Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE
EL ATLAS DE PANDORA
FERNANDO ZAMORA
IRENE VALLEJO
David y Goliat revisitados
La tentación vive entre líneas Foto: Netflix
Ilustración: Román
SÁBADO 11 DE DICIEMBRE DE 2021 AÑO 18 - NÚMERO 965
De Quasimodo a Maria Cumani: cartas de amor FOTOARTE: LUIS M. MORALES
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ANTESALA
11 DE DICIEMBRE 2021
DOBLE FILO
Maricarmen, violonchelista FERNANDO FIGUEROA
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a violonchelista Maricarmen Graue Huesca estudió en el Conservatorio Nacional de México, en Moscú y en Kiev. Antes de perder la vista formó parte de la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez y en la actualidad es integrante del quinteto de free jazz Cihuatl. En 2019 publicó el libro autobiográfico Mirar mirándome (La Tinta del Silencio), con una segunda edición de 2021. Graue también es pintora y escultora, además de protagonista del documental Maricarmen (2019), de Sergio Morkin, que ha sido premiado en festivales de varios países. Hoy habrá una función especial en el cine Lido del Centro Cultural Bella Época. Maestra de música y corredora de medio fondo, Graue Huesca juega ping-pong con Laberinto. ¿Qué es la música? Una expresión poética con sonidos. El violonchelo en cinco palabras. Canto de madera y metal. ¿Qué es una partitura? Un código para rehacer la música. Un disco en una isla desierta. El clave bien temperado, de Bach. Algo que no se puede enseñar en una escuela de música. A ser quien eres. Un violonchelista. Pablo Casals. La mayor virtud de un músico. Expresarse con honestidad. ¿Qué es la técnica? Un medio. ¿Y el silencio? La pareja del sonido. Mozart o Brahms. No me preguntes eso. Una ópera. Turandot. Un gusto musical popular. Dámaso Pérez Prado. Otro instrumento que quisieras tocar. El trombón. ¿Qué sientes al correr? Una gran libertad, como si volara. Un recuerdo de Moscú. La primera vez que vi el sol radiante, a muchos grados bajo cero. Un libro en una isla desierta. Una antología de Borges. Un concierto inolvidable. Uno que di en San Ildefonso. Una enseñanza de esta pandemia. Sorprenderte con cosas simples. Algo que no perdones. La mentira. La discapacidad más frecuente en personas supuestamente normales. La emocional. Un artista plástico. Van Gogh. Un jazzista. Miles Davis. Un rockero. John Lennon. ¿Qué te falta por hacer? Acabar de encontrarme a mí misma. Música para tus últimos minutos de vida. Más Bach. Tu epitafio. “Vivió con plenitud”.
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El poder del perro. Dirección: Jane Campion. Estados Unidos, Nueva Zelanda, 2021.
HOMBRE DE CELULOIDE
De cómo David venció a Goliat
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA NETFLIX
ocos artistas han sacado tanto provecho de la sabiduría bíblica como Jane Campion. El poder del perro es una película de la que se ha escrito mucho. Se estrenó en Venecia en septiembre de este año y está disponible en Netflix. Es necesario advertir, sin embargo, que, a pesar de todas las críticas elogiosas en torno a esta obra de arte, se ha errado mucho en su interpretación. Porque, la verdad, ante el tamaño de lo que Campion está queriendo narrar resulta irrelevante la homosexualidad de los protagonistas. Tampoco importa mucho que sea un western crepuscular, uno de esos en el que se contradice el mito del Viejo Oeste. Vista desde estas perspectivas, uno corre el riesgo de comparar El poder del perro con la complaciente película Secreto en la montaña dirigida en 2005 por Ang Lee. Y no. El poder del perro es una obra mucho mayor. En ella lo que incumbe a Campion está relacionado con el título que, como se sabe, es un fragmento del Salmo 22. Es necesario advertir, sin embargo, que Campion está utilizando la exégesis hebrea de este poema, no la cristiana. Pete, el protagonista, tiene el carácter del rey David, no el de Jesús. Se trata de un asunto importante si se quiere apreciar el virtuosismo con el que Campion teje la trama
pues Pete es grandioso al modo de David, no de Cristo. Como el mítico rey judío, Pete es seductor, carente de escrúpulos y muy inteligente. Poco a poco, como un tema musical, su personaje crece hasta que se apodera por completo de la obra. Llegado el clímax, Pete lee la Biblia y en el salmo en cuestión intuimos que se identifica con El Salmista. Y nosotros también pues hemos visto la elegancia con la que venció a Goliat. Al inicio de la película Pete es un pequeño don nadie. Acaba de perder a su padre y confiesa, en un primer diálogo, que sería capaz de cualquier cosa por ayudar a su madre. Conforme se desarrolla la trama aparece el antagonista: Phil. Interpretado con toda maestría por Benedict Cumberbatch, Phil crece en el malestar que nos provoca. Del pequeño Pete se burla, lo llama “afeminado” y a la madre de nuestro protagonista consigue ponerla tan nerviosa que, por un momento, creemos que finalmente la va a romper. Pero lo dicho, Pete tiene el
Aquí están las pulsiones sexuales que no pueden ni siquiera pensarse
carácter del rey David. Cuando el pequeño pastor emergió de las filas del ejército hebreo para enfrentarse al gigante filisteo, todos se burlaron de él. Pero Goliat no. Goliat se sorprendió. Porque se enamoró de él. Al menos así quiso verlo Caravaggio, quien lleno de todas las pulsiones homosexuales que efectivamente pueblan esta película se pintó a sí mismo como un Goliat o, mejor, como la cabeza de un Goliat que ha sido decapitado por la belleza adolescente de David. Y esto es más o menos lo que sucede. Pero hay que verlo. Con el amor por el detalle que nos provoca una obra maestra de Caravaggio. O de Jane Campion. Porque ella, como hacen todos los grandes, se ha apoderado de la novela original de Thomas Savage y la ha hecho suya. Ha hincado en este guion los temas que la obsesionan desde aquellos tiempos en que irrumpió en el panorama del cine de arte con El piano en 1993. Aquí aparecen, otra vez, un piano y una mujer en apuros. Aquí están las pulsiones sexuales que no pueden ni siquiera pensarse y un personaje de aspecto angelical que termina teniendo todo el poder para desarrollar un auténtico conflicto dramático: el del enfrentamiento entre el poder y la inteligencia, entre el horror y la belleza, entre David y Goliat.
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ANTESALA
11 DE DICIEMBRE 2021
POESÍA
Sermón sobre la depresión a mi psiquiatra JAVIER ACOSTA En mi opinión se deja ver la más perfecta oscuridad esa en que no hay ni siquiera fantasmas, esa en que el amanecer es solo un fuego de artificio. Te hace sordo a la música, te hace sordo al silencio, te hace sordo al sagrado tamborcillo de la sangre. Es algo así como un melodrama en que un actor muy parecido a ti no puede recordar sus parlamentos más sencillos, el sí, el no, el nombre de la obra y el autor; solo recuerda su papel de sombra caminante, en el gran teatro del mundo. La depresión es un montón de píldoras que le ponen subtítulos al llanto. Te hace olvidar qué se sentía mirar la luz del día y la tienes ahí, frente a tus ojos. En sus aspectos prácticos, te permite vivir sin afeitarte, adelgazar sin hacer dieta, despreocuparte del mal ambiente de trabajo, de la plancha y la barba, de la factura de la luz y de la luz del día, aunque quizá no te sirva de mucho si andas todavía buscando la palabra. Del libro Mi vida como pájaro (Universidad Autónoma de Zacatecas/ Bonobos Editores).
EX LIBRIS
Mis mentiras/ EKO
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LOS PAISAJES INVISIBLES
Pasolini en la multitud IVÁN RÍOS GASCÓN
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IvanRiosGascon
n 1969, Pier Paolo Pasolini respondió en las páginas de Tempo, el semanario en que el cineasta y escritor italiano colaboró regularmente de 1968 a 1970, un cuestionario que Massimo Baldini le envió para su tesis doctoral. Se trataba de cuatro preguntas en las que debía exponer su punto de vista sobre las multitudes: definir el fenómeno social de la multitud y su relación con el fenómeno público; su opinión general sobre la multitud: los dirigentes, sus características, y la posible transformación del individuo dentro de ésta; su propia experiencia en la multitud, si observó cambios en su conducta o si prestó atención a algún detalle en particular y, por último, su opinión sobre el papel de las mujeres en congregaciones gigantescas. Eran años caóticos. De terror institucional, activismo estudiantil, conformismo intelectual y excesos de poder. Pasolini atravesaba un conflicto de conciencia, de definición política. Comenzó respondiendo que la multitud es un fenómeno urbano. La primera se formó en la ciudad de Alepo (Siria) y su mercado, el más antiguo de la historia, donde se concentraban una inmensa cantidad de gente y mercancías aunque, señaló, no por ser una ingente suma podía catalogarse como masa, puesto que se trataba de individuos que estaban presentes en carne y hueso con un fin compartido, el intercambio, el consumo. Por tanto, las multitudes se integran por una necesidad o situación determinada (el mercado o la salida de una fábrica), y si en ocasiones cambia su naturaleza, se articula como una reunión de sentimientos comunes (puso como ejemplo la violencia colectiva). En este caso, constituye una suma cuantitativa, mas no sintética sino abstracta, de sentimientos individuales. Esas multitudes proclives a la destrucción, al linchamiento, no están organizadas sino estructuradas, y por lo regular, si cuentan con un dirigente, se trata de un ser extemporáneo, a menos que provenga de otro sitio fuera de la multitud, creado en un espacio con planes concretos, como un partido político o una iglesia. Las mujeres, señaló, suelen ser dirigentes potenciales. Con respecto a sus experiencias multitudinarias, Pasolini evocó una aglutinación en la plaza de San Petronio en Bolonia en 1937, a propósito de la visita de Víctor Manuel III. Formar parte de la marea le produjo una desesperada claustrofobia, incomparable con lo que solía advertir en su estado de ánimo durante los atascos de circulación o en un mercado de Nigeria, donde se transformaba en un simple espectador, como sucede en el cuento “El hombre de la multitud”, de Edgar Allan Poe: desde la vidriera de un café de Londres, el narrador observa un conglomerado de todo tipo de creaturas que confluyen en la calle en hora pico. Burgueses, empleados, vagos, carteristas, limosneros, prostitutas, organilleros, mercaderes, borrachos o simples ociosos, hasta que descubre a un hombre misterioso, un viejo decrépito que, luego de seguirlo en su larga travesía, lo convence de que encarna al genio perverso. Aquel hombre busca la muchedumbre, la necesita para desaparecer, se alimenta de invisibilidad, y por eso, es un perfecto criminal. Desde hace décadas, la multitud suele asociarse con el músculo político de un dirigente o de un movimiento. Sin embargo, como fabuló Allan Poe y expuso Pasolini, los mítines no corresponden a ésta sino a otro fenómeno, el de la movilización de masas, pues la multitud se forma a través de fines compartidos o necesidades y sentimientos en común, es espontánea. La masa, por el contrario, se recluta para formar un cuadro pintoresco: ese enjambre de conversos simula el destino irrevocable de una nación entera. Como seguimos viendo en plazas abarrotadas con una sola bandera o en la inmensa fila de autobuses que transportan a los fieles del líder emanado de un partido o de una iglesia. Multitud y masa no son lo mismo. Aunque se parezcan.
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DE PORTADA
11 DE DICIEMBRE 2021
Con autorización de anDante, ofrecemos tres misivas y un poema, incluidos en Signo de león, del poeta italiano dirigidas a la bailarina con la que sostuvo un romance de 20 años
Cartas de amor a Maria Cumani SALVATORE QUASIMODO FOTOGRAFÍAS AUTORES DESCONOCIDOS
12. VII. XIV MILÁN Pucci:
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odavía siento tu olor, “indicio de tu numen”: como si hubieras sido mía, profundamente, con fervor inhumano. Ayer me conmoviste hasta lo más alto a través de las palabras a tu amiga muerta (un poco de su presencia estaba en el viento de los grandes árboles verdes), hoy sentí temblar en mi corazón todo el bien de la tierra. Estuviste tan cerca de mí que este desheredado de los afectos, este exiliado, puede todavía mirar al cielo. Tu voz llegaba, ciertamente, de “lejanías que solo conocen los pájaros” (Rilke), pero era cálida y turbada como la primera noche que estuve a tu lado por avenidas desiertas. El presagio de una vida “verdadera” me provocó ansias y temores, pero dentro, dentro. Tal vez en esta decadencia física advertimos nuestra divinidad. También de ti emanaba el aura de divinidad. Más que entender el sentido de mis palabras quisiera que las “sientas” (Hamlet regresa pálido y lanza su grito: works…!). Por esto te decía junto a la fuente del santo que no pensaras en mí como se piensa en otro hombre. Yo me conozco a fondo sin piedad, y ¿cómo podría acercarme entonces a ti en la “luz plena” si no supiera de esta otra luz interna que se convierte en fuerza, en belleza? ¿Sexto sentido? ¡Quién sabe! Anoche releí el diario de Katherine Mansfield, una de las pocas, poquísimas mujeres, a quien
El Premio Nobel de Literatura 1959, Salvatore Quasimodo.
le fue dado crear con la palabra. Otras escritoras o son exuberantes o son genéricas. Quisiera, ahora que te vas al lago, que pudieras llevarte ese libro. Seguro que entonces comprenderías cuánto misterio puede surgir de una página escrita con el presentimiento de la muerte. Amor, ¿a mí me quedará en el sueño el ala de la túnica azul que oscila sobre tu espalda en los espacios de la danza? Pienso en Stresa, en la Isola Bella, en un maravilloso día. Tal vez entonces estarás aún más cerca de mí… tal vez. Yo habré padecido la lejanía como un mal del cuerpo, como la más terrible de las enfermedades.
“Seguiremos nuestro ciclo terrenal y celeste, como tú dices, sin débil piedad”
Pero la tierra puede ser creada por nosotros: dos criaturas desnudas se encuentran en la vasta calma de la noche. Nos poseerán verdes paraísos: si tú lo deseas. Quisiera escribirte otras cosas, pero es tarde y temo que mañana puedas desilusionarte sin mi voz o ¡quizá sería solamente una leve tristeza! Te amo. Virgilio MILÁN 3. VIII. XIV1 Mi amor: Días terribles se han consumado, por fin. Durante el viaje de regreso, de Venecia hasta Milán, mi corazón temblaba. Seguramente pasó algo, me dije. La oscuridad que trajo el huracán
fue una clarísima señal. Sin embargo, no imaginaba que alguien ya sabría de lo nuestro. ¿Cómo? ¿Quizá por las cartas? Tal vez sería mejor destruir algunas. Quisiera escribirte, siempre, guardándome las palabras más secretas, pero no puedo lograrlo siempre. La mujer de mi amigo —entre los sauces y las acacias soplaba el viento y la sombra ascendía a los cielos— me contaba con voz nocturna sobre su aventura terrenal queriendo conquistar a un hombre desde la prisión de su casa burguesa. Ya casada había resistido por meses y meses, después huyó con firme voluntad. La escuchaba distraído y en mi corazón se agolpaba la sangre. Callé. Estaba lejos, lejísimos. Pero aquella voz me liberaba, “te hacía” fuerte en ese pequeño lugar lacustre. Nadie podrá arrancarte algo, nadie podrá contaminarte. ¿Recuerdas? Estas palabras te las dije el día que te fuiste. Y ahora te diré más: yo creo, debo creer en el hado, justo en aquel de los griegos, para quienes el hijo, por voluntad de los dioses, yacerá eternamente con su madre. Ninguna cosa podremos cambiar, “ésa” nos cambiará a nosotros. Tú, amor, sin tormento (no es el miedo), vives tu vida, la verdadera. No estás sola, pues confías en la fuerza de mi voluntad que es toda espiritual. Y la tuya tiene, “debe tener”, la misma génesis. No me perderás, pase lo que pase. Seguiremos nuestro ciclo terrenal y celeste, como tú dices, sin débil piedad, sin recuerdos que no sean nuestros, sin amarguras que no hayan sido transfiguradas por nosotros. Puedes amarme como yo te amo. Y sé que me amarás. Desde que te conozco, todo, desde las raíces, ha cambiado en mi vida. Y fue de golpe, sin “conquistas” graduales. Ni siquiera la luz se revela de este modo. También yo quisiera pensar que algo así de profundo te he dado. Defiéndete, mi Pucci; no retro-
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RETRATO
La luz que envuelve cada cosa MARÍA TERESA MENESES
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Maria Cumani.
Canto de Apolo Salvatore Quasimodo Noche terrena, en tu exiguo fuego me deleité una vez, y descendí entre los mortales. Y vi al hombre inclinado sobre el regazo de la amada oyéndose nacer, y mutarse entregado a la tierra, las manos juntas, elevados los ojos y la mente. Amaba. Eran frías las manos de la criatura nocturna:
altos terrores acogía en el vasto lecho donde al alba me escuché despertar por el batir de las palomas. Luego el cielo acarreó las hojas sobre su cuerpo inmóvil: se alzaron oscuras las aguas en los mares. Mi amor, yo aquí me duelo sin muerte, solo.
cedas ni un instante en el tiempo que fue antes de encontrarnos aquella noche, no por casualidad, sino por “amor del amor”. En la capilla de Giotto, en Padua, lloré: ¡cómo estabas presente en el cielo altísimo, en mi espíritu vigilante! Estabas para darme la belleza plena, esa que no se sufre nunca por completo si no se tienen dos almas. Giolli todavía no llega a Milán. Te avisaré, no te preocupes. El jueves te mando las fotos. Dime, dime de ti, mi corazón, sin cansarte. Tuyo, Virgilio2 ¿Cuándo vendrás a Milán? ¿Y cuándo estaremos juntos un tiempo largo? ¿Te irás y me dejarás solo? ¿Mía o aún ligera moviendo tus bellísimas manos como flores? Quizá el sábado saldrá mi libro. ¿Podré enviártelo a Caldé?
VENECIA, 6 DE AGOSTO DE 1954 Querida: Tu carta es un poco tristona. Lo sé, cada día hay algo que está bien y algo que está mal en nuestra vida, pero siempre es peligroso lanzarse a criticar, a probar los imposibles equilibrios (las armonías, como tú dices). Un poco de paz, sin embargo, siempre puede encontrarse. Aquí en Venecia, desde hace un día sufro de calor y mal humor, asco, también, por lo que hago y dejo de hacer. El “teatro” de esta noche —y el siguiente— será, claro, inútil y pienso que también repugnante. Los japoneses y Malaparte: pensamientos evasivos y “fascistas”. El teatro “imperial” y el imperial Malaparte. Ayer te mandé un giro postal desde Milán. La única alegría la recibí de la revista estadounidense Poetry,
de Boston, que publica once de mis poemas traducidos con mucha fidelidad por Mandelbaun. Los colocaron al principio, en el lugar de honor. Entre los poemas está “Élegos”, bien traducido al inglés. ¡La bailarina Cumani en Boston! Esa es la fuerza de la poesía. ¿Y tú y Sandro? También tengo que escribir, en estos días (estaré en Venecia hasta el 10 por la noche en el Hotel Bauer), el artículo para Elizabeth Mann. Y no tengo ganas de mirar la página en blanco. Paciencia. Mientras estuve ausente llegaron tres telegramas de Cutrufelli. Me pedían permiso para representar Macbeth. Respondí a mi regreso, pero no supe más. ¿Y el manuscrito de Electra? ¡Qué sinvergüenzas! Te abraza tu, Salvatore Besos a Sandro.
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1 Debemos recordar que en Italia hubo un calendario, alterno al habitual, expresado en números romanos durante el periodo fascista. Esa nueva cuenta del tiempo entró en vigor al día siguiente de la llamada Marcha sobre Roma el 29 de octubre de 1922. A partir de esto, el año I se correspondía con la toma de poder de Mussolini (1922), el año II con 1923 y así en lo sucesivo. El poeta aplicó ese criterio, aunque de forma irregular (nota de las traductoras). 2 Quasimodo amaba particularmente al gran poeta latino. Esto explica la firma “Virgilio”, recurrente en varias de estas cartas (nota de las traductoras).
a irrupción de Maria Cumani (19081995) en la vida de Salvatore Quasimodo (1901-1968) fue un viento huracanado que aturdió por completo los cimientos de todas sus certezas, de todas sus convicciones, de toda su poética. Fue la llegada del amor como luz que envuelve cada cosa. Un poeta y una bailarinaqueseconocenenjuniode1936,enelsalónliterariodeRafaelloGiolli,enMilán.SalvatoreQuasimodo, en esos años, era un hombre que estaba casado con Bice Donetti y que atravesaba por muchísimas dificultades económicas y maritales. Un año antes de su encuentroconMariaCumani,Totòfuepadredeunaniña, Orietta,productodesurelaciónextramaritalconAmelia Spezialetti. Y Maria Cumani era una muchacha, anticipada a su tiempo, que quería bailar e interpretar al mundo con la libertad de Isadora Duncan. Fueron dos seres excepcionales, dos artistas fundamentales de la escena cultural de la Italia de la primera mitad del siglo XX, que tuvieron la suerte de encontrarse y reconocerseenunarecíprocavocaciónpoéticaenlosalboresdela oscuridad que se cernía sobre Europa. Las etapas de la relación entre Salvatore Quasimodo y Maria Cumani quedan manifiestas en las cartas de amor que intercambiaron desde que se conocieron, en 1936, hasta el año de 1959, un poco antes de su separación como pareja, por problemas de infidelidades. Una correspondencia amorosa no solamente deja entrometernos en las ansias eróticas de los enamorados; en este caso, particularmente, en la que se comparte una vocación literaria, asistimos, leyéndolas, al encuentro de dos sensibilidades artísticas, que reafirmaron sus cauces creativos al acercar sus corazones y sus cuerpos. Signo de león, ahora publicado en México por la editorial anDante (2021), en traducción de Guadalupe Alonso Coratella y Myriam Moscona, con un paréntesis de Menchu Gutiérrez e ilustraciones de Jan Hendrix, contiene la historia de un amor que duró veinte años a través de las epístolas que le escribiera el poeta hermético a su adorada Pucci (como le decían familiarmente a Maria Cumani). La hermosa edición de Signo de león también viene enriquecida con una selección de poemas (en versión bilingüe) que aluden a las cartas presentadas. Si bien es cierto que a través de este epistolario solo podemos acercarnos a la pulsión amorosa desde el lado de Quasimodo, podemos entrever que su relación también era una complicidad poética en la que Maria fue decisiva para impulsar al poeta a buscar nuevos y más libres ritmos en su escritura. Maria no solamente era la amada a la que acudía para consolar el corazón, también era la persona con la que tallereaba sus traducciones y composiciones. “Tú posees”, le decía, “el ritmo de la palabra y de la música”.
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Signo de león Salvatore Quasimodo Traducción de Guadalupe Alonso Coratella y Myriam Moscona Paréntesis de Menchu Gutiérrez Ilustraciones de Jan Hendrix anDante, 2021 176 pp.
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LITERATURA
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EL ATLAS DE PANDORA
La tentación vive entre líneas Las páginas de un libro son un salvoconducto hacia el deseo y el autoconocimiento
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a literatura es, a veces, un temerario intento de escribir bien sobre el mal. Tal vez por eso, un halo de sospecha envuelve a quienes se aventuran en las perniciosas páginas de los libros, frecuentando compañías tan poco recomendables como la perversión, el vicio y la indecencia moral. En su particular Infierno, Dante convirtió en poesía los relatos de los condenados. En las tinieblas del florentino hay comilones, vagos, proxenetas, astrólogos y políticos corruptos, incluso escritores de cierto prestigio como Homero y Ovidio. Además, reserva un oscuro rincón para los malhechores carnales, temibles lujuriosos como Dido, Tristán o Helena de Troya. Los castigos del averno no incluyen el silencio, así que el poeta les permite dar su versión de los hechos: cuentan con el consuelo de su propia voz. Entre los voluptuosos pecadores de la Comedia se encuentran Francesca de Rímini y Paolo Malatesta, personajes reales que protagonizaron la crónica negra medieval. Como era habitual en la época, el padre de Francesca la casó por intereses políticos. Sin embargo, ella se enamoró del hermano menor de su esposo. Al descubrir el adulterio, el marido asesinó a ambos sin piedad. En el poema de Dante, las sombras de los dos amantes condenados vuelan juntas “como palomas llamadas por el deseo”. La misma Francesca narra cómo nació su pasión. Una tarde, ella y su cuñado, “en una soledad sin sospechas”, se encontraron para compartir la lectura de una novela sobre Lanzarote del Lago, caballero de la Tabla Redonda y amante de la reina Ginebra. Al llegar al pasaje en que Lanzarote besa por primera vez a su amada prohibida, Francesca y Paolo se miraron pálidos “y no leímos ya más desde ese instante”. Siglos después, Rodin esculpiría El beso inspirándose en este relato de amor, libros y perdición eterna. El truculento crimen pasó a la historia no por la asfixiante situación de las mujeres o la crueldad del asesino celoso, sino por una
IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN
mala decisión lectora: la tentación habitaba en las páginas del libro. Si en vez de leer hubieran bailado la tarantela o zurcido calzas, ni remotamente habrían pensado en acariciar y saborear sus cuerpos. Al parecer, la moraleja del asunto es que el desenfreno lector aboca al desenfreno real. Esta idea es muy antigua: durante milenios se ha pensado que leer era un impedimento para la vida decente porque inspiraba deseos y fantasía. Rousseau escribió en el prólogo de La nueva Eloísa que las jóvenes castas no leen novelas y un columnista inglés afirmó en 1825 que “la literatura es una seductora, casi podríamos llamarla ramera”. Ahora nos preocupan los
Durante milenios se pensaba que leer era un impedimento para la vida decente
bajos índices de lectura, pero, a lo largo de la historia, cuando había muchos menos libros y personas alfabetizadas, alarmaba más bien el peligro de leer demasiado. Como explica la ensayista Francesca Serra, en la Europa del siglo XVIII despertó un gran temor una nueva e incontrolable enfermedad: la bulimia de letras. “Antes de tragarse la última página de un libro, ya miran en derredor con avidez para buscar otro”, escribió un sacerdote alemán, censurando la glotonería literaria de quienes engullían volúmenes como salchichas. Una heredera de don Quijote, la empedernida lectora Emma Bovary, se hundió en una espiral de sexo, consumismo, deudas y muerte, seducida por el influjo de las novelas románticas. Parecidas denuncias se esgrimen contra películas, videojuegos, letras de rock o reguetón. Malas
influencias, compañeros nocivos. En La rosa púrpura del Cairo , de Woody Allen, la familia de la protagonista piensa que su verdadero problema no es la Gran Depresión, su marido borracho, el paro o la miseria, sino su excesiva afición a las películas. Las ficciones sufren desde siempre la acusación de asomarnos a lo perverso, pero ahí reside su poder. Gracias a la imaginación, exploramos en territorio seguro los dilemas y conflictos que nos arrojará la vida. Conocerlos nos permite aprender, elegir, equivocarnos casi siempre, acertar tal vez. Resulta ingenuo creer que, si nadie menciona las malas ideas, no se nos ocurrirán: como si pudiéramos ser sabios por ignorancia. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo.
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NARRATIVA, ENSAYO Travesía del manglar
Las doncellas
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EN LIBRERÍAS
11 DE DICIEMBRE 2021
A FUEGO LENTO Donde cantan las ballenas
El expediente Anna Ajmátova México, 2021
Maryse Condé Elefanta México, 2021 244 páginas
Alex Michaelides Alfaguara México, 2021 328 páginas
Sara Jaramillo Klinkert Lumen México, 2021 368 páginas
Esta es la única novela de la escritora francófona que tiene al archipiélago de Guadalupe, su tierra natal, como escenario. La historia transcurre durante una noche de velorio. Un extranjero ha muerto y cada uno de los asistentes le dedica una porción de sus pensamientos. De esta manera, la novela adquiere la forma de un rompecabezas que el lector debe armar. El mosaico termina siendo una ventana social, sentimental y cultural de márgenes filosos.
Luego del éxito comercial de La paciente silenciosa, Michaelides regresa con un thriller ambientado en Cambridge, adonde la protagonista acude para rencontrarse con su sobrina. Su visita se ensombrece ante el asesinato de una estudiante que pertenecía a un grupo de iniciadas en filología clásica, conformado por jóvenes hermosas y descendientes de familias poderosas. A la brutalidad se agrega la supervivencia de antiguos y sangrientos rituales griegos.
Con toques de costumbrismo y nostalgia, la periodista dibuja la vida de un pueblo apacible, Parruca, que de pronto se ve sacudido por la llegada de extraños personajes: una especialista en plantas venenosas, un hombre con fobia a los rayos, un desahuciado en busca de su propia muerte. Estas presencias guían los pasos de una niña, hija de una mujer que habla con las piedras, que persigue el rastro de su padre ausente. Cualquier parecido con el universo de García Márquez no es coincidencia.
Racionalidad
México 2018. ¿Por qué cambió el país?
La sabiduría pícara
Steven Pinker Paidós México, 2021 536 páginas
Javier Esteinou Madrid Gedisa México, 2021 624 páginas
Alexandre Jollien Ned España, 2020 240 páginas
El explorador de la mente humana hace un elogio de la razón como antídoto contra el racismo, el colonialismo, las pseudociencias, tan en boga hoy en día. Cómo, se pregunta, hemos podido crear una vacuna contra una amenaza invisible y al mismo tiempo dejarnos conducir por charlatanes de todos los credos. La respuesta, el propósito de este libro, está en aceptar que la irracionalidad forma parte de nuestras vidas y que es posible combatirla.
Con la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en 2018, México dejó atrás décadas de haber seguido el modelo económico neoliberal para adoptar uno de izquierda nacionalista que han llamado “Cuarta transformación”. Este cambio no ocurrió violentamente, sino dentro del marco de la legalidad. Esteinou explica este giro desde la imparcialidad de las ciencias sociales. En cuanto al futuro, espera que no se caiga en una “monarquía imperial” de “tinte moreno”.
La tragedia y el dolor son consustanciales al ser humano, por ello más que eliminarlos de nuestra vida debemos prepararnos para integrarlos. Ese es uno de los aspectos que trata Jollien. Para superar los problemas debe alcanzarse la sabiduría considerándola una filosofía policlínica, aquella que se abre a todos. Ella debe guiarnos más hacia la gran salud que a un camino de perfección. Como nuestra mente tiende a exagerar, debemos realizar una práctica juguetona.
La poeta y la espía ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
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o hay razones, o sinrazones, para reprimir el entusiasmo y el placer que produce la lectura de El expediente Anna Ajmátova (Alfaguara): no solo es capaz de transmitir la fascinación que la poeta rusa suscitaba entre sus contemporáneos, hombres y mujeres por igual, sino de descifrar las luces y las sombras sobrevolando su obra. Un temperamento crepuscular contagia al lector, que se encuentra como ante uno de esos amores crueles, relampagueantes y urgentes que tiñen sus páginas de rojo. Contradiciendo la forma y los propósitos del género, Alberto Ruy Sánchez confecciona un inaudito expediente policiaco en el que hay lugar sobre todo para los celos, la pasión y la poesía. Pertenece a una policía a las órdenes de Stalin, una francotiradora con idéntica debilidad por las armas y las letras, a quien vemos caer subyugada por la voz y la presencia de Anna Ajmátova desde su confinamiento en Siberia y, más tarde, su exilio en Cartago. De modo que todo llega hasta nosotros a través de la perspectiva y los buenos oficios de una “agente secreta que odiaba las novelas de espionaje”. Vamos de la política como extensión de la envidia a la atmósfera cultural en San Petersburgo antes del triunfo de los bolcheviques y de ahí, mediante trazos ligeros e inadvertidamente suministrados, a los años del Terror y las ejecuciones en nombre de la pureza revolucionaria. Lenin es el titiritero y Stalin juega el papel de verdugo encargado de hacer caer las cabezas que señale el Supremo. Y vamos también de las rencillas entre simbolistas y acmeístas a la dimensión trágica de la vida de Ajmátova, con los pensamientos convulsos de temblor y asombro. Es posible sospechar, mas no cuantificar, las travesías geográficas y literarias, los días y los años que Alberto Ruy Sánchez dedicó a modelar a su personaje. La empresa se antoja titánica, tanto como la conquista del lenguaje poderoso y esmerado con el que entreteje un destino individual y la bancarrota moral de una nación. Justamente por eso, por su vocación para urdir y tramar lo minúsculo con lo grandioso, El expediente Anna Ajmátova es de una milagrosa actualidad. Es una de esas raras novelas que cambian de una vez para siempre nuestra manera de estar en el mundo y, vale más considerarlo, que transforman el pasado en heraldo de nuestro presente.
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.
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HUSOS Y COSTUMBRES
Enfermedad y fiesta ANA GARCÍA BERGUA
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contrar a tanta gente, del estómago la mayor parte de las veces. Fui a la FIL a celebrar a Camila Sosa y sus travestis que enfiestan en Las malas la discriminación, el maltrato y la desgracia para darse algo de luz. Fui a la fiesta y la terminal 1 de regreso apestaba a orines y total descuido, mientras por ahí festejaban un aeropuerto que parece de ficción y el Supremo se organizaba en el teatro del Zócalo su festival con multitud incluida. En este mes celebraremos el nacimiento de un hombre al que se venera cubierto de llagas y enfermo de torturas. Y a la Virgen que nunca fue a una fiesta. Las máscaras de carnaval esconderán las marcas de la peste, la locura, la sífilis, como ha sucedido siempre, y el carnaval será purga y renacimiento, pero también alegría pura, anhelado encuentro. Habrá fiestas de todas clases, ricas, pobres y de maldecida clase media, con piñatas, risas e infaltables peleas —que sin
e esperaba toda la semana a que llegara el sábado de la tan ansiada fiesta, pero ese día —serían las expectativas, las calenturas tan propias de la edad—, si no es que el día anterior, ya traía un fiebrón de 38 grados, escalofríos y unos mocos nada sensuales. ¡Ay, aquellos catarros que arruinaban la fiesta, que lo arruinaban tanto todo! Y el tamaño de la decepción, el burdo intento de ir tiritando afónica con aquel vestido tan destapado (ya, mamá, ya no me digas, me siento muy bien, tú no te preocupes) y los tacones, y el regreso de la derrota, el viaje a la pachanga que no pasó del elevador. Ay, las fiestas que se avecinan; ay, las fiestas, y ahora todos con miedo a quedar enfermos. Fui a la FIL a enfiestarme de libros y, como siempre, algo me dio porque yo con las fiestas, por lo visto, me pongo mal. De anticipación, de demasiada alegría por en-
peleas las fiestas no saben del todo, especialmente las de esta época del año que juntan a tanta gente separada, a veces con buenas razones—. Ay, los aeropuertos, ay, las terminales de autobuses, y el bicho que no es un bicho regodeándose con copas de vino blanco, sidra, martinis y canapés en cada uno de sus pequeñísimos tentáculos (no se llaman tentáculos, se llaman espículas, me corregiría mamá, al ver que no me pongo el suéter). El maldito virus que se invita a todas las fiestas, ahora con su nuevo traje que parece nombre de supervillano: Ómicron el Invencible. Fiestas que se cancelan por precaución, fiestas con aire a las que acudimos con todo y miedo porque si no, ¿qué, cómo, cuánto tiempo más podremos pasar así, sin abrazarnos y brindar aunque sea con máscara y de perfil, como egipcios pintados? En el país de los abrazos, ¿cómo vamos a pasar las fiestas sin fiestas?
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CAFÉ MADRID
Suspiros de España
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iempre que atravieso la Plaza de Santa Ana para llegar al Teatro Español, no puedo evitar imaginarme a los primeros espectadores que ocuparon su patio de butacas en el siglo XIX, cuando concluyeron las reformas estructurales que lo dejaron, en términos generales, tal y como hoy lo conocemos. Será el paisaje de arquitectura antigua, o no sé, pero de inmediato pienso en personas con atuendos elegantes, aunque inversamente proporcionales a sus faltas de educación que alteraban el devenir de cada función (sus cuchicheos y gritos, que enfadaban a los actores, y los restos de chucherías desperdigados sin ton ni son, para desgracia del personal del recinto). Pero hoy hace un frío que pela y mejor arrecio el paso, dejo atrás el barullo de turistas que abarrotan las terrazas aledañas y entro dispuesto a realizar un viaje al pasado. En el escenario aparece Concha Piquer, la gran dama de la tonadilla, la tonadillera por excelencia (“porque mi madre me parió muy guapa, muy bonita, con mucho arte y con mucha simpatía”), luciendo la peineta como corona y la bata de cola y el mantón de manila como encarnación de la españolidad. Bueno, en realidad es Diana Navarro, una neofolclórica que canta casi como Doña Concha y la interpreta con mucho tino en En tierra extraña, la obra creada y dirigida por Juan Carlos Rubio, donde se juntan la Reina de la Copla y el poeta más famoso de la España contemporánea: Federico García Lorca. Es probable que ambos se hayan conocido, pero no hay prueba documental al respecto ni
VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismovictor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA EFE
algún testimonio que lo haya confirmado. No importa, ya está la ficción para arreglarlo. Sobre las tablas, la Piquer le pide a su amigo Rafael de León, compositor de buena parte de su repertorio musical, que le arregle un encuentro con el autor de Bodas de sangre. Se nota que entre Rafael y ella existe una complicidad añeja. Se conocieron en Sevilla, una tarde que él tocó la puerta del camerino de la artista: “¿Se puede?, me dijo una vocecita dulce. Pase. Rafael entró vestidito de soldado, se quitó la
“En tierra extraña” es el título de un himno para los emigrantes españoles
gorrita y me dijo con el cuello torcido: ¿usted es Conchita Piquer? Yo le contesté: ¿y usted es maricón? Uy, ¿en qué lo ha notado?, me dijo enseguida. ¡En la gorra! Nos reímos los dos y ahí mismo nos hicimos amigos. Bueno, la verdad es que somos como dos hermanas. Yo le cuento las cosas de mi vida y él luego saca de ahí para hacer canciones.” Rafael de León llama a García Lorca y le dice que acuda a uno de los ensayos del nuevo concierto de Concha Piquer. “Yo creo que quiere que le escribas una canción”, le dice, y el poeta acepta la invitación. Porque admira a la cantante y porque unas pesetas no le vendrían nada mal. Así que al llegar escucha la portentosa voz de la Piquer interpretando “Tatuaje”, “Ojos verdes”, “Y sin embargo te quiero” o “Lola Puñales” y la emoción se apodera del hombre
La cantante española Concha Piquer.
que fue amigo de Salvador Dalí y de Luis Buñuel. Ya estando frente a frente, la verdadera razón del encuentro sale a flote: Concha sabe de buena fuente que Federico está en la lista negra de los que acabarán ganando la Guerra Civil y, por su seguridad, le ofrece un pasaje a México. El escritor, sin embargo, cree que los ánimos se calmarán y declina el ofrecimiento, pero cuando aumenta la intensidad del conflicto no tarda en darse cuenta de que estaba equivocado. El problema es que se resiste a dejar su patria porque no quiere llegar a sentirse… en tierra extraña. “En tierra extraña” es el título de un himno para los emigrantes españoles. Canta y cuenta una Nochebuena en Nueva York, lejos de casa, en la que “entre vivas y oles por España se brindó.” No obstante, dice, cuando se bebe lejos de España, todos lloran y suspiran por esa España que se dejó. El tema quedó grabado en la memoria sentimental de este país y la voz de Concha Piquer fue uno de los pocos incentivos para aliviar la herida del exilio. La copla fue la banda sonora para los supervivientes de un conflicto que partió en dos a la sociedad española. El inconveniente fue que, como un día dijo el cantautor Carlos Cano, “la dictadura de Franco casi la orinó como un perro a su árbol” y durante mucho tiempo se le identificó como la música del régimen. No es verdad, nunca lo fue. La copla siempre ha sido la voz de la marginación, el dolor, la soledad, el desamor, el desengaño, (y la fiesta, los toros y el costumbrismo). Quizá por eso, con la fría noche sobre las calles, salí del teatro tarareando y suspirando en tierra extraña.
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