La Anónima / número ocho
Editor en jefe Matías Ciccolella Subeditor Juan Martín Vidal Comandos centrales Flavius Volátil Edición y diagramación Juan Carlos Ciccolella Coordinación y arte de tapa Ser Sur Ediciones / sersurediciones.blogspot.com
Colaboraciones espaciales: Arte de página central Tomás Vidal Sección “Volver a leer” Gito Minore
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La Anónima
cuando la poesía se hace de todos
Distribución gratuita Contacto revistalaanónima@gmail.com ISSN 2408-4565 Ser Sur Ediciones Arzobispo Espinoza 203 5º 2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina sersurediciones.blogspot.com //// 2
Falsa editorial
Busqué, en el fondo de la noche. Perdí, ideas que tenía soñadas. Me vi, postergando lo que sentía. Y amé esos instantes que vagué en la oscuridad. Caí, con tu llanto y el mío. Tardé, en comprender tus luces. Alcé, la mira hacia el horizonte. Puedo ver, que de alguna forma, todos somos uno.
Matías Ciccolella / ciccolella.m@gmail.com 3 ////
Necesidades básicas
¡Te odio! Quiero expulsarte de mi panteón. ¡Te extraño tanto! Como un galeote extraña su cadena, Como un condenado a muerte extraña su celda, Como un topo extraña la luz. Fuimos fuego y mentira; Pero en el fondo de estas cenizas Te necesito aún: Porque eras mi puñal cuando estaba desarmado, Porque eras mis muletas cuando no podía caminar. Estoy solo, Y te deseo lo peor. Quiero que sepas lo que es estar perdida ante el destino: Sin saber de dónde vienen los tiros, O hacia dónde sopla el viento. Quiero olvidarte: Que seas una zapatilla vieja En mi mesa de luz; Usar tus cartas para encender cigarrillos. Como un adicto que ama y odia a su perdición Me aplico inyecciones de recuerdos Para olvidarte. Me emborracho, me medico, fumo. Sos mi vicio y mi caída. No puedo olvidarte, Porque hacerlo sería dejar una parte de mí; Pero tampoco puedo amarte, Porque no te tengo. Paraíso perdido, Infierno de cada día: ¡Hasta siempre! Con todo mi rencor.
Juan Martín Vidal / jmvidal100@hotmail.com / www.laluzdelregreso.blogspot.com //// 4
Seis tesis existencialistas
I Tu nombre se escribirá con trece trazos y evocará la luna, el plomo, la sal, la mugre. II Tus días, Sísifo, se consumirán en la fatiga de la piedra; tus noches, insomnes, se disiparán envidiando la apoteosis de Heracles. III Su boca, su sexo, te recordarán el color de esas flores de cerezo que caían a la misma velocidad con que se alejaba. IV Un día, descubrirás que los dioses no se interesan por los asuntos humanos, que nadie confía ni practica los valores aprendidos en la infancia, que la patria es sólo uno de los datos personales del formulario, que tener es más importante que ser; y así, carente de brújula, vagarás eternamente en círculos en medio de un desierto de cinco metros de diámetro. V No hay causa final para la apertura de tus ojos. Salvo, quizá, ser la causa final de otros pares de ojos. VI Como al agua, como al oro, como a sus besos, como a su sexo, como a la juventud perdida, como a la gloria, desearás al olvido.
Ezequiel Ferriol / idusaprilis@gmail.com 5 ////
Incendiario
Fue en las praderas del insomnio: llano, colmado de laureles, donde incendié los bordes del solsticio. Erguido a los hilos de las estrellas, una por una, reinventando la noche. Al temblor de mares, al frágil mundo, buscando quien palpite junto a la inocencia. Humedeciendo las rocas, acariciando el destino arenoso. Un largo camino en la túnica del día, me descubría cómplice –antes que despertasen las especies infecundas de la tierra– en los delirios tenues de rocío. ¡La huella fugitiva! ¡El reflujo de los corazones!; cuando aniden la mañana, y viertan sobre ella destellos de semblanza, crecerán los bosques, amenizando el veneno de mi blanco paladar.
Maximiliano E. Ratica / crimendivinaproductor.tumblr.com //// 6
Fragmento de un cuento desesperado
El viento la obligaba a sostenerse el sombrero azul que estaba estrenando ese día. Quizá no hacía tanto frío, pero sentía que no llevaba la cantidad de abrigo suficiente. Cruzó la calle. Allí estaba él, esperándola, como siempre, como nunca. Lo saludó con un beso corto, casto. Él le había comprado una flor. No sabía como mirarlo. Era, en el mismo momento, una de las primeras veces y la última que lo hacía. Caminaron. Sentía que el viento y el frío no eran tan importantes en ese momento, aunque ambos hacían mella en su piel. Pero se estaba despidiendo del que había sido el amor de su vida durante cuatro años. Hablaron largo, lloraron ocultándose y recordaron bastante. No fue fácil. La conversación fue entrecortada y húmeda. ¿Se dijeron todo? No creo, siempre queda algo escondido en lo más profundo del alma. Debían despedirse, pero ya no iba a haber un “hasta mañana”. Era un “chau” definitivo. Un “adiós” como dijo él. El tiempo se detuvo en esa despedida. Era una eternidad que ninguno podía –ni sabía y, quizá, ni quería– terminar. –Procura ser feliz. Se hallaban anclados al piso, como si esa esquina fuese el último rincón del mundo. Sin embargo, alguno de los dos tenía que dar el paso, abandonar el rincón seguro. Nuevamente, fue ella quien lo hizo. –Quedate, puedo caminar. –Es tarde. Le dio un beso en la mejilla y cruzó otra vez la calle. No miró hacia atrás. Atravesó la senda peatonal como si fueran los últimos metros del campo de batalla: con dolor, dejando mucho atrás, pero con determinación. Aun soplaba el viento, pero ya no debía sostenerse el sombrero y ya no le dolía el frío, ella era más fuerte.
Rosina Pallotti / rosinapallotti@hotmail.com 7 ////
Respuestas
¿De qué sirve? ¿Quién crees que sos? ¿Qué ves si miras un espejo? ¿Ya nunca me enamoro de vuelta? ¿Cuándo? ¿Cuándo tocaré libre? ¿Cuándo me encontraré conmigo? ¿Solo se trata de ser feliz? ¿Qué es ser feliz? ¿Qué es en realidad el otro para uno? ¿Qué soy yo para el otro? ¿Solo en el otro soy yo? ¿Cuántos años van a pasar antes de que ya no esté? ¿Por qué estás leyendo esto? ¿Te hizo pensar algo? ¿Te preguntaste alguna vez estas mismas preguntas? ¿Por qué no? ¿Para qué late tu corazón? ¿Y el mío? ¿Te gustas más por fuera o por dentro? ¿De qué sirve contestar algo de todas estas preguntas?
Guido Diciervo / guidodiciervo@hotmail.com //// 8
So far away
Despertamos en una noche en la cual dios no existía, donde no había tiempo, no había nada que nos hiciera daño, éramos invencibles, inmortales. Tú dijiste que todo era parte del juego, que corrían por mis venas las ganas de morir, las ganas de desvanecerme lentamente en cada encuentro de mundos. Y ahora no sé, no sé nada, sé menos que ayer y más que mañana, te odiaría si te fueras y más aún si te quedaras soportando la eternidad de las 4 am. Tan lejos, inalcanzable, intocable, invisible. La razón de mi resaca vivida en años de preguntas. Te despertaré cuando regreses. ¿Amas la vida que acabas de matar? ¿Amas la vida que acabas de dar a luz? ¿Qué amas? ¿Qué es amar? ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Qué somos en la hora donde todo no existe? Somos una paradoja, quizás el deseo carnal de Lilith. Y todo lo que creíste sobre mí, todo lo que pensaste que era, lo que hacía y lo que no era; quizás sea verdad, quizás me quede con esa verdad.
Guillermo Madison / vanguardiadeparis.blogspot.com.ar 9 ////
V
Y cuando mueren, vienen conmigo. Mis ancestros hablan en mi sangre, mi sangre habitada por la infinidad de pasados que se desarman en el cementerio de mi ser. Y es que todos mis antepasados vienen a morir a mi identidad, como Ăştimo puerto seguro que sus bocas tocan. Una suerte de objetos perdidos, de devenires no devenidos que se hacen carne en mi cuerpo, manada y tribu de los demĂĄs. Habitan un cuerpo que no es mĂo, ni es de ellos. Y las palabras que surgen son como un intento de pactar con la fugacidad del tiempo, incorporal que supera a todas las corporalidad.
Aramis Russo / baramisrusso@gmail.com //// 10
Hacen casi 30 grados de calor, el sol pega fuerte y un hombre entra en un bar en Lima y Cochabamba. El ventanal del local dice “ambiente climatizado”, pero adentro hay solamente un ventilador de techo que revuelve el aire caliente. Todo parece sucio. Probablemente esté limpio, pero hay algo en el ambiente que hace que todo parezca sucio. El hombre mira la gente que está en el bar. Cinco de las doce mesas están ocupadas por gente. En la mesa de la esquina izquierda superior, dos hombres de sesenta años pidieron dos cafés en vasito unos minutos antes de que el hombre entrara. Cinco mesas después, hay un hombre que lee el diario, como va por la mitad, debe estar leyendo los clasificados, quizás buscando si su anuncio de pedido de empleada doméstica salió publicado, qué suerte. En la mesa de al lado del baño hay otro hombre grande que anota algo en una libreta forrada de cuero negro. Cada tanto se acomoda con el dedo índice los anteojos que se le resbalan por el tabique. Otras mesas a la derecha, al lado del mostrador, un hombre come un plato de guiso con pan y toma una gaseosa. En la última mesa ocupada hay tres personas: un hombre de unos cincuenta años y dos chicos jóvenes, un chico y una chica. Contrastan con el resto de la gente del bar, que se nota que son público frecuente, que son casi parte del mobiliario. Están ahí para algo de Canal Trece, que está a la vuelta. El hombre y el chico, de unos veinticinco años, charlan. La chica, de unos veinticinco años también, dice algo de vez en cuando, mientras come un sándwich de queso y toma una botella de jugo de manzana. Tiene puesto un vestido negro corto hasta la rodilla, usa zapatitos negros, y tiene los ojos pintados. El pelo, largo hasta los hombros, bien peinado. Tiene perlas en las orejas. Es joven, linda y delicada. Seguramente hoy terminó en ese bar por casualidad, y seguramente no vuelva nunca más. El hombre avanza unos metros en el bar y mira. Los dos hombres viejos toman café, el hombre que lee el diario no toma nada, el que anota en la libreta debe ser el dueño y los tres de la punta no son de acá. El hombre tiene hambre y no tiene plata, así que le parece lo más lógico acercarse al hombre que come guiso, que es un hombre igual que él, pero con comida. Se para al lado y le dice: “¿No me das un poquito, maestro, que tengo hambre?”. El hombre que come guiso levanta los ojos del plato y lo mira como si no hubiera entendido la pregunta. “Tengo hambre, por favor, no te voy a hacer nada”. El hombre que come duda y le da un pedazo de carne del guiso. El otro hombre recibe el pedazo, lo come y se queda con el huesito en la mano. Le pide más, y el otro hombre titubea y le da otro pedacito. Tres veces se repite el proceso, hasta que el hombre que tiene hambre se queda con tres huesitos en la mano. 11 ////
De atrás del mostrador sale la dueña, una mujer rolliza, como un matambre, ideal para regentear ese bar lleno de sándwiches de matambre y vacío de público que pague por comerlos. La mujer le dice al hombre que se vaya, que deje de molestar a los clientes. Le asegura al hombre del guiso que le va a reponer lo que le sacaron. El hombre que tiene hambre insiste, que tiene hambre, que está cagado de hambre, que por favor. “Andate o llamo a la policía”, dice la gorda levantando la voz. Recién ahí la chica de la mesa del fondo, la única chica del bar, mira qué está pasando. Escucha al hombre repetir que tiene hambre, esta vez mirando al hombre del guiso y no a la dueña. Mira con cara de disgusto, frunce los labios. El hombre del guiso amaga a darle un pedacito más de carne al hombre con hambre, pero la dueña interrumpe y le dice que no. El hombre del guiso pone de nuevo el pedazo de carne en el plato, como un chico que le iba a dar de comer al perro sin permiso de la mamá. La mujer vuelve a gritarle al hombre que se vaya y saca de atrás del mostrador un palo, como una cachiporra de policía, o “como un bat de baseball”, como diría luego a su madre, con indignación, la chica del fondo. La gorda amenaza de nuevo al hombre con el palo, dice que va a llamar a la policía. El hombre levanta los ojos del plato de comida y pregunta: “¿Me va a pegar, señora?”. Lo dice bajito, pero todos lo miran. “Voy a llamar a la policía”, dice la gorda. “Ya me pegó la policía también”, dice el hombre. A los gritos, la mujer logra que el hombre salga del bar. El policía de custodio de la casa de en frente se acerca porque la señora le chista. Le dice: “Le está sacando la comida de la boca a mis clientes”. Desde adentro, los clientes ya no escuchan lo que el policía y el hombre se dicen, pero ven que el policía se pone tenso y pechea al hombre. Lo hace dos veces. Adentro, la chica mira con exasperación y niega con la cabeza y se muerde el labio inferior. El hombre afuera del bar se da vuelta y camina en dirección a Cochabamba. La chica se levanta y dice al hombre y al chico en su mesa: “ahora vengo”. Sale a la calle y busca con la mirada al hombre que se fue. Lo ve media cuadra más adelante, y corre en esa dirección. Los hombres que están en la puerta del bar, probablemente los cadetes, la miran. La chica piensa en gritarle al hombre porque no sabe si lo alcanza, pero el hombre escucha los pasos de alguien que corre y se da vuelta, probablemente pensando que es la policía, pero ve a la chica, que se acerca y le da un sándwich de queso por la mitad y una botella de jugo de manzana. Sin hacer contacto visual, le dice: “gracias, linda”, y se van los dos en direcciones opuestas.
María Constanza Esposito / coti.esposito@gmail.com //// 12
La enfermedad de sentir más allá del cuerpo, de la carne, de la piel, del dinero, del billete, del papel
Este cáncer con el que fui bendito me convierte en un ser neoplásico con ansia de hacer metástasis en cada uno que se acerque… mi fin es llegar a sus mentes, invadir sus ojos, aturdir sus oídos, que su tacto sienta sabores y el aroma del sentir los haga vivir. Qué rara enfermedad tan benevolente, dormida e incomprendida por este padeciente, logra salir en acordes, letras e imágenes en forma esporádica, liberando centellas asesinas de la razón, razón que nadie discute porque así debe ser y marginan a la cordura a cualquier ser que viene a este plano convencido de que solo debe nacer, sobrevivir y morir. Ni nacer es el principio ni morir es el fin, en cada grito que el ánima puede hacer trascender hay vida, existencia y un nuevo plano para conocer, el infinito está tan cercano que no lo queremos ver, el infinito está al borde de tu piel, de ahí hacia adentro… cerrá los ojos y mirá, alejá tu mente y oí...¿ahora ves...ahora escuchás?...bueno, sos vos ese que está ahí.
Jajo 13 ////
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Los héroes entran donde los ángeles temen pisar
Para sentarse en mi mesa es preciso tener hambre y quien levante mi copa debe tener algo que decir. Si quiere que lo escuche deberá aquietar las manos y llevar silencio en el estómago. Así la música será su idioma geométrico y las estrellas reflejarán su conversación. Bailar es el acto más noble, es la contraseña que mueve al tiempo. Los mounstros buscan estampar el movimiento en postales de tradiciones toscas. Cuando el cielo se puebla de explosiones pirotécnicas que inquietan a los perros, van las viejas a sus cuevas, los leprosos al leprosario, los hipocondríacos a las farmacias y los estetoscopios a los corazones. Entonces resuena en mi silencio la luz de una nueva oscuridad. Los burócratas del cerebro comercian con la desesperación avivando el hambre de caníbales narcisistas que se autodevoran con su permiso. Pero quien camina libre de sombreros sabe que existe un mundo para incitar utopías efervescentes y que los desiertos solo son el velo que se coloca sobre los ojos quien se conforma con disfraces mudos, fórmulas de nostalgia, islas de naufragio, llamas que queman sin arder. Enormes bosques tocan la puerta. Puede que el mar sea demasiada agua para el vaso pero es perfecto para el barco. Y para quienes esparcen su polen invisible sobre jardines y sueños y calles y puentes siempre habrá una flor abierta para sus colibríes relucientes.
Nicolás Heller / hellernikelaos@gmail.com / revolucionesvenusianas.wordpress.com //// 16
Al dormir quedamos indefensos los fantasmas invaden por la cerradura de la noche y se meten dentro nos destapamos de golpe corremos a lavarnos la cara y a gritar algĂşn nombre por la ventana sentimos el golpe de las cosas la caĂda frente a nosotros y salimos a escribir las paredes aunque estemos abrazados sentimos fiebre o tristeza horizontalmente la locura ataca y morimos en forma vertical.
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Todas las mujeres caminan hacia distintas direcciones  a veces dan la espalda al mundo  otras cruzan sus soledades y se unen en la mirada.
Ivana Szac / ivapoetisa2012@yahoo.com.ar 17 ////
////Volver a leer
El secreto
¿Qué tal amigos de La Anónima? Nuevamente nos encontramos en este rinconcito de nuestra querida revista, para reflexionar sobre algunas cuestiones que nos atañen a la hora de escribir. Como ya saben, desde hace algún tiempo vengo coordinando talleres literarios tanto en formato presencial como virtual. Y tanto en uno como en otro hay una pregunta que suele ser recurrente: “A partir de tomar este taller… ¿voy a escribir mejor? y si es así… ¿cuál es el secreto? ¿Qué me recomienda?” Obviamente que responder la primera pregunta es hacer siempre una profecía, hay tantas posibilidades de pegarla al asegurar una afirmación como una negación. No tiene mucho sentido responderla. La segunda pregunta aparentemente es un tanto más fácil. Podría asegurar con ahínco que la lectura de tal o cual autor podría ser crucial o usar tal o tal método podría dar un resultado maravilloso. Y si eso uno lo dice, con aire importante, en tono bajo y mirando a los costados (como quien devela un grave misterio) daría más resultado todavía. El secreto sería revelado. Permítanme tirarles la ilusión abajo. Si de algo estoy seguro luego de varios años de estar metido en esto es que no hay secretos, ni grandes fórmulas. Cada cual con el tiempo de trabajo en la escritura va a ir incorporando pautas, costumbres y triquiñuelas varias que le van a ir ayudando a la hora de enfrentarse a un papel. Cada uno con el tiempo, obvio, va a conocerse a sí mismo reconociéndose a su vez en sus virtudes y limitaciones. Pero si hay algo que no falla y que en cierta medida es transversal para que un taller o una experiencia literaria (sea la que sea) dé sus frutos es la constancia y la continuidad que se le dé a la labor creativa. No es tanto la brillantez o la fluidez que tenga un texto en un momento dado, sino la continuidad y el sostenimiento que le podamos dar en el tiempo a esta tarea, la raíz de determinado logro. No es cuestión de alegrarse por una genialidad que pueda suceder un día y esperar que eso se repita siempre. Más bien todo lo contrario. Es muy probable que no tengamos dos grandes ideas seguidas. Pero eso no significa que haya que resignarse o bajar los brazos. El punto principal de esta faena es tomar un ritmo (cada cual debería ajustarse al suyo propio) y mantenerlo regularmente. Asimismo, es muy fructífero elegir un horario particular y sostenerlo. Por ejemplo, a mí hoy por hoy, me da buenos resultados //// 18
escribir durante lo que yo considero las mejores horas de la mañana, de las 9 a las 11.30 hs. En el ideal, trato de hacerlo aunque sea una vez a la semana en esa franja. Obviamente que esto es totalmente modificable y regulable según la necesidad y el placer de cada quién. Pero es sumamente aconsejable ponerse un horario, dedicarle un tiempo a la escritura, tal como se lo dedicamos a cualquier otra actividad de la vida. La pura inspiración es definitivamente maravillosa, pero si la empujamos con un poquito de constancia, seguro produce más y mejor. Nos vemos el próximo número
Gito Minore / www.gitominore.blogspot.com
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••• Hebras de limón, de inercia estrafalaria: el vals del té. ••• Aunque yo insista, sandalias en otoño, ya no es verano. ••• Al ofrecerte el cierre del vestido, te doy mi espalda. ••• Negro de fondo, un cóncavo de estrellas. El cielo es mío. ••• Solo de copas, de gira por los bares. Sin compañía.
Silvina Synaj / silvina@elvasomediolleno.com.ar //// 20
Fúbol y toque
Del 2-0 al 0-2. Volviendo a la realidad con un par de castañazos. Uno en forma de desidia. El otro, en forma de pera. El frío me acaricia el rostro, mientras busco letras con las manos en los bolsillos ajeno al tiempo, mirando sin ver oyendo sin oír. Estando sin estar. Palabras concatenadas y melodías a cappella intentan fútilmente distraerme y disolver la dulce hiel. Hiel fiel que llevo tatuada en la piel. Una nueva noche y en la mano... luna de miel. Y no... no puedo mentirte. Mi afecto priápico en el latir de la noche no fue para vos. En el último minuto el arquero me dio la mano salvadora.
Pablo Iglesias / blitostallion@gmail.com 21 ////
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I la bomba atómica ya estalló y estás sentadx, mirando la tele otro edificio en el barrio otro graffiti en el paredón quiero respirar aire de verdad ver las estrellas y ver las estrellas II ya salieron las arañas va a llover las hormigas se alborotan va a llover ahora las plantas contentas el viento cambia III en el planeta hay gente fanática de las máquinas nos movemos a gran velocidad (en el espacio y el tiempo) ¿qué es enviar información? protejan el río protejan los bosques
Matías Lucas Albornoz / albor.matias@gmail.com 23 ////
Las noches en que taparse en sábanas se siente como enterrarse y apagar las luces se siente como el último respiro de un pulmón negro, son las noches en las que tengo miedo. Tengo miedo de morir. Hay días que me levanto con ganas de llamar a mis mejores amigos solo por si no los vuelvo a ver, si no volvemos a hablar. Tengo dieciocho años, en cinco meses diecinueve y cuatro de fumador. Escribo para sacarme tumores y a veces siento que mi creatividad no es más que otro cáncer, que algún día me va a matar. Siempre prefiero las cosas que otros escriben a las mías entonces hay días que vivo únicamente por la promesa de que algún día voy a estar orgulloso de lo escribo. Pero cada vez que alguien me menciona en alguna historia, dice que inspiré un riff de una canción o soy mencionado en un papel, me enamoro más de sus reflejos y menos de mí. Hay días en los que quiero pedir llorando que si algo me pasa y no me vuelvo a levantar que me prometan que no van a dejar que mi recuerdo muera. Que me prometan que voy a aparecer en alguna conversación y no deprimir, que voy a ser la melodía más sincera de unos tres minutos, que me prometan que aunque yo me dejé de mover, el ciervo que desperté adentro de ellos nunca va a dejar de comer hojas y correr libre por los bosques que recorre. Que me prometan que aunque mis palabras nunca lleguen a todo el mundo ellos van a ser un orfanato, que las van a educar y ver crecer. No duermo bien porque aunque no estar muerto solo significa que me es inevitable pensar en esto de vez en cuando, es imposible correr de lo que está en tu cabeza, el único escape parece ser dormir, //// 24
y dormir, y dormir, y dormir... Siento orgullo en decir que no pienso en esto todas las noches, y cada vez me pasa menos, porque estoy aprendiendo a confiar en los que quiero sin tener que depender en una promesa deprimente y desesperada inspirada por insomnio e inseguridades. De lo único que me estoy muriendo es de ganas de seguir adelante, de superarme, de escribir un poema del que me sienta orgulloso solo para superarlo con el siguiente. Mi rutina y mis pasiones dan vueltas en páginas en blanco hasta dejarlas tan llenas de huella que terminan escritas. Y si me voy y me quieren hacer dar vueltas por las suyas un rato seguro me sentiría orgulloso. Pero personas que quiero me mostraron que lo que hago no necesita un final escrito por otro, que lo que construyo es más que lo suficientemente sólido para sostener el principio, conflicto y final de mi historia. Hay días en los cuales quiero pedir lo imposible, vivir para siempre, vivir en historias y piezas de arte que van a perdurar hasta el fin de los tiempos, vivir para correr por los patios traseros de los que quiero sin pensar que puedo llegar a dejar un quilombo. Por eso corro por el mío. Aunque todos vayamos a dormir en algún momento yo voy a caerme del cansancio, me voy a desmayar en el medio de una selva cuyas hojas van a ser mis pasos frenéticos, lo vas a poder ver cuando haya terminado de crecer pero por ahora tomá. Esto fue una rama.
Martín Reichenbach / hefnerreich@gmail.com 25 ////
Voy sin movimiento
no hay tiempo y voy a pérdida, y le pido a cualquier cosa que sea un poema. insuficiencia para hacer, tengo todas las piedras en el camino, me inspiro con una música berreta, puedo verlo al calor, a la luz atraído agarrar un papel y escribir, pero... insuficiente. en fin, la luz apareció sobre el calor, atrayendo a la música berreta, que sonaba como piedra, cayendo sobre el camino, lo vi todo como un cuadro, en movimiento. que los espectros salieran en procesión, pedí. esto pasó y no tengo tiempo, mi vida como un rayo, una luz que estalla y se apaga. no tengo tiempo y voy sin movimiento, por eso te escribo esto. //////////////////// el niño puso una misma canción durante todo el día, y afuera las luciérnagas que creyeron ver, pero no oían. el día se pone misterioso, y hay luz, dentro de las ventanas, hay una celda bajo la arcada, un montón de espíritus, bebiéndoselo todo de un trago, hay una celda, resolana. arielito busca la canción ausente en sus auriculares, podría no decir nada, una canción liviana que coma sensaciones, y no diga nada, afuera hay una celda, se pone misteriosa, bajo la arcada. y sale de la ventana todo el día, y vuelve a entrar en un eco, ese, que en la cabeza acelera, y acomete, deja pasar los días, para que nada pase. fuimos llevados sin quererlo a estar perdidos, a esperar. contar las luciérnagas afuera, y pronto una luz, nos haga contar de nuevo.
Julio Vázquez / spiritango@hotmail.es //// 26
¡Chau, che!
Chau che, nos vemos en el próximo número, pero antes, algunas cuestiones importantes sobre esta revista. Recomendamos ferozmente abrir esta revista para apreciar el arte de tapa/contratapa completo realizado por Ser Sur Ediciones. Si ya leíste este número no lo tires, ni lo guardes en un cajón, compartilo, regalalo, dejalo en un banco de plaza, dáselo a un desconocido o inventá. Esta revista gratuita, se declara autogestiva y colectiva. Para mantenerla viva, es necesario darle amor e invitarla al cine . Los escritos aquí publicados pertenecen a sus correspondientes autores, está prohibido su uso sin mencionarlos. Los escritos de este número fueron corregidos, arreglados y/o diagramados según las exigencias de sus autores y el espacio disponible. Algunos signos de puntuación fueron añadidos o suprimidos según la lógica del escrito. Se pide disculpas por errores, fallas o correcciones innecesarias. Todo el material recibido será publicado en el próximo número. No hay selecciones por “calidad” o gusto. Agradecemos el apoyo y la motivación de las anónimas y anónimos que colaboraron de alguna forma. Un aplauso por el aporte desinteresado del incansable poeta Gito Minore.
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La Anónima no es de nadie, es de todos. 27 ////
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