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Cómo Yevgeny Zamiatin delineó la ficción distópica
Cómo Yevgueni Zamiatin delineó la ficción distópica
John Gray
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En mayo de 1929 Yevgueni Zamiatin fue el blanco de unos versos hostiles compuestos por el poeta Aleksandr Bezimenski, miembro de la Asociación Rusa de Escritores Proletarios. Aparecidos en la edición de Leningrado de la prestigiosa Gaceta literaria bajo el título «Certificado a propósito de la eugenesia social», uno de ellos rezaba:
Tipo: Zamiatin. Género: Yevgueni. Clase: burgués. En el pueblo: un kulak. Producto de la degeneración. Nota al pie: es un enemigo.
Con sus amenazadoras referencias a la degeneración y la eugenesia, este ataque no habría estado fuera de lugar en Der Stürmer, la publicación nazi que aparecía en Alemania durante la misma época. Para Zamiatin, uno de los más conocidos escritores de la Unión Soviética, este ataque fue la culminación de años de peligrosa inseguridad. En septiembre de 1929 renunció al Sindicato Soviético de Escritores, y en junio de 1931 escribió a Stalin para pedir permiso de abandonar el país. Maximo Gorki intercedió en su favor y se le concedió su petición. Acompañado por su esposa, Lyudmila, salió de Rusia en noviembre de 1931 y se asentó en París, donde murió de un ataque al corazón en 1937.
Más que nadie, fue George Orwell quien dio a conocer en Occidente Nosotros, la novela de Zamiatin. Al reseñar el libro para Tribune en 1946, Orwell llamó a la fábula futurista distópica «una de las curiosidades literarias de esta época de quema de libros». Orwell creía que Un mundo feliz, de Aldous Huxley, «debía derivar parcialmente de ella». Consideraba que la distopía de Zamiatin —que cuenta la historia de una creciente desobediencia bajo una sociedad de vigilancia totalitaria— era superior a la de Huxley, debido a su «comprensión intuitiva del costado irracional del totalitarismo: el sacrificio humano, la crueldad como fin en sí misma, la adoración de un líder a quien se le endilgan atributos divinos». Estos elementos están presentes en 1984 (escrita en 1949) —que Orwell reconocía influenciada por Nosotros—, pero también la fuente de la rebelión contra el totalitarismo. Zamiatin y Huxley imaginaron una sociedad en donde una sexualidad carente de emociones sería alentada como forma de mantener dócil a la población, mientras que la de Orwell es una distopía más puritana. Pero todos estos autores identifican los orígenes de la revuelta en el amor prohibido.
Huxley aseveraba no haber leído Nosotros cuando escribió su novela, que consideraba una respuesta a Hombres como dioses, de H.G. Wells (1923). Sin duda una mayor influencia en Huxley fue el libro de J.B.S Haldane Dédalo: ciencia y futuro (1924), donde el célebre biólogo y transhumanista del siglo xx temprano alentaba a la humanidad a tomar el control de su evolución futura mediante la selección eugenésica y la «ectogénesis», el cultivo artificial de embriones. Huxley vislumbraba un Estado mundial del cual la elección y la individualidad hubieran sido erradicadas. La población se ordenaba mediante una jerarquía de castas, de alfas a epsilons. La ingeniería genética, el condicionamiento psicológico y una droga
inductora de euforia, el soma, se encargan de asegurar que la gente desempeñe sus funciones asignadas. En las reservas de salvajes subsiste un residuo de seres humanos al natural y uno de ellos, John, visita el Estado mundial y tiene una relación ilícita con Lenina, una ingeniera que trabaja con fetos, y finalmente se suicida colgándose.
El blanco de Huxley era más la adoración de la ciencia que la utopía. Pero Huxley y La objeción de Zamiatin Zamiatin concordaban en pensar que una sociedad organizada racionalmente para minimizar la discordia y la infelicidad eliminaa las utopías no era que una sociedad perfecta ba la propia idea de perfección. Consideraba que la búsqueda obcecada de un rían buena parte de lo que tiene sentido y es valioso en la vida humana. * A menudo se describe Nosotros como la primera novela distópica, pero en realidad hay fuera inalcanzable, sino que rechazaba la propia idea de perfección. Consideraba que la búsmodelo racional de sociedad terminaba en tiranía. Pero no era la represión política lo que más le preocupaba, sino que le agobiaba más el impacto que pudiera tener en el alma el racionalismo. La creatividad humana estaba inextricablemente precedentes en la literatura occidental. H.G. Wells, con quien Zamiatin se reunió varias veces cuando visitó la Unión Soviética en queda obcecada de un modelo racional de socieligada con pasiones perturbadoras. Los esquemas utópicos son de naturaleza distópica. 1920 y sobre cuya obra escribió un largo en- dad terminaba en tiranía. Aquí Zamiatin sigue a El hombre del sayo, escribió algunas poderosas distopías, a la par de narrativa y ensayos sobre utopías. Pero no era la represión subsuelo (1864), la seminal novela distópica de Fiodor Dostoievski. Para su En la primera novela de Wells, La máquina política lo que más le «hombre del subsuelo», una sociedad del tiempo (1895), la vida del delicado pueblo eloi transcurre basada en el trabajo esclavo preocupaba, sino que le fundamentada en la lógica y la ciencia (en el caso de que fuera posible) sería de los subterráneos morlocks. La isla del Dr. agobiaba más el impacto una cárcel espiritual. La capacidad para Moreau (1896) describe la creación de una especie abominable y desgraciada, tema que que pudiera tener en el experimentar amor irracional y sacrificio, de elegir el conflicto y el sufrimiento por fue prefigurado casi ochenta años antes en alma el racionalismo. encima de la paz y la felicidad, son partes el Frankenstein de Mary Shelley (1818). En esenciales de la libertad humana. la novela de E.M. Forster, La máquina se detiene (1909), hay Orwell merece mucho crédito por haber atraído atención humanos viviendo bajo tierra, y sus necesidades son satisfe- a Nosotros. Sin embargo, hay un aspecto en el cual quizá su chas por una omnipresente Máquina, cuya avería representa reseña produjo un efecto de minimizar la novela de Zamiatin. el fin del mundo. Orwell creía que había sido escrita alrededor de la muerte de
Nosotros se distingue por vincular el inhumano mundo que Lenin, en 1924, y esta visión fue ampliamente aceptada. Pero retrata con lo que muchos consideran como el atributo hu- en realidad, como lo demuestra J.A.E. Curtis en su libro The mano definitorio: el poder de la razón para reconfigurar a la Englishman from Lebedian (2013), la biografía más autorizada sociedad. La objeción de Zamiatin a las utopías no era que de Zamiatin hasta la fecha, Nosotros fue escrito en 1919-20, y una sociedad perfecta fuera inalcanzable, sino que rechaza- refleja las circunstancias de esa época. Para enero de 1919, la Checa —la policía secreta soviética fundada por Lenin en diciembre de 1917— contaba con 40 mil elementos, y para mediados de 1921 eran ya más de 250 mil. (A modo de comparación, las diversas secciones de la Okhrana, la policía secreta zarista, alcanzaron su mayor número en 1916, cuando estaban conformadas por 15 mil elementos). Ante la amenaza de una gran rebelión campesina en la provincia de Tambov en agosto de 1920, donde Alexander Antonov, del Partido Revolucionario Socialista, había conformado un «Ejército azul» de alrededor de 20 mil hombres, la Checa asistía al Ejército Rojo en la ejecución de rehenes, la quema de aldeas y rociaba gas venenoso a los campesinos que pretendían escapar hacia el bosque. Nosotros se encuentra ambientada siglos después, luego de que una devastadora guerra ha reducido a la población mundial a una fracción de su antiguo tamaño. Y aún así el libro
no es tanto una anticipación del futuro como un clarividente vislumbre al presente de Zamiatin, donde la lógica totalitaria del experimento soviético ya se manifestaba.
La historia de la publicación de Nosotros confirma la veracidad de la visión de Zamiatin. La traducción al inglés apareció en Nueva York en 1924. El primer texto ruso completo apenas se publicó en 1952, otra vez en Nueva York. Aparecieron varias ediciones en otros países y lenguas, pero en Rusia no se publicó hasta 1988, cuando la Unión Soviética estaba al borde del colapso. Una nueva edición recién aparecida, que contiene la reseña de Orwell y una introducción de Margaret Atwood, un epílogo de Ursula Le Guin y un interesante comentario del traductor Bela Shayevich, quien creció en la antigua Unión Soviética, será la definitiva en inglés para el futuro más próximo. Zamiatin —nacido en 1884 en Lebedian, a unos trescientos kilómetros de Moscú, cuyo padre era un sacerdote ortodoxo y de madre música— siempre vivió vidas paralelas. Se rebeló contra el zarismo y se unió a la fracción bolchevique del Partido Laborista Ruso Socialdemócrata siendo estudiante. Durante los disturbios de 1905 fue un activista clandestino, escondió panfletos y armas, y pasó tres meses en prisión en confinamiento solitario. Por la misma época se entrenaba como ingeniero marítimo en el Instituto Politécnico de San Petersburgo. Viajaba por toda Rusia inspeccionando puertos y submarinos, y simultáneamente se asentaba como escritor con la publicación de cuentos. Mientras procuraba dedicarse a su doble carrera fue enviado a Tyneside a supervisar la construcción de rompehielos para la Marina Imperial Rusa. Mientras vivía en Newcastle escribió Los isleños (1918), en donde se burlaba del sistema de clases y la hipocresía de la Inglaterra provincial eduardiana. Adoptaría los trajes de tweed y los modales reservados del país del cual se mofaba, al grado de que sus contemporáneos rusos lo apodaron «el inglés».
Su independencia de pensamiento pronto le granjeó un conflicto con las autoridades soviéticas. A las semanas de la Revolución de octubre de 1917, denunció al Estado soviético por sus métodos dictatoriales. Fue arrestado e interrogado por la Checa en febrero de 1919, y después nuevamente en mayo bajo la sospecha de coludirse con los miembros del Partido Revolucionario Socialista, en una supuesta conspiración contra el régimen.
El peligro que le acechaba se hizo más claro cuando en agosto de 1921 su amigo Nikolai Gumilev, el teórico literario vanguardista y marido de la mayor poeta rusa del siglo xx, Anna Akhmatova, fue arrestado bajo el cargo de estar involucrado en una inexistente conspiración monárquica, sentenciado a muerte y ejecutado junto con sesenta personas más en el bosque Kovalesky, a las afueras de San Petersburgo. (Casi un siglo después, se estima que alrededor de 4,500 víctimas de esa primera oleada de terror soviético permanecen enterradas en tumbas masivas sin marcar en ese sitio).
En 1922 Zamiatin pasó un mes en prisión como parte de la represión contra la intelectualidad, que culminó en la expulsión colectiva de más de doscientos de los principales artistas, científicos y pensadores rusos, en lo que se conoció como los «barcos de vapor de los filósofos». El plan de exiliar a disidentes potenciales fue concebido por Lenin con el objetivo de librar al Estado soviético de la oposición intelectual, pero algunos piensan que fue Trotski quien señaló a Zamiatin para ser deportado. Luego de que los barcos zarparan en septiembre y noviembre, su posición continuó siendo discutida por los principales bolcheviques en Moscú, incluido el (de grandilocuente cargo) Comisario de la Ilustración, Anatoli Lunacharski, quien se encargaba de la censura de las artes.
En todo caso, Zamiatin no fue expulsado, y durante los siguientes años vacilaba sobre si debía unirse a los escritores soviéticos que habían emigrado. Su postura hacia el Estado soviético albergaba contradicciones que jamás pudo resolver. Atacó a los bolcheviques desde que se hicieron con el poder, pero se negó a unirse a ninguna de las facciones de emigrados en París y siguió siendo ciudadano soviético. Más que ser un enemigo del régimen, parece haberse considerado hasta el final como un disidente soviético. Al igual que Zamiatin, Nosotros no puede ser encasillado en ninguna categoría simple. Si bien es un ataque contra la «civilización maquinal», también está ampliamente coloreado por su experiencia de la vida soviética. La novela está escrita en cuarenta «registros» de «D-503», un matemático e ingeniero responsable por construir un cohete que permitiera la conquista de otros planetas. En ella se enarbola una sociedad diseñada para vivir según los dictados de la razón. Los ciudadanos del Estado único viven en casas de cristal que permiten la vigilancia continua. Son identificados por números en lugar de nombres, y su conducta es regulada por fórmulas matemáticas que gobiernan cómo se pasa cada hora del día. Una Muralla Verde los aísla de hombres primitivos ataviados con pieles que viven en la naturaleza. Por encima de esta sociedad cerrada se encuentra un Benefactor que todo lo ve, encargado de que el funcionamiento armonioso no se vea perturbado.
La trama nos resulta familiar gracias a 1984. D-503 conoce a una mujer de espíritu libre, 1-330, por quien siente una irrefrenable atracción. En lugar de practicar el sexo terapéutico prescrito por el Estado, se embarcan en una intensa relación romántica. 1-330 le revela que forma parte de Mephi, una organización dedicada a derribar la Muralla. D-503 decide reportarla a los Guardianes del Estado, pero no consigue atreverse a hacerlo. En el último registro se está recuperando de una «Gran operación» en la que su capacidad para experimentar emociones ha sido removida quirúrgicamente:

…ahora estoy sano: estoy completa y absolutamente sano. Sonrío: no puedo evitar sonreír: me han extraído una astilla de la cabeza y ahora está vacía y ligera.
Aliviado de su conciencia, D-503 delata a su amante y observa cómo es torturada sin experimentar simpatía o remordimiento. A diferencia de la amante de Winston Smith en 1984, Julia, 1-330 se niega a delatar a sus compañeros de conspiración. Sin jamás quebrarse, es ejecutada junto con ellos. Al mismo tiempo, la Muralla Verde ha sido penetrada, y sectores enteros de la ciudad quedan repletos de cadáveres. D-503 permanece