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Integración de las tres preguntas El foco de la retroalimentación: los cuatro niveles
Modelos de retroalimentación en educación superior
¿Cuál es el siguiente paso? El proceso de enseñanza a menudo sigue una secuencia, durante la cual los profesores proveen información, tareas o intenciones de aprendizaje; y los estudiantes intentan hacer tareas o trabajos. Con frecuencia, la resultante es más información, más tareas y más expectativas; así los alumnos aprenden que a la pregunta “¿qué sigue?” la respuesta es “más”. El poder de la retroalimentación, sin embargo, se puede utilizar para aportar información que conduzca a un mayor aprendizaje. Ésta puede incluir desafíos mejorados, más autorregulación del aprendizaje, mayor fluidez y automaticidad, más estrategias y procesos para trabajar en las tareas, una comprensión más profunda y más información sobre lo que se entiende y lo que no se entiende. Así, esta pregunta acerca del avance puede tener un impacto muy poderoso en el aprendizaje.
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◊ Integración de las tres preguntas
En lugar de que las tres preguntas anteriores operen de forma aislada en cada uno de los cuatro niveles (nivel de tarea, nivel de proceso, nivel de autorregulación y nivel del yo), generalmente trabajan juntas. La retroalimentación relacionada con “¿Cómo voy a llegar allí?” tiene el poder de conducir a nuevas tareas o “¿Cuál es el siguiente paso?” relativo a un objetivo “¿A dónde voy?”. Como argumentó convincentemente Sadler (1989), cerrar la brecha entre dónde están los estudiantes y hacia dónde apuntan, es a lo que conduce el poder de la retroalimentación.
◊ El foco de la retroalimentación: los cuatro niveles
El foco de la retroalimentación es críticamente importante. En este modelo existen cuatro niveles principales, y el nivel al que se dirige la retroalimentación influye en su efectividad. • Nivel 1: la retroalimentación se refiere a una tarea o producto, por ejemplo, si la tarea es correcta o incorrecta. Este nivel puede incluir instrucciones para adquirir más información,
Tiburcio Moreno Olivos
diferente o correcta, como: “Debes incluir más información sobre los Tratados de Córdoba”. • Nivel 2: la retroalimentación se dirige más directamente al proceso utilizado para el procesamiento de la información, o a los procesos de aprendizaje que se requieren para comprender o completar la tarea. Por ejemplo: un profesor o un compañero puede decirle a un estudiante: “Debes redactar este texto atendiendo los descriptores que has utilizado para que el lector pueda comprender los matices de su significado”, o “Esta página puede tener más sentido si usas las estrategias de las que hablamos antes”. • Nivel 3: la retroalimentación se centra en la autorregulación, incluida una mayor habilidad en la autoevaluación o la confianza para participar más en una tarea. Por ejemplo:
“Tú ya conoces las características principales de la coherencia de un texto. Verifica si las has incorporado en tu primera página”. Tal retroalimentación puede tener una importante influencia sobre la autoeficacia, las competencias autorreguladoras y la autoconfianza de los estudiantes como aprendices, de modo que se les alienta o informa sobre cómo mejorar y continuar la tarea sin esfuerzo. • Nivel 4: la retroalimentación se dirige a nivel del yo, pero con demasiada frecuencia no se relaciona con el rendimiento de la tarea. Por ejemplo, “Eres un gran estudiante” o “Eso es una respuesta inteligente, bien hecho”.
Por lo tanto, existe una distinción entre retroalimentación de tarea, de proceso de la tarea, de autorregulación y del yo. En este modelo se argumenta que la retroalimentación del yo es la menos efectiva, que la de autorregulación y la de proceso son poderosas en términos de procesamiento profundo y dominio de tareas, y la retroalimentación de tarea es poderosa cuando la información de tareas es útil posteriormente para mejorar