I Domingo de Adviento, Ciclo C 1 de diciembre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 48
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla de los signos que precederán su segunda venida, mencionando fenómenos cósmicos y el temor de la humanidad ante lo que sucederá. Pero en medio de este escenario de incertidumbre, Jesús da un mensaje claro a sus discípulos: “Levántense, alcen la cabeza, porque se acerca su liberación”.
Este pasaje es profundamente significativo en el tiempo de Adviento, una época que nos invita a la esperanza activa y a la preparación. Aunque Jesús habla de momentos de caos y angustia, su mensaje no es de miedo, sino de confianza.
Nos recuerda que la historia está en manos de Dios y que su Reino de amor y justicia está cerca.
En nuestras familias, este Evangelio nos invita a reflexionar sobre cómo estamos viviendo la esperanza en el día a día. El Adviento es un tiempo especial para preparar nuestros corazones y nuestras vidas para la venida de Cristo, no solo en Navidad, sino en el fin de los tiempos. Esto nos desafía a evaluar nuestras prioridades: ¿Estamos centrados en lo esencial? ¿Estamos dedicando tiempo a fortalecer
los lazos familiares, al diálogo sincero, al perdón y a la oración compartida?
Cristo vive
Jesús nos invita a “estar vigilantes”, lo que no significa vivir en una ansiedad constante, sino vivir con el corazón despierto. En nuestras familias podemos aplicar esto creando espacios de oración y reflexión conjunta. Tal vez sea el momento de reunirse para encender la corona de Adviento, leer las Escrituras y hacer compromisos concretos de amor y servicio mutuo. De
esta manera, nos preparamos espiritualmente para recibir a Cristo, no solo como un acontecimiento festivo, sino como una transformación real de nuestras vidas.
En un contexto más amplio, el Evangelio nos habla de la necesidad de estar atentos a los signos de los tiempos.
Jesús nos invita a no ser indiferentes ante las situaciones de dolor e injusticia que vivimos en nuestra sociedad.
Levantar la cabeza y estar atentos significa comprometernos con la construcción de un mundo más justo y fraterno. El Adviento no solo es un tiempo de preparación interior, sino también un llamado a la acción en favor de los demás.
La mirada en Dios
Vivimos en un mundo con incertidumbres: crisis económicas, conflictos sociales, y problemas ambientales. Como cristianos, estamos llamados a no caer en la desesperación ni en el egoísmo, sino a mantener viva la esperanza y la fe en el poder transformador de Dios. Esto implica actuar con responsabilidad en nuestras comunidades, ayudando a quienes más lo necesitan y promoviendo la justicia y la paz. En este Adviento, la invitación de Jesús es clara: vivan con esperanza, estén despiertos a la realidad de su presencia en lo cotidiano, y prepárense para recibirlo en el amor, tanto en sus familias como en la sociedad.
Aún brilla su estrella
De pie
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro del profeta Jeremías 33, 14-16
Sentados
“Se acercan los días, dice el Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra. Entonces Judá estará a salvo, Jerusalén estará segura y la llamarán ‘el Señor es nuestra justicia’ ”
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14
Sentados
R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.
R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Con quien guarda su alianza y sus mandatos, el Señor es leal y bondadoso. El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza.
R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
De la primera carta del apostol san Pablo a los tesalonicenses 3, 12-4. 2
Sentados
Hermanos: Que el Señor los llene y los haga rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás, como el que yo les tengo a ustedes, para que él conserve sus corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos. Por lo demás, hermanos, les rogamos y los exhortamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan como conviene, para agradar a Dios, según aprendieron de nosotros, a fin de que sigan ustedes progresando. Ya conocen, en efecto, las instrucciones que les hemos dado de parte del Señor Jesús.
Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R. Aleluya, aleluya
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 25-38. 34-36 De pie
E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación. Estén alertas, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo
que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre. Palabra del Señor.
De pie
Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner nuestro apoyo en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
El Santo Padre ha anunciado que el año 2025 será un Año Jubilar. Algo que ocurre cada 25 años en la Iglesia. El lema de este Jubileo es “Peregrinos de Esperanza”. Iniciará oficialmente, en todas las diócesis de la Iglesia Universal, el 24 de diciembre próximo, Nochebuena, con la ceremonia solemne de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y se extenderá hasta el 6 de enero de 2026, cuando se clausurará.
ORACIÓN DEL JUBILEO
Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amen.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Enuna ocasión, una joven me preguntó: “Padre, ¿por qué la Iglesia no acepta a mujeres en el sacerdocio?”, yo le respondí: “¿Por qué me preguntas eso?”, ella me dijo: “El otro día oí a una maestra en la universidad que criticaba a la Iglesia, porque decía que es una institución misógina y machista, porque no permite que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, decía que la Iglesia se rige por criterios de la
Edad Media, porque discrimina a la mujer al no darle plenos derechos para que pueda ocupar puestos de dirección en ella”.
Entonces, yo le dije: “Mira, si una institución ha luchado para que sean reconocidos los derechos de las mujeres ha sido la Iglesia, la cual se opone a cualquier tipo de discriminación, especialmente por razón del sexo.
Ahora bien, la igualdad de
las personas ante Dios, no significa que deban hacer las mismas cosas o ejercer los mismos oficios o funciones. Si en la Iglesia las mujeres no acceden al Sacerdocio no es por misoginia o discriminación, sino porque Cristo eligió hombres para que fueran sus Apóstoles, y en la Última Cena ordenó Sacerdotes solo a los doce Apóstoles, es decir, ha sido voluntad expresa de Cristo que el sacerdocio haya sido conferido a varones.
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Padilla ·
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