19 minute read
EMPRESARIO DEL MES
EMPRESARIO DEL MES MIGUEL GUTIÉRREZ
Advertisement
Texto: SOMOS ALTOS
Labrador, inmigrante, taquero, chofer y músico son algunas de las facetas por las que ha pasado Miguel Gutiérrez a lo largo de su vida. Hoy es el director general de la empresa Profilo Aluminio, dedicada a la importación de herrajes y maquinaria, diseño y comercialización de perfiles de aluminio para fines arquitectónicos. Es un apasionado de este material, un mercado en constante transformación, a cuya ola se suman quienes están dispuestos a innovar.
Miguel, ¿nos puedes hablar un poco de tu vida personal, tu entorno familiar?
“Nací en el rancho El Saltillo de Arriba, municipio de Acatic, un 17 de mayo de 1972, pero mis padres me registraron en Tepatitlán. Allí, en El Satillo, me crié, en un ambiente muy humilde, como el noveno de 11 hijos. La casa estaba desprovista de todo lujo, en ocasiones incluso de lo necesario. En una de las habitaciones dormíamos varios de los hermanos.
“Mi padre era Bartolo Gutiérrez y mi madre es Mercedes Cortés; mi padre era mediero en la siembra, en tiempo que no era de cosecha se presentaba a trabajar con el dueño de las tierras en Tepatitlán y su paga se basaba en almudes de maíz, un tipo de medida de capacidad muy usada por los hacendados y medieros en la región alteña. Ese maíz era la base de la alimentación de la familia. El excedente se vendía para adquirir otros insumos.
“El 6 de enero de 1980 nos fuimos al rancho Miraflores a trabajar a Gigantes Tepa, cuando don Alfonso González comenzó a crecer mucho. Ahí vivimos en una casa de adobe y luego nos cambiamos a una de ladrillo más cerca de las granjas. Había muchísimas carencias. Después, el 28 de abril de 1986, regresamos al Rancho en el cual nacimos porque mi padre logró comprar ahí 62 solares y medio. Esa fue su primera propiedad como rancho.
“Yo tenía 13 años entonces. Mi hermano mayor, Antonio, compró un tractor aquí en Capilla de Guadalupe, un Ford F600, y aprendí a manejar en ese tractor. El año 1987 fue muy bueno. Sembramos en el rancho de mi papá, además de que maquilamos en tractor en la molida de rastrojo. Era un trabajo duro. Hubo mucho trabajo ese año, hasta dormíamos en el
campo para aprovechar los tiempos. Para 1989 regresé a las granjas a trabajar. Fue mi primer trabajo formal fuera del trabajo familiar. También fue en la empresa Gigantes Tepa, en una granja llamada Gaviotas dos. Yo estaba cumpliendo los 17 años y me nombraron jefe de sección de casetas de gallinas. Esa fue mi primera responsabilidad y resultó una experiencia excelente, con siete personas a mi cargo, casi todos mayores que yo, incluso algunos de ellos ya estaban casados.
“Al ser jefe de sección caía en la cuenta de que se trataba de ser responsable no sólo de mi propio trabajo sino también de lo que hacen los demás, es decir la gente que estaba a mi cargo”.
¿Y tus estudios? ¿Hasta dónde llegaste?
“Solamente estudié primaria. La hice en tres escuelas diferentes, todas escuelas rurales. De hecho, no estudié el primero de primaria. Una hermana mía, mayor que yo, la que sigue de mí que es muy lista, me enseñó a leer en casa y eso hizo que me ahorrara el primer año. Entré directamente a segundo. Sin embargo, no estudié de manera continua. Sólo el tercer año lo estudié completo. Eso sí, si se trataba de estudiar, me metía a fondo. Recuerdo que en tercero de primaria participé en un concurso regional de matemáticas y obtuve un tercer lugar. Eso me dio derecho a una beca que duró por más de un año. Se me depositaba en la primera cuenta bancaria que tuve en mi vida y con ese dinero logré comprar mis útiles escolares y ropa para mí y para mis hermanos.
“No estudié de manera continua porque mi padre siempre fue de la idea de que primero nos enseñaba a trabajar. Y así era. Si había trabajo nos sacaba de la escuela. A veces nos decía: ´ahora no vas a la escuela, hay que azadonear´, que es como le decíamos a limpiar de hierba la milpa.
“El certificado de primaria lo obtuve a mis 14 años, cuando conocí a la maestra Lizbeth Concepción Díaz López de la escuela Francisco Villa. Ella me dijo que fuera a presentar algunos exámenes. Si los pasaba me entregaba mi certificado y así fue. Los presenté, los pasé y recibí el certificado de primaria. Gracias a ella lo tengo”.
¿Entonces desde pequeño has trabajado?
“Es correcto. Primero ayudando desde muy chico en las tareas de mi padre, en el campo… sembrando, azadoneando, moliendo, cortando hoja, piscando maíz, casetero, etc.
“Siempre me gustó ser responsable en mi trabajo y en las encomiendas. Siempre tomé en serio las cosas que hacía. Eso se lo debo a mis padres”.
¿Después qué hiciste?
“En 1989 o principio de los noventa empecé a trabajar en Tepa. En el año de 1992 me fui a trabajar a USA. Nos pasó un “coyote” por la frontera, esa vez fue caminando mucho hasta llegar a una carretera donde alguien nos recogió y nos llevó al domicilio de mi hermano. Trabajé en un vivero. Yo surtía los pedidos para las tiendas. Tenía 20 años recién cumplidos. “Fue ahí en USA, en agosto de 1992, cuando viví un retiro en la quinta de Guadalupe, Imperial Beach, una ciudad cerca de Tijuana. Fue sin duda un suceso que cambió mi vida. Tuve una experiencia muy bonita, una experiencia espiritual. Antes tenía muchos complejos… no tenía sentido de la vida, de las cosas, vivía a distancia de mis padres, no le encontraba sentido a lo que hacía. Mi vida era una rutina sin sentido. Ese retiro del 14 de agosto de 1992 cambió todo de modo radical. Es una especie de fecha de nacimiento nueva. Ahí encontré una razón de vivir, encontré a Dios, encontré el gusto de tener amigos, de valorar un trabajo, de tener una familia.
“Luego de unas vacaciones en Tepatitlán en noviembre de 1992, volví a USA en
Foto: Cortesía del entrevistado.
febrero de 1993. Puesto que ya sabía manejar camiones de carga, me confiaron uno. Fue así que comencé a trabajar como chofer. Fui el primer indocumentado en mi trabajo en manejar un camión, yo cubría el condado de San Diego, entregando plantas en las tiendas de autoservicio. Haciendo ese trabajo en una ocasión me detuvo Migración. Como ya sabía algo de inglés pasé como ciudadano americano. Fue cosa de Dios. Gracias a Él no me deportaron”.
¿Cómo es que llegas a trabajar en el mundo del aluminio?
“Son ya los designios de Dios. Mis hermanos tenían un grupo musical, Los Cautivos. Martín me convenció de quedarme con ellos. Yo era el bajista. Pero luego de casi un año me di cuenta de que no era lo mío. Fue en una ocasión en que abrimos un baile en Acatic. Ahí sucedió una escena de pleito desagradable entre personas tomadas. Eso determinó mi salida del grupo y formé un grupo de música cristiana. Gracias a este grupo conocí a quien hoy es mi esposa, pues fuimos a dar un concierto a Guadalajara en un café cantante que apoyaba una comunidad y en esa comunidad estaba Mariana.
“Estuve en los grupos parroquiales en Tepa e invité una amiga a un grupo juvenil, ella a su vez invitó a su hermano al que conocí, nos hicimos muy buenos amigos y a la postre se convirtió en mi socio y por quien ahora estoy en el mundo del aluminio. Antes de trabajar en el aluminio
trabajaba como chofer en la Pepsi, luego de mi regreso definitivo de USA. Por cierto, ese grupo de música religiosa fue una experiencia excelente, compartimos en muchos lugares, en especial en la zona de los Altos.
“Para el año 1996 estaba viendo la opción de hacer algo más. Realmente ganaba poco. Para completar un poco mis ingresos me levantaba temprano y me iba en el camión de volteo de mi hermano para traer un viaje de arena. Mi economía no era la mejor y estaba entre abrir un negocio o irme de nuevo a Estados Unidos. Vivía en la casa de mis papás en Tepa.
“Como trabajábamos juntos, en el año de 1996 le comenté a César: ´O nos asociamos o me voy a Estados Unidos´. De esa manera es que decidimos asociarnos”.
¿Dónde comenzaron?
“Comenzamos en Capilla de Guadalupe. Ahí llegamos el 10 de junio de ese mismo año. Ya teníamos un poco de trabajo. Hubo quienes nos apoyaron, personas como Cuquis Gómez, quien al saber que iniciaríamos nuestro negocio en Capilla, decidió esperar para darnos un trabajo que tenía contemplado realizar, de manera que ella fue nuestra primera cliente. El arquitecto Elías Aceves nos consiguió muchos trabajos y mucha gente más nos ayudó.
“Gracias a Dios comenzamos a tener mucho trabajo. En 1998 comenzamos a hacer cosas diferentes a las que se hacían en Tepatitlán, donde ya había como 13 o 14 talleres de aluminio. Nosotros éramos los únicos en Capilla de Guadalupe. Alfa Aluminio se llamaba nuestro taller. En el año 2000 conocimos la línea de perfiles llamada española. Fuimos los primeros en instalar una ventana de dicha línea, desde Morelia hasta Tijuana. Por la novedad empezaron a llegar muchos trabajos. Puesto que para hacer estos trabajos necesitábamos máquinas, comenzamos a invertir en equipamiento, gracias a apoyos de mis hermanos. A partir de entonces nos dimos cuenta de que había mercado también para comercializar equipos. Hasta la fecha hemos vendido maquinaria italiana para el corte y troquelado de cancelería de aluminio en casi toda la República.
“En mayo del 2002 vino otro momento decisivo para nuestra empresa: cuando viajé por primera vez a España a una expo especializada en aluminio. Fue una experiencia fuerte. Yo nunca había salido de viaje por muchos días, además de que yo ya estaba casado desde el 24 de octubre de 1998.
“Para la realización de ese viaje, Mariana mi esposa me animó a efectuarlo. Yo no quería ir pero al final resultó un antes y un después. Fue el parteaguas más importante de mi vida laboral. El lugar de la exposición se llama IFEMA; la expo Veteco, la feria internacional de la ventana y el cerramiento acristalado. Era una exposición de seis o siete pabellones
Foto: Cortesía del entrevistado.
muy grandes. Mi experiencia fue como la de un niño que va por primera vez a una juguetería. Te das cuenta de que una línea que para nosotros era nueva como la española, allá llevaba ya 22 años de uso. Estar en esa expo generó en mí la ilusión de muchas cosas, nos proyectó, nos abrió la visión. Regresé con más ganas de comercializar aluminio. Gracias a que contábamos con líneas nuevas que nadie tenía, además de la innovación, mucha gente nos comenzó a buscar.
“Nuestro éxito ha estado en hacer algo que nadie más ha hecho, en hacer algo diferente y enfrentar retos que a veces no son ordinarios.
“Hemos desarrollado nuestros propios perfiles, productos que han gozado de éxito en el mercado como la finestra, la ragazza y la piccola. Todos esos desarrollos están registrados ante el IMPI. Aparte de los perfiles, hemos desarrollado un área de curvado. En esa área de curvado hemos adquirido tal experiencia y calidad que tuvimos la oportunidad de curvar todo el aluminio que se usó para la fachada de la Torre Chroma en Monterrey. Fue todo un reto. De igual modo, hemos desarrollado productos que antes importábamos de Europa. Los hacemos con igual o mejor calidad.
“Gracias a la demanda de nuestros productos hemos tenido la necesidad de abrir sucursales para atender más de cerca a nuestros clientes. Además de en Capilla de Guadalupe, donde tenemos la matriz, contamos con sucursales en Tepatitlán, Guadalajara, Zapopan, León, Aguascalientes y Culiacán”.
Nos llama la atención esa permanencia de tu sociedad con César Ramírez. ¿Cuál es el ingrediente principal para que funcione?
“Confianza, definitivamente. Desde que nos conocimos ha habido confianza y lealtad. Es como un matrimonio, si algo se hace de frente y transparente, funciona. Si se hace algo a espaldas del socio, eso se acaba. Es confianza plena. Es socio en la matriz y en dos de las otras seis tiendas. Jamás hemos tenido un problema. El taller con el que iniciamos se lo vendí, él lo opera. Esta confianza ha generado que nuestra sociedad haya perdurado 23 años. Hemos tenido alguna vez inquietudes de opinar diferente pero lo hemos dialogado y vamos para adelante.
“Cuando le vendí mi parte del taller de Capilla y de Manzanillo, la operación fue de lo más sencillo y fácil. No le batallamos. Es mi ahijado de matrimonio, es padrino de mi hijo y yo padrino de su hija. Es mi amigo del alma”.
¿Antes de pensar en el aluminio, te proyectabas como empresario?
“Sí, claro. Yo pienso que los que emprendemos nacimos con esa idea. Cuando yo tenía 17 años, luego de ser jefe de sección de casetas, abrí una taquería entre un amigo y yo, sólo para las fiestas de las Aguilillas. Fue mi primera experiencia como independiente pero ya tenía esa inquietud. Luego comencé a armar el grupo musical…, ya trabajando el aluminio tuve la idea más clara, visualicé el negocio. Jamás tenía idea hasta dónde podía llegar. Sólo Dios sabe. Tener una tienda de distribución era como un sueño guajiro, sin embargo, se convirtió en realidad. Primero te ilusionas, luego te visualizas y finalmente lo concretas”.
¿Alguna vez has tropezado?
“Sí. De manera pequeña. Por ejemplo, recientemente cometí un error de un diseño. Hice una ingeniería mal hecha y al extruir los perfiles nos dimos cuenta de que no servía. Perdí la producción. Y con las personas, como todo en la vida, hemos tenido diferencias. Pero a pesar de todo, es mucho más lo positivo de todo lo que has hecho. Y hablando positivamente me he quedado a lo largo de la vida con muy buenos clientes y proveedores que ahora son excelentes amigos”.
En término de valores, ¿cómo describes a tus padres?
“Personas muy rectas. Ayer comí con mi madre y sigue enseñándome la rectitud y la honestidad. Mi papá siempre nos decía
que no había que gastar lo que no tienes. Gracias a este consejo me acostumbré a no deber.
“También mi padre decía que lo que no era de uno jamás había que tocarlo, ni siquiera pensarlo. Era un hombre que si se tomó una cerveza lo hacía conmigo o con mis hermanos. Jamás lo vi tomando por su propia cuenta. Malas palabras rara vez. Entre la gente fue conocido como una persona sumamente honesta, recta. No socializaba mucho. Quien lo conoció decía… ´¿Don Bartolo? ¡De una pieza!´. Eso como hijo te lo llevas profundamente dentro de ti, en el corazón. Y mi mamá igual.
“Los papás influimos increíblemente sobre nuestros hijos para bien o para mal. Los valores se permean de padres a hijos.
Háblanos de tu esposa, Mariana
“Híjole. Es mi socia en todo, ¡en todo! Hoy en la mañana le decía precisamente, pensando en una canción cristiana de Alex Campos, de cómo él se soporta en Dios: “Yo me soporto en ti. Porque si tú estás mal, a mí me duele, si tienes algo negativo, a mí me duele…”. Desde que nos casamos ha sido… ¿cómo te explico? Para que un matrimonio funcione no es dar el 50 y 50, sino el 100 y el 100. Ha sido mi soporte en todo y totalmente… Difícil decirlo de otro modo. Ha sido mi soporte en todo. Desde lo laboral, familiar, moral, espiritual. Ella me motiva. No me imagino la vida sin ella”.
¿Qué significa para ti la familia?
“Mi razón de vivir, definitivamente. Dios me ha bendecido mucho. Tengo muchas razones para vivir. Mi trabajo toma sentido por mi familia. Si no es mi trabajo en función de mi familia, no tiene caso. Cuando veo, por ejemplo, a mi hija mayor ilusionada en su trabajo, aportando como miembro de familia, eso me motiva.
“Tengo cuatro prioridades en mi vida. La primera es Dios, la segunda es mi familia sin la cual no tendría sentido mi existencia, la tercera es mi trabajo y la cuarta… el béisbol.”
Hablando del béisbol, ¿qué te mueve a fomentarlo?
“Dios se vale de medios para muchas cosas. Desde que teníamos un mes de casados, hemos tenido oportunidad de dar algo de lo que Él nos ha dado, en un grupo de prematrimoniales donde participamos en Tepa.
“El tema de béisbol se me dio porque cuando era niño mi hermano Antonio me trajo de Estados Unidos una playerita de los Angeles Dodgers, de Fernando Valenzuela. Desde entonces tengo el gusto por el béisbol. Ahora cuando veo a un niño que no tiene qué hacer más que ir a la escuela y a veces ni eso, que pasa la vida en la calle y le podemos dar actividad tres tardes a la semana, es algo increíble. Es increíble ver cómo hay niños que en su vida han tenido un guante de béisbol. Es sumamente satisfactorio verlos jugar béisbol aparte de que en este deporte se involucra toda mi familia. Requiere mucho tiempo pero al final vale la pena. El día de mañana quizá no sean beisbolistas profesionales, pero serán personas que aporten al pueblo, a su familia, a la sociedad, a sí mismos.
“Esto se ha convertido en una especie de apostolado. Nos toca ver a niños de familias de muy bajos recursos o desintegradas, niños violentados que no tienen qué hacer, no tienen una ilusión y ahí la han encontrado.
“Es satisfactorio ver cómo las empresas han apoyado nuestro proyecto y se han sumado al apostolado que hacemos. Es una pasión”.
¿Para terminar, qué consejos les dejas a los jóvenes?
“Que se acerquen a Dios porque eso fue lo que a mí me ayudó. Dios fue la premisa de encontrar lo que encontré y lograr lo que he logrado y tener un sentido para vivir. Que se acerquen a Dios y si tienen la ilusión de emprender, que no la desechen.
“No todos nacimos para emprender pero quien trae esos genes en su sangre, no hay que abandonarlos porque no todo lo que emprendas te va a funcionar. Por cierto, uno de mis fracasos fue poner una librería, pero no lo tomo como fracaso, sino como aprendizaje. Si tienes en la mente emprender, los tropiezos son aprendizajes. No podemos truncar algo que puede llegar a ser nuestro camino”.
DLT INOXIDABLES
Cal idad, hone s t idad y buen s er v icio como val or e s comer cial e s
Texto: SOMOS ALTOS Fotos: Carlos Hernández
La vocación alimenticia de los Altos de Jalisco comenzó cuando se asentaron los primeros conquistadores en la región. Al no existir minas, los españoles comenzaron a utilizar estas tierras para producir carne y buenos caballos. Desde entonces a la fecha, la elaboración de alimento ha sido característica de los alteños. Somos líderes a nivel nacional en producción de leche, carne y huevo. Además de un polo importante en rubros como tequila y ahora inulina y jarabe de agave, sólo por mencionar algunos de los productos que más se procesan aquí.
Conscientes de estas actividades y, por tanto, de la necesidad de proveer equipamiento para la industria alimenticia, nace DLT Inoxidables, S. de R.L. de C.V.
DLT Inoxidables es una empresa fundada por alteños, cuyo fin es la importación y comercialización, sobre todo, de tubería, válvulas y conexiones de inoxidable (industriales y alimenticias, tanto del tipo 304 como del 316L). Las primeras importaciones de material inoxidable se dieron en el año 2009. Desde entonces, las ventas han sido sostenidas, no sin antes enfrentar importantes retos. Todos han sido superados exitosamente, al grado de ser la empresa líder en su tipo en la región alteña.
Hoy por hoy, además de tubería, válvulas y conexiones, comercializa también una amplia gama de productos como láminas, tubería ornamental, bombas, mangueras grado alimenticio, abrasivos, tornillería y una gran variedad de accesorios, todos relacionados con el acero inoxidable.
Gracias a la alianza establecida con los fabricantes, el material es comercializado
bajo la marca DLaT, ya reconocida por su alta calidad en material y acabado. Ha sido la marca favorita en numerosas empresas con las que DLT Inoxidables ha entablado una relación comercial. Las ventas directas a las empresas y su numerosa red de clientes instaladores, han permitido que sus equipos hoy se puedan encontrar en los procesos productivos de empresas de talla mundial como Cuervo, Coca Cola, Sauza, Don Julio, Herdez, Atún Dolores, PISA, Panovo, Helados Bolonia, etc. Casi la totalidad de las empresas alteñas cuentan con sus productos… Falt, Inulina y Miel de Agave, Nutriagaves, 19 Hermanos, Posta el Cuatro, 7 Leguas, Quesos Navarro, Proan, y prácticamente todas las industrias tequileras de la región. Las anteriores son sólo algunos ejemplos de empresas por todos conocidas y a las cuales agradecen la preferencia.
En DLT, la práctica de los valores comerciales es lo primero. Honestidad ante todo. Su principal intención es que los empresarios estén seguros de que se encuentran protegidos por tratos siempre justos, que no caen en prácticas de corrupción.
El servicio es también parte de la gama de valores, una de sus principales banderas. El cliente tiene la seguridad de que el producto le llegará en tiempo y forma para que no registre atrasos que se traducen en pérdida de rentabilidad.
De igual forma, la calidez y la cercanía en el trato por parte del personal, hacen la diferencia. Un vendedor tiene que ser asesor y se han enfocado en hacerlo bien. El cliente puede sentirse respaldado por el trato del personal de la empresa y por la garantía de satisfacción total.
Todo lo anterior ha permitido que DLT Inoxidables se halla posicionado en el mercado pisando firme. Con el avance del tiempo han crecido, al punto de que actualmente los clientes pueden acceder a puntos de venta en Tepatitlán, donde se ubica la matriz; así como en Guadalajara y en Irapuato, Guanajuato. No obstante, sus consumidores se encuentran más allá de Jalisco y Guanajuato. Cuentan con una importante cartera de estos en Colima, Michoacán, Sinaloa, Durango, Querétaro, por decir algunos. Envían productos prácticamente a todos los estados de la República.
DLT Inoxidables, además, es una empresa cuyos directivos alteños son entusiastas promotores del distintivo Somos Altos, conscientes de que los tiempos actuales
ofrecen desafíos pero, a la vez, una oportunidad de oro para el afianzamiento de la identidad de la región. Creen en los empresarios alteños que han sido forjados en moldes de tenacidad y trabajo duro. Han sido los alteños quienes se han forjado a sí mismos con una serie de virtudes que difícilmente podemos encontrar de manera colectiva en alguna otra región.
DLT Inoxidables es y será una empresa orgullosamente alteña.
DLT INOX IDABL E S TEPATITLÁN
DIRECCIÓN Pantaleón Leal #351, Jesús María Tepatitlán, Jalisco
CONTACTO (378) 782 · 2123 (378) 782 · 2113 atencionaclientes@dlt.mx
DLT INOX IDABL E S GUADAL A JAR A
DIRECCIÓN Cebada #327 Col. La Nogalera. Guadalajara, Jalisco.
C O N TAC T O (33) 36701599 / (33) 3670 9099 oficinaguadalajara@dlt.mx DLT INOX IDABL E S IRAPUATO
DIRECCIÓN Boulevard Solidaridad #9342 B, Colonia Plan de Guanajuato. Irapuato, Guanajuato.
CONTACTO (462) 6220441 / (462) 114220 oficinairapuato@dlt.mx