Suplemento cultural de MILENIO
LABERINTO HOMBRE DE CELULOIDE
ENTREVISTA
FERNANDO ZAMORA
GUADALUPE ALONSO CORATELLA
Girl: la bailarina que fue niño
David Rieff: el mundo sin Susan Sontag
Foto: Menuet Producties
Foto: Megan Hustad
SÁBADO 4 DE JUNIO DE 2022 AÑO 18 - NÚMERO 990
Rosa Montero: cordura, locura y creatividad Carlos Rubio Rosell/ Madrid/ FOTOGRAFÍA: CORTESÍA SEIX BARRAL
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ANTESALA
4 DE JUNIO 2022
EN EL BANQUILLO
Realismo
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TEDI LÓPEZ MILLS
s la quinta vez que contesto hoy el teléfono fijo. Siempre es una llamada del banco, pero nunca es la misma persona, lo cual me permite modificar mi comportamiento en cada ocasión. Descuelgo, oigo una especie de clic, un brevísimo silencio y después una voz femenina o masculina: “bueno, bueno, sí… buenos días, ¿se encuentra en casa…?” Y recitan tu nombre con dificultad, como si estuviera en otro idioma. Tu segundo apellido suele costarles más trabajo. La primera vez respondo seca, pero amablemente: “¿de parte de quién… qué se le ofrece?” Espero la explicación que ya conozco de sobra, y digo: “está de viaje: ¿quiere usted dejar algún recado?” Me aclaran que la valiosa información que desean transmitir es exclusivamente para ti y se despiden. Procedo de igual manera las siguientes dos veces, aunque mi amabilidad empieza a mostrar cierto nerviosismo y noto un ligero cambio en el tono de mi voz, cierta agudeza, algo de sudor en mi mejilla al despegarla del auricular. En la cuarta llamada le pido su nombre a la señorita y añado: “¿cómo puede usted demostrarme que habla de veras del banco? Con tanta extorsión…”. La señorita se ofende y me cuelga. Una hora después suena de nuevo el teléfono y le espeto indignada al joven en turno: “vaya que son necios usted y sus colegas, ya les dije que no está. ¡No está! Salió del país. No sé cuándo regrese. ¡Déjenme en paz, por favor, se lo ruego!” Mis gritos parecen sollozos. Azoto el auricular y me desplomo dramáticamente en el sillón de la sala. Mi pelo está húmedo; sobre todo, mi fleco. Carraspeo y pienso en mis vecinos de abajo y de arriba. Sin duda habrán oído mis gritos, los estarán comentando. “Pobre… pobre señora”. Me paro del sillón y resuelvo actuar como si nada. Me meto al baño, me miro al espejo, me acomodo el fleco con tu cepillito de plástico y emerjo decidida a no contestar el teléfono sin que entre antes el mensaje en la máquina respondedora. Pongo un CD de Maroon 5 a buen volumen, pero opto por no bailar a fin de que no resuenen mis pasos veloces en el piso de madera. Voy a la cocina, mojo una toallita, limpio superficies y tallo los barrotes de metal en la ventana. “Nadie te advierte nunca cuán ocupada es la soledad”, escribe el joven poeta Max Ritvo en una carta póstuma. Recuerdo las palabras recientes de un amigo: “te toca aprender a vivir sola. Verás: es una delicia. Puedes hacer lo que quieras”. No sé en qué consista esa libertad. Imagino actividades muy básicas, relativas al pudor: no cerrar mientras uno mea, darle rienda suelta a todo tipo de flatulencias, hurgarse, rascarse: ¡hay mucho por descubrir! Prefiero no aclararle a mi amigo que yo ya estaba haciendo más o menos lo que quería, incluso en secreto. Ahora mido las distancias entre una semana y otra. En el Canto X de mi Comedia apócrifa es lunes. Tú y yo estamos colocando las naranjas en la canasta de fruta, de dos en dos: perfectamente. Luego tú sacudes la bolsa y te encaminas a tu estudio. Yo te sigo hasta el umbral.
Opto por no bailar a fin de que no resuenen mis pasos veloces en el piso de madera
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Girl. Dirección: Lukas Dhont. Bélgica, Holanda, 2018.
HOMBRE DE CELULOIDE
Los límites del deseo
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FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA MENUET PRODUCTIES
ubo pocas sorpresas en Cannes. Östlund recibió la Palma de Oro y en segundo lugar empataron Claire Denis por Stars at Noon y Lukas Dhont por Close. En lo que parece un acto de condescendencia hacia el “estilo de continuidad”, se premió Decision to Leave de Park Chan-Wook. Si uno se fija, solo hay un nombre insospechado aquí: Lukas Dhont. Para conocerlo, busquemos Girl (2018) en Netflix. Girl es una joya que todo amante del cine debe ver. Lara nació siendo niño. Ahora tiene quince años y quiere ser mujer, pero no solo. Quiere ser bailarina, una de esas artistas que exaltan lo que ciertas feministas perciben como “arte machista de dominación”. La contención con la que Dhont relata esta historia es engañosa. En principio todo parece demasiado fácil de producir. Después de todo, para contar este drama no es necesaria otra cosa que un bailarín, un departamento de clase popular y un par de actores de reparto, ¿no es cierto? El problema estriba en la elección del protagonista. Lara debe bailar en puntas; su aspecto andrógino debe crear la ilusión de que los doctores han conseguido inhibirle la pubertad (con miras a realizar, más tarde, una reasignación de género) y ser, claro, atractiva y buena actriz.
Víctor Polster consigue todo ello, aunque tiene la mala fortuna de ser heterosexual, con lo cual se ha producido un revuelo en el mundo de las mujeres trans. Y es que, a una trans, dicen, solo puede interpretarla otra trans; todo lo otro es una caricatura. Poco importa que Polster se sangre los pies para bailar en puntas y que, llegado el momento, presente un desnudo frontal mostrando esos genitales que la protagonista odia tanto, que, llegado el clímax, se va a cortar. Si uno ve la película con poca vehemencia descubrirá que Girl es una obra honesta. El filme comienza y un niño de aspecto angelical sopla en el rostro de Lara. Es su hermano. Lara despierta y comienza la rutina. Lara vive con su padre soltero y por las tardes asiste a un liceo en el que soporta las humillaciones de sus compañeros “normales”. Más tarde asiste a lecciones especiales de ballet. Y es justo en ellas que Dhont tiene el valor de golpearnos con la honestidad que requiere una ficción como esta. Aquí Dhont, alejado ya de todo cliché,
¿Puede un cuerpo masculino lleno de hormonas adquirir la ligereza del cuerpo de una mujer?
enfrenta a su protagonista con los límites de su deseo. ¿Puede un cuerpo masculino lleno de hormonas adquirir la ligereza del cuerpo de una mujer? ¿Basta la voluntad para transformarnos en lo que deseamos? Trabajado con la delicadeza de un artesano, el guion de Dhont y Tijssens, basado en la historia real de Nora Monsecour, nos enfrenta con la realidad de quien más que mujer desea ser bailarina clásica, símbolo de lo más femenino que ha producido esta sociedad a quien las feministas desprecian. ¿Y qué debería hacerse ahora? ¿Prohibir el ballet? Lo sórdido del clímax sirve pues para cuestionar la creencia de que, en el mundo en que vivimos, basta desear algo para conseguirlo. Puede que Víctor se cambie de nombre, que use el baño de sus compañeras de colegio y que tenga un escarceo amoroso con otro chico que no sabe que de modo artificial a ella le inhibieron la pubertad, pero en el terreno del arte las cosas no son tan simples. Lo dice la entrenadora de Lara: estos pies tuyos están muy grandes. Y no es tan fácil cortarlos, ¿verdad? Es claro que Dhont aboga por un mundo más incluyente, pero tiene la honestidad de hacernos pensar en los límites de un deseo que se topa de frente con esta realidad: lo femenino es algo que trasciende lo genital.
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ANTESALA
4 DE JUNIO 2022
ESCOLIOS
POESÍA
No dialogues conmigo... CARLA BARONI
1 No dialogues conmigo, mi alfabeto tiene letras borrosas que se escapan y de pronto sonidos guturales. Las palabras son para quien la música no oye. Los sentidos son cinco, ¿para qué dejar que exprese un léxico ausente el acre olor y el escalofrío, el contacto concreto de dos cuerpos? 2 Boga, querido, boga, la corriente nos va a arrastrar a sitios muy lejanos. ¿Abandonarse a ella y flotar hasta del mundo la última frontera? El círculo se cierra y es espuma de mar la que se queda entre los dedos y no se sabe si ésta es la vida o bien quedarse allí solo a mirar. Este poema forma parte del libro Viento, mi viento de cada estación mía. Fue publicado en versión bilingüe en la edición de abril de 2022 de la revista La Otra. La traducción al español es del hispanista y poeta Emilio Coco, autor de libros como El don de la noche y Del dolor y la alegría.
EX LIBRIS
Terapeuta/ EKO
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Vecindad de Montaigne ARMANDO GONZÁLEZ TORRES
B
@Sobreperdonar
ien se sabe que uno puede volverse vecino y coetáneo de los escritores más alejados en el espacio y en el tiempo, gracias a la comunión y mímesis creativa que propicia la lectura. Mi vecino Montaigne de Juan Malpartida (Fórcola, Madrid, 2021) es un homenaje narrativo y digresivo a la figura y la obra del inventor del ensayo. Con el pretexto de Montaigne, Malpartida construye piezas fragmentarias, llenas de añoranza y poesía, en torno a la vida y la escritura. Se trata de una expresión híbrida, que mezcla la biografía, la historia, la fabulación y la autoficción y que gusta pasearse, y a veces extraviarse, en los más diversos tópicos, desde el arte de la novela hasta la construcción de la identidad o el debate científico en torno a la física, la biología y la neurociencia. A lo largo del libro se entrelazan variados recursos literarios: el intercambio epistolar con una supuesta historiadora que el autor conoce en Burdeos en una visita al castillo de Montaigne; la elucubración de un desaforado y deslumbrante picnic en el que algunos de los más eminentes científicos contemporáneos discuten el origen de la vida, los mecanismos cognitivos humanos y la génesis de la moral; ejercicios narrativos en torno a la marca fatal de la historia en las vidas de ciertos individuos o intensos, aunque sobrios, retazos autobiográficos. El libro, desde luego, tiene como eje la existencia de Montaigne, su prodigioso temperamento, el tiempo convulso que le tocó vivir y ese equilibrio vital, intelectual y político que desplegó ante la intolerancia y la violencia. Porque, en una época de sangrientas disputas, Montaigne se refugió en una hermandad imaginaria de la inteligencia y, con sus dilectos difuntos, cultivó un auténtico arte de la concordia. Ante todo, Malpartida habla de ese placer de Montaigne en practicar la conversación interior supliendo con la plática escrita la soledad y en intentar descubrirse mediante el registro cotidiano de un “yo” frágil y movedizo. Si bien Malpartida recrea al ensayista con fidelidad y apego a las fuentes más reputadas, también se permite afortunadas libertades como un encuentro imaginario entre Miguel (de Cervantes) y Michel, en el famoso castillo del bordelés. Malpartida dialoga con Montaigne, sus clásicos grecolatinos y sus contemporáneos, pero extiende el coloquio e invita a otros interlocutores, dispersos en los siglos subsiguientes, como Machado, Nietzsche, Kafka, Sánchez Ferlosio y Cioran (o a la pléyade de científicos del picnic) que seguramente habrían congeniado con el escritor francés. Esta conversación ampliada sirve para constatar la insólita modernidad de Montaigne y la vigencia de sus intuiciones (tan cercanas a los más fecundos desarrollos de la filosofía y la ciencia contemporáneas). Tras su errancia en el tiempo en pos del ensayista y de sí mismo, Malpartida se vuelve vecino, y hermano de Montaigne, por esa sapiencia, nostálgica pero sonriente, con que ambos aquilatan la aventura de vivir.
Malpartida recrea al ensayista con fidelidad y apego a las fuentes
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DE PORTADA
4 DE JUNIO 2022
El libro más reciente de Rosa Montero, uno d convoca a un dúo inquietante de nuestro tiem
“Las novelas son sueños qu sueñan con los ojos abierto
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CARLOS RUBIO ROSELL/ MADRID FOTOGRAFÍA CORTESÍA SEIX BARRAL
os trastornos mentales son algo básico y bastante más común de lo que la gente piensa. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud señala que el 25 por ciento de la humanidad tendrá, antes o después en su vida, algún tipo de trastorno mental, lo cual quiere decir que prácticamente todo el mundo o bien va a vivir un trastorno mental en sus carnes, o bien va a tenerlo en alguien muy cercano. Por esa razón, como sostiene la escritora española Rosa Montero, lo mejor es normalizar los trastornos mentales. “Es aterrador”, afirma Montero en entrevista con Laberinto, “que nuestra sociedad actual haya tenido el tabú sobre la enfermedad mental y esa manera de estigmatizar a la gente que la padece, porque ha hecho que a la soledad intrínseca de la dolencia mental —tener una dolencia mental es sentirse solo de una manera muy especial— se añada un tipo de soledad social, la cual condena a la gente con trastornos mentales a vivir un infierno”. Autora de novelas como Crónica del desamor, Amado amo, El corazón del tártaro, La carne o La buena suerte, Montero publicó recientemente el libro El peligro de estar cuerda
(Seix Barral), una obra híbrida a caballo entre la ficción, la autobiografía y el ensayo, en el que la escritora y periodista ha querido responder a dos preguntas básicas: qué es eso que llamamos locura y cómo funciona el cerebro creativo. Por primera vez en toda su obra, dice la escritora y periodista madrileña nacida en 1951, en este libro ha dado respuestas a una serie de preguntas que le daban vueltas en la cabeza desde que era pequeña. “Preguntas e inquietudes que he ido rumiando toda mi vida”, relata. “Una de ellas, la de la salud mental y la cordura, qué entendemos por realidad y qué entendemos por fantasía y cómo funcionan las cabezas que tenemos llenas de imágenes y que nos obligan a hacer una cosa absurda que es encerrarnos en una esquina de nuestras casas en soledad, dedicándole horas y horas de tu vida a inventar mentiras, una actividad en realidad muy estrafalaria. Esas dos cuestiones las he ido devanando toda mi vida y están apuntadas en mis libros más mestizos, aunque también están en mis novelas, donde hay muchos personajes que tienen trastornos mentales. Así que para mí lo portentoso de este libro es que me ha contestado esas preguntas que me venían dando vueltas en la cabeza durante toda mi vida”. Consideradas dentro de su producción narrativa de ficción —que le ha valido galardones
como el Nacional de las Letras Españolas o el Primavera de Novela—, La loca de la casa, La ridícula idea de no volver a verte y El peligro de estar cuerda son las obras más personales de Montero. La autora las distingue del resto de novelas y califica esos tres libros de “artefactos”, porque se trata de híbridos que tienen parte de ficción, autobiografía y ensayo. “En conjunto, sé con total certidumbre que escribo mucho mejor que cuando empecé a publicar, lo cual quiere decir que he ido perdiendo la conciencia del yo, me he ido borrando cada vez más para ser una especie de médium de las historias que te susurra el inconsciente; y por otro lado, he ido encontrando cada vez más herramientas de la carpintería del lenguaje; es decir, los libros antes de ser reales, antes de ser tinta, son una especie de nebulosa cósmica dando vueltas en la cabeza, y realmente tiene luz, chispas, color, movimiento, ritmo y música, pero el problema es pasarlo de la cabeza al papel, y para eso sirve esa carpintería del lenguaje, de la escritura, del oficio, y ahí he aprendido muchísimo, porque antes de lo que tenía en la cabeza a lo que salía escrito había una diferencia muy grande, y ahora está muy cerca lo que consigo”. ¿Qué es la locura, uno de los temas centrales de El peligro de estar cuerda? Según el científico estaduniden-
se Eric Kandel, todos los trastornos mentales se deben a fallos en el cableado de la comunicación neuronal. Pero esa respuesta parece muy clara y definitiva; por otro lado, las cosas se complican porque esos fallos, que son fisiológicos, pueden producirse o mejorarse por factores ambientales, así que lo que vivimos también tiene relación y no es solo una cuestión física: lo ambiental repercute en lo orgánico. Por otro lado, esos fallos pasan más inadvertidos, aunque de pronto hay personajes que podrían fácilmente haber pasado por locos y resulta que no, que pueden pasar por místicos, como es el caso, por ejemplo, de Zaratustra. Así que dependiendo de lo que predomine en la cultura de determinado momento histórico, estarás más o menos considerado loco. ¿El escritor es hoy un trastornado mental? No. En absoluto. Es más, todos los expertos coinciden en que los artistas
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DE PORTADA
4 DE JUNIO 2022
de los más personales, mpo: locura y creatividad
ue se os”
no son trastornados mentales, por lo menos graves, que es lo que se suele entender por locura o trastorno mental, como psicosis graves. Si un artista llega a la psicosis, la creación se acaba. Hay muchas pruebas de ello. Así que no es que haya que estar loco para ser artista. Lo que pasa es que, según mi teoría, sí puede haber algunos fallos en el cableado neuronal, y entonces son como primos hermanos de la gente con trastornos mentales graves, porque nuestro cableado es distinto, nos hemos saltado uno de los procesos de maduración cerebral; tenemos cerebros más inmaduros. Pero posiblemente nuestra diferencia no sea cualitativa sino cuantitativa; es decir, que los fallos de la gente con graves trastornos mentales quizá sean mucho más graves.
tan incontrolable, que el pobre yo consciente realiza miles de recursos no muy buenos para intentar sobrellevar el miedo, la sensación de irrealidad, el caos de la vida, la indefensión del ser humano. Y muchas veces las manías tienen ahí su origen, en tratar de poner orden en el desorden insoportable de la vida para intentar sentirte más protegido. ¿Hasta qué punto la ciencia olvida la otra parte del mundo interior de las personas que está relacionada con eso que se llama espíritu? Yo no creo en el espíritu. A mí me encanta la ciencia y la ciencia es lo único que tenemos, aunque también hay que decir que ex i st e n m u chos científicos cretinos reductivistas. Pero al menos el 51 por ciento no son así. Lo único que tenemos es la prueba y el error.
El cerebro es un extraordinario aparato biológico del cual no controlamos realmente nada
Carlos Fuentes señalaba que la novela altera la conciencia. ¿Qué le parece esta idea? Las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos. Y salen del mismo lugar del inconsciente de donde salen los sueños. En ese sentido, para ser un novelista maduro uno tiene que borrar su yo y meterse en esa especie de delirio autocontrolado. Así que estoy de acuerdo con Fuentes, porque parece que es un estado paralelo, aunque no es un delirio psicótico, lo cual cambia radicalmente las cosas. En todo caso necesitamos las novelas para ser menos enfermos de lo que ya somos. Si uno hace pruebas clínicas y tomamos a una serie de sujetos para dormir, cuando llegan a un determinado estado donde empiezan los sueños y los despiertas y no los dejas soñar, al cabo de poco tiempo presentan un estado psicótico. Así que los sueños nos permiten estar más sanos. Y para mí las novelas tienen la misma función, aunque no es que nos alteren la conciencia en plan evolutivo.
La escritora madrileña, autora de La hija del caníbal y El peso del corazón, entre otros libros.
Habla en esta obra de manías, adicciones, fobias, ¿por qué nuestra cabeza sufre tanto? No tenemos mucha idea de lo que es el cerebro. Es un extraordinario aparato biológico del cual no controlamos realmente nada. Como dice el neurocientífico David Eagleman, la relación que tenemos con el yo consciente y a la que damos tanta importancia, en realidad ocupa en relación con la totalidad del cerebro el mismo porcentaje que un polizonte en un transatlántico. Así que toda esa actividad cerebral enorme y sumergida, que es la que nos permite ser y jugar a ser personas, es
¿Y la filosofía? La filosofía es una ciencia lógica. Estudias modelos del mundo desde el pensamiento, pero eso no dice nada que vaya en contra de la ciencia. Si no hacen filosofía de ese modo, lo que están haciendo es religión. Es que a veces la ciencia se erige como otra religión más… No lo creo. Repito que hay científicos dogmáticos, pero son los menos. Para mí la única vía de conocimiento de la realidad es la ciencia. La única. El pensamiento, la buena filosofía, no tiene ninguna contradicción con las ciencias. Y las cosas que se nos escapan es porque no las sabemos. ¿Cree que acabaremos por saberlo todo? Lo dudo, pero iremos sabiendo. Y no porque haya un misterio que no se pueda conocer, sino porque nos vamos a exterminar antes. Y las cosas que se nos escapan no es porque sean incognoscibles, sino porque no hemos llegado a comprenderlas. ¿Cómo se equilibra el mundo interior y el mundo exterior? De acuerdo a su contexto cultural histórico. Si ahora digo que me acabo de encontrar en el ascensor al demonio, y que huele a azufre y que me ha enseñado una lengua bífida, se podría pensar que me ha dado un brote psicótico; pero si esto mismo ocurre en el siglo XII, parecería lo más normal, y me preguntarían si he enseñado la cruz o qué he hecho. Así que depende del entorno cultural y de que seas viable como persona o no que te llamen loco.
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LITERATURA
4 DE JUNIO 2022
ENTREVISTA
La mirada de Susan Sontag A propósito de la publicación de Obra imprescindible, David Rieff reflexiona sobre las lecciones de su madre
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odría imaginar perfectamente a mi madre mirando hacia el Mar Negro desde Odessa”, dice David Rieff, escritor e hijo único de Susan Sontag. “Si ella viviera, no tengo la menor duda, estaría en Ucrania. Por supuesto, no del lado de Putin”. Quienquiera que haya conocido a Sontag, ya sea en persona o a través de su obra, podrá imaginarla como lo hace su hijo, en el centro del conflicto. Quizá lo que nos cueste trabajo es resignarnos a la ausencia de una mirada aguda frente a un hecho tan trascendente como la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo cierto es que ella lamentó de antemano su propia ausencia. “No puedo imaginar el mundo sin mí”, apuntó una Susan muy joven en su diario. Una de las cosas que más le preocuparon a lo largo de su vida fue la extinción. Han pasado 18 años desde su muerte en 2004 y la autora de La enfermedad y sus metáforas o El amante del volcán sigue presente a través de sus libros. En 2020 se publicó la versión en español de la biografía Sontag, vida y obra, de Benjamin Moser, y recientemente comenzó a circular Obra imprescindible. Susan Sontag (Penguin Random House, 2022), una iniciativa del editor español Claudio López Lamadrid, al cuidado de Aurelio Major y curada por David Rieff, quien abre el prólogo con una cita de Borges: “Cuando los escritores mueren se convierten en libros, lo que, al fin y al cabo, no es una encarnación tan mala”. Enseguida, el hijo de Sontag hace una reflexión sobre las preocupaciones de su madre en torno a la muerte. “He tratado de describir su temor, su angustia. Encontré que entre los escritores más ofuscados con la muerte están Elias Canetti y mi madre. Ambos se obsesionaron con la extinción y la posibilidad de existir a través de sus libros. Mi madre pensó mucho en esto como una forma de consuelo. Seguido se interrogaba si un ensayo, cuento o novela perdurarían o no, y organizó su vida de artista alrededor de esto: la idea era escribir no solo para el presente sino para la posteridad. Aspiró a que su
GUADALUPE ALONSO CORATELLA FOTOGRAFÍA MEGAN HUSTAD
El escritor y presidente de la Fundación Susan Sontag.
obra perdurara, sin preocuparse tanto por alcanzar la fama y mantenerla a través del tiempo. También pensaba en las posibles lecturas e interpretaciones, sin embargo, sabía que la opinión no se puede controlar, ni en vida ni para el futuro. En mi prefacio hago alusión a Samuel Beckett y a Philip Roth. Ambos trataron, con cierto éxito, de manejar la edición póstuma de su obra; en el caso de Roth, la biografía. Diría que mi madre fue una lectora demasiado sofisticada para no entender que esas decisiones siempre están en manos de las nuevas generaciones”. ¿En algún momento Susan mostró interés por publicar su biografía?, le pregunto. “Por desgracia —responde—, no quiso tocar el tema y creo que el subtexto, como diría Stanislavski, es que no quería pensar en su propia muerte”. Pero la biografía fue escrita más de una década después de su muerte. David Rieff la califica de “banal”. “No es un secreto que a mí no me ha parecido bien lograda —dice contundente—. El punto de vista de Benjamin Moser es demasiado psicológico,
“Entendió su origen norteamericano, aunque creció muy cerca de la frontera mexicana”
obsesionado por la vida de mi madre y con una falta de respeto hacia la obra. Habrá otros libros, otras antologías, personas que la van a conocer a ella y a su obra como lo esperaba. Hay quienes se interesan y aún les puede sorprender porque ella representa una visión anti woke, anti lenguaje inclusivo, etcétera, y para un lector de 20 años esto va a representar cierto desafío. En este momento hay mucho interés, pero también, hay que decirlo, la reputación, el destino de una obra, es como la bolsa de valores. Cuando yo era adolescente todos hablaban de T. S. Eliot, hoy no creo que tenga muchos lectores”. Obra imprescindible consta de diez capítulos divididos en temas como “El cuerpo”, “La fotografía”, “El cine” o “Bosnia, 11S e Irak”. Capítulos que reúnen ensayos escogidos, lo mismo que fragmentos de sus diarios. Es interesante que la edición fue pensada para lectores hispanohablantes. “El libro no existe en inglés —apunta Rieff—, y creo que ella estaría muy feliz porque además quise que fuera una Sontag diferente a la que he presentado en Estados Unidos, Inglaterra o Francia. Hay una Sontag norteamericana y una Sontag internacional. Ella entendió su origen norteamericano, aunque creció muy cerca de la frontera mexicana, en Tucson. Alguna vez, estando en
el DF, me dijo que no conocía bien México, aunque viajó ahí muchas veces, y comentaba: ‘En México me siento latinoamericana’. Tenía amigos importantes: Octavio Paz y Carlos Fuentes; Monsiváis; Iván Ilich, con quien convivimos en Cuernavaca; el obispo (Sergio) Méndez Arceo, que era protector de Ilich en esa época. Había amistad con escritores de otros países. Se involucró en el teatro cubano de la época y apoyó al gobierno revolucionario. Después lo condenó, cuando el caso Padilla. García Márquez fue su amigo, pero cuando justificó algunos hechos muy controvertidos del caso Cuba, nunca lograron reconciliarse. Fuentes, por ejemplo, no estaba de acuerdo con mi madre sobre Cuba, pero siempre estuvieron muy vinculados”. La obra de Sontag “aún conserva su fuerza para instruir, deleitar e interpelar, pero eso habrá de resolverlo esta generación de lectores y es precisamente la batalla de interpretaciones de cada obra lo que le permite sobrevivir”, dice Rieff. “No me opongo a la idea de reinterpretaciones incompatibles: Sontag feminista, antifeminista; su visión de la fotografía, por ejemplo, me parece que, vista en 2022, resulta menos radical; en cambio, la visión antimetafórica de la enfermedad me parece muy radical en este momento. Todo esto puede generar, me parece, un debate interesante”. Como único heredero y presidente de la Fundación Susan Sontag, David Rieff asume la responsabilidad de mantener viva la memoria de su madre, el deseo de sobrevivir a través de sus libros, y adelanta que “Aurelio Major, su traductor al español, será quien supervise el trabajo de esta Fundación cuando yo haya desaparecido”. Por lo pronto, Obra imprescindible ofrece un mapa amplio y puntual de los temas que ocuparon a Sontag y resultará de interés tanto para quien conoce la obra como para nuevos lectores. A unos les permitirá una relectura sintética y refrescante, a otros, una primera aproximación muy reveladora de la vida y el pensamiento de quien fuera una de las intelectuales más influyentes del siglo XX.
Y, además, en nuestra edición digital: • Joan Manuel Serrat: Que los poetas no dejen de alzar la voz
José Antonio Lugo: Cuadros vivos de la hospitalidad • Alejandro Arras: Nacida sombra • Ángel Soto: Entrevista con Fabio Morábito • José Juan de Ávila: Entrevista con Brett Dean • Miriam Mabel Martínez: Cecilia Vicuña: la rebeldía como ofrenda • Carlos Illades: El último Revueltas
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4 DE JUNIO 2022
NARRATIVA, ENSAYO Los demonios de mi cuerpo
La mirada de las plantas
A FUEGO LENTO El hechizo del agua
El origen de todos los males México, 2022
Sandra Frid Planeta México, 2022 348 páginas
Edmundo Paz Soldán Almadía México, 2022 257 páginas
Florencia Bonelli Planeta México, 2022 648 páginas
Guadalupe Amor, poeta e inspiración de grandes artistas, es la protagonista de esta novela que, además, puede leerse como retrato de una época de transición: la que señala el paso del porfiriato a la Revolución hecha gobierno. Frid no solo capta su naturaleza indómita sino los hechos sobre los cuales se erigió su leyenda.
¿Pueden convivir los simulacros de la realidad virtual y la vida en peligro de extinción de la Amazonia? Esta es la pregunta que guía a esta novela en la que reconocemos las voces de Philip K. Dick y la isla fantástica imaginada por Bioy Casares. A la clara intención distópica hay que sumar la existencia de una planta con poderes alucinógenos.
La protagonista de esta novela formó parte del grupo que está causando furor en Argentina. Tuvo una relación con el vocalista, pero las circunstancias hicieron que se alejara yéndose a vivir a España. Por un asunto familiar, regresa a su país y el aparente orden de su vida se rompe. La astrología es ahora una brújula en su vida.
La democracia en tinieblas
Maquiavelo
El nudo materno
José Woldenberg Cal y Arena México, 2022 257 páginas
Roberto García Jurado UAM México, 2021 223 páginas
Jane Lazarre Las afueras España, 2021 272 páginas
Muchos de los textos que componen este libro fueron publicados en el diario El Universal y manifiestan una preocupación que nace de las acciones del actual gobierno mexicano. La “germinal democracia” que México intentó construir durante las últimas cinco décadas, dice el autor, se encuentra en grave peligro.
No se trata de una biografía sino de un estudio que intenta descifrar el funcionamiento de la sociedad y la política en tiempos del autor de El príncipe. A sus páginas acuden los Médici, los Borgia, las guerras comerciales entre las repúblicas de Florencia y Venecia, el poder papal y las ideas que dieron forma al Renacimiento.
Hay mujeres que encuentran su realización en la maternidad; otras, además de tener una profesión, no quieren perderse la experiencia. Ambas, de cualquier modo, tienen que enfrentarse al mito o estereotipo de la “buena madre”. Para Lazarre, “lo único eterno y natural en la maternidad es la ambivalencia”.
El placer de leer www.librotea.com
De vuelta al maldito hogar ROBERTO PLIEGO robertopliego61@gmail.com
M
adres y padres autoritarios pueblan muchas de las mejores páginas de la literatura universal. Pensemos tan solo en Medea, Los hermanos Karamazov, Pedro Páramo o El zoo de cristal. Estas figuras que encarnan al poder como fuerza destructora protagonizan los diez relatos compilados por Bibiana Camacho en El origen de todos los males (Cal y Arena). Son, más que una advertencia, un expediente de las patologías que en ocasiones doblegan a la institución familiar. En general, el paisaje solo exhibe agravios y heridas incurables. Los reflectores, sin embargo, se concentran en la rabia paterna. El golpeador, capaz de arrojar a su hijo pequeño contra una pared, es el monstruo que habita “Mariposa negra”, de Liliana Blum, y el enano que humilla en público al hombre de dos metros de altura, un ejemplo de sumisión frente a su destino manifiesto, de “Don Adalmiro”, de Juan Rafael Coronel Rivera. De las madres hay menos que decir (¿será que la imagen religiosa y televisiva de la “cabecita blanca”, la sufrida y virginal aun después de parir una prole extensa, sigue ejerciendo su dominio sobre el imaginario latinoamericano?). En “Hasta luego, doctor Adler”, Karen Chacek perfila a esa mujer madura cuya jovialidad y modales maniacos son un gesto de superioridad hacia su hija: nada escapa a su control. Y aunque no ocupen un sitio privilegiado, Magdalena Baudoin consigue el relato más acabado del volumen. “Moebia” es la metáfora de la cárcel que está en todas partes, y también de la autodenigración en nombre del éxito profesional; es el mal primigenio, la putrescencia materna. Pero al fin y al cabo se trata de los hijos, es decir, como escribe Luis Jorge Boone en “Luz para cruzar la noche”: “Los padres tienen en un pozo el corazón, y no saben qué tan hondo y oscuro es hasta que avientan en él a sus hijos”. No hay que ser un alcohólico violento, una huila vulgar que porta orgullosamente su mandil, para imponer el terror. El origen de todos los males dibuja con sobresalto y temblor la línea hereditaria de una Tradición. El autoritarismo, ese magisterio podrido que condena, lanza escupitajos y desde la superioridad moral pontifica con dedo admonitorio, crece y se reproduce en la guerra perpetua de los hogares.
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LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.
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TOSCANADAS
Cicuta DAVID TOSCANA
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uando yo era niño llegaba a casa el periódico El Porvenir. En alguna página aparecían varias tiras cómicas argentinas. Estaba Su otro yo, un médico que intentaba ocultar sus verdaderos pensamientos, y que en su tierra natal conocen como El doctor Merengue. También Tarrino, un tipo al que siempre le favorecía la buena suerte. Tremebunda, una señora de armas tomar. Ramona, la doméstica simplona. Y mi favorito, Cicuta, hombre fúnebre y malencarado que la pasaba cometiendo fechorías por el mero gusto de satisfacer su amargo carácter. Y claro que Cicuta me hacía pensar en la cicuta, planta que pasó a los anales de la historia universal el año 399 antes de Cristo. Sócrates ingirió un brebaje de cicuta y tal parece que tuvo una muerte benigna. Cuando le llega la hora de beber la poción, pregunta al verdugo qué debe hacer. “Nada más tienes que beber y pasear”,
SÓCRATES
El momento en que recibe la poción de cicuta.
respondió, “hasta que notes un peso en las piernas, y acostarte luego. Y así eso actuará”. La prisión debía ser amplia, puesto que daba para tener a varios invitados y pasear. En la versión de JacquesLouis David hay doce visitantes, techos altos, cómoda cama, lámpara de aceite y lira. Muy distinta a la ADX Florence. Cuando se le entumen las piernas, Sócrates se acuesta. El que le había dado el veneno le pregunta si siente los pies, y él responde que no, mientras se iba quedando frío y rígido. “Ya tenía el abdomen helado; entonces se descubrió Sócrates, que se había cubierto el rostro, y dijo a Critón: Debemos un gallo a Esculapio; no te olvides de pagar esta deuda. Fueron sus últimas palabras”. Sócrates bebe en una copa, y eso está bien, pues le da carácter de ceremonia a la muerte. Hasta con el veneno se puede brindar, tal como lo hizo Terámenes, bebiendo la cuota mortal y arrojando el remanente: “Esto para el bello Critias”.
Sin embargo tal solemnidad se omitió en la muerte de Foción, pues los otros condenados agotaron la cicuta y “el verdugo dijo que no trituraría más si no se le pagaban las doce dracmas que valía la dosis”. Como nadie se acomedía, el propio Foción tuvo que pagar. “Ni siquiera morir es gratis en Atenas”, dijo. En aquellos siglos precristianos, Teofrasto asegura que, mezclada con adormidera, la cicuta es “capaz de hacer que el desenlace fatal sea fácil e indoloro” y que “no hay nada capaz de neutralizar este veneno y puede conservarse durante un tiempo prolongado sin perder en absoluto su virtud”. Tengo entendido que la cicuta crece en muchas partes del mundo. Quizás hemos descuidado los conocimientos botánicos que poseían los griegos, ya que un tecito de cicuta vendría a cuento en algunas situaciones. A doce dracmas la taza. O la copa. Salud.
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BICHOS Y PARIENTES
Shibbolet
C
reí que pasábamos por una época de desprecio al lenguaje. Artículos, libros actuales, redes sociales y medios han hecho resonar la especie. Los síntomas y signos se dejan ver en una cundida estulticia, en las formas de lo que sea la posverdad, en el habla de las clases políticas y la equivalente, la de las llamadas identidades. Pero, de pronto, creo que se trata de todo lo contrario: una especie de sacralización de algunos vocablos y algunas articulaciones, que han ido dejando su deslizamiento semántico (todas las palabras tienen campos en movimiento y transformación), para volverse intraducibles y carentes de sinónimos, del mismo modo que un objeto consagrado deja de tener equivalencia, ni valor de uso o de cambio. Un objeto sagrado no puede ser vendido, comprado o usado sin sus fórmulas rituales. Ponerlo en el intercambio del mercado es simonía; utilizarlo es profanación. La verdad de los enunciados ha dejado de ser exterior al sujeto que habla: una misma oración es verdadera en boca de unos y falsa en otros. Como si el lenguaje se hubiera partido y separado como el mar ante Moisés, pero no hecho de agua sino de aire, y en vez de permitir el paso, queda un vacío irrespirable en el centro de las plazas. El lugar común dejó de ser también lugar de encuentro. Pongo una analogía, cercana para ser reconocible, pero también lejana, para percibirla como ajena. Una protesta seria, que recorre ciudades de Estados Unidos. Unos marchistas yerguen pancartas que dicen “Black Lives Matter”. Frente a éstos, aparecen otros, con sus pancartas: “All
JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA AUTOR ANÓNIMO
Lives Matter”. Dos enunciados analíticos, que no pueden ser falsos. Pero no hallan conciliación posible y, ahí, en las plazas, se trenzan en insultos y en minúsculas guerras civiles. Su pleito, que busca una forma válida de justicia, no tiene solución en la lógica; sin embargo, pelean por una verdad. Y es justamente esa verdad la que ha dejado de habitar el lugar común, la política, y ha dejado de asumir que las palabras y la lengua solo hacen sentido cuando se reconoce su exterioridad. Los lenguajes se pervierten cuando se les intenta privatizar. Se privatiza
Un objeto sagrado no puede ser vendido, comprado o usado sin sus fórmulas rituales
una lengua cuando su significación se asume distinta, o contraria, según quién la enuncie… y sí, es justamente el inicio del Juan de Mairena (Espasa Calpe, Madrid, 1936): “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. “Agamenón: Conforme. “El porquero: No me convence”. Antonio Machado publicó su libro justo antes de la Guerra Civil. Hay que suponer que percibía el despoblamiento de las zonas comunes y el pertrecho en las identidades que solo hallan verdaderas las palabras dichas por su clan. Los demás, al usar esos mismos vocablos, los tergiversan y profanan. Reacciona cada grupo como los feligreses ante el sacrilegio: merece el ostracismo, el castigo y hasta la muerte. El habla se
El escritor español Antonio Machado.
complica hasta la imposibilidad porque no son de uso las reliquias ni los símbolos de un templo. Las palabras de más urgente atención, porque de ellas depende la vida política y la verosimilitud de justicia, desaparecen de la comunicación secular; quedan veneradas en altares y solo son pronunciables por los sacerdotes, acólitos y feligreses: el léxico de los colores y tonos de pieles; las características y complexiones corporales; las afinidades amorosas y eróticas; los géneros y los sexos, y, en otros templos, las preferencias e ideas políticas, sociales… Total que los sustantivos y adjetivos, los verbos y principalmente las pequeñas palabritas, los artículos y pronombres, se reclaman en propiedad, con auténtica idolatría, hasta volverse tabú. No es cosa nueva. Sucedió muchas veces; por ejemplo, en la Revolución francesa. El uso de algunas palabras, frente a ciertas personas, determinaba si se llevaba uno la cabeza sobre el cuello, o se la llevaban ellos, en una canasta. Orwell lo describe, como lo intuyó Machado, en su Homenaje a Cataluña. Y es tan antiguo que lleva su propio capítulo en el libro de Jueces (12, 5-7): “Galaad cortó a Efraím los vados del Jordán y cuando los fugitivos de Efraím decían: ‘Dejadme pasar’, los hombres de Galaad preguntaban: ‘¿Eres efraimita?’ Y si respondía: ‘No’, le añadían: ‘Pues di Shibbolet’. Pero él decía: ‘Sibbólet’ porque no podía pronunciarlo así. Entonces le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Perecieron en aquella ocasión 42 mil hombres de Efraím". No creo que estemos en una época de desprecio al lenguaje: vivimos en la idolatría y el tabú.
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