Octavio Paz: el poeta, el estadista ciudadano
ANTESALA
LA GUARIDA DEL VIENTO
María Kodama: la divina solitaria
ALONSO CUETO
María Kodama acaba de fallecer a los 86 años, la misma edad que tenía Jorge Luis Borges al morirse. Partir a la misma edad del maestro, el esposo y el cómplice parece la culminación de un juego hecho de las simetrías y azares que ambos buscaron. Después de la muerte de su maestro, cuando ella no había cumplido los 50 años, María abrazó la soledad acompañada de Borges. Siempre defendió su memoria y luchó contra los imitadores, fiel a su sombra.
Hija de un padre japonés, de profesión químico, y de una madre de origen suizoalemán, María vio a sus padres divorciarse cuando era muy joven. Es probable que en ese contexto apareciera la figura de Borges como un padre sustituto. Según le contó a Leila Guerriero en una excepcional entrevista, había conocido a Borges, a los doce años, cuando lo vio dar una conferencia. Fue entonces cuando pensó: “Si este señor, que es más tímido que yo, puede dar clases, yo voy a poder”. Luego fue su alumna y su acompañante, y esposa. Los conocí en el año 83 en la ciudad de Austin, a donde Borges fue a dar una conferencia. El había estado allí enseñando un semestre y quería pasear por la ciudad como un peregrino que volvía a las utopías del pasado. En la oscuridad luminosa de los recuerdos, recordaba con precisión las estatuas, las lunas artificiales (columnas de luz nocturna) y las calles de la ciudad. En una reunión en la casa del profesor Luis Arocena, Borges pidió a María Kodama recitar el padre nuestro en anglosajón, lo que ella hizo de memoria. Luego cada uno de los presentes, a pedido suyo, recitamos algunos versos. Él se sentía fascinado esa noche por el poema “La urna” de Enrique Banchs: “Hospitalario y fiel en su reflejo/ donde a ser apariencia se acostumbra/ el material vivir, está el espejo/ como un claro de luna en la penumbra”. Poco después, cuando se sirvió una paella de cena, Borges hizo un elogio singular: “He esperado 84 años para comer esta paella”. Era la edad que había cumplido.
Al día siguiente, mi amigo Ángel Delgado manejó en su auto por la ciudad para que él reconociera (según nos pidió) los lugares donde había estado. Ángel se sentó adelante con María Kodama y yo tomé el asiento de atrás con Borges. Fue allí donde me comentó que la milonga era muy superior al tango, que en su opinión era una degeneración sentimental. Sin embargo, recitó la letra de una antigua canción de Villoldo del que eliminó un verso: “Quisiera ser canfinflero/ para tener una mina/ y hacerle un hijo aviador/ para que bata el rekór/ de la aviación argentina”. Vale la pena agregar que en ese momento lo dijo todo en voz baja. “Para que no me escuche María”, me aclaró.
Años después, cuando Borges ya había muerto, mis editores de entonces me invitaron en Lima a un almuerzo con María Kodama. En un aparte de la conversación, le conté a ella lo ocurrido y la caballerosa intención de Borges de que ella no escuchara la letra. “Es que era divino”, me contestó. _
HOMBRE DE CELULOIDE
Entre Macondo y Comala
Asombrados ante el imaginario del cine comercial, los latinoamericanos exploran poco de sí mismos, de las historias que ofrecen pertenencia a todos en la región. Losreyesdelmundo (disponible en Netflix) fue dirigida por la colombiana Laura Mora Ortega. La escribió junto a María Camila Arias quien, con Lospájarosdeverano, nos regaló una historia épica en el sentido más amplio del término. Sucedía en Colombia y la comentamos aquí.
En Losreyesdelmundo, la directora y su guionista convalecen de la moda del boom y se permiten usar un viejo esquema. Pero es como si los personajes urbanos de Roberto Bolaño se encontrasen de pronto en Macondo o, mejor, en Comala, donde los murmullos son más de rencor. Cinco amigos de Medellín viajan al campo pues el nuevo gobierno está devolviendo sus tierras a los desplazados por la guerra civil. El esquema pudo habernos devuelto una obra aburridísima, con tres actos y personajes cuyos arcos dramáticos hemos visto en toda clase de comedias de situación. Pero a Laura Mora y a María Camila Arias la sinopsis les sirve más como un tópico renacentista que como una máquina de producir historias. Me explico. En el Renacimiento, los pintores usaban los tópicos que imponían sus
benefactores (una Sagrada Familia, un niño durmiendo o una Madonna) como medios para explorar sus propios intereses, estudiar expresiones y, en última instancia, ofrecer una interpretación con respecto a la maternidad, el amor, el mundo. Esto es justo lo que hacen las autoras de Los reyes del mundo. Con base en un esquema expuesto hasta el cansancio construyen personajes entrañables, hechos de carne y hueso que, además, se interpretan a sí mismos. En efecto, con la sabiduría del neorrealismo, los muchachos de Los reyes del mundo son chicos de Medellín que se introducen con el equipo de producción en un país que apenas despierta de lo que ha sido una pesadilla. Con una cultura visual propia del indio Satyajit Ray (y su hermosísima trilogía de Apu), las autoras no necesitan ni efectos especiales ni chistes prefabricados. Necesitan solo, como pedía el genial Zavattini, un ojo abierto a la relación entre realidad y fantasía, privilegiando la primera a través de una mediación original con la
segunda. Los pobres, dice Zavattini (y aquí se cumple al pie de la letra) son los simples del cristianismo, los que, próximos a San Francisco, sirven para denunciar un sistema que oprime y explota. Y no solo a la gente de Colombia, claro. A todo mundo, en la ciudad y en este campo en el que estos cinco muchachos están internándose con ganas de ser, como anuncia el título, los reyes del mundo. Y ¿en qué consiste ser eso? ¿Acaso se trata, como en película yanqui, de ganar un millón de dólares y besar a la rubia? No. Así como los colonizadores fueron llegando en oleadas a la América Latina desde el siglo XVI, Rá y los suyos buscan un sitio en el que no sean humillados, un lugar en el que puedan vivir en paz. Un sitio en el que (para ponerlo en mexicano) dejen de ser “los nacos”. Lo que encuentran está más cerca de Comala que de Macondo. Una de las muchas interpretaciones que se puede dar a las peripecias que van viviendo estos adorables personajes es que se han convertido en fantasmas de una guerra de explotación que se repite, nuevamente, desde el siglo XVI. Llena de un onirismo que, en el cine, parece tomado de Herzog, Laura Mora ha conseguido una obra hecha de murmullos, rencor y gusto por todo aquello que nos hace ser latinoamericanos. _
La directora y su guionista convalecen de la moda del boom y se permiten usar un viejo esquemaLos reyes del mundo. Dirección: Laura Mora Ortega. Colombia, 2022.
POESÍA
Monólogo de un diálogo
HUGO MUJICAI
Tú hablas. Yo callo: digo un desierto a medida del infinito humano. Nos digo partidos por la mitad del otro.
La página en blanco no busca ser escrita, pide ser leída. Dices, y callas: nosotros.
II
Habla, busca decirse para ser dicho por los otros, busca que los otros lo hagan semejante a él.
Habla de prisa para no terminar de hablar (para no saberse).
Callan, se desbarrancan, se abrazan. Miedo contra miedo: semejantes.
III
Dice que es sorpresa (no espanto). Dice siempre lo que no puede decir, lo que todos dicen para no decir muerte.
Sonríe, saluda, todos saludan: mueren. (Sin desesperar, sin haber esperado).
Tomado del libro Del crear y lo creado. Poesía completa I, 1983-2011, publicado por Vaso Roto en su colección Esenciales.
EX LIBRIS
Puzo y el sándwich de jamón
IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGasconEn abril del año pasado se estrenó la miniserie TheOffer, que refiere los aprietos e incidentes que el productor Albert S. Ruddy enfrentó para llevar a buen puerto el rodaje de ElPadrino. El lanzamiento en la plataforma de streaming de Paramount coincidió con el 50 aniversario del estreno de la película emblemática de Francis Ford Coppola, las recaudaciones millonarias y los tres Oscar que obtuvo, y se promocionó como la historia que Ruddy nunca reveló, una trama de intrigas, boicots, extorsiones y amenazas dentro y fuera de los setshollywoodenses.
Como era predecible, The Offer (el título proviene de la célebre frase de Vito Corleone, “le hice una oferta que no podía rehusar”) es más una apología del sueño americano que se cumple a pesar de las vicisitudes, que la crónica de una batalla por materializar los ideales. Creada por Leslie Greif y Michael Tolkien, las andanzas de Ruddy, Bob Evans (director de Paramount Pictures) y la secretaria Bettie McCarth, más la de los personajes que se van involucrando, Mario Puzo, Ford Coppola, Charles Bluhdorn y Barry Lapidus (jerarcas de los estudios) o Joe Colombo (el capo y creador de la Liga Italo–americana por los derechos civiles), se concentran en la moraleja simplista de los esfuerzos compartidos, y luego se convierte en un melodrama sobre amores malogrados y relaciones sospechosas, en una comedia fallida en torno de los malabares o sacrificios que debe hacer un productor, y al final pinta un retrato edulcorado de la ferocidad con que los dueños del dinero tiranizan a los empleados, al tiempo en que imponen su voluntad o su criterio, por burdo o paupérrimo que sea, en los churros que financian: para los apoderados del entretenimiento, mientras más insulsa o bobalicona sea una cinta, mejores posibilidades tiene en la taquilla, y esto es, paradójicamente, lo que hace interesante a The Offer, porque la génesis, quieran o no, radica en Mario Puzo, al que en un principio no le interesaba redactar thrillers de la mafia y sus enjuagues, sino novelas históricas, de crisis existencial, y en las que gravitaran las agrias experiencias de la Segunda Guerra Mundial, la condición del inmigrante y las desgracias de la Depresión. De hecho, para Mario Puzo, su mejor novela fue TheFortunatePilgrim (en español, La Mamma), una saga familiar que, si bien, incluía pasión y crimen, resultó un fracaso comercial que lo hundió más en la pobreza, hasta que decidió ocuparse de aventuras de gángsters y vendetta. El dinero que le reportó El Padrino, sumado al guion y las secuelas, y los contratos para otros filmes como Terremoto, Supermán o Cotton Club, reorientaron su escritura, pero no le resultó del todo mal. Puzo fue un prosista hábil y bien entrenado en los dilemas morales al estilo Dostoievski, esos conflictos que carcomen a sus personajes entre el sentido de lealtad, el derecho al desagravio y el afán de supervivencia. Personajes que intentan suprimir a la traición en su conciencia, mientras se envilecen hasta lo más profundo. Seres que aman el autoengaño, que se piensan como entes puros, no obstante la sevicia que los roe: El siciliano, El último Don, Omertá, LosBorgia. En esas novelas, Puzo exhibió los códigos del poder, así sea el negocio de la muerte. La gran ausencia en The Offer es la de Mario Puzo. El autor se borra en una hazaña en la que los mecenas y el productor encarnan a los héroes, mientras que el director, Francis Ford Coppola, alterna como sujeto secundario, y el escritor es caricatura. Una sola escena basta para resumir la óptica de una miniserie hecha para glorificar a los mercachifles. Enclaustrados en una casa, Coppola y Puzo se ocupan del guion, y el escritor pregunta: “¿Te comiste mi jamón?” “¿Cuál jamón?”, dice Coppola. “El sándwich que estaba en el refrigerador”. Coppola lo mira con asco, y exclama: “Tú te lo tragaste. Te vi comerlo. Es algo que jamás podré olvidar”. _
Octavio Paz Recuento de
irse, promueve una nueva revista: El Hijo Pródigo.
ació el 31 de marzo de 1914 en la Ciudad de México, donde murió a los 85 años el 19 de abril de 1998, hace 25.
Su abuelo fue el escritor Irineo Paz, que tomó las armas contra la Intervención francesa, se sumó a la rebelión de Porfirio Díaz contra la reelección del presidente Sebastián Lerdo de Tejada y acabó publicando un diario influyente y de larga duración: LaPatria(18771914), cuyas críticas a Porfirio Díaz le valieron una temporada en la cárcel. Su padre, Octavio Paz, como el abuelo, obtuvo el título de abogado y empezó combinando el ejercicio de su profesión con el periodismo, pero abandonó la administración de LaPatriapara sumarse a la rebelión de Emiliano Zapata, del cual fue representante en los Estados Unidos. El niño y su madre vivieron en Mixcoac con el abuelo y, en 1920, se fueron a Los Ángeles, para acompañar al padre (en el destierro, después del asesinato de Zapata). Hizo el kindergarten en inglés. Al volver a México, hace la primaria en un colegio francés lasallista (El Zacatito), la termina en el Colegio Williams y pasa a la Escuela Secundaria 3, donde participa en la huelga estudiantil por
Nla autonomía universitaria en 1929. En 1930, funda con José Bosch la Unión de Estudiantes Pro Obreros y Campesinos, que abrió escuelas nocturnas para trabajadores. Ese mismo año entra a la Escuela Nacional Preparatoria (que estaba en el antiguo Colegio de San Ildefonso) y toma los cursos de Antonio Caso, Samuel Ramos, Julio Torri, Carlos Pellicer y José Gorostiza. En los cafés, sus maestros son Xavier Villaurrutia y Jorge Cuesta. De 1932 a 1937, hizo estudios de derecho en la Universidad Nacional, donde muchos años después recibió el doctorado honoris causa (1979), que también le dieron las universidades de Boston (1973), Harvard (1980), Nueva York (1985), Murcia (1989), Texas (1992) y otras. En sus años de estudiante quería ser poeta y revolucionario. Sus lecturas, amistades, discusiones, poemas y artículos tratan de reconciliar el ejemplo de sus maestros (rigor, excelencia, universalidad, de las generaciones del Ateneo y los Contemporáneos) con los sueños de sus amigos anarquistas y comunistas. El amor, la revolución y la poesía fueron sus temas y problemas juveniles. En vez de sacar su título de abogado, se va con unos amigos a fundar una escuela en una zona pobre de Yucatán. Ahí recibe la invitación de Pablo Neruda para el Segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (Valencia, 1937), a donde
viaja con Elena Garro, casados poco antes de partir. A Neruda, como a Jorge Cuesta (que escribió una reseña consagratoria), les había impresionado su segundo libro, Raíz del hombre (1937). La defensa de la República española, la internacional de escritores y artistas que conoce, la intensidad moral con que se vive aquel momento, marcan de manera indeleble sus 23 años de edad.
La experiencia se prolonga en Madrid, Barcelona, París y finalmente en México, porque la llegada de Trotski (1937), la expropiación petrolera (1938) y la invitación a los republicanos derrotados en España (1939) convierten a México en un centro de refugiados y visitantes ilustres, con una vida artística, intelectual y política muy activa, en debate constante. Participa activamente: dirige la revista Taller, a la cual invita a los jóvenes escritores refugiados de España; promueve la antología Laurel, con poetas de todos los países de habla española; escribe artículos polémicos. Cuando los comunistas organizan una campaña contra Trotski (finalmente asesinado en 1940) y luego defienden el pacto de Stalin con Hitler (1939), rompe con ellos y paga las consecuencias. Acaba yéndose del país. Antes de
Estuvo en San Francisco, Nueva York, París y Tokio de 1943 a 1953. Se fue de México con una beca Guggenheim para estudiar la poesía del continente americano. Se queda en los Estados Unidos trabajando en lo que puede. En 1945, José Gorostiza lo incorpora al servicio diplomático enviándolo a París, donde conoce a André Breton y colabora activamente con el movimiento surrealista. En 1949, publica Libertadbajopalabra; en 1950, El laberinto de la soledad; en 1951, Águila o sol. En 1951, pasa como encargado de negocios a la embajada en Japón, después de ser enviado brevemente a la India. Vuelve a México como director de organismos internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1953 a 1958. Promueve un grupo renovador del teatro: Poesía en Voz Alta (1955), estrena LahijadeRapaccini (1956), publica Elarcoylalira(1956) y Piedra de sol (1957). Se divorcia de Elena Garro (1957). Sale de nuevo a Francia (1959-1962), la India (19621968) y los Estados Unidos (1968-1971).
De 1962 a 1968, vive en la India experiencias fundamentales: personalmente, el encuentro con Marie-José Tramini, su mujer hasta la muerte; poéticamente, la experimentación, intensidad y transparencia de poemas y libros como Blanco, Viento entero, Laderaeste; culturalmente, la profundización de su conciencia del Oriente; profesionalmente, su desempeño por primera vez como embajador; políticamente, la ruptura con el presidente Díaz Ordaz, por la masacre de
Se sintió responsable, no solo de su casa, sino de esa casa común que es la calle y la plaza pública
Con este ensayo biográfico, conmemoramos 25 años de la muerte del poeta innovador, espíritu fundacional y ensayista
El autor de Piedra de sol, quien murió el 19 de abril de 1998.
Paz*
Tlatelolco (1968). Después de la renuncia, vive unos meses en París, da cursos en las universidades de Texas (Austin), Pittsburgh, Cambridge y Harvard (1968-1972). En París, invita a Jacques Roubaud, Edoardo Sanguineti y Charles Tomlinson a escribir el poema colectivo Renga. En Austin, empieza Posdata. En Cambridge, escribe Elmonogramático
En 1971, fundó la revista Plural, patrocinada por Excélsior, que dirigió hasta el golpe del presidente Echeverría contra el periódico (58 números de 1971 a 1976). A raíz del cual, fundó la revista Vuelta, que dirigió hasta su muerte (261 números de 1976 a 1998).
De joven, participó en la fundación y dirección de Barandal (siete números, 1931-1932), Cuadernos del Valle deMéxico(dos números, 1933-1934), Taller(doce números, 1938-1941) y El HijoPródigo(42 números, 1943-1946).
Fue miembro del Colegio Nacional (1967), la American Academy of Arts and Letters (1972), la Real Academia de Bélgica (1993) y la Academia Mexicana, que lo nombró académico de número el 10 de septiembre de 1981, para la silla XXXI, de la que no tomó posesión, y académico honorario el 26 de agosto de 1997.
En México, recibió los premios Villaurrutia (1956), Nacional de Letras (1977), Ollin Yoliztli (1980), Mazatlán (1985) y Alfonso Reyes (1986). En el extranjero, los de la Maison Internationale de Poèsie (Bruselas, 1963), del Festival de Poesía de Flandes (1972), Jerusalén de Literatura (1977), de la Crítica (Barcelona, 1977), Cervantes (Madrid, 1981), Neustadt (Oklahoma,
1982), de la Asociación de Editores y Libreros Alemanes (Fráncfort, 1984), Oslo de Poesía (1985), Menéndez Pelayo (Santander, 1987), Medalla Picasso de la Unesco (1988), Tocqueville de la Academia Francesa (1989), Nobel de Literatura de la Academia Sueca (1990) y Príncipe de Asturias (1993), entre muchos otros. Además, recibió condecoraciones de los gobiernos de Francia (1949, 1989 y 1994), España (1986 y 1997), Ecuador (1991), Alemania (1993), Italia (1994) y Cataluña (1996). El recuento bibliográfico de su obra puede verse en la Bibliografíacrítica deOctavioPaz(1931-1996)de Hugo J. Verani (El Colegio Nacional, 1998, 674 páginas). Registra 23 libros de poesía, uno de teatro y 36 de ensayos, reunidos en los 15 volúmenes de las obras completas publicadas en Barcelona por el Círculo de Lectores y en México por el Fondo de Cultura Económica (1991-2000). Además de estos 60 títulos, registra 40 ediciones limitadas, 20 antologías de su obra, 98 prólogos, sin contar los 15 de las antologías y traducciones hechas por él, 32 grabaciones en discos, cintas y videos, 14 obras musicales basadas en poemas suyos y 234 libros que traducen su obra al francés (41), inglés (40), alemán (23), portugués (22), holandés (17), italiano (13), sueco (10), japonés (8), chino (5), esloveno (5), noruego (5), farsi (4), finlandés (4), húngaro (4), polaco (4), checo (3), coreano (3); danés (3), griego (3), serbocroata (3), turco (3), islandés (2), rumano (2), albanés (1), árabe (1), eslovaco (1), estonio (1), hebreo (1), hindi (1), malayalam (1). Las tesis escritas y los libros publicados
sobre su obra son cientos; los artículos, miles; las menciones en libros, tesis y artículos publicados, más de cien mil. No es fácil entender la obra de Octavio Paz desde la perspectiva de una especialidad. Su trayectoria adquiere claridad bajo un perfil romántico: nuestra emancipación cultural. Sus tentativas prometeicas, como las de Alfonso Reyes y José Vasconcelos, más que una desmesura individual (abarcar muchas cosas que en otras partes son obra de especialistas), parecen cumplir una necesidad histórica, una urgencia nacional de la cual se sienten responsables: apoderarse de la cultura toda, traducirla, expropiarla, recrearla, modificarla, hacerla nuestra en forma viva; ser sujetos actuantes, no solo contemplados, de la cultura universal.
Toda su obra es de fundador. Repetidamente en la poesía, donde una y otra vez ha rebasado sus avances anteriores y ha abierto caminos más allá de nuestras fronteras, y aun más allá de nuestra lengua. No solo como explorador, traductor y crítico, sino como el primer poeta mexicano del cual pueden señalarse huellas en la poesía de otras lenguas. Pero, además, su crítica, que partió de la experiencia poética mexicana, se fue extendiendo hasta volverse una crítica de la cultura occidental.
¿Dónde está el poeta europeo o norteamericano capaz de escribir Loshijos dellimo? Se trata de una visión crítica del conjunto de la poesía occidental desde el romanticismo, que no solo toma en cuenta el movimiento poético en las distintas lenguas, sino que establece como fondo de contraste
lo no occidental. ¿Quién sería capaz de entroncar ese análisis con la modernidad en todos sus sentidos culturales, sociales y políticos? Ya no se diga referirlo al problema concreto, nacional, de cómo modernizarnos, que se planteó por primera vez en El laberinto de la soledad (un libro que tardó nueve años en reeditarse, pero de gran repercusión minoritaria, hasta que se volvió canónico y finalmente un bestsellercon más de un millón de ejemplares vendidos).
Su poesía llamó la atención muy pronto en los países de habla española y luego en otras lenguas. Así como, en el siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz fue el canto del cisne del gran barroco poético europeo en un país inesperado, Octavio Paz prolongó brillantemente la vanguardia poética del siglo XX y estimuló a otros grandes poetas, con la poesía innovadora de ¿Águilao sol?(1951), Piedradesol(1957), Blanco (1967) y Renga (1971). Su vitalidad creadora, en la poesía y en la prosa, fue constante. También sus aprendizajes. Para quienes conocen su obra, es transparente todo lo que hay de nuevo en un libro como La llama doble (1993); todo lo que aprendió después de los 70 años. Nunca tuvo interés en la comodidad de haber llegado.
En la conversación, en su copiosa correspondencia, en sus poemas, en sus ensayos, hay siempre animación, libertad, invención, frescura. Tenía una vastísima cultura de libros y de obras de arte, de viajes, de experiencia, de personalidades, de reflexión a solas. Pero al hablar o escribir se dejaba llevar por la inspiración, hacía las conexiones y metáforas más sorprendentes, estimulado por el curso de la conversación o de lo que estaba escribiendo. Toda su cultura reaparecía con la inspiración del momento, pero como algo vivo que continuaba desarrollándose ahí mismo. Milagrosamente, su creatividad no sufría por el peso de la erudición, o su extremada capacidad de análisis, o su conciencia histórica de la tradición. Por el contrario, a partir de eso, vivía en perpetua exploración.
Tuvo siempre el sentido de la polis. Se sintió responsable, no solo de su casa, sino de esa casa común que es la calle y la plaza pública. Le parecía inconcebible no intervenir cuando sentía que el país o el mundo iban mal, o desaprovechaban oportunidades de mejorar. Sus planteamientos rompían los esquemas de la política inmediata y remontaban las cuestiones a niveles desacostumbrados: los de un estadista fuera del Estado, los de un estadista ciudadano que no perdía de vista la perspectiva histórica, ni el sentido último de construir la casa común.
Tenía confianza en que lo mejor de todas las culturas está vivo y puede seguir produciendo milagros. Mostró que era posible pasar de un nacionalismo puramente defensivo a un desarrollo de las propias raíces en la cultura universal. El mundo lo recordará como un poeta innovador, de gran fuerza visual y reflexiva; como un explorador del alma y las raíces mexicanas; como un crítico íntegro y penetrante; como un ensayista de curiosidad universal. _
*Una versión de este texto se publicó en Letras Libres en abril de 2001.
“Las ideologías son sistemas religiosos”
De visita en México, Hugo Mujica habla sobre su experiencia de lo sagrado
Asus 81 años, el poeta, teólogo, pintor, filósofo, Hugo Mujica, aparenta un estado de bienestar y juventud que afirma se lo dan dos horas y media de caminata y la práctica de yoga. Vino a México, desde su natal Buenos Aires, en primer lugar por las ganas de visitar el país y enseguida porque Vaso Roto le reeditó el libro Señas a cielo abierto. Los estados anímicos en la filosofía de Heidegger, que apareció antes, en 2022, en Argentina, y presentó en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Fue también a Monterrey a dictar una conferencia sobre poesía y mística, además de ser invitado a un Festival Internacional de Poesía para leer el 21 de marzo en el Palacio de Bellas Artes con poetas como Marco Antonio Campos, Nuno Júdice, Zingonia Zingone y Emilio Coco. La siguiente es parte de una amplia conversación que se publica íntegra en la edición digital de Laberinto
En tu poesía hay referencias constantes a tu identificación con los otros, sobre todo desde la perspectiva de la compasión, del dolor. Rescato lo débil. La poesía italiana estuvo siempre muy cerca del débil y de lo socialmente malo, como podría ser la figura de la puta. Existe una poesía que busca la compasión no solo hacia lo humano, sino a lo viviente, hacia la naturaleza, con la que se busca establecer una relación no de dominio, de agresión, sino de diálogo.
Lo refleja con gran claridad mi libro Brasa blanca, que es el hueso del hombre, el hueso humano. Allí hago énfasis en esa mirada hacia lo débil, hacia lo insignificante, no hacia lo humilde, que es un concepto que no me gusta. Últimamente trabajo la idea de la chispa, “cumple su eterno siempre y enciende su nunca más”. Somos un instante, pero un instante lo es todo, es una vida.
La mirada religiosa se enfoca sobre todo en la restricción. ¿Es un conflicto el lenguaje de la fe para nombrar la libertad?
Saquemos la religión y centrémonos en la experiencia de lo sagrado, que ha sido siempre acción constitutiva del hombre. Esa es libertad pura porque es lo naciente, lo celebratorio, aquello que aún no se configura como utilidad. El hombre estableció primero una relación muy hermosa y curiosa con lo cósmico porque era un vínculo milagroso. Pero alguien pensó que para evitar que se rompiera esa armonía en medio del caos era necesario establecer leyes. Después nació la espiritualidad y tiempo más tarde nació la religión. Y milenios después nació la idea de Dios. La religión captó la mística, pero la prohibió. El cristianismo terminó con la mística en el siglo
XVIII y dio inicio a la racionalización de lo religioso.
Siempre supe que la libertad no está, hay que ponerla. Abrí espacios donde nadie creía que hubiera libertad. Para mí la libertad no es algo que se dé, es algo que uno hace. No llega, hay que buscarla, reconocerla, hacerla.
¿La religión es el opio de los pueblos?
Yo me formé en el sindicalismo anarquista, fui obrero. Esa afirmación tiene mucho de razón, pero las ideologías son también sistemas religiosos, son dogmáticas. El comunismo es una religión, pero el opio no es el que consumimos nosotros, será siempre el que consume el otro.
Silencio y vacío, dos conceptos físicos que se vierten en la poesía como enigmas de la existencia. Para mí, vacío, o nada, es la realidad última. Como experiencia de la realidad puedo pensarla como un vacío, pero luminoso. Yo lo viví en mi experiencia de soledad de siete años en un monasterio. Te sacan el lenguaje para dejarte en la desnudez, te sacan los proyectos porque debes obedecer, y te sacan la voluntad, te cambian el nombre, te retiran los espejos para que no te veas la cara. Es un proceso de deconstrucción. El Yo no tiene de qué agarrarse, se muere de hambre. Luego te das cuenta de que el yo era la molestia, lo que te incomodaba.
Alma es un concepto y una palabra recurrente en tus poemas.
A ese término se le revistió de religiosidad, pero alma significa viento. Alma es respiración, es vida. En el Génesis, en los primeros capítulos, antes de que Dios cree, Dios es un mito del lenguaje. Si lo extraes de allí, queda el caos, el aliento, la palabra. Caos en griego quiere decir boca que se abre. Se abrió la boca, salió el aliento, se dijo palabra y comenzó todo. A mí me interesa ese lugar del aliento que luego se traduce como alma. Donde ya no es caos, pero todavía no es palabra. Tienes que inspirarlo, estar inspirado con ese aliento para que tu palabra esté viva y no quedarte en el nivel de las palabras que se repiten unas a otras.
Cuando hablamos de la poesía mística lo que pretende señalarse es el acto creador. Comienza por el mito de la hoja en blanco, del vacío, del surgimiento de algo que no estaba. La poesía por definición es un acto místico. No porque hable de asuntos espirituales sino porque abre un espacio a la irrupción que dice a través del poeta. Para identificar un poema místico hay que saber primero si nació de un acto místico. La mística es un género literario, pero los poemas con esa etiqueta no serán necesariamente poemas místicos.
¿Eres un poeta místico?
No me considero un poeta místico, así me han identificado. En gran medida esa consideración se debe a que viví una experiencia de silencio de siete años. Tengo en realidad poca comunicación con poetas identificados con la tradición mística en la poesía; me interesa más la interlocución con los creativos. Pero lo que me vuelve loco es el cómo se manifiesta esa chispa, cómo al nombrarla te arroja al plano del lenguaje; cómo al rozar la nada se enciende la chispa del acto creativo.
Escucho mucha música, pero podría quedarme solo con Bach. Suelo pensar que la única verdadera prueba de que Dios en verdad existe es La pasiónsegúnSanMateo, de Bach. Y si Dios no existe, entonces Lapasión según San Mateo es Dios. _
“La libertad no es algo que se dé, es algo que uno hace. No llega, hay que buscarla”
El año en que nació el demonio
Dos tristes homodáctilos
Durante una noche de vientos huracanados en la Lima de inicios del siglo XVII, una mujer da a luz a una bestia de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades. Al mismo tiempo, las acciones de una santa o hechicera llegan a oídos del Santo Oficio. Esta es la materia que anima a esta novela que enfrenta al Bien y al Mal.
Los relatos de este volumen tienen un encanto semejante al de los objetos que un anticuario resguarda con celo. Son, pues, de una atractiva rareza y se ocupan por igual del orden de una biblioteca de estilo borgeano, de un hombre sin el sentido del olfato, que de un explorador que pierde la oportunidad de adentrarse en la mente de un criminal.
De la Psicomagia al Psicotrance
La noción de identidad individual ha dado un brusco viraje a raíz de la entrada en escena del concepto de género. A la vez, las identidades nacionales han cobrado fuerza en un mundo cada vez más inclinado a los extremismos. Con audacia y profundidad, este ensayo desvela las trampas de lo que significan estos fenómenos.
2019. Qué fue de la jubilosa promiscuidad. San Francisco ya no es la meca de la adicción gay al sexo en las trastiendas, los bares o las callejuelas oscuras, ahora ocupadas por legiones de menesterosos doblegados por el fentanilo, la especulación inmobiliaria y la arrogancia de los grandes consorcios tecnológicos. Esa ciudad domesticada y costosa es el escenario, y piedra de los sacrificios, donde sudan y braman las estrellas de porno gay —un jugoso producto a la medida de las redes sociales y su culto al exhibicionismo— Pedro Blater y Jeff Pliers, los protagonistas de Pornografíaparapiromaniacos(Sexto Piso). En la realidad literaria que Wenceslao Bruciaga ha erigido con vibrante aspereza no hay sitio para mujeres ni heterosexuales. Todo se ciñe a la lógica de una Pornolandia homosexual, con sus excesos de producción, y a sus órbitas cercanas. Lo que significa que nada resulta ajeno a los apetitos carnales. Aun en los momentos escasos en que la acción se mueve de los estudios de grabación a los toscos paisajes hogareños de la infancia o a la terraza de un café, su majestad el placer orgásmico no deja de lamerse los labios.
Como una nueva historia de la humanidad se presenta este libro que reúne los saberes de la antropología, la sociología y la arqueología. Sus autores van a contracorriente de la narración tradicional y de las ideas prevalecientes de la Ilustración. Tratan, sobre todo, de ofrecer un nuevo modelo de las sociedades primitivas.
El éxito de una terapia depende del convencimiento de quien la busca. En este sentido, la Psicomagia jodorowskiana es tan válida como cualquier otra. En su génesis, el autor invoca a Artaud, los surrealistas, los futuristas, Buñuel, la chamana Pachita y Erich Fromm. La Psicomagia tiene gran influencia del psicoanálisis.
La colección Evolución Humana consta de 60 volúmenes. A través de ellos, el lector viaja del pasado al presente para conocer la transformación del hombre a partir de nuevas revelaciones. En esta tercera entrega, se estudia la especie de la que más recientemente se han hecho hallazgos, por cierto, sorprendentes.
Pornografía para piromaniacos trata por supuesto de la masculinidad tóxica y de la virilidad enhiesta y sumisa, con un ánimo de exposición —y descaro y esa mezcla de edén y pesadilla— que le debe mucho al cine y al video casero, pero también de esas parejas de hombres caminando de la mano mientras pasean a su perro y, en nombre de la inclusión y el respeto a todas las identidades, han matado de aburrimiento a la rebeldía. Pues, aunque deseados y entronizados por su orgullosa supremacía fálica, Pedro y Jeff pertenecen a la generación que ve con recelo cómo los estandartes de la resistencia y, años después, de la fiesta interminable y sin condón, se han convertido en meros clichés de una suerte de espejismo de igualdad, tan hipócrita como los llamados a “respetar los pronombres de los no binarios”.
Con cuánto arrojo y puntería y humor transgresor y sentido del indecoro, con cuántas armas ideológicas y sensoriales y musicales, Wenceslao Bruciaga ha capturado, en una sola exhalación, en una novela telúrica, la doble condición del éxtasis mediático y la insatisfacción privada. Hay que ser un gladiador para saber expresarlo. _
placer de leer
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HUSOS Y COSTUMBRES
Cine y masticación
ANA GARCÍA BERGUA
Un día de hace casi una década, la guionista Isabel Peña recortó del periódico la noticia sobre la extraña desaparición de uno de los habitantes de una pequeña aldea gallega. Acumular recortes de este tipo es algo normal, dice, porque es probable que alguno acabe inspirándole una buena historia para la pantalla grande. Cuatro años después volvió a abrir el periódico y la novedad era que habían encontrado los restos mortales de aquel hombre, escondidos en un bosque situado a unos 12 kilómetros de donde vivía. La prensa local comenzó a aportar más datos del caso y el interés de Peña no dejó de aumentar.
Resulta que a principios de este siglo, una pareja de jubilados holandeses se había instalado en el pueblo para disfrutar la vida en medio de la naturaleza, encargándose de un pequeño rebaño de cabras y de dos huertos, para hacer queso y cultivar tomates y lechugas. La convivencia con los escasos vecinos iba bien hasta que una empresa de energía eólica fue a hacerles una jugosa oferta por los terrenos comunales, con el objetivo de instalar ahí unos modernísimos molinos de viento capaces de dotar a toda la comarca de electricidad ecológica. Pero para vender esos terrenos era imprescindible que todos los habitantes del lugar estuvieran de acuerdo.
Los vecinos añejos, acostumbrados a trabajar de sol a sol para sobrevivir en una región tan hermosa como descuidada por los políticos, y cada vez más envejecida y solitaria ante la falta de oportunidades para los jóvenes, estuvieron a favor de aceptar la oferta. La pareja de holandeses, es
ace unas semanas fuimos al cine; desde la pandemia, ha sido una decisión delicada, puedo decir que nos hemos desacostumbrado. Pero ir a la Cineteca, tan civilizada, tan cerquita que nos queda, ¿cuál puede ser el problema? Eso pensamos antes de toparnos con la masticación.
H
Tratamos de ver una película que trata sobre música (Tar, con la gran Cate Blanchett) flanqueados por varios jóvenes que masticaban, arrugaban bolsitas, sorbían grandes refrescos, rascaban pozos inmensos de palomitas que despedían su aroma inapelable y dictatorial, a nacho con queso y claustrofobia. Con todo y las quejas, los disculpe y los carraspeos, ese concierto tardó media película en acallarse, cuando por fin se les terminaron los instrumentos; lo bueno es que era larga. Y no es que yo esté libre de culpas: ¿cuántas veces no he hurgado en
el celofán àlarecherchede las pasitas con chocolate durante una función? Hay algo con el cine y la masticación, como cenar viendo la tele o comer sumergidos en la pantalla del celular; al parecer, la mandíbula necesita actividad para temperar su azoro, su excitación o su disgusto. A un placer se une otro, sin duda, pero quizá hay niveles o, mejor dicho, decibeles.
Y eso que era la Cineteca; en los cines comerciales la masticación es más entusiasta, por decir así, y en los VIP se incluyen los brindis. No hay para dónde hacerse, como quien dice: quizá unirse al banquete y masticar en grupo con entusiasmo resignado, como suele suceder.
Mi padre y los críticos de su generación se quejaban mucho, pero mucho, de la masticación durante las películas. El cine es un arte, decían, y hay que guardar silencio para entender y absorber lo que sucede en la pantalla sin sorber; protestaban airadamente contra el
El limbo rural
público tan maleducado y las bolsitas de celofán que a estas alturas me parecen inocentes, tímidas en comparación con los empaques actuales, ecológicos o no, que proyectan el nerviosismo de los dedos a todos los oídos. Claro que mi padre y sus cuates fumaban en el cine, un placer que me tocó experimentar; fumar un cigarrillo es más silencioso, aunque provoca toses que a su vez no permiten ver la película. Y cáncer, ya sabemos. Y niebla que resultaba muy ad hoc para las películas policiacas en blanco y negro, pero para las otras no. Ahora los fumadores tienen que salir por su dosis de humo y regresar, ni modo. ¿Llegará el día en que, para no incitar al dañino carbohidrato, los masticadores tendrán que salir a rascar la bolsa de palomitas al callejón de atrás? Ahora parecería que los defiendo, pero no es así. Fue una tortura, les digo, un concierto sobre el concierto. Y ese olor… Eso sí, muy interesante la película _
decir, los más “nuevos”, se opuso rotundamente pues, según su opinión, vivía en el mejor sitio del mundo. Al principio intentaron convencerla de que votara a favor de vender los terrenos porque, le explicaban, podía elegir cualquier otro rincón de la España vacía para asentarse. Su negativa, sin embargo, siguió en pie y la hostilidad no tardó en desencadenarse hasta el extremo.
“Ustedes solo quieren jugar a las granjas”. “Ustedes no han nacido y crecido aquí, ¿cómo se atreven a determinar nuestro destino?” Argumentos
como estos dieron paso a agresiones específicas: envenenar el pozo de agua con la que la pareja de holandeses regaba sus huertos, robarles la leña, inventar chismes para que ya nadie les hablara y se sintieran aislados… Pero nada de todo eso les hizo desistir. Al contrario: denunciaron varios de esos ataques ante la Guardia Civil (que no intervino porque consideró que “eran cosas de vecinos”).
Llegó el momento en que los que querían vender sabían que sería imposible hacerlo. Pero… ¿realmente se iban a conformar? La única salida era eliminar el obstáculo. Dos hermanos desesperados pensaron que si mataban al señor holandés, su mujer no tendría más remedio que irse y… ¡asunto arreglado! Así que lo secuestraron y lo mataron y lo fueron a tirar a un bosque. Sin duda fue un
duro golpe para la señora holandesa, pero ella no se movió de su casa. Cuando unos atolondrados policías le entregaron los restos de su esposo en una caja de cartón, habían pasado cuatro años. Ella siempre supo quiénes habían cometido el crimen y también que no debía irse de la aldea porque eso era darles la victoria a los asesinos. Todavía hoy, la mujer continúa viviendo ahí, en el limbo rural, rodeada por sus cabras y tomates, pero no por molinos de viento. La deconstrucción de la historia, que recuerda la atmósfera de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela o de Los santos inocentes de Miguel Delibes, se ha convertido en la película española del año. El guion de Isabel Peña y la dirección de Rodrigo Sorogoyen han hecho de As bestas un retablo de mezquindad campirana, multipremiado en varios festivales internacionales de cine por hipnotizar al espectador durante casi tres horas con gran tensión narrativa y una serie de sensaciones escalofriantemente humanas.
El filme se estrenó hace casi seis meses, pero las salas de cine continúan llenándose. La otra noche, después de la proyección en el Cine Verdi de Madrid, recibimos a su director con un prolongado aplauso y él, entre otras cosas, explicó el engranaje creado para emocionarse y conectar con la historia (“más que entender, se trata de sentir”) y, al final, se sinceró: “la película fue concebida para tener como protagonista a la mujer que pierde a su esposo en una zona rural capaz de sacar lo más retorcido del ser humano. Pero, curiosamente, para casi todo el que la ve, el protagonista es el hombre asesinado” _
El filme se estrenó hace casi seis meses, pero las salas de cine continúan llenándose