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¿Concentración pesquera? Derribando otro mito
¿CONCENTRACIÓN
PESQUERA? DERRIBANDO OTRO MITO
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Las empresas peruanas que producen harina y aceite de pescado compiten a diario entre sí, así como con sus pares extranjeros y con los productores de ingredientes sustitutos.
La mitología es un fenómeno que viene asociado a grandes civilizaciones, y como tal, el Perú no podía estar ajeno. Así, desde el mito de la creación del Imperio Incaico, pasando por su caída, somos un país que tiende a creer en historias que luego son difícilmente contradichas ya que están instaladas en el inconsciente popular.
Lo curioso es que este fenómeno no solo está relacionado con la historia, sino también se encuentra presente en varios aspectos de nuestra vida diaria, e incluso en diversos sectores de la economía, donde la pesca no ha sido la excepción. Y es así como, a lo largo de los años, se ha ido creando alrededor de este sector algunos mitos como el de la supuesta concentración o el monopolio.
La concentración de mercados hace referencia al número de empresas que intervienen en la producción o venta de un bien dentro de una industria. Ello puede preocupar cuando afecta la libre competencia. ¿Es esta acaso la situación de la industria peruana que produce harina y aceite de pescado?
Para responder a esta interrogante es necesario hacer un poco de historia. En la década de los 90 se empieza a tomar conciencia sobre la necesidad de que la pesca de anchoveta sea sostenible y, por ello en 1992 se fija por primera vez una cuota global de captura. Antes de esta reforma se pescaba sin ningún límite.
Posteriormente, en 1997 se declara a la anchoveta como un recurso plenamente explotado, y para asegurar su sostenibilidad se dejaron de expedir permisos de pesca. Los únicos que continuaron pescando fueron quienes tenían permisos de pesca vigentes y estaban debidamente empadronados.
Es decir, no se le cerró la puerta a nadie; cualquier persona podría ingresar al sector previa compra de alguna embarcación con permiso vigente. Esta fue la manera elegida para garantizar el acceso y salida de este mercado. De hecho, muchas de las empresas que operan actualmente ingresaron bajo esta modalidad.
Sin embargo, a pesar de la implementación del sistema de la cuota global, persistía la presión sobre la anchoveta debido a la denominada “carrera olímpica”. Ello promovía un sobre esfuerzo pesquero: más embarcaciones, más plantas, más contaminación y más accidentes.
En este contexto, en el 2008 se estableció un reordenamiento del sector a través del establecimiento de cuotas individuales de pesca (Decreto Legislativo 1084) inspirado en experiencias exitosas de otros países. Así se estableció un porcentaje máximo de captura de la cuota por cada embarcación y una cuota global por cada armador titular. Este sistema ha sido reconocido por diversos organismos internacionales como el Banco Mundial, la FAO y la OECD.
Luego de este breve recuento, los datos existentes en este mercado permiten afirmar que la concentración pesquera es solo un mito más. Ello, toda vez que actualmente concurren al mercado 411 empresas con 782 barcos que pescan anchoveta. De ese total, 12 son empresas grandes con seis o más embarcaciones, 98 son empresas medianas con dos a cinco embarcaciones y 301 son empresas pequeñas con un solo barco.
Si bien en el Perú, los monopolios y oligopolios no están prohibidos, ese no es el caso -como ya lo hemos señaladode la industria de harina y aceite de pescado. En este rubro, no solo hay muchas empresas, sino que la más grande tiene solo alrededor del 17% de la cuota de pesca.
Mercado de anchoveta es competitivo El primer mercado en el que participa la industria de harina y aceite de pescado es la compra/venta de anchoveta entre armadores que pescan este recurso y plantas que lo compran para procesarlo. Existen 46 plantas operativas que compran el pescado a más de 782 embarcaciones.
La relación competitiva está garantizada porque las 782 embarcaciones pueden elegir entre las 46 plantas existentes para venderles la anchoveta que capturan. Otra opción que tienen es asociarse para negociar en conjunto o, incluso si es de su interés, instalar su propia planta.
Así no hay posibilidad de abuso de posición de dominio ni en la compra ni en la venta de anchoveta. La mejor prueba de ello es que el precio de compra de pescado a los armadores independientes registró un incremento de 150% en el periodo 2009 al 2018, al pasar de US$96 por TM a US$260 por TM, respectivamente.
En este contexto, resulta relevante mencionar que, en 2018, el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) analizó el mercado de compra/venta de anchoveta y concluyó que no existe concertación de precios entre las empresas que adquieren el recurso respecto del pago que hacen por la tonelada métrica a los armadores independientes.
“No se cuenta con indicios que sugieran la realización de una práctica anticompetitiva en el mercado de compra de anchoveta, por parte de las empresas que tienen plantas de harina y aceite de pescado”, sostiene la Resolución 024-2018 de la Secretaría Técnica de la Comisión de Libre Competencia del Indecopi.
Según el ente especializado en competencia fueron dos razones las que sustentaron tal conclusión. La primera es que se identificó la existencia de dispersión en los precios pagados por la anchoveta, es decir, no hubo un monto único. La otra razón para descartar una conducta anticompetitiva fue el hecho de que el precio promedio mensual que pagaron las empresas pesqueras por las descargas del recurso se movió a la par de la cotización internacional de la harina de pescado.
El duro mercado mundial El segundo mercado corresponde a la compra/venta de ha-
rina y aceite de pescado, en el cual participan de manera competitiva empresas de 25 países productores y 40 países compradores. Las ventas de la empresa peruana más grande equivalen a solo el 5% de la producción mundial.
Las empresas peruanas que producen harina y aceite de pescado compiten entre sí por los compradores internacionales; compiten con los productores de otros países; y compiten con los fabricantes de productos sustitutos a la harina de pescado. Se trata de un mercado muy competitivo, donde la innovación es clave para mantenerse vigente.
En condiciones normales, la participación del Perú en el mercado mundial de la harina de pescado ronda el 20%, pero dicho porcentaje ha estado más cerca del 15% en los últimos 10 años, debido a condiciones climatológicas
negativas y a errores en la política pesquera, como la decisión de cerrar el Régimen Especial de Pesca en la zona sur, el cual permitía que la actividad extractiva se realice más cerca de la costa, en atención a las características del zócalo continental, tal como ocurre en el norte de Chile.
Ahora bien, el 70% de la producción mundial de harina y aceite de pescado se orienta a la acuicultura, un sector con gran demanda dado su rápido crecimiento. Así, mientras que en los años 70, los cultivos de peces produjeron tres millones de toneladas; solo en el 2015, el volumen superó los 76 millones de toneladas, según la FAO.
Es en este mercado, donde las empresas peruanas buscan colocar su producción en comercializadores y fabricantes de dietas para la crianza de animales y especies acuícolas, además de laboratorios de nutracéuticos y, en general, a un número muy grande de compradores.
Para mantenerse en el mercado, las empresas peruanas han realizado grandes inversiones en plantas que cumplen con los altos estándares sanitarios y ambientales que exigen las autoridades competentes y los compradores. Ello les permite estar a la par de sus competidores de otros países.