En el borde de un bíblico Mar Rojo,
el campo de batalla abandonado.
Los camellos, oh barcos del desierto,
surcan desde Sudán al alti plano etíope
entre mares de bélica chatarra.
¿Ha estallado la paz por fin?
Ya vuelan ángeles,
ángeles negros transportando el Arca
por los tórridos valles de Eritrea.
África sensual se torna mística,
mística y delicada en esta tierra,
afilando su espíritu en la hambruna
entre cantos litúrgicos y milenarios mitos.
Hijos de Salomón, raza de reyes
hoy venidos amenos, nadie en el mundo lleva
tanta precariedad con tal sabiduría.
Un león de Judá de vez en cuando
se inclina a los caballos de un lento apocalipsis
por los secos eriales desbocados.
Almuédanos y abunas, entre tanto,
alcielo imploran la benéfica lluvia
que haga florecer los jardines de Karen.
( José María Lorca)