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Unos audífonos, por favor. Josefi na Fernández Díaz
Unos audífonos, por favor
Josefi na Fernández Díaz
“Unos audífonos, por favor”. Una sencilla manera de compensar este protocolo de ausencias. Mañana será diferente, les podrá oír, aunque sabía que Ella los sentía desde la negación del sonido.
“Compartir experiencia emocional con el paciente”. Nuestra experiencia en ese momento era poder defenderle de tanta adversidad, nos estábamos dejando la piel y el alma. Ánimos devastados, lo habíamos intentado todo, desde la improvisación ante lo desconocido e inesperado hasta la aplicación de las técnicas de manipulación respiratoria más avanzadas.
Que no, que no me quiten el aire que respiro.
Corría noviembre del 1996, Parador de Sigüenza (Guadalajara), bajo la absorta mirada del Doncel se celebraba la “IX Reunión del Área T.I.R. de S.E.P.A.R”. Una organización impecable por parte del Hospital Universitario de Guadalajara, la Secretaría Técnica igualmente fue felicitada. Ella, a cargo de la misma, pasaba largos momentos en la sala de conferencias controlando los medios audiovisuales. Fue allí donde empezó a oír hablar del alto índice de mortalidad de las enfermedades infecciosas, de la tuberculosis pulmonar como una de las mayores plagas del siglo. Oyó hablar de gases de efecto invernadero, de cambio climático, de la vulnerabilidad de las personas que padecían enfermedades infecciosas. Quedó impactada, “una de las mayores plagas”. Pero también oyó hablar de esperanza.
Que no, que no me quiten el aire que respiro.
En junio del fatídico 2020. Mujer de 60 años que acude a urgencias por diarrea y fi ebre, que no remite con medicación vía oral, tras haber dado positivo de Covid-19 siete días antes. Refi ere empeoramiento clínico necesitando aporte de oxígeno con mascarilla de reservorio a 10lx’ para establecer niveles de saturación de oxígeno en sangre.
Diagnóstico: neumonía por coronavirus.
Empeoramiento progresivo que obliga al traslado a la UCRI. Es allí donde la conozco y comparto día a día sus experiencias médicas y emocionales. Hacemos vídeollamadas con sus familiares a pesar de la gran difi cultad debido a su merma auditiva. Ella se emociona, son conversaciones sordas pero lo sufi cientemente expresivas para percibir el cariño de los suyos.
Mañana les oirá mejor, la simple compra de unos audífonos me proporcionaba un reforzamiento emocional, me reconfortaba. “Unos audífonos, por favor.”
De vuelta al trabajo, del que nunca me había ido estos últimos meses, la busco y no la encuentro. Llegué tarde, llegué con mi audífono en la mano cuando Ella dejó de oír, escuchar y sentir defi nitivamente.
Causas de la defunción: muerte por Covid-19. Sólo pude certifi car su exitus letalis.
Aquella mujer que un día escuchó también hablar de “un prometedor y esperanzado horizonte para optimizar el control, disminuir la mortalidad y mejorar la efectividad de los tratamientos”. También oyó hablar de esperanza, de la esperanza que viene.
Que no, que no me quiten el aire que respiro. Ese aire de esperanza y de futuro. ¡Gracias a los neumólogos y a tanto personal involucrado en historias reales como la esta!