Suplemento cultural de MILENIO LABERINTO La novela tras la huella del poeta Darío Galicia Ana Clavel/ Collage: ANA LAUREL (DA RÍO G.ALICIA EN LA FIESTA DEL TÉ) SÁBADO 3 DE SEPTIEMBRE DE 2022 AÑO 19 - NÚMERO 1003 HOMBRE DE CELULOIDE FERNANDO ZAMORA Robert Eggers y el otro Hamlet Foto: Regency Television EL ATLAS DE PANDORA IRENE VALLEJO Reír a lágrima viva Ilustración: Román
La película consigue trascender la pesada carga de interpretar a ShakespeareWilliam
ivió solo en la selva durante 30 años, cavaba agujeros para la caza y también para ocultarse. Se ali mentaba de mandioca, de papaya y de maíz. Había nacido en la co munidad brasileña de Tanaru, cerca de la fronte ra con Bolivia. Debido a los planes de expansión del gobierno de Bolsonaro y a la intrusión de los terratenientes, había perdido a todos los demás miembros de su grupo. Fue el único que sobrevi vió y siguió sobreviviendo. No hablaba con nadie. El último hablante de su lengua, el último atrin cherado en su cultura, el que había rechazado to do contacto con el mundo de afuera. Hace pocos días, el llamado “Hombre de los agujeros” se re costó en la hamaca de su choza (una de las 53 que construyó a lo largo de los años), se cubrió de flo res de papagayo y esperó la muerte, con la misma naturalidad con la que había esperado la vida. Un mundo desaparecía con él, y quizá sintió un se creto orgullo de saberlo. Su muerte fue un acto de protesta y de resistencia final. En ese mundo que preservó solo para él no cabía entender nada de lo que nos rodea en es te lado. El sistema enloquecido de emisiones que destruye la capa de ozono y que provoca cambios climáticos, que amenaza con sequías y tormentas al planeta. Los planes expansionis tas de un líder ruso que busca convertirse en un emperador. Las matanzas a periodistas en América Latina, las balaceras en los malls en Estados Unidos, la corrupción en gobiernos y empresas. Nada de eso lo comprendía. Su vida era la más sencilla y elemen tal, y quizá lo sabía. Cuando alguien in tentó contactarlo, se atrincheró y re sistió con arcos y flechas. Su soledad era su único paraíso. La Fundación Nacional del Indio de Brasil, que sigue su caso hace va rios años, confirma que murió absolutamente solo, como había querido. Los escritores, a nombre de todos nosotros, han fantaseado con la idea de la soledad como un paraíso moral. En 1666, Molière escribió El misántropo. Alceste, a quien su esposa ha abandonado, se siente dispuesto a exiliarse de la sociedad y de la compañía de toda persona. Sin embargo, cae irremediablemente enamorado de Celimena. Esta, aunque rodeada de muchos pretendientes, lo corresponde. El antecedente de Alceste es Cnemon, el personaje del griego Menandro, en su obra Díscolo (siglo IV a. C). Huraño y desencantado, Cnemon terminará reconciliado con el género humano. Alceste y Cnemon son los padres del protagonista de El barón rampante de Italo Calvino. En esta novela, Cosimo decide vivir en lo alto de los árboles desde muy joven y por el resto de su vida. Desde allí envía cartas a su hermano. Un día ve a la pequeña Viola en un columpio y se enamora de ella. No sé si la vida del “Hombre del agujero” en el Brasil podría servir para una novela o una obra de teatro. Es un ejemplo del aban dono que sufren muchas culturas en todo el mundo, cuyas lenguas y experiencias segui rán muriendo. Nunca conoceremos al último solitario. Sí lo podemos imaginar y, en algún sentido, envidiar. _
Elsolitarioúltimo V
LA GUARIDA DEL VIENTO ALONSO CUETO No sé si la vida del “Hombre del agujero” en el Brasil podría servir para una novela
El ser humano en estado puro HOMBRE DE CELULOIDE
The Northman. Dirección: Robert Eggers. Estados Unidos, 2022.
-02- 3 DE SEPTIEMBRE 2022ANTESALA
T
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA REGENCY TELEVISION
omando como base a Saxo Gramático, Ro bert Eggers escribió y dirigió The Northman (disponible en Cinepo lis Click). Con ella se luce y demues tra que, además de extraordinario ci neasta, tiene valor. Saxo Gramático, en pocas palabras, es un historiador de la Dinamarca medieval, famoso porque en su obra monumental (dieciséis to mos) se basó Shakespeare para escri bir Hamlet.Por eso es necesario valor, porque más allá de la reinterpretación de la obra, empresa que han intenta do, con mayor o menor éxito, autores como Zeffirelli, Bergman o Branagh, Eggers acude a las fuentes mismas de William Shakespeare, Saxo Gramá tico y su Historia danesa escrita en el sigloTheXII.Northman es una extraor dinaria película, ante todo, por las actuaciones del sueco Alexander Skarsgård en el papel de Amleth y Anya Taylor-Joy, famosa por su pa pel protagónico en la serie Gambito dedama. Pero, más allá de los valores propios de toda buena película (una fotografía impecable y un diseño so noro a la altura del arte), The North man consigue trascender la pesada carga de interpretar a Shakespeare para revelar nuevos sentidos en un mito tan antiguo que parece inscri to en el alma de todo lo humano. Si películas tan dispares como El rey león y Fanny y Alexander refieren a Hamlet, la historia original se re monta en el tiempo hasta Edipo y Osiris. Como se sabe, Hamlet gira en torno a un joven príncipe cuyo tío lo destrona cometiendo el que para los antiguos daneses era la peor de las transgresiones: el fratricidio. “Hijo mío, tú no eres Hamlet”, le dice el fantasma del padre al protagonista de FannyyAlexander, de Bergman. El niño mira horrorizado al fantas ma de su padre pues, como muestra Shakespeare en sus obras mayores, cuando aparecen los espíritus es señal de que hay algo podrido en el mundo, de que el orden de las cosas se ha roto y es necesario el sacrificio de un héroe para que todo vuelva a la normalidad.LogenialdeTheNorthmanes que Eggers no recurre a un fantasma pa ra producir horror. Le basta recrear, primero, la vieja cultura normanda con la minuciosidad con la que puso en escena la vida de los primeros co lonos en lo que hoy es Estados Unidos cuando hizo Labruja (2015). En se gundo lugar, crea un fantasma que, sin embargo, no es un espíritu sino algo tangible: un horror que autores como Freud encuentran en todos los seres humanos. En su inocencia, el príncipe Amleth vive su rito de tran sición y se transforma en adulto muy joven. Se vuelve un lobo junto a su padre y —aullando— recibe el ani llo ensangrentado del heredero. La existencia del príncipe parece feliz. Es un humano en estado puro. El pi llaje, el saqueo y el asesinato se nos muestran como parte de una natu raleza que, sin embargo, termina por horrorizarlo cuando se enfrenta con aquello que funda toda cultura: el ta bú. La reina, en complicidad con su cuñado, asesina a su esposo y quie re matar a su hijo. Todos los tabúes se rompen en un acto. El incesto, el fratricidio y el filicidio son los fan tasmas que acechan a este príncipe joven quien, sin embargo, debe esca par para sobrevivir. Pero no porque su vida resulte importante, al con trario. La aparición de todas estas transgresiones —que lo lanzan fue ra del Edén de la infancia— le rega la, más bien, un inesperado sentido a la vida: el de la venganza. He aquí el fantasma que recrea Eggers, el de en contrar que el amor no basta cuando el ser humano en estado puro nece sita pagar la sangre con sangre. _
¡Nop!, su nuevo filme, abre con el versículo de Na hum 3:6. “Echaré sobre ti inmunda suciedad, te volve rás vil y haré de ti un espectáculo”. Luego nos mues tra un set de televisión hecho un desastre. La banda sonora mezcla gritos de pavor con los alaridos de un chimpancé. Un simio ensangrentado brinca de un la do a otro. Las piernas de una mujer se agitan cuando el mono vuelve a tundirla con sus frenéticas manazas, pero esto únicamente es el preámbulo de una sarcás tica aventura sci–fi: los Haywood, descendientes del jinete que Eadweard Muybridge retrató para los pri meros fotogramas en movimiento, entrenan equinos para Hollywood. Su rancho, en el norte de Los Ange les, cae en desgracia cuando un misterioso objeto vola dor mata al jefe de familia y hiere a un caballo con una lluvia de monedas, llaves, trozos de metal. Otis Jr. y su hermana Emerald tendrán que hacerse cargo del nego cio, la pequeña empresa que a la industria ya le impor ta poco, tal vez por el color de piel de sus propietarios.
¡Nop! (jerga urbana de negación) es el lema de bata lla de esos hermanos que librarán una guerra desigual con el platillo que se esconde entre las nubes, depreda dor de hombres y bestias en el campo, una cosa que no es nave ni lleva tripulación porque es de otra naturale za. Al igual que sus predecesoras, ¡Nop! es una trama de extravagante sencillez, tal y como son las pesadillas impecables: emboscadas, clones vengativos, cazadores sobrenaturales. El suspense según Jordan Peele. _
omo Spike Lee, Jordan Peele suele combinar la diatriba sociocultural con el sentido del humor, satirizar la hipocresía excluyente del sueño americano, ironizar los defectos de su estirpe. También reniega de la victimización y prefiere la autocrítica. Abomina la inocencia, la fragilidad, aunque sus personajes no son modelos de ingenio o valentía, sino seres que superan el horror y la adversidad por puro instinto de supervivencia. Sus maestros son John Carpenter (Halloween), Tobe Hooper (Poltergeist), Stuart Ronseberg (TerrorenAmityville), pero también hay una pizca de Kubrick y de Hitchcock en su narrativa. En 2017, Peele debutó como guionista y director con ¡Huye!, una espeluznante, burlesca fábula de es clavitud, racismo y perversidad clasista. Chris, un jo ven negro que mantiene un noviazgo de ensueño con Rose, acepta pasar el fin de semana en la casa de sus padres. La idea de conocer a los Armitage, su futura familia política, le pone los pelos de punta. Y no está equivocado: blancos, ricos y de artificiosas actitudes progresistas, hay algo que lo intranquiliza en esa gen te. Conforme pasa el tiempo en la lujosa mansión rural de Nueva York, Chris irá descubriendo los secretos de esa casta que recurre a la hipnosis, las pócimas y otra variedad de trucos para someter, y aprovechar, a sus huéspedes afroamericanos. Sea como esclavos, como sementales, como mascotas, inclusive como material orgánico para curar enfermedades degenerativas o reparar defectos congénitos, los Armitage hacen rea lidad la diabólica fantasía del supremacista blanco y la vida eterna. Dos años después, Peele volvió a las pantallas con Nosotros, otro relato oscuro en el que el complot es aún más delirante. Los Wilson van de vacaciones a Santa Cruz. Se hospedan en el sitio en que la madre, Adelaide, pasó su infancia. La primera noche, el pri mogénito descubre a cuatro individuos apostados en el jardín. El terror comienza cuando los fisgones inva den la vivienda, y los Wilson advierten que son física mente igual a ellos. Se trata de clones pertenecientes a una comunidad que habita en el subsuelo, diseñados por el gobierno para controlar a sus contrapartes del exterior. Sin embargo, cansados de la marginalidad, de la penumbra, los dobles escapan a la superficie pa ra recuperar lo que también les pertenece.
IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGascon VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
EX LIBRIS En el futuro, arderán los libros/ EKO
-03-3 DE SEPTIEMBRE 2022 El suspense según Jordan Peele C
Paulina no quería consumar sus largos besos de amor con Roberto, porque sentía espanto y era incierto —le punzaba el estómago— quedar preñada en trueque. Él se sabía muerto de ansia por ella. ¿Por qué no encontrar, entonces, otra forma de gozar? Él le habló: “Puedo hallar otro ojo abierto en tu cuerpo, tan bello y misterioso como tus otros ojos”. La muchacha vaciló, pero después… asintió. Ahora ellos no saben dónde el gozo cesa cuando la carne se emborracha. Así fue como Amor los complació.
Poema inédito de un libro aún sin nombre.
Anticonceptivo, Ciudad de México 1650 POESÍA
LOS PAISAJES INVISIBLES
ANTESALA
Por desobedecer a sus padres
También me llevó al Mundo del Espejo porque la difracción y la distorsión de la luz y de las sombras muchas veces permiten reconfigurar mejor una historia como ésta con cola que le pisen. —Prometiste contarme tu historia —le dije al poeta G.Alicia cuando lo encontré por fin con —Triste,vida. larga y no sin cola es mi historia, aunque no exenta de cierta belleza oscura —me respondió con una sonrisa alevosa de gato que se relamía los bigotes y meneaba la larga y esponjosa cola
Por cortesía de Editorial Alfaguara, ofrecemos de la más reciente novela de la autora de Territorio ANA CLAVEL FOTOGRAFÍA ARCHIVO RUBÉN MEDINA
-04- 3 DE SEPTIEMBRE 2022DE PORTADA
Umbral Cuento largo con cola de gato ientras escribía la parte final de esta historia, a veces creía que alucinaba, entre el delirio del poeta G.Alicia, cuya risita burlona se oía cada vez que pasaba yo frente a un espejo, y los efectos de la pandemia que me mantenía en otra suerte de virtualidad fantasmal. Fue en las redes sociales donde, por esas fechas, vi una imagen que me atrajo poderosamente. Durante días la guardé en mi computadora sin volverla a abrir. Miraba la foto reducida en la pantalla de mis documentos y la dejaba ir para buscar otros archivos. No sé por qué de pronto una mañana la abrí. Siempre me han fascinado las fotos de sombras. Por si no es posible reproducirla aquí, la describiré: en blanco y negro una silueta de mujer se refleja en los charcos que ha dejado la lluvia sobre los adoquines de una plaza. Son visibles sus piernas, como también el torso y las caderas enfundados en un vestido de mangas o una gabardina que deja libres los antebrazos suspendidos en un gesto de espera, no se sabe si para recibir el flash o para levantarse y aletear. Por los límites del charco no nos está permitido atisbar el rostro del personaje. En su lugar un ave oscura ha descendido para beber agua y su pico sumergido produce círculos concéntricos que abisman la superficie. Casi en trance subo la imagen a mis redes sociales. Escribo también como en un dictado: “¿Así o más inquietante despertar en estos días de confinamiento? Cuando el cuervo puedes ser tú pero no te habías dado cuenta. Ajá… por más que digas: Nunca más haré travesuras”. (Pero el poeta Darío San G.Alicia me corrige con dedo regañón. Deberías decir: “Mamá, soy Darío. Siempremás haré travesuras”.) Rastreo la imagen en el buscador de Google para dar con el nombre del creador de la fotografía y poner el crédito correspondiente. Se trata de una artista polaca, nacida en la década de los treinta, a la que adjudican una temática conceptual: Alicja Posluszna. La imagen resultaba tan hermosa y sorprendente que los usuarios comenzaron a reaccionar y a compartirla. De pronto, regreso a la foto y me detengo a mirar algo que me inquieta, pero a lo que no he querido prestar atención por más que Darío haya vuelto a reconvenirme: “Monina, si miraras con más atención, verías la esencia de las rosas y de las cosas. Descubrirías qué fragancias las de la Francia olorosa…”. Y en efecto, esa ave que se abisma en el charco es demasiado ancha para ser un cuervo —los cuervos acostumbran usar un traje esbelto y lustroso—. Lo he sabido siempre pero no quise hacerle caso a esa percepción que llegó silenciosa desde el primer momento pero también de golpe —acaso el punctum del que hablaba Barthes, esa punta o señal que nos toca y hiere en las buenas fotografías—, confiada en que la gama de grises de la foto vestía de oscura y disfrazaba al ave en cuestión. Ahora es innegable reconocerlo. Ahí está para más prueba el pico corto del pájaro, que no tiene nada que ver con la poderosa pinza de los córvidos. Reviso los comentarios de mi post y nadie parece haberse dado cuenta del engaño. Añado entonces una posdata: “¿Alguien reparó que en realidad es una paloma y no un cuervo? Así es esto de criar historias que te sacarán nuevos ojos”. Y sí, que nadie se sorprenda. Acá también seguimos las lecciones de Humpty Dumpty: No es un cuervo, pero ¿quién dijo que estábamos cuerdos, o que la distancia más corta entre dos puntos no es siempre un laberinto? De modo semejante, al comienzo no me había dado cuenta que estaba ante una madriguera con forma de laberinto. Seguí al conejo G.Alicia porque percibí su señal de una historia “encantadora” —como le pidió al reverendo Dodgson, alias Lewis Carroll, la otra pequeña Alicia—, pero yo no sabía que los encantamientos podían ser castigos monstruosos y no solo cuentos con final dorado de perdices al horno. De hecho, al principio vino disfrazado con el señuelo de una invitación editorial: escribir un relato para una antología sobre padres autoritarios. Muy pronto se me ocurrió explorar la frase misteriosa y terrorífica de algunos circos y ferias: “Por desobedecer a sus padres”. De inmediato pensé en la cruel suerte del poeta Darío San G.Alicia, que en mi memoria había quedado archivada con la leyenda de una lobotomía correctiva por su condición homosexual. Pero Darío no me permitió quedarme en la superficie y me arrastró con él entre un coro de voces y carreras de flores parlantes, gatos que se desvanecen, sombrereros delirantes, liebres salvajes, reinas castrantes, graciosos dodós y otras aves de vistosos escritura y plumaje.
queconcircoción?se—Díganos,mujer-serpiente,¿porquéencuentraentanlamentablecondi-—preguntabaelpresentadordelmágicotrashumantealfenómenocabezademujerycuerpodeserpienteveíamosenelescenariodeespejos.Ylarespuestaquenoshacíatemblar:—Pordesobedeceramispadres.
M
padres
-05-3 DE SEPTIEMBRE 2022 DE PORTADA
una serie de electrochoques para dejarlo inconsciente unos minutos, introducía una larga aguja metálica a través del párpado, un poco más arriba del conducto lacrimal, para traspasar, con ayuda de golpecitos con un pequeño martillo, los ligamentos que circundan el globo ocular y llegar a la zona del cerebro. Una vez ahí, movía y removía la aguja con forma de estilete o picahielo, con la intención de seccionar las conexiones que unían el córtex del lóbulo frontal con el tálamo.
ofrecemos dos pasajes
II En un poema situado en la época, el escritor chileno que después sería el más famoso de los infrarrealistas, describió la visita que, junto con Mario Ulises Santiago, le hicieran a un Darío G.Alicia tras ser intervenido. El texto de Roberto Belano, titulado “La visita al convaleciente”, habla del año de 1976 cuando la Revolución había sido “derrotada”. Señala que Mario Santiago y él tenían 22 o 23 años cuando acudieron a visitar a un Darío convaleciente pues le habían “trepanado el cerebro”. Roberto Beleño menciona el término trepanación para hablar de la cirugía a la que sometieron a su amigo Darío Epifanio San G.Alicia, un tipo de práctica conocida desde el neolítico y muy usada entre los egipcios: abrir el cráneo para extirpar un tumor, drenar líquidos por una inflamación, o tratar la enfermedad de la locura (piénsese en la Extracción delapiedradelalocura del Bosco, por ejemplo, del siglo XV). Pero yo recuerdo que mi amigo Benjamín Rocha había mencionado el de “lobotomía” para referirse al caso de G.Alicia. Muchas veces los conceptos se confunden como sucede en la película Elplanetadelos simiosde 1968, en la que el comandante Taylor descubre la verdadera razón por la que su amigo Landon no puede hablar: una cicatriz en forma de herradura en el cráneo lo hace percatarse de que lo han “lobotomizado”, cuando más bien podría hablarse de una trepanación, o incluso, dado el tamaño de la herida, de una craneotomía. Lo cierto es que tales términos producen un horror semejante, la amenaza de vernos mutilados, mermados en mayor o menor medida de nuestra capacidad racional, esa herramienta invaluable con que enfrentamos el mundo.Indago en libros y páginas web médicas. Siempre me ha producido una extraña fruición el tema de la lobotomía. Ahí voy como la pequeña Alicia con la oruga metafísica, para que me diga de qué lado del hongo masca mejor la iguana. Fue en 1935 cuando el neurocirujano portugués António Egas Moniz realizó una intervención quirúrgica en la parte frontal del cerebro de uno de sus pacientes, a fin de reducir sus trastornos neurológicos crónicos. La operación consistía en realizar dos agujeros en la parte frontal del cráneo para luego inyectar alcohol en cada lóbulo frontal. El resultado: la leucotomía —así llamó Egas Moniz a su intervención, pues leukos significa blanco en griego, y las partes afectadas eran materia blanca cerebral— permitió que pacientes furiosos, depresivos o maníacos mostraran docilidad y calma para ser tratados, si bien se sacrificaba una parte de su capacidad intelectual y social pues su personalidad nunca volvía a ser la de antes. Egas Moniz llegó a obtener el Premio Nobel de Medicina en 1949 pero no, como muchos creen, por el asunto de la leucotomía, sino por ser el primero en realizar estudios de angiografía y cateterismo cerebral. Confieso mi borrachera informativa, no exenta de fascinación, sobre todo cuando aparece una figura controversial: la del médico estadunidense Walter Freeman, que a partir de 1936 importó este tipo de intervención a los Estados Unidos. Gracias a él, el método se popularizó. De hecho, fue el responsable de cambiar el término que Moniz había empleado (leucotomía) por el de lobotomía (y más específicamente, lobotomía Despuésdimientoneo,para“perfeccionó”transorbitaria).prefrontalTambiénlatécnica:noperforarelcrá-optóporelproce-del“picahielo”.dedaralpaciente
Territorio Lolita
La sesión duraba diez minutos escasos en un método ambulatorio que no requería hospitalización ni de la intervención de un neurocirujano. Por si fuera poco, Freeman brindó sus servicios para el adiestramiento de esta “fácil técnica de grandes beneficios”, tan fácil —solía bromear— que cualquier idiota, incluido el psiquiatra de un hospital estatal, podría ejecutarla. Llegó a ofrecer, a sanatorios y manicomios que se habían saturado con convalecientes de la Primera Guerra Mundial, practicar lobotomías en serie para que los pacientes pudieran ser tratados en casa, sin necesidad de gastar más recursos públicos. Así realizó giras por el interior en una camioneta cámper, bautizada por él como “lobotomóvil”. Cobraba unos pocos dólares por cada intervención y su fama fue en ascenso. Según Jack El-Hai, autor de TheLobotomist(2005), una documentada biografía del médico estadunidense, si bien Freeman buscaba remediar el dolor de los enfermos mentales hospitalizados de por vida, también tenía una tendencia al exhibicionismo: sus sesiones eran públicas, una suerte de espectáculo para médicos, familiares, prensa y curiosos, a quienes buscaba convencer de las bondades de su método. Su propio hijo, entrevistado para History Channel en años recientes, presenció una de esas demostraciones en la que realizó una lobotomía a dos mujeres, colocadas en camillas contiguas, casi de manera simultánea. Al recuperarse minutos después, una de ellas respondió con risas a las cosquillas que le hizo el doctor Freeman en el costado. La otra, en cambio, no reaccionó: tenía el lado izquierdo por completo paralizado. Los datos que arroja mi indagación en el tema parecen el argumento de una barata cinta de cine de horror, la de un médico psicópata con aspiraciones mesiánicas, que dañó y afectó a miles de personas, con la colaboración de familiares de las víctimas y autoridades de salud. Tru-cu-len-ta… turulenta, purulenta, me llega como en eco la sordidez tartamudeante de ese horror. Dejaría fuera de este relato toda esa información por siniestra. Sin embargo, me digo que no puedo andarme con reparos cuando estos hechos fueron reales y son el antecedente para dar una idea de lo que pasó con ese “antes” y ese “después” de la intervención que le practicaron a Darío San G.Alicia. Al parecer, Freeman realizó más de tres mil lobotomías hasta que en 1967 le fue retirada la licencia, tras la muerte por hemorragia de uno de sus pacientes. No era el primero ni el caso más escandaloso —como cuando dejó el “picahielos” en el interior del párpado de un lobotomizado para tomar una foto y el instrumento cedió a su propio peso, provocando que el paciente se desangrara—. La lista acumulaba alrededor del centenar de bajas y las críticas cundían por todas partes. Otro dato me deja muda: se calcula que al menos un tercio de las personas operadas eran homosexuales, a quienes se aplicaba la lobotomía como cura milagrosa o método correctivo. Se me dirá que ya enloquecí pero me viene a la mente la escena de los naipes Cinco y Siete con cubos de pintura roja y brochas que pintan rosales blancos en el jardín de la Reina, cuando la pequeña Alicia los ve y les pregunta sorprendida por qué lo hacen. Y la respuesta, que en el libro de fantasías de Carroll puede resultar simpática y hasta lógica, ahora me parece el colmo de la sinrazón y del miedo: —Pues verá, usted, señorita… El hecho es que aquí debía estar un rosal rojo, y colocamos por error un rosal blanco, y si la Reina lo ve, nos mandará cortar la cabeza… Así pues, señorita, estamos corrigiendo el error lo mejor que podemos antes de que ella venga y nos descubra. _
El poeta Darío Galicia, autor de Historias cinematográficas (1987) y La ciencia de la tristeza (1994), en una imagen de la década de 1970.
día anterior”. Desde el flirteo has ta el sexo, es saludable tomarse con humor los tropiezos, las torpezas, las lorzas, el miedo, la aceleración incontrolada, los estragos del can sancio, los ruidos intempestivos y las explosiones del cuerpo, las acro bacias fallidas, la desincronización o el hilillo de saliva que resbala jus to cuando tu pareja te mira dormir. Que nadie es perfecto, ya lo senten ció Billy Wilder. Ni los clásicos ni los contemporáneos. Pero no olvidemos que ser irreverente tiene un precio: Ovidio acabó en el exilio. El humor es una herramienta afi lada —y arriesgada— para desnudar
Bajo los discursos más grandilocuentes se esconden la roña, los meados en las trincheras
-06- 3 DE SEPTIEMBRE 2022LITERATURA Tomarse
las cosas con humor es una salida que puede atraer la condena de los poderosos
Ovidio osó incluir en sus Amores un asunto incómodo del repertorio erótico. Lo abordó en verso y con gracia, invitán donos a relajar nos y asumir sin complejos nues tras noconminocias:incompeten“¡Quégozosmeimaginéenmentecallada,quéposturasestuvefanta seando! Junto a la chica, sin embar go, mi miembro yacía como si hu biera muerto antes de tiempo, más marchito que una lechuga cortada el
rabado a fuego en la memoria, con trazos más imborrables que tus penas o alegrías, arde el recuerdo de las veces en que hiciste el ridículo. To davía te escuecen aquellas car cajadas y aquella vergüenza. Durante la adolescencia —nues tra zambullida hormonal en el melodrama y el malditis mo—, aprende mos a temer la burla ajena por encima de todas las cosas, y nos aden tramos en la edad adulta demasiado serios y envara dos. Pasa el tiempo y seguimos sin saber afrontar nues tras imbecilidades y nuestros tierra trá game, el espectá culo cómico que so mos para los demás. Aprender a reírnos de nuestros propios desas tres es un recurso elegante para momentos bochornosos; en palabras de Boris Vian, la cortesía de la Entredesesperación.losantiguos griegos circu ló la epopeya humorística Margites, atribuida al mismísimo Homero, una parodia de la Ilíada y la Odisea. Por alusiones de otros autores sabemos que el tal Margites era tan torpe que fracasaba en todo: un auténtico de chado de despropósitos. De ese fa moso personaje, escribió Aristóteles, procede la estrambótica familia de la comedia. Pese a su importancia, el poema no se conservó. También en la filosofía salió perdiendo la risa frente a la melancolía. Se con taba que el sabio Heráclito lucía siempre una cara adusta y ceñuda, porque la condición humana le pa recía triste; en cambio Demócrito, que albergaba una opinión similar sobre sus congéneres, se mostraba risueño. De los dos, Demócrito ha sido el más vilipendiado. Su obra se perdió, a excepción de algunos frag mentos, como si todo pensar debiera ser serio y la razón no supiera reír. Hace veinte siglos el romano
G
Reír a lágrima viva
Gerardo Herrera Corral: Voyager: a 45 años de su lanzamiento • Fernando Figueroa: Alberto Lomnitz: el arte perdurable • Avelina Lésper: Los Supermachos • Liliana Chávez: Latinidad • Andrea Serdio: Las reinas de la taquilla • Uriel Caballero González: Un hijo del espíritu de su tiempo • José Juan de Ávila: Entrevista con Wolfgang H Scholz • Enriqueta Lerma Rodríguez: Viaje al corazón de la frontera sur Y, además, en nuestra edición digital: emperadores y denunciar la cruel dad de tantas injusticias. El autor norteamericano Kurt Vonnegut escribió: “Ante el miedo o la des gracia, uno puede llorar o reír. Yo prefiero reír porque luego no hay que pasar la fregona”. En su obra más célebre, Matadero cinco, na rró su experiencia en la segunda guerra mundial —así, sin mayús culas—, entre soldados casi niños, prisioneros de los alemanes y tes tigos del brutal bombardeo aliado de Dresde. Kurt prometió que en su descarado relato no ha bría ningún papel para los John Wayne del mundo y nos legó una novela estra falaria de horror y risa, tiernamente terrible, con grandes dosis de sátira y sinsentido, inclu yendo platillos vo ladores y abduccio nes extraterrestres al planeta Tralfáma dor. Así, disolviendo la épica en el desamparo y el despropósito, logró uno de los alegatos pa cifistas más impactantes de la literatura. En el sexo como en la guerra, el humor puede ser —al menos— tan crítico y profundo como la serie dad. Bajo los discursos más gran dilocuentes se esconden la roña, los piojos y el olor a meado en las trincheras. Las hilarantes Armas al hombro, de Chaplin; Ser o no ser, de Lubitsch; o La vida es bella, de Benigni, retratan a protagonistas patosos y desvalidos que con sus torpezas desvelan el absurdo de la violencia. Vonnegut exclamó: “Qué tonto habría sido permitir que el respeto por mí mismo interfiriera con mi felicidad”. Reír es una forma de repudiar las barbaridades y pro tegernos de nuestras vanidades. Tal vez no haya nada más ridículo que tomarse demasiado en serio. _
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo.
IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN EL ATLAS DE PANDORA
Por los siete relatos de Lealtad al fantasma vaga una corte de almas en pena despojadas de su voluntad por intercesión de las artes negras del amour fou, el fervor seglar, la calentura otoñal, la vacuidad erótica, los prejuicios de clase, el vampirismo emocional… De tan insatisfechas o desgraciadas resultan conmovedoras. Y es que no dejan de responder al llamado reptil de sus desfiladeros interiores.
A FUEGO LENTO
-07-3 DE SEPTIEMBRE 2022
Lealtad al fantasma México, 2022 NARRATIVA, ENSAYO
El aire que se respira es gentil, de prodigioso teatro de marionetas. Como si el mundo marchara únicamente al compás de la diosa Fortuna, cada uno de los protagonistas (los peores, sin duda, enemigos de sí mismos) se somete a vertiginosos vaivenes antes de reconocer cómo la causa de sus triunfos prematuros, y siempre vanos, es también la fuente de su ruina. Pero. a pesar de la virilidad humillada o de los ridículos pactos de convivencia doméstica o de la sujeción a un tirano de la mortificación de la carne o del lecho vacío, nada invita a tomarse los descalabros por la tremenda. Pisamos terrenos gobernados por las leyes de la tragicomedia. De un satirista como Enrique Serna no podemos esperar un combate con zarpas de terciopelo. Hay que prepararse para ver el despliegue de un copioso arsenal de garras fulminantes. Los protagonistas de Lealtad al fantasma sufren golpizas memorables. Visitan la lona en más de una ocasión y vuelven a ponerse de pie solo para volver a desfallecer. Con la última reserva de aliento, vuelven la mirada hacia nosotros para echarnos en cara, como la narradora del relato “Paternidad responsable”: “El cuerpo tiene un orgullo autónomo que agradece la humillación del alma, el pisoteo de la dignidad”. _
Raven Leilani Biblioteca Blackie Books España, 2022 240 páginas La máquina del tiempo La colección Maestros del Fantástico reúne a los más grandes representantes del género de la época clásica. Abre con H. G. Wells, creador de al menos otro par de obras maestras. Esta novela cuenta la historia de un científico que inventa la máquina del título tras descubrir las leyes inescrutables de la cuarta dimensión.
Power Paola Sexto 112España,Piso2022páginas www.librotea.com
ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
¿ Ganar por nocaut? No es la estrategia de Enrique Serna cuando practica el cuento, sobre todo porque, a pesar de sus tratos amorosos con este género, no deja nunca de actuar como novelista. Esto significa una sola cosa: se desvive tanto por sus personajes que no duda, como un obstinado demiurgo, en arrojarlos al caldero de sus pasiones hasta hacerles creer que, al menos, conservan un gramo de autonomía. Por eso les concedemos nuestra piedad y nuestra simpatía. ¿O que son todas esas creaturas atormentadas que vagan por las páginas de Lealtadalfantasma(Alfaguara) sino, como advertimos en el cuento que cierra el volumen, brumosas ilusiones de vida, soñadas, imaginadas o invocadas por su Creador?
Todas las bicicletas que tuve Con la cadencia del viaje sosegado, esta novela gráfica trata del encuentro con uno mismo y con los caminos que deparan nuestras decisiones. Las bicicletas son más que un vehículo. Son extensiones del cuerpo, Virgilios que pueden llevarnos al pasado o sumergirnos en la corriente por donde fluyen el amor, la amistad, las pérdidas.
Los in ltrados Luego de un espectacular trabajo de investigación, el escritor y periodista alemán materializó esta historia de amor que se hunde en las entrañas del nazismo y en las cloacas de la resistencia berlinesa contra Hitler y sus planes para conquistar Europa. El romance no tarda en dar pie a una trama de engaños y contraespionaje.
El placer de leer
Karl Deisseroth México,Debate 2022 296 páginas Brillo Ganadora de numerosos premios, esta novela apunta hacia lo que significa ser joven en nuestros días. Su protagonista, una joven polisexual, mantiene un idilio abierto con un cuarentón casado cuya esposa se define tan progresista que incluso invita a esa amante a trabajar en su casa. Una descarnada reflexión sobre la rabia contenida.
H. G. Wells España,RBA 2022 320 páginas Litio La ambición y la corrupción en México son los asuntos centrales de esta novela que transcurre en una pequeña localidad de Sonora, maldecida por guardar en sus tierras un inmenso yacimiento de litio. A ritmo de thrillerpolítico, la trama convoca a una compañía canadiense, unas autoridades ineptas y una banda de narcotraficantes. Imanol Caneyada México,Planeta 2022 269 páginas
Norman Ohler México,Crítica 2022 448 páginas Conexiones Profesor de Bioingeniería y Psiquiatría, el autor trabaja con pacientes con trastornos de estado de ánimo y autismo. Desde su perspectiva, la vida es una fina trama y en este libro ofrece “una serie de historias acerca de ese tejido deshilachado en la mente de quienes están enfermos; personas en las que la urdimbre quedó al descubierto”.
deMarionetaslaFortuna
FOTOGRAFÍA @NENGOFLOWOFFICIALElmúsicopuertorriqueñoÑengoFlow. Desde cosechópistas,irrumpió enquelaselreggaetónpartidariosydetractores Nómadas
LABERINTODIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.
negocian y disputan su poder como en cualquier vecindario. Pero en la tarde todo desapare cerá como por arte de magia, cien hormigas oficiosas desarmarán el Lego y bajarán la cuesta, arriba en mi calle se acabó la fiesta, escribió Serrat. Cuando me asome a la ven tana como a las seis de la tarde, la avenida estará limpia, recogidas las basuras; quedarán el olor de la pes cadería y algunas lechugas que per donó la escoba como pequeños ras tros arqueológicos, después la lluvia lavará todo. Habrá sido una pequeña y ejemplar muestra de nomadismo. Un día el mercado podría quedarse, pienso, por cualquier razón, afianzar sus pequeñas construcciones y conver tirse, ¿por qué no?, en un barrio, una colonia, más tarde en una ciudad. En Deanimalesadioses, Yuval Noah Ha rari hablaba de esa decisión humana de permanecer en un mismo sitio que llevó a la agricultura y la necesidad de cuidar los territorios de posibles in vasiones, a la noción de propiedad y a todos los conflictos que antes, cuando éramos nómadas, no estaban ahí. Lo que caracteriza al ser humano, decía el pensador israelí, ha sido imaginar cosas que no existían y crearlas. Esa es la raíz de nuestra diferencia con otros animales y también de nuestros problemas. Los mercados se despla zan por las ciudades como un recuerdo de aquella facilidad para establecer se brevemente en un sitio, deshacer el campamento y seguir moviéndose para buscar agua y presas más jugosas. Cada tanto los nómadas regresaban a los lugares que en determinadas épo cas les ofrecen ciertas frutas o raíces; los mercados buscan en días señalados a su clientela. Quizá por eso me gusta ver al tianguis armarse y desarmar se bajo mi ventana: me hace pensar que, a pesar de todo, no dejaremos de ser aquellos animales inquietos por construir cosas donde no las hay.
comenzaron a llegar un sinfín de canciones que, después de oírlas, muchos acabábamos sintiendo que nos habían pateado el cerebro. A lo mejor era porque esas melodías nos habían pillado ya mayores (no lo parece, lo sé, pero yo ya tengo una edad) y así las cosas tienen otro ca riz. Menos mal que un día el puer torriqueño Ñengo Flow nos abrió los ojos: “nosotros no cantamos lo queras o sucierías. Cantamos cosas reales que están en el ambiente”. Los reyes del pop no tardaron en dejarse evangelizar y, para seguir vigentes y rentables, se dispusie ron a hacer duetos con apóstoles del perreo con nombres como Wi sin & Yandel, Daddy Yankee, Tego Calderón, Don Omar, Pitbull, J Bal vin. Karol G, Maluma, Bad Bunny… Hoy vivo en uno de los países más racistas, clasistas y discriminadores del mundo y, sin embargo, la banda sonora de su día a día es el reggaetón. Ricos y pobres lo cantan y lo bailan, sin importarles que sea música su daca y que muchas de sus letras sean falocéntricas y machistas (aunque, bueno, la evolución ha permitido la existencia de reggaetón feminista y lésbico. Ahí están Romina Ber nardo, Chocolate Remix). Incluso, cada tanto, en el panorama patrio brota algún cantante que se une al movimiento esforzándose por imi tar el acento caribeño. A mí, desde la irrupción de “Gasolina”, hace ya dos décadas, esta música me sigue dejando con el cerebro pateado, pero sería injusto no reconocer que for ma parte de nuestra cultura y que, aunque sea de refilón, nos divierte. Pues, venga: ¡dame de eso que estás tomando, mami! _ NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx
Laberinto Milenio/Twitter:@SCLaberinto/Instagram: milenio_laberinto
E
Con el cerebro pateado MADRID
D
3 DE SEPTIEMBRE 2022 http:// www.milenio.com/cultura/laberinto/Facebook:
VÍCTOR
_
SOBREMERCADORUEDASANA GARCÍA BERGUA
staba intentando ejecu tar de manera profesio nal la coreografía de Des pechá(¡Madre mía, la Ro salía!) cuando de pronto alcancé a escuchar que alguien apo rreaba mi puerta. Temía que fuese mi entrometida, amargada y quejica veci na, pero a través de la mirilla vi a un aca lorado mensajero. Apagué mi veterano y heroico aparato de sonido, que un día merqué en una pintoresca tienda de chinos, abrí y el susodicho me entregó un paquete fromColombia, loco, per fectamente plastificado. De inmediato me puse a descuajaringarlo y, al lograr lo, no pude evitar sentir un ardoroso ós culo en toda mi intelectualidad (perdo nen que sea tan gráfico). Era un ejemplar de pasta dura y hojas elegantemente cocidas de una obra llamada a convertirse en un clá sico de la cultura de nuestro tiempo, uno de esos libros a los que las gene raciones futuras recurrirán para ilus trarse acerca de la banda sonora de las primeras décadas del siglo XXI. Se llama Reggaetón.Unarevolución latina, está escrito por Pablito Wil son, un periodista argentino afinca do en Medellín, y es un entusiasta, desprejuiciado, riguroso, histórico y sociológico ensayo sobre el género musical urbano que hoy, le guste a quien le guste y le pese a quien le pe se, domina a buena parte del mundo. Pablito (así exige que le digan) es un millennial de 1985 que vive con los audífonos pegados a sus oídos y escribe en varias publicaciones espe cializadas en música. Su libro, dice, es el resultado de una investigación de tres años y, ciertamente, por sus páginas deambulan documentos y testimonios que dotan de seriedad a su trabajo. Hay historia, contex to y un esfuerzo pedagógico para que los neófitos entendamos en qué consiste este ritmo cuya paternidad se disputan Puerto Rico y Panamá. También se ocupa de su conexión con otros estilos musicales (como el reggae, el hip hop, el pop, el rock, la salsa, el bolero), sus temas (como la violencia, la fiesta interminable, el sexo desenfrenado, las drogas, el racismo, la vida en las calles, las ri validades artísticas) y, claro, los fun damentos del perreo o, como dice el autor, “la perreología”. Desde que irrumpiera en las pistas de baile y dislocara un montón de caderas, el reggaetón cosechó una legión de exacerbados partidarios y detractores. La mayor parte de la prensa lo veía por encima del hom bro y, sin embargo, su popularidad no dejaba de crecer, incluso en los países anglosajones, y de paso se convirtió en una máquina de hacer millones, al margen de las grandes empresas discográficas y aprove chando las redes sociales. Yo me acuerdo, cómo no voy a acordarme, de mi primera infancia oyendo a El General, padre fundador de este movimiento musical quien, desde la posmoderna costa panameña, animaba al planeta con su “bien, bien buena/ tú te ves bien buena”. Luego el tono y la enjundia se encendieron más y desde los ba rrios marginales de todo el Caribe
os veces por semana se arma y se desarma a una velocidad prodi giosa. El ruido de tubos, tablas y cajones que se descargan se escucha desde temprano, luego las voces y los gritos, después me asomo a la ventana y ahí está: una pe queña civilización desplegada a lo lar go de la avenida. Es de lo más común, pero no deja de sorprenderme con cuánta facilidad el ser humano se esta blece en cualquier sitio. Veo las calles hechas con mesas y cajones, la precaria techumbre de los plásticos, la electrici dad y el gas que llegan no sé de dónde, las construcciones de naranjas, chiles y jitomates que disminuirán paulati namente su altura a lo largo del día, y a pesar de todo me parecen sólidas. La gente las habita, los niños juegan o ha cen la tarea, hay romances soterrados, bebés dormidos en los huacales, co midas en la trastienda y pleitos fami liares; entre los puesteros se conocen,
HUSOS Y COSTUMBRES
CAFÉ