XXXIV Domingo Ordinario, Ciclo B
24 de noviembre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 47
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
¡Sí
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
¡Sí
al término del Año Litúrgico, la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, nos hace dirigir la mirada hacia Aquel que, con toda justicia, es reconocido ahora como
el Dueño y Señor de todo lo que existe, pues Dios es el Padre Creador que nos ha llamado a la existencia y nos ha dado la vida, es el Redentor de la humanidad tras su caída en desgracia por
causa del pecado, y es también, el Santificador que , por medio de su Espíritu , nos va conduciendo a esa vida eterna a la que todos aspiramos por la fe; de modo que, debiendo a Él nuestro origen, cuanto somos o tenemos y nuestra bienaventuranza final, el día de hoy se nos invita a reconocerle como el rey de nuestras vidas.
No se trata de un rey como aquellos que solo se benefician de sus súbditos, sino de un rey que se entrega total y gratuitamente para bien de quienes en Él confían y aceptan su suave imperio. Un rey que nos ama y al cual amamos.
Un rey al que libremente sometemos nuestras voluntades, palabras y acciones, pues sabemos que solo en la observancia de sus preceptos podremos alcanzar aquel Reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, del amor y de la paz (cf. Prefacio de la Misa).
Lo confesamos rey
No permitamos, pues, que nuestras vidas sean regidas o gobernadas por falsos señoríos. El mundo, el demonio y la carne pretenden someternos a la esclavitud del pecado, a la tiranía del mal, cuyo resultado es un dominio de egoísmo, mentira, injusticias, violencia y muerte.
En el Evangelio de este día, Jesús es interrogado por Pilato acerca de si en verdad es rey, a lo cual responde con firmeza: «Tú lo has dicho, soy rey» (Jn. 18, 37). Hoy, todos los cristianos somos llamados a confesar con palabras y, sobre todo, con obras, que Jesús es el rey de nuestras vidas: ¡Señor, Tú eres rey! ¡Tú eres nuestro rey! (cf. Salmo responsorial, tomado del Salmo 92).
De pie
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Daniel 7, 13-14
Sentados
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 92, lab. lc-2. 5
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, para siempre está firme tu trono.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Del libro del Apocalipsis del apostol san Juan 1, 5-8
Sentados
Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén
Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa. “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso”. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
Sentados
R. Aleluya, aleluya
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el que llega, el reino de nuestro padre David! R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 18, 33b-37
En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”.
Pilato le dijo: “¿Con que tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Palabra del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS
DE LA COMUNIÓN
De pie
Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
año se termina, este domingo, Fiesta de Cristo Rey, es el último domingo del año. El próximo será el primer domingo de Adviento. Se trata, por supuesto, del año litúrgico, y de él es, en realidad, del que queremos hablar; de ese año que, como tiempo, comienza el primer domingo de Adviento y que termina el sábado después del domingo de Cristo Rey. Sobre el año litúrgico leemos en la constitución “Sacrosanctum Concilium” del Concilio Ecuménico Vaticano II: “La santa madre Iglesia... en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor”. En estos últimos días del año, la Iglesia, en su Liturgia, pone ante nuestra mirada la consideración de la muerte y de lo que después de la muerte está anunciado: juicio y eternidad. Así también en los himnos de la Liturgia de las Horas (el “Oficio” o “Breviario” que rezan los sacerdotes por obligación y otros muchos cristianos por devoción). Uno de esos himnos son parte de una larga obra en verso que escribió en el siglo XV don Jorge Manrique, obra que vino luego a conocerse como “Coplas a la Muerte de mi Padre”. Transcribimos aquí algunas estrofas de esa obra que aparecen como himnos de Vísperas (la oración de la tarde) en el libro de la Liturgia de las Horas: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
Encierta ocasión, un adolescente me preguntó: “Padre, ¿es pecado vivir en unión libre?”, yo le pregunté: “¿Por qué me preguntas eso?”, él me dijo: “Es que el otro día, mi hermano mayor les dijo a mis papás que se quería ir a vivir con su novia sin casarse y mis papás le dijeron que eso era pecado. Mi hermano dijo que no, porque los dos se amaban y no se iban a vivir juntos por pasión o por deseo, sino por amor, pero mis papás le dijeron que aun así era pecado, y también le preguntaron que si de verdad se amaban, ¿por qué
no se casaban? Mi hermano dijo que ellos no necesitaban estar casados por ninguna ley civil o eclesiástica para demostrar que se amaban. Siguieron discutiendo por un buen rato y luego mi hermano se fue enojado. Finalmente, yo no entendí si es pecado vivir en unión libre”.
Yo le dije: “La Iglesia enseña que vivir en unión libre o cohabitar sin estar casados con el sacramento del Matrimonio es pecado, debido a que la Iglesia enseña que el Matrimonio es un
sacramento, un compromiso sagrado ante Dios, una unión permanente y exclusiva entre un hombre y una mujer que se basa en el amor, la fidelidad y la apertura a la procreación”.
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Director Responsable y administración: Sr. Cango. Luis Enrique
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