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El chinchorro de playa: Una tradición y una controversia
Buche del chinchorro en el agua, con la captura obtenida en uno de los arrastres en Combate, Cabo Rojo.
El chinchorro de playa:
Una tradición y una controversia
Por: Edgardo Ojeda Serrano, PhD y Omayra Hernández-Vale
El chinchorro de playa (o de arrastre) es un arte de pesca artesanal tradicional que cuenta con mucho arraigo histórico en Puerto Rico. Este método de captura ha sido objeto de muchas controversias y tema de discusión en diversos foros para el manejo de los recursos pesqueros en la Isla.
En Puerto Rico, el manejo del chinchorro ha estado sujeto a regulaciones, desde la época de la dominación española. Este arte de pesca estuvo permitido legalmente hasta febrero de 2004, cuando entró en vigor el nuevo reglamento correspondiente a la Ley de Pesquerías de Puerto Rico, aprobada en 1998. Luego de esto, los pescadores tuvieron un período de gracia para cambiar o modificar su manera de pescar, por lo que, a partir de febrero de 2007, quedó totalmente prohibido el uso y el manejo del chinchorro de playa. Durante los años 2008 y 2009, los respectivos secretarios del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), respondiendo a los reclamos de los pescadores
chinchorreros, para abastecerse de pescado durante la Semana Santa, emitieron órdenes administrativas para permitir su uso. Estas excluyeron su uso en áreas con fondos de yerbas marinas y de arrecife de coral. Actualmente, su uso está permitido y está sujeto a algunas reglamentaciones por parte del DRNA.
¿Qué es el chinchorro de playa? ¿Cómo es su diseño? ¿Cuáles son las razones que resultaron en su prohibición? El chinchorro de playa consiste de una red de barrido, la cual es desplegada, rodeando un área de la costa, con la ayuda de una embarcación. Luego de ser desplegada, es arrastrada hacia la orilla, desde uno de los extremos, tirada de las sogas por pescadores y, en algunos casos, por embarcaciones motorizadas.
El diseño de los chinchorros se compone de varias secciones o paños de mallas que, de acuerdo con el Reglamento de Pesca del 2004, se definen como: calones, segundos, batideros, bocheches y buche (véase sección Educando con el mar). Sin embargo, dependiendo de los pescadores de cada región o área pesquera, tanto los nombres de los paños, como su cantidad y extensión, varía. Estos paños se encuentran en pares, uno a cada lado, con excepción del buche, el cual es un solo paño que se encuentra al centro del chinchorro. Los primeros paños (calones, segundos, batideros, bocheches) mantienen encerrado el pescado, dentro del área delimitada por el chinchorro, mientras que el buche es el que determina la selectividad del arte.
Entre las razones que han hecho de este arte de pesca uno tan controversial, hasta el punto de ser prohibido, se pueden considerar: la baja selectividad pesquera del arte (esto es que no discrimina al capturar tallas pequeñas que son posteriormente descartadas, lo cual es conocido como pesca incidental o pesca de descarte) y el efecto que el arte puede causar sobre los fondos durante su manejo.
Investigación ante el reclamo de los pescadores Los pescadores chinchorreros de Puerto Rico, principalmente los del oeste de la Isla, se organizaron para reclamar públicamente que se les permitiera continuar ejerciendo sus labores de pesca con esta arte. Durante una vista pública, realizada el 29 de marzo de 2007, en Mayagüez,
Pescadores halando el chinchorro de playa en Guanajibo, Mayagüez.
Omayra Hernández, Patrick Reyes, Samuel García y Gloria Toro procesando la captura en Guanajibo, Mayagüez.
ante el Secretario del DRNA de turno, estos solicitaron que se realizara un estudio de la pesca con chinchorros, que incluyera su participación voluntaria. El Senado y la Cámara de Representantes de Puerto Rico, así como el pasado Secretario del DRNA, el señor Javier Vélez Arocho, endosaron la realización de este estudio. Por tal razón, el Programa Sea Grant, de la Universidad de Puerto Rico, diseñó y realizó un estudio con la participación directa de los pescadores de chinchorros.
En el estudio, titulado “Selectividad pesquera del buche (seno) en chinchorros de playa con mallas de 2.5, 2.0 y 1.0 pulgadas, a lo largo de la costa Oeste y Noreste de la isla de Puerto Rico,” se utilizaron diferentes tamaños de malla en el buche, dos redes chinchorreras tradicionales (1.0 y 2.0 pulgadas) y se integró un nuevo diseño (2.5 pulgadas) que, en teoría, debía disminuir la mortalidad en la pesca incidental o de descarte. ¿Dónde se realizó el estudio? ¿Qué chinchorros se utilizaron? ¿Cómo fue el manejo de los muestreos y quiénes formaron parte del equipo de trabajo? Para realizar el estudio, se seleccionaron 10 playas, donde tradicionalmente los pescadores realizan sus lances de capturas. Se efectuaron 72 lances de chinchorros, en 10 áreas seleccionadas por los pescadores, en los pueblos de Mayagüez, de Rincón, de Aguada, de Loíza y de Cabo Rojo. Por autorización del DRNA, y con el propósito de cumplir con los reclamos de los pescadores en demostrar que el chinchorro no afecta el fondo de yerbas marinas, fue que se cambió uno de los sitios de arrastres de Loíza por Combate, en Cabo Rojo. Los sitios de muestreos de Mayagüez, de Rincón, de Aguada y de Loíza se caracterizan por poseer fondos arenosos.
El chinchorro fue desplegado horizontalmente a la costa, a unos 4 a 12 cabos de la orilla (dependiendo del lugar), utilizando un bote con motor. Luego de desplegado, los dos extremos de sogas eran halados por 3-4 pescadores a cada extremo, manteniendo el buche siempre al centro del chinchorro. Sin embargo, el despliegue del chinchorro, en Combate, no se realiza en forma horizontal a la costa, como lo hacen los pescadores en Mayagüez, en Rincón y en Loíza, sino en forma sesgada, para cubrir mayor área, y manteniendo un ala cerca de la costa. En este caso, el chinchorro se comienza a halar, con un bote de motor, por uno de los extremos, hasta llevar la soga a la orilla donde los pescadores continúan halando.
Una vez finalizado el recogido del lance, los pescadores se encargaban de sortear la pesca entre lo que sería retenido, con fines comerciales o para consumo, de las capturas incidentales colaterales o Bycatch que habrían de ser descartadas. Durante el proceso de medición, se priorizaron todas aquellas especies protegidas por ley, con la excepción de la colirrubia (Ocyurus chrysurus) y el boquicolorado (Haemulon plumieri) que, por sus grandes volúmenes de captura en Combate, tuvieron que ser medidas con posterioridad. Luego de que la pesca se sorteaba y se atendían las especies protegidas, se procesaba (entiéndase identificar, medir y pesar) el resto de la pesca con la que los pescadores se quedaban.
El equipo de trabajo estuvo compuesto por los pescadores y por los técnicos de campo. Estos últimos, encargados de realizar los muestreos, incluyendo su coordinación y el procesamiento de las capturas, fueron los estudiantes doctorales del Departamento de Ciencias Marinas: Patrick Reyes, Omayra Hernández-Vale y Samuel García-Vázquez. También formaron parte del equipo Juan Laverde del Departamento de Biología, el doctor Edgardo Ojeda Serrano, especialista en pesquerías del Programa Sea Grant y Belkis Arce y Vanessa Ojeda. Las buceadas, con el propósito de determinar los tipos de fondos marinos, fueron realizadas por el doctor Edgardo Ojeda y por Omayra Hernández-Vale.
¿Cómo fue la distribución de las especies capturadas? ¿En qué se diferenciaron las áreas con fondos de arenas de las áreas con fondos de yerbas marinas? Los 25,493 peces capturados corresponden a 109 especies que representan a 47 familias, siendo los jureles (Carangidae), los roncos (Haemulidae), los corvinos (Sciaenidae), los pargos (Lutjanidae), las mojarras (Gerreidae), las sardinas (Clupeidae) y los róbalos (Centropomidae) las familias mejores representadas. En cuanto a las áreas de estudio, las que demostraron ser mejores áreas para la pesca con chinchorros tirado “a ciegas” resultaron ser Combate, Cabo Rojo, y las dos áreas de Mayagüez (Guanajibo y Boquilla). Por otro lado, la pesca con chinchorro, en las áreas de Aguada y de Rincón, no resultaron ser tan abundantes, debido a que los pescadores realizan sus lances solo cuando divisan una mancha de peces comiendo o brincando detrás de las sardinas, y la pajarera sobre ellos marcando el sitio, lo cual se conoce como pesca de bando.
Las capturas obtenidas, en las áreas de yerbas marinas de Combate, se destacaron por ser, en su mayoría, peces colorados y destinados a fines comerciales, catalogadas como pesca de primera. Por su parte, la pesca de Mayagüez se caracterizó por capturar peces estuarinos, comúnmente llamados peces blancos
Se conoce como pajarera al grupo de aves marinas que persigue un cardumen para alimentarse. Los pescadores se dejan llevar por la pajarera para saber dónde pescar.
o plateados, considerados como pesca de segunda y destinados mayormente para la subsistencia. En Aguada y en Rincón, cuando se realizan las pescas de bando, se capturan especies pelágicas, pero, al igual que en Mayagüez, también pueden capturarse peces plateados o blancos.
Porcentaje de individuos retenidos
Comparación entre los tres tamaños de malla en el buche de los chinchorros (2.5, 2.0, y 1.0 pulgadas) El corcobado, la colirrubia, el boquicolorado, la mojarreta
1” 2” 2.5”
Algunos de los peces colorados capturados de los fondos de yerbas marinas de Combate, Cabo Rojo. Peces blancos o plateados capturados en los fondos de arena de Mayagüez (Boquilla y Guanajibo).
Algunos de los pescadores de Aguada que colaboraron en Combate, Cabo Rojo. De izquierda a derecha, Miguel Feliciano (Papín), Baltazar Velázquez (Chalim), Bivaldo Agudo, Francisco Feliciano (Vitín) Rafael Arce (Cachito) y José Carrero junto al doctor Edgardo Ojeda y a Carlos A. Román (el segundo de derecha a izquierda).
y la pluma, aunque en diferente orden, estuvieron entre las 10 especies más abundantes para los tres tamaños de malla estudiados. Hay que reiterar que la colirrubia, el boquicolorado, al igual que la pluma (Calamus pennatula), fueron capturadas, casi exclusivamente, en Cabo Rojo. El corcobado (Selene brownii) y la mojarreta (Diaplerus rhombeus) fueron capturados, en su mayoría, en Mayagüez.
Las diez especies más capturadas, con la malla de 2.5 pulgadas en el buche, son consideradas
como pesca comercial, lo cual representa un punto a favor de los pescadores de chinchorros. En cuanto a la malla de 2 pulgadas, la mayoría de los individuos capturados también pueden considerarse como pesca comercial, con la excepción del casabe (Chloroscombrus chrysurus) y de la arenca (Opisthonema oglinum), las cuales son consideradas como pesca de descarte y de carnada respectivamente. En el caso del chinchorro, con malla de Se puede observar cómo la red, mientras está siendo arrastrada, prácticamente no roza el 1.0 pulgada en el buche, la fondo de yerbas. captura que predomina es considerada como pesca incidental. Entre ellas, encontramos peces como el sapito (Stellifer colonensis), un corvino pequeño; peces de carnada, como las sardinas cascarúa y machuelo (Harengula humeralis), y la caballa azul (Decapterus macarellus) y una gran cantidad de individuos pequeños de especies comerciales. Este estudio, además, demostró que según se aumenta el tamaño de malla en el buche del chinchorro disminuye tanto la cantidad de especies como el número de individuos capturados. Esto se debe a que la selectividad de la malla se va desplazando a la retención de las tallas mayores, dejando escapar un mayor número de individuos pequeños, a medida que crece o aumenta el tamaño de la malla. Con la malla de 1.0 pulgada, se capturó un total de 92 especies y casi el 60% del total general de individuos. Estas cantidades disminuyeron considerablemente con las mallas de 2.0 y 2.5 pulgadas con las cuales se capturaron 81 y 75 especies y solo se retuvo el 24.3% y el 16.3% de la captura respectivamente. En conclusión, al usar chinchorros con mallas en el seno de 2.0 y 2.5 pulgadas, se evita la captura de miles de juveniles de diversas especies, los cuales serían retenidos de usarse una malla de 1.0 pulgada.
Omayra Hernández-Vale tomando arena, material que caracterizó los fondos tanto de Mayagüez, como de Aguada y de Rincón. ¿Qué efecto tiene el chinchorro sobre los fondos marinos?
Todos los fondos, con excepción de Combate, resultaron ser de arena, sedimentos superficiales finos o una combinación de arena con sedimentos, sin estructuras que la red pudiera afectar. Las praderas de yerbas, en Combate, están compuestas, mayormente, por Thalassia testudinum, Syringodium filiforme y varias especies de Halimeda. Según quedó documentado en las grabaciones realizadas, el paso de la red sobre las yerbas marinas, durante los arrastres en Combate, y la manera en que fueron manejadas, no causan daños evidentes al fondo.
En esta tabla, se incluyen las disposiciones especiales para la pesca con chinchorro que, a la fecha de esta edición, han sido aprobadas e incorporadas en el Nuevo Reglamento de Pesca del DRNA de 2010, según fueron recomendadas en el presente estudio.
1
El chinchorro deberá tener un buche en forma de bolsa que permita que la captura permanezca en el agua, mientras se realice la selección de la captura permitida legalmente.
2
Los pescadores utilizarán un instrumento de medición que agilice el proceso de selección manual, especialmente para las especies reguladas por tamaño, como la colirrubia, el boquicolorado y los chapines.
3
El pescador devolverá vivos al agua, y a la mayor brevedad posible, todos los individuos no utilizables (pesca incidental o de descarte) para los cuales no va dirigido el esfuerzo de pesca.
4
Si en el fondo del lugar en donde se va a llevar a cabo la pesca existen yerbas marinas, la medida del buche será de un mínimo de dos y media pulgadas (2.5”).
Si en el fondo del lugar en donde se va a llevar a cabo la pesca, solamente hay presencia de arena, la medida del buche será de un mínimo de dos pulgadas (2”).
5
Se prohíbe el uso del chinchorro de arrastre, en un perímetro menor de trescientos (300) metros, equivalentes a novecientos ochenta y cuatro pies (984 pies) de la desembocadura de los ríos.
6
El largo de los chinchorros no podrá exceder de las ciento setenta y cinco brazas (175) equivalentes a trescientos veinte metros de largo (320 m).
7
En aquellos casos en los que, por accidente, un mamífero marino quede atrapado, el lance de chinchorro tiene que ser abortado antes de llegar a la orilla.