Pablo Amorós PIANO ESPAÑA
III CONCIERTO
Temporada de Abono 2019 Sábado 18 de mayo – Auditorio Santa Úrsula
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Auspiciadores
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La energía que mueve tu Mundo
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Contrucción de la caja de color institucional.
La energía que mue
Agradecimientos
Media partners
En la versión de logotipo sin slogan, se mantiene la caja desarrollada al inicio pero con el logotipo centrado en sus dos ejes.
MUY QUERIDOS SOCIOS, ABONADOS Y AMIGOS
Es muy grato para mí en representación de la Sociedad Filarmónica de Lima que me honro en presidir, brindarles la más cordial bienvenida al Auditorio Santa Úrsula y a esta nueva cita musical, la tercera de nuestra Temporada de Abono 2019. Esta noche nos complace en presentar al pianista español Pablo Amorós, que por segunda vez visita nuestra ciudad para debutar como solista dentro de nuestra temporada. Amorós brindará un programa dedicado a Granados, de Falla y un homenaje con motivo del 110º aniversario de la muerte de Isaac Albéniz. Nuestra programación continuará el próximo martes 28 de mayo con la presentación del grupo de cámara Kiev Virtuosi, primera orquesta independiente de Ucrania. Gracias una vez más a cada una de las empresas e instituciones por su generoso apoyo a nuestra labor de promoción de la buena música; y especialmente a ustedes, queridos socios, abonados y amigos que nos acompañan en esta nueva gran temporada.
SALOMÓN LERNER FEBRES Presidente Sociedad Filarmónica de Lima
Foto: Nancy Chappell
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Sociedad Filarmónica de Lima
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Consejo Directivo
PRESIDENTE Salomón Lerner Febres VICEPRESIDENTE Jorge Caillaux Zazzali DIRECTORES Muriel Clemens de Briceño Carlos Gatti Harold Gardener Nissim Mayo Margot Moscoso de Pinasco Teresa Ortiz de Zevallos Fred Reich
Administración
ADMINISTRACIÓN Y COORDINACIÓN GENERAL María del Pilar Flores Dioses GESTIÓN DE PÚBLICOS, TRADUCCIÓN Y EDICIÓN DE CONTENIDOS Denice Guevara Cavero PRODUCCIÓN Y LOGÍSTICA María Alejandra Carrillo Fídel ASISTENCIA DE PRODUCCIÓN ESCÉNICA Y LOGÍSTICA Ernesto Quino Villena
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Nuestros Socios
SOCIOS PATROCINADORES
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Briceño, Ricardo y Muriel
Loret de Mola, Aurelio y Julia
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Mayo, Nissim y Anita
Hippauf, Horst
Perelman, Benjamín y Rosi Reich, Fred
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Rivera, Oscar y Beatriz
Gruenberg, Jorge
Rivero, Alfredo
Moscoso de Pinasco, Margot
Trovarelli, Ricardo y Clide
Ortiz de Zevallos, Felipe
Van Oordt, Guillermo y Cecilia
Brescia Cafferata de Fort, Rosa Augusta
Varda, Gianfranco Zdravkovic, Branislav
SOCIOS COLABORADORES
Barreda, Víctor
EMPRESAS
Belaúnde, Pedro
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Benavides, Víctor y Rosita Bürger, Uwe
SOCIOS COOPERADORES
Caillaux, Ricardo
EMPRESAS
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Apoyo Gestión Operativa S.A.
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Apoyo y Asociados Intls S.A.C.
Gastelumendi, Guida y Eduardo Lerner Ghitis, Salomón
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Málaga de Masías, Beatriz
PERSONAS NATURALES
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Ascher, Erika
Moya, Max y María Cecilia
Baertl, Augusto
Mujica de Moreyra, Araceli
Balarín, Danilo
Muncher de Polar, Sylvia
Belotserkovskaya, Larissa
Ocampo de Moreyra, Ana María
Berger, Beatrice
Payet, Jorge
Caillaux, Jorge
Ploog, Volker
Carrillo, Iván
Rodríguez Chávez, César
Casabonne, Carlos
Schnider, Walter
García de Rizo Patrón, Lola
Schwartzmann, Ursula
Gatti, Carlos
Velaochaga Rey, Irene
Hiraoka, Carlos
Wu, James
Lerner Febres, Salomón
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Pablo Amorรณs
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Pianista cordobés de temperamento, elegancia y carisma. La enorme fuerza comunicativa de su interpretación capta la atención del oyente al instante y le arrastra a descubrir su profunda sensibilidad creativa. Su estilo emocional y comunicativo, junto con una sutil búsqueda del color sonoro, le convierten además en un gran pianista del repertorio romántico. La originalidad de sus propuestas artísticas emerge de un incesante interés por explorar el repertorio pianístico, desde Bach y Mozart, pasando por Brahms, Schumann y Rachmaninov, hasta la música española de nuestros días. En sus programas busca la correspondencia entre obras clásicas y contemporáneas, elaborando un discurso de interrelación. En 2012 grabó, como primicia mundial, su primer disco para el sello NAXOS con la obra integral para piano solo de Leonardo Balada, una de cuyas obras (Mini-Miniatures) está dedicada a Pablo Amorós. Realizó sus estudios de piano en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, obteniendo las más altas calificaciones. Posteriormente se traslada a Londres para ampliar su formación con la prestigiosa maestra Noretta Conci, discípula de Arturo Benedetti Michelangeli. Más tarde regresa a España, donde se perfecciona con Alicia de Larrocha y completa su formación con
la pianista Cristina Bruno figura clave en su desarrollo personal y artístico. Ha recibido clases magistrales de maestros de la talla de Jorge Luis Prats, Joaquín Achúcarro, Hans Graff, Marcela Crudelli, Walter Kraft y Natalia Troull. Ha actuado con diversas orquestas como la Orquesta de Córdoba, Orquesta Sinfónica de Castilla y León, Partiture Philarmonic Orchestra, la Joven Orquesta de Córdoba, Orquesta Mihail Jora de Bacau (Rumanía). En 2016 lanzó su disco Granados vs Falla y con ese motivo realizó una gira junto al actor Emilio Gutiérrez Caba interpretando obras del disco. En 2017 grabó en el Auditorio Manuel de Falla de Granada y junto al chelista Iagoba Fanlo, un disco con obras de autores de la Generación del 27. Este disco ha tenido una repercusión extraordinaria, siendo portada de la prestigiosa revista Scherzo y con excelentes críticas en El País, ABC, El Mundo, entre otros medios. Entre sus próximos compromisos destacan actuaciones en España (Festival Musika Musika de Bilbao, Torrelavega), Ecuador (Quito y Guayaquil) y EE.UU (Detroit, Pittsburgh y Toledo), así como el desarrollo de un espectáculo ideado por él con música de Piazzolla, Ginastera, Falla, Mompou, Granados, Balada, Scriabin y Rachmaninoff, junto a la actriz Assumpta Serna y la bailarina Teresa Nieto con texto de Triana Lorite.
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III Concierto TEMPORADA DE ABONO 2019 Sábado 18 de mayo, 7:45 p.m. Auditorio Santa Úrsula
Programa En homenaje al 110º aniversario de la muerte de Isaac Albéniz
ENRIQUE GRANADOS (1867-1916) Allegro de Concierto op. 46 Valses poéticos MANUEL DE FALLA (1876-1946) Serenata andaluza Fantasía bética INTERMEDIO ENRIQUE GRANADOS (1867-1916) Danza española Nº 2 “Oriental” Danza española Nº 5 “Andaluza” ISAAC ALBÉNIZ (1860-1909) De Iberia Evocación El puerto Rondeña Almería Triana
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ENRIQUE GRANADOS (1867-1916)
Enrique Granados y Campina nació en Lérida el 27 de julio de 1867. Era hijo de padre cubano oficial del ejército español y de madre santanderina. Desde niño se dedicó a la música: recibió clases de solfeo y piano del director de la banda militar de su ciudad natal. Luego en Barcelona continuó sus estudios musicales con Juan Bautista Pujol (piano) y con Felipe Pedrell (composición). Después de una temporada en París, donde tuvo como maestro a Charles de Beriot, en 1889 regresó a Barcelona, donde se dedicó a la docencia y la composición. Al año siguiente se presentó en un concierto en el que incluyó obras suyas. Al extraordinario éxito que alcanzó entonces en su país, lo siguieron presentaciones en Europa y los Estados Unidos. En 1898 estrenó en Madrid su ópera María del Carmen. Según manifiesta Carlos Gómez Amat: “A principios del siglo XX era ya Granados una personalidad importante en el panorama artístico catalán, animado sobre todo por la rica y
febril actividad de Barcelona, donde trabajaban y triunfaban pintores, escritores y músicos.”1 El inicio de la Gran Guerra (1914-1918) impidió que Granados estrenara en París la ópera Goyescas, en la que había estado trabajando. La primera presentación de esta obra se produjo en Nueva York en enero de 1916 con gran éxito y con la presencia del compositor y su esposa. Ellos, después del éxito en dicha ciudad, habían decidido regresar a Europa en un barco de bandera española; pero una gentil invitación del presidente Wilson para visitar la Casa Blanca los retuvo en los Estados Unidos y luego debieron regresar a Liverpool en el buque inglés Sussex, el que fue torpedeado por un submarino alemán. “A salvo en un bote, Granados vio cómo su 1 En Enciclopedia Salvat de los grandes compositores. Pamplona, Salvat S. A. de Ediciones, 1986. Tomo 4, p. 252.
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esposa se debatía entre las aguas y se lanzó al mar. Murió ahogado.”2 Era el 24 de marzo de 1916. Las composiciones de E. Granados comprenden música para la escena (una decena de títulos), obras para orquesta, piezas de cámara, canciones, obras corales y abundantes creaciones para piano. El Allegro de Concierto op. 46 fue presentado por Granados a un concurso convocado en 1904 para elegir a una obra que sirviera de pieza obligada en las competencias de piano. Esta composición, que obtuvo el premio, es sumamente virtuosística y cargada de riquezas armónicas, frecuentes cambios de tonalidad, de dinámica, de tempo y de carácter. Si bien la brillantez es su rasgo representativo, no faltan asomos de lirismo en algunos pasajes. La obra está compuesta en la tonalidad de do sostenido mayor, aunque hay pasajes en otras tonalidades. Molto Allegro es el tempo inicial de la pieza, pero esta va pasando a Poco andantino rubato, a Andante, a Vivo, a Allegro spiritoso. En conjunto, esta pieza es de un estilo muy diverso del de las otras obras de su creador. Los Valses poéticos se publicaron en dos versiones. Una primera, de 1894, reunía cuatro valses; la segunda, la completa, data de unos años después (1899-1900 ca.). Esta colección final comprende una Introducción en tempo Vivace molto, siete 2 Ibídem. p. 253.
valses y una coda, en la que, después de un inicio veloz (Presto) se calma el tempo (Andante) y vuelve al primer vals. Melodioso, Tempo de vals noble, Tempo de vals lento, Allegro umoristico, Allegretto (elegante), Quasi ad libitum, Vivo, Presto-Andante son indicaciones que señalan el diverso carácter de las diferentes partes en las cuales también se introducen cambios en la tonalidad. Ello refuerza el clima variado de esta grata obra, en la que, sin embargo, la vuelta al vals inicial introduce un rasgo de circularidad. Las Danzas españolas de Granados constituyen una serie de doce piezas compuestas por dicho autor entre 1892 y 1900. Estas breves y variadas obras crean una atmósfera evocadora de la tradición musical popular hispánica. Cuando fueron publicadas merecieron el aprecio de importantes músicos como César Cui, Edvard Grieg, Camille Saint-Saëns, etc. La Danza española número 2, conocida con el nombre de “Oriental”, fue dedicada por el autor a Julián Martí. Esta hermosa y delicada obra, compuesta en la tonalidad de do menor, está construida en tres partes. La primera está en tempo Andante y compás de 3/4 y se inicia con un emotivo acompañamiento de la mano izquierda sobre el cual flota una sugerente elaboración melódica. La parte central, en tempo Lento assai y compás de 6/8, se presenta con un carácter cargado de lirismo y cierta tensión.
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La pieza se cierra con una vuelta al tempo Andante, al compás de 3/4 y al clima anímico del inicio. La Danza española número 5, llamada “Andaluza” o “Playera”, es la más conocida de toda la colección. Esta pieza, dedicada a Alfredo G. Faria, se inicia en tempo Andantino, quasi Allegretto, compás de 6/8 y tonalidad de mi menor. El acompañamiento de la mano izquierda recuerda el rasgueo de una guitarra al que se suma una sentida melodía. Luego, en una segunda parte, el tempo se vuelve Andante, el compás pasa a 3/4 y la tonalidad cambia a mi mayor. A esta sección, en la que se ausenta el acompañamiento rasgueado y que se extiende por 33 compases, la sigue el regreso del material musical de la primera parte, con su tempo (Andantino, quasi Allegretto) y su compás (6/8). Después de alcanzar niveles dinámicos muy fuertes, la intensidad de esta tercera va disminuyendo y el tempo se va reteniendo en su camino hacia un delicado final.
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MANUEL DE FALLA (1876-1946)
Manuel de Falla y Matheu nació el 23 de noviembre de 1876 en la ciudad de Cádiz, Andalucía. Fue un entusiasta estudioso de las canciones folclóricas que organizó festivales para mantener vivo el interés por esa música. Por ello y por su obra, se lo considera como un alto exponente del nacionalismo musical español. Escribía con lentitud y ponía gran cuidado en refinar y pulir sus obras. Su cualidad más destacada es su don para el empleo sutil del color orquestal. Desde pequeño tomó clases de piano, aunque inicialmente sus intereses principales eran el periodismo y la literatura. En 1893, tras escuchar un concierto en el que se interpretaron obras de Grieg, supo que su pasión era la música. Al cumplir los 20 años se trasladó a Madrid, donde comenzó su formación musical con José Tragó y Felipe Pedrell, este último su maestro de composición y uno de los impulsadores del “renacimiento” de la música española. En 1904, Manuel de Falla ganó la competencia de la Real Academia de Bellas Artes
con su obra La vida breve. Viajó a París (1907-1914), donde recibió influencias impresionistas de Ravel y Debussy. Allí trabajó en varias obras de cámara y luego volvió a su país natal al estallar la Primera Guerra Mundial. De regreso, Diaghilev le encomendó una obra para el Ballet Ruso, El sombrero de tres picos (1919), producida con coreografía de Massine y diseños de Picasso. Luego del inicio de la Guerra Civil Española, se mudó a la Argentina, donde vivió hasta 1946, el año de su muerte. Entre sus obras importantes deben destacarse El amor brujo, El retablo de Maese Pedro y Noches en los jardines de España. La producción creativa musical de Manuel de Falla incluye obras para la escena, piezas para orquesta, música de cámara, obras para piano, para guitarra y composiciones vocales. Entre sus páginas juveniles más tempranas dedicadas al piano, se encuentran Nocturno y Serenata andaluza, las cuales fueron
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creadas en 1899. La breve Serenata andaluza es una delicada pieza en la que se presentan varios cambios de tonalidad creadores de sugerentes atmosferas anímicas. Este Allegretto en compás de 3/4 se inicia en dinámica pianissimo y toque leggero de carácter rítmico, al que sigue un pasaje más cantable hasta que un trino conduce a una nueva sección en distinta tonalidad y que incorpora tresillos y apoyaturas. Después vuelve al material musical de la primera parte. La pieza se cierra con una parte final en tempo Più animato. La Fantasía bética data de 1919. Está dedicada al gran pianista Arthur Rubinstein, quien la tocó en Nueva York en 1920. El autor usa el adjetivo “bética” para nombrarla porque Bética era el nombre romano de Andalucía, la tierra en la que él nació. Según François-René Tranchefort: “La Fantasía bética se presenta como una «estilización» a la vez de elementos del folclor y de los modos de la música española tradicional.”1 Tal estudioso destaca la presencia de ritmos del flamenco y del canto jondo sometidos a una técnica instrumental inspirada en el toque de la guitarra. La estructura de la obra es ternaria: “adopta de forma libre la distribución A B A.”2 La parte inicial (A), formada por temas rápidos, se repite con ligeros cambios en la sección final. La parte intermedia (B) posee un aire más lírico que evoca al estilo de Gabriel Fauré. La pieza se cierra con una coda potente. 1 En Guide de la musique de piano et de clavecín. Librairie Arthème Fayard, 1987. p. 353. 2 Ibídem.
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ISAAC ALBÉNIZ (1860-1909)
Isaac Manuel Francisco Albéniz nació el 29 de mayo de 1860 en Camprodón, pequeña localidad a orillas del río Ter ubicada en la provincia de Gerona. Cuando era muy niño, la familia se trasladó a Barcelona, donde inició sus estudios musicales tempranamente con su hermana Ernestina. A los cuatro años, hizo su primera presentación pública interpretando exitosamente en el piano obras muy difíciles para su edad. Luego tomó clases con Narciso Oliveras en Barcelona y posteriormente en París con Marmontel. Con este se preparó para rendir los exámenes para ingresar al Conservatorio de París y logró superar las pruebas; sin embargo, su admisión fue postergada por dos años debido a su corta edad. Por ello debió volver a España, donde continuó sus estudios en Barcelona y luego en Madrid. Tenía ocho años cuando ingresó al Conservatorio de la capital española. Movido por su espíritu inquieto, abandonó el hogar y se dedicó a realizar exitosas giras de conciertos por diversas ciudades de su país.
A los doce años, se embarcó en Cádiz como polizonte rumbo a América. Como, por suerte, en el barco había un piano, pudo pagar su pasaje con conciertos. Después de haber pasado temporadas en la Argentina, el Uruguay, el Brasil y Cuba, y luego de haber vuelto a España, repitió sus escapadas al Nuevo Continente: ofreció recitales en diversas ciudades de los Estados Unidos, entre ellas en San Francisco y Nueva York. De vuelta a Europa, a los catorce años, se dirigió a Leipzig. Allí fue discípulo durante meses de Reinecke y Jadassohn. Gracias al apoyo del rey Alfonso XII, pudo continuar y culminar sus estudios musicales en el Conservatorio de Bruselas. Hacia 1878 o 1880, según diversas opiniones, inició sus clases con Franz Liszt en Budapest. Después de ello, Albéniz se dedicó a realizar exitosas giras como concertista, en las que interpretaba obras de sus compositores favoritos y algunas de su creación, de las cuales se ha extraviado una buena parte. El músico F. Pedrell ejerció una nota-
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ble influencia sobre Albéniz, como sucedió a otros compositores españoles, quienes se orientaron por el camino de la creación inspirada en temas de marcado carácter hispano. Durante su vida, Albéniz alternó la actividad de concertista con la de docente y compositor. Tras una agotadora etapa de giras, en 1906 se estableció en Niza, donde se concentró en la creación de la suite Iberia, una especie de evocación de la patria, en la cual trabajó durante más de dos años en difíciles condiciones pues su salud no era buena. El 18 de mayo de 1909, en una pequeña población francesa de los Pirineos Atlánticos, falleció Isaac Albéniz antes de haber cumplido 49 años. Durante su breve vida, compuso canciones, piezas orquestales y obras para el teatro, entre las cuales figura la exitosa Pepita Jiménez; sin embargo, la mayor parte de su producción está dedicada al piano, instrumento en el que destacó desde niño como intérprete virtuoso. Respecto a Albéniz, el estudioso Antonio Iglesias escribió los siguientes párrafos: “Una portentosa facilidad creativa caracterizó en todo momento la obra de Isaac Albéniz, desde su primera obrita impresa, la Marcha militar para piano, escrita por el músico a los 8 años de edad y dedicada al vizconde del Bruch, hasta las obras que dejó inconclusas y fueron publicadas póstumamente. En este sentido, se cuenta, por ejemplo, que, encontrándose Albéniz en Londres, recibió el encargo de componer doce comentarios musicales para las Leyendas bíblicas
de Armand Sylvestre, y que, para asombro de todos, entregó las piezas sólo una semana más tarde. Aunque había estudiado piano y composición con tantos y tantos maestros, Albéniz no fue nunca, en realidad, discípulo de nadie; era, ante todo, un observador de inteligencia ágil y penetrante que aplicó sus propias deducciones con singular oportunidad, guiándose primordialmente por la inspiración del momento y sin sujetarse a imposiciones formales ajenas. El propio Felipe Pedrell, al que cabe considerar como el maestro que más honda huella dejó en Albéniz, dijo en cierta ocasión, refiriéndose a él, que <<semejantes temperamentos no son desdeñables>>, indicando con ello que aceptaba las enseñanzas y los preceptos de la técnica compositiva únicamente como un paso inevitable en su formación, considerando que habían sido beneficiosas para otros compositores. Resultaba tarea difícil y árida para Albéniz abandonar la guía directa de la inspiración que tan aplaudida había sido por todos los públicos, para someterse, en cambio, a la fría teoría de los acordes y la modulación de timbres. De manera más espontánea que reflexiva, Albéniz encontraba siempre la forma, la estructura más adecuada a la naturaleza de cada fragmento. Por ello rehuyó constantemente postergar su fantasía o someterla a tratamiento de escuela. La proverbial sinceridad del músico le llevó a reconocer que hasta el momento de la composición de La vega, la improvisación fue el principal criterio que impulsó la creación de todas sus piezas. Y había escrito ya más de doscientas.
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Entre este aluvión de piezas que Albéniz dejó en el dilatado primer período de su carrera de compositor, hay algunas obras que desprenden ya destellos de su genio y constituyen, en cierta medida, un adelanto de sus más logradas obras de madurez. Se trata más concretamente, de dos colecciones de piezas para piano: la primera Suite española, Op. 47 y los Cantos de España, Op. 232. Estrenada en Madrid en 1886, aunque compuesta posiblemente con anterioridad, la primera Suite española reúne ocho números para piano, siete de los cuales toman su título del nombre de otras tantas regiones o ciudades españolas y la última de una ciudad (sic) hispanoamericana: 1, Granada, serenata; 2, Cataluña, corranda; 3, Sevilla, sevillanas; 4, Cádiz, saeta; 5, Asturias, leyenda; 6, Aragón, fantasía; 7, Castilla, seguidillas; 8, Cuba, capricho. Deudor de Chopin, del que se perciben en estas piezas resonancias melódicas, rítmicas y armónicas de sus mazurcas y polonesas, Albéniz trató de acercar el piano romántico al terreno de la música popular ibérica, a la que dicho instrumento era hasta entonces prácticamente ajeno. Con ello, daba el primer paso en las aspiraciones de componer una música de signo nacionalista, arraigada en lo que Felipe Pedrell, el gran animador de esta idea, denominaba “tradición de abolengo”. Aunque no siempre las intenciones corrieron parejas con los resultados, Albéniz supo sortear el peligro de utilizar los motivos populares revistiéndolos simplemente con un ropaje armónico cortado siguiendo los patrones
de la música europea. En 1889, Albéniz publicó una prolongación de esta obra, la Suite española № 2, integrada únicamente por dos piezas, tituladas Zaragoza y Sevilla. Fue en París, en 1896, donde Albéniz dio a conocer las cinco piezas que forman sus Cantos de España, que acababa de componer. La cuarta pieza titulada Córdoba, es una pequeña obra maestra que evoca poéticamente el encanto de la noche de esta ciudad andaluza, cumpliendo la intención que expresan las palabras que Albéniz añadió a la pieza: “En el silencio de la noche, que interrumpe el susurro de la brisa aromatizada por los jazmines, suenan las guzlas acompañando a las serenatas y difundiendo en el aire ardientes melodías y notas tan dulces como los balanceos de las palmas en el alto cielo.”1 Iberia, la gran obra de I. Albéniz, está integrada por doce “impresiones” compuestas en el período que va de 1905 a 1908 y que se fueron publicando entre 1906 y 1909. Estas destacadas doce piezas de la etapa final de la vida del autor aparecieron en cuatro cuadernos, cada uno de los cuales incluía tres piezas. A ellas debió sumarse una pieza adicional, titulada Navarra, la cual quedó inconclusa, pero fue completada por un discípulo de Albéniz. Las diversas piezas de Iberia poseen una inspiración folclórica muy bien empleada, reelaborada con originalidad y sin perder la frescura de lo popular. A pesar de su aire rapsódico, es posible reconocer en 1 En Enciclopedia Salvat de los grandes compositores. Pamplona. Salvat S. A. de Ediciones, 1986. Tomo 4. pp. 244-5.
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las piezas de Iberia una estructura formal propia de la forma sonata. Un rasgo particular de estas piezas es el uso, en algunos pasajes, de los modos antiguos, especialmente el dorio, u orientales, además de la escala de tonos enteros. El primer cuaderno de Iberia comprende las piezas llamadas Evocación, El puerto y Corpus Christi en Sevilla. Evocación es una pieza cargada de nostalgia y de cierto carácter de ensueño. Lleva como indicación de tempo las palabras Allegretto espressivo y está escrita en compás de 3/4. Dos temas se suceden en la primera parte de la pieza. El primero se caracteriza por el carácter centellante de las notas en staccato y su tonalidad de la bemol menor, la cual cambia a do bemol mayor cuando se pasa al segundo tema, de aire más lírico y cuyos adornos recuerdan al folclor español. Después de un brevísimo desarrollo vuelven los dos temas iniciales y, finalmente en la coda se produce un nuevo cambio de tonalidad y la obra concluye en un clima muy tenue de pianissimo extremo (pppp) y delicada poesía. Un sugerente acorde y dos notas aisladas que lo siguen marcan el final. El puerto, segunda pieza del primer cuaderno de Iberia, crea un fuerte contraste con la pieza anterior. El puerto es una página plena de vitalidad y color en compás de 6/8 y tempo Allegro commodo. En ella se reconoce el carácter de canción danzada con ritmos golpeados y bruscos. En esta pieza tam-
bién se puede percibir el modelo de la forma sonata con dos temas contrastantes, un desarrollo, reexposición y una lenta coda. Según Antonio Iglesias, El puerto “es una pieza prodigiosa, llena de luz y vida, que nos hace escuchar el pregón de un vendedor de pescado sobre un ritmo general de zapateado.”2 A lo largo de esta compleja y excepcional pieza que se inicia con la imitación del redoble del tambor y después se incluye como primer tema a la canción popular la Tarara, se van presentando cambios de tonalidad, de compás, de tempo y de dinámica que enriquecen a la obra. En su parte final, la procesión desaparece y la sonoridad se disuelve camino al silencio. Las composiciones del segundo cuaderno son Rondeña, Almería y Triana. La primera de ellas, en tempo Allegretto, es una vivaz danza cuyo nombre alude a la bella ciudad andaluza de Ronda y al baile propio de ese lugar. Un primer tema muy rítmico alterna los compases de 3/4 y de 6/8, al cual sigue un segundo tema, una lírica copla de amor. Luego se ofrece un nuevo desarrollo del primer tema, al que sucede una reexposición de ambos temas con una construcción de carácter polifónico. La pieza se cierra con una breve coda. Almería, la hermosa y refinada segunda pieza, Allegretto moderato en compás de 6/8, es la más amplia del conjunto del segundo cuaderno 2 Ibídem, p. 249.
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de Iberia. Ella presenta los melancólicos sones de la “taranta” de Almería. El autor escribió en la partitura la indicación siguiente: “Toda esta pieza debe tocarse de una manera indolente y con molicie, pero bien ritmada.” En esta “impresión” plena de sugerentes contrastes, el primer tema delicadamente ornamentado es seguido por una copla muy expresiva y triste que se despliega con amplitud hasta que vuelve brevemente el primer tema hacia el fin de la pieza, la cual culmina con gran belleza y elegancia. Triana, Allegretto con anima en compás de 3/4, se inicia en tonalidad de fa sostenido menor con un tema enérgico de pasodoble que con explosiva alegría evoca al famoso barrio de Triana de la ciudad andaluza de Sevilla. Un ritmo de bolero crea la transición, rica en matices armónicos y disonancias, hacia un nuevo tema, en la mayor, una derivación festiva del pasodoble. La tonalidad inicial de la pieza vuelve en la conclusión, en la que se perciben adornos y sonidos en staccato muy cortantes.
CARLOS GATTI MURRIEL
Profesor emérito de la Universidad del Pacífico, de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
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ILUSTRACIÃ&#x201C;N PERUANA
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Diagramación: JUDITH LEÓN MORALES
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2019- 05997 Impreso en Litho & Arte S.A.C., Jr . Iquique Nº 026 Lima 05, PERÚ Tiraje: 600 ejemplares Publicado en mayo de 2019
La reconstrucción. 2017. Ramiro Llona
Informes Sociedad Filarmónica de Lima Porta 170 Of. 307, Miraflores Teléfonos: 4457395 - 2426396 informes@sociedadfilarmonica.com.pe www.sociedadfilarmonica.com.pe SociedadFilarmonicaDeLima/ @SociFilarmonica @sociedadfilarmonica