Reporte Sexto Piso 55

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La montaña de la muerte

Rodrigo Márquez Tizano @rmtizano 33

El cuerpo está con el Rey

¿P

según la máxima witoldiana que aparece como epígrafe de rimero lo primero? Viajo a Dinamarca para escribir Azorno (1967) —una de las tres novelas escritas por ChrisHamlet. Pero este Hamlet se llama Varlotta: es la histensen—, «creada en primer lugar por la forma y, en seguntoria de otro Hamlet. Un Hamlet que vivió en Christiania y do, creadora de la forma», este último acto se concatena a se llamó Varlotta. O se llama. El Hamlet original vivía cerca la perfección con la pesquisa que signa su obra, la tensión —como mejor se lo permitió la zarza del desagravio univerentre ciertos paralelos que, en un momento de inflexión, sal—, en Elsinore, pero Elsinore no se parece demasiado a coinciden: flexibilidad y estructura, inicio y fin, repetición e Christiania porque el Pueblo Libre de Christiania está lejos improvisación. Esta idea que se instala ende ser un castillo sino que, por el contrario, tre las imágenes, el trabajo que realizamos se trata de un área «ocupada» en el distrito ¿Cómo comienza una con ellas y los instrumentos que tenemos a de Christianshavn, en el centro de Copenhistoria? Con una imamano para revelarlas, es el motor de uno de hague, ubicado a menos de dos kilómetros gen, dirán algunos. Con sus poemas más ambiciosos, Carta en abril del Palacio Real y el Parlamento, aunque en realidad Hamlet tampoco se parece mucho una intuición, dirán otros (incluído en El valle de las mariposas, Sexto a Varlotta salvo por el hecho, poco relevan- más: una corazonada, una Piso, Madrid, 2020), dividido en siete partes, numeradas del i al vii, que a su vez se subdite a decir verdad, de que en este cuaderno, sombra de corazonada. viden cada una en cinco estrofas, marcadas borrón sobre borrón, ninguna de las dos por el mismo número de círculos. Este método de permutareescrituras se superpone a la otra. Christianita por adopciones y sustituciones, basado en sistemas musicales como ción, formoseño en el exilio —primero en Buenos Aires, el serialismo y el dodecafonismo, permite una polifonía que más tarde en Dinamarca—, poeta sin poemas con apenas se opone a la lectura lineal desde la matemática y donde, al algún connato de ensayo sepultado bajo los archivos de la mismo tiempo, cada estrofa es un universo y cada universo revista Sitio, Varlotta/Hamlet fue un fantasma titilante entre el inicio y final de otro más. las últimas sesiones de la troupe de Corrientes y los resabios ¿Cómo comienza una historia? Con una imagen, dirán del Neobarroso que, a finales de los ochenta, aún latían por algunos. Con una intuición, dirán otros más: una corazola noche porteña. Despojado de cualquier atisbo de patria nada, una sombra de corazonada, aunque esta operación —incluida la escritura—, el príncipe volvió al origen y se es engañosa porque ahí se plantearía una sola historia, una fabricó una nueva carcasa a la medida de sus imposibilidahistoria original de la cual se desprenden todas las otras, des, en el contexto menos premeditado: con pasado juvenil ligeras variaciones de la unidad propuesta, como racimos en Sportivo Patria y luego en Atlanta, Varlotta terminó sus y no en paralelo, sucediendo lo mismo al mismo tiempo. días como centro delantero de fin de semana jugando para Quizá arranca el 26 de septiembre de 1971, casi dos décael Christiania Sports Club, un equipo semiprofesional de la das antes de que Varlotta debutara con la roja y gualda del sexta división danesa que le aseguraba el sueldo básico unicsc, cuando un grupo de periodistas que trabajaban para el versal: techo y porro. diario Hoved Bladet fueron fotografiados mientras llevaban La búsqueda de Varlotta me lleva hasta el cementerio. a cabo la toma simbólica del cuadrante de BådsmandsstræEn medio de un jardín del Garnisons Kirkegård que sirve de de Barracks, un área militar abandonada en Christianshavn, último descanso a quienes no quieren que su nombre figuque desde unos años antes había sido tomada, de forma esre en lápida alguna, justo bajo la sombra del arbusto más porádica, por células itinerantes de los movimientos okupa frondoso del cuadrado, están esparcidas las cenizas de Inger del norte de Europa. Quizá arranca con el primer tanto que Christensen. No podía ser de otra manera. Si la persona es, marcó Varlotta para el csc, año 92, fecha 4: un cabezazo desde la media luna desviado por un jugador del Vanløse if. Quizá con la muerte de Polonio, la locura de Ofelia, la ira de Laertes. Tal vez, solo tal vez, en Stefansgade, donde a falta de una lápida que cargue con el peso de su nombre, las palabras de Inger Christensen flotan sobre Copenhague entera, en el interminable Alfabeto que ¿arranca? en el preciso lugar donde todo termina: «Los árboles de albaricoque existen, los albaricoques existen». •


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