Hoja Parroquial - 10 de Abril de 2016 - Num. 15

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N.º 15 • III DOMINGO

DE

PASCUA / CICLO C

• 10 de Abril de 2016 •

Apacienta mis Ovejas

E

n el evangelio de hoy, están allí los dos, Jesús y Pedro, con la experiencia de tres años de amistad, con sus momentos buenos y malos. Teniendo detrás de sí ese acontecimiento inesperado: la muerte de Jesús en la cruz; y ese otro suceso aún más insospechado: su presencia de resucitado al lado de Pedro. Se lo había anunciado a todos. Pero ninguno había hecho caso; ninguno había creído tal cosa. Sin embargo, todo había sucedido como él les había profetizado. Y Jesús pregunta a Pedro: “¿me amas?” Es el amigo que quiere saber; quiere estar seguro, como si tuviese necesidad de su apoyo, de su amistad, de su fidelidad; como si quisiera asegurarse de poder contar con él para siempre. Y Pedro responde: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Conoce su debilidad y no se enorgullece ahora de su amor ni de su lealtad hacia Jesús. Él, que conoce su corazón, sabe que lo ama de verdad. Tres veces la pregunta de Jesús, como tres veces le había negado. Pedro no puede afirmar nada después de lo que ha sucedido. Aunque ahora declare ser su amigo, quizá vuelva a negarle otra vez. Y Pedro mide su

debilidad, se da cuenta de sus limitaciones, de su radical pobreza. A pesar de todo, quiere a Jesús, porque es su amigo, porque es todo para él. No puede explicarlo, pero es así. Y se remite al conocimiento que Jesús tiene de él; él puede juzgar de la veracidad de sus palabras. A este hombre que conoce ahora su valía, a este amigo que le ha negado, Jesús le va a confiar la dirección de su propia misión: extender el amor por el mundo. “Apacienta mis corderos..., pastorea mis ovejas”. Jesús le confía lo que más quiere en el mundo, porque Pedro ha hablado esta vez no únicamente por sí mismo, sino por y con el Espíritu que está en él. Jesús le pide que el amor que le tiene a él lo demuestre en la entrega sin límites a los demás. El Pedro de la espada y de la violencia, el Pedro de las disputas y de las ambiciones por el primer puesto, tenía que morir para convertirse en el Pedro del amor, de la renuncia y de la entrega a los hermanos. “Apacentar”, “pastorear”, es conducir a los miembros de la comunidad a la vida según el Espíritu de Jesús; es velar por su fe y promoverla; es alimentar el amor, la unidad, la pobreza, la libertad, la justicia; es ser signo de alegría, de esperanza, de lucha por el mundo nuevo; es animar a una experiencia interior más que a un oficio: la gozosa experiencia del amor de Dios derramado en el corazón de los hombres.

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ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro con gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina...

SALMO RESPONSORIAL

Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b

R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29

R. Aleluya, aleluya. Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció de todos los hombres. R. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 27b-32. 40-41

En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los apóstoles y les dijo: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”. Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”. Los miembros del sanedrín mandaron azotar a los apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se retiraron del sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús. Palabra de Dios.

Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 11-14

Yo, Juan, tuve una visión, en la cual oí alrededor del trono de los vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de ángeles, que cantaban con voz potente: “Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”. Oí a todas las creaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar –todo cuanto existe–, que decían: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”. Y los cuatro vivientes respondían: “Amén”. Los veinticuatro ancianos se postraron en tierra y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Palabra de Dios.

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19

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n aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”. Ellos contestaron: “No”. Entonces Él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús, le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros. Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Continúa en Pág. 3


La Profesión de nuestra

Fe

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,

Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. [Después de almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le contestó: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, Tú lo sabes todo; Tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.] Palabra del Señor.

Jubileo de la Misericordia ¿Cómo Obtener Indulgencia Plenaria Durante el Año de la Misericordia?

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n cualquiera de los siguientes casos que se mencionan para obtener la indulgencia se debe cumplir primeramente con las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre. 1. Los fieles “están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión”. 2. El Papa Francisco señala también que cada vez que un fiel realice personalmente una o más las obras de misericordia corporales y espirituales “obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar”. 3. Sobre los enfermos y las personas ancianas que no pueden salir de casa, el Pontífice afirma que para ellos, en su hogar u hospital, “Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo

Gloria

Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;

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la comunión o participando en la Santa Misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”. Sobre los presos, el Pontífice explica que “en las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”. Indulgencia para los difuntos: “de igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

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Oración del Año de la Misericordia Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor, liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad sólo en una criatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!. Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia, sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos, se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción, para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

JUBILEO CIRCULAR 11, 12 y 13: Lunes, Martes y Miércoles NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, Santa Anita NUESTRA SRA. DEL REFUGIO, Cerro del Cuatro INMACULADA CONCEPCIÓN, Zalatitán SANTA MARÍA REINA SAN JUAN DIEGO, Sta. Margarita Reina SAN ANTONIO DE PADUA, Col. Vicente Guerrero NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, Matatlán SAN JOSÉ, San Miguel de la Paz

14, 15 y 16: Jueves, Viernes y Sábado SAN RAFAEL, Toluquilla NUESTRA SEÑORA DE LA AURORA MARÍA REINA DE MÉXICO CASTÍSIMO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ NUESTRA SRA. DE LA SALUD, Huentitán el Bajo CRISTO SALVADOR SAN ANTONIO DE PADUA, Ocotlán SAN ISIDRO LABRADOR, Jamay

CONSULTA LA HOJA PARROQUIAL: DIRECTOR RESPONSABLE: Pbro. Adalberto González González REDACCIÓN: Pbro. Alberto Ávila / Pbro. Juan Javier Padilla www.arquidiocesisgdl.org.mx/publicaciones/hojaparroquial Liceo 17, Guadalajara, Jal. Tel.: 3942-4305 DISEÑO E IMPRESIÓN: Centro Católico de Comunicaciones. ADMINISTRACIÓN: Pbro. Rubén Darío Rivera • Alcalde 294, Guad., Jal. Tel. 3614-2746 Tels. 3002-6470 • 3002-6471

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Boletín semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Tiraje de 200,000 a 300,000. $40.00 ciento


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