N.º 3 • Domingo II Tiempo Ordinario / Ciclo C
• 17 de Enero de 2016 •
La Boda de CANÁ
H
emos escuchado, en el Evangelio de hoy, el relato de las Bodas de Caná. El evangelista nos invita a que fijemos nuestra mirada en el joven Jesús, allá en la fiesta. Él no la preside, es un invitado más, participa como todos de la alegría de aquella gente del pueblo. Participa de tal modo que –nos dice el Evangelio de Juan– allí Jesús "comenzó sus signos, manifestó su gloria". ¿Habríamos imaginado nosotros que el Hijo de Dios haría el primero de sus "signos" –de los que nosotros llamamos sus "milagros"–, manifestando su "gloria" y así –dice también el Evangelio– crecería "la fe de sus discípulos en Él", a base de transformar el agua en vino, y en vino "bueno", para alegrar más una fiesta popular, una fiesta de casamiento que ya habría durado lo suyo, dado que ya se había terminado la reserva prevista de vino? Probablemente no lo habríamos imaginado, porque quizá no es esa la imagen que solemos tener del Señor Jesús. Por eso bueno será que conservemos esta imagen de Jesús en Caná bien presente, para que sepamos percibir cuál es su "gloria" –es decir, su modo de manifestarse, de darse a conocer como Hijo de Dios– y para que así, de verdad, crezca nuestra fe en Él. Dicen los entendidos en Liturgia que este primer domingo después de las fiestas de Navidad y Epifanía, después de la fiesta del Bautismo del Señor, está aún impregnando de lo que todas estas fiestas recientes nos han querido enseñar: son fiestas que –con palabra sabia– denominan "epifánicas", que quiere decir que nos reflejan cómo Dios se manifiesta, se revela, se da a conocer, en el niño, en el joven, en el hombre Jesús de Nazareth. Y, de hecho, en la Liturgia antigua –y especialmente en la de las Iglesias del oriente católico y ortodoxo–, la gran fiesta de la Epifanía (es decir, de la Manifestación del Señor) incluye tres hechos de la vida de Jesús, tres manifestaciones de su gloria: la manifestación a los Magos (que simbolizan a todos los pueblos, a todos los hombres que buscan), la manifestación en su Bautismo por Juan (donde el Padre le llama "Hijo" y donde el Espíritu desciende sobre Él), y esta fiesta de Caná (donde Jesús realiza su primer "signo"). Todo ello nos indica la importancia del Evangelio que hoy hemos leído: nos enmarca –nos manifiesta– cómo el
hombre Jesús revela la gloria de Dios que hay en Él. Y por ello es importante que volvamos a sentirnos inmersos en aquella fiesta, en aquel casamiento, y volvamos a fijar nuestra mirada en ese joven Jesús que quiere que la fiesta no decaiga y del agua hace "vino bueno". Cuando nosotros venimos cada domingo a Misa, venimos a una fiesta. Una fiesta que –ésta sí– la convoca el Señor y Él preside. Venimos también nosotros a buscar el "vino bueno" que Él nos ofrece. El "vino bueno" de su palabra, el "vino bueno" de su amor, el "vino bueno" de su Cuerpo y Sangre que se nos dan como don para alimentar y alegrar nuestra vida. Que hoy y cada domingo, veamos en esta fiesta que nos reúne un "signo" de la presencia del Señor Jesús entre nosotros, que manifiesta su gloria, que alimenta y hace crecer nuestra fe en Él. Como decimos antes y después de escuchar cada domingo la lectura del Evangelio: "¡Gloria a ti, Señor!", "¡Gloria a ti, Señor Jesús!".
1
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 95, 1-2. 2b-3. 7-8a. 9-10ac
Lectura del libro del profeta Isaías 62, 1-5
Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha. Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano. Ya no te llamarán “Abandonada”, ni a tu tierra, “Desolada”; a ti te llamarán “Mi complacencia” y a tu tierra, “Desposada”, porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra. Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo. Palabra de Dios.
R. Cantemos la grandeza del Señor. Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. R. Cantemos la grandeza del Señor. Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. R. Cantemos la grandeza del Señor. Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R. Cantemos la grandeza del Señor. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. “Reina el Señor”, digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia. R. Cantemos la grandeza del Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 2 Tes 2, 14
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el Pan del Cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
2
De la carta del apóstol san Pablo a los corintios 12, 4-11
Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir los espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro, el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su voluntad. Palabra de Dios.
EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11
E
n aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la Madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”. Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”. Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales milagrosas. Así mostró su gloria y sus discípulos creyeron en Él. Palabra del Señor.
La Profesión de nuestra
Fe
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por Quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos; te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Gloria
Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
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Jubileo Circular 18, 19 y 20: Lunes, Martes y Miércoles
Ntra. SEÑOra de los Dolores San Carlos Lwanga San Carlos Borromeo San Vicente de Paúl Santa Elena de la Cruz Señor de la Ascensión, Jocotán Las Cruces, Juchipila San José de las Moras 21, 22 y 23: Jueves, Viernes y Sábado
San Juan Bautista, Mexicaltzingo Ntra. SEÑOra de Aránzazu Ntra. SEÑOra de Huentitán Ntra. Sra. de Guadalupe, Unidad Arandas La Divina Providencia, Arroyo Hondo Señor de la Misericordia, Ocotlán El Remolino San Pedro de Ruiz
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