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Obituario para Adalberto Padilla Limón

En palabras de Santiago Barcón

Colaborador de Energía Hoy, Adalberto fue pilar en la creación de la Asociación Mexicana de Empresas en Eficiencia Energética y continuó en diversas empresas e instituciones, siempre apoyando, hasta que lanzó su proyecto personal, Virenti unca es fácil el perder un amigo y menos cuando le quedaban varios lustros por delante.

NTuve el honor de ser amigo de Adalberto, Beto como le llamábamos, por más de 15 años. Lo conocí en Nacional Financiera donde yo fui consejero consultivo y de esa relación lo convencí de venir a colaborar en una empresa donde fui socio, y lanzamos una empresa para eficiencia energética.

Beto estudió Ingeniería en Informática, pero su pasión profesional se volvió la energía. Fue pilar en la creación de la Asociación Mexicana de Empresas en Eficiencia Energética y continuó en diversas empresas e instituciones, siempre apoyando, hasta que lanzó su proyecto personal, Virenti.

Podría escribir decenas de cuartillas de sus logros y aportaciones, menciono solo una: columnista en Energía Hoy donde siempre tuvo un cariño especial por nuestro medio, aportando su conocimiento y mente abierta.

Lo más relevante fue, sin duda, su calidad humana. Siempre dispuesto a apoyar, a aportar ideas, a debatir con entusiasmo y a trabajar con tesón y ahínco.

Beto fue un apóstol en su familia; Esther, su mujer, y Regina, su hija, constituyeron siempre su razón de vivir. Lo vamos a extrañar, enormidades, pero el mejor homenaje es seguir luchando por sus ideales y recordar sus enseñanzas.

Manuel de Diego nos envió estas palabras, que me complementan perfectamente.

En Coenergía tuvimos la fortuna de conocer a Adalberto por más de una década y trabajar codo a codo por temporadas en diversos proyectos. Su partida, pronta e inesperada, nos dejó profundamente afectados.

Podemos atestiguar el profundo amor por su familia, genuino interés por las personas y compromiso con los temas de eficiencia energética y finanzas como una herramienta para mejorar a la sociedad en que vivimos.

Nos quedamos no sólo sin un gran colaborador, sino también, sin un amigo de mente clara y pluma presta, siempre empático y dispuesto a oír y ayudar.

Compañero, se te echa de menos ya, ¡hasta siempre!

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