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Un recuerdo musical. Maricruz Carreño

Un recuerdo musical

Maricruz Carreño

Belén estaba otra vez ingresada. No sé cuántos ingresos se habían producido en esos 9 años… ni los puedo contar. A Belén la conocí en coma hipercápnico, intubada, con unos cascos en las orejas conectados a un viejo cassette, con su madre a su lado, cambiando las cintas del cassette… entre otras cosas.

Y ahora volvía a estar allí, siempre sonriente, con su melena rubia, su eterno desparpajo y su interminable locuacidad. —¿A qué no sabes lo que ha pasado? —me espetó nada más abrir la puerta. —Te voy a poner una canción.

Y sin darme tiempo a hablar, ni a saludar siquiera, le dio a un botón y empezó a sonar una canción.

“When you are down and troubled, and you need some loving care, and nothing, nothing is going right…”

La reconocí inmediatamente. Era una de mis canciones favoritas, de los años 70, ese pop para mí irrepetible. “You’ve got a friend.” —¿La conoces? —sonrió. —¡Claro, es de Carol King! —Y, ¿sabes de qué época es? —me preguntó. —Sí. Años 70. No sé qué año exactamente. Sé que yo la tocaba con la guitarra. Estaba en un disco de vinilo, Tapestry. En la portada aparecía Carol King, con vaqueros, pelo largo y rizado, sentada y con un gato. Pero, ¿por qué me preguntas todo eso?¿Qué es esto? ¿Un examen de cultura musical? ¿O es que vas a hacer un reportaje de los tuyos?

Belén había terminado periodismo, y casi a cada revisión me contaba una experiencia laboral nueva, a cada cual más entretenida. —Así que esto no es de mi época para nada —me dijo Belén. —Yo aún ni había nacido… ¿Tu hija lo conoce? —preguntó curiosa.

Las preguntas me resultaban cada vez más sorprendentes. —Pues no lo sé. Yo canto con la guitarra y esa es una de las canciones que canto, especialmente si estoy triste, y está en mi lista de favoritas. Supongo que la habrá oído, pero no se la sabe, no es de su época, seguro.

Belén iba poniéndose cada vez más contenta y con auténtica cara de satisfacción. Comenzó a tararear la canción. —Ves, yo sí me la sé.

Y siguió cantando. —Vale, ¡qué bien que te guste la buena música! —comenté. —Me alegro mucho, pero, ¿por qué me cuentas todo eso? Desde luego no estás muy mal, basta verte.

Entonces intervino Nieves, su madre. —¿Te acuerdas cuando viniste a vernos por primera vez, cuando Belén estaba en coma?

Sí, me acordaba perfectamente de la imagen, de lo desvalida que me había parecido en la cama, tan pequeña, ventilada por la traqueostomía, con los cascos puestos. Recordaba a Nieves arreglándole el pelo, dándole masajes en los brazos y las piernas con una crema que olía muy bien, acariciándole la mano, hablándole como si se enterara de todo y explicándole quién era yo y lo que hacía allí. Y con los cascos donde le ponía música, la música que a ella, a Nieves, le gustaba, inasequible al desaliento.

Por fi n entendí lo que me querían decir. Que en ese tiempo tan duro y difícil, Belén estaba allí y recibía esos estímulos, que tenía recuerdos de esos momentos. Que los desvelos de su madre habían servido, que no se había sentido sola.

No sólo conocía esa canción, sino que casi se sabía de memoria un montón de canciones de esas cintas que le habían ayudado a salir de aquella situación y eran responsables en gran medida del milagro de la vida de Belén. Ahora, durante este nuevo ingreso había tenido la ocasión de volver a escuchar las cintas de antaño, y en lugar de sentirse encerrada entre cuatro paredes, con el ánimo bajo, se había encontrado con un dulce recuerdo, un dulce y maravilloso recuerdo musical. ¿Quién sabe lo que pasa cuando un paciente está en coma y le están ventilando? Yo no lo sé. Me impactó la película de Almodóvar Hable con ella, donde transmite que el cariño y el cuidado ayudan a volver a vivir. Pero sí sé que el cerebro sigue funcionado y recibe estímulos, y que esos estímulos ayudan a salir adelante y no sentirse solo.

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