Revolución musical de Gustavo Dudamel
Laura Cortés/ FOTOGRAFÍA: © RYAN HUNTEREN EL BANQUILLO
Entreacto
TEDI LÓPEZ MILLSLas dos personas caminan por una calle apenas trazada. Se detienen frente a un pedestal y guardan si lencio porque les parece innece sario hablar acerca de lo que es tán viendo: las piedras en trozos sostenidas en el aire por tres varillas oxidadas, la nariz rota de un perfil, una mano caída entre los escombros, ni el menor rastro del caballo. Se oyen las hojas de los árboles, los motores, las ruedas de la carretilla del buhonero que re colecta botellas de plástico, periódicos, revis tas, ropa. Las dos personas saben que las enu meraciones llenan los espacios sin dilatarlos. Esperan en la esquina a que cambie el semá foro: dura escasos instantes en alto y deben correr para alcanzar a salvo la banqueta con traria. No van a ninguna parte precisa o, para emplear la “aguja sutil de las paradojas”, se dirigen a un lugar que solo existirá si consi guen ocuparlo con sus cuerpos aún íntegros y sus cuatro zapatos que avanzan uno tras otro en la superficie de concreto. Él tose y ella le toca el hombro. Él carraspea y se diluye la luz en las sombras del parque. Ella sugiere que tomen rumbo al edificio. Giran hacia la iz quierda en un ángulo inverosímil: el sur del norte o el este del oeste, según el mapa que se extienda en lamesaalegóricadelamemoria
“Ven conmigo”, le dice ella a él, y lo conduce hacia la puerta y entran al departamento y él se acomoda en una de las sillas del comedor. Tú los recibes como si fueran viejos conoci dos. Les ofreces una copa de vino, una cerveza, has ta un vaso de agua. Yo te oigo desde la recámara: ¡por fin hoy ya es an tes! Bajo las esca leras para reunir me contigo. Estás de espaldas junto a una de las ventanas. Te llamo y volteas con una sonrisa. “Mira a las dos personas”, me dices. “Son tan gentiles. ¿Qué les damos?” Ella no se mueve y él mira la duela. Es sábado 16 de enero de 2021. Son las cinco y media de la tarde. Tiempo perfec to, tiempo de música. Busco los CD que llega ron el miércoles: McCartneyIIIy Roughand RowdyWays de Bob Dylan. “Apúrate, por fa vor”, me pides. “Se van a aburrir las dos per sonas… Apúrate”. Nada puede fallar. He cal culado los segundos, los minutos, las horas, y los papeles en mi estudio están tachados con plumón azul. Pongo “Deep, Deep Feeling” y luego “Crossing the Rubicon”. Me dices que McCartney es genial y lo admito casi al bor de de las lágrimas: When you love someone somuch,youfeelyourheart’sgonnaburst/ The feeling goes from best to worst/ Some timesIwishitwouldstay/SometimesIwish itwouldgoaway/Emotion. A Dylan lo para fraseamos: es un río rojo el Rubicón que flu ye suavemente; rojo como tus labios de rubí y la sangre que derrama la rosa a unos cuantos kilómetros del purgatorio; los huesos debajo de mi piel tiemblan con furia; en algún mon te quizás encontremos la felicidad. No tengo suficientes dedos para contar los meses que aún faltan para el Canto XX de mi Comedia apócrifa. El libro del Renacimiento sigue arriba. Él y ella y tú y yo. Esta vez lo haremos todo muy bien. _
HOMBRE DE CELULOIDEDel amor en el espejo
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA CANAL +Se estrenó en 1996, pero Ir maVep(disponible en Mu bi) vuelve a adquirir actua lidad. Su creador, Olivier Assayas, ha consentido en realizar este año, para HBO, una serie televisiva basada en su propia pelícu la. Assayas produce así un divertido juego de espejos cuya trama puede resumirse de este modo: un cineasta francés dirige en 2022 una serie cuya trama gira en torno a la producción de una serie basada en una pelícu la que ese mismo director realizó en 1996 y que se trata de cómo se produ ce una película basada en una serie de obras clásicas del cine mudo francés. Parece churrigueresco y lo es. Por eso la película de 1996 ha terminado por ser un clásico del cine posmoderno, ese que a menudo se tacha de frívolo y que se señala por hacer pastiches, pero que ha dado a la historia del arte un par de joyas.
IrmaVep es una de ellas. Y es que, más allá del juego de referencias, el de Assayas es un autorretrato similar al de esos pintores que se miran en un espejo con su estudio y sus lien zos detrás; es una introspección que parte del hecho de que Assayas, du rante su juventud, estuvo obsesio nado con la imagen de Musidora, la vampiresa original en la película de 1915. Y se enamoró al grado de darle vida de nuevo. En este sentido, Irma
Vep es un pretexto para construir una obra en torno a una belleza que lo obsesiona. Y su personificación es Maggie Cheung. La presencia escénica de Cheung queda de ma nifiesto en otra película en la que su belleza física resulta capital. En el 2000, Wong Kar-wai la contrató para personificar la voluptuosidad misma del deseo en In the Mood for Love. Así que, más allá del chisme propio de la página de espectáculos, resulta importante saber esto: que, en efecto, Oliver Assayas consiguió casarse con Maggie Cheung, que él y ella tuvieron un tórrido romance y un divorcio abrupto. Se trata de un dato que permite entender esta serie de televisión que se desarrolla como pretexto para reflexionar en torno a las razones por las que él y ella no consiguieron trascender el amor que se habían inventado en el set. Pero aún hay más juegos de espejos. Los ojos que miran en los ojos del amante. Cheung represen ta en Irma Vep la mirada del ex tranjero, el otro; la visión foránea
Impacta el clímax en que el director se permite hacer cine experimental
con la que Assayas consigue final mente mirarse a sí mismo y a todo aquello que, tal vez por cotidiano, le suele pasar inadvertido: el set de cine y cierta cara salvaje de París, con sus raves, sus cafés y sus amo res insatisfechos.
Hay algo que queda bien claro tanto en la serie como en la pelícu la: que lo que realmente ama Oliver Assayas es el cine. Por eso, más que la historia, lo que realmente impac ta en la película son las imágenes, el clímax en que el director se permite hacer cine experimental utilizando técnicas de principios del siglo pa sado. Este hombre que se identifica con Terrence Malick y que despre cia a Ridley Scott ha decidido hacer una serie televisiva. Lo hace para re flexionar en torno al acto creador. Y por eso hay que ver la serie, pero sobre todo hay que ver Irma Vep, la película de 1996, dejarse hipnotizar por esas secuencias en que Assayas abandona el sonido y se concentra en la belleza oriental de Maggie Che ung. Estamos hablando de imágenes que ya forman parte de la historia del cine. Como las de Musidora cuan do hizo a Irma Vep. Justo por eso la película es fiel interpretación de la obra de Feuillade. Porque Assayas consigue refundar el mito, el de una mujer de belleza exótica que elogia en el cine lo efímero del amor. _
Las dos personas saben que las enumeraciones llenan los espacios sin dilatarlos
POESÍA
Cambio de luces
ALBERTO BLANCOLa noche es inmensa la soledad es absoluta, la carretera, interminable.
Tal vez no falta mucho para que salga el sol… pero, por el momento, las cosas están bien.
Muy de vez en cuando se ven venir las luces atentas de otro camión…
Un breve parpadeo que no solo significa ¡salud, hermano, suerte!
Significa también: hasta aquí el camino recorrido ha sido bueno.
Del otro lado lo mismo: el camino ha sido bueno. ¡Salud, hermano, y suerte!
No otra cosa es la amistad.
Poema inédito de un libro en preparación.
EX LIBRIS ESCOLIOSCometa rojo
ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @SobreperdonarEste 27 de octubre, Sylvia Plath, la célebre poeta que decidió ter minar con su vida en 1963, cum pliría 90 años. Pocas veces pue de hablarse de una confluencia tan prodigiosa entre una obra literaria sólida y un legendario carisma. En sus tres breves décadas de existencia, la escritora acuñó una obra imponente y, tras su trágica muerte, con quistó una celebridad que excede con mucho la esfera literaria. La muy premiada biografía de Heather Clark, Red Comet: The Short Life andBlazingArtofSylviaPlath, recoge, con un acopio impresionante de fuentes, el ascenso y la caída de Plath e introduce matices en la figu ra que la posteridad ha venido construyendo. La poeta ha sido sujeto de la autopsia de diver sas modas teóricas que la han convertido en sucesivos estereotipos: la representación de los más distintos síntomas de la enfermedad mental o la vulnerable mártir de la opresión machista. Heather Clark busca rebasar estas etiquetas y rastrea exhaustivamente las mu chas y ambivalentes dimensiones de su exis tencia. Por esta biografía desfilan la niña que sufre la pérdida traumática de su padre; la be lla, genial, libérrima y atormentada, adoles cente que comienza al mismo tiempo sus en sayos creativos y sus ensayos suicidas; la do tadísima estudiante que parte a Inglaterra y conoce al insondable Ted Hughes con quien inicia un romance tan fecundo como conflicti vo; la joven ya casada que combina su exhaus tiva doble jornada co mo creadora y como madre de dos hijos; la infatigable creado ra que busca imponer su talento a los prejui cios y barreras de gé nero; la mujer angus tiada que ve naufragar su estabilidad fami liar y mental, y el capítulo final: el suicidio en la casa que fuera de W. B. Yeats, enmarcado por el más crudo invierno del siglo pasado.
Para Clark, la figura de Plath ha sido fre cuentemente “patologizada” o enarbolada por causas políticas, soslayando su vigor, su ambición y su maestría artística. Se le concibe más como una heroína o una víc tima icónica que como una escritora llena de creatividad, coraje y energía. En efecto, Plath fue una mujer afectada por trastornos emocionales que, sin embargo, era capaz de grandes esfuerzos de concentración intelec tual; una personalidad a ratos aislada, pero a menudo radiante, con una extensa y pro ductiva vida social, y un alma a la deriva, con dificultades para manejarse en la circuns tancia cotidiana en su última etapa, pero con una formidable conciencia y voluntad de forma artística. De hecho, la magnitud y calidad de la obra que dejó en apenas 30 años hablan de una artista dotada, rigurosa y disciplinada, con una frenética dedicación al trabajo. Clark destaca el carácter pionero de la literatura de Plath, su anticipación a determinados tópicos de género y políticos, pero advierte el peligro de reducir su talento y compromiso estético a una bandera. Para la autora, la poesía de Plath, esa lúcida do lencia o asombro ante el mundo, constituye el testimonio más concreto y elocuente de su fructífera vida. _
Clark advierte el peligro de reducir el talento estético de Sylvia Plath a una bandera
En entrevista exclusiva, Gustavo Dudamel Musical Panamericana, con la que aspira a “Hay que darle a la música latinoamericana un lugar justo en el repertorio
LAURA CORTÉS FOTOGRAFÍA ©DANNY CLINCH PARA LA FILARMÓNICA DE LOS ÁNGELESEla música. “Yo soy prueba de eso”, reitera haciendo referencia al exitoso programa de educación artística venezolano conocido como El Sistema, dirigido a niños y jóvenes, donde se formó.
n el principio era la música… y desde entonces la música ha sido el motor que impulsa cada movimiento del venezolano Gustavo Dudamel (1981). En entrevista exclusiva con Laberinto, vía Zoom desde Los Ángeles, el director de la Filarmónica de esa ciudad (LA Phil) evoca su niñez en su natal Barquisimeto, cuando jugaba a dirigir una orquesta y soñaba con hacer música junto con sus amigos y, quizás, un día presentarse en el Teatro Juares (así, con s), el recinto más emblemático de su ciudad.
No pasó mucho tiempo para que Dudamel cumpliera su sueño. A los 13 años dirigió formalmente una orquesta y a los 18 fue nombrado director de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Después de eso, nada detendría al músico prodigioso, quien no solo es una de las batutas más aclamadas del mundo, también es considerado “un fenómeno cultural” que dirige con la misma pasión una ópera clásica en París que ofrece un concierto con Ricky Martin o Billie Eilish en el Hollywood Bowl.
Atrás ha quedado su infancia en Barquisimeto, pero el sueño aún lo persigue: hacer música y compartirla, pero ahora no solo con sus amigos, sino principalmente con aquellos que no tienen fácilmente acceso al arte. La música como un derecho universal, dice quien no se cansa de proclamar el poder transformador de
Dudamel nunca ha roto sus vínculos con Venezuela. Continúa al frente de la Orquesta Simón Bolívar, a pesar de sus numerosos compromisos artísticos. El año pasado asumió la dirección musical de la Ópera de París, comisión que alterna con su cargo como director de la Filarmónica de Los Ángeles, agrupación que dirige desde 2009 y con la que vuelve a México para presentarse en el Auditorio Nacional (viernes 28) y en el Teatro Juárez de Guanajuato (sábado 29) como parte de la programación del Festival Internacional Cervantino.
De la mano de la agrupación angelina, el músico, quien recientemente recibió la Orden de las Artes y Letras de Francia, ha emprendido una ambiciosa misión a la que ha llamado Iniciativa Musical Panamericana y con la cual pretende, nada más ni nada menos, que cambiar el rumbo de la música clásica. “Históricamente, ha viajado de este a oeste, desde América del Norte hacia Europa, mirando hacia el repertorio central y a las tradiciones europeas”. Ahora, el revolucionario artista busca cambiar esa dirección para que la música clásica viaje de América del Norte a América Latina. Una de sus estrategias es encargar obras a compositores latinos como los mexicanos Gabriela Ortiz y Arturo Márquez.
¿Cómo ha avanzado la Iniciativa Musical Panamericana?
Ha sido un éxito gigantesco. El año pasado, junto con LA Phil, tuvimos la oportunidad de hacer, por lo menos, 25 estrenos de compositores
jóvenes consagrados de Puerto Rico, Argentina, Venezuela, Estados Unidos y México…, de compositores talentosísimos que a veces no tienen el espacio ni la oportunidad de que su música se interprete. Hacerlo con una orquesta como la Filarmónica de Los Ángeles reivindica la música de estos compositores panamericanos y la coloca en el lugar donde merece estar.
Creo que eso es lo más importante: en el mundo, la música latinoamericana ha sido considerada como algo exótico y no tiene que ser así.
La lucha que tenemos es para darle su posición justa dentro del gran repertorio sinfónico de todos los tiempos, para que se convierta en algo fundamental dentro de la música universal. Eso se logra abriendo espacios para nuevas generaciones de compositores.
La Iniciativa Panamericana les da la oportunidad de ser apoyados en su desarrollo como artistas. Hay que darle la posición que merece al talento que existe en nuestros países.
¿Cuál ha sido el papel en esta Iniciativa de los mexicanos Gabriela Ortiz y Arturo Márquez?
Esta iniciativa es una misión y también lo es para muchos de mis compañeros, como Gabriela Ortiz, una de las compositoras más importantes en el mundo, con un talento infinito. Es la curadora de nuestro programa panamericano de música y es parte de la familia de LA Phil. Es un privilegio tocar su música.
Al maestro Arturo Márquez lo conozco desde que yo era un niño. Siempre ha tenido una gran conexión con El Sistema. Toqué
su Danzón núm. 2 en Barquisimeto cuando tenía 11 o 12 años. Para la Filarmónica de Los Ángeles es muy importante tocar a estos compositores que, además, ya forman parte de la familia y me han acompañado durante toda mi vida, como Arturo Márquez.
¿La Iniciativa Panamericana busca hacer de la música un factor de identidad?
Por supuesto. Vamos a la pregunta esencial: ¿qué es la música para la sociedad?, ¿qué es la música para la comunidad? En esencia, la institución artística tiene que ser el reflejo de la comunidad, de la gente. Cuando realmente trabajas con la identidad —en este caso con la música latinoamericana que se desarrolla en nuestros días y que nos arropa—, le das el lugar que merece y, evidentemente, vas mucho más allá del entretenimiento; la gente se siente identificada. El poder transformador de la música es ese: sentirse identificado con algo, sentirte transformado por algo que te pertenece. Eso es algo único. El niño o el joven que tiene la oportunidad de desarrollarse a través de la música, tocando o produciendo belleza, logra una conexión y eso provoca sentimientos en el público. Esa interacción es algo poderosísimo. La música es creación colectiva. Siempre que hacemos algo como esto, por ejemplo, esta Iniciativa Panamericana, tenemos sold out en los conciertos con gente que no era público regular de la LA Phil. Es decir, estamos abriendo
Yo soy más guaro que nada, guaros somos los de Barquisimeto, así nos llamamos
habla de la Iniciativa a refrescar a los clásicos latinoamericana repertorio universal”
espacios. La gente dice que la música clásica va limitándose, encerrándose en sí misma. No es así. En nuestro caso, estamos ampliándola, tanto con jóvenes compositores como con músicos de otras ramas, como la música folclórica, la música pop.
No estoy hablando de que tiene que ser solo la música clásica. Creo que el arte es fundamental en el desarrollo de los niños. Yo vengo de un programa que utiliza la música como herramienta de transformación social. Soy hijo de un programa cuyo éxito es palpable; puedes verlo y vivirlo. Por eso es fundamental abrir espacios para las nuevas generaciones.
La música es una herramienta del ser humano para que exprese su intelecto, su emoción, su espíritu. Así la música cobra una dimensión infinita y ahí está la cuestión de por qué hacemos todo esto.
¿Cómo funciona su programa de educación artística en diferentes regiones del mundo y particularmente en Venezuela?
he logrado en este camino que he recorrido con mis compañeros y con los músicos a quienes he tenido la oportunidad de dirigir, pero, en esencia, yo soñaba con hacer música y disfrutar haciéndola para compartirla con mis amigos y con el público. Eso era y es el motivo de lo que hago.
¿Un éxito tan abrumador como el que ahora tiene no lo ha cambiado en nada?
En lo absoluto. Yo soy más guaro que nada, guaros somos los de Barquisimeto, así nos llamamos. Sigo siendo un guarito de allá.
¿Qué extraña de ese niño de Barquisimeto que soñaba con hacer música?
El director de la Filarmónica de Los Ángeles, quien se presentará el 28 de octubre en el Auditorio Nacional y el 29 en el Teatro Juárez de Guanajuato.
A través de la Fundación (Dudamel) que tenemos María Valverde, mi esposa, y yo tratamos de crear esos espacios para los jóvenes. Cada año organizamos un encuentro en el que invitamos a jóvenes de los distintos programas alrededor del mundo inspirados en el Sistema de Orquestas y les brindamos la oportunidad de interactuar entre ellos, de compartir y de entender sus propias culturas. Además, tienen la oportunidad de estar con los mejores maestros.
En agosto hicimos con ellos unos conciertos en el Hollywood Bowl y en el Teatro Griego William Randolph Hearst, lo cual fue histórico y transformador para estos jóvenes. Hace unos días ensayé con la Orquesta Infantil de Venezuela a través de Zoom y por medio de las herramientas tecnológicas que tenemos ahora.
Nunca podré dejar a un lado estas iniciativas porque forman parte de lo que soy. Lo necesito porque es la forma de conectar conmigo mismo. Conectar con esos niños, con esos jóvenes en estos programas en mi país, y en todos nuestros países, es para mí conectar con la esencia del Gustavo niño, el cual soñaba y luchaba con su instrumento para construir una vida a través de la música. Yo nunca, te lo confieso, yo nunca pensé en el éxito.
Nunca pensé llegar aquí.
Mi deseo era hacer música con mis amigos. Mi deseo era ir al conservatorio y tocar en el teatro de Barquisimeto que, casualmente, se llama como el teatro de Guanajuato. Ese era mi sueño. A partir de allí comenzó la amplitud y después vinieron todas estas cosas que
Extraño tener tiempo. Cuando uno es niño la dimensión del tiempo es distinta a cuando se es adulto. En ese tiempo tenía toda la libertad porque mi familia me la dio para hacer lo que quisiera, en el aspecto de mis estudios, de mis amistades, de mi formación, de la música. En ese momento viví con mucho amor y mucha intensidad.
Creo que es eso lo que extraño, porque el resto lo llevo conmigo. Es que no puedo extrañar algo que siento que vivo desde adentro y eso es lo que me conecta y es lo que me hace no despegar los pies del suelo: no pensarme en una posición de superioridad por ser el director. Sigo siendo el mismo porque siempre conecto con eso.
Ahora, claro, desearía irme a comer unas arepas, un chivo, una cachapa y caminar por las calles de mi ciudad y todo eso…, tener el tiempo para estar con mis amigos y recordar. Creo que esas son las cosas que uno más extraña porque después asumes responsabilidades, adquiriendo compromisos acá y allá que hacen que la percepción del tiempo sea más reducida y limitada.
¿Viajará pronto a Venezuela?
¿Cuándo comerá unas arepas por allá?
Prontísimo. Estoy seguro de que más temprano que tarde estaré por las calles de mi ciudad. No he dejado de comer arepas. Yo hago mis arepas y mi mujer también cocina comida venezolana. Cuando hay oportunidad, mi madre y mi abuela me preparan mis arepitas. Ahora, comerse una arepa allá es distinto. Sabe distinto.
Cómo quiero saborear la calle, la esencia de mi ciudad y de mi país. Prontísimo estaré ahí.
Cuando tengo la oportunidad de hacer giras y por lo menos estar en México siento que eso me conecta netamente con lo que soy. Me siento mexicano, porque somos la misma cultura, tenemos la misma idiosincrasia. _
Recordando a Álvaro Uribe
LAURA EMILIA PACHECOEn un mundo cada vez más lleno de ruido, Álvaro Uribe tuvo un don muy grande: el de la discreción. Otra de sus cualidades fue que logró concentrarse en lo suyo. Nadie nace sabiendo, pero aprender cuesta trabajo y tiempo, mucho tiempo. Y tiempo es precisamente lo que Álvaro dedicó a su vida: tiempo para leer, para es cribir, para vivir, tiempo para amar.
Como escritor, fue impecable. Basta con abrir alguno de sus libros en cualquier página para advertir la justeza de sus adjetivos, la ele gancia de sus tramas, su estilo clásico. Como editor la elegancia de su prosa se transmite en la selección y solución que daba a los textos.
Álvaro pertenece a la vieja escuela de edi ción —la única posible—, que consiste en leer a profundidad, peinar, pulir y refinar el texto hasta que esté listo para los ojos del lector y para la conciencia del escritor que se exige al go más que publicar solo por publicar.
Alejado del estruendo de las modas y los likes y las redes sociales, Álvaro siguió su ca mino con una serenidad —no sé si real—, que como lectores nos daba la certeza de que al guien sabía lo que estaba haciendo.
Si la discreción fue uno de sus mayores do nes también fue una particularidad que lo alejó de la fama. Tuvo el gran éxito de un gran escri tor, que es la aceptación de sus pares, no ese éxito un poco vacuo de quien vive para com placer a los demás.
Maupassant dijo que no hay poder más gran de que el de una palabra bien acomodada en el lugar justo. Las palabras importan y por eso hay que defender su uso y combatir su mal uso. Álvaro aplicó este lema a todo. Con el paso del tiempo, confirmó que, en la escritura como en la vida, cada día es nuevo, todo texto es el pri mero, el amanecer ofrece una nueva oportu nidad y el ayer queda en el pasado. Es decir, la buena escritura no es acumulativa. Cada frase es una batalla contra el caos. Cada oración es la primera. Todo texto es siempre un misterio.
Los laureles, si es que los hay, consisten en mantenerse fiel a uno mismo, a aquello en lo que uno cree, a luchar por aquello por lo que está uno dispuesto a defender. Me parece que, en gran medida, Álvaro vivió según sus propios términos, en la inseparable compañía de su esposa, la poeta Tedi López Mills. Su mayor recompensa fue escribir los libros que quiso escribir y, a través de su labor editorial, acer carnos a textos exquisitos en su temática y en su forma, que nos cobijan y estimulan la imaginación.
A casi ocho meses de su muerte, el mundo no es mejor sin él. Se encargó, sin embargo, de de jarnos una tabla de salvación: sus libros, traduc ciones y ediciones que nos ayudan a sobrevivir y a encontrarle sentido a nuestra existencia.
Gracias, Álvaro, por no traicionarte y no traicionarnos. Gracias por tu auténtica amis tad. Con un laurel en la mano te digo: Te ex traño, Álvaro. _
RESEÑA
La geometría del caos
Pérez-Reverte ha vuelto con una novela sobre la Revolución mexicana
Arturo Pérez-Reverte tie ne el talento y la habili dad para hacer entrar a los lectores en la época que se le antoje: la Espa ña del Siglo de Oro (la saga de Elcapi tánAlatriste), la Europa de la Segunda Guerra Mundial (Elitaliano), el Bue nos Aires de los años veinte (Eltango delaviejaguardia) o el México de co mienzos del siglo XX, donde ambienta su nueva novela, Revolución(Alfagua ra), una historia protagonizada por el ingeniero español de minas Martín Garret, quien se ve involucrado en al gunos sucesos trascendentes.
El relato, cargado de acción y apun talado por una exhaustiva documen tación, describe los escenarios, am bientes, costumbres, formas y giros del habla de la época en que habitan los personajes. El lector se ve sumer gido en la toma de Ciudad Juárez, una de las primeras grandes victorias revolucionarias, en la batalla de Ce laya —donde las tropas de Carranza y de Obregón doblegaron a los villis tas—, o en la entrada de la División del Norte y el ejército zapatista a la Ciudad de México.
Otra de las cualidades de PérezReverte es lograr que sus personajes principales cobren una dimensión casi mítica a ojos del lector, que iden tifica su dimensión humana, forjada a base de sinceridad, valentía, leal tad, contradicciones y dudas, y que sirven para afincar los rasgos del elenco que los acompaña: soldados, militares de todo rango, burgueses y empresarios, y un trébol singular de mujeres.
Martín Garret se ensucia las ma nos y vive la gran gesta mexicana del siglo XX, así como el amor y el des engaño, para pasar de ser un testigo de los acontecimientos a alguien que “busca que lo truenen” al intentar “comprender las cosas”, deambulan do por una extraña geometría donde la sangre y la carne herida, como es cribe el narrador, son solo factores secundarios, hasta que asume, de forma cada vez más serena, cuánto horror, incertidumbre y dolor encie rra la combinación mexicana de vida y muerte. Así, a sus veintiséis años,
acaba convertido en “un hombre de güena ley”, un “gallo jugado, tan va liente como el primero que se comió un zapote prieto”.
Revolución cuenta con un puña do de personajes que ejercen de co protagonistas: Diana Palmer, repor tera del NewYorkEveningJournal, la North American Review y Life; un notario que deja testimonio de cuanto se ha dicho y hecho; Maclovia Ángeles, una adelita ruda y callada, que comprende su destino al lado de los soldados; y Yunuen Laredo, una burguesa cuya vida está marcada por los compromisos de la sociedad a la que pertenece y que atrapa los pen samientos más íntimos de Garret. Junto a ellos están los hombres de lucha: el generalísimo Pancho Villa y Genove vo Garza, lugarteniente del Centauro del Norte, quien se convertirá en el compañero de fatigas y compadre de Garret. Destacan igualmente los secundarios de lu jo que se tornan dema siado humanos, como Francisco I. Madero y
Y, además, en nuestra edición digital:
su hermano Gustavo; Tom Logan, mercenario gringo de origen irlan dés que se hundirá con la revolución; Jacinto Córdova, un federal que aca bará admirando el sentido del honor de Garret y su sincera manera de ver y estar en el mundo; y el indio Sar miento, un soldado de Villa que se revelará ladino y traicionero. La Re volución se muestra como un movi miento que se disuelve casi desde el inicio por traiciones y mentiras, y con la cual los ricos volvieron a ser los de antes, y también los pobres, porque, como dice Pancho Villa, “los puercos de antes no pierden el olor, son los puercos de siempre”.
Un halo mágico lo en vuelve todo en esta no vela de Pérez-Reverte. Lo afirma su personaje principal: “Me he ena morado de esta revo lución y su gente”. Y añade: México es “un país singular. Un lugar violento y raro”, y al que el narrador describe “siempre enfermo de sí mismo”, “un perpetuo sobresalto”, la “geome tría del caos”. _
Mi vida no tan secreta
NARRATIVA, ENSAYO
Residencia de Pegaso
Danza de las sombras
J. M. Servín Random House México, 2022 446 páginas
Esta novela de no ficción se desmarca de la autobiografía, aunque recurre al diario y a la memoria personal, hechos de recuerdos ajenos, enmiendas y verdades a medias. Es también el retrato de una época de claroscuros, una inmersión en “la historia social del D.F. de los últimos cincuenta años”, como señala el autor.
Máquinas losó cas
Ángel Miquel
Trilce Ediciones México, 2022 109 páginas
Secuela de ¡Cobre,penique!Sueñosy otrasficciones, este volumen se mueve entre el relato surrealista y la experiencia poética de naturaleza onírica. A sus páginas acuden fantasmas, comedores de libros, casas derrumbadas, un mural de Diego Rivera… y, sobre todo, el autor mismo queriendo manipular el contenido de sus sueños.
Filosofía y humanidades
Alice Munro Lumen México, 2022 304 páginas
Este es el libro, hasta antes inédito en español, que en 1968 consagró a la escritora canadiense. Contiene quince relatos que iluminan los pasajes oscuros de la existencia humana, ambientados en los suburbios de Ontario.
Amas de casa, padres devotos, granjeros, parecen llevar una vida sin contratiempos. Pero eso es solo apariencia.
Esa cosa con plumas
Dardo ScavinoAnagrama España, 2022 368 páginas
Aristóteles planteaba la posibilidad de emplear las máquinas para sustituir el trabajo de los esclavos. Así llegaría a su fin una sociedad de señores que mandan y de quienes obedecen. Descartes andaba por el mismo camino: el progreso tecnológico traería el ocio creativo. Pero qué indica nuestro tiempo: que somos autómatas desempleados.
Mauricio Beuchot Gedisa México, 2022 152 páginas
Que la filosofía sea objeto de estudio de la filosofía misma es importante para saber aprovechar lo positivo de cada época histórica y así salir de la crisis en la que se encuentra actualmente. Para Beuchot, un momento central de este repaso del pasado es la filosofía medieval, de la que surgió el concepto de “analogía”.
Noah StryckerFCE México, 2022 240 páginas
Como anota el autor, “cuanto más estudiamos a las aves y conocemos más sobre su comportamiento, más similitudes encontramos entre nosotros y nuestros amigos emplumados”. Al igual que otros congéneres, las aves llegan a superar las capacidades naturales del hombre, por lo que no hay exageración al calificar su vida de “sorprendente”.
El placer de leer
A FUEGO LENTO Mar de piedra México, 2022Navegantes en tierra
ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.comDos asombrosas predicciones conducen el argumento de Mar de piedra (Seix Barral), la segunda novela de Aura García-Junco: en un futuro cercano —2025—, la Ciudad de México ha sido tomada por las creencias polinesias acerca de la manifestación del destino individual en un pequeño entramado mattang es su nombre— hecho con varas de fibra de coco y conchas que semejan un mapa y representan un dilema, una isla, un bosquejo existencial, una persona; por otro lado, una calle del centro de esa ciudad se ha convertido en el asiento espectral de miles de estatuas de piedra que surgen de la nada como sustituto, y coartada gubernamental para cesar la búsqueda, de los miles de desaparecidos que importunan el sueño de los vivos. Ya que no está en el horizonte de Aura García-Junco servirse de la ficción literaria para darle aún más motivos de indignación a la militancia, ninguna banda delincuencial, ningún esperpento policiaco, ninguna autoridad, comparece en las páginas de Mardepiedra. La sola existencia de esa galería de petrificados provoca temblor y espanto.
Una de esas sombras del pasado —una joven desaparecida en 2011— persigue a la protagonista, una académica especializada en la cultura polinesia, y extiende sus alas negras hacia otros dos personajes: una estudiante universitaria y un alcohólico en busca de perdón. La tríada se mueve a ciegas, ignorando que las líneas trazadas en su mattang señalan el tiempo en que se cruzarán sus destinos. ¿Así que todo ya está escrito allá arriba, en las constelaciones? No. Más bien: todo está escrito allá arriba pero podemos corregir ese texto primigenio cuando aprendamos a leer su mensaje oculto.
Se diría que Mardepiedra es un tratado de esoterismo. Es cierto, bebe de algunas de sus fuentes, pero solo con el propósito de iluminar los pasajes más oscuros de la vida de los personajes: la insatisfacción amorosa, el abuso sexual, la indigencia emocional… Los sabemos rotos y a la deriva, como balsas arrastradas por una corriente que se vuelve sobre sí misma y conduce a ninguna parte.
Como en Anticitera, su primera novela, Aura García-Junco ha erigido un mundo que, entre más procura la anomalía y la discordancia que huye del vocerío de la tribu, resulta más familiar. _
Hasta nunca, Sully
DAVID TOSCANAEn un artículo que publi qué hace exactamente once años, escribí: “Respi ro tranquilo de saber que los académicos suecos no han cometido la locura de premiar a Bob Dylan”. Acabarían por hacerlo, y mal les resultó, pues no pudieron sacarse una foto con su ídolo de adolescencia porque el músico prefiere un Grammy. Dylan tiene letras de un buen letrista que son versos de un poeta regular.
El comité Nobel de literatura na ció oxidado en 1901 y chirría más que nunca en estos años en los que no se busca el juicio elevado sino la decisión correcta y bien alternada. En su prime ra década tuvieron diez oportunidades para premiar a Lev Tolstói y tal parece que les asustó tan grande monstruo literario. Desde entonces el Nobel ha tenido más tibieza que pasión.
Nadie espere severas o abundan tes críticas contra los nobelistas, pues buena parte de la comunidad literaria
SULLY PRUDHOMME El primer Premio Nobel de Literatura.guarda en su corazoncito la esperanza de un día ser el feliz agraciado. Como antiguos tapados ante el dedazo, nadie dice “sueño con el Nobel”, ni siquiera los que procuran pasear por Estocol mo cuando nada tienen que hacer ahí, ni los que envían sus libros dedicados a los académicos con sus respectivas reseñas elogiosas, ni los que se lanzan a escribir aplausos por la última deci sión de la Academia.
Ahora que murió Javier Marías se habló de él como el eterno candida to. Las candidaturas pueden eterni zarse sin que se llegue a feliz puerto. Sobre todo ahora, cuando los hom bres blancos heterosexuales queda ron fuera del radar, máxime si no son políticamente correctos.
España tuvo un candidato que pen só ganar echando montón. A lo largo de 38 años, Ramón Menéndez Pidal tuvo 154 nominaciones, con más de quinientos firmantes, llegando en 1952 al extremo de ser nominado “por más
BICHOS Y PARIENTESLiberales conservadores
de cien instituciones e individuos”. Lo más que se ganó fue una rabieta anual, hasta que murió el año que buenamen te Kawabata recibió el premio.
La bitácora de los premios Nobel tie ne la descortesía de mencionar que en 1945 el premio sería para Paul Valéry, pero su muerte ocurrida poco antes de fallarse el premio obligó a los suecos a tomar el plan B: Gabriela Mistral. Sobre el otro chileno, Pablo Neruda, se dice que ganó en 1971 para contentar a los comunistas malcontentos por el pre mio dado a Solzhenitsyn el año anterior.
La Mistral apoyaría una de las cinco flacas candidaturas que tuvo Alfonso Reyes, sin que a Reyes jamás lo secun dara la Universidad de Nuevo León.
Por no dejar, me dio por leer al pri mero. Sully Prudhomme tiene versos melosos. “Insinuante como la miel” o “El crepúsculo mezclaba sus flores con amatistas” o “¡Canta el ruiseñor! Pres temos oídos”. Me bastaron tres versos de tres poemas. Hasta nunca, Sully. _
Hace un mes, Jordan Pe terson, superestrella en las redes, granicero de polémicas y valioso polemista, lanzó “Un manifiesto conservador”. Quiere que sea “una indagación metafísica... En el fondo, las ideas más profundas son teológicas, para bien o para mal, por definición, porque tratan de lo eterno y sagrado. Encima de eso hay un fun damento metafísico, y ahí es donde radica la filosofía, y luego, de ahí emer gen cosas como la comunicación nor mativa y la política social y el discurso normativo”. Peterson ignora que está del lado de Naphta: su visión jerárqui ca intenta trasladar un hecho bioló gico a una evaluación axiológica y no sabe si su apuesta es animar el fuego como vivac o como incendio; conver sación o campo de batalla.
Es mejor, aunque casi solitaria, la apuesta individual de George Will. Hace un par de años publicó un libro valioso: TheConservativeSensibility
Dudo mucho que halle casa editora en español, y es una lástima, porque Will ha sido un gran interlocutor: sensa to, firme sin imponerse, claro; uno de esos con quienes se puede discordar sin patetismo y concordar con ese goce de renovarse uno la cabeza. Esa especie de conservador liberal (no es contradicción) que se remonta hasta monstruos como Milton, solitarios como Edmund Burke, o políticos co mo James Madison. Y son conserva dores, no por la historia ni en sentido étnico sino por unos pocos principios: un orden jurídico (derecho natural, o derechos humanos, según el caso), un gobierno limitado y la separación de poderes. Conservar eso es dejar a historia abierta al cambio.
En el mundo de lengua española nunca exploramos el rango comple to de la política. Cuando nos acer camos, brincan los radicales, que se creen transformadores, y que no son sino seres elementales y asustadizos, invertebrados, urgidos de pleito: los conservadores no deben ser escu chados sino aplastados o sometidos.
El caso: que de acá y allá surgen viejitos solitarios cuya propuesta, y demanda, es la vida política y no la escalada de poder. Los liberales, de cualquier tendencia, creen que las
discrepancias políticas son el mejor recurso para no extraviarse en las ideologías: son una afinación, por contraste, pero sin la cacofonía de la violencia o la opresión. Los ilibe rales, desde la dinámica del poder, juzgan que la oposición es un freno, un enemigo del pueblo que ha de ser anulado o destruido: su presencia no solo les resta poder sino que la hallan vil y maléfica. Es mejor que el diablo no hable. Solo el mesías. Cuando se mezclan la etnicidad, el supuesto espíritu y las zarandajas nacionalis tas, ya no estamos en el pensamien to conservador: son revolucionarios y exterminadores. Les da luego por llamar “identidad” a sus odios.
En Alemania, desde un poco antes de la Primera Guerra se formó un gru po llamado Konservative Revolution. Nombre contradictorio, que parecía
buscar algo semejante a lo que hoy, en versión light, busca Peterson con su Manifiesto. Pero aquel fue un equipo con una alineación deslumbrante; en tre otros: Werner Sombart, Oswald Spengler, Ernst Jünger, Von Hoff mannstahl, Gottfried Benn, Julius Evola (italiano), Martin Heidegger, Carl Schmitt y Thomas Mann. Mann se apartó del movimiento en 1922, el mismo año de publicación de Lamontañamágica. Un hilván, qui zás el principal de la novela, enfren ta a dos seres fascinantes: un liberal, Settembrini, que cree en el progreso y la política, aunque carece de argu mentos escatológicos o religiosos, de modo que su metafísica anda siempre trunca, y Naphta, un oscuro jesuita, inteligentísimo y armado de pode rosas armas lógicas y argucias teoló gicas, que simplemente no tolera la idea de dejar en manos de la chusma servil la decisión de construir el desti no humano. El pleito entre ellos, que debió ser eterno, termina de modo atroz, precisamente porque Naphta no pudo tolerar la disposición de Set tembrini a la discusión eterna, entre acuerdos y discordancias. Settembrini no solamente estaba dispuesto a esas inacabables discusiones sino que las hallaba constituyentes de la civiliza ción. Cuando en el siglo se asentó “El gran embrutecimiento” (cap. VII de la novela), los interlocutores se vol vieron enemigos. Tenían que matarse. Settembrini dispara al aire; Naphta, no. Hay quien prefiere la muerte a la convivencia. Al final, cuando el prota gonista Hans Castorp aborda el tren que lo llevará a la guerra, se vuelve a mirar: en el andén, maltrecho, en fermo, gastado, Settembrini mueve la mano para despedirse. _
En el mundo de lengua española nunca exploramos el rango completo de la política