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G7: NUEVOS COMPROMISOS HACIA LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Hace unos días, líderes de diferentes naciones se reunieron para analizar lo que ellos consideran “la triple crisis mundial sin precedentes: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, así como a una crisis energética mundial de escala sin precedentes”.
En el amplio conglomerado de foros e instancias multilaterales de cooperación que caracteriza el orbe en la actualidad, el Grupo de los 7 (G7) es un reducto de donde provienen compromisos y posturas que es necesario atender tanto por su relevancia como por su impacto en el devenir de la realidad internacional.
Este grupo, formado por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, además de un representante de la Unión Europea, se reúne anualmente con jefes de gobierno y periódicamente a nivel ministerial.
En esta última vertiente, del 14 al 16 de abril pasados, se reunieron en Sapporo, Japón, los ministros de Clima, Energía y Medio Ambiente para analizar lo que ellos consideran “la triple crisis mundial sin precedentes: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, así como a una crisis energética mundial de escala sin precedentes”.
Ante tal situación, plantearon posibles rutas de atención en temas como
Guillermo Gutiérrez Nieto
Internacionalista, Maestro en Administración y Doctor en Administración Pública. Es miembro del Servicio Exterior Mexicano. Actualmente es Jefe de Cancillería en la Embajada de México en Arabia Saudita. ggnieto@gmail.com las transiciones de energía limpia y la seguridad energética, la explotación de los minerales críticos, la eficiencia energética, las energías renovables y la descarbonización en el transporte y las industrias pesadas, entre otros.
Minuta y siguen los compromisos
En el preámbulo de su amplio comunicado, los ministros condenan la invasión de Rusia a Ucrania, destacando su efecto en el abastecimiento energético global -que motivó altos precios de la energía, volatilidad del mercado e interrupciones en el suministro de energíay su impacto en los precios mundiales de los cereales y los fertilizantes, que detonó la inseguridad alimentaria en varios países.
En términos generales, el documento de 36 páginas avalado por los representantes del G7 incluye el compromiso de lograr “lograr un sector energético predominantemente descarbonizado para 2035” y lograr el cero neto en los sistemas energéticos para 2050, empero deja abierta la posibilidad de un uso continuo de energía alimentada por combustibles fósiles, aunque reconoce que es una etapa hacia la transición plena del sector energético.
Así, el compromiso colectivo asumido refiere como elementos de una efectiva transición energética global hacia cero emisiones en 2050: hacer eficiente el uso de toda fuente energética, incrementar el uso de energías renovables, crear cadenas de abastecimiento sustentadas en energía limpia, garantizar la plena generación descarbonizada de energía secundaria para 2035, destacando el uso del hidrógeno renovable y bajo en carbono y sus derivados, como el amoníaco, así como del uranio y el gas natural y licuado.
Aunque los ministros del G7 responsables de los asuntos energéticos, las acciones contra el cambio climático y el medio ambiente se comprometieron a aumentar colectivamente la capacidad eólica marina en 150 gigavatios para 2030 y la capacidad solar a más de 1 teravatio, no lograron establecer un cronograma para la eliminación gradual de las centrales eléctricas de carbón, aspecto de particular relevancia para el país anfitrión, que ha aumentado su dependencia del carbón, así como del gas natural y el petróleo, para sus centrales eléctricas luego del desastre nuclear de Fukushima Daiichi en 2011.
Atención al cambio climático Como ha sido planteado en otros foros de atención al cambio climático, en Sapporo se argumentó que los esfuerzos climáticos globales sean apoyados por los países en desarrollo, así como por las instituciones financieras internacionales (incluyendo bancos de desarrollo) a fin de garantizar la movilización de recursos públicos y privados. También se planteó como opción el uso de amoníaco como fuente de energía baja en carbono junto con el gas o el carbón a fin de reducir las emisiones de la infraestructura de combustibles fósiles existente.
Respecto a la extracción, conversión, enriquecimiento y fabricación de uranio, los ministros coincidieron en colaborar en la exploración de “oportunidades estratégicas” para fortalecer los sectores nacionales y establecer un campo de juego nivelado a fin de competir de manera más efectiva contra los proveedores depredadores, ello en alusión a Rusia, uno de los mayores proveedores mundiales de uranio enriquecido para programas nucleares civiles, con más del 40% de capacidad de enriquecimiento a nivel mundial.
Considerando todos estos aspectos y compromisos, el dejo de duda es mínimo respecto a si el G7 está en la ruta correcta para combatir el calentamiento global.
Es cierto que de lo dicho a lo hecho siempre habrá trecho, pero la hoja de ruta planteada por este conglomerado de las economías más avanzadas del mundo (62% del PIB mundial), así como los encuentros, colectivos e individuales, sostenidos con el líder de la Agencia Internacional de Energía y con el presidente de la COP28, Sultan Al Jaber, confirman su responsabilidad ante una realidad cuya mejoría se finca en una transición energética global.