III Domingo de Adviento, Ciclo C 15 de diciembre de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 50
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Este día celebramos el III
Domingo de Adviento, conocido también como el Domingo de la Alegría. El Evangelio de San Lucas (3,10-18) nos presenta a Juan el Bautista, quien, en un tono fuerte y claro, llama al arrepentimiento y a la preparación para la venida del Señor.
Auténtico con trabajo social
La gente, con una mezcla de esperanza y asombro, le pregunta a Juan: “¿Qué debemos hacer?” Y él responde con una invitación concreta y desafiante: vivir en justicia, compartir con los necesitados, y actuar con integridad.
La enseñanza de Juan el Bautista es una invitación a una vida auténtica y comprometida, que refleja nuestra fe en la vida diaria.
El Adviento nos recuerda que no basta con esperar pasivamente, sino que debemos prepararnos activamente. En este tiempo de Adviento estamos llamados a examinar nuestras vidas, reconocer aquello que nos aparta de Dios y del prójimo, y cambiar nuestras actitudes y acciones para acercarnos más a Él.
Este mensaje nos llena de esperanza y de alegría, porque sabemos que el Señor está cerca.
La venida de Cristo es una promesa de amor y de salvación, y preparar el camino para su llegada es una oportunidad de purificación y renovación de nuestras vidas. En este Domingo de la Alegría, recordemos que, aunque nuestra preparación implica sacrificio, la recompensa es una paz profunda y una alegría verdadera, que el mundo no puede darnos.
Autoridad es servicio
A quienes tienen más de lo necesario, Juan les pide que compartan. A los recaudadores de impuestos les pide que actúen con justicia. A los soldados, que no usen su poder para abusar de los demás. Hoy, estas enseñanzas se traducen en llamados para nosotros: ¿cómo podemos ser más generosos con nuestro tiempo, nuestras posesiones y nuestro amor? ¿Actuamos con justicia en nuestro trabajo y relaciones?
Hoy, más que nunca, el mundo necesita cristianos comprometidos, dispuestos a transformar sus corazones y acciones. Permitamos que esta semana de Adviento sea una oportunidad para profundizar en nuestra relación con Dios, para ser luz y esperanza, y para compartir la alegría de saber que el Señor viene a
¿Usamos nuestras
¿Usamos nuestras capacidades para servir y no para dañar?
¡Que la Virgen María nos acompañe en este camino y nos ayude a preparar nuestros corazones para recibir
Aún brilla su estrella
De pie
Dios nuestro, que contemplas a tu pueblo esperando fervorosamente la fiesta del nacimiento de tu Hijo, concédenos poder alcanzar la dicha que nos trae la salvación y celebrarla siempre, con la solemnidad de nuestras ofrendas y con vivísima alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro del libro del profeta Sofonías 3, 14-18a
Sentados
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos. El Señor será el rey de Israel en medio de ti y ya no temerás ningún mal.
Aquel día dirán a Jerusalén: “No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. Él se goza y se complace en ti; él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta”. Palabra de Dios.
Del salmo 1saías 12
R. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación
R. El Señor es mi Dios y salvador.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime.
R. El Señor es mi Dios y salvador..
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes.
R. El Señor es mi Dios y salvador.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los filipenses 4, 4-7
Hermanos míos: Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense! Que la benevolencia de ustedes sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Is 61, 1
R. Aleluya, aleluya
El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R. Aleluya.
del santo Evangelio según san Lucas 3, 10-18
Sentados
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.
También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer? Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.
Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merez- co desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fue- go. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.
Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.
Palabra del Señor.
Imploramos, Señor, tu misericordia, para que estos divinos auxilios nos preparen, purificados de nuestros pecados, para celebrar las fiestas venideras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Las Posadas son una tradición popular en México y otros países de América Latina, que se celebran del 16 al 24 de diciembre, en preparación para la Navidad. Su origen se remonta a la época colonial, cuando los misioneros españoles adaptaron prácticas indígenas para enseñar a los pueblos nativos la historia del nacimiento de Jesús. Inspirados en la búsqueda de posada por parte de María y José en Belén, los frailes crearon una celebración religiosa con procesiones, oraciones y cantos.
El signifi cado de las Posadas radica en revivir simbólicamente el peregrinaje de la Sagrada Familia, mientras se enfatiza el valor de la hospitalidad y la generosidad. Cada noche, los participantes llevan imágenes de José y María en una procesión, recorriendo casas y cantando hasta encontrar un “hogar” dispuesto a abrirles sus puertas. La ceremonia de “pedir posada” recuerda a los fi eles la importancia de acoger al prójimo, especialmente a los más necesitados.
Además del sentido religioso, las Posadas incluyen elementos festivos como piñatas, música y comidas tradicionales, lo cual fomenta la unión familiar y comunitaria. La piñata, generalmente en forma de estrella, simboliza la lucha contra el pecado, y su contenido de dulces y frutas representa las bendiciones de Dios.
Así, las Posadas combinan fe, cultura y celebración, invitando a las familias a prepararse espiritualmente para la Navidad y a recordar la importancia de abrir el corazón a los demás.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Unavez vino una señora de edad avanzada y me preguntó: “Padre, ¿hasta qué edad obliga la Iglesia a ir a Misa?”, yo le dije: “¿Por qué me pregunta eso?”, entonces ella me dijo: “Lo que pasa es que yo soy una persona viuda de 84 años de edad, y por mi salud tan frágil a veces me siento bien los domingos y a veces no, entonces cuando me siento bien les pido a mis hijos que me traigan a la Iglesia, pero cuando me siento mal me angustio y me preocupo por no
poder acudir, pero ellos me dicen que a mi edad ya no me obliga ir a la Iglesia”.
Entonces yo le dije: “Efectivamente, tiene usted toda la razón, ni la Iglesia ni el Papa han puesto jamás un límite de edad para que una persona pueda acudir a Misa, no existe ninguna disposición en ese sentido; sin embargo, hay que decir que la Iglesia, como buena madre, comprende y dispensa a sus hijos cuando por una razón grave no pueden acudir a Misa”.
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