N.º 24 • D OMINGO XI O RDINARIO / C ICLO C
• 12 de Junio de 2016 •
Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?
E
n el Evangelio de hoy hemos escuchado cuál fue la pregunta de Jesús a sus discípulos. Una pregunta que les hace después de convivir con ellos largo tiempo. Y en un momento crucial de su vida, de su misión, cuando las cosas empiezan a ir mal y ya se puede prever el final trágico. Y los evangelistas captaron la importancia de esta pregunta ya que -a pesar de sus diferencias- la incluyeron en sus evangelios como un hecho central. La pregunta es: “Ustedes, ¿quién decís que soy Yo?". Es decir, la pregunta decisiva no se refiere a si ellos se consideraban discípulos (o, traducido a nuestra situación y lenguaje, a si nosotros nos consideramos cristianos, católicos). Sino que la pregunta decisiva se refiere a lo que cada uno de nosotros dice y cree, sobre Jesús. Dicho de otro modo: lo importante no es lo que decimos sobre nosotros, sino lo que cada uno de nosotros -en su corazón, desde lo más hondo- dice sobre Jesús. Hermanas y hermanos: esa es la pregunta que una y otra vez, en los momentos clave de nuestra vida, nos hace
Jesús en el secreto de nuestra relación personal con él: Y tu, ¿quién dices que soy yo? Sin embargo, podríamos añadir que la situación no termina aquí, ni con la pregunta ni con nuestra respuesta. En el Evangelio de hoy se ve muy claramente. Nuestra confesión de Fe, nuestra respuesta, se autentifica; adquiere verdad y realidad en el seguimiento de Jesús. "El que quiera seguirme", añade Jesús. "El que quiera", es decir, se trata de una invitación, no de una imposición. Una invitación que -como dice el evangelista Lucas- hace Jesús "dirigiéndose a todos". No se excluye a nadie; pero la respuesta es personal, de cada uno. Creemos en Jesús para seguirle. Una simple afirmación de nuestra Fe en él; sin seguimiento, sería palabra sin verdad, palabra sin hechos, palabra sin compromiso. Puede ser -y por experiencia lo sabemos todos- que nuestro seguimiento sea a medias, mezcla de buena voluntad, tibieza y pecado. Pero el propósito, el empeño, el esfuerzo por seguir a Jesús, es lo que da verdad a nuestra Fe, lo que la atestigua como mucho más que palabras sin contenido vital.
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ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude, bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en el cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
SALMO RESPONSORIAL Sal 31, 1-2. 5. 7. 11
R. Perdona, Señor, nuestros pecados. Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. R. Perdona, Señor, nuestros pecados. Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. R. Perdona, Señor, nuestros pecados. Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. R. Perdona, Señor, nuestros pecados. Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo. R. Perdona, Señor, nuestros pecados.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 1 Jn 4, 10
R. Aleluya, aleluya. Dios nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados. R. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Lectura del segundo libro de Samuel 12, 7-10. 13 En aquellos días, dijo el profeta Natán al rey David: “Así dice el Dios de Israel: ‘Yo te consagré rey de Israel y te libré de las manos de Saúl, te confié la casa de tu señor y puse sus mujeres en tus brazos; te di poder sobre Judá e Israel, y si todo esto te parece poco, estoy dispuesto a darte todavía más. ¿Por qué, pues, has despreciado el mandato del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? Mataste a Urías, el hitita, y tomaste a su esposa por mujer. A él lo hiciste morir por la espada de los amonitas. Pues bien, la muerte por espada no se apartará nunca de tu casa, pues me has despreciado, al apoderarte de la esposa de Urías, el hitita, y hacerla tu mujer’”. David le dijo a Natán: “¡He pecado contra el Señor!” Natán le respondió: “El Señor te perdona tu pecado. No morirás”. Palabra de Dios. Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los gálatas 2, 16. 19-21 Hermanos: Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley, sino por creer en Jesucristo. Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley. Porque nadie queda justificado por el cumplimiento de la ley. Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. Así no vuelvo inútil la gracia de Dios, pues si uno pudiera ser justificado por cumplir la ley, Cristo habría muerto en vano. Palabra de Dios.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 36-8, 3
E
n aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume. Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: “Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora”. Entonces Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. El fariseo contestó: “Dímelo, Maestro”. Él le dijo: “Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”. Entonces Jesús le dijo: “Haz juzgado bien”. Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa Continúa en Pág. 3
La Profesión de nuestra
Fe
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama”. Luego le dijo a la mujer: “Tus pecados te han quedado perdonados”. Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: “¿Quién es éste, que hasta los pecados perdona?” Jesús le dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”. [Después de esto, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.] Palabra del Señor.
Tercera obra de Misericordia
“Vestir al Desnudo”
S
Mt. 25,36: “Estaba desnudo, y me vestiste”
an Lucas en 16,19 nos muestra la parábola del rico Epulón, la desnudez total de Lázaro y la indiferencia del rico. El rico tiene todo, banquetea diariamente, se siente seguro, vive en la inconsciencia, no ve al pobre, no necesita a Dios. Lázaro está enfermo, hambriento, desnudo, excluido, ignorado; su única esperanza es Dios. Es el rostro de los hermanos empobrecidos e ignorados: niños, enfermos, campesinos, obreros, mujeres, pobres, excluidos, vícti-
Gloria
Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
mas de la violencia… Vestir al desnudo significa abrir nuestros ojos para mirar las miserias y heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad; encontrarnos en ellos con el Cristo pobre y desnudo, romper la barrera de la indiferencia y cubrirlos con el vestido de una vida más digna. ¿Qué vamos a hacer para vestir a los que la pobreza, la explotación y la violencia tienen desnudos? Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
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JUBILEO CIRCULAR 13, 14 y 15: Lunes, Martes y Miércoles SAN CRISTÓBAL MAGALLANES Y COMPAÑEROS MÁRTIRES SANTA ANA TEPATITLÁN SAGRADO CORAZÓN, Las Pintitas LA ANUNCIACIÓN SAN JUAN BAUTISTA, San Miguel SAN ANTONIO DE PADUA, El Zalate NTRA. SRA. DEL SOCORRO SEÑOR DE SANTA ROSA, San Martín de Bolaños SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, La Cruz Azul 16, 17 y 18: Jueves, Viernes y Sábado LA SANTA CRUZ, Tesistán VIRGEN DE GUADALUPE REINA DEL TEPEYAC SAN ANTONIO DE PADUA SAN GABRIEL CRISTO REY, La Cabaña SAN PÍO X SANTO NIÑO DE ATOCHA, Primer Vergel SAN FRANCISCO DE ASÍS, Cuitzeo SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, Col. Jauja
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