Laberinto No.939 (12/06/2021)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE

EL ATLAS DE PANDORA

FERNANDO ZAMORA

IRENE VALLEJO

En la periferia de Disney

Todavía no Foto: June Pictures

Ilustración: Román

SÁBADO 12 DE JUNIO DE 2021 AÑO 17 - NÚMERO 939

Alejandro Rosas: la política ha manoseado a la historia Jesús Alejo Santiago/ FOTOGRAFÍA: ARIEL OJEDA


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ANTESALA

12 DE JUNIO 2021

DOBLE FILO

El blues es una espina clavada FERNANDO FIGUEROA

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eyenda viva del blues, funk y rock mexicanos, Guillermo Briseño lleva seis décadas en los escenarios y aún tiene cuerda para rato (se presentará el 19 de junio en el Foro del Tejedor de la colonia Roma, en la Ciudad de México). Además de componer canciones, cantar y tocar con destreza los teclados, también escribe poemas; su más reciente libro es Música dicha, silencio intacto y otros elogios (Ediciones del Lirio, 2021). Hoy el fundador y director de la Escuela de Música del Rock a la Palabra juega ping-pong con Laberinto. ¿Qué es el piano? Un confidente. ¿Qué es cantar? Decir lo que eres o quieres ser. ¿Qué es el blues? Una espina clavada. Un recuerdo de Albert King. El gran honor que tuve de tocar con alguien del que muchos músicos descienden. Betsy Pecanins en una frase. Cada día canta mejor. Rockdrigo en otra. Quisiera saber qué piensa. Beatles o Rolling Stones. Los Beatles tenían más recursos, pero hay cosas muy buenas de los Rolling. El mejor tecladista que has oído en vivo. No existe eso de “el mejor”. Un disco en una isla desierta. Algo de James Brown. Un aria de ópera. “La donna è mobile”. Tu mayor satisfacción como maestro. Cuando ves resultados tangibles. Y tu mayor frustración. Cuando alguien desaprovecha su oportunidad. Uno de tus muchos discos. El que viene: De sirenas y otros monstruos. Una canción de Bob Dylan. “Don’t think twice, it’s all right”. Óscar Chávez en una frase. Encontró un brazo de la música. ¿Qué es la poesía? Una comadre a la que frecuento seguido. ¿Qué es la palabra? La ropa interior de mi comadre. Un libro de poesía. Altazor, de Vicente Huidobro. Una novela. Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier. Un libro de Mónica Mansour. José Gorostiza: La creación sin fin. Un cuentista. Rulfo. ¿Qué aprendiste en la Facultad de Química? A buscar. ¿La virtud que más valoras? La congruencia. Lo que más alucinas. La traición. ¿De qué serías capaz por amor? De casarme. ¿Qué es México? Una esperanza. Tu día más feliz. Mañana. Música para tu última hora de vida. Concierto de Brandenburgo número 2. Tu epitafio. “Ya valió madres”.

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El proyecto Florida. Dirección: Sean Baker. Estados Unidos, 2017.

HOMBRE DE CELULOIDE

En la periferia de Disney

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA JUNE PICTURES

exualidad, Dios, infancia. Estos son, dice Rilke, los grandes temas de la ficción. Sean Baker ha escogido infancia. El proyecto Florida es una magnífica película que puede verse en Amazon Prime y que resulta actual pues su director ha sido nominado a la Palma de Oro que se entrega el próximo mes. El proyecto Florida demuestra, ante todo, la capacidad del cineasta para trabajar con jovencísimos actores. A sus siete años, Brooklynn Prince amenaza, divierte y conmueve encarnando a Moonee, una pequeña que vive con su madre en un motel en la periferia de Disney World. Moonee se divierte con una pandilla que sobrevive vigilada por el ojo estricto pero amable de Bobby, interpretado por Willem Dafoe. Conforme crecen las dificultades de la madre para pagar la renta, crecen también las aventuras de Moonee, su oposición con los adultos y un carácter en el que adivinamos ya un destino criminal. Justo por ello aparece en la vida de Moonee y su madre la oficina de Servicio social. Con esta sinopsis basta para señalar, en El proyecto Florida, dos aspectos que han hecho de Baker un autor tan significativo. En primer lugar, está la influencia de uno de los directores más trascendentes en el cine de arte. El inglés Ken

Loach parece ser, en efecto, el gran influjo en Baker, aunque, como veremos, la crítica del estadunidense es mucho más mesurada que la del inglés. Hay en Baker menos resentimiento que en Loach, sobre todo cuando este último era más joven. La relación entre Baker y Loach resulta evidente si comparamos El proyecto Florida con Ladybird Ladybird de 1994. En esta última el cineasta inglés auténticamente pintaba a los servicios sociales como los malos de la película. Pero el tiempo ha pasado y la discusión política se ha mesurado. Hoy resulta innegable que hay momentos en que, para defender a la infancia, el gobierno tiene que intervenir incluso en algo tan íntimo como las relaciones familiares. Para discutir en torno a este hecho político, Baker ofrece un discurso mucho más imparcial que el de Loach en Ladybird Ladybird. Para ello nos introduce en los ojos de una niña que no por pequeña deja de entender que su madre es tan desastrosa como adorable. El segundo punto

En la fantasía de princesas y fuegos artificiales, una niña como Moonee puede hallar la salvación

que hace de El proyecto Florida una película tan valiosa desde el punto de vista artístico está en su simbolismo. Al principio pareciera casual que todo suceda en la periferia de Disney World. Poco a poco, sin embargo, este hecho va adquiriendo un innegable poder simbólico. El director parece estar diciendo que la de Moonee es la vida real, la de niños de carne y hueso, alejados de las frivolidades de Disney. Pero, lo dicho, Baker es políticamente mucho más mesurado. En el crescendo dramático de este guion extraordinario, incluso el mundo Disney adquiere su lugar. Porque, en efecto, en la fantasía de princesas y fuegos artificiales, en la quimera perezosa y banal de un parque de diversiones que puede identificarse justamente con todo lo artificioso del mundo, una niña como Moonee puede hallar la salvación. El escape. Disney World, parece decir Baker, es lo único suficientemente ruidoso como para callar la miseria de tener que decir adiós a la infancia a los siete años. El socialismo del cine de Ken Loach no ha dejado de pensarse en los últimos 30 años. Y se ha transformado en una visión política de aspiraciones que se identifican más con la democracia social. La aspiración de un gobierno que promueva simplemente que todos pueden aspirar a la felicidad.

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ANTESALA

12 DE JUNIO 2021

POESÍA

Acta del juicio

LOS PAISAJES INVISIBLES

Bipolar

LUIS ARMENTA MALPICA

No somos las mujeres que intentamos, ni seremos los hombres que quisimos. Este vocabulario es inservible mientras no reformemos el artículo a la ley más allá de una letra en nosotres. Sin embargo en ese sin embargo que alguien nos arrebata, hay un poco de vida. Detrás nuestro, quizás: un tal vez en la espalda que vuelve a lo que fuimos. Y allí, a un golpe de salvarnos, siempre habrá otro fiscal que nos regrese el juicio. Este poema pertenece a [Contra] Dicción, libro ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villarreal 2021.

EX LIBRIS

Mi última voluntad: leer/ EKO

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IVÁN RÍOS GASCÓN

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@IvanRiosGascon

e los descalabros en las urnas, los únicos responsables son los gobiernos o legisladores que fracasaron en su encomienda o que traicionaron las promesas formuladas al obtener el cargo y, obvio, los partidos políticos, sus propagandistas y candidatos. Culpar a los votantes no solo es una necedad o una desvergüenza sino una bofetada al ciudadano, un insulto a su integridad mental, pues se le piensa como objeto susceptible de la estafa o como carne de cañón del más burdo mercadeo, aunque a veces resulta complicado determinar la auténtica eficacia de las nuevas herramientas del marketing político. Por ejemplo, a mí me parece difícil cuantificar los votos verdaderos que acarrea un influencer para cierto partido o candidato, por muchos fans que tenga en sus canales de YouTube o en las cuentas de TikTok, aunque tal vez la cantidad exacta no sea complicada de medir y soy yo quien se resiste a creer que un alto porcentaje de suscriptores y seguidores de estos individuos obedezca al pie de la letra sus infomerciales electoreros (¿es lo mismo vender un shampú o un bloqueador solar o un tequila o una cerveza, que enjaretarle un gobernador o un diputado a la clientela? Insisto: creo imposible un público tan lerdo o tal vez me equivoco, soy iluso, y mi escepticismo es disfuncional, pues la penetración de la Internet rebasó desde hace mucho a la de la televisión: en estos tiempos de celulares conectados a la red, la enajenación mediática de la que tanto se quejaban las generaciones antagónicas de la televisión, pervive en los nichos del streaming y las redes sociales). Volvamos al punto de partida. Si el votante fuera un cretino, y siguiendo el hilo del marketing ramplón de partidos y propagandistas, todos los personajes de la farándula que malgastaron el erario en sus campañas harapientas habrían sido elegidos para ocupar una curul, y estarían listos para cobrar la dieta y alzar el dedo en el Congreso, mejor dicho, para pintarnos el dedo por pánfilos, por memos. El último adjetivo tiene que ver, también, con los memes que se propagaron en las redes, tras los resultados en las alcaldías de la progresista y alfabetizada Ciudad de México, pero cuyos habitantes, dicen, fueron engatusados por medios, periodistas, patrocinadores sospechosos, empresarios bochornosos, ONGs y diversos personajes siniestros que habitan en las fábulas de complots y guerra sucia. Una Ciudad de México bicolor. Una ciudad delimitada en dos sectores paralelos, la urbe bipolar. Ese es el meme que circuló en la red, metáfora burlesca de los bandos que conviven en la capital del país pero que, a su vez, reflejan el temperamento de diversas localidades del territorio nacional de norte a sur. Alegoría maniquea de la nefasta narrativa estilo ustedes los ricos y nosotros los pobres, animosidad de clase que evidencia la intolerancia de vencedores y vencidos. El mapa bipolar movió al sarcasmo, fue el chiste de botepronto de las redes, pero opacó la necesaria reflexión (y acción puntual) en torno de las aberraciones de una democracia que se sostiene de alfileres, y del rancio sistema electoral y de partidos en el que sobran la impostura, la violencia, el crimen y las trampas, pero carece de sensibilidad, decencia, lucidez y, paradójicamente, de política.

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DE PORTADA

12 DE JUNIO 2021

La caída de Tenochtitlan, dice Alejandro Rosas, estuvo a cargo de los indígenas. Su papel fue tan determinante como la astucia política de Hernán Cortés

“En la Conquista, Marina es un personaje esencial”

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JESÚS ALEJO SANTIAGO FOTOGRAFÍA ARIEL OJEDA

no de los grandes problemas que tenemos los mexicanos es que seguimos cargando la historia como si fuera una lápida”, asegura el historiador Alejandro Rosas al reflexionar sobre la conmemoración de la presunta fundación de Tenochtitlan hace 700 años y la caída de esa ciudad hace 500, una derrota que “parece que fue ayer, por el odio, la ira, las rencillas, las descalificaciones” contra los españoles, agrega en entrevista el autor de libros como Las caras ocultas de Hernán Cortés, Érase una vez México y 365 días para conocer la historia de México, publicados por editorial Planeta. ¿Cómo definirías nuestra relación con la historia? Uno de los grandes problemas que no hemos podido superar es reconocer que la historia ya pasó, y por más que quieran llamarle invasión a lo que mucho tiempo se llamó Conquista, o nombrar México-Tenochtitlan a la calle Puente de Alvarado… lo que sucedió no va a cambiar. La manera en que la política, particularmente en este sexenio, ha manoseado a la historia va mucho más lejos de lo que hizo el PRI durante los años duros. Si queremos estudiar la Conquista vayamos al ámbito académico, a debatirlo con mesas redondas, con argumentos, con visiones indigenistas e hispánicas. Si queremos debatirla como lo está manejando el gobierno vamos a

perder todos, porque con cinismo increíble inventa, redefine, hace su propia versión de la historia. ¿Por qué nos importa tanto la Conquista, cuando en España ha pasado desapercibida? Hernán Cortés es poco valorado en España, no obstante que —con el apoyo de los tlaxcaltecas y otros pueblos indígenas— le entrega a la Corona española el virreinato más grande y extenso de América. Cortés no es tan importante como otros personajes de la historia española, pero aquí nos sigue lacerando: si hablas bien de él, eres un traidor; es el mismo sentimiento antihispánico que hemos visto desde el siglo XIX, aunque en ese momento había un motivo, porque España amagaba con la reconquista de México. Pero a 200 años de la consumación de la Independencia y 500 de la caída de Tenochtitlan, es desgastante que sigamos hablando del tema. ¿Por qué están ausentes las comunidades indígenas de los relatos de la Conquista, sabiendo, por ejemplo, la importancia de la participación de los tlaxcaltecas? Los tlaxcaltecas fueron condenados como traidores por las visiones historiográficas de los siglos XIX y XX: ¿si habían sido parte del mismo territorio, por qué se aliaron con los españoles? Pero no. Cualquiera con nociones básicas de historia sabe que los tlaxcaltecas eran enemigos de los mexicas; en realidad, muy pocos querían a los mexicas. Como todos los imperios en la historia de la humanidad, formaban un imperio explotador, abusador, violento con los pueblos a los que dominaban. Era obvio que, en cuanto encontraran una oportunidad para des-

hacerse de ese yugo, lo iban a hacer, pero aquí se simplifica todo. Parece que México-Tenochtitlan era una sociedad armoniosa, respetuosa de los derechos humanos, librepensadora. Claro que tenía muchas cualidades, pero era una sociedad que sometió durante mucho tiempo a los pueblos originarios. El gobierno ha insistido mucho en exigir disculpas por todo lo que hicieron las sociedades que llegaron después, por la manera en que dañaron a los pueblos originarios. Ideológicamente, hablar de la defensa del pueblo oprimido es lo que le ha rendido mucho fruto desde el discurso: el pueblo pobre, desposeído, que sufre, al que nunca nadie ha querido, que ha sido explotado… queda muy bien con la idea de la historia oficial. Pero los mexicas no eran pobres indígenas: eran indígenas que abusaron de otros indígenas. Existe una leyenda negra en torno a la Conquista, como existe alrededor de Cortés y la Malinche. Si de verdad tuviera una intención de recuperar la historia y abrirla para conocerla mejor, este gobierno le hubiera dedicado mucho más a los 300 años de dominación española. La república apenas va a cumplir 200 años, el virreinato duró tres siglos y no conocemos realmente qué sucedió en ese tiempo. Para la actual historia oficial, fue un periodo de oscuridad, de explotación y de saqueo, pero hay tantas cosas de ese tiempo que nos definen como mexicanos que es increíble que en

“Ahora todo es proindigenista y tiene que ver con la idea del pueblo oprimido”

pleno siglo XXI ignoremos y pasemos por alto esos 300 años, donde están las claves de lo que somos. Nuestros problemas de hoy son los de esta clase política que viene reciclándose desde hace 35 años; no hay novedad, ni un pensamiento distinto. Desde esa lógica, vemos que la historia oficial tampoco se movió y seguimos pensando que los 300 años del virreinato fueron oscuros; claro que hubo explotación, abusos en distintos momentos, pero debemos acercarnos más para ver que hubo comunidades que la pasaron mejor que otras. Los propios tlaxcaltecas participaron en la fundación de varias ciudades importantes en el norte. Hay una leyenda negra sobre Cortés, sobre Marina, pero también sobre cómo fue realmente la participación de los pueblos indígenas en torno a la caída de Tenochtitlan y cómo se dio su participación en las siguientes exploraciones que llevaron a que los españoles se impusieran como el grupo dominante. ¿Cómo resumirías el papel de Hernán Cortés en la Conquista? Lo que destacaría de él es que tenía un buen olfato político, entendió rápidamente de qué se trataba la dinámica política en los territorios de dominio mexica; entendió la idiosincrasia de las comunidades y aprovechó esas circunstancias para encabezar un movimiento que lo llevó a la conquista de México, aunque sin los tlaxcaltecas hubiera sido imposible. Su gran mérito fue entender las contradicciones de los pueblos indígenas, independientes unos de otros, con un imperio odiado. ¿Cuál sería su gran defecto? Creo que todo el proceso pudo haber


DE PORTADA

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terminado sin tanta violencia. Mexicas y españoles habían convivido ocho meses antes de la matanza de los señores de Tenochtitlan ordenada por Pedro de Alvarado, que no sé si enloqueció de último momento —hay quienes afirman que quien dio la orden fue el propio Cortés, pero pienso que no, porque le salían muy bien las cosas llevando la fiesta en paz, y quien rompió con todo eso fue De Alvarado—. Cortés no estaba en Tenochtitlan cuando ocurrieron estos hechos. Se enteró al regresar y no castigó a Pedro de Alvarado. Si lo hubiera hecho seguramente habría enfrentado un motín. Ese fue el punto de quiebre de cómo se llevaba la Conquista y cómo terminó siendo violenta. Al final se enfrentaron cerca de 100 mil guerreros tlaxcaltecas contra los 150 mil que defendían Tenochtitlan, así que la Conquista la hicieron los indígenas. ¿Qué tan importante fue la Malinche en esa historia? Considero que su papel se ha romantizado. El error que se ha cometido en la actualidad es que su relación con Cortés se le quiere ver como una historia de amor, y eso, a partir de las huellas, los rastros, las crónicas, no se puede saber. Ella es muy importante por-

que gran parte de la mala traducción que hizo determinó las buenas y malas decisiones de unos y de otros. La Conquista es una trágica historia de teléfono descompuesto. Marina estuvo cerca de Cortés en todo momento, desde que levantó la mano y dijo yo sé náhuatl y puedo traducir, pero era imposible que pudiera entender la idiosincrasia española. Por eso creo que hubo demasiadas simplificaciones en las traducciones, lo que derivó en malos entendidos o en interpretaciones erróneas. Ella es fundamental en la Conquista, se convierte en aliada de Cortés y estaba dispuesta a dar la vida por él. Decirle traidora me parece una estupidez, porque después del maltrato que sufrió, quien la cuida y protege es Hernán Cortés. Cambiarle de nombre a algunas calles, ¿de qué manera cambia nuestra historia? Quieren destruir la memoria histórica de las calles, aunque nadie pasa por Puente de Alvarado maldiciendo a Pedro de Alvarado. ¿Merece ser maldecido? Sí, pero no va a cambiar la historia. Es muy de contentillo esta visión del gobierno de la Ciudad de México, porque si no tendría que quitar el Ángel de la Independencia, el

presidente no tendría que vivir en un palacio que fue el símbolo de la opresión durante 300 años, porque allí estuvieron los virreyes; o deshagamos el castillo de Chapultepec, porque allí vivió Maximiliano. Hablar de esas cosas es más del discurso político e histórico, más de tonterías y discusiones bizantinas. Tenemos una historia y a un Cristóbal Colón que, para bien o para mal, llegó a América en 1492 y de ahí se desataron mil cambios. Ahora, sin embargo, todo es proindigenista y tiene que ver con la idea del pueblo oprimido, al que ahora vamos a reivindicar con celebraciones. ¿Por qué es tan importante la historia para un gobierno? Todos los regímenes buscan establecer una visión propia de la historia. Lo habíamos perdido con Fox, Calderón y Peña Nieto —creo que Peña Nieto ni siquiera sabía que historia se escribe con hache—. Con Calderón, el bicentenario de la Independencia pasó sin pena ni gloria, en unos años más solo nos acordaremos de la Estela de Luz, porque se entregó tarde y salió en una millonada. Fox y Calderón no quisieron usar la historia para favorecer a sus gobiernos.

El investigador de la UNAM y autor de 99 pasiones en la historia de México, entre otros libros.

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Creo que es lógico que los gobiernos utilicen personajes, discursos, una retórica de la historia para avalar su proyecto. Ahora bien, insisto y lo voy a hacer hasta la muerte: eso no es historia. Que te digan “qué cátedra de historia dio el presidente en las mañanas”. No es cierto: es su interpretación, es sesgada, y que te lo digan los académicos. Cuando te das cuenta cómo llega la historia al discurso político de este régimen, sabes que tiene un fin político total: empatar este momento histórico con las luchas del pueblo de otros periodos; la insistencia en el pueblo bueno como el mismo que se levantó contra la opresión española en 1810. Por eso para el gobierno de López Obrador la caída de Tenochtitlan y la consumación de la Independencia son tan incómodas. La primera fue debido a la participación de los indígenas y la segunda fue hecha por el fifí de fifís: Iturbide. Van a celebrar la fecha, pero ya verás cómo le van a dar un sesgo para que Guerrero aparezca como el gran consumador. Te apuesto que el 15 de septiembre, el presidente no va a decir “¡Viva Iturbide!”, a pesar de que fue, junto con Guerrero, el consumador de la independencia.

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LITERATURA

12 DE JUNIO 2021

EL ATLAS DE PANDORA

Todavía no Hoy más que nunca, corremos el riesgo de romper los vínculos legendarios entre la juventud y la vejez

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os relojes y nuestra conciencia miden el tiempo de manera diferente. Incluso sin conocer las teorías de Einstein, todos somos relativistas temporales. Para tu hijo de seis años, un adolescente es alguien “muy mayor”; en cambio, tu madre alude a sus amigos como “chicos de mi edad”. A ojos de cada cual, jóvenes son siempre sus coetáneos. Llevamos la juventud con nosotros, la expandimos a medida que sumamos años. Sorda al diccionario y al calendario, la palabra se vuelve elástica al brotar de nuestros labios. El discurso público, las imágenes fabricadas por la moda, la publicidad y las canciones adulan el atractivo juvenil. De la vejez se habla con sentimentalismo —o, más a menudo, se guarda silencio—. El cuerpo de los unos se exhibe sublimado, mientras los otros se sienten invisibles. Envejecer es tan inevitable como imperdonable: nuestros inviernos nos empujan hacia la fecha de caducidad social. Cuentan que la escritora Agatha Christie recomendaba emparejarse con arqueólogos, los únicos capaces de encontrarte más interesante cada año. El imaginario del espectáculo esconde a los ancianos, los convierte en extraños, un menosprecio inconcebible en los orígenes de nuestra civilización. La Ilíada culmina con una escena poderosa: el viejo Príamo acude a reclamar el cadáver de su hijo Héctor, besando las manos de Aquiles, su asesino. Rodeados por la sangre y el horror de la guerra, el desconsolado rey y el conmovido guerrero, un anciano y un joven, lloran juntos por su desgracia. La ciencia arroja luz sobre este lazo generacional: los biólogos han comprobado que las crías de cetáceos con abuelas sobreviven mejor. De hecho, la prolongada vitalidad tras la edad fértil es un don extraordinario de la naturaleza a nuestra especie. Estudios sobre las últimas tribus cazadoras-recolectoras del planeta, como los hazdas, muestran que la diferencia entre tener o no tener una abuela viva aumenta enormemente la esperanza de vida infantil. Gracias a la colaboración de los mayores, nuestra especie es más numerosa y longeva; y la vida, menos endeble. Sus cuidados a los nietos son una inmensa riqueza silenciada. El éxito demográfico del ser humano se debe precisamente a la capacidad de crear fuertes vínculos

IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN

entre generaciones. En la última película de Kurosawa, Madadayo, los alumnos acuden cada primavera a celebrar el cumpleaños de su anciano maestro, ya retirado en el campo. Repiten el ritual aprendido, elevando un vaso de cerveza: “¿Estás listo, profesor?”. Y él, año tras año, responde: “Todavía no, todavía no”, porque aún se siente anudado a la vida. Hoy más que nunca, corremos el riesgo de agravar los estereotipos y ahondar la grieta entre la juventud y la vejez. Nuestra época parece mirar la edad tardía como una carga, mientras cargamos

La epopeya que dio origen a nuestra literatura se abre y se cierra con un elogio a los mayores

sobre sus espaldas el peso de los niños. Les exige sostener con sus ingresos y apoyo el andamiaje familiar, y a la vez les invita sutilmente a encerrarse en sus casas, aislados del escenario social. Por eso vuelves ahora a las primeras estrofas de la Ilíada, teñidas de peste y cólera. Tras nueve años de asedio infructuoso a la ciudadela troyana, los griegos capturan a la joven Criseida y la sortean como botín de guerra. Crises, el encorvado padre de la chica, suplica al general enemigo ofreciendo un rescate, pero solo recibe palabras ásperas y despectivas: “Viejo, que no vuelva a encontrarte junto a las cóncavas naves. No pienso dejar marchar a tu hija. Vete y no me provoques”. Crises, en humillado silencio, se aleja con paso frágil. Airado

por el maltrato al anciano, Apolo castiga a los arrogantes con una enfermedad mortal. Durante nueve días, las flechas del dios furioso sobrevuelan al ejército invasor, dejando una oscura estela de muertes, hasta que los griegos piden perdón a Crises y le devuelven a su hija. La epopeya que dio origen a nuestra literatura se abre y se cierra con un elogio a la dignidad de los mayores. El mito nos invita a estrechar el abrazo entre las generaciones: la primera epidemia europea narrada por poetas terminó gracias a un acto de justicia y amabilidad hacia un anciano.

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© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo.


EN LIBRERÍAS

12 DE JUNIO 2021

NARRATIVA, ENSAYO Provocación

Diez rupias

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A FUEGO LENTO Juana de Arco

Al final del miedo España, 2021

Stanislaw Lem Impedimenta España, 2020 181 páginas

Saadat Hasan Manto Nórdica España, 2020 321 páginas

J. María Casals M. RBA España, 2020 168 páginas

Horst Aspernicus, quien busca darle un giro a la antropología del mal, es el protagonista de esta novela en la cual el escritor polaco elabora un brillante alegato antibélico. Se trata de un supuesto historiador alemán cuya obra “considera que el carácter germánico de la solución final de la cuestión judía” va más allá de los argumentos de víctimas y victimarios. La escritura se pone a las órdenes de la ironía y la ironía apunta hacia la desarticulación del hombre contemporáneo.

Con prólogo, selección y traducción del urdu de Rocío Moriones Alonso, este volumen reúne 18 relatos de uno de los escritores más influyentes en la India, aunque poco traducido. Sus temáticas se mueven por la sordidez de los lupanares urbanos, el descontento político y la hipocresía de una clase media que tira la piedra y esconde la mano. Manto nació en 1912 y murió en 1955. Sirvió como periodista y padeció la división territorial que trajo consigo la independencia en 1947.

Proveniente de sus creencias religiosas, la actitud valiente que caracterizó a Juana de Arco se ha visto suavizada por su canonización, como anotan los editores, mostrándola más femenina. Su corte de pelo a lo garçon, que anticipa una moda del siglo XX, no significa necesariamente una masculinización de su imagen pues nunca perdió su feminidad. Como otros rasgos humanos, su espíritu guerrero no tiene género. En el cine, la mejor visión es la de Carl T. Dreyer.

Gran historia visual de la filosofía

Bioética y derechos humanos

Democracia, derecho y biopolítica

Masato Tanaka y Tetsuya Saito Blackie Books España, 2021 353 páginas

Jesús Armando Martínez (coord.) UAQ/ Gedisa México, 2021 232 páginas

Israel Covarrubias (coord.) UAQ/ Gedisa México, 2021 283 páginas

Más de 200 conceptos y personajes clave del pensamiento occidental concurren en este libro, una guía con gráficos e ilustraciones de fácil entendimiento. Inicia con Tales de Mileto y Pitágoras, y cierra con el impacto de la bioética en el contexto de la crisis ambiental. En algunos pasajes tiene la estructura de un diccionario, y en otros la de un relato que se bifurca a cada paso. La claridad y la concisión, así como un sentido de la amenidad, son sus mayores virtudes.

Definida como el estudio de los aspectos de las ciencias de la vida y de las relaciones de los seres humanos con el resto de los seres vivos, en los últimos tiempos la bioética ha visto incrementada su presencia en la academia. En este volumen, explican los coordinadores, se profundiza “en la relación existente entre la bioética y la protección de los derechos humanos de todas las generaciones conocidas”. Los textos incluyen puntos de vista médicos y filosóficos.

Nueve autores (filósofos, abogados, psicoanalistas, pedagogos…) revalidan el auge de los estudios sobre biopolítica tras la crisis sanitaria impuesta por el Covid-19. Aunque tienen casi un siglo de existencia, su importancia comenzó a sentirse en el último tercio del siglo XX, sobre todo a raíz de las ideas de Michel Foucault. Como paradigma intelectual, no solo alcanza a las ciencias sociales sino a las artes plásticas y a la crítica a las nuevas tecnologías.

¿Quién dijo insólito?

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ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com

i algo destaca de los ocho cuentos reunidos en Al final del miedo (Páginas de Espuma) es la perturbadora confección de sus ambientes. Transcurren en el sótano vampiresco de un bar donde se satisface cualquier deseo innombrable, o en la habitación de un hotel desde cuya ventana se observa a una figura al acecho, o en una carretera donde un cuerpo yace envuelto en vendajes sucios, o en la pantalla de una computadora que al otro lado proyecta el espectro de una mujer, y, sin excepción, en un país sembrado de enormes agujeros desde los cuales se aventuran grupos de creaturas irreconocibles hacia la superficie. Esos ambientes enmarcan una historia casi siempre atroz y a personajes insatisfechos con su lugar en el mundo. ¿Podríamos suponer entonces que Al final del miedo es un libro atractivo, que al menos sirve de remedio contra las estrategias de moda ante la promesa de una “narrativa de lo insólito”? Ni por asomo, sobre todo en vista de que no hay página en la que no seamos asaltados por una redacción contrahecha. No me refiero siquiera a la cadencia de las frases, a la textura del tiempo y a su extensión; me refiero a la falta de la más simple corrección gramatical. Es decir, a estas muestras: “mientras buscaba en la gasa llena de sangre respuestas”; “No se dejen convencer ella lo mató”; “A ver piensa”; “Y no le iba a comprar al fulano que me robó champaña”; “Olga enfadada, le parece que está Elías detrás de las cortinas”; “busca en la pequeña maleta de mano su tejido”… Y luego están los diálogos: tan miméticos, tan ajenos al sentido de la composición que suenan a esos intercambios de palabras que han sobrepoblado el peor cine nacional: “¿Para qué estamos entonces?” “Yo qué voy a saber”. El caso de Cecilia Eudave y su vislumbre de libro obliga a plantear algunas preguntas rápidas. ¿Es que Juan José Arreola o Julio Cortázar, por ejemplo, han dejado de ser modelos estilísticos? ¿Es que la prestigiosa “ética del lenguaje” ha pasado a ser una curiosidad de académicos y anticuarios? Y por encima de cualquier perplejidad: ¿no hay por ahí, en una región ya devastada de la lengua española, editores capaces de revestir las buenas intuiciones de una escritora con el don para hacer estallar auténticos fuegos narrativos?

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.

12 DE JUNIO 2021

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HUSOS Y COSTUMBRES

Llaves ANA GARCÍA BERGUA

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o hay nada más extraño que las viejas llaves de lugares en los que vivimos antes y a los que nunca regresaremos. Guarda uno copias en un cajón, a saber por qué, y el metal adquiere una textura pastosa por el polvo y la falta de uso. A veces las probamos en alguna cerradura, pero nunca sirven. Igual mejor conservarlas: a saber por qué, tirar una llave al basurero es siempre un mensaje equívoco. Las llaves se enmohecen como la memoria y al cabo del tiempo ahí siguen los manojos pesados y discretos en su pequeña penumbra, junto con las monedas de cinco centavos o diez pesos que dejaron de circular. Fierro viejo, intriga antigua, a la espera de que algo mágico suceda. Que las monedas cobren un valor de coleccionista, que las llaves abran otras puertas o candados ya inservibles por tanto óxido. ¿De quién son estas llaves?, pregunta alguien cada cierto

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tiempo, y nadie recuerda si eran de la casa antepasada, del viejo auto, de una reencarnación. O son las llaves perdidas que aparecieron demasiado tarde, cuando hubo que cambiar la cerradura, y vivieron por años y años en el limbo aquel de los calcetines y los aretes sin par. Quizá nunca nos terminamos de ir de los lugares y las llaves arrinconadas son la prueba, quizá las llaves nos dan la seguridad de nunca quedarnos afuera del todo, como los perros. A veces he comprado llaves muy antiguas en los bazares, fuera porque me parecen bonitas, raras, fuera porque algo parecen contarme: llaves cilíndricas de hierro, candados con dibujos de flores, todo muy pesado, a sugerencia de portones, baúles, sombreros y espadas. Y me pregunto si alguien las perdió o las heredó junto con el tesoro que resguardaban. Las he puesto como adorno en el librero, aunque más bien son una presea: mi

seña de propietaria de lugares invisibles, de prestigiosa antigüedad. Quizá nadie comprará en el futuro las llaves de nuestras casas, más industriales, sin chiste, todas iguales, diferenciadas solo en que unas tienen cabeza redonda, otras triangular y escalonada, como si pertenecieran a las mismas tres familias terratenientes; a veces, es cierto, lucen colores metálicos como de sinfonola. Menos aún permanecerán las llaves de los hoteles: tarjetas idénticas cuya memoria se borra con facilidad para evitar robos, como la de aquellos cuartos todos iguales. Pero mis llaves viejas siguen ahí, en su penumbra llena de preguntas. Llaves de un pasado al que nunca se regresa; en ese caso, el olvido es una forma de salud. Quizá lleguen al librero de alguien más en el futuro, junto con mis monedas: alguien que entrará a su casa con la sola mirada y tampoco recordará cuántas puertas ha abierto y cerrado en su vida, igual que nosotros.

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CAFÉ MADRID

Narrativas económicas VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA AP

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ue soy de letras y no de números lo tengo asumido hace muchísimo tiempo. Si aprobé todos los ciclos escolares fue, casi siempre, gracias a la generosidad de los compañeros que se dejaban copiar en los exámenes (no lo digo con orgullo, ni siquiera con picardía. Es que, por más que me esforzaba, nunca podía con las operaciones matemáticas. Será que tengo algún tipo de dislexia, no sé). Años después, claro, sufro o quedo en ridículo a la hora de hacer cuentas y además, a pesar de que soy un lector empedernido de periódicos, suelo saltarme la sección de Economía porque todo lo que ahí publican me parece muy ajeno. Por más que le doy vueltas, no sé de dónde viene exactamente mi animadversión a los números y las finanzas. ¡De verdad que no encuentro el origen de mi problema! (y me parecería injusto echarle la culpa al sistema educativo público del que soy producto o a que fui criado a duras penas con leche de la Conasupo, gracias a la Solidaridad de Carlos Salinas de Gortari, y mi cerebro no alcanzó a formarse como Dios manda. Habrá otros factores, digo yo, y espero dar con ellos algún día). No hace mucho, sin embargo, descubrí a un economista cuyos artículos y libros despiertan mi interés. Se llama Robert J. Shiller. ¿Lo han leído? Es catedrático en la Universidad de Yale, colaborador de The New York Times y Premio Nobel de Economía 2013. A diferencia de la mayoría de sus colegas, Shiller no escribe pensando únicamente en los empresarios ni peca de abstracto. Con sus particulares métodos y conocimientos, predijo la crisis de las punto com de 2001 y el estallido de la burbuja inmobiliaria

de 2008. “No es que sea más listo, es que tengo una metodología distinta”, ha dicho en varias ocasiones (sin falsa modestia). Su libro más reciente es Narrativas económicas. Cómo las fake news y las historias virales afectan la marcha de la economía (Deusto) y es una obra fascinante porque mezcla economía con literatura y periodismo. Por eso no he tenido más tenido que devorar sus más de 400 páginas al instante.

El éxito del bitcoin, la criptomoneda, se debe a que está sustentado en un potente relato

En ellas, además de manejar modelos matemáticos y diversas estadísticas, Shiller toma en cuenta las narrativas del mundillo económico que tarde o temprano son incluidas en la “fiebre conversacional” de toda la sociedad e influyen en el rumbo de la macro y la microeconomía. Es decir: es la difusión comentada de los acontecimientos (verdaderos o falsos) la que genera un marco mental narrativo que transforma las opciones de compra, de ahorro o de gasto y que, a su vez, influye en las decisiones financieras de las grandes empresas, los gobiernos y los organismos reguladores. En síntesis: ¿qué estimula la economía? Las historias populares contagiosas. Así de simple. Para demostrar su

El Premio Nobel de Economía 2013 Robert J. Shiller.

tesis, Robert J. Shiller analiza pormenorizadamente el caso del bitcoin, la criptomoneda que de un tiempo a la fecha ha despertado un entusiasmo especulativo desmedido. Su éxito se debe, nos dice el viejo profesor, a que está sustentado en un potente relato: ha sido creado como reacción a la corrupción gubernamental y a las perversas acciones de las instituciones financieras internacionales. Sus promotores no se cansan de repetir que es una “moneda libre”, que escapa al control de las élites y, de igual manera, es la solución para que dejen de saquear nuestros bolsillos y la base para crear nuevas reglas económicas a favor de las mayorías. ¿Suena muy bien, no? Por si fuera poco, a esto hay que agregarle un toque de misterio: ¿alguien conoce o ha hablado con el supuesto creador del bitcoin (Satoshi Nakamoto)? Nadie. Luego está la exhibición de un “error garrafal” con el que todo mundo debería escarmentar: el caso de una cantante que rechazó el pago de su actuación en un concierto con bitcoins y que, si hubiese aceptado, ahora sería una de las personas más ricas del planeta. Finalmente, el relato ha sido aderezado con una novedad: ahora se puede comprar un coche eléctrico y de lujo con bitcoins. Como ven, en toda esta narrativa hay interés humano y emociones con las que nos podemos identificar fácilmente. En conjunto, también, nos permite darle sentido a los acontecimientos, algo que nos impulsa a agregar el asunto a nuestras conversaciones cotidianas, unas conversaciones que pronto se tornan infinitas y globales. Porque, desde siempre, a los seres humanos nos mueven las historias. En todo, hasta en la economía.

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