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Noche
(fragmento)
Etel Adnan
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La luna cerró una o dos cortinas. Una lluvia fina interfiere.
Mido mi memoria de las cosas, pero no la memoria en sí misma, porque el presente también se está desbordando.
Creamos la realidad tan solo con existir. Esto también es verdad para la lechuza que ahora se adormece sobre una rama.
Un tigre domesticado es tan insignificante como las personas que suben por las escaleras eléctricas de este edificio. La angustia ahogada en el vino tinto vuelve como el ocaso.
En el valle, hacia abajo, la guerra despliega su lógica; del otro lado del rancho el océano hace crecer su cólera.
Mi padre nació el año en que la idea del eterno retorno llegó a la mente de Nietzsche; probablemente el mismo día.
Un árbol siempre posee coraje. Además, solo somos una ventana hacia el mundo.
Viví solo con mis propios medios, por eso soy un río.
La muerte no era fría ni caliente cuando tocaba tu piel. La voluntad nunca se ha alquilado, la materia está frustrada por sus límites.
Me gustaría que me vieras extendida sobre la huella que dejó tu cuerpo en la cama, pero en nuestras almas el calor te pertenece.
Ocurrió en un tiempo que nadie recuerda. No intenté nada más.
Mi propia desaparición persiguió una nube que me encontró sentada en un jardín.
Los túneles reproducen los esquemas de las arterias. Hay un gusano en el corazón que se alimenta de su pitanza y en la corte de los pájaros para quien la historia importa poco, aunque haya roto nuestras vidas.
Un día el sol no se alzará a su hora, entonces no habrá día. Y en la ausencia del día, tampoco habrá noche. Así, la Revelación se habrá cumplido.
Traducción de Ernesto Kavi