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Miguel Canals: Entre el agua y el aula

Miguel Canals:

Entre el agua y el aula

Individuo 1: ¡Hello! Individuo 2: Buenos días. Individuo 1: ¿Qué ha pasado? Individuo 2: Todo bien y ¿tú? Individuo 1: Aquí frente a la playa, mirando las olas. Individuo 2: ¿Cómo se ve eso? Individuo 1: Mano, subió bastante. Subió más de cuatro pies sólidos. Las condiciones

están épicas. Está glassy, bien tubeao.

Individuo 2: ¿Cómo está el viento?

Individuo 1: Viene del este off shore.

Individuo 2: Sí, vi en los modelos que está viniendo

del este. El set está saliendo over-head.

Individuo 1: ¿Vas pa’ dentro? Individuo 2: Arranca pa’l agua. Te espero en el pico.

Manoa, cursó su doctorado en ingeniería costera.

Se especializa, entre otras cosas, en mecánica de fluidos. Hoy día, trabaja como catedrático auxiliar y director del Laboratorio de mecánica de fluidos del RUM. Dicta, al menos, dos cursos por semestre, tanto de investigación subgraduada como graduada, como son Mecánica de fluidos e Introducción a la ingeniería costera. Aunque siempre se visualizó involucrado en las ciencias, nunca se vio como educador.

“En algún momento pensé que sería médico, biólogo marino; en otro, surfer profesional, pero no era tan bueno. Nunca pensé que iba a estar en la posición que estoy, pero me faltan muchas metas por lograr,” compartió.

Los doctores Julio Morell, Jorge Corredor, Jorge Capella y José López fueron sus mentores. Ellos lo introdujeron a la oceanografía y le dieron la oportunidad de trabajar en el mar.

Miguel Canals no tiene la imagen tradicional de un académico, pero tampoco cumple con el estereotipo de un surfer, la del chico ocioso, que se dedica nada más que a pescar olas, escuchar reggae, sin mayores compromisos y obligaciones en su vida. Sobre esto último, Miguel expresó:

“Yo pienso que ese estereotipo ya se está rompiendo. Hay muchos profesionales, gente que estudia, que le gusta el surfing porque es un estilo de vida. Si yo puedo ayudar, pues bueno…”

El surfing es su pasión. Para este joven profesional y atleta, estar dentro del mar y correr olas es un momento extraordinario.

“Si pensamos, una ola es energía propagándose a través del mar, generada cientos o miles de millas lejos de la playa en la que tú estás. Estás corriendo energía generada en otro lugar,” habla Canals con una devoción que proviene de sus años en el deporte, pero también de su vasto conocimiento sobre la dinámica de las corrientes y de las olas.

El mar es ese espacio que te permite deshacerte del ajetreo diario. Es, en efecto, espacio que propicia la

Para el oído común, parecería una conversación trivial, extraña y atípica. Sin embargo, para los amantes del mar, como los surfers, es uno de sus temas cotidianos. Conocer el reporte del tiempo, así como las condiciones del agua, es parte de esa rutina. Miguel Canals Silander es un surfer y amante del mar. Desarrolló esta vocación desde sus 13 años. Fue en playa Ballenas, en Guánica, cuando su padre, Miguel “Menqui” Canals Mora, le dio la primera tabla para surfear. Menqui, biólogo y surfer también, le inculcó, desde temprana edad, esta pasión por los recursos que hasta el día de hoy lo caracteriza. Miguel creció en el Bosque Seco de Guánica. Allí vivió por 18 años, junto a sus hermanos, Gabriel y Cristina. El amor por la conservación y los recursos lo aprendió de sus padres, Menqui Canals y Susan Silander. Con mucho amor, reconoce que sin ellos no estaría aquí, ya que fueron ellos quienes lo motivaron y le brindaron apoyo en todo.

“Son un ejemplo, personas con convicción bien fuerte en la protección del ambiente, mis mejores amigos. Mi vida se la debo a ellos,” expresó cuando le preguntamos por sus progenitores.

Miguel Canals es un hombre sencillo. En sus palabras, es “una persona común y corriente que le gusta mucho el mar.” Obtuvo su bachillerato en Biología y su maestría en Oceanografía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). En la Universidad de Hawaii, en

Foto tomada durante la primera instalación de la boya de CariCOOS en Ponce.

relajación. Por eso, cuando corres una ola, no piensas en nada, dejas todos tus problemas atrás y te concentras en capturar la energía, comentó Miguel. Eso es lo que hace el surfing una actividad fugaz y breve:

“El 95% del tiempo estás esperando, paleteando, nadando. Eso es lo que hace el surfing tan especial. Uno espera por ese momento. Puedes estar cuatro horas en el agua y la ola duró diez segundos.”

Tras graduarse del RUM, Miguel decidió realizar estudios graduados en Hawaii. Hacer un doctorado, según narró, es algo individualista y un proceso solitario, aunque contó con el apoyo de su hermano. Este joven se considera afortunado, pues su vida académica le permite entender mejor el surfing. “Tuve suerte que estaba estudiando ingeniería costera y lo más importante en ese campo son las olas y sus efectos en la costa. Estudiamos la matemática de las olas. Si no podía estar en el mar, estaba estudiándolo. Creo que fue una buena excusa estudiar esta disciplina para estar conectado al mar de alguna manera.”

Esa es la ventaja del mar: poder combinar la teoría con la práctica. Ante la incógnita de saber que experimenta si se levanta temprano y hay vientos del sur y marea bajita, lo que anuncia buenas olas en las playas después de Domes, pero tiene que ofrecer una clase; ¿qué haces en este caso? Entre risas, Miguel se identificó:

“Pensaba que en ese momento iba a tener una desesperación. Me he dado cuenta que la cátedra y dar clases es algo que también disfruto mucho, en especial cuando en el Colegio tienes unos estudiantes excelentes, y puedes dar unas clases tan interesantes como mecánica de fluidos que es, básicamente, entender cómo se mueve un fluido. En ese caso, puedo utilizar la analogía de las olas. No es tan malo como pensé, pero preferiría estar en el agua.”

Por eso, al menos, un día en la semana, y si adelanta trabajo, se escapa a surfear. Su meta es compartir su amor por el mar con sus estudiantes mientras enseña y surfea. Enseñar es un reto diario en la vida de Miguel. Si bien en un principio pareció una experiencia intimidante, luego entendió que realmente es en ese espacio, en el aula, en el que logras aprender bien lo que enseñas.

Actualmente, Miguel Canals se encuentra trabajando en el Caribean Coastal Ocean System (CariCOOS), un proyecto subvencionado por la NOAA, para medir y observar el mar.

Primeras cinco fotos de izquierda a derecha: Oliver Bencosme Palmer Última foto: Mydalis M. Lugo Marrero

Su ola perfecta es grande, preferiblemente que tenga tubo, olas con mucha fuerza, pero si no “Surfeo lo que sea.” Entre sus maniobras favoritas se encuentran dropearse y tubearse.

“Es un reto tener observaciones de nuestro entorno marino. Nuestro propósito es poner sensores para medir corrientes, olas, clorofila, salinidad, todos aquellos parámetros que afectan la calidad del agua y la navegación, entre otras cosas,” explicó Canals acerca de la importancia de este proyecto.

El mismo permite observar el entorno costero mediante la colocación de boyas oceanográficas. De esta manera, se pueden predecir las condiciones marinas, como son las olas y las corrientes. Al mismo tiempo, Miguel se encuentra colaborando con el Progama Sea Grant en investigación aplicada, particularmente en el proyecto de erosión costera en las playas de Rincón. Otro proyecto en el que está involucrado atiende la hidrodinámica de la Bahía de Guánica.

A a su corta edad, apenas 29 años, Miguel Canals todavía tiene muchas metas por alcanzar. Entre ellas, se encuentran entender más el mar y continuar trabajando en nuestras costas, conservar nuestros recursos costeros, y el acceso a las playas, para garantizarles nuestros recursos a las próximas generaciones.

El doctor Miguel Canals observando las olas en Sandy Beach, Rincón.

“El éxito es ser perseverante, lograr lo que te propones, sea lo que sea, y no rendirte.”

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