XXI Domingo Ordinario, Ciclo B 25 de agosto de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Hoy, en el Evangelio, Jesús nos invita a recordar, muy en serio, lo que signifi ca ser cristiano, lo que significa seguirle a Él. Y nos pregunta, como preguntó a sus Apóstoles, después de que tantos le abandonaran: “¿también ustedes quieren marcharse?”. ¿Qué vamos a responder a esta pregunta?
Seguir a Jesús resulta a veces oscuro, desconcertante, difícil, más exigente de lo que desearíamos.
Pero a pesar de esto, nosotros queremos seguir respondiendo a esta pregunta, de Jesús, lo mismo que respondieron los Apóstoles: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” ...” Los Apóstoles, y Pedro en nombre de todos ellos, responden así. No responden diciendo que todo lo que Jesús les decía resultaba fácil y sin problemas. No. Ellos, los A póstoles, tampoco veían muy claro lo que Jesús les decía y les pedía que hicieran. No lo veían muy claro; sin embargo, había algo que sí les resultaba clarísimo. Lo que habían encontrado en Jesús, no lo iban a encontrar
en nadie, en nada. “¿A quién vamos a acudir?”, dicen los A póstoles. “¿A quién vamos a acudir?, ¿qué haríamos sin la fe en Jesús, sin la P alabra de Jesús, sin el seguimiento de Jesús?, ¿dónde íbamos a poner la esperanza?”, podemos decir nosotros.
Como los Apóstoles, respondemos así.
Aunque a veces no lo veamos muy claro, queremos seguir a Jesús, queremos tenerlo como criterio de nuestra vida.
Queremos poner en Él nuestra confianza, queremos seguir reuniéndonos aquí, en torno a su mesa, para alimentarnos del pan y el vino que nos da su Cuerpo y su Sangre que nos ofrece para que tengamos vida.
En esta última semana del mes de agosto, habiendo retomado la vida normal del año, renovemos humildemente nuestra fe en Jesús. Queriendo avanzar en esta fe, queriendo ser cada día más fieles a esta fe, repetimos hoy, como los apóstoles: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el santo consagrado por Dios”.
De pie
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros corazones donde se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b
Sentados
En aquellos días, Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: “Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: ¿a los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor”. El pueblo respondió: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos y en los pueblos por donde pasamos. Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23
Sentados
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Los ojos del Señor cuidan al justo, y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios 5, 21-32
Sentados
Hermanos: Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada. Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Este es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Cfr. Jn 6, 63. 68
R. Aleluya, aleluya
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69
De pie
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?"
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios". Palabra del Señor.
ORACIÓ
De pie
Te pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia fructifique plenamente en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia, de tal manera tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
“Alma de Cristo” es una oración muy popular, que suele rezarse en comunidad o en lo individual después de comulgar, o también en las exposiciones del Santísimo. La oración nos ayuda a tomar conciencia de la realidad de la Eucaristía, del don que se contempla o se acaba de recibir. No se sabe con certeza quien es el autor, pero se le atribuye al Papa Juan XII, siglo XIV, ya que es el manuscrito más antiguo en el que aparece esta oración y que coincide con su Pontificado.
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame. Oh, buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
VISITAS VIRGEN DE ZAPOPAN DEL 26 DE AGOSTO AL 1 DE SEPTIEMBRE DE 2024
LUNES 26
17:00
Sagrado Corazón, Atlas
Decanato La Luz
MARTES 27
17:00
San Gabriel Arcángel Decanato San Pedro
MIERCOLES 28
17:00
San Pedro Apóstol Decanato San Pedro
JUEVES 29 17:00
San Alfonso María Ligorio Decanato San Pedro
VIERNES 30
17:00
San Miguel Arcángel Decanato San Pedro
SABADO 31 10:00
Preciosa Sangre de Cristo Decanato San Pedro
SABADO 31
17:00
Castísimo Patriarca San José Decanato San Pedro
DOMINGO 1 17:00
San Gabriel de la Dolorosa Decanato Miravalle
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Encierta ocasión, una joven me preguntó: “Padre, ¿cuándo un sacramento es inválido? Porque una vez escuché a un Sacerdote decir que tuviéramos cuidado de los falsos sacerdotes, porque los sacramentos que celebran son inválidos, yo, como nunca había oído hablar de sacramentos válidos o inválidos, por eso quise venir a preguntarle”.
Yo le respondí: “Un sacramento se considera inválido cuando no se cumplen los requisitos esenciales establecidos por la Iglesia para su celebración válida. Estos requisitos varían según el sacramento específico, pero generalmente incluyen elementos como la materia y la forma debidas, la intención del ministro, la autoridad y la observancia de las disposicio-
nes litúrgicas y canónicas pertinentes”.
Algunas razones por las que un sacramento podría ser inválido son: Falta de materia adecuada. En los sacramentos, como el Bautismo o la Eucaristía, se requiere el uso de una materia específica. Por ejemplo, en el Bautismo, se requiere agua natural, si se usa otro líquido en su lugar, el sacramento podría ser inválido.