Domingo de Pentecostes, Ciclo B 19 de mayo de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
El día en que la Iglesia honra y celebra al Espíritu Santo es en la Fiesta de Pentecostés. Esta fiesta ya existía desde antiguo. El pueblo judío, antes de la venida de Cristo, le llamaba la “fiesta de la siega”, pero popularmente se le conocía con el nombre de Pentecostés, porque se celebraba 50 días después de la fiesta de Pascua. Era una de sus tres fiestas principales. En ella se ofrecía a Dios las primicias de sus trabajos, lo primero que se cosechaba en el campo. Esa fiesta recibió su plena significación al llegar el Espíritu Santo. Así como la cosecha que se recoge es fruto del sacrificio del agricultor que ha sembrado y cuidado con mucho afán el crecimiento de la semilla, así también el Espíritu Santo viene como fruto de los sacrificios de Cristo y de su muerte en la Cruz. Ese gran sacrificio tuvo un fruto infinito. Incluso aún sigue recogiéndose una “mies” espiritual abundante, y así seguirá hasta el fin de los tiempos.
Signo visible
, ción occidental.
cípulos se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento muy fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos: se llenaron todos del Espíritu Santo” (Hechos 2, 1-4).
A partir de ese día, la Iglesia comenzó a propagarse, como el fuego, gracias a la acción del Espíritu Santo. El “fuego” de la fe fue prendiendo hasta llegar a toda la llamada civiliza-
Y podemos observar cómo aún continúa expandiéndose, ya que es tan poderoso que puede abarcar y transformarlo todo.
Cada bautizado está llamado a colaborar en la propagación del fuego de Dios, mediante su ejemplo, su palabra y sus obras, y cada uno donde Dios le indique. La vida de un cristiano ha de ser apostólica y evangelizadora.
El Espíritu nos hace nuevos
Jesús promete al Espíritu Santo para que acompañe y guíe. La promesa se verificó en Pentecostés, a través de un viento impetuoso y de lenguas de fuego. Jesús no nos deja solos, se hace cercano con su Espíritu. El Espíritu nos hace nuevas personas, como lo hizo con los Apóstoles: quienes ya no volvieron a ser como antes, sino que salieron sin temor y comenzaron a predicar que Jesús ha resucitado. El Espíritu cambia el corazón, ensancha la mirada de los discípulos, y los hace capaces de comunicar a todos, las grandes obras de Dios.
Fue el fuego la forma que eligió el Espíritu Santo para manifestarse cuando se posó sobre los discípulos de Jesús. El evangelista san Lucas dejó escrito vivamente cómo sucedió este acontecimiento: “El día de Pentecostés, todos los dis-
De pie
Dios nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse. En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31y 34
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra está llena de tus creaturas.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo; pero envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas. Ojalá que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor.
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 12, 3b-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. Palabra de Dios.
R. Aleluya, aleluya
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio segun Juan 20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de 2 De pie
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar". Palabra del Señor.
De pie
Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca siempre vivo en ella el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos sirva para alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Laoración o himno al Espíritu Santo tiene sus raíces en la tradición cristiana y se remonta a los primeros siglos del cristianismo. Desde el inicio de la Iglesia, los creyentes han buscado la guía y el consuelo del Espíritu Santo a través de la oración. En los Evangelios, Jesús prometió enviar al Espíritu Santo como Consolador y Ayudante para los creyentes. Esto se cumplió en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos y los llenó de poder y sabiduría divina.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido, luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo, Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquecenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
“Padre, ¿se puede ser católico y practicar el esoterismo?”
Una vez, una señora me preguntó: “Padre, ¿se puede ser católico y practicar el esoterismo? Porque tengo una amiga que lee los horóscopos, acude a que le lean las cartas, practica la brujería, dice que es magia blanca, pero igual asiste con frecuencia con brujos y hechiceros, aunque también acude a la Iglesia; yo le dije que, según
mi pobre entender, no se podía ser católico y realizar ese tipo de prácticas esotéricas; pero me dijo que ella no veía ningún problema, porque ella le daba su lugar a Dios y que esas prácticas eran inofensivas.
Entonces yo le dije: “El esoterismo es incompatible con la fe cristiana, porque es contrario al Primer Mandamiento de
la Ley de Dios, ya que no pone a Dios sobre todas las cosas, porque invita al hombre a confiar más en prácticas misteriosas y ocultas que en Dios. No hay nada más absurdo y contradictorio que un cristiano para quien Dios no es suficiente, y que necesite en su vida de prácticas oscuras y misteriosas para ir adelante”…
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