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Carlos Alberto Villalta Barberena
Consulta y asistencia con Distanciamiento Social por Caso Covid-19
Carlos Alberto Villalta Barberena
Fue el 29 de marzo del 2021. Mi colega me llama por teléfono y me dice: «Carlitos, quiero que te hagas cargo de una paciente mía que tuvo Covid en el mes de julio del año pasado y a la que ahora su esposo le nota una cierta debilidad, llamándole la atención que sólo quiere estar dormida. Le he recetado ivermectina y azitromicina, hoy es el último día, pero quisiera que tú te hicieras cargo. Le he manifestado a su esposo que te llamaría. La radiografía no tiene mayor cosa.»
Le hago algunas preguntas y acepto comunicarme con el esposo.
Al hacerlo, me relata casi lo mismo. Pregunto por la saturación de oxígeno, y me reporta 90%, no hay disnea y pudo caminar al gabinete para tomar la radiografía sin ninguna difi cultad, come bien, bebe líquidos y medicamentos que se le proporcionan sin mostrar difi cultad alguna. Solicito que me envíe la foto de la radiografía por el móvil y observo que está al revés, con una leve opacifi cación periférica basal bilateral. Nada extravagante, pues esa misma imagen ha sido considerada normal por muchos colegas en otros casos compartidos considerando que es foto de móvil. Son las 7:19 de la tarde.
Inicio una conversación, diálogo, discusión amistosa explicando que me he mantenido atendiendo interconsultas sólo por teléfono desde hace 14 meses, tiempo durante el cual he seguido algunos criterios personales para tomar decisiones más determinantes y menos contemplativas de acuerdo a las circunstancias y recursos disponibles, por lo que en este momento puedo argumentarle que he mantenido a los pacientes en su casa con oxígeno complementario y medidas caseras cuando la saturación está entre 92 y 94%, pero que les recomiendo ayuda hospitalaria cuando la saturación está entre 90 y 92%. Por lo tanto, mi recomendación es hospitalizarla inmediatamente, no en un hospital privado, sino en el hospital público, pues considerando que su evolución corresponde
al intervalo del día 8-9 al 12, me parece que es un Covid-19 en evolución impredecible, por lo que por su seguridad y por los requerimientos médicos es imperativo su ingreso.
Su esposo me argumenta y discute que él no la ve tan mal y no quiere que vaya al hospital público, pues considera que son muchos los riesgos de contagio y pueden pagar el hospital privado. Que si podemos ponerle oxígeno en casa. Llora, se altera su estado emocional y altera la voz.
Lo dejo tomando nuevamente la saturación. Me comunico con mi colega, le expongo la situación, mi conclusión y recomendación. Está de acuerdo, hablará con el esposo y, aunque es difícil, conseguirá la cama en el hospital público.
Hablo nuevamente con el esposo, le pido la foto del oxímetro y me refi ere que la saturación está en 89-90%, igual que en la tarde, y que el pulso le bajó. Ha hablado con su médico y acepta el traslado al hospital. Son las 7:48 de la tarde.
Al día siguiente me comunica que la ingresaron, mejoró con oxígeno a 3 litros por minuto y la encontraron un poco deshidratada. Se disculpa por su conducta descontrolada de la noche anterior y está más calmado y consecuente.
A las 48 horas del ingreso le reportan que está bien.
Pienso que tal vez me equivoqué en cuanto a la gravedad de la situación, pero a las 72 horas de su ingreso me comunica que su esposa ha desmejorado y le han colocado sistema de oxígeno a alto fl ujo de 15 litros por minuto y habrá que esperar a cómo reaccione.
Preguntó: «¿Se me va a morir mi esposa, doctor?».
Se mantuvo comunicándome los reportes que por teléfono le hacían saber 2 veces al día.
Su estancia hospitalaria fue de 4 semanas.
Me dijo: Si no le hago caso y no la ingreso en el hospital, se me hubiera muerto, doctor.
A la semana del alta mantenía saturación de 91-92% al levantarse, y al ponerse boca abajo, 95 y 96%.
Al fi n me enteré de los ejercicios recomendados con las bolitas, pero ella soplaba en lugar de aspirar: no fueron adecuadas o claras las indicaciones o no se entendieron. Aunque también había mucha ansiedad y miedo. Comunico correcciones.
Se cansaba mucho al subir las escaleras del 1o al 2o piso y tuvo que hacerlo sentada.
Poco a poco va recuperándose y a las 4 semanas del alta levanta las 2 bolitas, manteniéndolas al nivel. Sube y baja las escaleras hasta 3 veces y su radiografía de tórax con fecha 27 de mayo del 2021 dice en conclusión: «Radiografía de tórax sin hallazgos patológicos».
Su esposo me ha mantenido informado mediante 2 o 3 llamadas telefónicas por semana en el día o en la noche, o yo le he llamado para informarme.
Su corredora de seguro de salud le ha dicho que debe darle las gracias a Dios y a los médicos que le aconsejaron no ir al hospital privado, pues han recibido facturaciones de hasta 80.000 dólares y al paciente le tocaría pagar el 20%, que no es nada despreciable si consideramos la falta de ingresos por no trabajar por la pandemia.
Su esposo me pregunta: «¿Cuánto le debo doctor? ¿Cuándo me va a decir cuánto son sus honorarios?»
Pues, no sé.