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La montaña de la muerte

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Where You Been

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Rodrigo Márquez Tizano

@rmtizano

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El cuerpo está con el Rey

¿Primero lo primero? Viajo a Dinamarca para escribir Hamlet. Pero este Hamlet se llama Varlotta: es la hissegún la máxima witoldiana que aparece como epígrafe de Azorno (1967) —una de las tres novelas escritas por Christoria de otro Hamlet. Un Hamlet que vivió en Christiania y tensen—, «creada en primer lugar por la forma y, en segunse llamó Varlotta. O se llama. El Hamlet original vivía cerca do, creadora de la forma», este último acto se concatena a —como mejor se lo permitió la zarza del desagravio univer- la perfección con la pesquisa que signa su obra, la tensión sal—, en Elsinore, pero Elsinore no se parece demasiado a entre ciertos paralelos que, en un momento de inflexión, Christiania porque el Pueblo Libre de Christiania está lejos coinciden: flexibilidad y estructura, inicio y fin, repetición e de ser un castillo sino que, por el contrario, improvisación. Esta idea que se instala ense trata de un área «ocupada» en el distrito ¿Cómo comienza una tre las imágenes, el trabajo que realizamos de Christianshavn, en el centro de Copenhague, ubicado a menos de dos kilómetros del Palacio Real y el Parlamento, aunque en realidad Hamlet tampoco se parece mucho a Varlotta salvo por el hecho, poco relevanhistoria? Con una imagen, dirán algunos. Con una intuición, dirán otros más: una corazonada, una con ellas y los instrumentos que tenemos a mano para revelarlas, es el motor de uno de sus poemas más ambiciosos, Carta en abril (incluído en El valle de las mariposas, Sexto Piso, Madrid, 2020), dividido en siete partes, te a decir verdad, de que en este cuaderno, sombra de corazonada. numeradas del i al vii, que a su vez se subdiborrón sobre borrón, ninguna de las dos viden cada una en cinco estrofas, marcadas reescrituras se superpone a la otra. Christianita por adop- por el mismo número de círculos. Este método de permutación, formoseño en el exilio —primero en Buenos Aires, ciones y sustituciones, basado en sistemas musicales como más tarde en Dinamarca—, poeta sin poemas con apenas el serialismo y el dodecafonismo, permite una polifonía que algún connato de ensayo sepultado bajo los archivos de la se opone a la lectura lineal desde la matemática y donde, al revista Sitio, Varlotta/Hamlet fue un fantasma titilante entre mismo tiempo, cada estrofa es un universo y cada universo las últimas sesiones de la troupe de Corrientes y los resabios el inicio y final de otro más. del Neobarroso que, a finales de los ochenta, aún latían por ¿Cómo comienza una historia? Con una imagen, dirán la noche porteña. Despojado de cualquier atisbo de patria algunos. Con una intuición, dirán otros más: una corazo—incluida la escritura—, el príncipe volvió al origen y se nada, una sombra de corazonada, aunque esta operación fabricó una nueva carcasa a la medida de sus imposibilida- es engañosa porque ahí se plantearía una sola historia, una des, en el contexto menos premeditado: con pasado juvenil historia original de la cual se desprenden todas las otras, en Sportivo Patria y luego en Atlanta, Varlotta terminó sus ligeras variaciones de la unidad propuesta, como racimos días como centro delantero de fin de semana jugando para y no en paralelo, sucediendo lo mismo al mismo tiempo. el Christiania Sports Club, un equipo semiprofesional de la Quizá arranca el 26 de septiembre de 1971, casi dos décasexta división danesa que le aseguraba el sueldo básico uni- das antes de que Varlotta debutara con la roja y gualda del versal: techo y porro. csc, cuando un grupo de periodistas que trabajaban para el

La búsqueda de Varlotta me lleva hasta el cementerio. diario Hoved Bladet fueron fotografiados mientras llevaban En medio de un jardín del Garnisons Kirkegård que sirve de a cabo la toma simbólica del cuadrante de Bådsmandsstræúltimo descanso a quienes no quieren que su nombre figu- de Barracks, un área militar abandonada en Christianshavn, re en lápida alguna, justo bajo la sombra del arbusto más que desde unos años antes había sido tomada, de forma esfrondoso del cuadrado, están esparcidas las cenizas de Inger porádica, por células itinerantes de los movimientos okupa Christensen. No podía ser de otra manera. Si la persona es, del norte de Europa. Quizá arranca con el primer tanto que marcó Varlotta para el csc, año 92, fecha 4: un cabezazo desde la media luna desviado por un jugador del Vanløse if. Quizá con la muerte de Polonio, la locura de Ofelia, la ira de Laertes. Tal vez, solo tal vez, en Stefansgade, donde a falta de una lápida que cargue con el peso de su nombre, las palabras de Inger Christensen flotan sobre Copenhague entera, en el interminable Alfabeto que ¿arranca? en el preciso lugar donde todo termina: «Los árboles de albaricoque existen, los albaricoques existen». •

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