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Los misterios de Playa

Los misterios de Playa Flamenco:

Una travesía literaria por los parajes de Culebra

Por: Daira I. Dávila Vargas

Ver el amanecer es un acontecimiento único; la llegada de un nuevo día, de una nueva aventura. Pero observar un amanecer desde el muelle de Fajardo, mientras se espera por la lancha que lleva a Culebra, es un evento aún más misterioso y extraordinario, especialmente si es la primera vez que se visita la Isla de Culebra. Al contemplar la salida del sol por el horizonte desconocido, me doy cuenta que comienza la aventura más misteriosa de mi vida.

Durante la espera, se puede observar la pintoresca variedad de personas esperando. Los residentes de la Isla se distinguen fácilmente; en sus rostros se ve la rutina, quizás un poco tediosa, de ir a sus hogares. Están los turistas, un poco desorientados al ver el desorden y la incertidumbre que provoca el no conocer con exactitud por cuál salida van a abordar. Las familias, que parecen mudarse para Culebra, se

Arriba: Portada del libro Los Misterios de Playa Flamenco.

Abajo: Parte del mural que adorna la residencia de Benjamín Pérez Vega.

Algunos visitantes en la zona del muelle.

Ferry de carga que sale de Fajardo a Vieques y a Culebra. En el fondo se ve El Yunque.

sientan y descansan sobre sus neveritas y bultos. Y claro, no pueden faltar los estudiantes universitarios quienes, tras haberse avisado un receso académico, deciden tirarse a la aventura de visitar Culebra y sus hermosas playas.

La espera puede ser inaguantable; las personas se inquietan, se desesperan porque quieren ser los primeros en abordar. Se escuchan las olas chocando con el muelle, los motores encendiendo, las voces de los pasajeros y la voz de un hombre que dice:

Atardecer culebrense. Al fondo se ve la isla de Puerto Rico. Vista hacia el oeste en Ensenada Honda.

Playa Flamenco. Un visitante juega en un remanente de las prácticas bélicas.

“Vómito y mareo es lo que hay hoy. Hasta los capitanes se marean. Compre dramamina a un peso.”

Al fin abordamos la lancha y comenzamos la aventura. La misma baila al son de las olas, y el viento le hace compañía. A muchos de los pasajeros no les simpatiza este baile y libran una batalla con su cuerpo para evitar los mareos. El viento acaricia mi rostro, juega con mi cabello. Puedo sentir el salitre del mar en mis labios. Detrás de mí se aleja la Isla

Una pareja disfruta del atardecer en el muelle de Culebra.

Grande, su majestad y su belleza. Delante de mí, en el horizonte, se acerca cada vez más la Isla de Culebra, llena de aventuras y misterios.

En el camino, los cayos, que varían en tamaño, son la antesala a la aventura que se avecina. A nuestra derecha pasamos la Isla Nena, Vieques. Y en el horizonte, Culebra. Al cabo de más o menos una hora de viaje, desembarcamos en el muelle de Culebra. Un gran letrero anaranjado nos da la bienvenida “Welcome to CULEBRA! ¡Bienvenidos a CULEBRA!”

El agua cristalina del muelle te permite ver la variedad de peces que habitan en esta área. El muelle es un lugar muy activo; los pasajeros bajándose de la lancha, taxistas ofreciendo sus servicios, turistas negociando el precio de su transportación. Kioscos y tiendas de suveniers comienzan su movimiento temprano en la mañana. Siguiendo mi instinto de aventurera, camino por la calle principal observando la infraestructura, la gente, en fin, absorbiendo el ambiente de este pedacito de tierra que forma parte de Puerto Rico. Al doblar a la derecha en la esquina, un colorido mural llamó mi atención.

“Culebra, Isla del Pasaje”

Por sus llamativos colores, se puede distinguir la famosa Playa Flamenco. La curiosidad se apoderó de mí y me acerqué a la residencia que se encuentra detrás de los murales. Es aquí en donde se encuentra un tesoro literario único, un compendio de la más rica variedad de historias sobre la isla Culebra: Los misterios de Playa Flamenco, escrito por Benjamín Pérez Vega, residente de la mencionada isla municipio.

Este libro trasporta a los y las lectoras, de forma casi extrasensorial, a través de la historia de esta pequeña isla de sólo 10 millas cuadradas. Desde sus primeras páginas, logra enamorarnos del misterio que envuelve este pequeño pedazo de tierra. Indios taínos, colonizadores españoles, piratas, militares, habitantes del pueblo, tiburones, mantarrayas y tesoros escondidos protagonizan las decenas de historias recopiladas en Los misterios de Playa Flamenco. Sólo detrás de estos llamativos muros podemos encontrar relatos místicos como “El Ferry de Fajardo a Culebra,” que narra cuando misteriosamente los motores del ferry se detienen camino a la isla de Culebra en 1988, dejando varados por catorce días a los 86 pasajeros. La búsqueda de tesoros piratas escondidos, por su parte, caracteriza las aventuras de los niños de Culebra. En “El tesoro de Cayo Norte,” conocemos a tres niños, quienes maravillados con la historia del tesoro, roban una yola y comienzan la difícil travesía hacia el cayo. “En el canto de Erick,” el niño y sus amigos encuentran un tesoro en la isla del pirata con la ayuda de un mapa y las leyendas y relatos de piratas que conocía.

La naturaleza de la isla se confabula para proteger su tesoro. En “Los tiburones atacan,” el autor narra cuatro historias de ataques de tiburones a diferentes individuos a través de los años. La más impactante es la de Amado Castro, mejor conocido como Sharky, el cual es varado en el mar cuando un tiburón le destruye la hélice del motor de su yola.

La llegada de la Marina de los Estados Unidos en la Isla de Culebra fue un acontecimiento que cambió la rutina de las vidas de los habitantes. Desde el año 1939, la isla de Culebra fue lugar de práctica de la Marina. “El día que volaron el OP” narra un suceso que estremeció a la isla completa. El último lunes de abril de 1946, día que inauguraban un nuevo radio electrónico, un avión, accidentalmente, bombardeó

Benjamín Pérez Vega en su casa, en la Isla Municipio de Culebra.

el Puesto de Observación. Ese día murieron nueve personas en un suceso que fue catalogado como un “error elemental” y que muchos habitantes creyeron que fue un acto de venganza.

En Culebra, se destacan muchos habitantes, tesoro humano de la pequeña isla. La familia Ayala protagoniza varias narraciones del libro. La primera, “Los tres siglos de Pablo Ayala,” relata los cambios en la vida de Pablo Ayala, desde su nacimiento en 1898 en San Idelfonso. Fue desahuciado de San Idelfonso y de Flamenco, para que la Marina estableciera bases militares y áreas de práctica. Los 103 años de vida de este culebrense han demostrado que es un hombre de “respeto, dignidad y vergüenza.” En “Una honorable familia,” la milicia fue en busca del mayor de los hijos Ayala para enviarlo a la guerra en Francia.

Algo que destaca a Culebra es que enamora toda persona que la visita. Tal es el caso de Míster Nazario, Gladys Ortiz, Sofía y Vicenta. En “No olvidaremos a Míster Nazario,” un sabaneño llega a la isla de Culebra y comienza su vocación docente enseñándole a leer y escribir a los niños y jóvenes del vecindario. “Gladys Ortiz: Otra Madre Teresa” es la historia de la querida Gladys, quien llegó a Culebra en un momento donde la sequía, el desempleo y las prácticas de la Marina atormentaban a la isla. Motivada por “echar este pueblo pa’lante” contribuyó al progreso de Culebra. “Sofía llegó para quedarse” en la isla con su esposo, quien fue el celador del faro de Culebra. Incluso después de su divorcio, su amor por la isla fue tanto que se quedó con sus hijos y participó de actividades culturales, sociales, religiosas y educativas durante su vida. Se convirtió en la “viejita solicitada y querida por todos.” El caso de Vicenta, fue diferente. Nacida en la capital, estaba acostumbrada la vida de la ciudad. Pero en “Vicenta, una culebrense por amor” prevalece el amor que encontró en Juan, un pescador. Y a través de los años, se convirtió en una verdadera culebrense.

Pero ningún culebrense es mayor evidencia de la perseverancia de esta isla que don Cosme Peña. Don Cosme tenía una granja en donde fabricaba queso blanco y le gustaba disfrutar de café prieto en cualquier momento del día. La historia “Queso blanco y café prieto” narra el día en que don Cosme no logra vender su queso en la Isla. No obstante, gracias a un amigo, logra expandir su negocio de queso blanco a la isla de Santa Cruz.

A pesar de todo lo que revela esta treintena de relatos e historias, Culebra guarda muchos secretos y misterios en su entorno y en sus habitantes. En Los misterios de Playa Flamenco, Benjamín Pérez Vega encierra aspectos de la cultura culebrense desconocidos por los miles de turistas que visitan la isla anualmente. Aquéllos que han tenido el privilegio de leer esta joya literaria, separan un rincón en su corazón para Culebra, sus misterios, sus playas y, en especial, su gente.

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