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Abordando las tres preguntas de retroalimentación
Tiburcio Moreno Olivos
◊ Abordando las tres preguntas de retroalimentación
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La enseñanza efectiva consiste en transmitir información y generar comprensión en los estudiantes (o proporcionar tareas constructivas, entornos y aprendizaje), e incluye evaluar la comprensión de aquella por parte de éstos, de modo que el próximo acto de enseñanza se pueda adaptar a la comprensión actual del alumno. Esta “segunda parte” es la porción de retroalimentación, y se relaciona con las tres preguntas principales identificadas en el Diagrama 2: ¿A dónde voy? ¿Cómo voy a llegar allí? ¿Cuál es el siguiente paso? Un ambiente de aprendizaje ideal ocurre cuando tanto los profesores como los estudiantes buscan respuestas a cada una de estas preguntas. Con demasiada frecuencia, los docentes limitan las oportunidades de los alumnos de recibir información sobre su desempeño en relación con cualquiera de estas preguntas, cuando asumen esa responsabilidad por los estudiantes y no consideran las posibilidades de aprendizaje por sí mismos.
¿A dónde voy? Un aspecto crítico de la retroalimentación es la información que brinda a los estudiantes y sus profesores sobre el logro de las metas de aprendizaje relacionadas con la tarea o el desempeño. Estas metas pueden ser muy variadas y juzgar su éxito puede ocurrir en muchas dimensiones. Los juicios pueden ser: • Directos (“aprobar una prueba” o “completar una tarea”); • comparativos (“hacerlo mejor que Daniel” o “hacerlo mejor que la última vez”); • sociales (“no obtener una distinción” o “buscar la aprobación del profesor”); • relacionados con el trabajo (“cantar una canción” o “correr una carrera”); • automáticos y provocados fuera de la conciencia específica (“hacerlo bien en una tarea” o “buscar tareas más desafiantes”).
Modelos de retroalimentación en educación superior
Las metas pueden estar relacionadas con logros o comprensiones específicas, o con diferentes cualidades de la experiencia, y típicamente involucran dos dimensiones: desafío y compromiso. Las metas desafiantes se relacionan con la retroalimentación de dos formas principales: 1) Informan a los individuos sobre el tipo o nivel de rendimiento que se debe alcanzar para que puedan dirigir y evaluar sus acciones y esfuerzos en consecuencia. La retroalimentación les permite establecer metas razonables y realizar un seguimiento de su desempeño en relación con ellas, de modo que se puedan hacer ajustes en el esfuerzo, la dirección e incluso la estrategia según sea necesario. Estos niveles de logro o “criterios de éxito”, y las metas sin claridad sobre cuándo y cómo un estudiante (y el docente) sabe que tuvo éxito, a menudo son demasiado vagos como para mejorar el aprendizaje. 2) La retroalimentación permite a los estudiantes (y sus profesores) establecer apropiadamente metas desafiantes como las anteriores, creando así las condiciones para el aprendizaje continuo.
La relación entre la retroalimentación y el desafío relacionado con las metas es compleja. Si la retroalimentación no reduce la brecha entre los conocimientos actuales y las metas, es probable que los estudiantes cierren la brecha exagerando su estado actual o reclamando algunas atribuciones que reducen el esfuerzo y el compromiso. Por ello, la retroalimentación no puede reducir esta brecha si la meta está mal definida, porque es poco probable que la diferencia entre el aprendizaje actual y el aprendizaje previsto sea lo suficientemente clara para que los educandos vean la necesidad de reducirla. Un problema adicional se suscita cuando la retroalimentación no está dirigida hacia el logro de una meta: es frecuente que ella no se relacione con el éxito de las dimensiones críticas de la meta. Por ejemplo, los alumnos reciben retroalimentación
Tiburcio Moreno Olivos
sobre la presentación, la ortografía y la extensión de un trabajo escrito cuando los criterios de éxito requieren, por ejemplo, “crear un estado de ánimo en una historia”; pero tal retroalimentación no es eficaz para reducir la brecha relacionada con dicha intención (Clarke, Timperley y Hattie 2003). Cuando las metas tienen un desafío apropiado y los docentes y estudiantes se comprometen con ellas, es probable que se comparta una comprensión más clara de los criterios de éxito.
Las metas son más efectivas cuando los estudiantes comparten el compromiso de alcanzarlas, porque es más probable que busquen y reciban retroalimentación. Los maestros y padres a menudo consideran que los alumnos tienen un compromiso con las metas académicas, pero no siempre es así: lo cierto es que debe construirse y fortalecerse. El compromiso puede ser estimulado por las figuras de autoridad, los grupos de compañeros, la competencia, los modelos a seguir, las declaraciones públicas sobre intenciones, los incentivos y recompensas, el castigo, y la valía general.
¿Cómo voy a llegar allí? La respuesta a esta pregunta involucra a un maestro (o compañero, tarea o uno mismo) que proporciona información de una tarea o meta de rendimiento, a menudo en relación con algún estándar esperado, rendimiento previo y éxito o fracaso en una parte específica de la tarea. La retroalimentación es eficaz cuando brinda información sobre el progreso y sobre cómo proceder. Los estudiantes, a menudo, buscan información sobre “cómo van”, aunque es posible que no siempre les agrade conocer la respuesta. Es habitual que esta pregunta se atienda con una evaluación o prueba, pero esta no es la concepción fundamental que está detrás de ella. Las “pruebas” solo son un instrumento empleado por los docentes para abordar esta cuestión, y generalmente no transmiten información de retroalimentación que ayude a saber cómo van los estudiantes.