del deterioro global no creo convincente asumir el papel de un nuevo Tiresias cuando la actualidad, todo lo que llega hasta nosotros en forma de noticia, rumor o descubrimiento, no solo prefigura sino confirma el futuro. No hay que ser una de las tres brujas que acechan a Macbeth para pronosticar que la guerra más cruenta que experimente el planeta será por el agua porque esa guerra ya se libra en varios frentes; o que miles de especies animales ocuparán solo el espacio de una ficha al pie de página en una enciclopedia ilustrada porque ya se están despidiendo de nuestro planeta; o que la inteligencia artificial tomará el lugar de las habilidades humanas porque basta asomarse a la revista Scientific American para cerciorarse de que tal contingencia ya se pasea entre nosotros. Bienvenidos al futuro conjugado en tiempo presente. En la novela que cierra Maddaddam (publicada en 2013), la trilogía en la que Margaret Atwood plantea el fin casi inminente de la humanidad después de una mortífera pandemia, los sobrevivientes de ese mundo habitado por depredadores y creaturas genéticamente modificadas deben echar mano de aquellos atributos que en otros tiempos sirvieron de fermento a las artes, la filosofía, el canto, las festividades: el amor, la solidaridad y la clemencia. Son atributos que no hemos olvidado del todo, a pesar de las monstruosidades que campean despreocupadamente por nuestra vigilia. Así que mientras el juego de las anticipaciones continúa desvelando a las mentes más brillantes y arruinando a los agoreros más enfebrecidos, es posible volver la vista atrás y refugiarse en la sabiduría del viejo maestro budista que, a la pregunta por la razón de su buen estado, respondió: cuando como... como; cuando duermo... duermo; y cuando trabajo... trabajo. _
ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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La transformación de la historia será inmensa, no tanto en ese sen tido material de los futurismos sub specie industrial, cuanto en que ya no será posible ser del todo extran jero en ningún lado. Pero la comu nicación profunda, lo que le sucede a los humanos que sueñan y se ena moran en su lengua materna, como dijo Dante, irá escaseando y secán dose en una tribu cada vez más breve, sumergida y marginal en el océano de la “omniglosia”. ¿Ahí existe algu naHayliteratura?ununiverso de software que apunta a la caducidad del Estado Nación. Apunto un par de cosas: las criptomonedas son más confiables que la mayoría de las monedas nacio nales. Si pensamos en francos, dóla res o yenes, parecen fuertes, pero nos volvemos a otras regiones y cambia la perspectiva: resulta mucho más riesgoso un dinero tripulado por es te o aquel gobierno, que una moneda virtual cuyo valor reside en lógicas y matemáticas inviolables (blockchain). Lo mismo con los smart contracts Las matemáticas no mienten, los go biernos, sí, mucho, todo el tiempo. Pero el software es bobo frente a esa capacidad indispensable en todo lo que sea humano: la de equivocarse, y equivocarse a propósito: mentir. Por supuesto que habrá cambios notabilísimos en fierros y silicones y grafenos y motores, pero la trans formación más profunda será en los símbolos y signos. Somos capaces, sin gran dificultad, de programar una aplicación que no podría desentra ñar cabeza alguna. Nuestra especie produjo una inteligencia superior a la humana. ¿Quién es la herramien ta y quién el usuario? _
La sucedeprofunda,comunicaciónloquelealoshumanosquesueñan,irásecándose La futurodelvidamundo
DAVID TOSCANA
Babel en esteroides BICHOS Y PARIENTES
JULIO HUBARD PINTURA PIETER BRUEGHEL EL VIEJO dedeRepresentaciónlaTorreBabel.
TOSCANADAS L a palabra “futuro” goza de poca estatura poética si se le compara con el porve nir o el mañana. Y cierta mente para mi oído no es palabra bella. Fu-tu-ro. En inglés sue na peor. Future. Algo así como fiúchur Y encima, “futuro” rima con “oscuro”. Mejor con Arturo o suturo. Antes que hallarlo en un verso, los adolescentes oyen el futuro en las reprimendas. Es en lo que deben pensar cuando estudian. Incluso gramaticalmente pierde fuerza el futuro. Más decimos: “Ma ñana hablamos” que “Mañana habla remos”. Y ni se diga con el subjuntivo. Decimos: “Avísame si se te hace tarde” y no “Avísame si se te hiciere tarde”. “Sea como sea” y no “Sea como fue re”. “Salga lo que salga” y no “Salga lo que saliere”. Con el paso de los años, se habla más de recuerdos que de planes. Hay un futuro especulativo acerca del mundo, sobre el cual casi nunca se acierta. Hace cuatro años imaginé uno con optimismo, hoy imagino otro con pesimismo. Y otro futuro personal, que invariablemente ha de coronarse con un paro cardiaco y cuya fecha podemos estimar con cierto grado de certeza. “No se engañe nadie, no, pensan do que ha de durar lo que espera, más que duró lo que vio”, nos dice Jorge Manrique. Cuando lo leí a los veinte años, le dije que no tenía razón; ahora me parece una verdad incuestionable. Nótese que cuando arriba escribí “hay un futuro”, alguien puede pen sar que debí escribir “habrá”, pues el futuro nunca es sino será. En eso de predecir el futuro se equi vocan los agoreros y profetas una vez tras otra. Hace casi cien generaciones, Jesucristo advirtió que antes de que pasara su misma generación “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo”. No era canción de Angélica María, sino amenaza fallida, pues ya resulta obvio que erró en el pronóstico del tiempo, y se ve que no sabía mu cho de astronomía si pensaba que las estrellas eran luceritos que pueden caernos encima. El fin del mundo se ha pronosticado muchas veces, siempre con ese tono iracundo y apocalíptico que igual lle ga de un medioevo ilustrado o de una suequilla atolondrada. Y hay que ver cuál es el interés detrás de cada cosa. A la iglesia cristiana del año mil le vino muy bien promover el fin del mundo. Muchos pecadores adinerados y es peluznados donaron sus bienes a los conventos, y cuando amaneció el año 1001, ya no pudieron reclamar de vuelta sus propiedades. A la Iglesia le salió tan bien el embeleco, que pasó el siguiente fin del mundo para el año 1033. Pero el mundo no ha de acabarse, puesto que el credo dicta que hay que esperar “la vida del mundo futuro”, esa en la que habrá un “reino que no tendrá fin”, vana ilusión de tanto dic tadorzuelo que anda suelto por ahí. _
13 DE AGOSTO 2022 http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook: Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto/Instagram: milenio_laberinto LABERINTODIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.
N uestra imaginación de futuro aún está conce bida bajo la especie de la Revolución Industrial. Aquel salto de la energía natural, de los músculos humanos o de caballos, o del viento y las corrientes de agua, hasta la energía moderna, acumu lada y reconducida por artificios. Segui mos pensando la potencia en caballos, por ejemplo. Y los géneros del futuris mo siguen alucinando un progreso de los instrumentos, las herramientas y dispositivos de uso, con una potencia desnaturalizada. Para entender toda esta historia, quizá no haya mejor libro que la Historiaeconómicadelapobla ciónmundial, de Carlo Cipolla. Hasta ahora, hemos pensado que los progresos tecnológicos eran ma teriales, cosas a la mano, extensiones de nuestras fuerzas: un cuerpo hu mano que dispone de recursos para beneficiarse del mundo y transfor marlo a su favor. Hasta que las cosas se dispusieron en un orden de com plejidad superior: los sistemas. La he rramienta no hace nada sin la acción humana; los mecanismos, en cambio, usan a las personas como recursos. De esto se dan cuenta Proudhon y Marx, pero la mejor descripción es de Iván Illich (Eltrabajofantasma). De un par de siglos a hoy, el futu ro ha ampliado su lugar imaginario: podemos casi ver que la muerte por causas naturales dejará de existir y moriremos por violencia, accidentes o por falta de mantenimiento. Resulta admirable, pero ya no sorprenden te, que podamos sustituir riñones y ojos por equipos más eficientes. Sin embargo, eso sigue siendo quincalla, hardware, transformación material. Con todo, aquello que nos articula con la realidad, también nos transfor ma: el salto no será tan perplejante en su hardware como en su software Un mero ejemplo. Tenemos, rudi mentarios y lentos, dispositivos de traducción universal: cada quien ha bla en su lengua nativa y recibe en esa misma lengua la traducción de lo que digan los demás. Vaya replanteamiento del debate medieval entre idealismo y realismo: entre aparato y aparato hay un “programa” traductor, que contiene y opera todos los lenguajes. Un pasito más y podrá “leerme” una tablilla del acadio o una estela maya como hoy puedo indicar a mi computadora que me pronuncie en voz alta un texto. Una tendencia utópica me hace creer en la reparación de Babel: las lenguas se conservan y siguen su propia evo lución entre sus hablantes, mientras que el entendimiento se universaliza. Pero no debemos repetir las utopías sin calcular la distopía. Las lenguas se harán “idiolectos” y los hablantes, en grupos empequeñecidos, irán vol viéndose cada vez más idiotas, más romos y tribales, perezosos y con fiados en que los suple un software; capaces de todo el comercio y las téc nicas, pero sin imaginación creativa. Deja de tener interés aprender idiomas: todo es traducible bajo la certeza de que puede serlo en un instante, sin visible trabajo. No hay que ser adivino para ver ahí un es calamiento: de la herramienta, al mecanismo, al sistema.