Colección Arenas del desierto Serie Poesía Colección portátil, de rápida y fácil circulación, llevando la literatura por largas distancias hasta asentarse en la mirada de sus lectores.
En motocicleta va la poesía tras un cuadro
César Seco
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Escribimos del amigo y del poeta. Del amigo que tratamos en la biblioteca pública de la ciudad solar, pero que ya habíamos avistado en un detenimiento nuestro por las calles polvosas de Coro en los 80’s: él, Biblia en mano predicando la palabra junto a los Duno, músicos, gimnastas, artistas. El hermano Wilmer. Del poeta que cruzaba sus piernas y escuchaba a un grupo de muchachos despeinados que intentaban serlo en medio de una ciudad indiferente. Emilio, Ulises, César. Wilmer era el motorizado, el mensajero de la biblioteca. Cada tarde acudíamos a ese inextricable laberinto donde viven los libros, callados, hablando hacia adentro para que los escuche quien los abra. Y los abríamos y viajábamos al encuentro de Homero, no sin antes Sócrates nos dijera desde el anaquel de Filosofía: “Conócete a ti mismo”. Eso éramos y seguimos siendo, Wilmer también. Aunque la vida nos llevara a cruzar en esquinas diferentes y seguir adelante. Sólo que cada cierto tiempo, Wilmer, el poeta que no ha dejado de serlo se aparece con un puñado de poemas que le ha arrebatado al silencio y nos lo pone por delante como un acto de fe irrenunciable, como quien trae su vida en las manos y nos la muestra sin disfrazarla. Creo que nunca le ha interesado hacer literatura, su palabra, estoy convencido, le viene de los resortes del alma, de un espíritu inquieto que sólo en momentos de sosiego deja aflorar eso que lo dice a él y a lo que ha vivido, eso a lo que es fiel, esas latencias, esos silbidos que parecieran escurrírsele a la velocidad que empine su motocicleta, eso dicho, en pocas palabras, sin adorno, entre placeres y angustias.
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Estamos en una esquina del mundo, lejos de la ciudad que anduviera en nuestros pasos y nos llega
el mensaje de Wilmer desde alguna parte de sí mismo. Le van unos poemas, la cuestiones que los lea y les haga una nota. Ahora tengo los poemas como nadando frente a mí en la pantalla cyberiluminada del monitor. El poeta habla de un cuadro que naufraga en mi memoria, pero basta una frase, un verso para que el cuadro sobreviva a mi olvido y se me venga a los ojos con su aromática triangularidad íntima. Obra y gracia de la poesía: “Qué cuadro/ tan sabroso/ viene tongoneando./ Mueve aquí, mueve allá,/ divide el pensamiento en dos”. Todo ocurre allí, en el poema, en la brevedad que no permite que ningún palabreo inútil le robe equilibrio a la visión, porque detrás de ello, emerge el ser, ese “suspiro/ de un corazón/ desesperado”.
Se nos revela que cuadro y ser se hacen uno solo, que verlo y tocarlo es un entrar y salir de uno a otro, siendo ambos dos uno solo: cortejo, enamoramiento, pasiún. Ocurre lo que súlo el arte permite, la transfiguración. Danza y baile del cuerpo: “No hay nadie que detenga/ ese ir y venir/entrar y sacar/ lo bueno de la memoria”. Es aquí cuando el cuadro no tiene pared en que colgar, porque lo lleva Eva en la mitad del medio, en un solo sí sostenido que su boca detenta. Bien vale abrazarnos al cuadro por completo, penetrarlo en su sabor y saber: “Hay que aprender /a vivir/ con el cuadro/ Muchas veces/ el cuadro es/ de una sola exposición/ Como hay otras/ que andan/ itinerante/ De toda forma/ y como sea/ nosotros amamos/ ese bendito cuadro”. Ese asunto tan manoseado desde Freud, la líbido, el poeta lo despacha con la naturalidad que antecede al irse hacia el cuadro. Me recuerda también, en otro sentido, aquello de Kafka: Una jaula salió a encontrarse un pájaro. Pero bien sé que Wilmer, ya lo dije no hace literatura por eco, por imitatio, pero la poesía que es vida consustanciada con el misterio nos lo revela en su poema: el cuadro ha liberado un pájaro, tenso pájaro de sólo verlo, calentura. Es la voz que balbucea. Hay que pedirlo porque uno nunca sabe si están por darle, dice un dicho callejero, que aquí vuelve trizas a Freud, porque la naturaleza del pájaro es el vuelo hacia el encuentro, al ojal que prefigura, el irse hacia adentro y retornar, obsceno sí, pero puro. Un día el cuadro ha de alejarse como vino.
El poema, como la vida, encuentra su fin, aunque en ella el punto final nunca lo ha sido. El cuadro volverá a otros ojos, otra será la visión, otro el pájaro.
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Como siempre, me asombra esta poesía que dice más con lo que calla que con lo que dice, que no recurre a artilugios verbales ni disfraza sus intenciones, pero que bien y con acierto sabe figurar el ritmo en la espacialidad de la página. Desde aquí, desde esta esquina sola del mundo, escuchando un jazz, cuando alguien ha encendido un cigarro en la otra acera, viene a mí, la ciudad a la que desobedecimos, la ciudad que nos bebimos y fumamos. Pero ese fue otro tiempo, recuperado sólo un instante cuando atisbo acaso que allá Wilmer Chirinos, atraviesa raudo la Avenida Manaure con su moto azul, de entonces. Un abrazo, poeta.
Dedico estos textos a: Carmen Teodora (Lola), Rosalia de Romero, Ana SĂĄnchez, A mis amigos, Y a todo aquel que le gusta la sencillez de la poesĂa.
Mi nieto A Eduardo Felipe
Entretengo mi espíritu con los episodios del día a día. Disfruto de los espacios que se presentan caminando o recorriendo la vía. Me alegra el tropel gigantesco de la criatura que es mi sangre que nació en estos días.
Mis hijos A Glaymer y Ángel
Para Glaymer y Ángel vivir con su padre desde pequeños fue una serie de luchas y victorias. Pasar los días en la casita de lola entre risas y llanto nos dejó la prueba de ser unos valientes No hubo abandono solo el tesoro de verlos crecidos. Ahora hay unos retoños Eros y Eduardo a quienes quiero dedicar este mi sentimiento Mi poesía.
El giro A Gregorio Meléndez
De confiado me madrugaron la nobleza y la buena voluntad. Me negaron la pronta ayuda. Cansado estoy de servir y ayudar Sin esperar nada a cambio. Todo lo que he construido es para el bienestar de aquellos que me acompañan en estos avatares de la vida. Pero confió en el giro que da el mundo. Hoy estoy en el filo de la lona mañana quizá tenga una sonrisa en lo alto y continúe la lucha cotidiana.
Amiga A Sindy Talavera
Es la amiga que trabaja en la computadora un manojo de sonrisas no hay en ella mala intención ni malas influencias. Sus alegrías son echar un pie un fin de semana o un día de fiesta, tiene sus metas definidas, dentro de ellas esta Tener un auto para disfrutar la comodidad de no andar caminando, Le gusta ver a Abril jugar con la pelota, y vive enamorada de aquel Don “Juan” que la conquistó.
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El candado Este principio de lo inesperado Cambia totalmente la esperanza de tenerte. De pronto te vas dejando a tras las ganas de vernos atrapados en aquella cama de alquiler. Solo espero que al regreso traigas el candado cerrado y puedas bajar el cierre mĂĄgico Donde reposa la llave que abre esa protuberancia escondida La que saca de la memoria lo acumulado dĂa tras dĂa.
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Te propongo Amor te propongo un nuevo amanecer en la serran铆a falconiana. Una tarde llena de aventuras en la sabrosura de tu cuerpo. Una noche llena de locuras por vivir Y ese palpito en el coraz贸n para recordarnos.
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Tu mirada Esa mirada tuya me compromete cada vez que asumo verla es inquieta no vacila no disimula. Solamente cuando llega la noche y cerramos nuestros ojos desaparece la magia del cristal elocuente que nos envuelve en uno solo. La profundidad con la que te haces due帽a de este coraz贸n que solo vive para ti
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Serie Miradas 2 Señora quítese la máscara y vera que el sentimiento es limpio. Cristalino, como el manantial donde solíamos ver nuestro reflejo y todo lo demás. Aunque ha pasado tiempo, siempre espero a la vuelta de la esquina por una respuesta quizá el fallo fue mío o suyo. Lo cierto es que deberíamos vernos cara a cara y que la mirada diga la verdad.
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El cuadro A Nicasio Duno
Que cuadro tan sabroso viene tongoneando. Mueve aquí, mueve allá divide el pensamiento en dos Un equilibrio total. Sobran las palabras Al pasar solo queda el suspiro de un corazón desesperado.
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Que feliz estoy cuando toco y me entretengo con el cuadro. Es otra cosa bien c贸modo voy al tri谩ngulo seguro. No hay nadie que detenga ese ir y venir entrar y sacar lo bueno de la memoria.
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Ahora no veo pasar el cuadro. Quien sabe si cuelga en brazos de otra pared. O tal vez lo tienen en unos de esos muebles de la familia. Pero aun espero en el mismo sitio sonando el tilin tilin de los bolsillos que es lo que resuelve todo.
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Cuando veo que viene el cuadro. Alza el vuelo el pĂĄjaro enjaulado. Empieza el tropel de latidos que atropellan la voz. En lo cercano nos tropezamos y entonces nuestras calenturas se unen en un solo espĂritu.
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Hay que aprender a vivir con el cuadro. Muchas veces el cuadro es de una sola exposici贸n. Como hay otras que andan itinerantes. De toda forma y como sea nosotros amamos ese bendito cuadro.
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El florero Tu papel como florero dejo de existir cuando llego el caballero blanco de Ajax. Aquel raspa cualquier cabeza Y menea el trasero al son del palo negro.
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A César Seco Que poeta este ahora de Punto Fijo ayer de Coro y nuestras caminatas. Amigo, hermano, compañero de farras de alegrías y angustias excelente escritor poeta de la vida. Crítico, lector amante del cuadro el que de una u otra forma con la humildad del que sabe le gustan algunas palabras que he escrito. César seguimos en el trayecto por el mundo.
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Índice (Prólogo) En motocicleta va la poesía tras un cuadro 1 Mi nieto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Mis hijos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 El giro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Amiga. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 El candado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Te propongo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Tu mirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Serie Miradas 2. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 El cuadro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
(Que feliz estoy). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (Ahora no veo). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (Cuando veo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (Hay que aprender). . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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El florero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 A César Seco. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Estos 400 ejemplares de El Cuadro de imprimieron durante el mes de Septiembre de 2013 en la Imprenta de Falcón adscrita al Sistema Nacional de Imprentas de la Fundación Editorial El Perro y La Rana con el apoyo de la Red Nacional de Escritores y Escritoras Socialistas de Venezuela. Coro — Venezuela.
Wilmer Chirinos
Poeta nacido en Coro, estado Falcón en 1957. Ha publicado “Latente”, “Oportuno pájaro claro” y “Hábitat” con el Instituto de Cultura del Estado Falcón. Sus poemas han sido publicados en revistas y diarios de la región, además de aparición en Notitarde de Carabobo.
Wilmer, atento al encuentro del mejor momento, asalta las palabras con el pensamiento, para darle vida y convertirla en poesía. Nicasio Duno
Si la poesía va en motocicleta todo es posible, y una mujer cuyo andar es arte sublime merece todos los poemas del mundo. El Cuadro de Wilmer Chirinos nos presenta poemas donde los afectos se convierten en el hilo que conduce al hombre, entre escenas que producen sensación de movimiento semejante al tránsito por la ciudad. Ennio Tucci