Matias Ciccolella
pensamientos luego de besar
Pensamientos luego de besar
por
MatĂas Ciccolella
Ciccolella, Matías Pensamientos luego de besar. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ser Sur Ediciones, 2012. 100 p. : il. ; 17x11 cm. ISBN 978-987-28997-0-7 1. Poesía. I. Título CDD 861
En este espacio podría invocar palabras de otros autores. Yo solo invoco a tu corazón. Ilustraciones de tapa e interior: collages realizados por Matías Ciccolella / ciccolella.m@gmail.com Coordinación editorial: Juan Carlos Ciccolella / jcc_edicion@yahoo.com.ar
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución - No Comercial - Compartir Igual 3.0 Unported. ISBN 978-987-28997-0-7 Ser Sur Ediciones Arzobispo Espinoza 203 5° 2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires
¿Qué piensa el esperador cuando se sienta en un banco de plaza? Esperar es darse cuenta de lo que no vemos, es pensar en los que olvidamos. Esperar es respetar a un árbol, es reirse solo. Esperar es buscar con el cuerpo, es enamorarse más. Esperar es amar el tiempo.
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Ser sur
Seis fotos en blanco y negro a Saverio Ciccolella al óxido del puerto de La Boca
La noche deambula entre areneros que ya no arriban al sur de este olvido, donde solo estrellas osadas deleitan los manjares de la dejadez. El río duerme pero no creas que deja de pensar. ¿Qué lluvia se escuchará, mientras bañan a todos esos niños? ¿Cómo perdura esa olla, que ya pertenece a tantas madres? ¿Cuál óxido se descubrirá, para esos rostros que solo buscan cómo amar? El viento desnudará a esas mentiras que algunos repiten, y serán de los que esperan, todas las palabras para despertarse. Sus palabras para despertar.
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Hotel económico. Un velador es toda la iluminación necesaria, la cama de dos plazas tiene una frazada que no abriga, ella esta recostada con los ojos cerrados y los pies sobre la pared. Ventana. Un teléfono de neón no logra opacar la sonrisa que ella regala a la cámara, es evidente una leve brisa por el movimiento de su pelo castaño. La misma ventana (secuencia). El horizonte se mezcla con su mirada, un perro callejero reclama atención, postes con cablerío que interrumpen y varios árboles que devuelven algo de armonía. Pasillo. Lo más pronto es la oscuridad, sombras certeras que siempre acechan, solo en el fondo, una puerta entreabierta deja la oportunidad para imaginar algo de luz.
Y en esas voces, se dejará ver su hambre de ser.
Bóveda profanada. Tres catres, dos ataúdes, flores muertas en el piso y un epitafio sobre la piedra: “Sí, estoy muerto, creo que lo merezco.”
Las sombras se ocultarán entre esos puentes que nunca olvidan, tal vez, solo para avistar a los destellos que llegan en barcas. Son recuerdos de lo que vendrá.
Descubrimiento. Entre pastizal y piedra, una rejilla de metal se esconde disimuladamente, la lluvia cae sobre ella indagando, pero tan profundo es el precipicio que oculta, que nunca logra rebalsar. Nunca logra mostrar lo que tiene adentro. 15
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¿De qué jaulas hablamos?
No sé
¡Qué sueño hace che!, se me despierta el frío y se me escapan los pájaros. Nadie sabe cómo (el porqué se guarda), pero el abrigo se hizo cuento, la siesta, quedó perfumada.
Esta pared delante mío es una gran hoja en blanco, podría decirlo todo pero aún no dice nada. Primero voy a esperar a que ella llegue. ¿O debería ir a buscarla? Nunca sé bien cual es el orden de las cosas. Hace horas que estoy con el viejo truco de fumar para ver si aparece y nada, che. La verdad ante todo: ¿Qué me pasa con vos?
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Es la muñeca, la de papel malché. Se cae sola, se cae con ayuda. No puedo evitarlo, no quiero evitarlo. La levanto, la cuelgo. En el mismo lugar, entre hierro y lumbre.
¿ Qué es lo que queda como un final ?
Un color con nombre de acrílico, cuando se eligen frutas o verduras. La misma pausa entre palabras y pasos, sobre los caminos que no precisan alumbrado. El hablar nocturno, cuando la noche nos duerme lento. Una buena costumbre, la de evidenciar con fotografías lo que se quiere. Restos de migas sobre las sábanas, por desayunos sin horarios.
Vestigios de gestos simples y sutiles, que forman un lenguaje en código. Una buena costumbre, la de apagar la luz en habitaciones sin uso. El movimiento envolvente a dos manos, al enredar el saquito de té en la cuchara. La misma manía, ante la lectura de estudio. Un proceso exacto, cuando se preparan las comidas a congelar.
¿Qué es lo que queda?
No todo puede borrarse. Las actuaciones no siempre se sostienen hasta la última de las instancias. No todo puede borrarse. Vendar los ojos, amargar el sabor, censurar las caricias, olvidar los aromas, enruidar la música. Nada sirve. Nada sirve para. Nada sirve para desenterrar lo que otros. Nada sirve para desenterrar lo que otros nos enraizaron.
Verbo para el formato de lo que queda
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Pedro Echagüe Estoy esperando que la cobardía se digne a retirarse. Miro fijo la puerta, la acaricio, es evidente que le falta una capa de barniz, (este detalle no impide que vea a través de ella) cierro los ojos y atrás escucho, es el callejón muerto que se hace navidad, lo chicos sin madres prenden fuego un auto, las madres sin hijos lo apagan a baldazos, y los que se esconden de ser padres, solo se presentan para respirar algo de la noche.
Pedro Echagüe es una calle donde los abuelos hacen de padres. Pedro Echagüe es una calle donde los padres hacen de hermanos. Pedro Echagüe es una calle donde el tiempo se olvidó de pasar.
La cobardía hace un cambio de guardia con la nostalgia. ¡Qué bien sabe ella envolverme, con pasos tangueros de salón! El zaguán blanco me reconoce, me hace el favor de seducir a la puerta, ella, no se resiste, abre sin ruidos. De pie, inmóvil, solo puedo espiar: es el rojo gastado en las baldosas, son las plantas suspendidas por todos lados, es el patio que abraza las habitaciones, son las dos cocinas que comparten el fuego, es la sombra que se forma entre la cocina y el baño, son las marcas en la pared por la mecedora de metal, es el cuartito de herramientas que encierra el trabajo de una vida. 22
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Capicúa
Paciencia
La poesía se ríe con nosotros.
¿Por qué a veces som comoun subi baja que baja y baja? ¿Por qué a veces somos como un subi baja que baja y baja
A la misma hora, los dibujos en los vidrios se borran solos. En el mismo lugar, abrís la puerta y guardás la llave. La mentira tiene un pie en el pasillo, su utilería, está demasiado cerca del velador. No te sabés la letra para desenmascarar al farsante, no te sabés la letra para ser fuego y sangre, no te sabés.
Por qué a veces somos como un subi baja que sube y sube? ¿Por qué a veces somos como un subi baja que sube y sube? Paciencia, paciencia Paciencia, paciencia.
La verdad tiene un suspiro en la noche, el escenario está cubierto por bruma de madrugada. No me sé qué palabras necesito, no me sé que el que aguanta existe. no me sé. A la misma hora, se estrena la película mas triste del mundo. En el mismo lugar, un hombre se convierte en vagabundo por resignarse a amar. La poesía se ríe de nosotros.
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Nacido el 4 de octubre
Canción a Juan Vidal a Don Emilio Hernández
Él nunca se fue. Siempre creí que se había quedado deambulando en cada esquina, en cada beso que robó. Me equivoqué. Se quedó en mí. No puedo explicarlo bien porque soy nacido el 4 de octubre, no es el día apropiado. Si alguien está leyendo, comparto la lucidez que encuentro, la de esta noche no es mía, solo soy un vehículo y ella, la hermosa pasajera.
La calle enmudeció. Su atado, por la mitad. Y ve las luces pasar, es tarde, sin avisarte, ¿esperará?
Mirando se aprende: Herramientas que sí se usan, transcripciones de tangos sin escucharlos.
Esconde palabras. Como anhelos de rojo. ¿O solo es un gris balcón que duerme entre rejas, que encargó?
Esperando se ama: Trenes que se van, padres que llegan antes de dormir sin cuentos. ¡Silencio! ¡Escuchemos! En el zaguán de cada noche Don Emilio se aparece. Para él mis escritos y toda la luz que a veces tambalea pero que siempre se enciende en algún momento.
En espectador se convirtió. ¿O solo es un pasajero más?
Un letargo de amor. Un olvido de vos. Lagrimear tu despertar. Tu despertar. Despertar.
Dejar de invocar no es una opción.
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Zaguán de invierno
Una vez, cada vez
Miré a la izquierda. Miré a la derecha. Pensé adentro y esperé por última vez.
Una vez, en una ciudad no muy lejana, alguien fue asesinado.
Miré a la izquierda, frío para todas las manos y diarios que no se venden. (Ellos guardaban la risa para esos momentos.)
Cada vez, que abría la puerta negra, su corazón subía las escaleras.
Miré a la derecha, era la calle más sola, se caminaba a ojos cerrados por ese miedo estúpido de sentir pena (el miedo siempre es estúpido). Pensé adentro y los pasos no se escucharon.
Una vez, la noche lo condujo al techo destrozado, dejó allí todo lo que tenía para ofrecer. Cada vez, que la oscuridad te permita ver las estrellas, recuerda que alguien sonrió mientras desangraba.
Miré a la izquierda. Miré a la derecha. Pensé adentro y esperé para siempre.
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Ya estoy
Candombe para hermanos
Ya estoy cansado, fui pisoteado y usado.
Ah, te diré: que ellos, si se animaran a ir contra la marea.
Ya estoy limpio, fui tendido y secado.
Ah, se reirán: con todos los colores que saldran de sus canciones.
Ya estoy siendo degustado, fui preparado y saborizado.
Ah, que crearán: para pintar las almas de esas tristes ciudades.
Ya estoy siendo bebido, fui servido y catado.
No dejarán de abrazar, a esos amores que diste por perdidos.
Ya estoy queriendo, fui hechizado y besado.
No dejarán de abrazar, a esos amores que diste por perdidos.
Ya estoy viajando, fui muerto y vivo. Ya estoy dormido, fui empleado y ensueldado. Ya estoy despierto, ya estoy.
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?sojepse sol a edneitne néiuQ¿
edneitne ol oruges osacarf lE ,ojepse us ne ev al detsu is y ?amoidi us ne aesed euq atnugerp eL¿
edneitne ol oruges airotciv aL ,ojepse le ómot detsu is y ?esrev edeup¿
ebas ol oruges osacarf lE ,odneirroc ev ol detsu is y ?eugis oL¿
ebas ol oruges airotciv aL ,odneirroc ev al detsu is y alrañapmoca edeup is atnugerp el¿ ?etsixe on euq amoidi nu ne ,oel oeL odnadeuq yov em .olos ,oev oeV odnapacse yov em .sov noc sal )?lam o neib átse euq ol egile néiuq¿( neib nátsE¿ -erp sal ed ortned )?satnugerp ecah detsu¿( satnugerp ?satnug ,someuqsub oN !ehc ,opmeit somadrep oN¡ ?éuq arap¿ ?joler asu detsU¿ !ehc ,somidrep ol euq somesnep oN¡ somev ,oírf ecah iS .somadeuq son ,sov ecah is orep 34
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Angina, percusión del té o crónica de la maravilla del besar Subte. Primero línea azul, después línea morada, sé muy bien cuál es mi estación. Los pasajeros se apuran tanto que ya no saben a dónde van, no recuerdan si alguien los espera. Escalera. Los pasos van solos, la mirada elige. El día está confundido, aún no decide como ser, se detiene y se busca. No lo logra, se le escapa sol y lluvia al mismo tiempo.
Vueltas. Alentar el ritmo a propósito y jugar con las opciones del pasillo. Qué cerca parece el final en la puerta. Acompañame, te quiero acompañar. Beso. Dulce caricia para los labios, demorado incendio para el deseo. Se muerden nuestras palabras porque el silencio en los ojos es la canción que buscamos. Subte. Primero línea morada, después línea azul. No sé muy bien cual es mi estación. Los pasajeros son unos papeles y un lápiz que se apuran para no olvidar. ¿Alguien me espera?
Timbre. Por fin un timbre, basta de estos cristales. Qué hermoso esperar cuando es el momento, qué perfecto el bullicio de las calles cuando abrís tu puerta. Cortesía. Una mueca es la verdad más pronta y pura, una infusión como excusa es un halago para la voz. No entiendo qué lastimaduras quedan con esa risa. Las mejillas quieren ruborizarse, lo logran. Dibujos. Con o sin marcadores, siempre habrá estrellas que se enreden en tu pelo. Cuando el encuentro no es solo con el cuerpo, cualquier amalgama de colores compone la ternura. Sillón. Los tres coincidimos con la paz de dormir, solo dos tazas se vacían para llenar el frío. Los pronósticos del tiempo no nos sirven y el reloj es sin duda el peor invento. Es tarde, me quiero quedar. 36
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Se guardan en frascos de mermelada Un solo botón sin color es de cualquier camisa de trabajo. Tres botones bordó son del vestido que duerme en el baúl de tu feria. Ningún botón color piel es del cuerpo que habitas a menudo. Cinco botones de cerámica son del ovillo de lana de alguien que quisiste conocer. Varios botones de colores son de un cuello que pretende paz.
Cueca del té I Anhelos para el agüita que tempranea hasta que hierva, como miradas que buscan ritmeando hasta encontrarse. Canela para acordarse qué dulce es el que espera, jenjibre con este canto pa’ que piquen los acentos. ¿Para qué, relojes? Que el té mida tu tiempo, y nada de asas pa’ que las manos se entibien. II Fueguito aunque sea de hornallas juega con esas gotitas, que se caen de tu linda carita que duerme y sueña. Que el vapor sea quien llama y empañe esas penumbras, que la miel no haga falta pa que despierte tu azúcar. ¿Para qué, relojes? Que el té mida tu tiempo, y nada de asas pa’ que las manos se entibien.
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Madre, ¿tú sabes?
Los que
Madre: ¿Qué crees de la verdad? ¿Es cierto que hay días en los que no se habla? ¿Se pueden contar los afectos? ¿Tienen fin los amores? ¿Trabajar sin vocación es sano? ¿Los amigos nos olvidan si sus ingresos aumentan? ¿Por qué el miedo se compra y se vende tanto? ¿Seguirán existiendo las plazas o quedaron enrejadas en fotografías? ¿Las monedas de los días son del sueldo, no? ¿En los ojos que responden están los abrazos? ¿Nos perseguirá la muerte hasta los últimos días? ¿Si soy tu hijo, puedo ser tu hermano? ¿Por qué nos acostumbramos a quejarnos en vez de crear? ¿Qué crees de la verdad?
¿Tan bajo podemos caer? No lo pregunto por esos señores que fabrican armas, hambre o dinero, hablo de nosotros, de él, de vos, de mí, de los que se hacen los dormidos cuando sube un ciego o una mujer embarazada al colectivo, de los que critican y no hacen nada, de los que llevan a cagar a su perro a la puerta de tu casa, de los que le gritan a sus hijos para educarlos, de los que se cortan las uñas en el subte, de los que dicen que los militares tienen que volver, de los que tiran la basura por la ventana, de los que venden comida descompuesta, de los que estornudan en tu cabeza, de los que ponen rejas en su casa, de los que no piden permiso, de los que bastardean la educación pública, de los que roban y no necesitan robar, de los que maltratan las esculturas, de los que tratan a las mujeres como putas, de los que ponen música en su celular a todo volumen, de los que creen que ser pobre es normal, de los que tienen paraguas pero igual van por los techitos cuando llueve, de los que matan la esperanza. Al final, no estamos tan lejos de esos señores que fabrican armas, hambre o dinero...
Madre: ¿Tú sabes?
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Los más dignos
escuela para demostrar que el cuerpo no baila sin la ayuda del alma.
El profesor de lengua no ganará el Premio Nobel en literatura, usará su valioso tiempo en algo mas importante, enseñará a leer y a escribir.
La licenciada en psicología no escribirá best sellers usando los secretos profesionales que juró guardar, escuchará, opinará y abrazará a sus pacientes, también recomendará libros y películas que invoquen a la reflexión.
La maestra de matemática no abusará de su master para hacer cálculos grandiosos que intenten descifrar a dios, está convencida de que la prioridad es que sus alumnos resuelvan problemas y cuentas sin calculadora.
El cirujano no abrirá mas tóraxs para masajear corazones ajenos, se ocupará personalmente de aconsejar a los pasantes cómo seguir trabajando consciente alrededor de tanta sangre.
El jefe de la cátedra de Química Experimental no buscará las curas a las enfermedades que probablemente merezcamos, él dedicará su existencia a compartir todo su conocimiento con el alumnado, sabe que ellos si buscarán.
La docente de historia no encargará a sus alumnos que compren el manual correspondiente, hará todo lo posible para que aprendan a investigar, indagar, preguntar, desmitificar, y revalorizar para comprender y construir hoy y mañana.
La nadadora profesional no competirá nunca más en las olimpíadas aunque esté más que preparada, solo pretende que nadie tenga miedo a nadar en las aguas turbias que intentan ahogarnos. El instructor de yoga no usará sus ahorros para viajar a la India, aprenderá que la búsqueda de la paz terminará al dar clases gratuitas en geriátricos y parques públicos con o sin rejas.
Y ellos o ellas que con el título en la mano y cualquier otra opción a la vista, eligen dar clases en un escuela nocturna para adultos, en un barrio embarrado, en una escuela rural, en un comedor, en una villa de ciudad o simplemente, en cualquier rincón olvidado.
La chef no preparará grandes platos y tampoco trabajará para las cocinas de la crème de la crème, mostrará cómo se deben usar las manos para amasar el pan. El profesor de danza no insistirá en audicionar para esos grandes espectáculos internacionales, fundará su propia 44
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La vendedora de flores
Dedicatoria
Tal vez, ella era feliz y se cansaba de ver las novelas.
Si el azul es de la muerte, será la guitarra el color que buscaremos.
Tal vez, ella amó a alguien, y se encerraba a llorar en el baño.
Que la sangre no se extrañe si nos encuentra, aprenderá que los golpes afirman la existencia.
Tal vez, ella escribió cartas, para que esperar no le fuese eterno.
Los hermanos no se eligen, se espera a que aparezcan a cualquier hora sin preguntar.
¿Cómo es que hoy llega a estas calles y me vende su tristeza en algunas flores muertas?
Que los labios, no tiñan solo del violeta, ¿para que están sino estas palabras sobre la mesa?
Ella es un destello inmóvil, hace que esta noche no sea fugaz.
Ni campo, ni ciudad. Que el hogar sea esta música de estrellas y edificios.
¿Cómo es que hoy llega a estas calles y me vende su tristeza en algunas flores muertas?
Que las calles nos reclamen, si guardamos algo para ellas. Y mientras esperamos, amemos el tiempo, que el presente sea el anhelo.
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El guión no existe La boca de sus palabras no es para mí, el bordoneo en la mejilla, es solo un juego... ¿A dónde voy con esto? Todos somos escritores si la transparencia es el personaje. No creamos solo en máquinas de escribir, computadoras, anotadores o manos, no creamos solo en teclas ruidosas o mudas, lapiceras de tinta o biromes de llaves. Todos somos lo que escribimos, de desayuno a desayuno.
¿A dónde vuelvo con esto? Lo que dura el cigarrillo, ya no trae ningún transporte público, la gran escena de la caminata se convirtió en cenicero. ¿A dónde llego con esto? Para que entiendas y te confundas, para que entienda y me confunda, un buen actor, el que siempre interpreta su verdadero papel, no necesita repasar sus líneas, el guión no existe. Un buen actor no necesita hablar.
La escenografía no es importante, el vestuario no modifica el texto, el maquillaje se corre, las máscaras se caen, las músicas suenan con las miradas. Y el público, el director, el asistente de dirección, los actores, el acomodador, la linterna del acomodador, y todos los que olvido por culpa de la actriz, también somos nosotros... 48
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¿? ¿Cómo interpretar el personaje que escribimos? Muy sencillo, dejemos de escribir.
¿Por qué nos volvemos tan exquisitos a la hora de comer? Yo, como lo que puedo comprar. Tú, comes lo que deseas comer. Él, come lo que otros le sirven. Nosotros, comemos bien si cocinan nuestras madres. Vosotros, coméis de las bandejas más platinadas. Ellos, se imaginan los platos mas deliciosos pero no comen, comparten el hambre.
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Semana de lunes
Para ellas y para mí
Lunes. Despertar y convencer al sujeto del espejo que el trabajo es un medio.
Cómo me gusta sentir el viento, porque si el lunes fuera siempre como tus ojos, el tiempo nunca se perdería.
Lunes. Creer que el dinero soluciona algo (es mentira, ¡es mentira! ¿es mentira?).
Voy a guardarme las palabras que aquí puedo exponer, a ver si me animo a decirlas a quien corresponda.
Lunes. Cruzar la calle pisando solo las teclas blancas del piano peatonal.
El cigarrillo se apaga solo, quizás, deba cuidar de esta voz, que anda encontrando.
Lunes. Sonreírle al cansancio, dormir bien: será con vos o con la muerte.
Una cereza de mentira, adorna nuestro intento.
Lunes. Dejar de esperar un final porque hoy no se termina, recién empieza.
Te veo caminar y parece que venís. En realidad, ¿te estas yendo?
Lunes. Intentos de incorporar en la rutina el hermoso deseo cotidiano de crear algo nuevo. Lunes. Volver, todos los días son el mismo día, menos, claro está, el día del encuentro.
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Musa o ninfa
Quisiera ser una mentira para dejar de embriagarme, esta bebida es la única que me sosiega el alma.
Quisiera ser una mentira para dejar de embriagarme, esta bebida es la única que me sosiega el alma. Una sola pitada de tu boca y puedo escribirte durante años, un solo respiro de tu cuerpo y puedo extrañarte por siglos. Lo sé. Todos te perseguimos y nadie te atrapa. No le perteneces a nadie, quizás eres de los ríos. Sos un verso anónimo, el que ninguno se atreve a escribir. De mí. Todo me persigo y tu espíritu me atrapa. Veo los valles que descifran tus ojos. Entiendo que tu horizonte no tiene fin. Lo sé de mí, ocultarse o permitirse ser. No pregunto, manifiesto: Eres diosa inspiradora o espíritu de la natura. 56
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Contestación
Instrucciones, no instrucciones para juegos
I No debo decir lo que tengo para; bastante idiota y con algo de suerte me adivino.
Instrucciones:
El problema es el cuento, se le prohíbe con jugar verbos en futuro. Cuidado. En usted se encuentran las coordenadas. (El mapa es el cuerpo, la brújula la creación). Cuidado. Si usted lo supiera, no tendría que darle explicaciones. (El desencuentro es solo la llegada tarde del deseo). II Voy a decir lo que tengo para; bastante idiota y con algo de suerte me adivino.
1 - Elija unas cuantas palabras, las primeras que le vengan a la mente y escríbalas en un papel. 2 - Invente frases, una por cada palabra anteriormente escrita, por supuesto no piense demasiado, permita que las palabras jueguen entre sí. 3- Lea lo que escribió, se sorprenderá de los resultados, podrá reírse o reflexionar sobre los mismos. No instrucciones: Sea libre, juegue como quiera, use a gusto las palabras, no haga caso. Juegue libre, sea palabras.
No se equivoque, en mi noche no titilan constelaciones, es una estrella sola, le regalo suspiros mientras viaja. Para usted, todo lo que puedo. (Lo que se tiene nunca sirve). Para usted, todo lo que soy. (Y todo lo que puedo ser).
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Juego número I
Juego número II
Si tu amor no puede, es por la verdad de que los pájaros también van buscando.
Oh, ¡ciudad! Qué mujer dañina eres, tu ruido, tu hambre. Oh, ¡ciudad! Qué mujer imprescindible eres, tu oscuridad, tu secreto. ¿Quién puede dejarte?
Es por la verdad, si tu amor no puede. También va buscando, de que, ¿los pájaros? ¿Pájaros? Buscando, sí. No puede por la verdad. Tu amor va también. También, es tu amor. va buscando. Los pájaros, la verdad.
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Oh, ¡hambre! Tu mujer imprescindible dejó un secreto de ruido. Oh, ¡oscuridad! Quien pueda dejarte sabrá lo dañina que eres. Oh, ¡mujer! que ciudad dañina eres, tu ruido, tu hambre. Oh, ¡mujer! Qué ciudad imprescindible eres, tu oscuridad, tu secreto. ¿Quién te dejó?
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Cajita para Maite
a Maite Ciccolella
Hermana hermana, escribo nuestra canción. Hermana hermana, tu tum, tum tum.
Esta cajita es mi corazón, tu tum, tu tum, tu tum, tum tum. Esta cajita es lo que te doy, tu tum, tu tum, tu tum, tum tum.
Nada puedo ofrecerte, con estas manos vacías. Nada puedo comprarte, con estas pobres monedas. Pero tengo una cajita roja, con ritmos para enseñarte. Pero tengo una cajita roja, con ritmos para enseñarte. Para aprenderlos hay que escuchar los latidos, tu tum, tu tum, tu tum, tum tum. Para aprenderlos hay que rodearse de amor, tu tum, tu tum, tu tum, tum tum. Hermana hermana, escribo nuestra canción. Hermana hermana, tu tum, tum tum.
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Para
El truco de la hoja no funciona
Tarimas para que te llegue, por que estas palabras no-sé-si-se entienden. Lápices de colores para que uses cuando quieras, olvidate de rellenar el dibujo, hacé uno vos. Guisos de sobras para llenarte el hambre, nada mejor que el amor en la cocina. Monedas en el piso para los viajes, son para emergencias, ya sabes donde están. Preguntas, muchas preguntas para hacer, por lo menos una al día. Un cigarrillo, el último para compartir, somos muchos, tenemos poco y nos reímos igual. Trucos de magia para reemplazar explicaciones, no todo es lo que queremos. ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que estamos acá, de que somos? ¿Cuándo nos vamos a mirar a los ojos y besarnos? ¿Cuándo nos vamos? ¿Ya llegamos? Sí, estamos acá.
Unas pocas líneas, y el sol te acariciará como ella. No dobles la hoja en blanco para escribir menos, antes de hacer trampa, es preferible admitir este vacío.
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Yo soy la noche Qué difícil disfrutar el cigarrillo cuando se caen los maceteros. Qué fácil perderse en este humo cuando los ciclos son impredecibles.
Qué difícil volver, cuando te envuelven las oraciones. qué difícil entenderse, cuando el idioma no alcanza. Qué fácil expresarse, cuando usamos el dialecto del cuerpo. qué fácil es, cuando somos barro.
No soy quien para enlazar tu idea con el cielo, solo soy quien intenta. En la falta de luz, en la falta de ansias, en la falta de cuerdas, en la falta de voz, en la falta de tinta, en la falta de todo, la identidad se me presenta: Yo soy la noche, voy a buscarte cuando no me esperas puedo hacer que te confieses ante todos, ante vos. Yo soy la noche, no necesito los matices de tus sombras pertenezco al aire, al soplo. 68
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Uno debajo de otro Soy apenas un mañana desnudo. Ahora, voy en tus cuentos. Vos, siempre mi luna. Cuánto necesito oir tu momento.
Hermano
a Iván Marincovich
Hermano no pretendas nada de este mundo y ofrécele todo lo que guardas, tú sabes cuanto te necesita. Si las brumas te alcanzaran ahí estaré sosteniendo tu candil. Hermano realmente no hay preguntas no esperes las respuestas, olvídate de los violines. Crea, ama, muere y vuelve con tu idea en el aire. Hermano tú tienes permiso de fusilarme si asesino este abrazo, si traiciono la sangre nuestra. No dudes nunca del horizonte que nazca de tus ojos. Hermano la única verdad que puedo darte son estas pocas palabras que te invento con las manos. Solo lluevo y crezco contigo, solo te ofrezco toda mi certeza.
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Corto I
Corto II
Sí. Tú eres el ruido de los frutos. Abrazas y caes. Arrastras y naces. Sí. Tú eres el fruto de los ruidos.
Él corrió vestido con bolsas negras, iba descalzo sobre el asfalto y en la dirección contraria. Él corrió vestido con bolsas negras, iba descalzo nadie lo miró nadie lo siguió.
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Corto III
Corto IV
Café, despierta a la taza de su blanco. Vierte en su vacío, el humo de tu cuerpo. Café, !mueres en las bocas! Y a ti, taza, te queda esperar un final roto. Como nuestras manos, sobre una mesa de recuerdos de madera.
Qué soberbias son las sombras. ¡Usurpan los colores! Vengan rostros salvajes, caigan sobre los hambrientos hogares.
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Corto V
El mar nos mira
Hasta que alguien me lo presentó, no sabía lo importante que era. Con ustedes: el Silencio.
Alcancé a ver las luces que se reflejaban en tu mirar, como si habitaran en ti los fuegos que entretenían al gran circo de desconocidos y, mientras, me perdía en un ojalá, en un deseo de otro tiempo. Dos preguntas más: uno, ¿por qué no usaste antes ese vestido?; dos, ¿por qué llegamos a este lugar donde el amor ya no le gana a nada?
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Dos puntos en doce Cansancio: ¿Es acaso por la derrota de lo cotidiano o por dormir mal acompañado/a?
Espejo: ¿Cuando lo usa, se encuentra o solo se peina? Teléfono: ¿Si solo ella/él tiene su número, se sienta al lado hasta que suene o intenta hacer que no le importa?
Hambre: ¿Por no querer cocinarse o por que no llegó a fin de mes? Palabras incoloras: ¿Se ha dejado vencer por sus propias decisiones o solo es una decaída pasajera? Labios secos: ¿Es por el frío o por la falta de besos? Soledad: ¿La buscó o se instaló en su cuerpo sin preguntar? Manos abiertas: ¿Si sigue esperando, cree que llegará o la fe ya no sirve? Dejadez: ¿Ella lo persigue o usted ya la practica hace tiempo? Falta de ideas: ¿Ya pensó en detenerse a pensar o pretende que alguien lo haga por usted? Ojos de lluvia: ¿Acaba de salir de tomar un baño o fue una excusa para disimular las lágrimas? Muerte: ¿Le teme o ya sabe que el miedo es ridículo? 80
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Picasso, mento o la crónica ficticia Llegadas tarde que terminan en una persecución entre puestos que venden despertadores, algún tropezón que no vio y otros que sí por donde estacionan los taxis, ruido a ciudad que logra apurar los pies, así los pensamientos pueden aliviarse, cambio exacto para los pasajes que incluyen dudas sobre el número de andén, asientos al revés que hablan solos, que en algún momento serán dados a alguien con mayor urgencia, estaciones escritas para no perderse juegan con grafismos en el anotador, búsqueda de plazas que nadie sabe bien dónde quedan, naranjas amargas pero que huelen bien como para una mermelada, mesa de piedra redonda que siempre escuchará atenta a los corazones debilitados, diagonales, pasajes, calles cerradas y pequeños bancos en los kioscos para ver las golosinas, almacenes con carteles de tiza que despiertan inevitables ganas de pintar el aire, confusión de cual es la derecha por el aroma de una rotisería inolvidable, confusión de cual es la izquierda por bastidores, pinceles y kilos de masilla fría en oferta, museos cerrados pero banderines celebrando y más puestos que venden los mismos despertadores, niños que corren sin miedo a caerse y padres desesperados que los siguen, 82
atardecer sin mates y restos de pasto que no saldrán del suéter tejido a mano, paz alterada por la represión creativa que le ofrecen a los niños con dibujos para colorear (habrá un síndrome de hoja en blanco?), hombres y mujeres que viajan sostenidos por el viento, horario ideal para las fotos sensibles, mudanza y futuro triste para los colores de las paredes, luces bajas para una luna casi llena, ojos cansados de recordar, y al final, un foco quemado que nunca será cambiado, a menos, claro, que busquemos la escalera.
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Las manos y la cara sucia: el alma intacta
Las luces bajas
Sus hermanos tienen sed, necesitan beber palabras, necesitan beber algo menos amargo.
Olvido: ¿Duermes? Estoy sentado esperándote, dijiste que vendrías.
Ella necesita tantas caricias, que quizá nadie se atreva a ofrecer sus manos. Sus hermanos tienen hambre, necesitan comer esperanzas, necesitan comer un poco de dios. Ella necesita colores, para acordarse de como era reír. Sus hermanos tienen frío, necesitan abrigarse de amor, necesitan abrigarse de amor. Ella no puede esperar a dios, ella lee un cuento para sus hermanos.
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(No corresponde, pero dejé las luces bajas para disimular los muertos) Certeza: ¿Vienes? Estoy sentado cuidándote, dijiste que vendrías. (Esta noche sobran escaleras, otra vez, no podré dormir) Nadie contesta a la única pregunta: ¿De dónde viene este frío?
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Dos actos con interludio Acto primero: “La pregunta y el convencimiento” ¿Cuándo te vas a ir de mí? Por favor te lo pido, andate. ¡Andate!, dije (se lo pedí mal). No escuchas lo que estoy dando, solamente repasas tu monólogo susurrando en el desayuno, hablando en el almuerzo, gritando en la merienda, y cantando en la cena. Tu voz es libre y eso es hermoso, pero por favor te lo pido, andate, me necesito en el silencio. ¿Dormida en todos mis momentos, qué te importa mi canción? Lo haces a propósito, vos te despertás cuando me acuesto, vos te endulzás y soy un objeto. Lo hago a propósito. Soy el que afirma y se arrepiente. Soy el que espera y se queda esperando. Vos, sos el frío de toda la semana. Yo, soy el que no usa abrigo.
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Interludio: “Un pequeño error“ Nadamos sobre el piso cuando entramos a escena, la cama siempre será el lugar donde estemos. Aplausos y risas para la gran actuación, premios y reconocimientos para esta genuina obra. Acto segundo: “El final es el espejo y la luz que lo sostiene” Me desnutro en los intentos por querer aparecer. Me esquivo, me huyo. me escondo, me asesino. A veces me pierdo en esos pasajes imposibles de no visitar, compro algunos recuerdos, me regalan otros. Sigo viaje, por momentos estoy convencido de que soy peregrino, creo que en el final del camino, voy a estar esperándome.
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¿Cual será?
Los clavos oxidados
¿Cual será la canción que aliviará las olas que arrastran a nuestra voz?
La madera es débil, sobre su veta una vela sin lumbre pretende alguna herida, espera las carabelas de conquista.
Como los chicos que juegan a esconderse entre las piedras, lo mismo hacen las respuestas de lo que andas buscando hace tanto tiempo. ¿Será la que guardas? ¿Será la que cantas? ¿O será la que aún no encontraste? ¿Será la que olvidaste? Si vas a cantar, hacelo así, para que escuchen los que no. Si vas a cantar, hacelo así, gritando lo que vas a dar. ¿Cual será la canción que aliviará las olas que arrastran a nuestra voz?
La arena es impune, sobre su sal, una ola sin espuma proclama alguna muerte, espera los lujosos metales. La brisa es veneno, sobre su canto, una niebla sin razón esconde alguna espada, espera los cuellos paganos. Esclavizadme, estas tierras os pertenecen. (Así es como la sangre pierde su color). Matadme, estas son tierras libres. (Así es como la sangre es sangre). Los clavos oxidados son entierro sin nombre, las armas no sirven para defender la identidad, la identidad primera. La gran Madre vuelve si la besamos, los cuerpos son su fruto y la raíz es vida, la vida es cultura. El mar se ennegrece y la luna no duerme, en el vientre de América Latina se gesta el color, el color libre.
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Hasta la plaza por favor
Militancia
Estoy cansado de los días históricos sin vos. ¿Por qué estás en la cara de todos? ¿Por qué todos están en tu cara? Sin vos, los días históricos se cansan.
En un principio, intenté hacer como el ganado, que no tiene más que resignarse al matadero, un manifiesto que puede afirmarse a cualquier hora y en cualquier día de la semana. Esta miseria se opone a la infinita búsqueda que me propongo. Los pájaros, los colectivos y hasta el parque Lezama también me contradicen. Compañeros, amigos, psicólogos, familia, nuevos desconocidos y futuros perdidos, izan la bandera de la rutinaria experiencia, con un consejo para la salud propia, llorar no hace bien, mejor olvidar, mejor continuar. La tele, la radio, también los diarios, conspiran contra la ideología latente, que espera dulcemente en el rincón de algunos corazones. No sirve tu imagen, no sirve tu idea, no sirve tu historia. ¿Para qué creer en algo no redituable? ¿Cuántos patriotas, cuántos soñadores, cuántos rebeldes, se dejaron guiar por esta idea que no se define? Para todos ellos, las hogueras se prendieron, las horcas se anudaron, los fusiles se cargaron, las traiciones se ejecutaron y en el último respiro, las vendas taparon sus ojos, para cegarlos ante la sangre que cae al barro, sembrando una historia irrefutable. El amor resiste como pueblo asesinado, juega a la escondida para que dejen de humillarlo y mantener prendidas las brasas que nunca llegarán a ser ceniza. Los que creen en la calle, son hoy el testigo de una ciudad que se muere. Pero pensando, todo resucita. No sé si alguien entenderá, a mí me gusta amar, esa es la militancia que hago. Amor o muerte.
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Una sola
Cómo encontrarte (o cómo dejar que seas anónima)
Una sola nota es necesaria para que aparezcas en mí, una sola.
¿Quién atrapará las palabras de tus ojos? ¿O serás como una canción que no es de nadie? El que a oscuras distinga el vestido de tus destellos, podrá encontrarte. Será en un patio tuyo, el amor lo enredarás en las paredes.
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Escrito no publicable (cuando las calles te reclaman)
comer de parado cambia el gusto de compartir con extraños. También ellos te reclaman.
Avenida Roque Sáenz Peña y Florida, protesta de banqueros, corbatas, anteojos, barbas de verdad, bufandas, chalinas o un atrevido pañuelo palestino, guantes sin dedos, guantes con dedos, volantes de sindicato pisados sin querer, café y facturas de carrito, trompeta y bombo de invitados, humo de cigarrillos aprovechando el aire, aliento de frío aprovechando la unión. Ellos te reclaman.
Marcelo T. de Alvear al 2000 y pico, como siempre y por suerte, estudiantes y docentes en lucha, cortan Avenida Santa Fe, cartulinas rojas, cantos populares, manos llenas de apuntes, gorros de lana y convicción traída del norte argentino, frases de manual para algunos, discursos emotivamente improvisados para otros, memoria que da calambres, mates fríos y un oportuno vendedor de pan relleno. Es evidente y no hace falta explicar el porqué del reclamo hacia tu persona.
Avenida Montes de Oca entre Suárez y Olavarría, movilización barrial por parte de los vendedores que se organizan por primera vez, esquinas, mitades de cuadra, bancos de plazas enrejadas, contenedores de reciclaje de mentira, puestos de diarios, supermercados de descuento, mendigos y ciegos, todo empapelado por un “no vamos a vender más”. Ellos te reclaman. Esmeralda 130, gran edificio de oficinas pequeñas, guardia de seguridad, tarjetas de ingreso, botones de ascensor, clips de abrochadora, hojas con membrete, lapiceras mordidas, tazas sin limpiar, competencia de pisar cabezas por un plus, escritorios divididos, máquina de golosinas y maltrato vestido de traje. Allí nadie se animó a enfrentar lo que corresponde, igualmente quisieran reclamarte. Avenida Corrientes 1368, camareros, pizzeros y lavacopas de la histórica pizzería proponen huelga por tiempo indeterminado, servilletas que no limpian, peleas por aceitunas, harina para defenderse, calor de empanadas fritas, quemaduras de mozzarella, agua por favor (es gratis), 98
Plaza de Mayo, piquete sin avisar por caras tapadas y destapadas, flete de mudanza con megáfonos incluidos, niños con guardapolvo, madres de fuerte pisar y abuelas con cucharas de madera para guisos, ponchos para el hambre, pintadas para que entiendas, sendas peatonales para saltar, manifiesto de Marx y poesía del Che, dignidad de manos cansadas y esperanza de fútbol. Te reclaman dulcemente sin presionar. Villafañe y el grupo de las calles perdidas prohíben el paso con barricadas de flores, tropezones de empedrado, puertas sin barniz, avistaje de futuro en el Riachuelo, perros en balcones, pelotas naranjas, pies descalzos, risas de umbral, asados con baldosas, señoras que tejen, mecánicos y bomberos jugando, hermanos aprendiendo solos, cigarrillos prendidos para otros y por fin esas manos que solo son, cuando las calles te reclaman.
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Hoy soy
Pensamientos luego de besar
Dos persianas de madera cerradas sin barniz, son separadas por un farol quemado. Estoy cansado de pensar en lo que puedo ser. Hoy soy.
La noche bebe sus estrellas para dejar tu resplandor, en ciertas calles espera la nostalgia que vendrรก a envolvernos. No abandonemos las palabras y riamos de las horas, si las manos murmuran solas, son nuestras almas las que se tocan. Aquel farol me delata como un camino que se deja ver, solo en vos encuentro lo que ya no existe.
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