JESÚS CAMINO , VERDAD Y VIDA... Y «LOS DISCÍPULOS DEL CAMINO » Aquilino, Card. Bocos Merino, cmf
La sinodalidad tiene raíces más profundas que cuanto pueda evocar la mera organización de reuniones internas de la Iglesia. Ante todo, es un modo de vivir y de obrar del Pueblo de Dios Llevamos ya unos meses hablando de sinodalidad. Considero que nos conviene preguntarnos: ¿cómo hacer operativa esta sinodalidad en la que somos llamados a estar implicados como miembros del Pueblo de Dios? Ante todo, hemos de creer firmemente que caminamos bajo la acción del Espíritu Santo, que es quien convoca, inspira, guía y sostiene su Iglesia. El pueblo de Israel, cuando caminaba por el desierto, sentía la presencia, la protección, la compañía de la nube, que era el símbolo del Espíritu sobre la Iglesia peregrina por este mundo. Nosotros caminamos en pos de Jesús hacia el Padre, bajo la presencia del Espíritu Santo. Solo se nos pide que discernamos y acojamos la voluntad divina que se nos muestra a través de los signos y acontecimientos que nos rodean y de los hermanos y hermanas que peregrinan como nosotros. Ahora bien, si queremos hacer operativa la sinodalidad de la que hablamos, parece conveniente fijar la atención sobre algunos verbos que debemos conjugar en la primera persona del plural: “Nosotros”. Este “Nosotros” incluye: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Todos los miembros del Pueblo de Dios que tenemos una misma vocación a la fe, a la fraternidad y a anunciar la Buena Nueva del Reino. Enumero y comento estos verbos que ponen un correctivo a nuestro egocentrismo y a la indiferencia y promueven la concordia y el compromiso por la transformación del mundo según el designio de Dios.
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