Laberinto No.946 (31/07/2021)

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Suplemento cultural de MILENIO

LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE

RESCATE

FERNANDO ZAMORA

EVODIO ESCALANTE

First Cow: una historia de amor en el Viejo Oeste

Un poema desconocido de López Velarde

Foto: Film Science

SÁBADO 31 DE JULIO DE 2021 AÑO 18 - NÚMERO 946

Roberto Calasso: una vida entre libros Jorge Herralde/ FOTOGRAFÍA: EFE

Foto: Autor desconocido


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ANTESALA

31 DE JULIO 2021

EN EL BANQUILLO

Repercusiones

A

TEDI LÓPEZ MILLS

los poetas malos les importa tanto la poesía como a los poetas buenos”, dice Edward Arthur Potter en el relato “Querida ilusión” de Kingsley Amis. La poesía le llega a Potter con palabras sueltas o combinadas en frases que comienzan a circular en su cabeza como si buscaran colocarse en algún nicho. Luego acuden más palabras y la imagen oportuna de una red donde se atoran y se adhieren unas a otras porque van juntas por especie y naturaleza. Potter nunca habla de inspiración, sino solo de una infelicidad primigenia a pesar de circunstancias aceptables: un trabajo bien remunerado en una maderería y un matrimonio correcto. Sin embargo, poco a poco se esfuma el placer y desaparece el sentido. Al cabo de unas semanas surgen las palabras y Potter se siente mejor. Las anota en la parte trasera de una factura y se da cuenta al leerlas de que son literalmente la ocurrencia de un poema futuro. Con la aparición azarosa de los racimos verbales, Potter descubre un procedimiento —y un refugio—, crea una obra amplia y acaba siendo un autor célebre: el bardo sin igual de Inglaterra. Su esposa se encarga de mecanografiar los poemas que Potter jamás revisa y nunca relee ni siquiera impresos. Tiene agente literario y numerosos seguidores. Sus textos se estructuran como breves construcciones modernas que se dejan caer con sutileza: libro sueño prado calle O se encarrilan hacia un vacío que atisba el desenlace porque ha reconocido las huellas iniciales: “mujer conserva flor junto a hojas…mujer se transforma en tierra junto a hojas…hombre mujer tierra”. Se oyen los sonidos de esas visiones. Como los gritos en el pasto a las seis en punto de la tarde con los papás que golpean una piñata y se ríen con las niñas mientras les enseñan a blandir el palo de la escoba vieja. Como el volumen de la tele del nuevo inquilino que abre su ventana tan pronto se enciende la bomba de agua y regaña a su perro cuando ladra en conjunto con las voces de la película en inglés. Como el ruido de los pasos de la conserje y sus ocho nietos que entran al edificio y suben las escaleras con prisa. Como el picoteo del pájaro carpintero en el fresno cubierto de muérdago que se descuelga encima de un patio donde fuman los empleados de un negocio sin letreros. Como el tamborileo del dedo índice de mi mano izquierda a las cinco de la mañana en el escritorio. Como la música figurativa que nadie más escucha. Según Derek Walcott, “las biografías de los poetas no son fáciles de creer. En el momento en que se publican se convierten en ficción, sujetas a la misma simetría de trama, incidente y diálogo que una novela”. A Potter le tocaron una parodia verosímil y algunos versos posibles. Al final se desenmascara frente a los lectores que lo admiran y un crítico que ensalza su genio lírico: pobre, no sabe distinguir un tipo de poema malo de otro tipo de poema malo. “Quizá es lo más difícil”. Por mi parte, y aunque asuma un riesgo, estoy casi segura de que me importa la poesía.

Potter nunca habla de inspiración, sino solo de una infelicidad primigenia

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First Cow. Dirección: Kelly Reichardt. Estados Unidos, 2019.

HOMBRE DE CELULOIDE

Del mito de la grandeza a la realidad

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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA FILM SCIENCE

ecía Lévi-Strauss que si sueltas a un gato casero en el bosque se volverá salvaje, pero si sueltas a un humano en el mismo bosque producirá cultura. Tal vez este sea el sentido de la película First Cow disponible en Mubi: afirmar que lo natural en el ser humano consiste en producir lazos con sus iguales. Así como un pájaro hace nidos y una serpiente teje redes, el hombre produce amistad. First Cow tiene mucho del viejo western. De hecho, The New York Times refiere al cine de Reichardt así, como westerns feministas. Y lo es en el sentido de que ofrece sensibilidad a un mundo que no lo tiene. Mis películas, dice Reichardt, son destellos de gente que va pasando. Estamos en 1820 y Cookie, el cocinero de unos cazadores, se encuentra con King-Lu, un chino escondido en el bosque. Estamos en el territorio de Oregón, en lo que hoy es la frontera entre Canadá y Estados Unidos. KingLu es un aventurero que ha caído en desgracia; recibe la ayuda de Cookie y no vuelven a verse hasta que, pasados unos meses, se encuentran de modo casual, se beben una botella y desarrollan una poderosa amistad. Basada en la novela de Jonathan Raymond, la fuerza de esta película radica en las muchas lecturas que

propone. Puede ser una parábola religiosa, una reconsideración histórica o cine gay. En todo caso, es importante advertir que el arte de Reichardt no cae nunca en la vulgaridad de lo obvio. De ninguna manera podría compararse, por ejemplo, con Secreto en la montaña. Es arte que más bien se detiene en los detalles que a menudo no vemos; es cine que genera un tiempo y un tono en el que no importa tanto la historia como la narración. El realismo, para Kelly Reichardt, implica, por tanto, la creación de tomas largas y diálogos mínimos con acciones mínimas también, pero con la intención de introducir al espectador en el juego de la contemplación. Desde un punto de vista religioso, la película inicia con lo que pudiese ser la referencia a la Parábola del Buen Samaritano. Conforme avanza la trama, sin embargo, el tema cristiano toma su propio camino y parece referir a la noción de que todo el bien que haces regresa. Amar significa dar, recibir y devolver. Vista así, la relación entre Cookie y King-Lu

La película puede ser una parábola religiosa, una reconsideración histórica o cine gay

ha llegado al nivel más alto del amor según lo definían los griegos: la amistad. Y es el más alto porque no tiene interés. Ni siquiera sexual. Desde el punto de vista de la reconsideración histórica, vale la pena detenerse en la primera secuencia: una chica desentierra unos huesos. La imagen recuerda el intento de la región (especialmente Canadá) por reconciliarse con su pasado. En este sentido, la amistad entre un cocinero y un aventurero chino está al servicio de confirmar que toda la violencia que hubo en la occidentalización de esta región tiene, sin embargo, una luz. La tercera interpretación es la más polémica: ¿es First Cow una película gay? Durante una secuencia, la cámara sugiere que Cookie observa a King-Lu mientras se baña. Fuera de esto no hay más pistas pues, lo dicho, el amor entre estos dos hombres no se agota en el deseo por satisfacer una pasión. Reichardt está interesada, en todo caso, en contar la historia de dos personajes que, por lo estrecho de sus lazos, pueden desafiar al orden establecido. ¿Y cómo? Ordeñando una vaca. Vista así, First Cow es una historia de amor no necesariamente sexual que tiene lugar en el Viejo Oeste, una frontera en que dos humanos se encuentran atrapados entre el mito de la grandeza y la realidad.

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ANTESALA

31 DE JULIO 2021

ESCOLIOS

POESÍA

Esprit JOSU LANDA

A Olvido García Valdés y Miguel Casado

a/ ante/ bajo junto/ con contra/ de desde/ en entre/ hacia hasta/ para/ por sobre / tras: el Ruiseñor nunca visto/ nunca oído/ nunca palpado/ nunca olido/ nunca devorado nunca hablado en estos flujos de (no)verbo igual: nunca perdido.

EX LIBRIS

Los privilegios: libros/ EKO

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El mal ordinario ARMANDO GONZÁLEZ TORRES

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@Sobreperdonar

a pereza, la obligación de la coyuntura y el relativismo moral hacen fatigoso o fastidioso abordar los grandes temas, aparentemente inconmensurables, como el mal. Hace tiempo, me llamó la atención un libro de la filósofa norteamericana Susan Neiman, con un título largo y ambicioso y un grosor suficiente para disuadir a lectores con prisa: El mal en el pensamiento moderno. Una historia no convencional de la filosofía (FCE, México, 2012). En efecto, pese a su renuncia a la pompa académica, se trata de un libro demandante, que, para su cabal digestión, exige demora, simpatía y concentración; aunque, a cambio, ofrece muchas gratificaciones: espléndida pluma, erudición filosófica, gusto literario y fresco sentido común. Para la autora, en el mundo contemporáneo, al lado de los innegables progresos morales, hay inadvertidos retrocesos e inéditas zonas grises nacidas de la tóxica combinación entre nuevas tecnologías y nuevos fundamentalismos. Así, la evolución del mal pone a prueba la capacidad humana para comprenderlo. Se supone que debería haber un vínculo estrecho entre virtud, merecimiento y felicidad, lo mismo que entre perversidad, daño injusto y castigo; sin embargo, especialmente después de Auschwitz, el mundo se empeña en desmentir constantemente esta causalidad. La decepción continua puede llevar a la renuncia a la acción moral racional y a caer en el cinismo. Por eso, es de inferirse que tener la certeza de que, de alguna manera, la causalidad entre virtud y felicidad funciona, resulta bueno para la conducta ética; sin embargo, y esto constituye un argumento central del libro de Neiman, que surge de Kant, la acción moral auténtica no responde a una certeza de recompensa, pues eso la volvería un mero intercambio comercial. El individuo está condenado a ejercer su albedrío crítico, imaginar valores universales y aplicar imperativos éticos sin esperar ninguna retribución. Esta circunstancia frágil y desasida de la moral humaniza y hace trascendente al individuo. Para la autora, la reflexión filosófica no puede luchar directamente contra las diversas formas del mal (no puede combatir el terrorismo, ni detener el racismo, ni derribar una tiranía) pero sí ofrece elementos para detectarlas y definirlas. Las mutaciones del mal hacen aún más urgente esta labor de epidemiólogo moral, pues, como dice la autora, el gran descubrimiento del siglo XX, debido a Hannah Arendt, consiste en la banalidad del mal, en que los seres capaces de elucubrar las acciones más perversas e infligir mayor dolor no son demonios, sino individuos comunes. El mal puede disfrazarse de simple ingenuidad, ineptitud o pintoresco narcisismo y esta ubicuidad y disimulo hacen aún más importante entenderlo. Porque, como dice Susan Neiman, “La falta de discernimiento puede ser más peligrosa que la perversidad; con mayor frecuencia nos amenaza la egoísta resistencia a ver las consecuencias de acciones ordinarias que deseos manifiestos de destrucción”.

Para Susan Neiman, la filosofía no puede luchar contra las formas del mal

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DE PORTADA

31 DE JULIO 2021

Por el deseo manifiesto del autor, recordamos al escritor italiano con este recorrido por su pasión hermanada con la literatura: la edición, patente en su labor al frente de Adelphi

Roberto Calasso El Mago*

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JORGE HERRALDE FOTOGRAFÍA EFE

n primer lugar, quiero expresar mi gran satisfacción por la concesión de este Premio a Roberto Calasso, por su labor al frente de una editorial ejemplar: Adelphi. Una editorial insólita, con vocación inactual y en sus inicios, en los primeros años sesenta, modesta empresarialmente y marginal, pero que desde hace décadas se ha situado en primerísimo lugar de la edición no solo italiana sino también internacional. Haciendo una síntesis, obligadamente breve, del riquísimo catálogo de Adelphi cabría destacar: • La gran presencia de la literatura mitteleuropea, con Joseph Roth, Hesse, Schnitzler, Karl Krauss, Kafka, Sebald. • Las literaturas de Europa del Este, con Zinoview, Kis o Kundera. • Una empresa tan ambiciosa como las obras completas de Nietzsche con la edición de Colli-Montinari. • Astros diseminados y bien presentes como Jarry y Artaud, Karen Blixen, Oliver Sacks, Chatwin. • La atención al pensamiento y literatura orientales no solo en el catálogo de Adelphi sino también, progresivamente, en la obra de Roberto Calasso escritor. Y entre otras características de Adelphi hay algunas que lo convierten en un caso quizá imperdonable para sus colegas italianos. Por ejemplo: • La estrepitosa acumulación de Premios Nobel, especialmente en los últimos y penúltimos años, como Milosz, Canetti, Brodsky, Naipaul,

La lectura absoluta Roberto Calasso nació el 30 de mayo de 1941 en Florencia y murió durante la noche de Milán el pasado 28 de julio. Ese mismo día, salieron a la luz sus más recientes libros: Memè scianca, sobre su infancia en Florencia, y Bobi, sobre cómo Roberto Bazlen y Luciano Foà fundaron la casa editorial Adelphi en 1965, que pocos años después dirigiría el propio Calasso. Hijo del jurista Francesco Calasso y hermano menor del cineasta Gian Pietro Calasso, Roberto Calasso heredó la

Symborska, Walcott, como mínimo. Premios a menudo inesperados, pero parece como si existieran pistas, indicios, rumores, que Calasso parece, estadísticamente, descifrar. • Operaciones de tanta envergadura literaria como la publicación sistemática de las obras de Nabokov y de Borges. • Convertir en acontecimiento y bestseller la publicación de cada título de un autor como Simenon, ya tan conocido y explotado y editado en otros sellos. • Transformar en bestsellers obras de autores poco reconocidos en sus respectivos países como Patrick McGrath, Mordecai Richler o Cathleen Schine. Acrobacias, esas, realmente espectaculares. • Cuando parecía que el filón mitteleuropeo se había extinguido definitivamente, Calasso redescubre a Sandor Márai, con extraordinario éxito italiano e internacional. Y así como hay editoriales que funcionan con el axioma de publicar libros malos para financiar a los buenos, Calasso tiende a otro axioma

pasión por la literatura de su abuelo materno Ernesto Codignola, filósofo fundador de la editorial La Nuova Italia. Dejó huella de su labor como editor en ensayos notables como La marca del editor y Cómo ordenar una biblioteca, un singular homenaje a sus libros más amados. En su mayor parte, la obra de Calasso ha sido publicada en español por editorial Anagrama, dirigida por Jorge Herralde.

mucho más infrecuente: buscar lectores para obras de verdadera calidad. Como vemos, a nuestro premiado podríamos llamarlo Roberto el Mago, o también el Mago imperdonable. Posiblemente los dos editores internacionales con los que me siento en mayor sintonía son Christian Bourgois y Roberto Calasso, y así lo acreditan nuestros catálogos respectivos. Christian Bourgois ha publicado a muchos autores españoles y latinoamericanos, en especial de Anagrama pero también de otras editoriales, y no creo que esté descontento de los resultados. Precisamente este otoño hemos asistido a la consagración francesa de París no se acaba nunca de Vila-Matas, después de sus éxitos con El mal de Montano y Bartleby y compañía, así como la de Roberto Bolaño, de quien Christian acaba de publicar tres títulos simultáneamente, mientras prepara para la primavera próxima

Se inclinó por un axioma infrecuente: buscar lectores para obras de verdadera calidad

la edición de Los detectives salvajes. Por el contrario, Calasso es extremadamente reticente respecto a la literatura de los escritores contemporáneos en lengua española, con muy escasas excepciones. Rastreando el catálogo de Adelphi de 2004 se detectan las siguientes traducciones del español. Una primera tanda de clásicos, publicados de 1966 a 1970: Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (1966), la autobiografía de Ignacio de Loyola (con edición del joven Calasso en persona, también en 1966), La vida es sueño de Calderón de la Barca (1967), La lozana andaluza de Francisco Delicado (1970), Tristana de Benito Pérez Galdós (1970), a los que se unirá años más tarde La Gatomaquia de Lope de Vega (1983) y también El reverso de la conquista de Miguel León-Portilla López (1974). Pero, en fin, que no cunda el pánico: en la década de 1990, parece brotar en Adelphi un sosegado interés. Así se publica En la penumbra de Juan Benet (1991), el único autor español contemporáneo, dos novelas del colombiano Álvaro Mutis, La última escala del Tramp Steamer (1991) y La mansión de Araucaíma (1997), Tuyo es el mundo del cubano Abilio Estévez (1999), Escolios a un texto implícito del ensayista colombiano Nicolás Gómez Dávila (2001) y Blanco sobre negro, escrito en ruso, por Rubén Gallego (2004). Seis títulos en total. Y está en vías de publicación, imagino que en “La collana dei casi”, el extraordinario reportaje Huesos en el desierto de Sergio González Rodríguez. Y como gran operación, Adelphi ha emprendido, como antes he dicho, la publicación de toda la obra de Jorge Luis Borges, con ocho títulos


ya publicados entre 1997 y 2004. Y como curiosidad, figuran en su catálogo nueve títulos del argentino J. Rodolfo Wilcock, quien, como es sabido, empezó a escribir en español, luego se trasladó a Italia donde escribió todos sus libros en italiano y tradujo los anteriores a esta lengua (entre ellos figura quizá su mejor joya: La sinagoga de los iconoclastas). Como vemos, el tan merecido Premio a Calasso no se debe a su atención a los autores en lengua española (al igual que, como se subrayó ayer, no se le ha dado el Premio Juan Rulfo a Juan Goytisolo en el año dedicado a la cultura catalana por ser catalán), sino que el premio, la Presea, se le ha otorgado por su

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DE PORTADA

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extraordinaria labor editorial a lo largo de varias décadas. (Por cierto, cuando los responsables de la FIL le comunicaron en Frankfurt que le habían otorgado el premio, Roberto me comentó que había recibido una carta, en perfectísimo italiano, en la que aparecía una palabra incomprensible y enigmática que había buscado en vano en los diccionarios: la susodicha Presea.) Una labor, la de Calasso, particularmente valiosa en un panorama como el italiano con la presencia apabullante de grandes grupos como Mondadori (con Einaudi) y Rizzoli (con Bompiani), y también Longanesi (con Guanda), además de la gran independiente Feltrinelli.

Las estrategias de Adelphi, desde sus inicios con Vittorio Foà y Roberto Bazlen, han consistido en la implantación rigurosa de un proyecto editorial inconfundible, con la renuncia a lo “actual”, a lo visible estentóreamente, a los títulos que pregonan los scouts y agentes literarios, combates por otra parte perdidos de antemano ante unos rivales financieramente tan potentes. Tomemos el caso de los autores italianos. Por una parte, en el catálogo de Adelphi están presentes muchos de los más importantes pensadores italianos: Ceronetti, Severino, Cecciani, Sgalambro. El caso de la narrativa es distinto: debido al prestigio de Adelphi, al “toque Adelphi”, cada

El autor de Cien cartas a un desconocido, quien murió el pasado 28 de julio a los 80 años de edad.

joven autor que publican se convierte en un desaforado objeto del deseo por parte de los grandes grupos, que les ofrecen anticipos disparatados, “una oferta a la que no podrán renunciar”, como decía Marlon Brando en El padrino. Por ello, en el catálogo se observan sobre todo “casos literarios” como Satta, Morelli y Ortese, así como la publicación póstuma de grandes autores como Flaiano, Savinio, Landolfi, Manganelli, Sciascia. Como consecuencia de tan valioso como premeditado catálogo, cabe destacar la gran vitalidad del fondo, con incontables reediciones, en una época como la actual, marcada por la sobreproducción, la aceleración vertiginosa de los libros en librerías y su escasa vida, y su lógica consecuencia: la descatalogación sistemática. Lo opuesto, pues, al caso de Adelphi. También hay que subrayar, además de la pulcritud de las ediciones y el cuidado de las traducciones, el bellísimo e inconfundible (pese a haber sido muy copiado) diseño de las colecciones de Adelphi. Un diseño de una vez y para siempre, sin cambios innecesarios (sin intromisiones de un inexistente “experto” en marketing). Inactual, si se quiere, y a la vez permanente, una identidad como contraseña visual eficacísima. Y para terminar, me remito al Calasso escritor, una faceta tanto o más importante que la de editor. Además de títulos como La ruina de Kasch, Las bodas de Cadmo y Harmonía, Ka (dedicado a las mitologías indias) y K. (la K. de Kafka), piezas de su personal work in progress, Calasso ha publicado numerosos ensayos. Uno de ellos se llama La edición como género literario, y en él expone su ya célebre definición y exigencia del catálogo como Forma (con “f” muy mayúscula), en el cual todos los libros están, deben estar, conectados entre sí, de una manera más o menos evidente o secreta, pero indiscutible. Tanto los textos como el modo de publicarlos, conformando un único texto. Un ensayo, cuya primera edición en castellano ha aparecido precisamente en México, en el libro La locura que viene de las ninfas y otros ensayos, publicado por la joven y excelente editorial Sexto Piso. Un texto que todos los editores vocacionales deberían leer de inmediato en provecho propio. Enhorabuena, querido Roberto, por ese único texto que conforman el catálogo de Adelphi y tus propios libros.

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Apostilla, entre paréntesis. Hace años hablamos con Roberto de un proyecto posible o imposible: que un grupo de editores escribiera sobre las más notorias patologías del ego de los escritores que conocíamos bien. Un proyecto rigurosamente anónimo y clandestino y de momento aparcado. Como habrán visto, mi intervención ha consistido en anotaciones a un catálogo, dejando de lado un Calasso mayor, el de la conversación.

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• Título de la Redacción. Esta semblanza fue leída durante la entrega del Reconocimiento al Mérito Editorial en la FIL de Guadalajara el 28 de noviembre de 2004.


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LITERATURA

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MEMORIA

Un desconocido Ramón López Velarde Presentamos un poema publicado en 1919 en El Universal Ilustrado que extrañamente no fue incluido en Zozobra EVODIO ESCALANTE FOTOGRAFÍA AUTOR ANÓNIMO

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s famoso el poema en el que López Velarde relata tener un hijo ciego, que sufre prisión y se ahoga en la oscuridad recóndita de su pecho. Se refiere, es obvio, a su corazón. El pobre no conoce sino la tiniebla. Quiérase que no, esto lo convierte en un órgano “oscurantista”, “decadente”, que pulula en la sombra sin posibilidad de redención. Por eso escribe el poeta en “Mi corazón se amerita”: “Yo me lo arrancaría/ para llevarlo en triunfo a conocer el día”. Algún crítico ha creído ver en este texto una alusión a los sacrificios aztecas. Nada qué ver. Aquí no hay ni pirámides ni sacerdotes ávidos de ver manar la sangre. Hay, sí, la necesidad, experimentada por el poeta, de desprenderse de él, a fin de librarse de sus sobresaltos y de “su cruel carrera logarítmica”. El hijo ciego, es decir, el propio corazón, en acto de elemental justicia, podría bañarse desnudo con la luz del sol. Además, conocería los astros y “el perímetro jovial de las mujeres”. De tal suerte, sería un corazón “feliz”. “La mujer X”, un poema de título vanguardista que López Velarde no recogió en Zozobra, vuelve de modo insistente al tema del corazón extirpado, el cual ha sido extraído del pecho no por la mano del poeta esta vez, sino por la cuenca orgullosa y altiva de una mujer, la cual, se intuye, ha roto su noviazgo con el autor. Imposible no pensar en Margarita Quijano. Imposible no evocar, de igual modo, uno de los poemas de Las flores del mal de Baudelaire que sin duda le ha servido de modelo e inspiración. También en el poema de Baudelaire es una mujer, o, mejor dicho, una arpía, la que inclemente arranca con sus uñas el corazón de la víctima. Dice así “Bendición” en dos estrofas que me parecen decisivas: Y en cuanto me fastidien estas farsas impías, Pondré sobre su cuerpo mi leve y fuerte mano, Y mis uñas, lo mismo que los de alguna arpía, Abrirán una senda hasta su corazón. Y como un pajarillo que palpita y que tiembla, Lo arrancaré en su seno, sangrante, enrojecido,

En Avenida Jalisco, hoy Álvaro Obregón, en la colonia Roma de Ciudad de México.

Y para que se sacie mi animal predilecto, Lo dejaré caer, desdeñosa, en la tierra. Arrancará el corazón, acaso se deleite un momento contemplándolo, y acabará arrojándolo al piso para que un gato lo devore. ¡Oh dama cruel y sin par despiadada!

Igual de despiadada resulta la amiga del poeta que permanece impávida ante la “aorta suplicante” del escritor. Tanta sangre, y no poder nada contra la muerte, diríamos parodiando a Vallejo. Sin duda “La mujer X” se deriva, todo él, de este texto de Baudelaire. ¿Por qué razón no lo incluyó López Velarde en Zozobra, libro al

que cronológicamente corresponde? ¿Será porque resulta demasiado obvia su dependencia de un texto de Baudelaire? ¿Será por el exceso sanguinolento que acaso le otorga un toque truculento al poema? Estas incógnitas, y las que surjan en el camino, quedan a cargo del lector. La mujer X Que tu mano, un día Llegue a tiempo… El valor De tu mano, que ha de llevar en alto Mi corazón desnudo, como sangrienta flor. Firme tu pulso, y firme Tu impulso… Y tu altivez Voluble, custodiando Mi trágico tesoro de avidez. Tu brazo levantándose En un fino cuadrante, Acercará al nivel De tus labios, mi aorta suplicante. Bajo el cenit lunar, Bajo del sol pagano, Palpitará mi entraña En la versátil cuenca de tu mano. Y mostrarás al mundo, En tu palma extendida La cruenta rosa inválida Como fértil tributo de mi vida. Hasta que el orgulloso Registro de tu pulso, Inclinando la palma Deje caer mi corazón convulso. Entonces, en tus lúbricas falanges Como una gema extraña Se cuajará la púrpura Gota final de mi finada entraña. Y tus manos valientes Se tenderán al sol, Y los rubíes húmedos Fulgirán en un trémulo arrebol. Mas antes de soltar Mi despojo combusto, Descansará tu mano En la muelle tibieza de tu busto. Y quedará en tu mano Como bermeja flor Una cruel mancha, como El bárbaro tatuaje de mi amor.

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EN LIBRERÍAS

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NARRATIVA, ENSAYO Soy Malintzin

Al filo de la revolución

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POESÍA EN SEGUNDOS El valor desconocido

Rebelión de la pintura VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx

S Pedro J. Fernández Grijalbo México, 2021 400 páginas

Juan Patricio Riveroll Grijalbo México, 2021 284 páginas

Hermann Broch Sexto Piso México, 2021 164 páginas

Un retrato de la intérprete y compañera que Cortés recibió como tributo en la primavera de 1519. Su papel como mediadora sobresale tanto como su conocimiento de los pueblos sometidos por los mexicas. Por momentos, la novela adquiere un aliento épico, el de un lienzo cubierto de humo y fuego. La ficción se hace presente en la recreación de su infancia y juventud, pasajes desconocidos, y de su vida en los años posteriores a la caída de Tenochtitlan.

Los años del Che Guevara en México son la materia de esta novela ampliamente documentada. Fueron el periodo de formación ideológica y de encuentro con algunos de los protagonistas de la revolución cubana. Los hechos transcurren sobre todo en la capital del país y tienen como eje a Raúl y Fidel Castro, quienes influyen en la metamorfosis del Che: de modesto médico a combatiente. Los movimientos armados en América Latina ocupan también un lugar destacado.

Uno de los grandes novelistas del siglo XX reflexiona sobre la capacidad para descifrar el misterio de la existencia humana. Para ello se sirve de tres hermanos de temperamentos incompatibles: el científico Richard Hieck, el bohemio Otto y la aspirante al noviciado Susanne. Representan tres formas de ver el mundo a través del amor y la experiencia de la muerte. La obra fue escrita en la etapa final de la Segunda Guerra y aparece por primera vez en español.

La conquista de México

La construcción del poeta moderno

Lucrecia Borgia

Hugh Thomas Crítica México, 2021 896 páginas

Pedro Serrano Turner México, 2021 328 páginas

Sandra Flores Flores Madre Editorial México, 2021 96 páginas

Edición conmemorativa de un clásico de la historiografía que, según Enrique Krauze comenta en el prólogo, “ha resistido y seguramente resistirá la prueba del tiempo”, escrito “con brío narrativo y sobria elegancia literaria”. Su punto de interés se dirige sobre todo a los dos grandes protagonistas de la caída de Tenochtitlan: Hernán Cortés y Moctezuma. El contraste entre la civilización mexica y la España del Siglo de Oro es el punto obligado de arranque.

Este estudio se centra en las figuras de T. S. Eliot y Octavio Paz. Serrano, también poeta y ensayista, parte del principio de que la poesía moderna se refiere más a un periodo que a movimientos o escuelas (el término “modernismo”, recuerda, se ha usado en diversas literaturas). Eliot y Paz, con sus diferencias, fueron dos personalidades que coincidieron en algunos principios que definen al poeta. La obra poética y ensayística de ambos es el núcleo del libro.

La mala fama que rodea a Lucrecia Borgia la acompaña desde que estaba viva; si hay una mujer para quien su belleza fue una carga, esa fue ella. Su existencia transcurrió en la transición de la Edad Media al Renacimiento. Hija bastarda de Rodrigo Borgia, quien alcanzaría el papado con el nombre de Alejandro VI, los aspectos que resalta el subtítulo —sumisión, lujuria, pecado— fueron determinados por su entorno familiar, en el que la usaron como moneda de cambio.

i es verdad que la bonhomía y el temple femenino de “La suave Patria” encierran un duro discurso, entonces la realización de la muestra y festejo (Museo de Aguascalientes) del poema inolvidable con la presentación de la obra de Antonio Luquín, Gustavo Monroy, Gabriel Macotela y Alberto Castro Leñero —cuatro pintores notables de la hora actual— nos revela en imágenes, pero en correspondencia con la hondura del largo poema crítico, la presencia —y la pertinencia— de la inconformidad y la rebeldía. Dejando de lado el hecho de que este cuadrivio pictórico ofrece el binomio figuración/ abstracción y muestra, al mismo tiempo, la necesidad de un arte plástico esencial, basado en el trabajo refinado y en el inevitable drama interior de la autoconciencia, las obras de estos cuatro pintores nos hacen pensar en la terrible realidad del México contemporáneo. De forma desoladora (Luquín), violenta (Monroy), laberíntica (Macotela) o atribulada (Leñero), estas cuatro representaciones configuran tanto un paisaje atroz de nuestro tiempo como la tragedia íntima que de manera inevitable todos sentimos al darnos cuenta de lo que han dejado las promesas incumplidas del pasado oficial y del presente mesiánico: un país de pobreza creciente, de violencia ensoberbecida, de contaminación incontenible y de ataques constantes contra nuestra débil democracia. Y lo peor: los desplantes de un nuevo estilo autoritario. Y aquí es donde de manera paradójica vemos renacer el espíritu sofisticado de rebeldía de López Velarde y la conciencia de que la diferencia amable, la belleza insospechada y el arte refinado, son las formas más agudas de alumbrar la oscuridad de los hechos execrables del presente y de oponerse a las mentiras del poder. En “La suave Patria”, López Velarde envió, de un modo subrepticio, un mensaje a sus contemporáneos —en estricta justicia con Jules Barbey d’Aurevilly deberíamos decir un correo—, pero también a las generaciones venideras: el rencor, el cesarismo y la prepotencia masculina engendran coacción e injusticia. Por eso, la revolución triunfante originó, a pesar de sus éxitos, un Ogro filantrópico y por eso hoy un gobierno emanado del voto popular ataca instituciones democráticas. Cuando se afirma que “La suave Patria” “está llena de sorpresas” o “es el poema de la intimidad”, se dice muy poco o un lugar común. La épica hacia adentro significa mucho más. Pero lo importante es que cuatro pintores mexicanos han iluminado, de modo certero y sin proponérselo, como suele suceder con las cosas auténticas, este poema barroco y, más aún, hermético, donde conviven en un laberinto el instante subjetivo y la apremiante objetividad. No podía ser de otra manera. Los artistas son rebeldes y, por más “reaccionarios” que parezcan —o precisamente porque nunca dejan de reaccionar ante lo decisivo—, la verdad los mueve y la verdad, por difícil y horrible que sea, los hace coincidir y denunciar con sus obras, aunque pocos lo adviertan, las trapacerías invisibles y las miserias insoslayables.

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LABERINTO

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.

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TOSCANADAS

e puse a leer la prensa mexicana: corrupción, inseguridad, homicidios, desatinos políticos, facundia presidencial, otro periodista asesinado… Entonces me pregunté qué sería leer la prensa en uno de esos países que siempre son ejemplares. Abrí el Helsingin Sanomat. La noticia más leída era una auténtica catástrofe. En Helsinki se instalaron unos basureros amarillos en posición oblicua junto a los carriles de bicicleta, de modo que, sin tener que detenerse, los ciclistas puedan arrojar en ellos su basura. Pero no previeron que este ángulo de cuarentaicinco grados facilita que las gaviotas hurguen en ellos, y derramen algo del contenido. “Lo más triste”, dice la nota, “es que la calle se ve sucia”. No suelo generar basura mientras pedaleo, pero supongo que los finlandeses comen, beben, leen y cambian pañales sobre la bicicleta. Sin embargo, no puedo ni quiero

Basureros oblicuos amarillos DAVID TOSCANA

FINLANDIA

Vista de Helsinki.

frivolizar el mundo nórdico con la falacia de que un poco de basura en la calle es poca cosa delante de miles de muertos por la violencia en México, ni voy a comparar sus gobiernos honestos con nuestros corruptos funcionarios. Más bien pensaba que ciertas realidades, como la mexicana, le hacen a un escritor más de la mitad del trabajo. Esas novelas que muestran la violencia o la corrupción en México tienen mucho de copiar y pegar. Bien se conoce la frase de Carlos Fuentes, quien decía que si Kafka hubiese sido mexicano se le consideraría escritor costumbrista. Me hago dos preguntas que no pretendo responder. ¿Qué tanto la prensa contribuye a formar la literatura mexicana? ¿Y qué tanto hay lectores que esperan que los escritores les den un recalentado sobre ese mundo de crímenes y corrupción? Me parece más seductora la historia de la viuda finlandesa que desde la ventana de su departamento en el tercer

piso de la calle Hämeentie se enfrenta cada día al desasosiego de observar las gaviotas que picotean el basurero oblicuo y tiran desperdicios al pavimento. No sabe si debe odiar a las autoridades por instalar ese basurero, a los ciclistas por llenarlos o a las gaviotas por no irse a comer peces al mar; pero odia a los tres. Ya no lee, no ve la televisión; pasa las horas frente a la ventana, haciéndose apuestas mentales sobre el tipo de desperdicios, el momento en que se llenará el bote, la llegada de los pajarracos. Recuerda que cuando recién llegó a la calle Hämeentie, joven y enamorada, la vida era bella y planeaba cosas más grandes que pasar el fin de su existencia bajando escaleras para reacomodar los deshechos en ese bote amarillo y oblicuo que no deja de apestar ni aun cuando lo limpian los servicios de limpia. Afuera llueve. Quien voltee hacia el tercer piso no sabrá distinguir entre las gotas que bajan por el cristal y las que le brotan a la viuda como cascajo.

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BICHOS Y PARIENTES

Una alquimia del espíritu

F

austo es uno de los dos mitos producidos dentro de las culturas cristianas. El otro es Don Juan. Como mito, no supongo una dimensión sino una función: personajes que pueden adoptar distintos autores y mantenerse sin desgaste. Fausto se hizo de Christopher Marlowe, Goethe, Valéry, Pessoa, Thomas Mann... y en eso difiere de otros inmensos personajes: el Quijote solo es de Cervantes, Hamlet de Shakespeare, por ejemplo. Hubo un doctor Johan Georg Faust real, nacido en 1480, médico, mago, alquimista y charlatán, pero el diablo se metió en la leyenda cuando Marlowe introdujo en el personaje a otro médico real: Theophrastus Bombast von Hohenheim (1493-1541), conocido como Paracelso. Sabio, arrogante y también charlatán, no solo fue un enredijo de teólogo, filósofo y alquimista, sino el primer médico de verdad científico: el primero en descalificar toda práctica médica no sustentada en la experiencia. Lejos de las curanderías supersticiosas, llevó a cabo curas insólitas. Salvó a Frobenius, el impresor, de la amputación de una pierna por una grave infección. Paracelso insistía en que “solamente depende de la dosis que algo sea veneno” y su trato con los compuestos tóxicos lo convirtió en el primer administrador de antibióticos, avant la lettre. Su fama crecía, pero más aún su arrogancia: “Seremos como dioses”, dijo respecto de su “magia natural”. Y por magia natural se refería, lo mismo que Cornelio Agrippa y aún Francis Bacon, a una capacidad que después llamamos tecnología: utilizar fuerzas de

JULIO HUBARD GRABADO AUTOR ANÓNIMO

la naturaleza y transformarlas en trabajo para beneficio de la voluntad humana. Es la magia con la que pelea don Quijote: los molinos de viento o las aceñas de agua… movimientos naturales transformados en máquinas. No es la magia sobrenatural, que no existe, ni existía entonces, aunque siempre haya tenido clientes. “La magia natural hará que veamos más allá de las montañas, que adivinemos el futuro, curemos todas las enfermedades, fabriquemos oro y hasta dupliquemos el mayor milagro de Dios: la creación del hombre”. Ni más ni menos. Y propone un

Sabio, arrogante y también charlatán, Paracelso fue un enredijo de teólogo, filósofo y alquimista

experimento: enterrar en estiércol un frasco de vidrio con semen humano; con la temperatura correcta y el tiempo suficiente, surge una suerte de hombre vivo, pero transparente y sin formarse del todo. Una arrogancia de tal tamaño solo puede darse de parte del diablo, los demonios, la adoración de la tecnología. Goethe conocía todo esto. Ahí está, en su Fausto, hasta en la creación del homúnculo que deja en manos de Wagner, su asistente. Por eso llama la atención que no mencione el nombre de Paracelso en ningún momento de sus conversaciones con Eckerman. Y si bien Goethe habla mucho sobre su propia obra, parece que evita explayarse acerca de Fausto, la mayor de todas. A Thomas Mann, por cierto, le sucede lo contrario: dejó casi listo un libro acerca de los orígenes de su Doktor Faustus. Pero lo más significativo está en

Mefistófeles y el Doctor Fausto.

otro lado. Tiene que ver con uno de los distingos culturales de la lengua alemana respecto de las otras civilizaciones occidentales. Geist: el espíritu. Kant usa la palabra, pero no como la usarán las generaciones siguientes, para todo lo que tenga alguna importancia filosófica o ideológica, de Herder y Goethe, pasando por Hegel, hasta Heidegger: un compuesto alquímico de espíritu y voluntad. Otros pueblos afirman tener un alma; los alemanes proclaman su espíritu. No sé si sea el primer origen, pero hallo en el “Tratado de la entidad espíritu” (el cuarto de los Libros paganos) un distingo que no podría ser sino alemán. Explica Paracelso que “para aclarar aún más este discurso debo expresaros que los espíritus no están engendrados por la razón, sino por la voluntad. Todo lo que vive de acuerdo a su voluntad, vive en el espíritu, así como todo lo que vive de acuerdo a la razón lo hace contra el espíritu... De la razón nace el alma y no el espíritu, el cual es obra exclusiva de la voluntad, esto es, del querer. [...] Los espíritus no existen en los niños, lo cual se explica porque los niños no poseen todavía una voluntad perfecta. Solo los que poseen una voluntad perfecta y actúan de acuerdo a ella son capaces de engendrar un espíritu sustancial y constructivo, que nunca es un envío o una gracia del cielo, sino un producto que el hombre logra de sí mismo”. ¿Será que la filosófica idiosincrasia del espíritu y la voluntad con que Alemania se forjó a sí misma inicia en la confusión de un médico, a medias genial, a medias arrogante pendenciero?

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