GRANDEZAS DEL TERCER MUNDO El privilegio de contemplar
Fotografía: Raúl Herranz ( w w w. S o l i da r i z A r t e . e s ) Textos: José Mª Lorca
Recopilaciones: Nieves Sánchez
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Ra煤l Herranz
GRANDEZAS DEL TERCER MUNDO Encuentro cronol贸gico de un cambio de vida
( w w w. S o l i da r i z A r t e . e s )
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Cuando un día al levantarme me ilusione. Cuando un día el vosotros sea un yo mismo. Cuando cada día tenga la capacidad de enamorarme. Cuando un “te amo” ya no sea una rutina. Cuando un buen amigo no signifique un gran negocio. Cuando algo de esto sienta, cada día, es que todavía estoy vivo, y es que mi corazón calienta mi vida. Raúl Herranz
Encuentro cronológico de un cambio de vida
Nunca pensé que "vosotros" (los pobres, los desheredados, los "sin nada") pudierais darme tanto. Llenar mi pensamiento, muchas soledades e incluso fuerais los que me descubrierais lo que el mundo tiene de grandeza. Este libro es el recorrido de muchos viajes exteriores, pero también, y lo más importante, un recorrido interior, capaz de mover lo más grande del ser humano. Egipto. En 1988 sentía la necesidad de trasmitir a mis hijos, mi familia, otras culturas y compartir con ellos la idea de un viaje juntos y lejano en el tiempo y las costumbres.
Egipto, agosto de 1988
Aquel caluroso mes de agosto, como no podía ser menos en Egipto en esa época del año, empezamos a saber valorar la sombra del árbol, la ropa blanca de hilo cubriéndonos brazos y piernas, y los tules típicos sobre nuestras cabezas. Vimos la poca importancia del tiempo, parecía que no tenía valor, sólo los coches del Cairo parecían tener prisa, como si esos destartalados modelos obsoletos, quisieran ganar el tiempo perdido, en una vertiginosa carrera, en donde ni los peatones ni los semáforos significaban una referencia para parar. El contraste con los burros que aún eran un elemento de trasporte, o las casas en donde los tejados sólo servían para guardar cualquier desecho que el tiempo y la necesidad los pudiera volver a hacer útiles.
Mi familia Elemento de transporte habitual → Tejados y trasteros Conocimos el maravilloso Nilo... ¡como se compensa la vida! cuanta grandeza y cuanto caudal líquido, a tanta necesidad, tanta sequía, tanta miseria. Como en torno a él se crea la vida. El Nilo les sirve de transporte, de pesca, riega sus pequeños lugares hortelanos. Por el Nilo nos transportamos a sus ruinas, llenas de grandeza pasada, con una generación que parece atrapada en el tiempo. Donde los cánticos religiosos se oyen a lo largo de todo el recorrido. Los hijos crecen entre la oración y el trabajo, a sus pocos años conocen y sienten el escarmiento de la caña de bambú. Compartir el tiempo
Saben apurar la vida, en largas conversaciones, ante una sombra, un te caliente y una nostálgica pipa compartida. Pueblo que parece esperar...quizás a un tiempo mejor, que les permita tener la grandeza que un día sus antepasados disfrutaron. Las niñas que desde corta edad trabajaban en las tareas de hilar quisieron compartir con mi hija María sus experiencias y juntas jugaron, quizás como un respiro, a la febril actividad de esas pequeñas trabajadoras. Este viaje despertaba en mi la sensación de entrar en el túnel del tiempo, retroceder los avances, parar las exigencias y entender las túnicas blancas, las pequeñas sombras de los árboles y lucharle al calor con sus mismas armas: con te caliente. Valoramos la convivencia que ganamos y el relativo valor de las horas de reloj. Me había quedado "tocado" para repetir nuevas experiencias.
En Noviembre de 1990. Aún todavía, con una visión relativa del "tercer mundo". Emprendimos viaje al conocimiento de la cultura milenaria.
China, 1990
Me sorprendió en mi llegada el penetrante olor que te invade, desde que llegas hasta que te vas. ¿Olor a desinfectante?. Aquí la pobreza era clara; tras unos lujosos hoteles, que empezaban a ser el reclamo para "el mundo civilizado", se sumergía la pobreza más paupérrima. En los hoteles, zapatillas y albornoces; en la calle, los harapos como prenda. Esta sociedad está triste, cansada de dinastías, de consignas, obligadas al aborto. Sociedad curtida por la impersonalidad. Militarizada, siempre algún personaje de la vida familiar lleva con orgullo un uniforme, el padre, madre o alguno de sus hijos. Las bicicletas pasean, portan, trabajan... por la calle más grande del mundo.
Pobreza evidente.
→ Bicicletas en la Plaza de Tiananmen. En contraste, tanta belleza de emperadores y mandatarios que tras el agobio de su plebe, llenas sus alforjas y sus comodidades. Ya, en la historia, no se distingue entre las grandezas y miserias del último emperador o del mandatario más reciente. Se recuerda igual, como se apropiaban de lujos las dinastías pasadas o como en nombre del pueblo, se fusilan o pasan los carros de combates sobre sus campesinos sin nombres, pobres desarrapados y desheredados en la Plaza de Tiananmen. La muralla, el recuerdo al albañil desconocido, la obra más grande jamás creada, única construcción humana apreciada desde la luna. Son 2400 km. de largo y el orgullo de su emperador de turno (Shen-si) y la pena de los miles o millones de personas que murieron en su construcción y que pagaron con su sacrificio físico tanta belleza.
Orgullo de uniforme.
Los emperadores, en su afán de atesorar riquezas en este mundo y aún de mantenerlo en su muerte, hicieron ejércitos de kilómetros de largo con estatuas de terracota (barro) de guerreros con todo tipo de armamento de la época -lanzas, espadas, etc.-, caballos y carros, todos ellos realizados en un tamaño mayor de la realidad -unos dos metros para los guerreros, el resto en esa proporción-. Pensando con ello, espantar a cualquiera que intentase llegar a sus tumbas. Nos ofrecen ahora, sin ellos haberlo pretendido, la majestuosidad de esta obra. Toda esta grandeza, que ahora no esta permitida fotografiar y tuve que valerme de mis "experiencias" para conseguir tomarla. Profundizando en su cultura, el porqué de su disciplina, empezaba a aprender y a sumergirme en su inspiración. Llegué a los textos de "Lao-Tse" de hace unos dos mil quinientos años, el resultado fue impresionante.. parecían textos hechos para nuestra gente, para el mejor de los pensamientos de hoy en día:
Ejército de terracotas.
..."Opulencia y poder conducen a la soberbia Y de esto nace la ruina Acabada la obra y el mérito cumplido Lo oportuno es retirarse Esto enseña el Tao del Cielo." Conecté con este texto, me parecía que hacía falta en nuestra sociedad, fría y dura, recapacitar. ¿A cuántos de nuestros políticos actuales, le viene al pelo? El viaje a China terminaba, dejándome otra pequeña huella. Pero me parecía incompleto sino recorría también la parte de Oriente, harto importante, Thailandia.
Thailandia, 1990.
Tahilandia, me parecía un país exótico, un país donde lejos de todos los tópicos de visita obligada, me sentía atraído por la tradición de su saludo dulce y reverente. Es una forma de comunicación dentro de la sumisión, la paz. Las manos juntas, como en oración, y su inclinación de cabeza, parecen ofrecerse al visitante. El Palacio Imperial, parece retar a todas las construcciones con sus puntas, con sus deslumbrantes oros. Escenas cotidianas de sus monjes budistas, "tuc-tuc” -motocarros taxis- que dan un estilo diferente a la ciudad. Pueblo confundido por la prisa, la polución, donde los luminosos nocturnos avisan de ser el país de mayor arraigo sexual de prostíbulos. País marcado por los turistas "desaprensivos" que todo lo han comercializado y prostituido. Se vende, foto. Se vende, plátanos. Se vende "carne"...
“Tuc-tuc” en su ambiente. Mercado flotante. → El mercado flotante, por contraste, me cautivó. Donde también, todo se compra y se vende, pero el ritmo lo marca su propia gente. Las gentes que saben aprovechar los canales para una honesta forma de vida y de subsistencia. Todo entorno a su barca, desde donde se cocina, se come, se vende...
India, diciembre de 1991.
Leproso.
Poco a poco me fui impregnando de todo el mensaje que los humildes me dabais. Pero mi encuentro con la India fue el empujón definitivo... Jamás hubiera soñado que tanta sencillez pudiera representar una forma tan rica de interpretar la vida. El respeto a los seres vivos, la convivencia y aceptación de la muerte como una expresión más de la vida. Nunca pensé que en tanta pena, pudiera reinar la alegría. Los leprosos festejan nuestro encuentro sonriendo, enseñándonos sus calamidades. Me impactó el ver a los niños amasando el excremento de las vacas. Cuando pregunté porqué lo hacían, me contestaron que con ello se sirven para las losas del suelo, les aísla y da calor en invierno, revisten las paredes, como aislante del frio y de ruidos, y también los utilizan como combustible para cocinar.
El Ganges o cualquiera de sus ríos o charcas les sirve para despedir las cenizas de sus muertos, para morir sobre las aguas, o para purificarse, metiéndose enteros en el agua e incluso lavando su boca de las impurezas de su espíritu. Las oraciones de los santones, que en meditación se abandonan a lo que el destino les quiera regalar para pasar el día presente, el próximo ¡Dios dirá!. Comparten con cualquiera que les quiera oír, su sonrisa, sus alforjas... Me impactó la mirada de sus ojos, mirada limpia pero humilde. Los colores de sus ropas, aún sencillas, llenas de viveza. La luz que les ilumina durante todo el día parece la de un atardecer, rojiza. ¡hasta el sol pone en ellos su toque mágico!. En uno de esos recorridos, por sus carreteras de trazados complicados, conduciendo trastos viejos, cargados y a gran velocidad. Tuvimos la triste experiencia de compartir la tragedia de la muerte, producida en un fatal adelantamiento. Ambos camiones chocaron de frente. Cuando llegamos cerca y quisimos ver en que podíamos ayudar, solo pudimos comprobar "la convivencia con la muerte"... ¡Pero y Gwalior! ¿Qué os di para merecer tanto?... Es un pueblo pequeño, al que llegamos con la idea de ver algunas de sus bellezas naturales, pero al final me quedé con su mejor grandeza: sus gentes. Era día de mercado y poco a poco, y con algo de incertidumbre -no sabía como les parecería que irrumpiera en su hacer cotidiano- me fui acercando a ellos, acariciando a algunos de sus pequeños y compartiendo costumbres con sus mayores, llegando al cabo de unos momentos a sentirme uno más de ellos, compartieron sus cosas -con la grandeza de los pobredándome aquello que a ellos no le sobraba, siendo gentiles, regalándome sus mejores sonrisas... Pasando unas horas inolvidables. Tenía que partir. Me acompañaron al autocar, en honor de multitud y una vez despegando el autocar, los mas pequeños, desde mi ventanilla, me cogían de la mano, no queríamos separarnos los unos de los otros y lloré. Jamás nadie, a mi humilde persona, le habían dado tanto y tan sencillo amor. ¡El amor de los sin nada! Impactado, pero aún confundido, sabía que lo que me estaba sucediendo por dentro, que debía dejarlo reposar, para comprenderlo y asimilarlo, pero nacían unos deseos enormes de difundirlo, de explicarlo, de transmitirlo y me puse a escribir el siguiente texto de India (texto que corrigió mi hijo Raúl):
Niñas amasando excremento de vaca.
Miradas limpias.
India, con tu misterioso contraste, de mirada serena, perdida, muestras la mirada hermana. La masa tumultuosa llena tu soledad peregrina, con la luz de ese atardecer permanente. Tus colores de vida, en convivencia con la muerte, con la nada, viven con el silencio que tú misma creaste, donde no se encuentra el vacío. El campo, tu morada; las alforjas, tu lecho; el charco, tu bañera; el excremento, tu calor. Guerreros de alma, desnudos de armas, solo reino animal, todo reino de todos, y la sequía, y el monzón. ¡India! anulaste mis ambiciones, confortaste mi alma. Un día supiste engrandecer al hombre, quizás a un hombre sin nada.
La muerte como elemento de vida.
A la vuelta de mi viaje, pasando por Nepal, me quedé sorprendido por sus bellezas, entre ellas el gran Everest. Pero me quedé señalado, por un grupo de niñas de un colegio, del que se asomaban por una ventana y nos tiraban un papel, ante la regañina de sus profesoras. En el papel nos daban sus señas y nos decían en un inglés poco inteligible, "que por favor, las enviáramos ropa vieja"... Pensé que a esas niñas, solo les faltaba, todo aquello que nosotros ya no usábamos, tirábamos... Escena en Gwalior. Vista cotidiana.
Cuando llegué, empecé a buscar escritos de sus gentes, de sus pensadores; fue magnífico conectar con Tagore, encontrar la sencillez cargada de verdad y de fuerza; descubrí a Gandhi, como desde la abnegación, la renuncia personal y la paz un hombre puede libertar a un pueblo. ¡Que rica herencia! ¡Cuanta sabiduría natural! Pero un texto de Tagore retumba especial en mí es: Cuando yo joven, mi vida era como una flor, como una flor a la que nada le importaba perder una hojilla de su tesoro, cuando brisa de la primavera venía a pedir a su puerta. Ahora que muere mi juventud, mi vida es como una fruta, como una fruta a la que nada le sobra y anhela darse de una vez, con su carga completa de dulzura. Había recibido muchos impactos, tenía que pensar, mi vida ya no podría ser la misma. ¡Estaba definitivamente marcado!
La muerte de mi padre. El 21 de julio de 1992.
Los primeros meses del año '92, los pasé diferente. Ya entendía, que la vida era más relativa de lo que nos parece, el tiempo hay que compartirlo, que llenarlo; que el dinero, no era lo que a los pobres de India los da la felicidad... Afortunadamente me faltaba la experiencia de compartir la muerte. Pero llegó inexorable, mi padre moría el veintiuno de julio de 1992 en un sanatorio, rodeado de todos sus seres queridos. Sentí una muerte "dulce", él se iba sonriendo, enseñándome lo último que le faltaba por enseñarme, me dio su última lección. Bromeó y se murió. Cuando analizo su muerte, me siento enriquecido, ha sido para mi, un traspaso de generación, no una ruptura. Me siento lleno de él, habiendo compartido su grandeza. Nunca tuvo riquezas, pero siempre le tuve. Siempre fue humilde, sencillo. Las últimas cuentas que tuvo, solo le dieron para comprar una ramo de flores y decirle un ¡te quiero! a mi madre. Quizá tengo tanto de él por haber recibido ¡la grandeza del pobre!
Fotografía de mi padre.
Mi hijo Raúl, el mismo día de su muerte hizo este texto, con el que me siento completamente identificado: Hoy de mañana Esta mañana el sol se ha equivocado, ahora brilla. Su cuerpo débil ya se ha parado en el tiempo, pero el tiempo sigue. Ya no hay dolores, sino alegría, ya no hay trabajo, sino descanso, ahora, el sol brilla para él. Esta mañana el sol se ha convertido en lluvia de ojos que riegan una grandeza que no puede crecer más, que riegan un sentimiento. Ya queda todo de él, sus apuntes, sus clases como buen maestro, su bondad como ángel de la tierra que pisó. Ya queda todo. El cumplía una mañana y una noche, y él ha cumplido. Yo salgo de él, siento que sin él no hubiera habido una historia en mi vida. Yo lo siento por mí y no por él. Hoy he visto caer tu cuerpo al suelo que regado por mis lágrimas humedecía más tu alma, que cada vez se clavaba más en mí. Hoy tu noche hace una luna llena de luz, que sabrá guiar parte de las letras que componen el texto de mi vida. Hoy abuelo, hoy.
Ambos ingredientes, eran demasiado fuerte para no tomar una acción de vida. Yo ya no podía seguir así, mi vida estaba marcada, los demás, estaban muy cerca de mí, los podía tocar.
Algo se movía en mi interior.
Todo aquello que en otro tiempo, pudo tener algún sentido en mí, se desvanecía... El dinero, las empresas, lo social... ¡quería ser, no tener! Recurrí a un libro de meditación, que alguna vez me había inquietado: Señor, ¿por que me has dicho que amase a todos mis hermanos, los hombres? Acabo de intentarlo y heme aquí que vuelvo a Ti aterrorizado. Yo estaba, Señor, tan tranquilo en mi casa, me había organizado la vida, estaba instalado, mi interior estaba puesto a punto y me encontraba a gusto. Solo, yo estaba completamente de acuerdo conmigo mismo. Al abrigo del viento, de la lluvia, del fango. Encerrado en mi torre, limpio y puro como siempre yo habría estado. Pero en mi fortaleza, Señor, Tú has abierto una grieta. Tú me has forzado a entreabrir mi puerta ...y, como una ráfaga de lluvia en pleno rostro, el grito de los hombres me ha despertado; como una borrasca, una amistad me ha estremecido, como se cuela un rayo de sol, tu Gracia me ha inquietado ...y yo, incauto de mí, he dejado entreabierta mi puerta. ¡Y ahora, Señor, estoy perdido! Fuera los hombres me espiaban. Yo no me imaginaba que estuvieran tan cerca; aquí en mi casa, en mi calle, en mi oficina; mi vecino, mi colega, mi amigo. Apenas entreabrí los vi a todos con la mano extendida, la mirada extendida, el alma extendida, pidiendo como los pobres a las puertas de las iglesias. ... Empecé a cotejar ideas... Una, podía ser irme a la India a la obra de Madre Teresa, pero ¿qué ocurriría con mi mujer y mis cuatro hijos? -todos en edad de estudios-. ¿No podría ser una huida?. Otra, sería en mi propia ciudad, pero ¿qué podría hacer?. Esta segunda me pareció la idea más realista, comprometerme en mi propio "campo de batalla". Me puse en marcha. Me fui recorriendo organizaciones humanitarias, hasta que llegué a (*)Vallecas, se había creado un club para jóvenes de escasos medios económicos, algunos eran huérfanos, otros violentos, otros simplemente incomprendidos... Empezaba a conectar con algo en lo que siempre había soñado, ser un "gran padre" de muchos hijos a los que poder darles ¡amor de pobre!... Teníamos al empezar pocos niños, pero el más pequeño me llamó especialmente la atención, se llama Paco, tenía 8 años y aún se chupaba el dedo. Su mirada respiraba ternura y deseos de atención. Me contó que su padre se había muerto cuando él cumplía dos años y era el mediano de tres hermanos, las otras dos niñas. Tubo un padrastro al que le confió su cariño, y se sentía totalmente defraudado. Les había abandonado y fallado... Me acerqué, lo abracé y le di un gran beso. Sentí en él un suspiro, la sensación del brote que empieza a retoñar, a abrirse... Al año siguiente, el diecinueve de marzo, recibí una carta que decía: "Felicidades papá. Has sido el mejor padre que he tenido. Paco." Desde entonces todos los años recibo un regalo hecho con sus manos, y una carta el día del padre. ¿Porqué, Paco, me has dado tanto?. ¿Quizás me has dado el amor del pobre?...y pensé. ____ (*) Vallecas es un barrio de Madrid, de familias muy humildes bastante castigado por el paro, la marginación y la droga.
Paco.
Y los primeros entraron en “mi casa”.
... Y los primeros entraron en mi casa. Sí, habría un poco de sitio en mi corazón. Yo los acogí: los curaría, los acariciaría, los festejaría: ¡ah, mis queridas ovejitas, mi pequeño rebaño! Con ello Tú que quedarías contento de mí orgulloso, servido, honrado, digna, exquisitamente. Sí, todo esto era perfectamente razonable. Pero a los otros, Señor... a los otros yo no los había visto: los primeros los tapaban. Y éstos eran más numerosos, más miserables: me invadieron sin llamar a la puerta siquiera. Y hubo que hacerles sitio apartarse. ...
Brasil diciembre de 1992.
Ante tanta grandeza que había sentido, y lleno. Quise este año, conocer lo que el mundo aún nos ofrece, Iguazú y la Amazonía representaba el pulmón del mundo, un jardín, la obra humana por cuidar.
Confluencia de río Negro con el Solimoes. Las catratas de Iguazú. → En Iguazú, mi primera impresión fue de perplejidad, al contemplar esa belleza natural, la magnitud de tantas y tantas cascadas de enorme longitud y los kilómetros de abundante agua. El ruido ensordecedor del agua al caer. Produciendo las sensaciones de miedo e impotencia relajante. De una naturaleza potente ante mí, con capacidad de arrastrarme, de transmitirme y de provocar mi silencio y respeto. La confluencia del rio Negro y el Solimoes, que dan nacimiento al Amazonas. Parece que una mano pinta el rio Negro para poderle nombrar y forma un perfecta línea divisoria en su cambio de nombre. Pero fue enriquecedor, ver la humanidad de la vida de las personas que tienen que subsistir dentro de tanta grandeza inhóspita y salvaje. Convivencia y vida con las pirañas.
De como las pirañas que llenan sus ríos, se hacen fieles aliados y enemigos mortales de esta gente. Recordé impresionado el texto de Bartolomé de las Casas en 1552. Texto que parecía escrito esos mismos días y para esas gentes: “Todas estas gentes crió Dios lo más simples, sin maldad ni dobleces, pacíficas e inquietas, sin rencillas ni bollicios, sin odios ni desear venganzas... La causa por la que las matan e destruyen es solamente por henchirse de riquezas en muy breves días; conviene a saber, por la insaciables ambición, por ser aquellas tierras tan fértiles e tan ricas, e las gentes tan humildes tan pacientes e tan fáciles a subjetarlas, ha las cuales no han tenido más respeto y estima que a bestias... Y esta es muy notoria y averiguada verdad”. Escrito en castellano antiguo
La experiencia de la naturaleza, era impresionante, pero ¿y sus gentes?... Ya no podía librarme de "ver" sus gentes, eran cuerpos bellos, parecían cincelados, la alegría de su calor les hacían vivir con ritmo... ser ritmo. Gente sensual, sus miradas eran conspiradoras, la caricia, era su lenguaje. Pero detrás de todo están las "favelas", cuevas, cobijos, casas... miserias.
→ Miradas conspiradoras.
Niños de las “fabelas” subidos en los estribos del tren.
La propia sexualidad de sus gentes las hace engendrar sin poder enseñar, compartir. Y las calles se llena de bellos chiquillos, emancipados a los 7 años, que forman bandas para protegerse y crear "su familia". Niños que son el reclamo ideal para la prostitución infantil o para el mercado de órganos, dispuesto para que el "mejor postor" salve la vida de los suyos, a cambio de la muerte indiscriminada de los desheredados. Y como excusa de sus asesinos dicen que "limpian la calle de escoria". Cuando regresé y me puse a analizar los nuevos elementos de opinión que me habían ofrecido, experimenté la alegría de haber elegido buen camino: mis niños desheredados de Vallecas, era un estímulo para tanta atrocidad que había sentido con los más débiles. El camino estaba en marcha. Seguía con Paco, y el número de niños que aumentaba día a día... Iban sintiéndome como algo suyo y yo como algo mío, me inquietaban sus penas, y eran muchas... No me parecía suficiente el tiempo que todas las semanas compartía con ellos y decidí preparar, con ayuda de mi hijo Raúl un campamento. Campamento que realizamos en Navacerrada el mes de agosto con una participación de 40 niños. La experiencia fue inolvidable, pues fueron integrándose, alejados de sus problemas y cada día que pasamos fuimos sabiendo más de ellos. Su agresividad, se convertía en dulce debilidad; su dureza, en necesidad de afecto; su pesadez, en necesidad de ser atendido... Allí nos unimos a José Luis, tenía 13 años, era triste, esquivo, su mirada siempre se encontraba en el suelo.
Campamento agosto de 1993.
“Los chiquis-miquis”.
Nos contó, que su padre se había muerto enfermo del pecho y que su madre tenía problemas síquicos, que la hacían permanecer largas temporadas en un centro siquiátrico. Compartía techo con sus abuelos ancianos con una convivencia insostenible. Sentía que los problemas le superaban, su único deseo, era morir como su padre...del pecho. ...Es difícil describir, el sentimiento de rabia e impotencia que nace de unas revelaciones "de pobre", ¿cual será su desesperación, que en la edad de vida, desea la muerte?...Lo pensé, lo medité, lo recé...Solo podía quererle, escucharle, sentirle. Y lo hice, y me quiso, y me respondió... En la actualidad, y después de una aportación de sacrificios y de entregas por parte de ambos, ha conseguido terminar el curso de 8º, con una nota media nunca lograda anteriormente por él. ¡Felicidades José Luis!. En este campamento también viví ratos inolvidables, con el grupo más pequeño al que yo llamaba cariñosamente "mis chiquis-miquis". Todas las noches se dormía alguno en mis brazos, después del agotador día de juegos y piscina, "caían" ante la hoguera, la charla o mis caricias. Nunca tuve una sensación mayor de haber estado tan cerca de Dios... y pensaba: ... Pero luego han seguido viniendo de todas partes, en olas y más olas, empujándose los unos a los otros, atropellándose. Han venido de todos los rincones de mi ciudad, de la nación, del mundo; innumerables, inagotables. Y éstos ya no han venido de uno en uno, sino en grupos, en cadena, enganchados los unos a los otros, mezclados como bloques de humanidad. Y ya no vienen a cuerpo sino cargados de inmensos equipajes: maletas de injusticias, paquetes de rencor y de odio y baúles de sufrimientos... Se traen con ellos el mundo, con todo su material mohoso y retorcido, o demasiado nuevo, inadaptado, inútil. ...
Kenia y Tanzania, noviembre de 1993.
Me inquietaba la idea de conocer África, la parte del planeta donde aún existe una gran parte de vida animal y reservas de especies muy bellas. Emprendimos viaje cargados como siempre de objetivos, carretes, pero sobre todo, ya inmerso en una forma especialmente sensibilizada de "ver el mundo". Kenia, era un paraíso animal, donde el hombre, y mucho más la mujer, eran los claros perdedores. Sus animales habían podido hacerse fuertes en reservas, localizar los lugares fértiles e incluso con la trashumancia de algunos animales (más significativamente las de los Ñus) para conseguir mejorar su calidades de vida.
Transhumancia de los Ñus. → Algunas tomas resultaron costosas.
Sin embargo las personas, en especial las mujeres, son víctimas de las condiciones más infrahumanas.
Mantienen grandes maternidades sabiendo que solo un pequeño número de ellos, no llegará con vida ni a los 10 años; el resto morirá. Pueden empezar su maternidad fácilmente de los 12 o a los 14 años, encontrándose muchas de ellas, que a los 16 o 18 años ya han tenido varios partos y algunas muertes.
Mujeres jóvenes ante su cabaña.
Guerreras, fuertes, se encargan de sus hijos y de sus maridos, hacen los trabajos, traen agua de varios km., y todo ello, cargadas con sus hijos a las espaldas. El misionero Miguel Combarros, viejo conocedor de la mujer africana, hizo este texto que golpeó fuertemente en mi interior: ¿Por qué, diosa o mujer de ébano y de llanto todo el dolor del mundo hoy desemboca en ti? ¿Por qué gritan tus ojos infinita tristeza de carbón apagado? Yo te he visto crecer, gacela y armonía bebiendo a chorro limpio la vida desbordante de soles y de insectos. Apenas una niña mecías tu inocencia, camino de la fuente. Como un ángel sin peso, al ritmo de tantanes interiores, trenzabas la danza de tus miembros.. ¡Qué breve fue tu infancia! ¡Qué breve el paraíso de tus frágiles dichas! Triste diosa vencida, sin derecho al amor, condenada a parir hijos para la muerte, y a acumular dolor sobre la seca tierra... Ponte otra vez en pie, madre oscura del llanto. Recupera tu risa como cuando eras niña, y haz fulgurar tus ojos que fundan las cadenas. Sus cabañas son de barro y cañas, de tamaño reducido donde duermen hacinados con sus ganados y toda la familia, cocinando también dentro de ellas, sin otra salida de humos que la propia puerta. Ellos, orgullosos de su raza, afilan y cuidan sus lanzas, en espera de defender o pelear, lo que nunca acaba de llegar. Guerreros trasnochados, guardan sus fuerzas y sus astucias para el combate. Los niños, como siempre, víctimas inocentes, padecen entre la alegría de sus juegos las enfermedades de piel y de ojos, que la sequía y la crudeza del sol les produce. Son víctimas de un "mundo de consumo" que les ha mermado hasta la capa de ozono, en donde ellos sólo sufren las consecuencias y no participan de ninguno de sus adelantos. El mundo animal, era sobrecogedor, impera la fuerza y la astucia. Algunas especies eran difíciles de tomar con las cámaras, aunque con constancia, tesón y algo de oficio pudimos concluir el trabajo. Al finalizar este viaje, sentí la desigualdad de los continentes: unos ricos; disfrutan, usan, ensayan sus bombas, reyes de la tecnología; otros pobres, sus gentes igualmente capacitadas de gran inteligencia, carecen de todo, son víctimas impasibles de la degeneración del medio ambiente, sufren sus consecuencias y pagan brutales "royalties" por recibir una tecnología ya obsoleta.
Niña en la puerta de su choza. Guerrero.
Mayo de 1994.
Este año, era abundante, mis entrañas ardían. Quería decirle a los cuatro vientos todas las riquezas que yo había recibido. Analizando el material fotográfico que tenía, eran alrededor de 8.000 las tomas sacadas. Todas las recopilaciones de los textos de sus pensadores. Paco, José Luis, todos mis "chiquis-miquis"... Todo ello me empujó a tomar la decisión de hacer un libro. Un libro del contenido de mi recorrido por los países narrados. Un libro que solo aportara la "grandeza de los pobres". Y sobre el mes de mayo de 1994, veía la luz el libro "GRANDEZAS DEL TERCER MUNDO". Libro que salió a la calle con solo 125 ejemplares numerados. Libro no comercializado. El libro motivó varias entrevistas de radio, en las que tuve la suerte de conocer a dos encantadoras personas, una es mi buen amigo Miguel Chiverto y Mª Eugenia Díaz locutora del programa el "Espejo del Tercer Mundo"; entrevista de la que guardo absoluto cariño, pues ella, con gran sensibilidad, supo conectar y trasmitir a las ondas, todo aquello de bueno que había en mi interior. ¡Gracias Mª Eugenia. Gracias Miguel!
Miguel Chiverto. Mª Eugenia en un momento de la entrevista. →
Campamento, agosto de 1994.
Durante este tiempo, seguía en el club con "mis niños". Parece mentira... yo que fui con idea de darles, de compartir con ellos, de llenarles su vida...habían engrandecido la mía, me daban todo. Esos diablillos, se acercan todos los días a mí a darme un beso. Aquellos que el primer día, con su mirada me perdonaban la vida... hoy se muestras dulces, interesados de mis problemas, captan el día que yo también necesito cariño... Organicé de nuevo el campamento de verano...Aún recuerdo el primer día, parecía todo desorden, tuve que enfadarme con los cuarenta uno a uno y pedirles un comportamiento mejor... todo cambió, al día siguiente nos fue uniendo una convivencia ejemplar, los más pequeños seguían buscando al atardecer mi hombro para dormir. Conecté con Alberto, rebelde, desobediente, provocador... pero le pedía que me explicara de donde salía tan tonta rebeldía, después de mucho insistir, un día rompió a llorar: su padre tenía una condena de varios años de cárcel, por tráfico de drogas. Él le quería mucho, odiaba las comodidades conseguidas con el sufrimiento de los demás, solo quería estar con él, que le diera lo único que necesitaba: su compañía, aunque hubiera sido rodeada de pobreza. Ahora tenían muchas cosas, cosas vacías, con sabor a muerte ajena. Conocí a Víctor, niño de 11 años, que se chupaba el dedo y se orinaba por las noches. Después de varios días de campamento se acercó a mí, y mirando al suelo me dijo: "Te puedo llamar papaito". La emoción me invadió, sentía él la necesidad de atención, de mi cariño. Le conteste: "Me encantaría"... Sentí el dolor de Pablo un grandullón de 14 años, su padre murió alcohólico y su madre se prostituía delante de él, suicidándose años más tarde. Es un niño grande, tan pronto le pega a cualquiera, como se pone a llorar por una caricia.
→ Vista del lago desde el campamento.
Cuando terminaba cada día, agotado, revisaba todas las tiendas y con "mis niños" acostados y dormidos me iba a una esquina del campamento... miraba el cielo estrellado, el reflejo del pueblo de Navacerrada sobre el agua del pantano. Iba pensando Paco, José Luis, Alberto, Víctor, Pablo, "chiquis-miquis". Y recordaba: ... ¡Oh, Señor, que lata! ¡Que embarazosos son, que absorbentes! ¡Además tienen hambre: me devoran! Y ya no sé que hacer: siguen viniendo, siguen empujando la puerta que se abre mas y más... ¡Mira, Señor, ahora: mi puerta abierta ya de par en par! ¡No puedo más! ¡Es demasiado! ¡Esto ya no es vida! ¿Y mi situación? ¿y mi familia? ¿y mi tranquilidad? ¿y mi libertad? ¿y yo? Ah, Señor, ya lo he perdido todo, ya ni me pertenezco. En mi alma ya no hay ni un rincón para mí. ... Al terminar el campamento Pablo y yo nos separamos con un fuerte abrazo diciéndonos: "Te quiero". Se nos saltaron las lágrimas. Lloramos. Emprendimos viaje a Perú, queriendo ver sus monumentos, ciudades... pero mucho me temo, que fueron de nuevo sus gentes, las que más me "tocaron". La verdad es que nunca podía pensar que fuera tan rica su naturaleza: grandes montañas -La cordillera andina- exuberantes vegetaciones, desiertos, playas, islas... En contradicción con una pobreza general.
Aunque no sería justo, sino hiciera un breve recorrido de muchas de sus bellezas naturales, pues ellas también dejan gran huella en sus personajes. La cultura Inca marcó en sus piedras, su civilización, una forma de hacer las cosas, como muestra para la humanidad queda Machupichu.
Perú, noviembre de 1994.
Cordillera de los Andes.
Grandezas como Los Andes, dando nombre a unos de sus más hermosos montes nevados "Verónica", que recuerdo con gran amor, al ser el nombre de mi segunda hija. O el lago Titicaca, único lago situado a más de 3.800 m sobre el nivel del mar, con una superficie de 8.334 km2... Cuando por primera vez llegas, sientes la presión brutal de su altura, presión que te hace andar como un anciano... paso lento, jadeante. Y cuando crees que tu cansancio es atroz, ves la escena cotidiana: La dura madre con sus hijos a la espalda, orgullo dolorido de una tierra tan fuerte. Cuantos gestos anónimos de amor en estas madres, sus espaldas llenas de leña, comida, usadas como medio de transporte o como cobijo de amor para sus pequeños. Auténticas canguros que en su manta, seguramente hechas con sus manos, guardan del duro sol a su último retoño. Mientras ellas, caminan o hacen las faenas sus hijos duermen o maman. Mujer transportando leña a sus espaldas.
Reviví el texto que Delia L. Blanco había escrito sobre la "Madre campesina": Sombra de tu pueblo madre olvidada ¿Quién sabe de tu vida?. Tú sola rompes con tu trajín el escarchado amanecer, precipitada, tomas el húmedo camino. Sólo el viento frío besa tu entumido rostro recoge tu aliento, la insistente garúa. La joya preciosa del rocío lava tus agrietados pies, acariciando las heridas, que te abrieron los espinos. Quizá la sombra de la maleza en su marchito manto protege tu cansancio. Tú, mujer de corazón tierno, sin queja alguna en silencio mascullas tus penas. Reanimas tu existencia en tus hijos luz revelan tus ojos para ellos eres su sombra, eres su flor. Llegamos a Chivay pueblo humilde, recobré en él, las escenas que sólo recuerdo vagamente, cuando era muy niño en el pueblo de mi padre, la luz de las velas, un hilo de agua para lavarte. A la mañana siguiente en el mercadillo había una bella madre con su hija a la espalda. La pregunté si me dejaba fotografiarla, me dijo que a cambio tenía que comprarle plátanos para su hija.
Joven madre de Chivay. →
Cuando pensaba en tanta grandeza de amor de estas madres se cruzó en mi camino, una con un bulto entre su manta, la pregunté: -¿Qué llevas?. Me descubrió orgullosa su pequeño mamando. Su gesto cansado, dolorido, con una vejez prematura, sólo sabía decirme: -¡Soy muy pobre! ¡Soy muy pobre! ...Y pensé, lo medité, lo recé...Sólo podía recurrir a mi libro de meditación: He comido, he comido demasiado, he comido por hacer como todos. Yo era un invitado más en el banquete mundano ¿quién me hubiera comprendido de no hacer como todos? Mas cada plato cada bocado cada sorbo se me atragantaban. He comido demasiado, Señor, mientras a la misma hora, en mi ciudad, más de 1.500 personas -lata en mano- hacían cola en Auxilio Social, mientras una mujer comía en su desván lo que había apañado en la basura, mientras los niños en sus barracas se repartían las sobras frías de la comida de ayer de los viejos del hospital, mientras diez, cien mil desgraciados en este mismo instante, en el mundo, se retorcían de dolor, morían de hambre entre los suyos desesperados.
Mostrándonos a su hijo mamando.
Todo esto, Señor, es atroz porqué lo sé, los hombres de hoy lo saben, saben que no son solamente unos pocos infelices los que pasan hambre, sino cientos y cientos y a las puertas mismas de su casa, saben que no son solamente unos cientos de infelices, sino miles y miles en los límites de su patria, saben que no son solamente unos miles, sino que son millones los que tienen hambre a lo largo del mundo. ... Cuando subíamos fatigados por la empinada montaña que nos conducía a las ruinas de Pisac, un niño nos ayudaba sujetándonos del codo o arrancándonos una pequeña planta que nacía a los lados del camino, que nos daba para oler y así paliaba nuestra fatiga. A la vez, nos ofrecía refrescos que llevaba cargados a su espalda en una mochila llena. Cuando agotado llegué a la cima de la montaña,
→ Armando compartiendo conmigo el duro camino.
observé que el muchacho había subido y bajado varias veces repitiendo la operación con varias personas, también descubrí que aquella proeza la realizaba con los pies medio descalzos, con unas chanclas playeras. Y lo pensé, lo medité y le pregunté: -¿Cómo te llamas?. -Me llamo Armando Aquise Quispe -me respondió-. Me sentí sorprendido por Armando, le veía trabajador, inteligente, servicial. Cuando seguí hablando con él me contó triste, que hacía dos meses que su padre arreglando una gotera de su casa, se había caído y se había matado. Eran ocho hermanos, y ahora, su comida dependía de los refrescos que pudieran vender su hermano y él. Le pregunté la edad, y me respondió que nunca le habían dicho que día, ni que año nació...aventuró que unos once años. También me contó, que tenía que andar unos diez kilómetros de ida y otros tanto de vuelta, para ir de su pueblo a las ruinas, donde puede vender sus refrescos. Me decía que solían vender cuatro refrescos con un beneficio total de una 90 pesetas -al cambio español-. Le conté que yo tenía "mis niños" en Madrid, en el barrio de Vallecas, que había uno parecido a él que se llamaba Paco y según le hablaba yo de ellos, se quitó de su muñeca una pequeña pulsera de cintas hecha por él y me dijo: -¡Toma!. Dásela a Paco, de mi parte. ...y lo pensé, lo medité y lloré...¿Porqué es tan grande la generosidad del pobre?. ¡Gracias Armando! Tú haces bueno el texto de Delia: Armando “niño del pueblo”.
"Niño del pueblo" Niño ¿dónde caminas por esta senda humectado de llovizna, rompiendo la enferma mañana sufriendo el frío de la nevisca?
La cruz cobijo de los pobres.
Ensombrecen tus ojos, lágrimas de rocío tu boca reseca, sin sonrisa, ¿por qué camino incierto llevas tus piececitos desnudos y fríos? ¿Qué penas han ensangrentado tu límpido y tierno corazoncito para que tu pecho oprima la pena; y tu palabra enmudezca en tus labios? Ah... ¡ya intuyo tu destino! vas en pos del pan de cada día mientras otros gozan su poderío en tu tierna edad, tienes que trabajar. Si eres pobre, aunque niño seas, los mismos gobernantes son ciegos y sordos para ti, sólo en sus labios la igualdad prospera hablar y hablar y nunca cumplen la razón de la verdad... Hazte hombre, niño de mi pueblo quizá la amarga experiencia te fortalezca y un mañana no muy lejano levantarás la bandera de libertad forjando para tu pueblo, el mañana de igualdad. Cuando analizaba las experiencias vividas en Perú me llamaba la atención la mezcla de pobreza, humildad, bondad y un mucho de superstición: sus iglesias son lugares donde se recuerda permanentemente la muerte árida, triste y sus imágenes respiran desde la oscuridad, la muerte desgarrada y sangrienta. Ya en sus puertas, sus símbolos de dolor y pasión. A veces, lugares de cobijo para los más pobres y necesitados.
La presión que sus militares ejercen sobre la población, creando un clima de control policíaco que acompaña la vida cotidiana. Nuevamente lo que con más intensidad había vivido fue el sentido de desprendimiento, de entrega, de los más pobres. El ejemplo de Armando, me había cautivado, era ¡amor de pobre!, me provocaba una reflexión y recurrí a mi libro de meditación: Yo tuve hambre y... Un día podrás decirme esto, Señor, si yo dejo de darme aunque sea un solo instante. Nunca terminaré de servir la sopa a mis hermanos: son demasiados, siempre quedará alguno que no llene su plato. No acabaremos nunca de luchar para que todos tengan su plato de sopa. Ah, Señor, no es fácil dar de comer al mundo. Yo prefiero hacer mi oración regular y pulcramente, prefiero hacer abstinencia los viernes, visitar a "mi pobre", dar unos duros para la tómbola y el orfelinato... Pero esto no es bastante, no es nada si un día Tú puedes aún decirme: "Yo tuve hambre y..." La presencia policial. ¡Armando, siempre permanecerás en mi corazón! La construcción de un hospital en Gengheren, fue el motivo de mi estancia en Eritrea, precisamente dos días antes del cumpleaños de mi hija mayor Sonsoles.
El fructífero año 1995
Eritrea es un pueblo recientemente independizado de Etiopia con una guerra que ha durado 30 años, dejando un país tremendamente deshecho.
Eritrea, enero de 1995.
La desestructuración del país hacía difícil la llegada e incluso la realización de este proyecto, de no ser por las misioneras "hijas de la caridad" que siguen y ayudan desde allí, a la reconstrucción de todos los proyectos posibles, desde pozos de agua, hasta labores de la casa, pasando por hospitales, dispensarios, construcciones de vivienda, etc. Eritrea me ha dejado, junto con India, la huella más honda e imborrable, por sus grandes y humildes gentes, así como por la hermosísima experiencia vivida junta a estas misioneras: mujeres fuertes, alegres, derrochando gran amor... Desde mi llegada y a pesar de unas condiciones especialmente duras, sentía en todo momento, el cariño y las atenciones de estas abnegadas mujeres, que sabían desde llenar todas las horas y los minutos del día, hasta hacer, con una patata el postre más dulce y sabroso que se pudiera soñar. Es importantísima la labor de reconstrucción del país que llevan. Hay que tener en cuenta que en 30 años de guerra, tan sólo la desmovilización de todos los hombres y mujeres, sólo habilitados en tareas de guerra y muerte, cuesta un gran esfuerzo la adaptación a otras condiciones de vida. Según nos cuentan, en esta guerra, las guerrilleras eran las más temidas por su capacidad exterminadora, no haciendo prisioneros, sino ejecutándolos en el mismo lugar a sus enemigos. Habiendo perdido, muchas de ellas, su sentido de maternidad o sus capacidades femeninas. Recuerdo como Jiusephina se remangaba los hábitos, para contarnos la anécdota sufrida en un viejo "carricoche destartalado" -transporte público- que para hacer un recorrido de 50 km. empleó desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Esto, aunque contado con una simpatía especial, es una de las escenas cotidianas con que hacen frente a las durísimas condiciones de vida. Vuestro aprovechamiento tan especial del tiempo de llenar los días, la vida, me hizo meditar...
Isabel atendiendo a “su gente”. Exguerrillera trabajando en la construcción.
"Tengo tiempo" Señor, cuando volví a mi ciudad he mirado, he visto, y los hombres: Iban venían marchaban corrían. Las bicis corrían los coches corrían los camiones corrían la calle corría la ciudad corría. Corrían para no perder tiempo corrían en persecución del tiempo para atrapar el tiempo para ganar tiempo.
Jiusephina y su simpatía.
Hasta luego, Señor, excúsame, no tengo tiempo. Volveré a pasar, no puedo esperar, no tengo tiempo. Termino esta carta porque no tengo tiempo. Me hubiera gustado ayudaros pero no tenía tiempo. Imposible aceptar, me falta tiempo. No puedo reflexionar, no puedo leer, me veo desbordado, no tengo tiempo. Me gustaría rezar, pero no tengo tiempo. Tú comprendes, Señor, no tienen tiempo. De niños tienen que jugar y no les sobra tiempo; luego... más tarde. De chiquillos tienen que hacer sus deberes, no tienen tiempo; luego. En el bachillerato tienen sus clases y tanto trabajo, no tienen tiempo... más tarde. De jóvenes hacen deporte, no tienen tiempo; más tarde. Recién casados tienen su casa, tienen que arreglarla, no tienen tiempo... más tarde. Ya padres de familia tienen sus críos, no tienen tiempo, ...más tarde. De mayores enferman y tienen que cuidarse, no tienen tiempo... más tarde. Ya están agonizando. No tienen... ¡Demasiado tarde! ¡Ya nunca tendrán tiempo!
Secuelas de la barbarie. “Los hijos de la guerra”.
Así los hombres corren persiguiendo el tiempo, Señor, pasan sobre la tierra corriendo estresados apresurados atropellados sobrecargados enloquecidos desbordados y no llegan a nada jamás, les falta tiempo, a pesar de todos sus esfuerzos, les falta tiempo, les llega incluso a faltar un horror de tiempo. ... ¡Gracias Katherine, Jiusephina, Isabel... por vuestro tiempo, vuestro esfuerzo y amor, personas como vosotras son las que nos hacen todavía confiar en el ser humano! Sus gentes son orgullosamente humildes, considerados descendientes directos de Salomón, de comportamiento sencillo, atento, hospitalario, su mirada clara, limpia, tierna... Los colores iluminan sus penas, ropas sencillas pero llenas de esplendor, de luz... Sus hijos, "los hijos de la guerra" tienen como juguetes los desechos de la destrucción, restos de tanques, de bombas... Todavía muchos de sus campos minados, nos recuerdan, las secuelas terribles del odio y la muerte.
En la actualidad, su peor enemigo es la sequía, que palían con resignación, empleando los más afortunados burros con alforjas y con recipientes de plástico para el almacenaje y transporte de agua, teniendo que hacer largos recorridos para llegar al pozo más cercano, lugar de confluencia de los pueblos próximos o de caminantes "riqueza de vida". Las madres muestran en los cortes de pelo de sus pequeños el orgullo de su nuevo embarazo. Mai Miné (Maiminé) cuya traducción literal es "agua deseada", es un pueblecito fronterizo con el que fuera su enemigo, cuya situación estratégica ha perjudicado totalmente a la población, creando una sociedad de muchísimos niños y muy pocos hombres, algunos muertos, y otros, padres accidentales, incluso del propio enemigo. Transportando agua.
Orgullo del nuevo embarazo.
→ Bonito recibimiento en Mai Miné. En este pueblo me sentí especialmente bien, pues el recibimiento de tantos niños fue espléndido; primero expectantes, se van arrimando a ti, alguno se atreve a darte la mano, y luego, cuando descubren tu complicidad, todos quieren cogerte de la mano, hacerte suyo; y tú te sientes de todos ellos... y pensé, y medité... ... Señor, estos muchachos de hoy me duelen, como todos los solitarios, sus hermanos. Hazme que los ame lo bastante para romper su soledad, haz que marche por el mundo con todas mis puertas abiertas, mi casa totalmente vacía, disponible, acogedora. Ayúdame a alejarme de mí mismo para no espantar a nadie, para que los demás puedan entrar en mí sin pedirme permiso, para que pueda descargar aquí sus fardos sin que nadie los vea. Yo volveré en la noche silenciosa a buscarlos y Tú, Señor, darás fuerza a mi espalda para llevar sus sacos. ... Cuando seguía por el pueblo "acosado" por todos los niños, y después de estampas entrañables como la madre con su pecho ajado, dando de mamar a su pequeño, con una mirada dulce aunque cansada y con la tristeza reflejada en su rostro, y sus manos reposando sobre sus rodillas, como si de una pintura de Miguel Ángel se tratara... contemplé la escena más bella que podía soñar, una madre de unos quince años también daba de mamar a su hijo, un niño ya con dos crecidos dientes, el cual todavía era fruto del alimento materno, cuando dispuse mi cámara en posición de hacer esa toma, y viendo ella mi intención, retiró dulcemente a su hijo de su pecho y orgullosamente se dispuso a lucir, en bellas y dulces poses, su encantador cuerpo que mostraba su tierna edad y su justificado encanto femenino sin ningún tipo de falso pudor... acepté gustoso su oferta y plasmé en mis cámaras sus encantos y sus dulces escena, que hoy te ofrezco a ti.
Belleza y encanto.
Me quedaba el tramo final, la inauguración del dispensario en el pueblecito de Gengheren. Cuando llegué al pueblo y cargado del enorme deseo de hacer un toma general, me fui corriendo a una montaña y según más subía la gente más me gritaba, hasta que comprendí que algo me querían decir que yo no entendía; a medio camino bajé a saber porque me llamaban y una vez tradujeron, me explicaron que toda la montaña estaba minada de bombas de la guerra y no debía subir de no ser con un ex guerrillero. Mi susto no evitó que con su ayuda hiciera la toma desde lo más alto. La inauguración nos dejó evidente la capacidad de agradecimiento de este pueblo, que concedió un día de fiesta local, exhibiéndonos: de los ex guerreros sus danzas, de las mujeres sus mejores y más coloreados vestidos, y de los niños y niñas sus Escuela. Inauguración en Gengheren. → Interior de una choza, compartida con sus animales.
cánticos y sus ramos de flores, con los que nos agasajaron. Sentía el agradecimiento del pobre. Y lo medité, y lo pensé...
Triste dulzura.
Es mucho el precio que el tercer mundo paga al mundo desarrollado. Son víctimas impasibles del cambio climático, no producido por ellos. Son víctimas del hambre y la sed, mientras nos rodea la opulencia. Son víctimas de la incultura, mientras dominamos la tecnología. Son ellos los que tienen que emigrar en busca del pan, pan, que luego como emigrantes les negamos. Son víctimas de las guerras fratricidas, que descargan los stock en nuestras fábricas de armamento. Son ellos los que hacen los trabajos duros, que nuestros hijos rechazan... ...Pero nosotros nos conformamos con hacer la oración regular y pulcramente, preferimos hacer abstinencia los viernes, visitar a "nuestro pobre", dar unos duros para un dispensario... Eritrea sigue tu lucha de libertad, en la paz, el esfuerzo y el trabajo... y consigue el puesto que en el mundo te corresponde.
Sentía la necesidad de llenar estas fechas con "mis niños" -los chicos mayores de Vallecas, de 14 a 16 años- organizando con ellos un viaje a Roma, donde la Semana Santa se podía vivir con mayor intensidad, creando un grupo de unión y amistad, apartados de todos los problemas que en Vallecas les arrastran.
Semana Santa, abril de 1995.
Roma 1995. Por causa del presupuesto nos tocó dormir en unos sacos en el salón de una parroquia que nos cedieron en Roma. Y esto, aunque incómodo, nos produjo gran satisfacción, porque se creó un clima de auténtico compañerismo y cariño... Aquí conocí más en profundidad a Miguel Ángel, un chaval de 15 años, de mirada profunda, chispeante, me hacía entender que tanta limpieza en su mirada no podía esconder toda la desidia que él quería demostrar. Desinterés, incordio, rebeldía... no podían ser la tónica de vida de esos ojos que "leían" de una pasada todo. Los primeros días, su actitud hostil, nos crearon fuertes encontronazos y algunas distancias, distancias que con los días llegaron a una buena armonía. Siendo lo más bello de todo el viaje el final de su carta, escrita en el avión, cuando regresábamos a Madrid; decía: ... Y espero, que igual que lo he visto yo, que lo vea más gente, porque es una gozada y me ha parecido una preciosidad. Y espero, que se pueda repetir otro viaje como éste. Aunque hemos tenido algunas riñas de todo Corazón Gracias Raúl. Miguel Ángel. Yo conozco el fondo de tu carta Miguel Ángel, sé que te ha costado mucho, dar las gracias -con mayúscula- y con el corazón -también con mayúscula-; pero sé que lo dices de verdad, con el sentimiento "de pobre", y el alma de un gran "rico". También sé, Miguel Ángel, que a tus 15 años todavía cuesta más tener la nobleza, generosidad y fuerza de hombre que tu has demostrado. En la vida, algunas de nuestras personas mayores, de nuestros políticos, de algunos hombres de iglesia... nunca han llegado a saber decir "gracias", con tu misma humildad. ..Quien ha empezado a darse a los demás está salvado. ¡Gracias Miguel Ángel! tú y tus compañeros de Vallecas, habéis sabido dar una talla de dignidad, sinceridad y hombría, muy superior a la de muchos de nuestros "hombres de bien". ¡Gracias de todo Corazón!
La Primera Comunión de Paco, 10 de junio de 1995.
Después de varios años juntos, Paco iniciaba un paso en su vida de mayor: hacía su Primera Comunión... Él con su traje de marinero, erguido... se acercaba al altar... y yo pensaba, en el comienzo, cuando nos conocimos, como poco a poco les iba viendo crecer, abrirse, ¡estaba hecho un hombrecito!... recordaba al principio, mi sentimiento por darme a ellos, por entregarme, el cambio de vida que se había producido en mi interior...y pensaba ... ¡Mira, Señor, ahora: mi puerta abierta ya de par en par! ¡No puedo más! ¡Es demasiado! ¡Esto ya no es vida! ¿Y mi situación? ¿y mi familia? ¿y mi tranquilidad? ¿y mi libertad? ¿y yo? Ah, Señor, ya lo he perdido todo, ya ni me pertenezco. En mi alma ya no hay ni un rincón para mí. *** No temas, dice Dios, hoy lo has ganado todo pues mientras esta gente entraban en tu casa Yo, tu Padre y tu Dios, me he deslizado dentro de ti entre ellos. ...y es cierto, me habéis recompensado con creces y ahora soy yo el más agradecido, habéis enriquecido mi vida, me siento lleno de vosotros... ¡El día de tu Comunión ha sido un gran día para mí!. ¡Felicidades Paco!
Clases de guitarra, 16 de junio de 1995.
Este día... aquel proyecto de crear un grupo de guitarra dentro del club, daba su mayor y más fuerte éxito: Su profesor Juan Cobos, se animaba, con mucho miedo, a que después de algunos años enseñándoles, se pudieran ver lo que a lo largo de este tiempo daban de sí, ofreciendo un "recital" en una residencia de ancianos... El resultado fue maravilloso, no tanto por la "calidad del concierto", como por los resultados humanos alcanzados.
“Recital” en la residencia de ancianos. Al conocer los chavales que estos ancianos eran de unos medios económicos humildes, hicieron una recaudación para llevarles unos pasteles, esfuerzo que con una pequeña ayuda del propio pastelero, les permitió conseguir tres kilos de ellos. Los ancianos al verse agasajados con los pasteles y con el cariño demostrado por "mis niños", se llenaron de emoción y participaron en cánticos, bailes, llenándolos de besos y de expresiones cariñosas, dichas con el corazón...
Al día siguiente, los jóvenes quedaron muy sorprendidos por la reacción de los mayores, y decían... -Lo más interesante para mí, -decía Paco- fue cuando una señora me beso. -Posiblemente -comenta Antonio- muchos de los ancianos están allí porque no les rechaza su propia familia. -El momento más hermoso -decía David- fue la entrada, por los aplausos. -Me hubiera gustado preguntarle -pensaba Daniel- que si tenía nietos, si les quieren y si les van a visitar. -La mayoría de los ancianos de allí, son muy mayores pero muy simpáticos. -Comenta José-. -La persona que más me llamó la atención -dice Roberto- era una anciana que se le caía las lágrimas de emoción.
Era impresionante la reacción que ambos colectivos marginados habían recibido; los mayores: el agradecimiento, la atención y el cariño -que muchas veces les falta-; los jóvenes: el respeto, y también la atención y el cariño -que pocas veces tienen-... eran ¡amores de pobres!, los unos y los otros se comprendían, los niños los veían rechazados o poco amados en algunas familias, los mayores los escuchaban con la atención que no se les dispensan... y unos y otros llenándose los ojos de lágrimas emocionadas, se despidieron con un fuerte "¡Viva Vallecas!" de los ancianos hacia nuestros jóvenes. ¡Gracias Juan, tu fruto, tu esfuerzo, tu dedicación, no la olvidaremos: ni los niños, ni los ancianos, ni yo!... y Vallecas desde este día ya nunca será la misma... el propio amor de pobre la hará avanzar. La vida juega su papel con realismo y con dureza, y parece que cuando más hablamos del sentido de la vida, nos demuestra la muerte, con su presencia, que forma parte de la propia vida... este mes, una violenta discusión segó, de un tiro en el pecho, la vida del abuelo de dos de "nuestros niños". Parece que la dinámica de la violencia y de la muerte también es el presente que tenemos que vivir... pensé, y medité... Señor, estoy aterrado hoy estoy aterrado. El mal es terrible, Señor, la violencia es fea la muerte violenta es terrible. Yo marcho por el fango camino sobre el fango nado en el fango El mundo es fango. *** Hijo mío: hace falta aceptar el mal que hay en el mundo, hace falta, incluso, cargárselo a la espalda. Pues antes de resucitar hay que morir, antes de morir hay que agonizar, antes de agonizar hay que sufrir. No huyas del mal. Al contrario: estate allí. Cógelo. Cuanto más feo sea, cuanto más pesado, más hay que empuñarlo. ...
La convivencia con la muerte.
Planteamiento de vida.
Cuando llegue a ti, éste, mi testimonio producido en unas secuencias de vida, me gustaría haberte sabido trasmitir todo aquello que ha representado una forma diferente de ver lo humano y la grandeza de un mundo al que llamamos erróneamente pobre o subdesarrollado, porque sólo nos enfrentamos a él con criterios económicos. Y sin embargo, en el que yo, me he sentido engrandecido, comprendido, amado... ...en el que ya no puedo volver a estar solo, soy multitud, Señor, pues los hombres me habitan. Yo los he encontrado y ellos han penetrado en mí se han instalado en mí, me han atormentado, me han traído problemas, me han comido, y yo los he dejado, Señor, para que ellos se alimenten y descansen. ... Cuando esté en tus manos este libro, quisiera que cubriéramos juntos un itinerario que partiera del simple "ver" cosas para conducirnos hasta el sereno "contemplar" la vida. Las fotografías que vas a contemplar, te basta con detenerte ante una de ellas, envolverte es su atmósfera, dejarte llevar por la fuerza del texto de sus pensadores. Descubrir que el mirar estas imágenes te permiten detener el pulso acelerado, asomarte a lo que le tiempo tiene de eternidad y discernir lo importante de lo relativo. Este libro es arte y sabiduría. Es casi un manual de meditación para conservar toda la vida. Es una ventana abierta a la belleza y al misterio de este mundo que se nos ha dejado como hogar, como jardín y como tarea inacabada. Raúl Herranz.